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15ago16

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Declaración del Presidente de la Comisión Internacional Independiente de Investigación sobre la República Árabe Siria, al Consejo de Derechos Humanos


Naciones Unidas
Consejo de Seguridad

S/2016/708

Distr. general
15 de agosto de 2016
Español
Original: inglés

Carta de fecha 15 de agosto de 2016 dirigida al Presidente del Consejo de Seguridad por el Secretario General

Tengo el honor de transmitir la última actualización oral de la Comisión Internacional Independiente de Investigación sobre la República Árabe Siria (véase el anexo) y su informe titulado "'Vinieron a destruir': crímenes cometidos por el EIIL contra los yazidíes" |1|, recibidos por conducto de Choi Kyong-lim, Presidente del Consejo de Derechos Humanos, de conformidad con lo dispuesto en la resolución 31/17 (2016) del Consejo.

Le agradecería que tuviera a bien señalar la presente carta y su anexo a la atención de los miembros del Consejo de Seguridad.

(Firmado) BAN Ki-moon


Anexo

Declaración presentada por Paulo Sérgio Pinheiro, Presidente de la Comisión Internacional Independiente de Investigación sobre la República Árabe Siria, al Consejo de Derechos Humanos

Ginebra, 21 de junio de 2016

Al celebrar el décimo aniversario de la creación del Consejo de Derechos Humanos, tengo presente que durante la mitad de ese tiempo la Comisión ha venido informando sobre las violaciones de los derechos humanos cometidas por todas las partes en el conflicto sirio. La última vez que me dirigí al Consejo de Derechos Humanos, hace tres meses, hubo un momento de esperanza. Como resultado del acuerdo al que se llegó en Munich a principios de este año, se logró un cierto grado de normalidad en algunas partes del país debido a la cesación de las hostilidades sancionada por el Consejo de Seguridad. Por primera vez se estaban salvando vidas, lo que ponía de relieve la importancia fundamental de la cesación de las hostilidades y la necesidad de fortalecerla al máximo.

Sin embargo, la situación se fue deteriorando gradualmente y una vez más se libran batallas por el control del territorio o los recursos. Lamentablemente, debo informar que, durante este período, los civiles de todas las facetas del mosaico sirio siguieron siendo las principales víctimas de este conflicto que parece no tener fin. La violencia, la destrucción y el hambre continúan siendo una característica dominante de la vida de los sirios. En todo el país, los civiles luchan por existir en medio de los bombardeos aéreos diarios de las fuerzas del Gobierno, sumados a los ataques indiscriminados perpetrados por grupos armados no gubernamentales y grupos terroristas que figuran en las listas del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, en particular el EIIL, el Frente Al -Nusra y sus asociados.

En Alepo y en Idlib, los constantes ataques han cobrado cientos de víctimas, muchas de ellas niños. Algunos de esos niños nacieron durante la guerra y murieron sin presenciar su fin. Los niños también son vulnerables a otros abusos. A la Comisión le preocupan en particular las denuncias, que estamos investigando, de que el Frente Al-Nusra y otros grupos afiliados a Al-Qaida han reclutado a cientos de niños menores de 15 años en Idlib.

Los ataques aéreos selectivos contra hospitales y clínicas han causado un gran número de muertes de civiles, entre ellos personal sanitario muy necesitado. Debido a la dificultad de acceso a servicios médicos, y en algunas zonas a la imposibilidad de acceder a atención sanitaria, ha aumentado la mortalidad infantil y materna. Desde que comenzó el conflicto, más de 700 médicos y miembros del personal sanitario han muerto en ataques contra hospitales. A medida que aumentan las víctimas civiles disminuye el número de centros médicos y de personal sanitario, lo que limita aún más el acceso a la atención médica.

Los lugares esenciales para la vida civil, como los mercados y las panaderías, siguen siendo bombardeados. Con cada ataque, los sobrevivientes aterrorizados quedan más vulnerables por la enorme destrucción y los daños sufridos por la infraestructura civil. Las escuelas, los hospitales, las mezquitas, los puntos de abastecimiento de agua, todos están siendo convertidos en escombros.

Miles de sirios siguen detenidos por todas las partes en el conflicto. Un gran número son retenidos en centros de detención gubernamentales. Muchos son torturados y mueren en los lugares de detención. Innumerables personas siguen desaparecidas, algunas desde hace años, y sus familias siguen esperando contra toda esperanza recibir noticias de sus seres queridos.

La población sitiada es la que paga el precio más alto por la guerra. A pesar de la condena generalizada de los asedios como táctica de guerra, en los últimos meses no se ha levantado ningún asedio. La ayuda llega a menos de la mitad de las 600.000 personas atrapadas en esas zonas. Una niña refugiada de Madaya, de 12 años de edad, mostró a la Comisión el testamento que escribió cuando pensó que iba a morir de hambre. En él, pidió a su madre que recordara su risa.

La Comisión se sintió alentada por la noticia de la llegada de ayuda humanitaria a Daraya, que iba a proporcionar socorro a sus residentes por primera vez en cuatro años. Sin embargo, fue apenas una ilusión. Al día siguiente Daraya fue objeto de un fuerte bombardeo y la distribución de ayuda humanitaria, incluidos alimentos, se vio gravemente afectada.

Teniendo en cuenta el principio fundamental de que el acceso a la ayuda humanitaria es incondicional, el reciente compromiso de conceder acceso a 15 de las zonas sitiadas es un paso en la dirección correcta. No obstante, la solución definitiva es levantar todos los asedios y poner fin a la práctica de las partes beligerantes de hacer padecer hambre a la población como un método de combate.

La persistente violencia impide que las personas regresen a sus hogares. Más de la mitad de la población del país sigue desplazada. Es una cantidad extraordinaria y no hay indicios de que vaya a disminuir. Decenas de miles de personas están atrapadas entre las líneas de fuego y las fronteras al norte y al sur de Siria. Los que han huido de sus hogares no siempre han encontrado seguridad, como se nos recordó dolorosamente en mayo cuando los ataques contra dos campamentos de desplazados internos en la provincia de Idlib cobraron nuevas vidas de civiles.

Las personas que optan por viajar en busca de seguridad fuera de Siria también se exponen al riesgo de morir. Por desesperación, ponen su vida en manos de redes de trata y tráfico de personas. Miles de hombres, mujeres y niños han muerto ahogados tratando de cruzar el Mediterráneo en condiciones de hacinamiento, en embarcaciones no aptas para navegar. Se teme que miles de niños no acompañados que desaparecieron después de su llegada a Europa estén siendo explotados por redes delictivas.

Es de máxima urgencia que los gobiernos interesados adopten medidas.

Las operaciones de rescate salvan cientos de vidas. Sin embargo, la respuesta internacional debe ir más allá. Los Estados Miembros deben hacer más para contrarrestar activamente esas redes que ponen en peligro la vida de cientos de personas en cada viaje que llevan a cabo. Es preciso adoptar medidas inmediatas para localizar a los niños desaparecidos y darles la protección que necesitan. Sin embargo, estas son soluciones a corto plazo. Los países afectados por la crisis de refugiados deben comprender que, a largo plazo, la solución radica en el restablecimiento de la paz y la estabilidad en Siria. Les corresponde desempeñar un papel para convertir esta aspiración en una realidad. Los Estados deben apoyar enérgicamente, de palabra y de hecho, los intentos de llevar a las partes beligerantes a la mesa de negociación de la paz.

Los sirios son las principales víctimas de este conflicto, pero no son las únicas. La semana pasada, la Comisión informó acerca de la persistencia del genocidio de que son víctimas los yazidíes de Sinyar (Iraq), incluidas miles de mujeres y niñas que siguen retenidas por el EIIL en Siria. Hablamos con docenas de sobrevivientes y examinamos cientos de páginas de material de corroboración. En un testimonio detallado tras otro, las víctimas describieron reiteradamente el carácter sistemático de los ataques y los abusos, y las personas que los habían perpetrado. Las declaraciones públicas del EIIL ponen claramente de relieve su intención de destruir a los yazidíes como grupo. En este mismo instante, mujeres y niñas yazidíes siguen víctimas de la esclavitud sexual, sometidas a brutales violaciones y palizas. Son compradas y vendidas en los mercados, pasan de un combatiente a otro como si fueran ganado y se vulnera su dignidad día tras día. Cuando los niños varones llegan a los 7 años, son arrancados del cuidado de sus madres y forzados a internarse en los campamentos de adiestramiento del EIIL.

La conclusión de genocidio debe instar a un examen de las obligaciones que tiene cada Estado de prevenir y sancionar este crimen. La amenaza que supone el genocidio para la paz y la seguridad internacionales debe dar lugar a una acción mucho más firme por parte de la comunidad internacional y sobre todo por el Consejo de Seguridad, que está en condiciones de adoptar medidas para detener el genocidio. Además, en los informes de la Comisión se han destacado numerosas violaciones de los derechos humanos sufridas por otros grupos religiosos y étnicos, y seguimos investigando delitos cometidos por el EIIL contra los alauitas, asirios, cristianos, chiíes y suníes que rechazan su ideología.

El pueblo sirio ya no puede permitirse esperar.

La única manera de acabar esta guerra es encontrar una solución política, que es el empeño incansable del Enviado Especial, Sr. Staffan de Mistura. Para llegar a esta solución, las partes beligerantes deben poner fin de inmediato a los combates y reanudar las conversaciones de paz. Ya es hora de que todas las partes demuestren que están verdaderamente comprometidas con el proceso de paz, acordando medidas de fomento de la confianza. Estas deberían incluir el cese de los bombardeos indiscriminados; la concesión de acceso humanitario a las poblaciones sitiadas; la liberación de todos los prisioneros secuestrados o detenidos arbitrariamente, en particular los ancianos, las mujeres y los niños; la supervisión independiente de los centros de detención; y el establecimiento de mecanismos para tratar los casos de personas desaparecidas.

La adopción de esas medidas implicaría que todas las partes beligerantes estarían dispuestas a aceptar su responsabilidad ante el pueblo sirio, el pueblo mismo que dicen representar y al que, por lo tanto, deben servir y proteger.

Las víctimas están pidiendo rendición de cuentas. La respuesta a su búsqueda de justicia debe resonar en los pasillos del poder, incluso a nivel del Consejo de Seguridad. Sin embargo, la rendición de cuentas, en un sentido más amplio, abarca más que la justicia penal. Se trata de un proceso a largo plazo que debe fomentarse y fundarse en el respeto básico del estado de derecho internacional.

A la Comisión le corresponde transmitir al Consejo de Derechos Humanos los sufrimientos al parecer interminables del pueblo sirio. Seguiremos investigando las violaciones del derecho internacional e identificando a los responsables. Sin embargo, para poner fin a esos sufrimientos se necesita más. Es necesario que todos los Estados insistan una y otra vez en que los Estados influyentes y el Consejo de Seguridad apoyen incondicionalmente el proceso político, faciliten y fomenten el diálogo entre las partes beligerantes y no acepten nada distinto de una paz duradera.


Notas:

1. Puede consultarse una versión preliminar en el sitio web ohchr.org/EN/HRBodies/HRC/RegularSessions/Session32/Pages/listreportsaspx. [Volver]


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