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Capítulo IX
Las organizaciones de familiares: el trabajo conjuntoEn este capítulo deseamos entregar la experiencia de trabajo conjunto entre un organismo de Derechos Humanos como el nuestro y las organizaciones de familiares de víctimas de violación del derecho a la vida.
Queremos destacar la importancia que las organizaciones de familiares han tenido en nuestro quehacer, la trascendencia que tienen para una sociedad que ha sufrido los embates de graves y profundas violaciones de los derechos humanos, así como el valor que su denuncia tiene en la formación de una conciencia nacional respecto del significado de estas violaciones.
Este análisis se desarrolla desde una relación de acercamiento y posterior interacción dentro de un proceso de profundización de la verdad y justicia y en el contexto de la reparación propuesta por el gobierno de transición.
Primero describiremos la formación y presencia de las agrupaciones de familiares de víctimas y su rol frente a la dictadura militar. Luego, analizaremos sus organizaciones en regiones. Este capítulo fue elaborado a partir de entrevistas a miembros de las agrupaciones de Santiago y Regiones, con las cuales hemos desarrollado experiencias de intercambio durante años; asimismo, importante resultó el análisis de documentos elaborados o recopilados por ellas. Hemos mantenido la forma, los sentimientos, incluso las palabras propias de los miembros de las agrupaciones.
Finalmente analizaremos el desarrollo de las agrupaciones a través de los distintos escenarios en que se fue desenvolviendo su quehacer durante el período de transición política a la democracia.
1. Las Agrupaciones de Familiares durante el Régimen Militar.
Muy tempranamente, a pesar de las represalias masivas, abusos de poder, persecuciones y crímenes de la dictadura, nacen los primeros gérmenes de organizaciones de familiares de víctimas de violaciones de los derechos humanos.
La actividad de los familiares de personas detenidas o secuestradas, se inicia en forma individual: consultan en distintos centros de reclusión, recorren ciudades, siguen un supuesto traslado del detenido o preguntan reiteradamente por su paradero.
Ese quehacer los hizo coincidir en las gestiones ante los cuarteles, las cárceles, los estadios, los campos de concentración, los organismos oficiales, los tribunales. Se encontraban y se reconocían por sus expresiones en las calles.
Muy pronto se dieron cuenta que las tácticas represivas de torturas, ejecuciones y posibles desaparecimientos que estaban ocurriendo en Chile, eran métodos represivos que se habían utilizado y se estaban utilizando en otros países del continente.
La constatación de estas realidades, la sensación de aislamiento, la soledad en que vivían sus dramas, los llevó a actuar en forma organizada ante la necesidad de apoyarse mutuamente, de dar mayor fuerza a las gestiones que realizaban y de impulsar un trabajo de denuncia nacional e internacional sobre lo que estaba ocurriendo con sus familiares.
Luego del golpe militar, todas las organizaciones sociales, políticas e institucionales, habían sido destruidas y dispersadas. Los partidos políticos estaban disueltos o en la clandestinidad, los personajes públicos no podían actuar abiertamente, no existía el derecho a reunión. El toque de queda era una constante y las patrullas militares recorrían el país, las calles, el campo.
Sin embargo, fue una red civil clandestina la que ayudó a refugiar personas y conseguir asilo para los más perseguidos. Un mes después del golpe de Estado, las iglesias acogen a estas personas. Se creó el Comité de Cooperación para la Paz(1) , que brinda protección desde un primer momento a las personas y familiares que se acercaban en busca de apoyo, orientación o deseaban atención jurídica e incluso médica.
Progresivamente, según las modalidades represivas (prisión política, ejecuciones, exilio, detención con desaparecimiento), se van conformando las diferentes agrupaciones, unidas por un problema común.
Desde este momento se inicia un trabajo coordinado, orientado a reunir y sistematizar antecedentes sobre las detenciones, sobre los crímenes, los posibles responsables, sobre las circunstancias y lugares de detención. Serán el germen de las primeras investigaciones que se inician sobre violaciones de derechos humanos, entregando una visión global del grado de terrorismo de Estado que se estaba viviendo en el país.
Del mismo modo, estas agrupaciones iniciaron las primeras acciones de denuncia a nivel nacional e internacional, exigieron a los tribunales la designación de ministros en visitas para que se investigue, protestaron ante los organismos internacionales con documentos fundamentados, convocaron a actos pacíficos en distintos lugares públicos para informar sobre los acontecimientos, creando conciencia sobre lo que estaba ocurriendo en Chile.
Los medios de comunicación de la época, en general, hicieron caso omiso de la situación que aquejaba a las personas o a los familiares y ocultaban las iniciativas emprendidas para conocer qué había sucedido con sus familiares o saber dónde estaban. Cuando llegaban a informar desfiguraban las situaciones, negaban los centros de detención, no reconocían la existencia de centros de tortura, negaban las ejecuciones sumarias, y a aquellas personas que no aparecían les llamaban "presuntos detenidos". La prensa oficial llegó más lejos y, en una oportunidad, se prestó para una maniobra incalificable con la que se pretendió convencer al país de un enfrentamiento entre "extremistas" en el extranjero: hoy se sabe que eran 119 compatriotas detenidos y hechos desaparecer. En aquella ocasión, las familias presentan uno de los primeros recursos conjuntos ante la Corte de Apelaciones y, por primera vez, hacen lo mismo ante la Corte Suprema".(2)
Ni la negación, ni las tergiversaciones, ni la represión ejercida sobre ellas a través de diversas maniobras de amedrentamiento, amenazas directas, allanamiento a sus casas, robo de materiales, detenciones, expulsiones del país, así como las maniobras de guerra psicológica, consiguieron detener la labor de las diferentes agrupaciones para exigir libertad, verdad y justicia.
Ante los tribunales, se incrementaron las peticiones de amparos y otros recursos judiciales, pero los trámites no eran acogidos o simplemente quedaron sin respuesta por parte del poder judicial y en especial de los miembros de la Corte Suprema.
Por su parte, frente a esta actitud decidida, la dictadura respondió con más violencia. A pesar de ello, progresivamente las agrupaciones van ocupando espacios, entregando mensajes o realizando nuevas acciones, que por su significado contribuyen a la difusión y a la toma de conciencia de la dramática situación que el país estaba viviendo. Hitos memorables fueron las huelgas de hambres, los ayunos, los encadenamientos en las rejas de los edificios públicos, los copamientos en las salas de los tribunales de justicia, los "velatones" en diferentes ciudades. Eran las formas de demostrar al país y al mundo la existencia de tan graves atropellos.
Mención especial merece la elaboración de arpilleras(3), en las cuales mostraban la realidad del país. En ellas, vaciaban sus sentimientos y esperanzas. Fueron difundidas masivamente en el extranjero y, a su vez, les permitió obtener recursos para su subsistencia.
La enorme capacidad creadora para transmitir en forma simbólica el dolor y el drama que significa la pérdida de su familiar lo constituye la danza de la "Cueca sola". Mensaje que utiliza el baile nacional y que contiene las raíces folclóricas de la expresión de afecto y amor en una pareja.
Notables son los mensajes escritos o voceados en las calles como: "Nuestra vida por la verdad", "Vivos se los llevaron, vivos los queremos".
Durante los últimos años de la década del 70 se descubren los primeros cementerios clandestinos, y una parte de las familias tuvieron que afrontar la realidad de la muerte de su familiar que hasta ese momento estaba desaparecido. Este hecho hizo que muchas otras familias tuvieran el sentimiento que ya nunca más encontrarían a los suyos con vida.
En una pequeña localidad, en hornos abandonados, se descubren restos de personas que hasta ese momento estaban desaparecidas. Las agrupaciones, familiares de Ejecutados Políticos y de Detenidos Desaparecidos, a pesar del cerco policial se trasladaron al lugar, presenciando escenas desgarradoras; no se debilitaron en su lucha y levantaron con fuerza una nueva consigna: "Verdad y Justicia".
Progresivamente las agrupaciones se van constituyendo en factores de unidad, convocando a otros sectores y creando incipientes espacios de diálogo social y político. Comenzaron las primeras movilizaciones masivas, siendo reiteradas las acciones de protesta en los alrededores del palacio de Gobierno, con creciente apoyo social.
Ante la aparición cada vez más pública de estas organizaciones, muchos sectores y la sociedad en general fueron perdiendo el miedo e incorporándose a las demandas que reivindicaban cuatro grandes valores: Verdad, Justicia, Libertad y Democracia.
En las grandes movilizaciones antidictatoriales realizadas en la capital y en distintos puntos del país, miles de personas salían a las calles y entre ellos con mayor fuerza aparecían las pancartas con los rostros de cientos de desaparecidos, ejecutados, presos políticos y exiliados.
El mundo social y político que se levantaba y reconstruía, asumía un compromiso público por la verdad y la justicia.
Las agrupaciones de familiares fueron un actor fundamental en las innumerables campañas llevadas adelante para derrotar a la dictadura. Fue gracias a su valerosa lucha que la causa de los Derechos Humanos impregnó la vida política y contribuyó decisivamente al cambio de régimen.
En el nuevo período de transición política que se avecinaba, "los derechos humanos constituyen un aspecto central de la propuesta mediante la cual los partidos que conforman la Concertación para la Democracia convocaron al pueblo de Chile a la sustitución de la dictadura, primero en el plebiscito de octubre de 1988, y luego en la elección de diciembre de 1989..."Su situación de violación institucionalizada, masiva y sistemática constituyó el principal factor de desligitimación social del régimen dictatorial y, correlativamente, fue el elemento unificante de las fuerzas democráticas, que incentivó la superación de los antagonismos, desacuerdos y recelos del pasado y consolidó el reencuentro social, cultural y político entre ellas"(4).
2. Las Agrupaciones de Familiares a través de las Regiones.
Como hemos señalado en capítulos anteriores, las características de estas regiones, eminentemente agrícolas y forestales, con una alta población rural y bajos niveles educacionales, con fuertes conflictos sociales previos al golpe militar y, posteriormente, con un férreo control dictatorial, especialmente en zonas rurales, hizo que la constitución de las agrupaciones fuera difícil y por tanto mucho más tardía.
El aislamiento de las familias, su alejamiento de los centros urbanos y la presencia permanente de instituciones represivas (regimientos, cuarteles de carabineros y de investigaciones), fueron algunos de los principales impedimentos para la constitución de las agrupaciones en todas las localidades donde se registraron hechos represivos.
Con el transcurso del tiempo se fueron conformando pequeños colectivos, ante la necesidad de terminar con el aislamiento en que se encontraban y, en muchos casos, por una necesidad de sobrevivencia.
Asistidos por entidades eclesiásticas, por sectores sociales y políticos que se reorganizaban, y por un proceso de acercamiento de las agrupaciones de la capital hacia las regiones, se facilitó la constitución de estos colectivos.
Tuvieron que pasar varios años para que se organizaran en torno al drama de tener un familiar detenido arbitrariamente, o más grave aún, ejecutado político o desaparecido.
Será en estas agrupaciones donde algunos familiares comprenderán que su problema lo viven y experimentan muchas otras familias.
Muchos de los familiares valorarán este espacio como un lugar donde pueden ser comprendidos. Sienten que son acogidos y comparten situaciones similares y que con el transcurso del tiempo estos vínculos son vitales para sobrellevar el daño causado. La integración a la organización les da la esperanza de encontrar a su familiar: las angustiosas diligencias que antes realizaban solos, ahora serán más llevaderas por este respaldo colectivo.
Desde su inicio, muchos fueron los miembros de las agrupaciones que tomaron la iniciativa de llevar un registro de los antecedentes de cada uno de los casos denunciados y de cada familiar que se integraba al grupo.
Esta labor, periódica y de manera muy cautelosa, fue bosquejando y ordenando un mapa nacional de hechos represivos. Material que posteriormente sería la primera fuente de información para los distintos
requerimientos que recibirían y que nos ayudaron decisivamente en la construcción del primer catastro.Las agrupaciones en regiones tuvieron que realizar grandes esfuerzos para su sobrevivencia. Muchas fueron las actividades que impulsaron para contar con recursos materiales que les permitiera mantener a su organización y a sus familias: pequeños talleres de costura, de reparaciones, amasanderías, entre otros.
Como lo hemos señalado, la actividad más propia de estas agrupaciones fue el trabajo artesanal de "arpilleras". Por sus características estas creaciones fueron, según sus propios miembros, "...una especie de terapia o descanso psicológico en el transcurrir de cada elaboración...", que además sirvieron como una nueva forma de denuncia y mensaje al mundo entero.
En las regiones, al igual que en Santiago, las agrupaciones fueron protagonistas de un cambio de actitud para encarar con mayor fuerza, unidad y organización, acciones de protesta y movilizaciones sociales en los períodos previos al cambio de gobierno. Fueron capaces de enfrentar el control represivo y de hacer que en las pequeñas localidades se fuera perdiendo en parte el miedo colectivo.
3. Las Agrupaciones de Familiares durante el período de transición a la democracia: los cambios observados.
Con el triunfo de la oposición democrática y ante las expectativas sociales, el gobierno de transición incluyó dentro de su programa de gobierno el tema de los Derechos Humanos, preferentemente en cuanto al reconocimiento oficial de la Verdad, derogación de leyes de impunidad, libertad a los presos políticos y una tramitación de beneficios sociales y reinserción para distintas personas afectadas directa e indirectamente por graves violaciones de los derechos humanos.
En el inicio del período de transición a la democracia, fue notoria la formación de nuevas agrupaciones en regiones, tales como las de retornados, integradas por numerosas personas que desde el exilio volvían a su región natal, agrupaciones de ex-presos políticos recientemente liberados de las cárceles y de exonerados políticos, así como también se reforzaron las agrupaciones de familiares de detenidos desaparecidos y de ejecutados políticos, quienes vieron aumentar el número de personas que se integraban.
Los primeros sentimientos de los miembros de las agrupaciones una vez asumido el nuevo gobierno, fueron de mayor tranquilidad y confianza, desarrollando una actitud más abierta para darse a conocer como personas e identificando la casa donde por años habían trabajado
clandestinamente.Luego de ser desconocidas y muchas veces negadas cuando no estigmatizadas durante la dictadura, en el primer período de transición distintos sectores sociales se acercaron a ellas para expresarles su admiración y respeto.
Numerosos movimientos juveniles, líderes sociales e incluso políticos y parlamentarios, contactaron a las agrupaciones con el objeto de respaldar sus demandas. Las relaciones con las autoridades del gobierno democrático es en un comienzo de respeto y consideración, existiendo una comunicación fluida pero no exenta de tensiones, especialmente cuando las agrupaciones exigían que el nuevo gobierno derogara las leyes de impunidad tal como lo había prometido en su programa electoral.
Con la constitución e inicio de las investigaciones por parte de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación (CNVR) para la posterior entrega pública de un informe sobre la situación de graves violaciones de los derechos humanos durante el régimen militar, las Agrupaciones en las regiones lograron uno de sus mejores momentos como organización, especialmente en el plano de cohesión interna y de la imagen pública a través de campañas de difusión social de sus demandas.
De esta manera, se fue logrando paulatinamente el acercamiento de familias afectadas, que antes por desinformación o miedo, no habían tenido contacto con las agrupaciones. Muchas de estas familias, junto con el llamado de la Comisión investigadora del gobierno, accedieron al contacto y posterior incorporación en las agrupaciones y organizaciones de Derechos Humanos.
4. Las Agrupaciones de Familiares y nuestro equipo: primeros intercambios.
Las agrupaciones fueron para nosotros la fuente principal de información en la etapa inicial de este trabajo de recopilación de antecedentes sobre víctimas y responsables a fin de reconstruir la verdad. En este trabajo participaron tanto familiares como sus organizaciones, quienes tuvieron un rol principal e imprescindible en la elaboración de los libros de la serie Verdad y Justicia.
Las agrupaciones valoraron estos documentos como una denuncia y profundización de la Verdad y por señalar e identificar a los responsables. El libro se acogió como un acto de dignificación, tanto por el conocimiento colectivo que se tuvo con su publicación, lanzamiento y difusión, así como por la contribución a la reconstrucción de la memoria histórica: la persona víctima del crimen es mostrada en el libro no tan sólo desde una posición de político o militante, sino también, dentro de su propio entorno cultural, social y familiar.
La publicación, que aportó y profundizó en la Verdad, facilitó la articulación de las agrupaciones de las zonas y acercó a las familias afectadas. Por otra parte, estimuló la necesidad de traducir lo fidedigno e indesmentible de los testimonios y de las acusaciones directas en contra de los responsables en hechos judiciales concretos, retomando las esperanzas de hacer justicia.
Al colaborar con la CNVR establecimos un intercambio de información con las agrupaciones. Se trataba de corroborar los datos que paulatinamente habíamos reunido.
La posibilidad de llevar adelante procesos judiciales transformó la relación inicial establecida entre un organismo de derechos humanos y las agrupaciones de familiares.
La Corporación Nacional de Reparación y Reconciliación, en su Título II denominado "De la Pensión de Reparación" de la Ley 19.123, señala en su Art.17 "Establécese una pensión mensual de reparación en beneficio de los familiares de las víctimas de violaciones a los derechos humanos o de la violencia política, que se individualizan en el volumen segundo del informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación y de las que se reconozcan en tal calidad por la Corporación Nacional de Reparación y Reconciliación conforme a lo dispuesto...."
En los artículos siguientes se señala una pensión monetaria mensual, más el porcentaje equivalente a la cotización para salud, señalando quienes serán beneficiarios y su distribución según el vínculo que los unía con la víctima.
En esta misma Ley se establecen además beneficios médicos, educacionales, y se exime del servicio militar obligatorio a los hijos legítimos, naturales y adoptivos.
Las agrupaciones tuvieron un rol activo para registrar, orientar y asesorar a las personas que tenían derecho a la reparación. Estos beneficios aumentaron las expectativas de todas las familias ante la posible asistencia y ayuda que el Estado otorgaría.
Las agrupaciones, e independientemente algunas familias, solicitaron nuestro apoyo para saber cuáles eran los beneficios que a ellas les correspondía y los trámites que tenían que hacer para lograrlo. Conscientes de que muchas familias ignoraban sus derechos y no contaban con medios para realizar las gestiones necesarias, junto con la agrupación nos encargamos de ubicarlas y orientarlas para obtener sus beneficios.
Los efectos y repercusiones de estas medidas en las agrupaciones fueron disímiles. Luego de la reparación material, un grupo de familiares fue paulatinamente alejándose de esta organización. Algunos por motivos de edad, personales, por la lejanía en que vivían, o bien, porque las medidas de reparación por insuficientes que fueron permitieron a estas familias salir en parte del agobio material y la miseria en que vivían. Otros sectores de familiares que llevaban más años en las agrupaciones tuvieron una actitud crítica frente a este alejamiento, culpándolos de su falta de compromiso, señalando abierta y públicamente las deficiencias de una reparación que otorgaba sólo beneficios materiales y no había hecho esfuerzos necesarios para obtener reparación jurídica.
5. Comentarios.
Sin lugar a duda que la creación y fortalecimiento de agrupaciones de familiares de víctimas de Crímenes Contra la Humanidad y de la posterior impunidad, constituye una necesidad indispensable.
Su temprana existencia permite en primer lugar la creación de un espacio de intercambio de experiencias desgarradoramente traumáticas, de expresión de vivencias, de apoyo y colaboración mutua, e incluso, lugar de trabajo que permitió una mínima subsistencia.
Su labor de denuncia, su talento creador y, por sobre todo, el ejemplo de sus exigencias, transforma a estas agrupaciones en un referente ético y moral para el resto de la sociedad. Han permitido la aglutinación y el consenso de distintos sectores de la sociedad.
El desarrollo personal que muchos de sus miembros progresivamente logran, su aptitud al estudio y análisis de los problemas, permitió que personas nacidas al interior de este trabajo en el campo de los derechos humanos se transformen más tarde en líderes sociales, cuando no políticos.
Su actitud intransable de exigencia de verdad y justicia, basada en principios internacionales de derechos humanos, determina que, según las circunstancias que vive el país, constituyan tan pronto un polo de atracción para los sectores políticos que buscan el cambio, como de rechazo de los sectores inmovilistas y conservadores durante los períodos de transición.
Por otra parte, han tenido la inteligencia de unirse a organizaciones similares de otros países latinoamericanos y conformar federaciones regionales, permitiendo exigir con fuerza que los Crímenes Contra la Humanidad no queden en la impunidad.
La formación, desarrollo y permanencia de estas agrupaciones debe ser uno de los propósitos fundamentales de los organismos de derechos humanos, como lo fue para personas y entidades antidictatoriales que lograron subsistir en las regiones y que entregaron a estas entidades toda su cultura política y social. La contribución a este objetivo permitirá crear un espacio de intercambio, perfeccionará las diferentes áreas de trabajo y fortalecerá las demandas y exigencias propias de su quehacer.
En aquellas localidades donde el grado de control y permanencia de una política represiva impide la formación de agrupaciones durante los períodos dictatoriales, debemos lograr, dentro de las posibilidades de un organismo de derechos humanos, que las personas se coordinen para luego facilitar su formación y consolidación como grupo.
Se debe tener conciencia que aún cuando las agrupaciones de familiares persiguen objetivos comunes, cada una de ellas tiene sus propias particularidades de acuerdo al lugar donde se constituyen, a las experiencias represivas vividas, a las características sociales, culturales y económicas de cada uno de sus miembros, y al rechazo o aceptación de su entorno.
Un organismo de derechos humanos a la vez que se nutre de la realidad que las agrupaciones simbolizan, debe aportar a ellas conocimientos profesionales, entregar capacidades y orientaciones a través de diversas formas de intercambios, tales como reuniones, actos públicos, jornadas temáticas y multidisciplinarias, elaboradas de acuerdo a sus necesidades más primordiales.
Se debe respetar a las agrupaciones en su carácter de organizaciones primarias y fundacionales de los movimientos de derechos humanos, respetando su independencia e identidad, y no utilizarlas para propósitos exclusivamente políticos que las lleva a perder su identidad.
Este trabajo conjunto con las agrupaciones nos ha llevado a conocer nuestros aciertos y también nuestros errores. Mantener una actitud abierta, sin tomar posiciones anticipadas, sin involucrarse en conflictos personales, tener disposición a escuchar y analizar, saber diferenciar lo que es propio de cada una de ellas evitando comparaciones, erradicar actitudes de orden asistencialistas que impiden el desarrollo personal de sus miembros, son algunas de nuestras recomendaciones.
Notas:1. Organización ecuménica formada el 6 de octubre de 1973, cuyo principal objetivo fue dar asistencia y protección a personas perseguidas y víctimas del régimen militar. Por presiones de la autoridad, esta institución fue disuelta el 31 de diciembre de 1975. En ella participaron las iglesias católica, evangélica luterana, evangélica metodista, ortodoxa, pentecostal y la comunidad hebrea de Chile. El presidente del Comité fue el pastor luterano Helmut Frenz.
2. "La Gran Mentira. El caso de las listas de los 119". CODEPU- DIT-T. Chile. 1994.
3. Superficie de tela gruesa, cubierta con dibujos en lana de múltiples colores. En ellas se bosquejaban imágenes donde siempre estaban presentes las demandas por Verdad y Justicia y el recuerdo de personas víctimas de desaparición forzada o ejecutados políticos
4. "Tratamiento de las víctimas y sus familiares: rehabilitación, reparación, tratamiento médico"; González, A; Encuentro Internacional "No a la impunidad. Sí a la Justicia"; Cfr, pp. 338-339; Ginebra; 1992