Sentencia Causa "ESMA" (GT 3.3.2) | ||
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28dic11
Fundamentos de la sentencia en la Causa "ESMA"
(Escuela de Mecánica de la Armada - GT 3.3.2)
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Hechos
1. Caso en el que resultó víctima Arnaldo Rodofo Gremico:
También ha quedado legalmente acreditado que Arnaldo Rodolfo Gremico fue secuestrado el 19 abril de 1.976, entre las 3:00 y las 5:00, aproximadamente, de su domicilio sito en la localidad de Villa Martelli, provincia de Buenos Aires - donde vivía junto con su cónyuge, Claudia Ramírez, su hijo y su cuñado, Ariel Ramírez- por un grupo de personas armadas que se identificaron como pertenecientes a la Policía Federal -algunos con uniforme militar y otros de civil-; los que, además, revisaron la vivienda y se llevaron documentación.
Posteriormente, previo dejar a su hijo Federico al cuidado de su cuñado, Gremico, junto con su esposa, fue conducido, encapuchado, en una camioneta color verde musgo, similar a la de las fuerzas armadas, a la E.S.M. A.
Que allí, lo subieron por un ascensor y luego por una escalera hasta "Capuchita"; lugar en el que había un tanque de agua y unas "ventanitas" rectangulares, a unos 30 era, del suelo, que daban sobre la avenida del Libertador.
Asimismo, se tuvo por probado que, durante el tiempo que duró su cautiverio, permaneció encapuchado y encadenado, fue sometido a sufrimientos físicos y psíquicos, los que consistieron en pasajes de corriente eléctrica y simulacros de fusilamiento, con el fin de obtener información referida a su militancia política, y a otros sufrimientos derivados de sus condiciones de alojamiento.
Arnaldo Rodolfo Gremico fue liberado el 3 de mayo de ese año a diez o doce cuadras de la ESMA.
Dicho aserto encuentra sustento en el relato elocuente y directo del propio damnificado, quien recreó los detalles de su secuestro, cautiverio y posterior liberación. Al respecto, agregó que mientras permaneció privado de su libertad fue interrogado en tres oportunidades; que el primer interrogatorio se llevó a cabo en un baño de la parte alta y se trató de una "discusión más ideológica" y que para los restantes lo hicieron descender por unas escaleras hasta la planta baja. Que le sacaron la ropa, lo acostaron sobre un elástico de metal, le arrojaron agua y le aplicaron la picana eléctrica.
Recordó que el interrogatorio estuvo dirigido a conocer quiénes eran su jefe y sus compañeros, a que aportara nombres y acerca de los papeles que secuestraron de su domicilio. Señaló que participaron tres sujetos, pero sólo uno preguntaba y que les manifestó que militaba en el Partido Comunista.
Por otra parte, memoró que durante su cautiverio permaneció desnudo en el suelo, esposado por la espalda y con uno de sus pies encadenados a una bala de cañón. Que nunca le dieron de comer y que le suministraron poco agua, como también que debía utilizar una lata en el lugar donde se encontraba para hacer sus necesidades fisiológicas.
Explicó que el día anterior a su liberación sufrió un simulacro de fusilamiento, que le pusieron un arma en la cabeza y le gatillaron, mientras se reían diciéndole "que era una joda" y que el arma estaba descargada. Asimismo, creyó que esa noche lo llevaron a otro edificio y una persona con una capucha negra le sacó varias fotografías sin capucha. Que posteriormente lo condujeron a otro lugar, que identificó como el "Casino".
Asimismo, corroboran lo expuesto en cuanto a los pormenores que rodearon el procedimiento, Ariel y Claudia Beatriz Ramírez; agregando esta última, además, que su marido salió de la ESMA en muy malas condiciones físicas y anímicas y que tenía el dedo gordo de un pie prácticamente destruido.
Como prueba documental merecen destacarse de un modo genérico las constancias obrantes en el legajo n° 85 caratulado "Arnaldo Gremico" de la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, como asi también el legajo CONADEP n° 6.802 correspondiente al nombrado.
Así también, dan sustento a lo expuesto la causa n° 28.479/76, caratulada "Mingioni de Gremico y otros s/ habeas corpus en favor de Gremico, Armando y otros" del registro del Juzgado Federal de Primera Instancia n° I de San Martín, provincia de Buenos Aires, que da cuenta de las gestiones realizadas en pos de la búsqueda de la víctima.
Por lo expuesto, cabe señalar como conclusión que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio,
2. Caso en el que resultaron víctimas Hugo César Bogarin y Alejandra Margarita Lépido:
Ha quedado legalmente acreditado que Hugo César Bogarin y su pareja Alejandra Margarita Lépido fueron privados ilegalmente de su libertad, el 7 de mayo de 1,976, de la vivienda de la familia de esta última, sita en la localidad de El Talar de Pacheco, provincia de Buenos Aires,
Asimismo, que al llegar Bogarin a la puerta de dicha vivienda, fue sorprendido por un sujeto armado que le apuntó en la cabeza y que tras ingresar se encontró con un grupo de hombres también armados. Que, luego, lo condujeron, con los ojos tapados y en el piso de la parte trasera de un vehículo, a la Comisaria 1ª de San Fernando; donde fue alojado en un calabozo, encapuchado y atado con las manos por detrás.
Que al día siguiente, encapuchado y esposado, lo condujeron, en otro vehículo, al centro clandestino de detención que funcionaba en la ESMA.
Que allí Bogarin y Lépido fueron sometidos a interrogatorios mediante la aplicación de golpes y pasajes de corriente eléctrica -picana- y a sufrimientos físicos y psicológicos derivados de las condiciones inhumanas de alojamiento.
Finalmente, Hugo César Bogarin fue liberado el 31 de mayo de 1.976, en tanto que Alejandra Margarita Lépido aún permanece desaparecida.
Tal aserto se encuentra probado a partir del relato directo y elocuente del propio damnificado Hugo César Bogarin, quien brindó durante el debate detalles acerca de su secuestro y de su cautiverio junto con Alejandra Lépido. Al respecto, agregó que al llegar a la ESMA lo depositaron en un lugar, donde permaneció tirado sobre una colchoneta con grilletes con una bola de hierro soldada. Que mientras estuvo allí escuchó gritos y el tango "Café la Humedad" y que en dicho sitio había muchas personas.
Explicó que luego de unos dias, lo hicieron levantar y, previo interrogarlo, lo llevaron a otro lugar donde lo insultaron y golpearon porque no habia hablado.
Continúo relatando que al tiempo lo condujeron a un salón grande, con piso de parquet y una gran araña de cristal; donde le sacaron la capucha y observó a su izquierda a Alejandra. Agregó que allí comenzaron a pegarle, saltando sobre sus testículos y a aplicarle pasajes de corriente eléctrica. Manifestó que le gritó a su novia que hablara y que tras esto, sus torturadores se detuvieron y comenzarlo a "picanearla" a ella. Recordó que a él lo interrogaron para que diga todo lo que supiera acerca de Lépido.
Explicó que, luego, lo llevaron a otro lugar, donde lo "tiraron" sin colchoneta y le prohibieron tomar líquido. Señaló que los días transcurrían y que lo que vivía era una tortura psicológica. Recordó que le pasaban un fusil por la sien.
Memoró que posteriormente, lo llevaron al "Altillo", le quitaron la capucha y lo fotografiaron, mientras sostenía un número; observando allí unas ventanitas.
Asimismo, manifestó que le permitieron asearse y afeitarse y que desde el baño escuchaba el ruido de un partido de fútbol y de aviones y a través de una ventana pudo observar militares, la mayoría de fajina. Que al salir del baño, volvieron a tirarlo dónde estaba y desde allí oía un ascensor que subía y bajaba y un continuo correr de agua.
El testigo memoró que posteriormente, lo condujeron a otro lugar y que alli estaba Alejandra, a quien la interrogan acerca de él, contestando que era un nene de mamá y que lo dejaran tranquilo. Agregó que él que lo llevó hasta ahí le pegó varias veces en la nariz, que en ningún momento le quitaron la capucha y que luego de unos dias, un guardia le dijo que lo conocía y que sus padres estaban bien.
Explicó que el 31 de mayo lo llevaron nuevamente al salón de "pisos de parquet" y luego de que un sujeto uniformado le manifestara que debía entender por lo que estaba pasando, como en una suerte de disculpas, lo condujeron en un vehículo hasta Meló y Panamericana, siendo alrededor de la una de la mañana. Que allí comenzó a deambular hasta que encontró un taxi que lo llevó hasta su domicilio.
Por otra parte, Bogarían señaló que mientras permaneció cautivo allí la alimentación era escasa y consistía en sandwichitos de carne y una especie de sopa; que en ese momento, para que pudiera ingerir la comida, lo esposaban por delante y apenas le levantaban la capucha. Agregó que para hacer sus necesidades, debia llamar al guardia y orinaba acostado.
Manifestó que no supo nada más de Alejandra Lépido, de quien desconocía si militaba, que con el tiempo se enteró que su hermano, Héctor Lépido, que era un "peso pesado" en la Organización Montoneros y que él en ese momento no tenia actividad política.
Por último, señaló que su hermana Mercedes presentó un habeas coi-pus, que nunca tuvo respuesta.
Por su parte, César Nicolás Lépido explicó en el debate que secuestraron a su hermana Alejandra y al novio de la casa de su hermano Héctor Raúl, sita en la localidad de Don Torcuata. Al respecto, señaló que su madre le refirió que aquel día entraron unos hombres vestidos de civil, que sin identificarse la encerraron en el baño y que al salir ya no estaba ni su hermana ni su pareja.
Recordó que en una víspera de navidad su ex mujer recibió un llamado telefónico en el que le dijeron que esperara a Alejandra en la intersección de las calles Ferry y Alberdi, que la iban a liberar. Adujo que a pesar de que estuvieron toda la noche en la esquina, nunca apareció nadie.
Por último, relató que su padre trató de buscar a Alejandra y que, a tal fin, realizó una denuncia en el Ministerio del Interior.
Como prueba documental deben destacarse de un modo genérico las constancias documentales obrantes en el legajo n° 143 de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, caratulado "Hugo César Bogarin y Alejandra Lépido" y los legajos CONADEP n° 5.664 de Hugo César Bogarin y n° 664 de Alejandra Margarita Lépido.
Asimismo, la copia certificada del expediente n° 102.345/95, caratulado "Lépido Alejandra Margarita s/ por desaparición forzada", del registro del Juzgado n° 74 (fs. 38) y Expediente n° 178 del Juzgado Nacional de 1ª Instancia en lo Criminal y Correccional Federal n° 1 de la Capital federal, caratulado "Bogarin, Hugo César s/recurso habeas corpus".
Por lo expuesto, cabe señalar como conclusión que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio respecto de los hechos que damnificaron a Hugo César Bogarin y Alejandra Margarita Lépido.
3. Caso en el que resultaron víctimas Orlando Virgilio Yorio y Francisco Jalics:
Asi también, pudo demostrarse que los padres Orlando Virgilio Yorio y Francisco Jalics fueron privados ilegalmente de su libertad, la mañana del domingo 23 de mayo de 1.976 por miembros de las fuerzas de seguridad, fuertemente armados, algunos vestidos de fajina y otros con ropa color verde y boinas rojas, y efectivos de la Policía Federal Argentina, en momentos en que ambos religiosos se encontraban en la casa que compartían en el Barrio Rivadavia de esta ciudad y en la que también funcionaba la Comunidad Jesuítica.
Que la vivienda fue allanada y el padre Yorio aislado e interrogado de manera intimidatoria respecto de Pinochet, Angola y sobre cierta documentación que habían hallado en ese lugar y en relación a Ménica Quinteiro, quien también habría sido secuestrada y cuyo caso no conforma el objeto procesal de este juicio.
Que del domicilio se llevaron un canasto grande, lleno de papeles, libros y algo de dinero.
También se probó que pasado el mediodía y sin mediar orden de detención, fueron trasladados hasta la ESMA, encapuchados y esposados y luego alojados en el "Sótano". Que posteriormente fueron conducidos hasta el tercer piso e ingresados a otros dos sectores y finalmente, alrededor del 27 o 28 de mayo de ese año, a una quinta de la zona de Don Torcuato, ubicada en la esquina de Ricchieri y Camacuá y donde las condiciones de cautiverio se mantuvieron.
Que estando en dicho centro clandestino de detención, el padre Yorio fue amenazado con aplicarle picana eléctrica, narcotizado e interrogado con el fin de obtener información sobre su actividad en las villas.
Asimismo quedó acreditado que los nombrados fueron sometidos a sufrimientos físicos y psíquicos derivados de las condiciones inhumanas de alojamiento, siendo ingresados en una habitación sin luz, en la que permanecieron, sin ningún tipo de atención, arrojados sobre las baldosas, encapuchados, con las manos esposadas a la espalda y los pies atados. La comida era escasa, trayéndoles una vez al día pedazos de pan y un poco de café.
Que, como consecuencia de las gestiones efectuadas, entre otros, por la Orden religiosa a la cual pertenecían los damnificados y el interés demostrado por las cúpula de la Iglesia Católica, durante la noche del 23 de octubre de 1.976 fueron liberados, luego de ser drogados y trasladados en helicóptero hasta un campo ubicado en la localidad de Cañuelas, provincia de Buenos Aires,
Asimismo, se tuvo por probado que los padres Yorio y Jalics sabían que por su actividad en las villas eran objeto de persecución por parte de la dictadura y que sus vidas corrían peligro. Este hecho era conocido por el hermano de Yodo y por sus superiores eclesiásticos, quienes, incluso, le quitaron al primero de ellos, días antes de su secuestro, la licencia para oficiar.
De las presiones recibidas por los damnificados, dieron cuenta en el debate Rodolfo Yorio y Silvia Elena Guiard.
Rodolfo Yorio señaló que la situación era bastante conflictiva dentro de la Provincia Eclesiástica, Agregó que antes del secuestro de su hermano Orlando la autoridad máxima de la Iglesia Católica Argentina, Monseñor Aramburu, había tomado la decisión de que su hermano no podía oficiar más misas. Sin embargo, relató el testigo, que la autoridad directa, que era Bergoglio, lo autorizó a seguir, en forma privada, celebrándola.
Agregó que su hermano pertenecía a la Compañía de Jesús, en la que una de sus características más importante era la obediencia y que todas las acciones de los sacerdotes estaban autorizadas por Bergoglio. Asimismo, recordó que éste también les advirtió que "tenía muchas presiones, muy malos informes de ellos", que sabia que eran todos falsos y que debían abandonar el trabajo pastoral en las villas.
Al respecto, expresó que en un primera instancia se les dijo de hacer el trabajo en otro lugar; lo que, memoró, ellos aceptaron en tanto y en cuanto sea dentro de la opción "por los pobres"; es decir, por los carenciados. Sin embargo, relató, la situación se puso cada vez más rígida y Bergoglio les informó que no soportaba las presiones y le dio un tiempo para que se encardinen. Explicó, que así como un soldado no puede carecer de un superior, un cura tampoco. Que, adunó, por ese motivo lo fueron a ver al Obispo de Morón, recomendados por su superior.
Con relación al conocimiento de su hermano acerca de que su opción pastoral podía traerle algún perjuicio en su integridad física, Rodolfo Yorio recordó que siempre aquél le manifestaba que debia dejar la Orden, a lo que le respondía que tenía que alejarse de la villa porque lo iban a matar.
Silvia Elena Guiard, a su turno, relató que Yodo y Jalics pertenecían a la Compañía de Jesús y que recibían presiones hacía un tiempo por parte del Provincial de la Orden, Jorge Bergoglio. Agregó que siempre supo de las presiones y que fueron en aumento, hasta que, explicó la testigo, un par de meses antes, fueron expulsados o forzados a quedar fuera de la compañía, en una situación de desamparo institucional. Adujo que días antes de ser secuestrados, Monseñor Aramburu les había quitado la licencia para oficiar en la Capital Federal y que el día de los hechos fue el primer domingo que no celebraban misa.
Asimismo, merece destacarse la copia simple de la presentación de Orlando Yorio, del 24 de noviembre de 1.977, dirigida al R.P, Moura, aportada al debate por su hermano Rodolfo Yorio, quien reconoció la firma del damnificado inserta en la página 27 del documento. En dicha presentación, aquél, luego de sintetizar su carrera apostólica, relató los pormenores vividos en torno a la presión que, supo, provenía de "Roma" y de nuestro pais. Que también, por otra parte, demuestra que los damnificados estaban advertidos que la tareas que venían desarrollando les estaban vedadas y que ello era peligroso.
Al respecto, por su contundencia, resulta ilustrativo reseñar lo siguiente:
"A mediados de 1.971, el entonces P. Provincial (P,O Farell), me llamó para decirme que el P. General, insistía en la importancia de la investigación teológica en Latinoamérica y que, en la Provincia, en ese momento, la persona que estaba en mejores condiciones para prepararse a ello era yo. Cuatro años y medio después (fines de 1.975), el P. Bergoglio (nuevo provincial) me iba a informar que mi envío a estudios especiales sólo fue una excusa. En 1.971, en la Consulta de Provincia (en la que estuvo presente el P. Bergoglio) se había planteado que mi trabajo, tanto en el Máximo como en la comunidad de Ituzaingó, era altamente nocivo y que había que buscar una manera de alejarme. Pedí consejo a un profesor de Teología de V. Devoto muy estimado en Argentina (P. Gera) y la conversación con él me convenció de la urgencia de reflexionar desde la Teología en el hecho político latinoamericano. A fines de 1.972 nos instalamos en el departamento de la calle Rondeau, un barrio sencillo y antiguo de Buenos Aires. Yo fui nombrado responsable de la comunidad. El Superior de la comunidad era el mismo P. Provincial, pero el Rector del Máximo hacía las veces de observador. Teníamos reunión comunitaria semanalmente. Yo informaba periódicamente al Rector del Máximo y al Provincial. Poco tiempo después de instalados (mediados de 1.973) comenzaron a llegarnos rumores indirectos (a través de laicos y religiosos) de serias críticas que algunos jesuítas hacían de nosostros. Dos veces, por lo menos, hablamos al P. Provincial de estas habladurías y él nos tranquilizó, (hacer oraciones extrañas, convivir con mujeres, herejías, compromiso con la guerrilla, etc).
"Comunidad del Barrio Rivadavia (1.975) A fines de 1.974, nombrado Provincial el P. Bergoglio se interesa especialmente por nuestra comunidad. Tenemos una o dos reuniones con él donde nos expresa sus temores sobre nuestra disponibilidad (nuevo tema de las críticas) expresamos también nuestra disposición de ir adonde el Provincial nos mandara. El P. Bergoglio nos insistió especialmente preguntándonos si estábamos dispuestos a disolver la comunidad, contestó que no tenía nada en contra de lo que habíamos hecho. Que necesitaba al P. Rastellini para enviarlo a otro sitio. Que los otros tres siguiéramos en la misma experiencia, pero que cambiáramos de diócesis. Que tratáramos con el obispo de Avellaneda para instalarnos allí. Después de unos días el P. Bergoglio me habló dictándome que no iba a ser posible la ida a Avellaneda, que en lugar de trasladarnos a Avellaneda, nos mudáramos a un barrio pobre (Barrio Rivadavia). Nos contestó, el Provincial, que quedáramos tranquilos que garantizaba por lo menos una presencia de tres años de la Compañía en ese sitio. A comienzos de 1.975 nos trasladamos a una casita del Barrio Rivadavia. Al poco tiempo de ubicados en nuestro nuevo destino, el P. Ricciardelli, sacerdote del equipo pastoral de Villas y destinado a ser párroco de la Villa Miseria vino a traerme un aviso especial. El Arzobispo (Mons. Aramburu) lo alertó contra nosotros. El P. Bergoglio había ido a ver al Arzobispo para informarle que nosotros estábamos sin permiso en el barrio (esto ocurrió entre marzo y mayo de 1.975). Inmediatamente me comuniqué con el P. Bergoglio. Me tranquilizó diciéndome que el Arzobispo era un mentiroso. También al poco tiempo de estar allí (marzo de 1.975) recibci una nota muy escueta del Colegio Máximo que por razones de reestructuración yo no tendría más clases, sin más explicaciones. Un mes más tarde (agosto 1.975) El. P. Bergoglio me llamó. Allí me comunicó que había unos primeros informes muy graves contra mí, pero que él no los tendría en cuenta. Pero de este segundo pedido de informes, también negativo, me había hecho un resumen por escrito de los cargos que se me hacían. El P. Bergoglio me contestó que había un problema anterior, que según él era la raíz para que en la Provincia hubiese una idea falsa sobre mí. Era el problema de la comunidad. Reunidos los tres con el P. Bergoglio, éste nos dice que hay muchas presiones sobre él en contra de nuestra comunidad. Presiones provenientes de la provincia, provenientes de Roma, provenientes de otros sectores de la Iglesia argentina. Que las presiones son muy fuertes, que él no puede resistirlas. Nos habla de la disolución de la comunidad (era noviembre de 1.975). Traíamos de buscar las razones. Desacuerdos de origen político, provocados sobre todo por mis incursiones en la Teología de la liberación y por las tensiones del país. En diciembre de 1.975, nos volvimos a reunir con el P.Bergoglio. Seguía afirmando que las presiones desde Roma y desde Argentina eran cada vez más fuertes. Para esta época también se acentuaron rumores provenientes de la Compañía sobre participación nuestra en la guerrilla. Las fuerzas de extrema derecha ya habían ametrallado en su casita a un sacerdote y habían raptado, torturado y abandonado muerto a otro. Los dos vivían en villas miserias. Nosotros habíamos recibido avisos en el sentido de que nos cuidáramos. En ese mes de diciembre (1.975) dado la continuación de los rumores sobre mi participación en la guerrilla, el P. Jalics volvió a hablar seriamente con el P. Bergoglio. El P. Bergoglio reconoció la gravedad del hecho y se comprometió a frenar los rumores dentro de la Compañía y a adelantarse a hablar con gente de las fuerzas entiladas para testimoniar sobre nuestra inocencia. En el mes de febrero (1976) el P. Bergoglio estaba de regreso de Roma. Nos leyó una carta del P. General, donde le decía que disuelva la comunidad en el término de 15 días, que envíe al P. Jalics a EE.UU. y a los dos argentinos nos envíe a otras casas de la Provincia. La situación del país hacía que nuestra vida peligrara, si no teníamos una protección eclesiástica segura. Para agravar las cosas, por ese tiempo recibí un aviso de Mons. Serra (Vicario zonal) donde me comunicaba que yo quedaba sin licencias en la Arquidiócesis. La razón que me daba para quitarme las licencias era una comunicación que había hecho a la Arquidiócesis el P. Provincial en el sentido de que yo salía de la Compañía. Fui a hablar con el Provincial. Me contestó que sólo era un trámite de rutina. Que no tenían porque quitarme las licencias. Que eran cosas de Mons. Aramburu. Que yo siguiera celebrando misa en privado, que él me daba licencias hasta que consiguiera obispo. Esa fue la última vez que vi al Provincial antes de salir de la prisión. La entrevista fue entre 7 ó 10 días antes de que me prendieran. Nos dimos cuenta que nuestro sacerdocio y nuestras vidas corrían mucho peligro"
Por lo demás, las circunstancias de modo, lugar y tiempo en que aconteció el secuestro, cautiverio y posterior liberación en el centro clandestino de detención que se erigió en la ESMA, se encuentran probadas, en primer lugar, a través de los dichos elocuentes y directos de Francisco Jalics y de Orlando Virgilio Yorio, los cuales fueron incorporados por lectura al debate (legajo n° 92 de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal, fojas 12.415/28 de la causa n° 13, fojas 5445/68 de las actas mecanografiadas correspondientes a la prestada en la causa 13/84). Al respecto, el padre Jalics manifestó que desde el comienzo del cautiverio hasta su fin estuvo junto al padre Yorio.
Que vio en el cinturón de una de las personas que lo tomaron prisionero, el ancla distintiva de la Marina. Dijo que identificó que se encontraba cautivo en la ESMA en razón de la distancia recorrida desde el lugar donde fueron detenidos hasta el primer destino, también por haber oído aviones y el tránsito continuo de automóviles.
Agregó que, además, dos dias después de su captura, se realizó la celebración con motivo del 25 de mayo y logró escuchar, desde el segundo o tercer piso del edificio y donde funcionaba una biblioteca o archivo según pudo identificar, movimientos de tropas y el comienzo de un discurso en el que se dirigía a los miembros de la Escuela de Mecánica de la Armada.
Manifestó que supo, también, que fueron conducidos a una casa particular ubicada en la calle Camacuá y Ricchieri, en la localidad de Don Torcuato, luego de haber escuchado hablar de ello a las personas que los trasladaban.
Asimismo, Orlando Virgilio Yorio relató que distinguió el lugar de detención por el movimiento externo de la ESMA y por la forma de expresarse de ciertos oficiales al momento de identificar su posición, diciendo que estaban a "su popa" respecto de otro vehículo.
Otros indicios que llevaron a ese religioso a concluir que estaba en la ESMA, dijo, fueron los cortos viajes a los que eran sometidos para conducirlos de un lado al otro. Cuando fue llevado, por unas horas, a cierto lugar donde escuchó ruido de entrada de agua a tanques por lo que dedujo estar en el piso más alto de ese edificio.
Sumado a ello, recordó Yodo que durante su cautiverio, una persona le llevó la comunión que le había enviado el padre Bossini y que pudo hacérsela llegar por amistades que tenía en la ESMA. Explicó que luego de su liberación, Bossini le comentó que cuando se presentó en aquel lugar pudo ver a las personas que habían participado en el operativo producido en la villa y por el cual fue secuestrado.
Agregó que tras ser sacado de su domicilio fue ingresado en el asiento trasero de un automóvil color negro, con tres personas armadas y que a las tres o cuatro cuadras cubrieron su cabeza con una capucha de lona.
Que estando en el "Sótano" percibió que se trataba de un lugar de grandes dimensiones y donde habia mucha gente y personas que custodiaban a esos individuos. Asimismo oyó una radio y música.
Expresó el padre Yorio que cuando fue llevado al cuarto pequeño y oscuro ubicado al menos dos pisos más arriba del "Sótano", y equipado con una cama de hierro de una plaza, pidió ir al sanitario y se lo negaron, permaneciendo alrededor de dos o tres días en penumbras, sin beber agua, ni alimentarse, encapuchado, engrilletado y con las manos atadas con una soga por la espalda.
Recordó también que sus captores ingresaban al recinto únicamente para insultarlo y amenazarlo de muerte.
Que luego del 25 de mayo, le inyectaron una sustancia que lo adormeció, aunque pudo percibir que ponían en marcha un grabador y luego de ello comenzaron a interrogarlo. Recordó que le decían que con su trabajo en las villas unía a los pobres y que ello era subversivo.
Señaló que también le preguntaron acerca de por qué el Cardenal Aramburu le habia quitado, una semana atrás, la licencia para celebrar misa y que cuando quiso responder mencionó a Monseñor Serra, siendo ese dato, al parecer, suficiente pues cortaron su relato sin exigirle que prosiguiera con su respuesta. Agregó que suponía que la pregunta se refería a un conflicto que venía sucediendo desde hacía un tiempo, en razón de conversaciones que tuvo con el padre Provincial de la Orden, quien, señaló, le pidió que debía retirarse y que las razones eran secretas, provenientes de Roma y de la Argentina.
También, Yodo recordó que, alrededor del 27 o 28, lo vuelven a interrogar en los siguientes términos "Mire Padre, sepa que tomarlo a Ud. para nosotros ha sido un gran trauma, sepa que nosotros buscábamos un jefe montonero y resulta que nos encontramos con un hombre a quien hay que darle trabajo, no soy militar, y me gustaría mucho conversar con. Ud. que podríamos hablar sobre muchas cosas si Ud. se quedara acá. Pero entiendo que a Ud. lo que más le debe interesar es salir en libertad, y yo estoy en condiciones de decirle que Ud. va a salir en libertad; nada más que, por estar cosas de los hombres, tendrá que pasar un año en un Colegio, no deberá aparecer en público. Ud. es un cura idealista, un místico diría yo, un cura piola, solamente tiene un error, que es haber interpretado demasiado materialmente la doctrina de Cristo. Cristo habla de los pobres, pero cuando habla de los pobres, habla de los pobres de espíritu y Ud. hizo una interpretación materialista de eso, seguramente influenciado por una infiltración marxista que hay en la Iglesia lationoamericana y se ha ido a vivir con los pobres materialmente."
Por otra parte, Yorio memoró que estando en Don Torcuato le quitaron la capucha y le colocaron en su reemplazo un antifaz. Que también lo esposaron por delante y le dejaron un solo grillete unido con una cadena a las esposas. Les dieron de comer y los llevaron al baño. Mencionó que en ese lugar habia alrededor de ocho personas que se turnaban para custodiarlos.
Agregó que en la casa se producían reuniones. Escuchó conversaciones propias de oficiales y entre oficiales y familiares de detenidos y que en el marco de las mismas oyó que acuñaron la frase "Villa Capucha".
Relató que supo que en determinado momento se produjo en la casa una especie de allanamiento por parte de otras fuerzas de seguridad. Que ese día desaparecieron los guardias que siempre estaban custodiándolos e ingresaron otras personas.
Declaró, además, que el 23 de octubre de 1.976, alrededor de las 17:00 le aplicaron una inyección que los mareó inmediatamente. Posteriormente los hicieron descender y los introdujeron en una camioneta, Al cabo de una hora aproximadamente les aplicaron otra inyección en la nalga que les generó una sensación de mareo mayor, finalmente les dieron una tercera inyección en el brazo y ya no pudo recordar más.
Manifestó que al despertarse se encontraron en el suelo, tirados, que ya no tenían esposas ni grilletes, sólo una venda en sus ojos. Lograron darse cuenta que estaban en medio de un campo, pantanoso y alambrado.
Yorio, por último, recordó que tras incorporarse, caminaron alrededor de un kilómetro y llegaron a un rancho, que su dueño les informó que estaban en la localidad de Cañuelas y que vio la tarde anterior un helicóptero que había descendido por la zona (declaración del 23/8/83 en causa n° 6.511 cuya copia luce a fs. 583/7 del legajo n° 92; declaración en la causa n° 4.333 que integra el legajo n° 92: fs. 348/53 -14/6/84-, fs. 588/91 -21/9/84-; fs. 634 -10/10/84-; declaración del 22/6/84 ante la CONADEP en el marco de la causa n° 6.328 agregada a fs. 380/6 del legajo n° 92).
Las afirmaciones precedentes encuentran correlato con los testimonios brindados por Silvia Elena Guiard y Rodolfo Yorio y por las declaraciones incorporadas por lectura al debate de Rodolfo Alfredo Ricciardelli y María Elena Funes de Perniola (fs. 517/20 y 715/19 del legajo n° 92 de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal, respectivamente).
A su turno, Silvia Elena Guiard señaló que el dia del suceso vio un gran cordón de personas bordeando la avenida, algunos vestidos con uniforme de fajina, botas y boinas rojas y portando armas largas.
También memoró que en la casa de los curas estaba parte del operativo. Respecto de ello, la señora María Elena Funes de Perniola testificó que el 23 de mayo de 1.976 se produjo un operativo en la villa del Bajo Flores, por miembros de las fuerzas de seguridad que vestían de civil y se distinguían usando una boina roja.
Señaló que fue detenida y previo a ser retirada del lugar, la autorizaron a buscar sus documentos, que estaban en la casa del padre Yorio. Refirió que al ingresar al domicilio vio que allí se estaba llevando adelante otro procedimiento y que el propietario de la casa, junto con Jalics y Bossini, era custodiado.
Aseguró la declarante que el padre Yorio y ella estuvieron en el mismo lugar y ello lo supo, a través de conversaciones mantenidas con el mencionado religioso, con posterioridad a su liberación.
A su turno, Rodolfo Yorio manifestó que su hermano Orlando Virgilio Yorio fue secuestrado el 23 de mayo de 1976, junto al padre Jalics, Que ese domingo hubo un gran despliegue de personal uniformado, con vestimenta de fajina y no identificado, que tras allanar su casa, procedieron a detenerlos. Aseguró que estuvieron cautivos en el centro de detención clandestino que funcionaba en la ESMA y en una casa quinta ubicada en la localidad de Don Torcuato, donde permanecieron por cinco meses.
Dijo que tomaron conocimiento sobre el secuestro de su hermano a través de un llamado telefónico realizado por la señora Cenobia que era vecina de los religiosos.
Asimismo refirió que en la ESMA lo interrogaron respecto de su actividad y sobre historia.
Finalmente, refirió que, tras ser liberado, Orlando estaba bastante más delgado, demacrado y aturdido. Que las secuelas médicas fueron sobretodo cardíacas y de presión sanguínea. Al respecto, dijo que, como consecuencia de cargar la bala de cañón cada vez que iba al sanitario, le quedaron marcas que por un tiempo no se le borraron.
Por su parte, Rodolfo Alfredo Ricciardelli dijo que tuvo conocimiento a través del padre Bossini y por dichos de los vecinos del lugar, que el 23 de mayo de 1976 se realizó un operativo militar en la zona de la villa del Bajo Flores.
También, supo a través del coronel Flouret, que era uno de los asesores del Ministro Harguindeguy, que los padres Yorio y Jalics estuvieron detenidos en la ESMA. Relató que el nombrado refirió que "ellos" no podían avanzar más en sus averiguaciones y del interés que existía por parte tanto del Ministerio del Interior como del Presidente acerca del paradero de los sacerdotes, ya que, explicó, "la Santa Sede, el Obispo y el Nuncio reclamaban a tambor batiente por ellos".
Recordó que a las dos o tres semanas, aproximadamente, los damnificados recuperaron su libertad. Que, inmediatamente se comunicó telefónicamente con el Coronel Flouret, "quien enterado expresó que había sido gracias 'ustedes' que los padres habían aparecido, y que esta nueva búsqueda era 'oficial' pues tanto el Ministro como el Presidente querían saber dónde habían estado detenidos los padres, ofreciéndose incluso a acompañarlos personalmente a prestar la declaración que se les recibiría".
Ricciardelli agregó que los sacerdotes concurrieron a la Superintendencia de Seguridad Federal a fin de prestar declaración, la que, manifestó, no reflejaba fielmente lo que había sucedido, por recomendación de los funcionarios que los atendieron. Que en ella afirmaron no conocer ni quiénes los detuvieron ni dónde estuvieron cautivos.
Por otra parte, adunó que Monseñor Serra concurrió a la ESMA a los pocos dias del procedimiento de secuestro, siendo atendido por el subdirector, quien le negó que los religiosos permanecieran o hubieran permanecido allí detenidos.
Emilio Mignone, cuya declaración se incorporó por lectura al debate, relató que Bossini, durante cuatro dias, llevó a la puerta de la ESMA, la comunión para los sacerdotes y que las "sagradas formas" fueron recibidas por un suboficial (fs. 108/110 del legajo n° 92, caratulado "Lorusso, Maria Esther Rosa y otros", de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal). Dicho extremo fue corroborado por Jorge Vernazza, cuya declaración también fue incorporada por lectura al debate (fs. 499/500 del legajo n° 92 mencionado), quien, agregó, que enterado de que los religiosos se encontraban en dicho lugar, comunicó la novedad al Monseñor Serra y que al presentarse éste en la ESMA, su director le negó aquellas detenciones.
Por lo demás, también Mignone hizo referencia a las gestiones realizadas en pos de dar con el paradero de los religiosos. Al respecto, señaló que a fines de septiembre circuló la versión de que estos dos sacerdotes habían sido muertos y que ante esta afirmación reiterada por fuentes oficiales el Cardenal Aramburu -Arzobispo de Buenos Aires-, se apersonó al Ministro del Interior, General Harguindeguy, quien dispuso una investigación que encomendó al Coronel Ricardo Flouret.
Asimismo, señaló que fue recibido, el 1º de julio de 1.976, a las 16:00, en el Edificio "Libertad" por el Almirante Montes, quien le confirmó que los sacerdotes habían sido arrestados por la Infantería de Marina.
Dicho extremo fue corroborado por José María Vázquez, cuya declaración se incorporó por lectura al debate, quien manifestó que junto con el Dr. Mignone se reunieron con el Almirante Montes, para averiguar sobre el paradero de su hija que se encontraba desaparecida, y en esa oportunidad éste le confirmó que los Padres Jalics y Yorio fueron detenidos por la Marina, pero fueron liberados a los cinco meses (a fs, 5485/9 de la causa n° 13).
Franciso Jalics, por su parte, refirió que un hermano suyo fue a hablar personalmente con Jimmy Cárter, quien se encontraba en campaña electoral por la presidencia de EE.UU.; que otro de sus hermanos le escribió al Nuncio de la Argentina, Monseñor Laghi. Asimismo, que el Padre General de los jesuítas gestionó ante el Embajador de la Argentina en Roma, que Monseñor Serra fue a la ESMA sin poder entrar y que, supo por amigos, que Monseñor Aramburu habló tres veces con el General Videla. Agregó que el padre Provincial Bergoglio habló con el Almirante Massera y varios allegados hablaron con diferentes oficiales de la Marina.
Por otro lado, relató que, una vez liberados, le dijeron que era muy peligroso quedarse en el país, ya que "nos habían tenido que liberar porque era muy conocido que la Marina nos había secuestrado pero ya liberados podían matarnos en la calle para que no habláramos".
Por último, Jorge Bergoglio relató que, una vez liberados los damnificados, lo primero que procuró fue asegurar su integridad física; para lo cual les solicitó que no dijeran adonde habían estado y los sacó del país. Respecto, de esto último, recordó que informó a las autoridades, al Obispo local y a Roma.
Asimismo, declaró que a partir de 1.974 se desempeñó como Provincial de la Compañía de Jesús en la Argentina, cargo que ocupó hasta el 8 de diciembre de 1979.
Relató que a Orlando Yorio y Francisco Jalics los conoció en 1961 o 1962, en el Colegio Máximo y que el primero de ellos nunca faltó a sus votos.
Por otra parte, Bergoglio explicó que en aquella época todo sacerdote que trabajaba con los más pobres era blanco de acusaciones, Al respecto, memoró que en junio de 1.973 viajó a La Rioja para intervenir en el caso de dos jesuítas que estaban en una misión allí, que realizaban tareas con los pobres y fueron considerados "zurdos". Agregó que cuando el Padre Arupe, general de la compañía, arribó a nuestro país, en agosto de 1974, e hizo una visita a dicha provincia, despertó el desagrado de muchos sectores, que lo expresaron públicamente, en razón de que los jesuítas trabajaban con los más pobres.
Bergoglio recordó que estaba "instalado", desde antes del golpe militar, que los curas que trabajaban con los pobres eran considerados "zurdos".
Asimismo, señaló que los padres Yorio y Jalics dejaron la compañía antes del golpe; cree que fue cuando murió el padre Mugica.
Por otro lado, declaró que el General de los Jesuítas era un hombre que apoyaba el trabajo con los pobres y que se entrevistó, para ver la manera de seguir actuando, con todos los religiosos de esa compañía que trabajan con los pobres. Agregó que no era el único trabajo que Yorio y Jalics tenían, que el Barrio Rivadavia tenía trabajos de ejercicios, de dirección espiritual y clases, que ayudaban los fines de semana en la Villa 11-14 y que solían comentarle lo que pasaba en ese lugar.
Relató que entre 1.975 y 1.976 había una preocupación normal de todos los sacerdotes, como consecuencia del asesinato del Padre Mugica. Por lo tanto, se tenían que mover con cuidado y bajo ciertos recaudos, como por ejemplo, no ingresar solos a los barrios y de noche estar acopañados.
Por otra parte, Bergoglio manifestó que la comunidad del Barrio Rivadavia se disolvió por una política de reordenamiento de la provincia Argentina, donde las pequeñas comunidades se disolvían para fortalecer obras puntuales, colegios, residencias y puestos misiones. Que en esa época existían ocho pequeñas comunidades y se fueron redistribuyendo jesuítas, Pero eso no implicaba dejar de trabajar en la villa 11-14. Aclaró que redistribuir significaba trasladar a los sacerdotes para fortalecer otras comunidades que estaban débiles.
Explicó que los padres Yorio y Jalics no eran lo únicos integrantes de esa comunidad en el Barrio Rivadavia, pero la redistribución implicó que también se fueran porque se cerraba esa comunidad.
Manifestó que residencia y comunidad eran dos cosas distintas; que el Barrio Rivadavia era una residencia, por lo tanto no era una parroquia, ni una oratoria, vivían Jesuítas que trabajaban en diferentes partes.
Señaló que la redistribución, cree, involucró a los padres Yorio y Jalics en la segunda mitad de 1.974, y que como consecuencia de ello, el primero fue al Colegio Máximo y el segundo a la provincia Chilena, y que podían continuar con sus funciones en la villa 11-14 pero, desde su nueva residencia.
Que, ante esto, los padres decidieron representar al Superior con el objeto de que no se disuelva esa comunidad, lo que significa que cuando les dan una orden con la que no están de acuerdo, tienen el derecho, según el voto de obediencia, de exponer los motivos por la cual no la consideran conveniente. Que si bien pasó a estudio, igualmente se resolvió que se disuelva, proceso que duró un año y medio en el que intervino el Padre General.
Al respecto, Bergoglio refirió que aquél dijo que se disolvía la comunidad o ellos debían buscar otras alternativas; que significaba salir de la Compañía.
Agregó que cuando se resolvió la negativa de la representación, le solicitaron a los sacerdotes su salida de la Compañía.
Dijo que lo resuelto se le comunicó al padre Yorio el 19 de marzo de 1976 y a partir de ese momento debía buscar un obispo. Que los sacerdotes no fueron aceptados, desconociendo los motivos de ello.
Por otra parte, Bergoglio señaló que no supo de la existencia de un acuerdo entre la iglesia y los militares, para que, en caso de que algún padre fuese secuestrado, debían informarle previamente al obispo.
Declaró que el secuestro de Jalics y Yorio ocurrió aproximadamente entre el 22 o 23 de mayo, siendo estos detenidos en una redada junto con un grupo de laicos. Aclaró que algunos de ellos quedaron en libertad en esos primeros días. Que supo del secuestro el mismo día a las primeras horas de la tarde, por intermedio de un llamado telefónico de una persona del barrio, y que, al tiempo, supo que los responsables pertenecían a la Marina, aunque desconocía que estuvieran alojados en la ESMA.
Destacó que algunos jesuítas se entrevistaron con los laicos liberados quienes les informaron que estuvieron detenidos en una dependencia de la Marina, Señaló que no buscó tener contacto directo porque le pareció que era la mejor manera de proceder, ya había otra gente que se estaba ocupando del tema.
No le consta, pero escuchó que por aquellos días les habían suspendido las licencias a los damnificados. Refirió que lo autorizó a seguir dando misa.
Por otro lado, Bergoglio refirió que con el fin de conocer el paradero de los mismos se reunió dos veces con el comandante Massera, la primera vez lo escuchó, le dijo que no sabía nada al respecto y que iba a investigar. Que como no recibió respuesta, transcurrido un par de meses, le pidió una nueva entrevista; la que, recordó el testigo, "fue muy fea", no duró ni diez minutos y en la que el Comandante le refirió que ya había informado al presidente del Episcopado, Monseñor Tórtolo.
Declaró que con Videla se entrevistó dos veces. Que la primera fue muy formal, tomó nota, le dijo que iba a averiguar y le comentó que se decía que estaba en la Marina. Explicó que se enteró quien era el sacerdote que celebraría misa en la residencia del Comandante y lo suplantó, y que después de celebrarla le pidió hablar. Que en esa oportunidad le dio la impresión que se iba a preocupar más e iba a tomar las cosas más en serio.
Bergoglio relató que una vez que fue liberado Yorio, se comunicó telefónicamente con él y se reunieron para hablar. Que había que sacarlo del país; razón por la que Yorio, con el secretario de la Nunciatura, concurrió al Departamento de Policía, con una cobertura diplomática para que no pasara nada ahí adentro. Que aseguró sus integridades físicas, solicitándole que no dijeran dónde estaban.
Por otro lado, Bergoglio memoró que supo que dentro de la ESMA les llevaron la comunión a los damnificados.
Por último, explicó que el trabajo que realizaban los "curas villeros", era variado en los diferentes países, en algunos estuvo muy involucrado con mediaciones políticas y una lectura del Evangelio con una hermenéutica marxista; lo que, explicó, dio lugar a la Teología de la Liberación, y en otros, en cambio, optaron por la piedad popular, dejando de lado la política, dedicándose a la promoción y acompañamiento de los pobres.
Asimismo, como prueba documental merecen destacarse de un modo genérico las constancias obrantes en el legajo n° 92 de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional federal de la Capital federal, caratulado "María Esther Rosa Lorusso y otros", como así también el legajo CONADEP n° 6,328 correspondiente a Orlando Virgilio Yorio.
También, da sustento a lo expuesto la copia del habeas corpus interpuesto el 9 de agosto de 1.983, en favor de Antokoletz, Mignone, Vázquez Ocampo, Lugones, Pérez Weiss, Lorusso Lamle, Teresa y Pablo Ravignani, Fidalgo, Berardo, Elbert, Ballestrino de Careaga, Oviedo, Horane, Bullit, Hagelin, Fondevilla, Ponce de Bianco, Duquet, Domon, Villaflor y Auad, en el que se hace referencia al hecho que damnificó a los sacerdotes Yorio y Jalics (fs. 1.718/62 de la causa n°. 14.217).
Por último, merece destacarse de la copia simple de la presentación efectuada por Orlando Yorio, citada precedentemente, lo siguiente: "el domingo 23 de mayo a media mañana, se hicieron presentes unos doscientos hombres armados (según versiones posteriores) paralizaron la Villa. Requisaron totalmente nuestra casa, llevándose mis papeles y documentos. Llevaron presos a ocho jóvenes catequistas que había en ese momento. Nos llevaron presos al P. Jalics y a mí. A los catequistas le preguntaron sobre cómo celebraba la Misa y sobre mi teología. Los dejaron libres uno o dos después. Según me enteré al salir. Con el P. Jalics estuvimos cinco meses encadenados de pies y manos y con los ojos tapados. Totalmente incomunicados. Los primeros cuatro o cinco días yo los pasé sin comer, sin tomar agua, sin ir al baño. Un mes y medio después me pude cambiar la ropa con la suciedad. Al 6º día me ubicaron junto al P. Jalics. Me empezaron a dar de comer y pude ir al baño. Allí estuvimos encadenados y sin ver luz, e incomunicados totalmente, los cinco meses. Sólo me interrogaron durante los primeros días, me drogaron para hacerme hablar inconsciente. Habían recibido serias acusaciones de que yo era guerrillero. Me pedían que aclare por qué no tenía licencias, me preguntaron sobre mi actividad en la Villa. Sobre mis opiniones de Historia Argentina. Si tenía relaciones sexuales con una catequista. Antes de empezarme a dar de comer recibí la única explicación que me dieron. Había habido serias denuncias contra mí. Haberme tomado presos para ellos había resultado ahora un gran problema, porque había habido una reacción fortísima de la Iglesia y de muchos sectores en todo el país. Que yo era un buen sacerdote. Pero que tenía una equivocación: haberme ido a vivir junto a los pobres. Que eso era una interpretación materialista del evangelio. Que Cristo cuando habla de la pobreza habla de la pobreza espiritual. Que en la Argentina los pobres son los ricos y a ellos yo tendría que atenderlos. Que aunque no soy culpable de nada, sin embargo por "esos problemas de los hombres" aunque voy a quedar libre voy a tener que ir a pasar un ano en un colegio. Después de esto me trasladaron y estuve los cinco meses antedichos sin recibir nuevas explicaciones. El 23 de octubre por la noche fuimos anestesiados y abandonados dormidos en el medio del campo al sur de Buenos Aires. Llevados seguramente en helicóptero por la distancia y los pantanos adyacentes. Al día siguiente al mediodía, apenas llegados a Buenos Aires y conseguimos un teléfono le hablé al P. Provincial. Dos días después (26 de octubre, 1976) nos reunimos con el P. Bergoglio en casa de mi madre. Yo estab sin documentos y no podía moverme. Ese día quedamos en que el P. Provincial trataría mi incoordinación con Mons. Novak. Ese día me dijo que no era necesario que yo firmara las dimisorias porque para hacer el trámite más expedito él había hecho un acta bajo testigos, con lo que quedaba clara mi salida de la Compañía. Yo entendí que eso se había hecho en ese momento y en razón de que yo no podía salir de casa de mi madre y para acelerar mi encardinación. El Provincial no me dijo que con esa acta me habían expulsado, tampoco me dijo que eso había sido el 20 de mayo (o sea tres días antes de caer preso) como Ud., P. Moura, le informó al P. Jalics. Además, después de los cinco meses de cadenas, falta de luz, incomunicación y sustos, yo me sentía mareado con todas las emociones; poder moverme, ver la luz, ver los seres queridos y la cantidad ininterrumpida de gente que hasta la noche tarde pasaban por la casa de mi madre. Interiormente me sentía inseguro y con deseo que se arreglen las cosas de cualquier manera después de los sustos y amenazas de muerte vividos en la prisión. Para agravar las cosas al día siguiente la policía empezó a buscarme y tuve que esconderme. El P. Bergoglio infonnó a Mons. Novak sobre mi persona verbalmente. Lo hizo delante de mí para que no hubiese más problemas, según dijo. Informó muy favorablemente. Dijo además que yo no salía de la Compañía por ningún problema sacerdotal, ni religioso, ni disciplinar. Que el único problema era el de tensiones entre grupos humanos. El P. Bergoglio con protección de la Nunciatura hizo el trámite de mis documentos. Me facilitó mi documentación de la Compañía. Pagó mi viaje a Roma porque la diócesis no podía hacerlo. Aquí en Roma intervino para que se me recibiera en el Colegio Pío Latino y para facilitar mi ingreso en la Gregoriana. En el trámite de incardinación y de mi traslado a Roma entiendo que se comportó con mucha diligencia y corrección. Mi obispo quedó muy agradedido de ello. Pero explicaciones sobre lo ocurrido anteriormente no pudo darme ninguna. Él se adelantó a pedirme que por favor no se las pidiera porque en ese momento se sentía muy confundido y no sabría dármelas. Yo tampoco le dije nada. Qué podía decirle. Volviendo al tema del acta bajo testigos. Ud., P. Moura, en junio, cuando lo vi junto con el P. Jalics me habló de una reunión ante testigos donde el P. Bergoglio me hizo una intimación o algo por el estilo. Ahora el Profesor Cardone me ha vuelto a hablar de ello. Esa reunión no existió ni nada por el estilo. Yo nunca recibí ninguna intimación. Según Ud. le dijo al P. Jalics esa reunión había sido el 20 de mayo, tres días antes de mi prisión. La última vez que yo vi al P. Bergoglio fue entre 7 ó 10 días antes de mi prisión a propósito del problema de mi licencia y allí él mismo me dio licencias para celebrar en casas de la Compañía, cosa que no creo se le hubiese ocurrido hacer si me intimaba la salida. Además estuvimos solos, sin testigos. Además, si hubiese existido esa reunión ¿a qué venía la explicación que me dio en casa de mi madre, después que quedé libre, diciéndome que para hacer los trámites más expeditos había hecho firmar mi acta por testigos? Cómo se explica que haya un acto ficticio en el que se me expdsa de la Compañía, sin que yo lo sepa, justo tres días antes de mi prendimiento?".
En síntesis, lo expuesto permite afirmar que la reacción eclesiástica, entre otras, reflejada en las diversas gestiones realizadas tanto por los superiores de la Orden a la que pertenecían los religiosos como por otras autoridades de la Iglesia Católica Argentina, persuadieron acerca de la liberación de los secuestrados al régimen imperante.
Asimismo, el conocimiento que Jalics y Yorio tenían del peligro que corrían sus vidas, por la actividad desplegada, era de conocimiento público, ya que precisamente el régimen dictatorial creía ver en el trabajo pastoral en las villas una fachada que escondía la guerrilla. A ello se suma la mención que hace el hermano de Yorio en ocasión de señalarle que lo iban a matar si continuaba su actividad, así como las advertencias eclesiásticas traducidas en el retiro de su licencia.
Por otra parte, el evento relatado fue probado en el marco de la sentencia dictada por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, en la causa n° 13/84, correspondiendo a los casos individualizados con los números 197 y 198.
Como conclusión, cabe señalar que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio.
4. Caso en el que resultó víctima Laura Alicia Reboratti:
Ha quedado legalmente acreditado que Laura Alicia Reboratti fue privada ilegalmente de su libertad, en la madrugada del ó de julio de 1.976, de la casa de sus padres, sita en Libertad 1.192, de la localidad de Martínez, provincia de Buenos Aires, por tres o cuatro hombres armados, quienes irrumpieron en el domicilio preguntando insistentemente por su hermano Alejandro y, mientras obligaron a sus padres a quedarse quietos en unos sillones, revisaron toda la vivienda, encontrando cartas entre la nombrada y su novio -quien estaba haciendo la conscripción en Córdoba-.
Que, posteriormente, Reboratti fue obligada a acompañarlos, pudiendo observar, en ese momento, que en la esquina de la vivienda había otro grupo. Que para tal cometido la hicieron ascender al asiento trasero de un rodado, junto con uno de sus aprehensores. Que al llegar a la avenida del Libertador, le exigieron que se colocara un antifaz y unos anteojos de vidrios oscuros que le suministraron y que se recostara, como si durmiera, sobre uno de los laterales del auto.
De esta manera, fue conducida a la ESMA, donde al llegar, el que estaba a su lado le dio un beso en la frente. Que dicha situación asustó a la damnificada, la que comenzó a gritar y se quitó lo que cubría sus ojos; momento en que uno de sus aprehensores la tranquilizó. Que una vez fuera del vehículo, la esposaron y la hicieron descender por una escalera, hasta un sitio donde la sentaron en una silla, la encapucharon, engrillaron y esposaron por la espalda.
Luego de un tiempo, fue conducida, a través de un ascensor, a un lugar donde le asignaron un colchón en el piso y permaneció unos días. Que, posteriormente, la llevaron al "Subsuelo", donde tras esperar sentada en el piso, mientras escuchaba una música estridente y gritos, la hicieron ingresar a una sala en la que había una cama de metal, algunas sillas y una picana eléctrica. Que allí la interrogaron, en varias oportunidades, acerca de su hermano y sobre si conocía a alguien más; luego de lo cual la devolvieron a su colchón.
Asimismo se encuentra probado que en la ESMA permaneció clandestinamente en cautiverio, fue sometida a sufrimientos físicos y psíquicos destinados a obtener información, en razón de un supuesto signo político y por sus relaciones con posibles opositores al régimen imperante, y a otros derivados de las condiciones inhumanas de alojamiento.
Finalmente, Laura Alicia Reboratti fue liberada el 26 de julio de 1.976; debiendo, ya en libertad, comunicarse telefónicamente con sus aprehensores durante un tiempo.
Tal aserto encuentra sustento en el relato elocuente y directo de la propia damnificada, quien recreó los pormenores de su detención, las vivencias experimentadas durante su cautiverio y los detalles de su liberación. Asimismo, agregó que en el momento de su secuestro tenia 20 años, que quienes se la llevaron les dijeron a sus padres que al final del dia iban a tener noticias suyas, que esperaran y que se abstuvieran de hacer algo al respecto.
Explicó que en el centro clandestino donde estuvo detenida había guardias que los cuidaban y que los primeros dias les permitían ir al baño, para lo cual le sacaban los grilletes y los llevaban, pero que con el tiempo, cuando querían hacer sus necesidades, le alcanzaban un balde. Que en dos ocasiones la autorizaron a bañarse, lo cual realizó en unas duchas que no poseían cortinas y de espalda a los guardias que la observaban.
Asimismo, relató que habitualmente, le daban, a la mañana y a la tarde, un mate cocido con pan y al mediodía y a la noche, un sándwich de carne.
Memoró que les estaba vedado dialogar entre los detenidos y que los guardias hablaban con ellos, como también que se escuchaba la entrada y salida de personas y cuando increpaban y golpeaban a alguno de los cautivos.
Agregó que cuando advirtió que su vida no valía nada y corría peligro, hizo todo lo posible para convencer a sus aprehensores de que no tenía nada que ver y que todo era un error. Que, con esos fines, explicó, no sólo no se quejó sino que, además, trató de mostrarse amable y simpática. Que por esto, los guardias le llevaban cigarrillos, gaseosa y conversaban con ella.
Asimismo, memoró que charlaba y se reía con ellos cual si fueran amigos y que de esa manera procuraba ampararse y aislarse de la situación.
En ese sentido, la testigo recordó que en uno de sus interrogatorios explicó que no tenía militancia política y que acompañaba a su novio -quien colaboraba en una villa cerca de la Panamericana y militaba- a algunas peñas, como también que tenía compañeros del secundario que militaban, pero de los que solamente recordaba sus apodos.
Relató que ante esta situación, aquellos decidieron que debía hablar con otros cautivos que pudieran sacarle información y que, además, le manifestaron que, como no le creían, le iban a tener que "dar máquina"; lo que hicieron unas horas más tarde.
Recordó que para ello, la condujeron a la "salita de torturas", la acomodaron en la cama y se juntaron tres o más personas. Luego le sacaron el pantalón y la remera, la ataron de pies y manos, le levantaron el corpiño y la "cargaron" por sus pezones; cosa que, indicó, la ofendió mucho y provocó que comenzara a patearlos. Que, ante esto, le manifestaron que irían a buscar a sus padres.
Expresó que, además, la llevaron de "recorrida" en automóvil por las calles, con el objeto de que señalara la vivienda de sus compañeros de colegio y que si bien, no pudo negarse a ello, no tenía información al respecto por no recordarlo.
Memoró que al ser liberada, la condujeron, esposada y encapuchada, a una oficina donde una persona de voz grave, aparentemente no muy joven y con un perfume notorio, le preguntó como la habían tratado y le dijo que tenía que prometerle que no iba a seguir siendo montonera y que la llevarían a su casa. Que luego la dejaron nuevamente en su colchón y le entregaron algunas pertenencias.
Manifestó que, finalmente, el 26 de julio de 1.976 la llevaron a la casa de su primo en la localidad de Martínez, Que, previo a dejarla, le aportaron un número telefónico al que debía llamar, preguntando por "Dardo" y "flecha", para informar sus movimientos y lo que supiera acerca de su hermano y le solicitaron que, al bajarse del vehículo, no se diera vuelta y que salga corriendo.
Continúo su relato, manifestando que la dejaron a media cuadra de dicha vivienda, que se sacó las esposas y la capucha y que cuando bajó del auto intentó correr, pero no pudo. Asimismo, manifestó que estando en libertad, se comunicó telefónicamente en varias oportunidades con aquél número y que en una ocasión atendió una mujer a la voz de "escuela" y cuando ella le preguntó por "Dardo" la interrogó acerca de si se trataba de uno de los cadetes. Que, con lo acontecido pudo confirmar que llamaba a la ESMA.
Por último, declaró que al tiempo sus padres se la llevaron a vivir a la ciudad de Goya y que a partir de ese momento no tuvo más contacto con ellos.
Asimismo, corrobora lo expuesto Guillermo Eduardo Folley, quien recordó en el debate que era vecino, pared de por medio, de Laura Reboratti, con quien también tenía una amistad. Explicó que una mañana del invierno de 1.976, al salir temprano con sus dos hijos observó en la esquina de su vivienda -en la intersección de las calles Pellegrini y Salta- a personal policial discutiendo con otra persona vestida con un gamulán clarito que estaba con un automóvil marca "Torino", color blanco; quien, luego de elevar la voz con este último, se retira del lugar. Señaló que aquel sujeto le ordenó que regresara a su vivienda con sus hijos, que no mirara y que "no había pasado nada". Que posteriormente escuchó unos gritos y a los veinte minutos, aproximadamente, Dora, la mamá de Laura, se presentó en su casa para hablar por teléfono y le contó que se habían llevado a su hija, que habían revuelto toda la casa y secuestraron panfletos. Por último, relató que en el procedimiento participaron unas tres o cuatro personas y que supo, por los dichos de los padres de Laura Reboratti, que ésta estuvo secuestrada, entre veinte días y un mes, en la ESMA,
Graciela Beatriz García explicó que, a través de su tarea en la militancia, entrevistó a la damnificada quien le comentó que había estado secuestrada en la ESMA y que fue liberada. Recordó, además, que le hizo referencia a la escalera por la cual la hicieron descender inmediatamente después de haber ingresado a dicho centro clandestino de detención, como también algunos nombres de los oficiales.
Asimismo, como prueba documental merecen destacarse de un modo genérico las constancias obrantes en el legajo CONADEP n° 2.431 correspondiente a Laura Reboratti.
Por lo expuesto, cabe señalar como conclusión que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio.
5. Caso en el que resultó víctima Osvaldo Rubén Cheula:
Ha quedado legalmente probado que Osvaldo Rubén Cheula fue privado ilegalmente de su libertad la noche del 27 de agosto de 1.976, mientras se hallaba en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires, oportunidad en la que hallándose de franco del servicio militar que estaba cumpliendo, fue a encontrarse con unos amigos. Que allí personal policial lo detuvo y lo alojó, en un primer momento, en la Seccional 35ª de la Policía Federal.
Asimismo, que, posteriormente, desde dicha dependencia fue trasladado -esposado y encapuchado- al centro clandestino de detención que funcionaba en la ESMA.
También se acreditó que allí fue sometido a sufrimientos físicos y psicológicos destinados a obtener información vinculada a su supuesta participación en la colocación de un artefacto explosivo en la mentada facultad. Que para tal fin, le aplicaron pasajes de corriente eléctrica y golpes.
Cheula, además, en el centro clandestino de detención fue sometido a otros sufrimientos físicos y psíquicos derivados de las condiciones inhumanas de cautiverio.
Asimismo, se acreditó que Osvaldo Rubén Cheula fue liberado el 3 de septiembre de 1.976.
Sin embargo, tiempo después, el 16 de noviembre de ese mismo año, en ocasión en que salía de su domicilio para dirigirse al lugar donde cumplía el servicio militar, fue sorprendido, a una cuadra y media, por tres sujetos armados, quienes lo empujaron sobre el piso de un automóvil marca "Ford", modelo "Falcon" y luego de encapucharlo, lo condujeron a la ESMA.
Que allí fue interrogado nuevamente, pero sin sufrir agresiones físicas y liberado a los siete días.
Las circunstancias de tiempo, modo y lugar en que sucedieron los secuestros, cautiverios y posteriores liberaciones de Osvaldo Rubén Cheula se acreditaron en el debate con los dichos elocuentes y directos del propio damnificado, quien, además, señaló que a fines de mayo de 1.976 comenzó a prestar el servicio militar en La Armada y para agosto de ese año, tenía destino establecido y el régimen de francos otorgado; razón por la que el viernes 27 de agosto decidió ir a visitar a sus compañeros a la Facultad de Arquitectura, carrera que, explicó, abandonó al tercer año de cursada cuando fue convocado a dicho servicio militar.
Recordó que a las 20:00 o 21:00, aproximadamente, mientras ascendía por las escaleras hacia los talleres ubicados en el 2° piso, se cruzó con un policía. Dijo que a ninguno de los dos le llamó la atención la presencia del otro, por lo que continuaron la marcha con normalidad.
Cheula, agregó, que al cabo de un rato y en compañía de sus compañeros, sintió un fuerte estruendo; el que, posteriormente determinaron, había sido producto de una bomba lanza panfletos. Que inmediatamente ordenaron desalojar el edificio y mientras salían, percibió que el oficial de policía con el que se había cruzado momentos antes, lo señalaba.
Manifestó que lo detuvieron y lo condujeron a un baño que estaba en la planta baja de la facultad; el que, explicó, funcionaba como una especie de comisaria, debido a la entraba y salida de gente uniformada y de civil. Relató que en esa oportunidad exhibió su taijeta de identificación naval que suplantaba al documento nacional de identidad.
Cheula continuó su relato manifestando que al cabo de un tiempo, lo trasladaron en un móvil policial al pabellón I, donde funcionaba la Facultad de Ciencias Exactas; lugar en el que permaneció demorado alrededor de una hora.
Al respecto, señaló que sus compañeros vieron cuando lo llevaron hasta dicho pabellón y que rápidamente dieron aviso a sus padres.
Que transcurrida una hora aproximada, llegó una delegación militar a cargo de una persona cuyo grado no pudo identificar porque iba con ropa de fajina, de infante de marina; trasladándolo en un móvil hasta la Seccional 35ª. Recordó que en dicho lugar, lo alojaron en un calabozo, donde no permaneció por mucho tiempo; para luego, esposado y encapuchado, ser conducido en otro vehículo.
Que al detenerse el automóvil, relató que percibió que se encontraba en un sitio al aire libre y que luego lo ingresaron a un edificio, debiendo sortear un desnivel que había en el piso o un peldaño. Recordó que allí se quedó un tiempo bastante largo, sobre un piso de mosaico y apoyado sobre una columna.
Memoró que, posteriormente, fue conducido a otro lugar donde lo desnudaron y lo ataron de pies y manos a un elástico de cama, quedando con las piernas abiertas y los brazos estirados hacia atrás. Que allí lo golpearon y le aplicaron la picana eléctrica; mientras lo interrogaban acerca de quién "había puesto el caño".
Que lo vistieron y encapuchado, esposado y engrillado -situación en la que permaneció mientras duró su cautiverio- fue depositado en otro sitio, donde percibió había otras personas. Al respecto. Castillo describió ese espacio con piso de cemento y paredes de aglomerado; agregando que allí había personas que estaban a cargo de la situación, también alguien encargado de llevar a los detenidos un vaso de caldo por la mañana, un sándwich de carne al mediodía y otro vaso de caldo por la noche y otro que pasaba con una jarra para que orinaran.
Refirió que, mientras permaneció cautivo, fue fotografiado y le asignaron un número que no recordaba.
Asimismo, Castillo recordó que uno de los guardias se acercó y le dijo "pibe, acá está tu viejo", Al respecto, señaló que, posteriormente, supo que a raíz de la alarma que dieron sus compañeros a su padre, éste actuó inmediatamente. Que, en primer lugar, se dirigió a la facultad y al no encontrar a nadie allí, fue a la Seccional 33ª y a la 35ª, donde, además, vio que su auto estaba estacionado en la puerta. Que en dicha seccional le manifestaron que no sabían nada acerca de su hijo y que el coche había llegado por estar mal estacionado, requiriéndole asimismo que acreditara la titularidad del bien.
Que supo que, seguidamente, su padre Segundo, junto a dos compañeros de facultad, Roberto Sartori y Julio Godoy, regresó al domicilio para buscar el duplicado de la llave y demostrar que el automóvil era suyo. Relató que nuevamente en la comisaria, los hicieron aguardar en la esquina y que al cabo de un tiempo, llegó un móvil del cual bajaron varias personas, que los encapucharon y se los llevaron detenidos al mismo lugar en dónde él estaba.
Osvaldo Cheula continúo declarando que al tiempo fue sacado del lugar dónde lo habían alojado y conducido al sitio en que permaneció a su ingreso, donde, manifestó, lo interrogaron sin violencia acerca de su familia, sus relaciones personales y actividades que realizaba.
Relató que finalmente el 3 de septiembre de 1.976 fue liberado, junto con su padre, Roberto Sartori, Julio Godoy y una persona que no conocía. Que fueron conducidos en un automóvil y dejados en la calle Libertad, en la localidad de Munro, provincia de Buenos Aires. Que les quitaron la capucha y las esposas y les dieron la orden de que se pongan en cuclillas. Recordó que cuando sintieron que el vehículo partió, pudieron verse y reconocerse.
Mencionó que luego de ese episodio se reincorporó al servicio militar que estaba realizando y que para ese entonces ya había sido declarado desertor. Al respecto, Cheula adujo que se dirigió a la Dirección de Abastecimientos Navales, sita en la calle Benito Correa y que le dijo al oficial a cargo lo que le había acontecido.
Asimismo, señaló que al cabo de un tiempo comenzó a recibir en su casa llamados telefónicos inti mi dato ríos, en los que le referían que "si era inteligente se tenía que ir pues ya estaba marcado y lo iban a ir a buscar". Memoró que amigos suyos estaban comprometidos y que la situación de angustia se agravó, ya que sabía de compañeros de la facultad que estaban "desaparecidos".
Cheula explicó que para ese tiempo, dentro del servicio militar, gozaba de un régimen de "24 por 24" lo que significaba que estaba 24 horas de guardia y luego de las 14:00 salía de franco y se presentaba al otro día a las 6:00, Relató que el 15 de noviembre de 1.976 salió de franco y que, al día siguiente por la mañana, cuando se dirigía a tomar el colectivo para regresar al servicio, luego de caminar una cuadra y media, un automóvil marca "Ford", modelo "Falcon" se le acercó, ingresando por la calle que él transitaba a contramano y a baja velocidad, detuvo la marcha y bajaron tres personas armadas que lo introdujeron en el asiento trasero del auto, con una persona sentada a cada lado y dos adelante.
Asimismo, recordó que detuvieron la marcha del vehículo, uno de ellos descendió para realizar una llamada telefónica y, posteriormente, al retomar la marcha, lo encapucharon, lo obligaron a agacharse en el asiento y lo llevaron nuevamente al sitio donde habia estado en su primera detención. Al respecto, explicó que se encontraba vestido de "colimba" y que escuchó que alguien preguntó "¿Qué hace este pájaro ahí?"; aclarando que en la jerga a los uniformados les decían pájaros. Que otro respondió "déjalo que es un conocido", respuesta, dijo, que le ratificó la idea de que se encontraba en el mismo sitio que en la anterior oportunidad.
Osvaldo Rubén Cheula relató que en esa oportunidad no sufrió violencia física y que fue conducido a un sitio distinto que tenia una especie de semi-boxes, con paneles de aglomerado y donde tocó una columna metálica.
Asimismo, declaró que durante su cautiverio tenia una venda y una capucha, pero que al momento de comer el sándwich e ingerir la infusión que le suministraban, debía aflojar dicha capucha; razón por la que, con esfuerzo, pudo ver alguna de las cabreadas del techo. Que también reconoció el ruido de unas bombas de agua y del depósito del tanque de agua. Concluyó que dicho sector de la ESMA era el que se conoce como "Capuchita".
Además, Cheula recordó los ruidos producidos por los vehículos circulando a alta velocidad, los aviones y los trenes.
El damnificado expresó que lo llevaron nuevamente a interrogarlo; que su interrogador le preguntó acerca de sí conocía porqué estaba allí; a lo que le respondió que lo único que sabía era que recibió unos llamados anónimos intimidatorios. Que dicho sujeto le informó que su nombre estaba entre los papeles y anotaciones de Daniel Colombo y que por ese motivo lo detuvieron. Que en esa oportunidad reconoció la relación que tenía con éste, a quien apodaban "El Chino" y que hasta que fue detenido mantuvieron contacto. Agregó Cheula que su interrogador le manifestó que "le otorgaba la vida, aún cuando lo consideraba su enemigo, ya que no tenía entidad como para ser asesinado".
Narró que luego de ese episodio, no volvió a ser alojado en "Capuchita" y al poco tiempo lo liberaron; prolongándose esa segunda detención por el lapso de siete dias. Manifestó que lo trasladaron en un automóvil junto a otro detenido, que las personas que los conducían los interrogaron sobre sus vidas y que al hacerles saber que era "colimba", riéndose le dijeron que le informe a sus superiores que había sido "chupado" por la "antimonto".
Cheula relató que primero liberaron al otro muchacho y que a él lo dejaron cerca de la cancha de Independiente, por el mercado del pescado. Que desde allí caminó de regreso.
Por último, refirió que cuando se reincorporó nuevamente a la Dirección de Abastecimiento Naval, volvió a narrar lo que le sucedió, omitiendo ciertos datos, como que había sido "chupado" por la "antimonto" o que en medio de las dos detenciones había presentado una denuncia policial y un habeas corpus y que en ambas presentaciones hizo referencia a su presunción de que había estado detenido en la ESMA.
Al respecto, Luis Alberto Vázquez relató en el debate que mientras su amigo Cheula cumplía el servicio militar obligatorio como marinero, lo visitó en la Facultad y ese dia hubo un simulacro de bomba o algo similar.
Explicó que al salir, uno de los policías lo "marca" a Cheula y que él se quedó afuera con Roberto Sartori y otro más. Que, posteriormente, conducen al primero de los nombrados a una comisaría, razón por la que llaman al padre de Cheula. Que éste junto con dos compañeros se dirigieron a la seccional; secuestrándolos y conduciéndolos a la ESMA, Relató que los liberaron a todos juntos a la semana.
Al respecto, Vázquez recordó que para ese entonces la facultad estaba tomada por la policía y que debían ingresar a la universidad mostrando su libreta.
Por último, señaló que a Osvaldo Cheula volvieron a detenerlo al tiempo y que luego lo liberaron.
Por su parte, Elizabeth Turrá declaró que tomó conocimiento que Osvaldo Cheula, compañero de arquitectura de su novio Luis Alberto Vázquez, fue capturado una semana antes que aquél y que cuando los liberaron hicieron un asado para festejar la liberación. Relató que ambos le comentaron que en dicho lugar fueron golpeados.
Así también, dan sustento a lo expuesto las constancias documentales glosadas en el legajo n° 19 de la Cámara Nacioanal de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, caratulado "Muñoz, Carlos y otros", en la causa n° 7.438, caratulada "Cheula, Osvaldo Rubén s/ habeas corpus", del registro del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal de Sentencia letra "B", y en el legajo CONADEP n° 2440 del damnificado.
Por lo expuesto, cabe señalar como conclusión que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio.
6. Caso en el que resultó víctima Sergio Martín Bejerman:
También ha quedado legalmente acreditado que Sergio Martin Bejerman, junto con su esposa Florencia Maria Brotman, cuyo secuestro no conforma el objeto procesal de las presentes actuaciones, fue privado ilegítimamente de su libertad, entre las 15:00 y 17:00, del 6 de septiembre de 1.976, de su domicilio sito en Cochabamba 2.148, de esta ciudad, por personas armadas y vestidas de civil,
A dicho procedimiento fueron conducidos sus suegros, Isaac Brotman y Dora Najles de Brotman, quienes, detenidos momentos antes de su vivienda de Malabia 320, piso 1º, depto, "A", de esta ciudad, fueron obligados a aportar el domicilio de su hija, a acompañar a sus aprehensores hasta alli y, el primero, a cooperar en la captura de ésta y su yerno.
Posteriormente, Sergio Martín Bejerman, junto con los nombrados, fue trasladado encapuchado, esposado y engrillado, al centro clandestino de detención que funcionaba en la ESMA; donde permaneció cautivo en esas condiciones.
Asimismo, que en dicho centro clandestino fue sometido a sufrimientos físicos y psicológicos derivados de las condiciones inhumanas de alojamiento y torturado mediante amenazas de muerte permanentes, golpes y otros métodos, tales como colgarlo de sus manos y la aplicación del procedimiento conocido como "submarino", con el objeto de obligarlo a suministrar información.
Sergio Martín Bejerman fue liberado el 10 de septiembre de 1.976, en horas de la noche.
Las circunstancias de modo, tiempo y lugar en que se produjo dicho suceso se encuentra acreditado a partir del relato elocuente del propio daminifícado, cuya declaración se incorporó por lectura al debate (fs. 68/70 del legajo n° 87 de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, caratulado "Adjiman, Luis Daniel, Gaché de Adjiman Estela Maria, Schajaer Soledad y Adjiman Jorge Simón" y fs. 41.415/6 de la causa n° 14.217)quien, además, declaró que ni él ni su esposa tenían militancia política, dentro o fuera de la universidad y que en la Facultad de Arquitectura era delegado del taller de la cátedra en forma independiente y apolítica.
Asimismo, manifestó que el primer día de su detención lo registraron fotográficamente y que el último fue interrogado por una persona que le refirió que se haria cargo de la vida y de la reeducación de Luis Daniel.
Respaldan lo aseverado las declaraciones brindadas por Isaac Brotman, Dora Najles de Brotman, Florencia María Brotman y Luis Félix Brotman, las que fueron incorporadas por lectura al debate.
Isaac Brotman (fs. 143/146 del legajo n° 87 de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, caratulado "Adjiman, Luis Daniel, Gaché de Adjiman Estela María, Schajaer Soledad y Adjiman Jorge Simón") manifestó que el 6 de septiembre de 1.976, siendo aproximadamente las 13:00, mientras se encontraba descansando en su vivienda sita en Malabia 320, piso 1º, depto. "A", de esta ciudad, escuchó el ingreso de varias personas, quienes una vez dentro de su habitación, lo inmovilizaron, cubriéndolo con una manta.
Relató que revisaron la vivienda y lo interrogaron acerca de dónde estaban "los fierros", si poseía vehículo -que se llevaron y luego recuperó abandonado en la calle- y sobre su actividad. Agregó que le reemplazaron la manta por un vendaje en los ojos, que, indicó, le permitía ver muy poco.
Adujo que percibió que su cónyuge estaba atravesando una situación similar a la suya y que luego fue colocado en el piso de la parte trasera de un vehículo, en el que iban otras tres personas. Que después de un breve viaje, el automóvil se detuvo, descendiendo los ocupantes del asiento delantero, los que al regresar expresaron "resultado negativo". Al respecto, señaló que con el tiempo y por el relato de sus vecinos, supo que esa parada tuvo lugar frente a su depósito, el que fue revisado exhaustivamente.
Indicó que de alli se dirigieron al domicilio de su hija María Florencia. Recordó que una vez que arribaron al domicilio, fue obligado a descender del vehículo y llamarla. Indicó que lo volvieron a introducir en el automóvil y que fue conducido a un lugar que su yerno le manifestó era la ESMA. Agregó que su hija también fue aprehendida.
Adujo que allí lo interrogaron acerca del paradero del hermano de Luis Félix Brotman y de los suegros de su sobrino Leonardo Adjiman, asi como preguntas relativas a su actividad.
Expresó que en dicho lugar pudo percibir que se encontraba su yerno Sergio Bejerman y que el día de la liberación le hicieron saber que por no disponer de suficientes automóviles, saldrían primero su esposa e hija y en un segundo viaje el nombrado y él. Que luego les quitaron los grilletes y le reemplazaron la capucha por un antifaz, le entregaron los efectos personales y, esposados y en el asiento trasero de un rodado, los condujeron, con indicación de ellos, hasta un lugar próximo al domicilio de los padres de su yerno.
Agregó que antes de descender del automóvil les quitaron las esposas y el antifaz y fueron liberados.
Por su parte, Dora Fermina Najles de Brotman (fs. 139/142 del legajo n° 87 de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, caratulado "Adjiman, Luis Daniel, Gaché de Adjiman Estela María, Schajaer Soledad y Adjiman Jorge Simón") señaló que el 6 de septiembre de 1,976, alrededor de las 14:00, llamaron a la puerta de su domicilio de Malabia 320, 1º piso, depto. "A", dos personas que se identificaron como de la Policía Federal. Que al abrir la puerta fue empujada e inmediatamente encapuchada, controlada en sus movimientos e interrogada acerca de los "fierros", revisando la vivienda.
Recordó que también le preguntaron sobre el domicilio de su hija Florencia y que, al no brindárselo, lo obtuvieron de una agenda que se encontraba junto al teléfono.
Que luego la sacaron de la vivienda junto a su marido y la llevaron en un vehículo acostada en la parte trasera, a la casa de su hija, pudiendo percibir que lo obligaron a que llame a la puerta a esta última. Memoró que escuchó la voz de su yerno Sergio Bejerman, de Florencia y de su marido.
Que luego de un trayecto, llegaron a un lugar en forma simultánea con Florencia y fueron introducidos los cuatro en un recinto, donde permanecieron con otras personas. Agregó que fueron trasladados a otro sitio donde los acostaron en colchonetas de gomapluma y debieron permanecer acostados.
Por último, la testigo señaló que la noche en que fueron puestos en libertad, fue interrogada sobre familiares y otras personas que desconocía; luego de lo cual permaneció, junto con su esposo, hija y yerno, en un patio abierto y los dejaron en libertad en dos tandas, conduciéndolos, a su pedido, hasta proximidades de la casa de sus consuegros.
Florencia María Brotman (fs. 145/50 del legajo n° 87 de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, caratulado "Adjiman, Luis Daniel, Gaché de Adjiman Estela María, Schajaer Soledad y Adjiman Jorge Simón") manifestó que fue secuestrada en su domicilio de Cochabamba, entre Pasco y Rincón, alrededor de las 17:00. Recordó que su padre tocó el timbre y al abrir la puerta irrumpieron varios hombres vestidos de civil y armados. Agregó que de inmediato fue encapuchada a la par que la interrogaban acerca de dónde estaban las "pepas" y otras cosas que no entendía.
Explicó que revisaron los muebles y lugares de la vivienda y que finalizada la inspección la llevaron, percibiendo la presencia de su esposo que les preguntaba a los captores acerca de lo que estaba sucediendo y que al manifestarles quién era, fue aprehendido.
Que fue conducida en un vehículo hasta un lugar y que al descender del rodado pudo abrazar a su marido y escuchar las voces de sus padres. Agregó que los introdujeron en un lugar cerrado, luego los trasladaron a un patio y de allí a un nivel superior, donde la acostaron en una colchoneta, permaneciendo esposada y engrillada.
Asimismo, relató que antes de ser conducida a este último sitio fue interrogada acerca de la actividad política de sus primos Jorge, Leonardo y Luis Daniel y que la noche del viernes que fue liberada, junto con sus padres y esposo, le anunciaron que primero la llevarían a ella junto con su madre y luego a aquellos dos y que, a pedido de ellos, los dejaron en un lugar próximo a la casa de sus suegros.
Por otra parte, asignó las razones de su presencia en aquel lugar al parentesco con sus primos y a los hechos que ellos protagonizaron.
Por último, Luis Félix Brotman declaró que estando cautivo en la ESMA escuchó, junto a él, la voz de Sergio Bejerman, que era un pariente suyo.
Asimismo, el aserto que antecede encuentra sustento en las constancias agregadas en el expediente n° 2.266, caratulado "Sergio Martin Bejerman y Florencia Brotman de Bejerman s/ habeas corpus" y el legajo CONADEP n° 970 de Sergio Martin Bejerman.
Por lo expuesto, cabe señalar como conclusión que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio.
7. Caso en el que resultaron víctimas Alberto Ahumada y María Laura Tacca de Ahumada:
Se ha acreditado que Alberto Ahumada y María Laura Tacca, estuvieron privados ilegalmente de su libertad en la ESMA, al menos desde el 14 de octubre de 1,976 y diciembre de ese mismo año, respectivamente. En relación a sus liberaciones, se tiene por probado que la del primero tuvo lugar por lo menos, en noviembre de 1,978, en tanto que la de Tacca, se produjo entre fines de marzo y mediados de junio de 1.977.
Asimismo, se encuentra probado que los damnificados fueron interrogados y sometidos a todo tipo de sufrimientos físicos y psíquicos destinados a obtener información y a otros derivados de las condiciones inhumanas de alojamiento.
Que a Alberto Ahumada le fue asignado el número 483.
También debe tenerse por acreditado que los sometieron al "proceso de recuperación", para lo cual fueron obligados a realizar trabajo esclavo en "Pecera".
Sin perjuicio de que no pueden establecerse con certeza las fechas de secuestro y liberación de las victimas, toda vez que las mismas se han negado a comparecer a la audiencia, y no se cuenta con otras declaraciones anteriores que resulten de utilidad para echar luz sobre dicho extremo, lo cierto es que en el debate, Miguel Ángel Lauletta recordó que sus captores le permitieron ver a "Beto" Ahumada el día de su secuestro, luego de ser interrogado, circunstancia que, refirió, tuvo lugar el 14 de octubre de 1.976. Explicó que en esa ocasión le preguntaron si conocía a "Manuel" y si quería verlo; que ése era el nombre de guerra de la víctima, a quien creía muerto, motivo por el cual se sintió amenazado.
Por su parte, Nilda Noemí Actis manifestó que la liberación del nombrado tuvo lugar una noche de noviembre de 1.978; afirmación que fue corroborada por María Alicia Milia, quien recordó que "...En noviembre se va "el Beto" Ahumada...".
En lo que respecta a María Laura Tacca, Lisandro Raúl Cubas refirió que la vio para la Navidad de 1.976.
Por otra parte, el mismo testigo mencionó un diálogo que tuvo lugar dos o tres días después de la "... caída de Walsh...", en la oficina de "Acción Psicológica", en presencia de varios secuestrados, entre quienes se encontraban "Beto" Ahumada y su mujer. Mientras que, Lila Victoria Pastoriza -privada ilegítimamente de su libertad el 15 de junio de 1.977, conforme fuera probado en el presente-, afirmó haber visto en "Pecera" a "Beto" Ahumada, y que no conoció a María Laura Tacca.
Que dichos testimonios permiten tener por cierto, que Ahumada y Tacca permanecieron en la ESMA desde por lo menos el 14 de octubre de 1,976 y diciembre de ese año, respectivamente, siendo liberado el primero de ellos en noviembre de 1.978 y la segunda entre fines de marzo y mediados de junio de 1.977.
Por otro lado, existen numerosos testimonios que dan cuenta de las circunstancias que rodearon el cautiverio de los damnificados.
Así es, tanto Alfredo Julio Margari como Nilda Noemí Actis, recordaron haber visto a "Beto" Ahumada en "Capucha".
También Susana Jorgelina Ramus dijo que tenía conocimiento de que el damnificado compartía un camarote en "Capucha", con Laura Tacca.
Coincidente con dicha versión, resultó el testimonio de Andrés Ramón Castillo, quien sostuvo que con el transcurso del tiempo, algunos de los prisioneros fueron liberados, entre ellos Laura Tacca; entonces comenzó a compartir con "Beto" Ahumada, un camarote que estaba ubicado dentro de "Capucha", donde habia una cama sobre otra.
Asimismo, Alicia Elisa Tokar, Maria Eva Bernst de Hansen, Martin Tomás Gras, Pilar Calveiro, Ana María Martí, Rosario Evangelina Quiroga, Andrés Ramón Castillo, Susana Jorgelina Ramus y Graciela Beatriz Daleo, afirmaron que "Beto" Ahumada trabajaba en "Pecera", en tanto que Miriam Lewin especificó que lo hacia en la oficina de "Prensa".
Así también, Martín Gras y Susana Jorgelina Ramus recordaron también en "Pecera" a Maria Laura Tacca.
A su turno, Mercedes Carazo recordó que el día de su secuestro, al ser interrogada, le preguntaron si quería ver a otros cautivos y que entonces le mostraron a "Beto" Ahumada, entre otros. Por otro lado, acotó que fueron secuestradas personas que no formaban parte de organización alguna, entre ellos, "la esposa de "Beto"Ahumada".
Marta Remedios Alvarez mencionó que pudo ver a "Beto" Ahumada herido en el "Sótano" de la ESMA, a fines de 1.976.
También Alfredo Manuel Juan Buzzalino refirió que el damnificado fue herido al momento de su captura, y que luego "cayó" la mujer de aquél, de nombre Laura,
En idéntico sentido, se expresó Miguel Ángel Lauletta, quien, además, indicó que el día de su secuestro y luego de ser interrogado, previo a colocársele una capucha, fue conducido a una "pieza", donde pudo ver al damnificado sobre una cama, esposado, con un vendaje en el pecho. Añadió que luego de ello fue llevado a otro cuarto y comenzaron a interrogarlo en relación a su mujer, oportunidad en que aportó la "cita" que culminó con la captura de otras personas, entre ellas Maria Laura Tacca.
Graciela Beatriz García refirió que una noche en que la llevaron al "Sótano", la colocaron en uno de los cubículos junto con Alberto Ahumada y tuvieron oportunidad de charlar durante aproximadamente una hora. Recordó además que lo vio en diversas oportunidades.
Por su parte, Maria Alicia Milia memoró que el día de su secuestro, luego de ser interrogada en la "sala 13", se presentó frente a ella "Beto" Ahumada, quien le sugirió que no confiara en nadie, ni siquiera en él.
Igual mención efectuó Jaime Dri, quien recordó que el día de su ingreso a la ESMA, le fue ordenado que se quitara la capucha, oportunidad en que vio a "Beto" Ahumada, un compañero de militancia de la Juventud Peronista. Manifestó que ése fue el primer gran golpe que recibió, ya que lo creía muerto y que la victima le aconsejó que no confiara en nadie.
También Lisandro Raúl Cubas recordó haber visto a Alberto Ahumada y a María Laura Tacca, para la época de Navidad de 1.976, en circunstancias en que varios secuestrados fueron descendidos desde "Capucha" a fin de celebrar una misa; en esa ocasión les permitieron descubrirse el rostro. Así también, expresó que en otra oportunidad, un grupo de cautivos fue conducido al "Sótano" para ver una película, siendo que entre ellos se encontraban "Beto" Ahumada y su mujer. Mencionó asimismo que en septiembre de 1.978, a raíz de una visita realizada a la ESMA por el almirante Massera, Ahumada debió decir unas palabras alusivas.
Al momento de deponer en la audiencia, el testigo Ricardo Héctor Coquet puntualizó que en cierta ocasión en que se hallaba en "Capucha", fue llamado por un "Pedro" para que descendiera. Que al llegar a la puerta del "Sótano", "...se cruzó..." con "Beto" Ahumada y su mujer "Laurita", quien rompió en llantos, le tomó las manos y le dio un beso, ya que temía lo mismo que él: que su destino fuera "el traslado". Asimismo, mencionó otra oportunidad en la que fue llevado en avión junto a Ahumada y a otro secuestrado, a la frontera con Paraguay,
Finalmente, Pilar Calveiro, Mercedes Carazo, Silvina Labayrú, Andrés Castillo y Lidia Cristina Vieyra resultaron coincidentes en cuanto a que manifestaron haber visto a ambos damnificados en la ESMA, y la última de las nombradas aseguró que a "Beto" Ahumada lo torturaron salvajemente.
Por su parte, Ana Maria Soffiatini afirmó que vio a "Beto" Ahumada en ese centro clandestino de detención.
Incluso el imputado Antonio Pernías, al momento de efectuar su descargo frente al Tribunal, reconoció que Alberto Ahumada y su mujer estuvieron en la ESMA y fueron liberados. Señaló que Tacca estuvo muy poco tiempo, que no tuvo relación con ella y fue la primera en recuperar su libertad.
Por lo expuesto, cabe señalar como conclusión que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio.
8. Caso en el que resultó víctima Luis Alberto Vázquez:
Asimismo, ha quedado acreditado que Luis Alberto Vázquez fue privado ilegalmente de su libertad el 9 de octubre de 1.976, a las 4:00, en oportunidad en que se encontraba en el domicilio de sus padres, ubicado en la avenida Juan Bautista Alberdi n° 224, 4° piso, depto. "A" de esta Capital Federal. Que en dicha oportunidad, tras abrir la puerta del departamento, en virtud de que el encargado del edificio golpeó aduciendo que había un desperfecto, irrumpió un grupo de siete hombres blandiendo armas largas y vestidos de fajina color verde, quienes, sin identificarse, y previo revisar la casa e interrogarlo acerca de "si estaba en algo", manifestaron que debían llevarlo por motivos de drogas.
Que lo introdujeron en un automóvil particular modelo "Chevy" color negro, vendándole los ojos y lo trasladaron a la ESMA, Que, una vez allí, ingresó por una especie de portón, dando un paso por un escalón y lo obligaron a sentarse; esposándolo por la espalda.
Que luego le dieron una camisa y un pantalón del Ejército y, tras vestirse, lo subieron, encapuchado, esposado y engrillado, a un lugar que, pudo ver por debajo de la capucha, estaba lleno de gente tirada en el piso.
Que posteriormente lo ubicaron en un box, entre paredes, con un pequeño colchón y una manta, permaneciendo todo el tiempo con la capucha, los grilletes y las esposas.
En ese centro clandestino de detención le asignaron el número 525, fue sometido a sufrimientos físicos y psíquicos destinados a obtener información -consistentes en pasajes de corriente eléctrica- y a otros derivados de las condiciones inhumanas de alojamiento.
Los interrogatorios versaban principalmente en torno a su militancia política.
Fue finalmente liberado entre el 21 y 22 de octubre de ese mismo año, en la avenida General Paz y Panamericana.
Las circunstancias de tiempo, modo y lugar en que aconteció el secuestro, posterior cautiverio y liberación de Vázquez han sido acreditadas en el juicio a través del testimonio elocuente de la propia victima, quien, agregó, que el día de su secuestro pudo ver al salir de su domicilio que en la esquina, casi Doblas, había una caravana de coches y conscriptos y que la calle estaba como cortada.
Asimismo, recordó que cuando lo introdujeron en el vehículo que lo condujo hasta la ESMA, le pareció ver a alguien con una venda en sus ojos y que después de circular un tiempo, pararon para ir a buscar a otra persona. Que luego, ubicado en el piso de la parte trasera del vehículo, salieron y tomaron la avenida Juan B. Justo y en la avenida Del Libertador doblaron a la izquierda y continuaron por allí.
Adujo que al llegar, pasaron por un portón e ingresaron a un sitio al aire libre con mucha arboleda, ya que percibía la brisa de los árboles.
Memoró que en el centro clandestino le daban un mate cocido con un pequeño pan por la mañana y un caldo con el mismo tipo de pan y carne adentro por la noche y que, mientras permaneció allí, no habló más que con su novia que también estaba detenida.
Relató que permaneció en el centro clandestino entre trece y catorce días y que mientras estuvo allí le permitieron bañarse en una sola ocasión y que orinaba en un balde que le traían los guardias. Agregó que le tomaron una fotografía, para lo cual le hicieron sacarse la capucha, abrir los ojos y que tras ello, lo obligaron a encapucharse nuevamente.
Luis Alberto Vázquez adujo que lo interrogaron varias veces. Que para tal cometido, "cantaban el número", tras lo cual el designado debía pararse y lo llevaban, descendiendo unas escaleras, al sector donde lo hicieron esperar el día de su llegada al centro clandestino. Que la sala de interrogatorios era una "oficinita de tres por cuatro", con una especie de mesada y la parrilla en el medio, donde había aparatos, que no sabia que eran y cree que una pared de material, pero el resto eran mamparas. Al respecto, recordó que en alguna ocasión llamaban a más de uno y que debían esperar en fila.
Asimismo, relató que escuchó el interrogatorio de Norma, amiga de su novia, a quien le preguntaban por él y ella lo negó, manifestándole luego que había sido quien lo había inculpado.
Explicó que al interrogarlo le preguntaron sobre atentados y homicidios, aduciendo, que eran demasiado ilógicos para lo que él hacia, como también respecto de quiénes eran sus responsables y demás "cosas" de la facultad; que advirtió que tenían su historial. Que en dichos interrogatorios había dos personas y que, quizás, ingresaba alguna otra para relevar a uno de los que estaban adentro. Que uno era el interrogador y el otro "el técnico", es decir, el que manejaba la picana. Al respecto, señaló que lo tiraron en un elástico, previo bajarle los pantalones y le aplicaron la picana. Señaló que era "una sensación muy fuerte, que daba mucho miedo, porque el cuerpo quedaba temblando por unos días y que después no se podía tomar agua".
Recordó también que tuvo un simulacro de fusilamiento.
También, manifestó que la tortura psicológica era permanente, que le decían acerca de lo que le iban a hacer a su novia y que pensó que no iba a salir vivo de ese lugar. Que allí vio gente maltratada, con llagas y heridas, siempre por debajo de su capucha, ya que quien se la quitaba, era castigado. Que escuchaba música alta y que la radio le permitía ubicarse en el tiempo.
Por otro lado, el damnificado describió al lugar donde permaneció alojado como una "especie de desván, con el techo inclinado y cabreadas que partían del piso"; también describió un sitio luminoso, donde había un tanque de agua.
Recordó que el último día que estuvo en ese lugar, le devolvieron algunas de sus cosas y cree que le dieron la llave de su casa y algo de dinero. Le reemplazaron la capucha por una venda y lo llevaron con otras dos personas en la parte trasera de un vehículo. Relató que al llegar a un lugar, lo hicieron descender, le dijeron que camine y no mire para atrás. Que asi lo hizo y se dio cuenta que estaba en la avenida General Paz y Panamericana, cerca de la vivienda de su novia. Que llamó por teléfono y lo fueron a buscar.
Finalmente, señaló que por un tiempo estuvo paranoico y que ni sus compañeros de la facultad ni sus profesores se le acercaban.
Asimismo, corroboró la versión del secuestro Luis Vázquez, padre de la victima, quien agregó que cuando liberaron a su hijo, fue a buscarlo a la avenida General Paz y Panamericana y que en ese momento su estado anímico era malo y se encontraba mucho más delgado. Por último, manifestó que presentó, en un lugar ubicado en la calle Córdoba, un "recurso" que le hizo un abogado.
Osvaldo Rubén Cheula recordó en el debate que su amigo Luis Alberto Vázquez fue detenido como consecuencia de una amiga de su novia Elizabeth, a quien le decían "Lizi".
Finalmente, Dora Alonso de Vázquez, cuya declaración fue incorporada por lectura al debate (fs, 4 obrante en la causa n° 5,668 caratulada "Vázquez, Luis Alberto por Habeas Corpus" del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal de Sentencia Letra "D"), en la que ratificó la presentación de fs. 1/3, manifestando que su hijo fue secuestrado de su domicilio, por diez personas armadas y acompañadas por el encargado. Que dijeron que era un operativo de fuerzas conjuntas, y le hicieron saber que posteriormente le colocaron a su hijo una venda en los ojos y lo retiraron del departamento sin dar ningún tipo de explicaciones.
Asimismo, como prueba documental merecen destacarse de un modo genérico las constancias obrantes en la causa n° 5,668 referida precedentemente, que da cuenta de las gestiones realizadas en pos de la búsqueda de la víctima; y en el legajo CONADEP n° 2447 correspondiente al nombrado.
Por otra parte, el evento relatado fue parcialmente probado en el marco de la sentencia dictada por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, en la causa n° 13/84, correspondiendo al caso individualizado con el número 473.
Por lo expuesto, cabe señalar como conclusión que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio.
9. Caso en el que resultó víctima Lisandro Raúl Cubas:
Ha sido legalmente acreditado que Lisandro Raúl Cubas -a quien llamaban "Chita"- fue privado ilegalmente de su libertad el 20 de octubre de 1.976 en la localidad de La Tablada, provincia de Buenos Aires, por un grupo de aproximadamente diez personas que vestían de civil y portaban armas de fuego, quienes se desplazaban a bordo de tres vehículos.
En dicha oportunidad y en circunstancias en que se hallaba en la vía pública, le fue dada la voz de "alto", motivo por el cual comenzó a correr, desprendiéndose de un maletín que llevaba consigo, siendo finalmente alcanzado y recibiendo un "cachazo" en la cabeza por parte de sus captores, quienes lo empujaron al piso y lo retuvieron, junto con un hombre y una mujer cuyas identidades aún se desconocen.
Que, a continuación, en un momento de distracción de sus captores, Cubas ingirió una pastilla de cianuro, luego de lo cual fue introducido en el baúl de un rodado modelo "Chevy Nova", donde se desvaneció.
Asimismo, se tuvo por probado que, posteriormente, fue conducido al "Sótano" de la ESMA, recobrando el conocimiento sobre un grupo amontonado de personas que se hallaban, aparentemente, sin vida. Que al percibir uno de los jefes de guardia que Cubas se encontraba vivo, fue llevado inmediatamente a la "Enfermería", donde le efectuaron un lavado de estómago a fin de quitarle los restos de cianuro y le colocaron suero.
Acto seguido, fue conducido a la "sala 13" donde lo desnudaron, encapucharon y ataron a un camastro metálico, aplicándole golpes y corriente eléctrica en distintas partes de su cuerpo, principalmente en la sien, tetillas y testículos.
También se acreditó que en dicho centro clandestino de detención fue sometido a tres sesiones de tortura, durante tres dias, en todas las cuales perdió el conocimiento.
Luego fue ubicado en una cucheta en "Capucha", con grilletes en los pies, esposado y encapuchado.
Asimismo, se tuvo por probado que Cubas fue sometido a sufrimientos físicos y psicológicos derivados de las condiciones inhumanas de alojamiento, le asignaron el número 571 y lo incorporaron en el denominado "proceso de recuperación", en el marco del que fue obligado a cumplir tareas sin percibir remuneración alguna.
Que dicho trabajo esclavo consistió, en primer lugar, en la desgrabación de conversaciones telefónicas, luego, a mediados de enero de 1.977, en el sector "Diagramación" y dos meses después en el área denominada "Acción Psicológica".
Aproximadamente, en octubre de 1.977 fue conducido a la "Pecera", donde fue obligado a efectuar trabajos de análisis político y de seguimiento de la imagen de la República Argentina en el exterior, en la oficina de "Prensa".
Así también, se acreditó que, en el marco de dicho "proceso de recuperación", Cubas fue autorizado en algunas oportunidades a entablar comunicación telefónica con su familia, y, luego, a realizar visitas a su domicilio -siempre acompañado por algún oficial-, recuperando, finalmente, su libertad, el 19 de enero de 1.979, previo rubricar un documento en que afirmaba haberse entregado por su propia voluntad a la Armada,
Las circunstancias de tiempo, modo y lugar que rodearon el secuestro, cautiverio y posterior liberación de Lisandro Raúl Cubas, han sido legalmente acreditadas, principalmente a través de las manifestaciones elocuentes y directas de la propia víctima, quien al momento de deponer en el debate efectuó un relato pormenorizado del suceso que lo damnificó.
Así es, el nombrado recordó que una vez en el "Sótano" de la ESMA, intentó simular encontrarse también muerto, al igual que las personas que se hallaban a su alrededor, hasta que oyó decir al jefe de guardia de los suboficiales: "Acá hay un hijo de puta que está vivo", al tiempo que le propinaba varias patadas; también escuchó que alguien comentó "Éste es el que se empastilló".
Señaló, además, que una de las sesiones de tortura a las que fue sometido, tuvo lugar el día de su cumpleaños, 24 de octubre, y que ello lo supo porque le desearon "felicidades". Agregó que tuvo la impresión de que eran varias las personas que ingresaban y se retiraban de la sala de interrogatorio, pero debido a la música ensordecedora que utilizaban para cubrir los gritos de la tortura, le era muy dificultoso captar en su totalidad la situación que estaba viviendo.
Cubas recordó que durante los primeros dos días no le dieron agua, ya que ello le podía ocasionar consecuencias por la aplicación de picana eléctrica a la que había sido sometido.
Resaltó que la experiencia de la tortura no se reducía al momento del interrogatorio con corriente eléctrica, sino que incluía todo lo vivido en el transcurso de su cautiverio. Al respecto, memoró que una de las sensaciones más terribles fue la de permanecer, con total desconocimiento de tiempo y lugar, permanentemente encapuchado y engrillado. Acotó que tenia, además, colocada una cadena de diez o doce eslabones que unía los dos grilletes.
Cubas aseguró que era como estar en la época de la esclavitud y que toda esa situación le quitaba las ganas de vivir. Incluso recordó una anécdota que, a su entender, reflejaba otra forma más de humillación: luego de ser interrogado, alegando que no se contaba con atuendos masculinos, le fue entregado para que vistiera un camisón, el cual llevó puesto al menos durante dos meses.
Señaló que, a principios de 1.977, lo hicieron descender al "Sótano" para ver una película, que relataba una fuga que llevaban adelante los presos de una cárcel de Estados Unidos, cuyo desenlace era la muerte de todos los fugados.
También mencionó que había perdido mucho peso, pues la comida era muy escasa; que en los primeros tiempos le daban agua, un pan a la mañana y otro por la noche; luego incluían un pedazo de carne. Que las condiciones de vida eran terribles. Los guardias los golpeaban sin mediar razón alguna y al llevarlos al sanitario los hacían levantar y golpear sus cabezas con los hierros de las columnas del sector "Capucha", ya que los secuestrados no podían ver.
Añadió que usó grilletes durante un año y dos meses, los que le fueron quitados recién en diciembre de 1.977, en la oportunidad de la primera visita que realizó a su familia. En ese tiempo pasó, además, a dormir dentro de unos camarotes que contenían camas cuchetas y estaban ubicados en la mitad del sector "Capucha". Relató que se acostumbraban al ruido de las cadenas de los otros cautivos e inclusive llegó un momento en que reconocían el sonido, asociándolo con un secuestrado en particular.
Cubas puso de resalto que aún conserva en la cabeza una cicatriz del "cachazo" que recibió en ocasión de ser secuestrado y que durante mucho tiempo tuvo marcas en los pies por el uso de grilletes, las que luego de liberado se transformaron en eczema, tipo soriasis, que recién curó luego de tres años de recibir apoyo psicológico y con acupuntura.
Adunó que, como consecuencia de la picana eléctrica, tuvo un edema en los testículos, motivo por el cual debió ser conducido al Hospital Naval a fines de octubre de 1.978, donde lo sometieron a una intervención quirúrgica. Recordó que, en esa oportunidad, fue ingresado en Emergencias y el oficial que lo acompañó manifestó a los médicos que era una "operación por izquierda". Al ser revisado por un facultativo, éste mencionó que lo que presentaba era consecuencia de la aplicación de la picana eléctrica.
Cubas, agregó, que psicológicamente, sufrió pesadillas, hasta 1.984. Que en éstas intentaba escaparse e, inmediatamente, lo volvían a capturar.
Memoró que los primeros dias de enero de 1.977, fue conducido por uno de los oficiales al "Pañol", que, explicó, hasta ese entonces consistía en un cuarto pequeño ubicado a mano izquierda, en la entrada de "Capucha", donde había ropa de secuestrados que ya no estaban o que habían sido "trasladados". Que en dicha oportunidad le proveyeron un jean, un par de zapatos y una camisa. La procedencia de la vestimenta, indicó, también le generaba aberración.
Por otro lado, Cubas manifestó que en una oportunidad se celebró una misa dentro de la ESMA, dirigida por un sacerdote y que esa fue la primera vez, luego de ser interrogado, en que le fue levantada la capucha, pudiendo identificar a varios de los secuestrados, entre quienes se hallaban Alberto Ahumada alias "Beto", que era muy conocido por su militancia en la Juventud Peronista, y su esposa Laura Tacca, entre otros. Que conformaban un grupo de entre diez y doce personas.
Recordó en el debate haber realizado trabajo esclavo en el sector "Diagramación", sin percibir remuneración alguna, junto a Ricardo Héctor Coquet, confeccionando un organigrama a partir de la información proveída por los oficiales, debiendo ubicar a los secuestrados que iban "cayendo", según el lugar que ocupaban dentro de la organización. Que también se desempeñó en el área denominada "Acción Psicológica", junto a otros secuestrados, entre ellos "Beto" Ahumada y su mujer y luego en la oficina de "Prensa", junto a Andrés Castillo.
Mencionó que fue llevado a algunos "paseos", que consistían en salidas por la ciudad, con el objeto de identificar a otros compañeros que estaban en libertad. Memoró, en particular, una oportunidad en que fue llevado en las mismas condiciones en que se encontraba dentro de la ESMA: vestido con un camisón de mujer y, además, de los grilletes le colocaron una bala de cañón.
Cubas refirió que fue autorizado a realizar un llamado telefónico a su familia, luego de ser interrogado por primera vez; que, posteriormente, el 10 de abril de 1.977, fecha del cumpleaños de su madre, pudo hablar con ella telefónicamente para saludarla y, finalmente, a fines de ese mismo mes y año.
Por último, recordó que fue autorizado a viajar a Venezuela junto con su pareja Rosario Quiroga, realizando el trámite para obtener el pasaporte con la colaboración del padre Grasselli.
Corroboran lo expuesto, en primer lugar, los numerosos testimonios recogidos a lo largo de la audiencia de debate, que dan cuenta del cautiverio compartido con Lisandro Raúl Cubas.
Nilda Noemí Actis relató que lo vio en "Capucha" y que supo que trabajaba en "Pecera".
Graciela Beatriz Daleo, respecto de quien se tuvo por probado que fue privada ilegalmente de su libertad el 18 de octubre de 1.977, refirió que compartió cautiverio con Lisandro Raúl Cubas y que, al momento de su secuestro, aquél hacía casi un año que estaba dentro de la ESMA. Recordó que tuvo trato con él durante todo el tiempo en que efectuó tareas en "Pecera"; que fue uno de los compañeros más cercanos y queridos y que cuando salió en libertad viajó a Venezuela, y allí vivió junto al damnificado y su compañera. También recordaron haber compartido trabajo esclavo con la víctima en ese sector, Ana María Martí y Susana Jorgelina Ramus.
Alberto Eduardo Girando y Pilar Calveiro, cada uno a su turno, expresaran que en enero de 1.978 y a fines de abril de ese mismo año, respectivamente, en oportunidad en que cada uno comenzó a trabajar en "Pecera", pudieron ver a Cubas; la segunda, agregó, que el damnificado ocupaba la última oficina, sobre el ala derecha del sector.
Asimismo, Miriam Lewin y Juan Alberto Gaspari, coincidieran en que la victima, junto a otros secuestrados, realizaba tareas en la oficina de "Prensa".
Idéntica afirmación efectuó Lila Victoria Pastoriza, quien expresó que trabajó en "Pecera" desde enero hasta octubre de 1.978, y ubicó a Cubas en ese sector. Además recordó que el damnificado ya estaba en la ESMA cuando fue privada ilegítimamente de su libertad, en octubre de 1.976 -según se ha tenido por probado oportunamente-.
Por su parte, Rosario Evangelina Quiroga, indicó que fue obligada a realizar trabajo esclavo en "Pecera" desde fines de abril de 1.978 hasta el día de su liberación y memoró que, cuando comenzó a hacerlo, ya estaba en esa sección Lisandro Raúl Cubas, a quien había conocido dentro de la ESMA, en enero de aquel año.
También el testigo Martín Tomás Gras reconoció, al prestar declaración en la audiencia de debate, que Cubas ya estaba cautivo en la ESMA cuando él fue secuestrado y que se vinculó posteriormente a "Pecera".
Tanto Graciela Beatriz García, como Lidia Cristina Vieyra, María del Huerto Milesi, Jaime Feliciano Dri, Alfredo Buzzalino, Silvia Labayrú y Miguel Ángel Lauletta, recordaron haber visto dentro de la ESMA a Lisandro Raúl Cubas, al igual que Rolando Pisarello, quien, agregó, vio a "Chito" Cubas en diferentes circunstancias.
Por otro lado, Ana María Soffiatini indicó que creía que "Chito" era Lisandro Cubas, y que cuando ella arribó al centro clandestino de detención, él hacía tiempo que estaba y fue quien le confesó que había visto a su compañero y que sabía que había "caído".
Al brindar su testimonio en el debate, Carlos Alberto García recordó que en el transcurso de 1.978, en oportunidad de una visita a la ESMA de organismos de derechos humanos, varios cautivos fueron llevados a una quinta propiedad de uno de los oficiales, y entre ellos, recordó a Lisandro Raúl Cubas.
Por su parte, Maria Eva Bernst de Hansen relató que cuando fue obligada a trabajar en la pecera, en la parte de "Archivo", Raúl Cubas, que también trabajaba alli, le pedia la información. Manifestó que le decían "Chita" y que trabajaba en la "Pecera", en una oficina que quedaba frente a la suya, donde realizaba tareas de redacción periodística.
Por último, Andrés Ramón Castillo manifestó que lo vio en la ESMA y que se encontraba allí cuando él llegó.
Asimismo, incluso el imputado Antonio Pernias, al momento de prestar declaración indagatoria, admitió haber mantenido alguna charla con la víctima, dentro de la ESMA.
Por otra parte, la víctima exhibió en la audiencia dos grilletes, que según, explicó, fueron extraídos de la ESMA por Maria Alicia Milia, en el momento en que viajó al Reino de España y toda vez que él lo hacía con destino a la República de Venezuela, la primera le solicitó si se los podía entregar, ya que temía que los controles de seguridad europeos fueran más estrictos.
Describió que se colocaba cada grillete en un pie, se cerraba con un candado que tenía el escudo de la Armada y desde allí salía la cadena que unía ambas extremidades.
Es dable destacar que además de la numerosa prueba testimonial reunida en el transcurso del debate, existen probanzas de mérito de índole documental, que han sido incorporadas a la audiencia y que permiten tener por cierto el hecho que nos ocupa.
A saber: el legajo n° 96 caratulado "Cubas, Lisandro" de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, y en particular las fotocopias de la tarjeta de identificación de la Asociación de Periodistas de Buenos Aires y del pasaporte, ambos a nombre de Lisandro Raúl Cubas (fs. 112) y un recorte periodístico de abril o mayo de 1.978, con una fotografía en que puede verse al damnificado, junto con el director técnico de la Selección Nacional, César Luis Menotti y Juan Carlos Rolón, con motivo de una entrevista llevada a cabo a raiz de la inminencia del mundial de fútbol (fs. 114) -dicho recorte fue además acompañado al debate por Cubas, en ocasión de prestar testimonio en la audiencia-.
Asimismo, la fotocopia de la carta suscripta por Monseñor Emilio Grasselli, fechada el 16 de enero de 1.979 y dirigida al padre Alfonso Naldi -de la parroquia San Antonio de Los Altos de la República de Venezuela-, solicitándole que prestara colaboración a Lisandro Raúl Cubas y Rosario Evangelina Quiroga, quienes se radicarían en ese país, apelando a "...su caridad en lo que puedan necesitar..." (fs. 119); el billete de pasaje y control de equipaje emitido por la empresa Aerolíneas Argentinas, a nombre de Lisandro Raúl Cubas, con destino a Caracas, del 17 de enero de 1.979 (fs. 125).
También merecen destacarse de un modo genérico, las constancias del Anexo del legajo antes mencionado, y en particular el informe secreto del Servicio de Inteligencia Naval, en que obran los antecedentes del damnificado, que da cuenta, entre otros aspectos, de su pertenencia a la agrupación "Montoneros", con nombre de guerra "Chito" y "Bocón" (fs. 64/6).
Asimismo, las constancias agregadas en la causa n° 13-169/84 caratulada "Cubas, Lisandro Raúl s/ habeas corpus preventivo" del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n° 1, Secretaria n° 2.
Cabe adunar a ello, las copias de los planos pertenecientes al interior de la ESMA, obrantes a fs. 112/7 del legajo CONADEP n° 6.974.
A este cuadro probatorio, deben sumarse los elementos de mérito acompañados al debate por la víctima; en primer lugar, los carnets, uno de periodista y otro correspondiente a la asociación gremial.
Además, exhibió un sobre que rezaba "Turismo SMM" con dirección en avenida Córdoba 1,674 de Capital Federal, el cual explicó, contenía en su interior los pasajes aéreos con los cuales salió del país, con destino a la República de Venezuela.
Asimismo, aportó una fotografía suya en la "avenida de la Felicidad" -frente al cuarto "17"-, extraída por Ricardo Coquet, alrededor de abril de 1,977, a fin de entregarla a su familia. Recordó que para la toma de esa fotografía, le habían quitado los grilletes y entregado un pantalón nuevo para que luciese mejor.
Por otra parte, el evento relatado fue probado en el marco de la sentencia dictada por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, en la causa n° 13/84, correspondiendo al caso individualizado con el número 399.
Por lo expuesto, cabe señalar como conclusión que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio.
10. Caso en el que resultó víctima Alejandro Monforte:
Ha sido legalmente acreditado que Alejandro Monforte fue privado ilegítimamente de su libertad el 10 de noviembre de 1.976, a la 1:30, aproximadamente, en circunstancias en que se encontraba durmiendo en su domicilio sito en Ttuzaingó n° 4.315 de la localidad de Munro, provincia de Buenos Aires.
En dicha oportunidad, y tras escuchar ruidos extraños en la puerta de entrada a su domicilio, salió, junto con su esposa, al patio, siendo sorprendido por un grupo de unas seis o siete personas vestidas de civil -algunas con chaleco antibalas-, quienes, blandiendo armas largas, manifestaron al damnificando que lo estaban buscando. Que lo obligaron a tirarse al suelo y le pisaron la espalda y la cabeza; mientras le ordenaron a su familia ingresar en una de las habitaciones, advirtiéndoles que se quedaran quietos. Que en total eran unos quince hombres los que coparon el domicilio.
Posteriormente, condujeron a Monforte a su dormitorio y mientras revisaban todo, lo colocaron mirando hacia la pared, con las manos apoyadas en ella. Finalizada esa tarea, fue encapuchado por sus captores con una camisa y empujado al interior de un rodado, entre el respaldo del asiento delantero y trasero.
Asimismo, quedó acreditado que fue posteriormente trasladado a la ESMA, donde al ingresar le reemplazaron la camisa que hacía de capucha por una venda y lo interrogaron acerca de la organización en que actuaba, el número y nombre de ella. Que al no obtener la respuesta deseada, lo hicieron desnudar, lo acostaron en un elástico de cama, lo ataron de pies y manos y le aplicaron electricidad en sus genitales, continuando con las preguntas de tono político; manifestándoles que era peronista.
Posteriormente, fue conducido a otro lugar, donde esposado por la espalda y engrillado, lo dejaron en el suelo. Que allí percibió música, conversaciones y risas y fue golpeado con puntapiés y trompadas, paseado por escaleras y pasillos y, en alguna ocasión, conducido a la "Sala de Torturas" donde lo dejaban largo tiempo sentado.
También ha quedado acreditado que el nombrado en dicho centro clandestino de detención fue sometido a sufrimientos físicos y psíquicos derivados de las condiciones inhumanas de alojamiento.
Alejandro Monforte fue liberado el 24 de noviembre de 1.976.
Las circunstancias de tiempo, modo y lugar que rodearan el secuestro, cautiverio y posterior liberación de Monforte, han sido legalmente probadas, en primer lugar, a través de los dichos elocuentes y directos de la propia víctima, los cuales fueron incorporados por lectura al debate, quien, además, señaló que dentro del centro clandestino de detención le fue asignado el número 39 y que por alimento recibió un vaso con caldo, un pan con un trozo de carne y, cuando pedía, agua. Recordó que orinaba en un balde y que le dejaron sacarse la capucha, en una ocasión, para lavarse la cara y en otra para afeitarse. Que cuando lo llevaban al baño, iba esposado por delante y engrillado.
Agregó que durante su cautiverio le tomaron una fotografía con los ojos cerrados, lo que advirtió, explicó, por el "clic" de la cámara y el destello del flash.
Señaló que escuchaba todos los días el ruido de los aviones y de los trenes que frenaban y volvían a arrancar.
Por otra parte, memoró que mientras estuvo allí se lo acusó de "hijo de puta", "montonero" y "comunista" y que cuando lo negaba, lo golpeaban.
Refirió que en un momento de su cautiverio permaneció en el "altillo" y que dormía sobre una colchoneta y usaba su calzado de almohada.
Señaló que el día de su liberación, lo llamaron por su número, lo tomaron de un brazo y le dijeron la noticia. Recordó que se puso a llorar y preguntó si era cierto. Que lo hicieron bajar por una escalera y un ascensor, le ordenaron sentarse, cerrar los ojos, lo vendaron y encapucharon. Luego lo subieron a un coche, le colocaron dinero en uno de sus bolsillos y, tras un trayecto, lo hicieron descender, le apoyaron un arma en la cintura y lo obligaron a permanecer sentado contra un árbol, le sacaron la capucha y le dijeron que cuente hasta cien y se saque la venda que cubría sus ojos.
Relató que así lo hizo y que al abrir sus ojos pudo ver que se encontraba en Retiro; dirigiéndose en tren a Munro, a la casa de una familia amiga.
Por último, manifestó que concurrió a la comisaría de Munro donde le tomaron una declaración, a los Tribunales de San Isidro por la denuncia radicada por su cónyuge, por privación ilegítima de la libertad y al Ministerio del Interior (fs. 48/50 del legajo n° 70 de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal).
Asimismo, tal aserto encuentra sustento en los dichos brindados en el debate por Patricia Beatriz Monforte, quien a la fecha del secuestro de su padre se encontraba en el domicilio familiar. Agregó que el día del hecho entraron a su habitación de una patada, despertándola con una ametralladora en la cabeza. Que a sus hermanos, en ese entonces, de 8 y 16 años, los pusieron contra la pared abiertos de pierna y le apuntaron a la cabeza.
Explicó que le pidieron sus documentos y que escuchó a su madre, que pusieron en el patio, gritar, como también a su padre, quien gritaba como consecuencia de los golpes.
Por otra parte, señaló que los vecinos llamaron a la policía, la que se hizo presente al otro día y que junto a su madre, presentó un habeas corpus y recorrió distintas morgues.
Asimismo, manifestó que su progenitor regresó del cautiverio con un estado deplorable, muy golpeado y demacrado, que tenía marcas de los grilletes y de la picana y que éste no militaba políticamente.
Por último, declaró que el día del hecho los captores se "robaron todo" de la habitación de su padre.
Por su parte, Javier Pedro Somoza relató en el debate que se enteró lo que sucedió con Alejandro Monforte el día posterior a su secuestro. Asimismo, refirió que cuando lo liberaron se presentó en su casa, muy lastimado y con la cara y las manos golpeadas. Recordó que estuvo un rato con él y que le dijo que quería ir a su domicilio. Agregó que cuando llegaron, todos se pusieron a llorar y que le manifestó que había estado cautivo en la ESMA.
Asimismo, lo afirmado encuentra correlato con el testimonio brindado en el juicio por Segundo Nicolás Vega, quien vivía en el fondo de la vivienda del damnificado, estando presente el día del secuestro. Relató que a la hora u hora y media de encontrarse los captores en dicho lugar, se presentaron en su habitación, lo obligaron a levantarse, a poner las manos en la nuca y lo golpearon en la cabeza. Agregó que luego ingresó a la cocina y observó a Monforte tirado en el piso y esposado por la espalda.
Explicó que lo obligaron a preparar café para todos, que luego de un largo tiempo finalizó el operativo y que los exhortaron a apagar todas las luces y cerrar. Que al rato escuchó un coche y al salir a la puerta no observó a persona alguna.
Señaló que cuando Monforte regresó del cautiverio, llegó a su domicilio alrededor de las 3:30, junto con un amigo. Recordó que tenía la cara y las muñecas hinchadas y que le manifestó que había estado en la ESMA.
Por otra parte, deben destacarse como prueba documental, las constancias obrantes en la causa n° 5.358/1.976 caratulada "Monforte, Alejandro s/priv. ileg. libertad" del registro del Juzgado en lo Penal n° 6 del Departamento Judicial de San Isidro, provincia de Buenos Aires; como asi también las glosadas en el legajo n° 70 caratulado "Monforte, Alejandro" de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional federal de la Capital federal, y en las actuaciones administrativas 206.848 de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, incoadas en virtud de la inasistencia del nombrado a su lugar de trabajo como consecuencia del cautiverio que sufrió.
Por lo expuesto, cabe señalar como conclusión que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio,
11. Caso en que resultaron víctimas Rodolfo Luis Picheni, Carlos Oscar Loza, Héctor Guelfi y Oscar Alberto Repossi:
Asimismo, ha quedado legalmente acreditado que Rodolfo Luis Picheni, Carlos Oscar Loza, Héctor Guelfi y Oscar Alberto Repossi fueron privados ilegalmente de su libertad el 16 de diciembre de 1.976, entre las 18:00 y las 18:30, aproximadamente, en ocasión en que se encontraban reunidos en el local del Partido Comunista sito en la calle Herrera 1.737, de esta ciudad.
En tales circunstancias, irrumpió en el lugar personal policial blandiendo armas cortas y largas, junto a otros sujetos que se hallaban vestidos de civil, ordenando a las victimas permanecer con las manos hacia arriba; mientras eran interrogados acerca de su actividad en el lugar y de su conocimiento acerca de la prohibición que imperaba en el país de tener militancia política. Acto seguido, fueron conducidos a un patio interno que se encontraba en el predio del local y colocados frente a una pared con las manos por detrás.
Que, posteriormente los damnificados fueron trasladados a la Seccional 30ª de la Policía Federal Argentina, donde previo tomarle sus datos personales y despojarlos de sus pertenencias, los interrogaron y los separaron; permaneciendo allí alojados hasta la madrugada, para ser nuevamente trasladados a otro lugar.
Que luego de encapucharlos e introducirlos uno encima del otro en la parte trasera de un vehículo tipo ambulancia militar, los condujeron a la ESMA, donde permanecieron clandestinamente privados de su libertad hasta el 6 de enero de 1.977. Que allí, los esposaron, encapucharon y les asignaron un número y fueron sometidos a sufrimientos físicos y psíquicos a fin de obtener información, consistentes en golpes y pasajes de corriente eléctrica, y a otros sufrimientos derivados de las condiciones inhumanas de alojamiento.
Asimismo, quedó demostrado, a través de las manifestaciones que el subcomisario de la mencionada dependencia policial le brindó a Guelfi, que el operativo fue montado por la Armada Argentina.
Las circunstancias de tiempo, modo y lugar en que tuviera lugar este suceso, han sido principalmente acreditadas en el debate a través de los testimonios elocuentes y directos de los propios damnificados, quienes recrearon los pormenores acaecidos en ocasión de sus detenciones, lo experimentado durante sus cautiverios y las circunstancias en que fueron liberados.
En ese sentido, Rodolfo Luis Picheni manifestó que durante 1.975 se desempeñó laboralmente en la Administración General de Puertos y que, por aquel entonces, en virtud del malestar entre los compañeros de trabajo, decidieron organizarse y crear un cuerpo de delegados por depósito; siendo elegido como el representante de uno de ellos. Que junto con sus compañeros Carlos Loza y Oscar Repossi, llevó adelante la tarea de formar una comisión interna para poder peticionar ante las autoridades y el sindicato.
Indicó que, a principios de 1.976, se observaba en el puerto más gente uniformada y personas de civil que desconocían; motivo por el que el 16 de diciembre de 1.976 decidió, junto con Loza y Repossi, reunirse luego de la jornada laboral en el local del Partido Comunista situado en el barrio porteño de Barracas, ubicado en la calle Herrera.
Refirió que a las 19:00, aproximadamente, de ese día, cuando se encontraban en la sede del partido, irrumpió personal uniformado de la Policía Federal, con un oficial al mando, quien portaba un arma corta y unos cuantos suboficiales, que llevaban armas largas. Que los hicieron parar, levantar las manos e interrogaron acerca de su actividad en el lugar y de si conocían la imposibilidad de tener actividad política, ya que estaba suprimida.
Indicó que tanto él como Repossi, Loza y Héctor Guelfi, que no era compañero de trabajo sino quien se encargaba de recibir a la gente y cuidar del local, fueron llevados a un patio interno y colocados frente a la pared con las manos por detrás, permaneciendo en esa situación hasta entrada la noche, cuando aparecieron tres personas vestidas de civil. Que uno de éstos era rubio, alto y con bigotes; el otro, morocho, con barba y vestido con jean y zapatillas y el último, de estatura baja y rubio; los cuales, manifestó el testigo, conversaron con el oficial policial a cargo. Refirió que luego los llevaron en un patrullero hasta la Seccional 30ª de la Policía Federal, ubicada a tres cuadras del local.
Destacó que en el fondo de dicho local, residía una familia, cuyos miembros pudieron observar el episodio y que, por temor a ser detenidos, no intervinieron.
Continúo relatando que una vez arribados a dicha dependencia policial le tomaron sus datos personales, lo despojaron de sus pertenencias y lo ubicaron en un pasillo de cara a la pared; separándolo de sus compañeros, de quienes desconocía su alojamiento.
Señaló que momentos más tarde, un oficial lo interrogó acerca del motivo por el que se encontraba ahí, a lo que le respondió que había sido traído del local. Que, finalizado el interrogatorio fue alojado en un calabozo, donde permaneció hasta casi entrada la madrugada; que al ser retirado de la celda, el hombre alto, rubio y con bigotes que había visto anteriormente, lo maniató con una cuerda.
Agregó que al salir de la seccional vio una ambulancia militar y minutos después fue encapuchado e introducido en la parte trasera de dicho vehículo, sobre otros cuerpos, los que, más tarde, reconoció como los de sus compañeros. De este modo lo trasladaron a otro lugar, del que sólo logró divisar que tenía una puerta bastante grande.
Que una vez en el lugar, le reemplazaron las ataduras que poseía en sus manos por esposas, le encadenaron los pies y lo encapucharon; asignándole, además y a partir de ese momento, el número 740.
Recordó que luego fue depositado en un banco, que se encontraba apoyado sobre la pared, en una habitación muy luminosa y con música a un volumen alto. Señaló que ese lugar era el "Sótano" y que allí comenzaron a golpearlo de manera indiscriminada a la par que lo interrogaban acerca de si era montonero, tenía contacto con ellos o si pertenecía al "PRT"; a lo que respondió que estaba afiliado al Partido Comunista y era delegado gremial.
Expuso que lo levantaron y lo condujeron a otro sector cercano, donde lo colocaron contra la pared y le dijeron que iba a ser fusilado y lo interrogaron acerca de si tenía necesidad de hablar con un sacerdote; a lo que el declarante omitió responder. Que escuchó un disparo y tras alterarse oyó risas y que le manifestaban "pero que mala puntería. Bueno, esta vez te salvaste, la próxima no creo que sea así".
Que nuevamente lo pusieron en el banco, donde permaneció un día, aproximadamente. Expuso que finalmente fue conducido, al igual que los otros detenidos en el local del partido, a un piso superior. Que los recibió una persona que tras preguntarles acerca de si habia estado en ese lugar y ante sus respuestas negativas, comenzó a golpearlo, a modo de recibimiento y con el fin de inmovilizarlo, con palos de goma y de madera y con otros elementos contundentes, en las piernas, los riñones y los hombros.
Indicó que finalizada la golpiza, lo depositaron sobre el piso, al fondo de un pasillo, hasta que alguien ordenó que le traigan una colchoneta.
Explicó que más tarde lo llamaron y que a raíz de ello, inocentemente se quitó la capucha y logró ver el lugar, a la par que fue observado por un guardia. Como consecuencia, lo llevaron, junto a otro guardia a un lugar más espacioso, donde, con otro guardia más, le sacaron la capucha y lo golpearon en el rostro mientras le manifestaban que si quería verlos, abriera los ojos y los mirara.
Recordó que los golpes en la cara se acrecentaron y lo interrogaron acerca de lo que había visto y con quien había hablado, que continuaron durante un largo tiempo hasta que recibieron la orden de bajarlo.
Señaló que lo llevaron al "Sótano", lugar que reconoció por el volumen alto de la música y por la gran luminosidad que percibía a través de la capucha. De allí, a un recinto pequeño en el que había otras personas; que el guardia que lo acompañaba le remarcó a otro que se encontraba en esa habitación "jefe, a éste le gusta mirar'.
Agregó que lo colocaron sobre una mesa y le sacaron la capucha, a la vez que le pidieron que los mirara, a lo cual se negó. Seguidamente le aplicaron corriente eléctrica en el pecho, mientras le repreguntaban acerca de a quien había visto o con quien habia hablado. Que este suceso se prolongó hasta que comenzó a toser, motivo por el que lo condujeron nuevamente a "Capucha". Indicó que en dicho lugar permaneció un tiempo que no puede precisar con exactitud y que una persona que se presentó como enfermero le quitó la capucha, previa advertencia de que no abriera los ojos, le limpió la cara y le sumistro una pastilla.
Adujo que en esa oportunidad le pidió agua, Al respecto, señaló que si bien todos pedían constantemente agua, ya que los castigos provocaban gran sudoración y, además, hacía mucho calor, los guardias no les daban, pasándose a veces uno o dos días sin ingerir líquido.
Supuso que, después de ser atendido por el enfermero, permaneció inconsciente, ya que perdió la noción del tiempo. Que, más tarde recibió la visita de una persona que lo puso de pie, le refirió que a su orden abriera los ojos, le tomó una fotografía y le puso nuevamente la capucha.
Asimismo, recordó que durante su detención no pudo ingerir bocado. Que, por la mañana, le suministraban un mate cocido con un pan y que alguna vez le ofrecieron un sandwich de carne, que rechazó, pues no podía comer.
Aseveró que los castigos eran terribles y continuos y que para ello utilizaban palos o cualquier objeto que tuvieran a mano; que estaban dirigidos a todos y, sobre todo, si te descubrían hablando o levantándote la capucha; que esto último los alteraba mucho. Al respecto, recordó que una vez lo golpearon con una botella de agua vacía y se la rompieron en el hombro.
Por otra parte, Picheni mencionó que el cuarto donde estaban alojados en "Capucha" era de aglomerado y lo compartía con un sacerdote y que, como consecuencia de las frecuentes visitas de los guardias, advirtió que las condiciones de detención de éste no eran las mismas que las de ellos.
Declaró que logró divisar que se encontraba último en una larga fila y que por la estructura edilicia que alcanzó a observar, se trataba de un lugar que no estaba preparado para tener detenidos, ya que no tenía laterales y había poco espacio con relación al techo.
Detalló, asimismo, que a su izquierda había boxes, dentro de los que se encontraba una colchoneta con un detenido sobre ella y, a su derecha, un pasillo libre, al final del cual habia un gran ventilador de tipo industrial.
Manifestó que frente a él estaba Carlos Loza y a su izquierda Repossi, Que, a su derecha vio a uno de sus guardias, al cual reconoció como tal por sus botas y pantalón de fajina color verde; aclarando que lo supo pues si bien permanecían encapuchados, al estar acostados podían hacer movimientos de cabeza y levantar su capucha. Señaló que, de esta manera logró ver, desde su altura, todo lo que lo rodeaba y que por ese motivo es que a los guardias solo logró observarlos de la cintura para abajo.
Asimismo, expuso que en "Capucha" había "habitaciones de privilegio", en las que se permitía permanecer sin la capucha y sin estar tirados en el suelo, aunque no pudo precisar si se encontraban esposados.
Agregó, que no logró identificar si en aquel lugar había jóvenes, pues lo único que veía eran cuerpos tirados en el piso, pero sí oyó llantos y gritos que podía afirmar eran de mujeres, jóvenes y ancianos. Memoró que allí había muchos detenidos que se quejaban, se lamentaban, una de ellas era una mujer que decía temer por la pérdida de su embarazo.
En cambio, con relación a los guardias, refirió, con seguridad, que se trataba de adultos.
Que en el "Sótano" había muchas personas, no solo detenidos sino también guardias, jefes de guardia u oficiales y que el tránsito de gente era continuo.
Asi también, manifestó que antes de la navidad, lo trasladaron a otro lugar, el cual determinó era "Capuchita" y que, tras subir por una escalera angosta, logró vislumbrar que se trataba de un espacio pequeño, que tenia en su centro un tanque de agua y que estaba menos vigilado que "Capucha". Agregó que había, a dos metros de donde yacía acostado, un ventiluz, que no pudo precisar si estaba cerrado o entreabierto o si era azul, y que al acercarse logró ver las avenidas Del Libertador y General Paz y advertir que se encontraba en un lugar que daba hacia el "Colegio Raggio".
Que en "Capuchita" solía haber poca gente y que iban de a uno o dos guardias, excepto un día, en el que una persona de mayor rango fue a hablar con ellos.
Memoró que al llegar allí le cambiaron la capucha y le colocaron una de color blanco. Que, tras realizar leves movimientos con su cabeza logró divisar, por debajo de su capucha, que a su izquierda estaba Oscar Repossi, a su derecha Carlos Loza y que también se encontraba allí Héctor Guelfi.
Recordó que después del 31 un guardia lo sorprendió hablando con Loza, por lo que fueron castigados una vez más y llevados nuevamente a "Capucha", Que allí lo colocaron en un box, desde donde observó que frente a él había dos boxes más, uno ocupado por una pareja y el otro por una sola persona. Que dicha pareja tenía un contacto distinto con los guardias, pues salían por la mañana y luego eran reintegrados por la tarde.
Picheni agregó que permaneció en ese lugar hasta el 5 de enero de 1.977, y que lo condujeron nuevamente a "Capuchita". Que allí sólo estaban los cuatro que habían sido secuestrados en Barracas y que en la madrugada del 6 de enero, lo bajaron y en una especie de hall le quitaron las cadenas y la capucha, le colocaron un antifaz y le manifestaron que iba a ser liberado.
Señaló que, acto seguido, lo subieron al asiento trasero de un automóvil, junto con Carlos Loza y lo llevaron hasta San Fernando, donde fueron finalmente liberados. En el viaje, recordó el declarante que uno de ellos dijo que ya tenían a Arrostito.
El testigo expuso que al salir volvió a su trabajo y estuvo en él por espacio de seis meses y que hasta 1.981 la familia continuó recibiendo llamados telefónicos.
Por otra parte, agregó que Guelfi en todo momento estuvo con ellos tres, es decir, que junto con Loza y Repossi fueron llevados a la comisaría 30ª, al "Sótano", a "Capucha" y a "Capuchita".
Relató que aquella persona que más fuertemente le golpeó la cara lo mencionaban con el seudónimo de "Sucio" y que el día que recibió la golpiza, éste último llamó a otro como "Jefe" y a otro le dijo "Parrilla" o "Parrillero". En "Capucha" cree haber oído los alias de "Rata", "Julia" "Chispa" y "Tigre" y en "Capuchita" solía haber poca gente, por lo que no recuerda sobrenombres utilizados.
El testigo agregó que no vio si se llevaron cosas del local del partido, aunque supuso que, probablemente, con posterioridad a su detención, ello ocurrió, toda vez que estando en el "Sótano" escuchó que los guardias les preguntaban si leían todos esos libros y para que lo hacían.
Por último, relató que al tiempo de su desaparición, su madre se contactó con la "Liga por los Derechos del Hombre" y junto a ésta presentó un habeas corpus y que, por tal motivo, supo más tarde, citaron al Comisario de la Seccional 30ª.
Por su parte, Carlos Oscar Loza manifestó en el debate que laboraba en la Administración General de Puertos y que en 1.975 crearon una organización para luchar por sus derechos, por lo que se reunían semanal mente para debatir todas sus problemáticas.
Mencionó que para aquel entonces militaba en el Partido Comunista y que el jueves 16 de diciembre de 1.976 estaba reunido, junto con Oscar Repossi, Héctor Guelfi y Rodolfo Picheni, en el local de dicho partido, sito en Herrera al 1700, del barrio porteño de Barracas, cuando, alrededor de las 18:00 aproximadamente, ingresó al local una delegación policial de la comisaría 3ª de la Policía Federal Argentina.
Señaló que los sacaron de la habitación donde estaban reunidos, los colocaron contra la pared y que cuando intentó hablar los golpearon en la espalda con la culata de una pistola. Que en dicha posición permanecieron hasta las 23:00 o 24:00, momento en el que apareció un grupo de personas vestidas de civil; entre los que recordó a un hombre alto, morrudo y con bigotes y al resto con aspecto desalineado, los que comenzaron a revisar y registrar el lugar, tirando cosas.
Al respecto, memoró haber presenciado una charla o discusión entre los que estaban vestidos de civil y los oficiales de policía y que mientras permanecieron en el local del partido éstos últimos se encargaron de golpearlos e informarles que quedarían detenidos mientras que los primeros revisaron el lugar.
Indicó que posteriormente y antes de la media noche fueron trasladados en un patrullero hasta la mencionada dependencia policial. Que allí los separaron; lo colocaron frente a una pared y lo despojaron de su documento y del llavero, reloj y dinero que llevaba consigo.
Que allí, la situación se revirtió, quedando subordinada la policía al personal de civil.
El testigo continuo relatando que a las 3 de la madrugada, aproximadamente, los sacaron de a uno de la dependencia policial, que él fue el primero y que los pusieron, uno encima del otro, en la parte trasera de una camioneta tipo ambulancia, atándoles los pies y las manos con una cuerda plástica con los pulgares libres y colocándoles una capucha.
Que de este modo fueron trasladados a un lugar que estimó no era muy lejano, pues viajaron por el término de media hora, aproximadamente. Que al arribar a destino, quien conducía el operativo mencionó la palabra "Setenio", los descendieron del automóvil, los pararon frente a una puerta y luego los hicieron bajar por una escalera hasta llegar a una especie de "Sótano".
Expresó que una vez allí les asignaron un número, con el que eran llamados y al que debían responder, ya que de lo contrario eran castigados. Que le adjudicaron el 738, a Guelfi el 739, a Picheni el 740 y a Repossi el 741.
Asimismo, señaló que al llegar al "Sótano" fueron sentados en un banco largo de madera, los esposaron a la espalda, les pusieron grilletes en los pies, los golpearon reiteradamente y los interrogaron. Recordó que les manifestaron que iban a ser fusilados y que en una oportunidad llamaron a Rodolfo Picheni, le gatillaron un arma y le dijeron que esa vez se salvaba porque no habia balas.
El declarante recordó que para ese entonces habían abandonado cualquier esperanza de continuar con vida.
Por otra parte, adujo que los interrogaban acerca de si eran integrantes de la Organización "Montoneros" y de la CGT de la resistencia y si habían participado en un atentado sucedido el día anterior a su detención en el ministerio o secretaria de planeamiento. Al respecto, recordó que los golpearon reiteradamente con el fin de que asumieran que efectivamente formaban parte de dichas organizaciones.
Que mientras eran torturados escuchaban música estridente, gritos, quejidos, señales de violencia y patadas. Detalló que también los hicieron parar en una pierna con las manos por detrás mientras les propinaban puntapiés y los golpeaban con un palo envuelto con una goma. Estimó que tantos golpes recibidos le deben haber producido un desmayo, pues no recordó nada más.
Mencionó que no pudo identificar a las personas que llevaron adelante esa tarea, porque permaneció encapuchado durante todo el tiempo que duró su cautiverio, aunque sí escuchó, mientras estuvo en el "Sótano" los apodos de "rata", "chispa", "sucio", "Julio", "tigre" y "rubio". Agregó que tampoco pudo identificar a otras víctimas, más que a Picheni, Guelfi y Repossi,
Señaló que posteriormente fueron conducidos por ascensor, a lo que reconoció como "Capucha" y que le colocaron esposas largas y cortas y que éstas últimas le quitaban movilidad y le causaban dolor al dormir.
Agregó que en dicho sector habia muchos detenidos y que tuvieron que yacer directamente sobre el piso, ya que no tenían colchoneta donde acostarse.
Recordó que los guardias los golpeaban permanentemente, propinándoles patadas en cualquier parte del cuerpo, como así también que les gritaban y les negaban la posibilidad de ir al baño y de tomar agua. Que eran hostigados y amenazados constantemente de muerte.
Asimismo, manifestó que en una ocasión fue acusado con Picheni de estar hablando, razón por la que ambos fueron castigados; recibiendo una fuerte golpiza en la cara.
Por otra parte, relató que fueron fotografiados. Que para tal cometido los hicieron levantar y quitarse la capucha, bajo la orden de no abrir los ojos hasta tanto ellos los autoricen y que al abrirlos vio la luz de un flash y que quien les sacaba la foto era un hombre de pelo morocho y cara redonda. Luego le cubrieron rápidamente la cabeza.
Posteriormente, junto con Guelfi, Repossi y Picheni fueron conducidos a un altillo, para lo cual atravesaron una escalera empinada; llegando a "Capuchita". Presumió que este cambio de lugar se produjo con anterioridad a la navidad, ya que estando en "Capucha" había escuchado a dos guardias hablar del partido que habían disputado Boca y River por el campeonato y él tenía conocimiento de que ese partido se jugaría antes de la navidad. Recordó que fue la primera vez que pudo ubicarse temporalmente, pues desde que fue detenido perdió la noción del tiempo y de su destino.
Por otra parte, el testigo relató que el único alimento que le suministraban era un mate cocido por la mañana y por la tarde y un pedazo de carne dentro de un pan y agua, como almuerzo y cena.
Asimismo, relató que dos o tres días antes de la navidad fueron conducidos a "Capuchita" y que ese lugar tenía un gran tanque de agua en el medio y ventiluces. Refirió que no había guardias y que esta circunstancia les permitió dialogar entre ellos. Que allí había siete detenidos, que estaba frente a la escalera, que a su derecha se encontraba Guelfi y a su izquierda Repossi y Picheni.
Refirió que en dicho sector les cambiaron la capucha gris que tenían y les colocaron otra de color blanca, que rezaba "Posible Franco", lo que indicaba que quedarían en libertad.
Así también recordó que el 1º de enero de 1.977 un guardia lo sorprendió hablando con Picheni con las capuchas levantadas y que a raíz de ello los golpeó con la base de una botella en la boca del estómago. Que de ahí fueron llevados nuevamente a "Capucha", permaneciendo entre tabiques hasta la madrugada del 6 de enero, en que fueron ascendidos nuevamente a "Capuchita", donde les dijeron que serían liberados. Al respecto, manifestó que la orden de ser castigados la dio uno de los jefes de guardia, uno de los "Pedros" y que por tener la capucha levantada pudo observar que era alto, morocho, con la cara picada de viruela y muy corpulento.
Continúo relatando que los bajaron y los colocaron frente a un sujeto que se identificó como de las Fuerzas Armadas que les manifestó que habían caído por ser colaboradores de los Montoneros, que los iban a tener controlados, que era su deber denunciar cualquier hecho que presencien sobre grupos terroristas o sus participantes y que podían hacer denuncias anónimas.
Que posteriormente les quitaron los grilletes, las esposas y la capucha, colocándole un antifaz en su reemplazo. Que escuchó que alguien dijo "éstos van en el jalean gris". Al respecto, refirió que lo pusieron junto con Rodolfo Picheni en la parte trasera del vehículo, en el que, además, iban dos personas, una conduciendo y la otra en el asiento del acompañante. Agregó que les hicieron colocar sus manos en el respaldo del asiento y que uno de ellos les manifestó que estaban nerviosos y que no hagan ningún movimiento porque los iban matar; retirando, seguidamente, el seguro a su arma.
Recordó que le devolvieron las pertenencias que le habían quitado en la comisaria al momento de su detención y comenzaron a dar vueltas con el automóvil, manifestándoles que los dejarían en la localidad de San Fernando. Que al llegar a dicho lugar, los hicieron descender del vehículo, les quitaron el antifaz y los exhortaron a salir caminando sin voltearse hacia el rodado. Al respecto, señaló que en ese momento pensó que los iban a ejecutar, pero luego sintió que el coche arrancó y dobló finalmente en la esquina.
Asimismo, memoró que antes de descender del coche, uno de ellos dijo "la tenemos a esa hija de puta de la Arrostito". Agregó que en esa oportunidad no le dieron mayor relevancia al comentario, ya que lo único que sabían era que estaba muerta.
Con relación a la liberación de Guelfi y Repossi, señaló que fueron puestos en libertad separadamente y que al tiempo de ser liberado se reintegró a su trabajo.
Carlos Loza también relató que estando allí alojado pudo identificar que se encontraba en la ESMA y que arribó a tal conclusión porque había movimiento de aviones y de trenes, razón por la que dedujo que, por el corto tiempo de viaje hasta allí, estarían cerca del Aeroparque. Además, señaló que a través de uno de los ventiluces logró ver los trenes del Ferrocarril General Belgrano, que Abriata le confirmó donde se encontraban y que allí logró determinar si se trataba del día o la noche.
También recordó que para la navidad los oficiales les regalaron un confite, que debió comer por debajo de la capucha.
Por último, el testigo expresó que su causa se inició inmediatamente después de su secuestro y que sus compañeros al día siguiente, el 17 de diciembre de 1.976, se presentaron en la comisaría 30ª solicitando se les informe acerca del paradero de los militantes detenidos.
Asimismo, el 20 de diciembre de ese año, hicieron presentaciones de habeas corpus ante la justicia y su madre, acompañada por unos amigos suyos, se presentó en el Ministerio del Interior y en distintas iglesias. Al respecto, indicó que en una oportunidad ésta junto con otros familiares fueron a la Capilla Stella Maris, ubicada sobre la avenida Comodoro Py, de esta ciudad y se entrevistó con Monseñor Graselli, quien luego de tomarle sus datos le expresó que "tenga fe y rece mucho".
A su turno, Oscar Alberto Repossi manifestó en el debate que en 1.973 comenzó a trabajar en la Administración General de Puertos y que al poco tiempo fue elegido como delegado del sector en el cual se desempeñaba. Que para ese entonces militaba en el Partido Comunista y mantenía reuniones en el local de ese partido llevando un itinerario de su lucha.
Relató que el 16 de diciembre de 1.976 decidieron junto con Loza, Picheni y Guelfi juntarse en la sede del partido. Una vez allí, siendo las 17:30 o 18:00 pudieron observar a través de la ventana del local que, repentinamente y por el pasillo, comenzaron a transitar oficiales de policía, pertenecientes a la Seccional 30ª ó 33ª, quienes portaban armas largas. Que minutos más tarde irrumpieron en el lugar que ellos ocupaban; los obligaron a poner contra la pared, los golpearon con las armas en las costillas y los interrogaron acerca de su actividad en ese lugar y si no les daba vergüenza leer los libros que allí tenían.
Explicó que allí estuvieron cautivos durante un tiempo, no pudiendo especificar la cantidad de horas y que más tarde llegaron unas personas vestidas de civil, de las cuales sólo recordó a uno que era morocho y a otro rubio de bigotes, no pudiendo aportar más datos sobre aquéllos. Agregó que los cuatro fueron trasladados a la mentada comisaria y que el procedimiento fue observado por muchas personas que se encontraban en las cercanías del local.
Que una vez en la dependencia policial, ante preguntas de Carlos Guelfi, el Comisario, de quien no recordó su nombre, le manifestó que desconocía los motivos de su detención y que era un asunto de la Marina. Que le quitaron el documento de identidad, los cordones de las zapatillas, un reloj y dinero en efectivo.
Asimismo, expuso que allí se quedaron por varias horas, que a la madrugada del día siguiente los sacaron a la calle y los tiraron de cabeza en una ambulancia pequeña, tipo "rastrojera", que pudo ver antes que lo encapucharan. También que le ataron los pies, supuso que con una soga y le esposaron sus manos. Que viajaron por una media hora, aproximadamente. Que al llegar, los bajaron del vehículo, sin quitarle la capucha y les dijeron que a partir de ese momento no tenían más nombre ni apellido y que serían un número, Al respecto, sólo recordó que a Repossi le adjudicaron el 741 y que al resto de ellos los que van del 738 al 740.
El testigo manifestó que entre varios comenzaron a golpearlo en el abdomen y que a Carlos Loza le propinaron golpes en la zona genital y a Rodolfo Picheni simularon fusilarlo, ofreciéndole previamente la posibilidad de hablar con un cura para que le de la bendición. Luego escuchó un disparo.
Continúo relatando que permaneció alli por varias horas, sin poder definir en qué momento del día estaba, pues en el lugar no habia ventanas y además aún se encontraba encapuchado. Que le trajeron un mate cocido y un pan duro, los que ingirió por debajo de la capucha.
Que posteriormente los sacaron de ese sitio y por un elevador los trasladaron a un piso superior; permaneciendo aún los cuatro juntos.
Agregó que al llegar alli, aún esposado, lo obligaron a quitarse la ropa y comenzaron a pegarle duramente; que lo hicieron parar sobre una sola pierna, mientras le propinaban reiterados golpes con una goma por detrás de la rodilla y luego sobre la otra. Recordó que cuando caía al suelo debía levantarse rápidamente, pues de lo contrario comenzaban a darle patadas.
Expresó que durante ese episodio lo interrogaron acerca de su orientación política y que al responderle que era comunista, le preguntaron si no le daba vergüenza. Que la golpiza se extendió hacia todos y que al finalizar con él, le dieron una camisa grande y sucia con mucho olor para que se vistiera. Manifestó que quedó de rodillas y que debió desvanecerse, pues refirió que "todo le daba vueltas".
Precisó que, en ese lugar oyó más voces, deduciendo que habia otras personas allí.
Asimismo, memoró que escuchó una voz que decía "Rodolfo levántate la capucha" y que, al obedecer, comenzaron a golpearlo de manera tan violenta que tuvieron que solicitar asistencia médica, pues le sangraba la nariz y los oídos; según escuchó decir del profesional.
Posteriormente, lo hicieron levantar, tomar con sus brazos los hombros del que tenía adelante y tras caminar unos diez o doce pasos y quitándole las esposas, pasó al baño. Añadió que antes de que llegara su turno, uno de los guardias le apoyó su arma en el cuello, lo interrogó sobre si sentía miedo y lo golpeó con la culata en sus costillas; agregando que ellos eran los que decidían sobre su destino en ese lugar.
El testigo señaló que una vez en el baño se quitó la capucha y al ver su rostro no se reconoció. Al respecto, indicó que estaba demacrado a pesar del poco tiempo transcurrido desde su detención y que infructuosamente, por tratarse de un área cerrada y sin ventanas, trató de reconocer el lugar.
Asimismo, expuso que en una oportunidad solicitó permiso para bañarse; que lo bajaron del altillo y que al llegar le sacaron la capucha, le hicieron abrir los ojos y un sujeto de estatura baja, lo interrogó acerca de por qué se encontraba allí y que al referirle que el motivo era su ideología comunista aquél le manifestó que saldría del lugar.
Asimismo, expuso que cada vez que deseaban orinar debían pedir un balde, que era usado por el resto de los detenidos. Al respecto, recordó que en una ocasión que pidió dicho objeto, comenzaron a golpearlo con una goma en los hombros, los brazos y luego en otras partes del cuerpo.
Continúo relatando que al salir del baño volvieron a ubicarlo en el piso y que, como consecuencia de la visita de un superior, le trajeron una colchoneta para acostarse. Supuso que estaba recostado en una especie de box de madera prensada o de algún material similar, ya que con sus manos podía tocar los extremos y que por lo reducido del espacio, se encontraba separado de sus compañeros. En ese lugar, escuchó gritos de una mujer embarazada que estaba siendo golpeada y que a uno de los detenidos lo llamaban "padre".
Por otra parte, memoró que estando alli le tomaron una fotografía, para lo cual le ordenaron que se quite la capucha y permanezca con los ojos cerrados hasta que le hagan saber lo contrario. Que al abrirlos logró ver que quien le tomó la foto o quien estaba al lado de aquél, era un hombre vestido completamente de negro y con una gran cruz en el pecho. Remarcó que todas las actividades eran llevadas a cabo con la capucha puesta.
Asimismo, manifestó no poder especificar el tiempo que permaneció alli, pero sí recordó que los días previos a la navidad, lo hicieron levantar junto con Loza, Guelfi y Picheni y los llevaron a otro sector. Que le reemplazaron la capucha por una de color blanca o crema la cual rezaba la inscripción "posible franco", que no pudo ver. Que subieron por una escalera angosta y les dijeron que estaban yendo a un lugar de privilegio; percibió que de su lado izquierdo caía agua, por lo que pensó que iban a ser ahogados.
Agregó que al llegar al lugar, oyó que alguien decía "muchachos, están en la Escuela de Mecánica de la Armada, levántense la capucha, no hay ningún guardia". Que recordando lo acontecido con Picheni, no quiso quitarse la capucha, mientras que éste y Loza se las sacaron. Quien les hablaba se presentó como Hernán Abriata y seguidamente les hizo saber que se quedaran tranquilos y que iban a salir.
Asi también, refirió que por una pequeña ventana, cuyo vidrio estaba roto y con una madera caída, observó el exterior del lugar, pudiendo ver la ruta y el Ferrocarril General Belgrano.
Expuso que le daba mucho temor levantar su capucha, razón por la que casi no realizaba esta acción y que, en cambio, Loza y Picheni eran los que más hablaban con Hernán Abriata y recordó que en una oportunidad al ser descubiertos por un guardia, se los llevaron para ser castigados e incomunicados en un sitio diferente al de ellos. Que en el lugar se quedó sólo con Guelfi y Abriata.
Manifestó el declarante que tenía cierta dificultad para determinar la fecha en la que se encontraba como así también el paso del tiempo. Señaló que al principio, para conocer los dias que transcurrían, contaba cada mate cocido que le daban y que, en alguna ocasión, como almuerzo, les ofrecían estofado con pan duro y otro mate cocido a la tarde o noche.
Recordó que para la navidad, los guardias le obsequiaron un bombón o un caramelo y que el día anterior a esta festividad y al Año Nuevo, lo esposaron por la espalda, siendo que comúnmente estaban esposados hacia delante.
Memoró que el ó de enero sólo se encontraba con Guelfi y Loza, ya que Picheni no habia sido reintegrado del castigo impuesto. Manifestó que se presentaron en el lugar unos guardias y se llevaron a los dos primeros. Que a él lo hicieron quedar y sintió que alguien le pisaba la cabeza, a la vez que le ordenaba que se despierte y se siente. Que le dio un mate cocido con un pan duro para que ingiriera. Pensó que sería uno al que llamaban "El sucio", porque era muy malo.
Relató que posteriormente, tras golpearlo en la espalda, le hizo limpiar las migas de pan que se le habían caído y comérselas; golpeándolo nuevamente y tirado en el piso le pasó sobre el pecho un objeto, que según le pareció tenía forma cilindrica y lo lastimó mucho.
Que al tiempo escuchó que gritaron su número, el 741, y le dijeron que se apresure, que iba a quedar en libertad. Lo sacaron afuera y lo pusieron en el piso de un automóvil; escuchando que alguien gritó "Dale tigre que nos vamos al río" o una frase similar. Que ante esos dichos supuso que lo iban a arrojar al río. Explicó que ante distintas preguntas, les refirió que vivía en San Miguel y que el ferrocarril que llegaba hasta alli era el "San Martin".
Narró que lo dejaron en Caseros y le dijeron que al bajar salga caminando, sin voltear y que nunca contara a nadie lo sucedido; le quitaron las esposas, le devolvieron el reloj y su documento, todo lo cual le habia sido retenido en la comisaría y le dieron algo de dinero para viajar en el tren. Con relación a la camisa, el paraguas y la campera, que le habían sido retirados en la ESMA, no le fueron reintegrados.
Por otra parte, indicó que durante los 21 dias que duró su cautiverio, su familia y amigos presentaron varios habeas corpus ante la justicia y que su cónyuge fue a hablar con un cura que estaba en una iglesia perteneciente a la Marina, no obteniendo respuesta alguna. Que también distintas agrupaciones por los derechos humanos realizaron presentaciones.
Por último, declaró que a la semana de haber salido de su cautiverio retomó su actividad laboral y continuó con su tarea gremial; no volviendo a sufrir amenaza y recordó haber escuchado mientras permaneció cautivo el seudónimo de "tigre".
Se aduna a lo expuesto las declaraciones prestadas por Héctor Guelfi (fs. 46, 60/2 y 173/7 caratulado "Picheni, Rodolfo Luis y otros"), incorporadas por lectura al debate, quien manifestó que militaba en el Partido Comunista y cumplía tareas partidarias en la sede sita en Herrera 1.737, de esta ciudad. Que el 16 de diciembre de 1.976, se reunió por cuestiones sindicales con trabajadores de la Administración General de Puertos, conviniendo con algunos de ellos en concurrir por la tarde a dicha sede.
Expresó que mientras se encontraba en el mencionado local partidario y siendo las 18:30 irrumpió personal policial uniformado, con armas largas y de civil, quienes los exhortaron a colocar las manos hacia arriba. Que posteriormente los ubicaron separados en un patio interno, custodiados por un policía.
Asimismo, manifestó que el Subcomisario de la Seccional 30ª luego de interrogarlo sobre lo acontecido, le hizo saber que la Policía Federal no tenía nada que ver y que cumplían instrucciones de la Armada Argentina.
Señaló que el personal vestido de civil comenzó a revisar las instalaciones, según dijeron en busca de armas, que no hallaron.
Agregó que aproximadamente a las 23:00 junto con Rodolfo Picheni, Carlos Loza y Oscar Repossi fue obligado a ascender a un patrullero y conducido a la mencionada dependencia policial. Que alli los separaron nuevamente y les retuvieron la documentación, el reloj, las llaves y el dinero que portaban; permaneciendo hasta las 02:00.
El declarante continúo relatando que los sujetos de civil que habían estado en el procedimiento se los llevaron de a uno afuera de la comisaria y que cuando llegó su turno, el Subcomisario le reiteró que nada podía hacer, puesto que se trataba de la Marina. Que en la via pública, le colocaron una capucha negra grisácea que le cubría hasta una parte del pecho, lo llevaron hacia un vehículo blanco tipo "asistencia" y previo maniatarlo con una soga lo hicieron ascender y acostarse junto a sus tres compañeros, para, una vez arriba, atarle los pies.
Indicó que dentro del rodado les recomendaron no gritar, puesto que de ser así los matarían y que en el lapso de media hora llegaron a un lugar del que sólo pudo describir un salón grande con música fuerte, al que llegó tras descender por una escalera. Que allí lo acusaron, en tanto lo torturaban pinchándolo con una aguja, de pertenecer a la agrupación "Montoneros", afirmación que fue negada, haciéndoles saber que comulgaba con el Partido Comunista.
Añadió que en ese momento escuchó que Picheni fue sometido a un simulacro de fusilamiento, disparándole un tiro, previo interrogarlo acera de su última voluntad, para luego expresarle "te salvaste porque te erré".
Asimismo, adujo que las sogas de las ataduras que poseía fueron reemplazadas por esposas y grilletes. Que por el tiempo transcurrido calculó que estuvieron ahí hasta la noche. Indicó que luego fueron conducidos en un ascensor hacia un piso superior, donde los recibieron con golpes de manos, puntapiés y garrotazos envueltos en goma. Que dicha golpiza duró entre media y una hora.
Señaló que luego los trasladaron a un lugar donde los acostaron en unas cuchetas y cada tanto eran golpeados y pisados. Que le asignaron un número, el cual pusieron en un "taquito" a los pies de su colchoneta y los exhortaron a olvidarse de sus nombres. No le permitieron ducharse sino tan sólo concurrir al baño. Acotó que a pesar del peligro que significaba, se levantó la capucha y pudo observar que a su alrededor habia no menos de treinta personas en su misma situación.
Recordó que en ese sitio el calor y el hedor eran sofocantes.
Declaró que a los diez o doce días junto con sus compañeros y otros detenidos fueron cambiados de lugar, siendo conducidos por una escalera, de la que recuerda diecisiete escalones, a un piso superior; un altillo de, por lo menos, unos diez o doce metros, casi cuadrado, con techo a dos aguas, con unos ventiletes al nivel del piso, de 40 x 70 cms. y vidrios pintados de azul verdoso y en el centro un gran tanque de agua, de cemento, de unos 0,80 cms. de alto.
Aclaró que si bien permaneció siempre encapuchado, alli pudo correrse la capucha y llegó a divisar, a través de una raspadura que presentaba uno de dichos vidrios, la avenida del Libertador General San Martin y el puente de la avenida General Paz, como también que pudo percibir el ruido de aviones y el paso de trenes.
Asimismo, recordó que mientras estuvo allí le daban, por la mañana y la tarde, mate cocido con pan y al mediodía y a la noche, un pedazo de carne en sandwich y una botella de agua.
Expresó que por las noches la guardia les ataba las manos por detrás como también que alli les permitían bañarse y afeitarse, para lo que podía sacarse la capucha. Que ésta fue reemplazada por otra gris clara, "más fresca", la cual rezaba "posible baja"; interpretando que podía existir la posibilidad de que los "largaran".
Indicó que allí permanecieron siete u ocho días, hasta que a las 02:00 del 6 de enero de 1,977 los condujeron, individualmente, supone que a la planta baja, donde luego de amenazarlos para que no denunciaran lo que había pasado bajo pena de ser "liquidados" si caían por segunda vez, le colocaron unos anteojos negros en reemplazo de la capucha, lo obligaron a ascender, junto con otro secuestrado, a un automóvil en el que iban dos sujetos vestidos de civil, sin armas a la vista, y luego de unos quince minutos, previo entregarle la cédula, las llaves y el dinero secuestrados en la comisaria, lo hicieron descender y caminar unos quince pasos sin mirar hacia atrás; retirándose el vehículo del lugar. Que siendo las 03:00 y al advertir que se encontraba en los bosques de Palermo, se dirigió en taxi hacia su domicilio.
Por último, recalcó que todos los días era torturado, en distintas horas del día, al igual que otros detenidos y que de acuerdo a lo que observó pudo asegurar, una vez en libertad, que permaneció secuestrado en la ESMA.
Sumado a ello, corrobora lo expuesto en relación al procedimiento, Rubén Darío Martínez quien señaló que para diciembre de 1.976 laboraba en la Administración General de Puertos junto a Carlos Loza, Oscar Repossi y Rodolfo Picheni, con quienes, además, compartía una actividad gremial dentro de la empresa.
Relató que el hecho que afectó a estos últimos ocurrió para esa época y que ese dia habían concertado una reunión gremial en el local del Partido Comunista, sito en la calle Herrera, del barrio porteño de Barracas. Que la convocatoria era a las 1 8:00 y que siendo las 18:20 o 18:30 cuando se disponía a bajar del colectivo, observó un patrullero estacionado en la puerta de dicho local.
Al respecto, señaló que se bajó en la esquina, caminó hacia allí y al llegar vio al vehículo policial y a tres o cuatro agentes policiales uniformados que portaban armas largas que entraban y salían del local. Que ante esta situación, siguió de largo y sin detenerse llegó a la esquina opuesta; regresando a la puerta del lugar y al vislumbrar que el movimiento continuaba, se retiró.
Por último, expresó que hizo algunos llamados contando lo sucedido y que al día siguiente fue a las casas de Carlos Loza y Oscar Repossi, sitas en los partidos bonaerenses de Morón y San Miguel y que durante el tiempo que permanecieron desaparecidos realizó varias actividades para poder liberarlos, como presentarse en la "Liga Argentina por los Derechos del Hombre"; generándose un movimiento para conocer el paradero de sus compañeros.
Asimismo, lo relatado por Aldo Sergio Medina, cuya declaración obra glosada a fs. 126/7 del legajo n° 43 caratulado "Picheni, Rodolfo Luis y otros" de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal, la que fue incorporada por lectura al debate, quien manifestó que desde 1.975 hasta febrero de 1.982 se domicilió junto a su familia en Herrera 1.737, de esta ciudad, lugar donde funcionaba un local del Partido Comunista y se desempeñaba como casero junto a su esposa. Recordó que el 16 de diciembre de 1.976, siendo alrededor de las 17:30 o 18:00, arribó a la vivienda un grupo de policías uniformados de la Policía Federal y que luego de un recorrido de su lugar de residencia por parte de un oficial, le manifestó que se quedara alli; quedando un agente uniformado en su puerta.
Agregó que transcurridas una hora y media a dos horas llegó al lugar un sujeto vestido de civil que se presentó como subcomisario, a quien conocía del barrio. Que luego de interrogarlo, le hizo saber que conocía de vista a los cuatro detenidos, sabiendo que uno de ellos se apellidaba Guelfi. Que una hora después ingresaron al lugar más sujetos vestidos de civil y que entre las 21:30 o 22:00 la policía retiró del lugar a los demorados
Por último, recordó que posteriormente se presentaron 20 o 30 soldados de fajina, pertenecientes a la Infantería de Marina, los que cargaron todos los efectos, papeles y mobiliario que había en el local del mencionado partido en seis o siete camionetas de color verde, se retiraron y luego regresaron a retirar el resto de los bienes.
Asimismo, debe adunarse el testimonio de América Piña de Alfieri, incorporado al debate por lectura y glosada a fs. 144 del mencionado legajo n° 43, quien observó el momento en que sujetos, vestidos con ropa que aparentaba ser del Ejército, sacaban del local a Héctor Guelfi y a otras personas y las hacían ascender a empujones a un automóvil "Ford Falcón".
También, como prueba documental debe destacarse de manera genérica las constancias documentales obrantes en la causa n° 14.414 caratulada "Picheni y otros s/damnificados por privación ilegal de la libertad" del registro del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal de Instrucción n° 15 de esta ciudad, -identificada como legajo n° 43-, en particular el recurso de habeos corpas y su ampliatoria interpuestos en favor de Picheni, Loza, Guelfi y Repossi (fs. 1/4 y 5/8).
De la clandestinidad que rodeó el procedimiento y detención dan cuenta las constancias obrantes a fs. 12 y 15 del mentado legajo, en las que el Comisario de la Seccional 30ª, informa acerca de la inexistencia de constancias de la detención de Picheni, Loza y Guelfi, como así también de algún allanamiento efectuado por personal de esa dependencia policial en la vivienda sita en Herrera 1.737; a fs. 77 y 107, y el certificado de fs. 112.
Asimismo, hemos de destacar las constancias obrantes en la causas n° 247/76 caratulada "Recurso de habeas corpus interpuesto por Esteban Arturo Repossi a favor de Oscar Alberto Repossi" del registro del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal de Sentencia Letra "V", Secretaria n° 30 y n° 2.925/76 caratulada "Repossi, Oscar Alberto s/ habeas corpus" del registro del Juzgado Nacional de 1ª Instancia en lo Criminal y Correccional Federal n° 4 de la Capital Federal; en particular las de fs. 1, 8, 9 vta., 10 y 12 vta„ y 8, 9, 10, 11 y 12, respectivamente; y n° 2940/76 caratulada "Picheni, Rodolfo y otros s/ habeas corpus" del registro del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal y Correccional Federal n° 4 de la Capital Federal.
Por lo expuesto, cabe señalar como conclusión que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio.
12. Caso en que resultó víctima Silvia Labayrú:
Se tuvo por probado que Silvia Labayrú fue privada ilegítimamente de su libertad el 29 de diciembre de 1.976, a las 18:15, por un grupo de cuatro personas, en la intersección de Azcuénaga y Juncal, de esta ciudad.
Que los captores salieron del el interior de un comercio y se abalanzaron sobre la damnificada, trabándose en un forcejeo. Que en el operativo también participaron dos o tres coches y una camioneta camuflada como destinada al reparto. Posteriormente fue introducida en el asiento trasero de un automóvil marca "Ford" modelo "Falcon" y trasladada a la ESMA.
Que en el centro clandestino de detención, le asignaron el número 765. Fue conducida al "Sótano" y alojada en un "Cuartito" en el que aguardaban otros oficiales, donde la desnudaron, ataron a un camastro metálico y, a pesar de su estado de gravidez, la golpearon con un palo, interrogaron y le aplicaron pasajes de corriente eléctrica en especial en los pies y piernas. Dicha situación se prolongó hasta la media noche; intercalando entre preguntas, golpes y la aplicación de la "picana eléctrica". Los interrogatorios fueron dirigidos puntualmente a averiguar sobre el paradero y demás datos personales de su marido, su cuñada Maria Cristina Lennie y respecto de otras personas conocidas de la victima.
Que como consecuencia de la sesión de torturas, Silvia Labayrú reveló la dirección de una vivienda que habitó junto a su marido, situada sobre la calle Uriburu, de esta ciudad. Que ese lugar fue allanado por los miembros de la UT, quienes robaron los objetos que en el mismo habia como también una camioneta, perteneciente a su suegra, que se encontraba aparcada en el lugar.
Asimismo, se tuvo por acreditado que con posterioridad a producirse el secuestro de su familia política Lennie, fue interrogada por miembros del Ejército con el fin de obtener datos sobre María Cristina Lennie y que fue conducida al "Sótano" y obligada a escuchar la sesión de tortura a la que estaba siendo sometida su cuñada Sandra Lennie, de 17 años de edad.
También se tuvo por probado que en el primer cuarto en el que fue alojada Silvia Labayrú permaneció por veinte días, luego fue trasladada a "Capucha" y colocada sobre el piso en una cucheta. Que en esas condiciones permaneció por cinco meses hasta que fue colocada en una cama y finalmente, luego de dar a luz, fue puesta en un "Camarote".
Asimismo, se acreditó que Silvia Labayrú fue sometida a sufrimientos físicos y psíquicos derivados de las condiciones inhumanas de alojamiento, debiendo permanecer todo el día tirada en una colchoneta colocada en el piso, con grilletes y esposas, siendo obligada a hacer sus necesidades fisiológicas en un balde y delante del resto de los detenidos, soportar una música incesante y recibir un mate cocido y un bife "naval" (consistente en un pedazo de pan con un bife congelado). Que durante los cuatro meses que duró su embarazo, mientras se encontraba cautiva en dicho centro de detención, no recibió atención médica y dio a luz casi un mes más tarde al 6 de abril, fecha probable del parto. Que su hija Vera, nació el 28 de abril de 1.977, a las 6:50 en una habitación ubicada en el tercer piso del "Casino de Oficiales", que había sido habilitado para que la damnificada diera a luz. Que en ese momento fue asistida por un médico del Hospital Naval y dos compañeras, Mercedes Carazo y Susana Burgos. Asimismo, la niña no fue atendida por ningún profesional de la salud.
Finalmente, se probó que la recién nacida fue entregada a la familia de la damnificada y también que fue inscripta en el registro civil por un miembro de la UT, el que para tal cometido utilizó un documento falso, bajo la identidad del marido de Labayrú. Que aquélla lo acompañó hasta dicha dependencia pública, aguardando en el automóvil.
Que el certificado de nacimiento de Vera fue confeccionado por un médico de nombre Jorge A. Vázquez, que se encontraba cautivo en la ESMA. Que allí se consignó que el natalicio tuvo lugar el 18 de mayo de 1.977, en el domicilio del padre de la damnificada.
Se tuvo por probado también que, como parte del "proceso de recuperación" al que la sometieron, fue obligada a realizar trabajo esclavo y que en febrero o marzo fue conducida al "Sótano" y exhortada a realizar traducciones en francés e inglés de artículos de prensa extranjera. También debió realizar tareas forzosas como secretaria en la casa situada en Besares 2025, en el barrio de Saavedra, de esta ciudad, donde se estaba montando la empresa "Multivisión S.A.". Asimismo, debió presentarse en varias ocasiones ante la oficina de la calle Cerrito.
Se acreditó que durante cinco meses desarrolló trabajo esclavo fuera de la ESMA y que al finalizar la jornada, en ciertas oportunidades regresaba al centro clandestino de detención y en otras fue autorizada a pasar la noche en la vivienda de sus progenitores.
También, que durante su cautiverio la autorizaron a realizar visitas a su familia y a su hija, siempre en compañía de los oficiales de la UT y que en oportunidad de ser llevada a una quinta ubicada en la provincia de Buenos Aires, con el fin de ver a la pequeña, el oficial que la escoltaba intentó abusar de ella.
Que al tiempo, Silvia Labayrú fue autorizada a pernoctar durante tres días en casa de sus padres, siendo su progenitor el garante de que cumpliera con lo impuesto.
Se comprobó que también fue conducida a la República Oriental del Uruguay varios meses después de haber sido secuestrada, con el fin de encontrarse con su marido y que mientras estuvo en el mencionado centro clandestino de detención fue conducida a la sede central de la Curia, ubicada en la avenida Quintana, en la que se celebró una reunión de la que participó el obispo de origen francés L'Febres y con quien la victima debía mantener una entrevista.
Asimismo, los sábados por la tarde, Silvia Labayrú era obligada a participar en reuniones a las que asistían curas y mujeres de la alta sociedad argentina.
Por otra parte, se comprobó que en 1978 fue conducida a una escribanía ubicada en la esquina de una calle muy céntrica de esta ciudad, donde le confeccionaron un documento de identidad falso a nombre de Maria Soler de Arriaga y seguidamente, fue llevada hasta otro lugar donde la obligaron a firmar, bajo esa identidad, unos papeles utilizados en una transacción de compra-venta de una propiedad ubicada en la localidad de Tigre.
También fue obligada en varias ocasiones, a cenar fuera de la ESMA, en compañía de los oficiales de inteligencia de la UT y a participar en las tareas de infiltración que estaba realizando uno de los oficiales en un grupo de derechos humanos de la iglesia de Santa Cruz, debiendo simular ser su hermana. Que en el marco de esas tareas fue conducida a la Plaza de Mayo y a otras reuniones que se celebraron en la casa de Remo Berardo, que era integrante de ese grupo, ubicada en la zona de La Boca.
Que el operativo de secuestro de algunos integrantes de dicho grupo se llevó adelante en cuatro ejecuciones, que ocurrieron en dos o tres dias, entre el 8 y 10 de diciembre, conforme se tuvo por probado en este mismo pronunciamiento.
Se comprobó que uno de los secuestros ocurrió en la iglesia Santa Cruz. Que ese mismo día, la damnificada fue conducida a un bar ubicado en Paseo Colón y Belgrano de Capital Federal, y se le advirtió que se llevaría a cabo otra detención. Finalmente los captores se abalanzaron con escopetas y armas largas sobre la mesa en la cual estaba el grupo de 4 hombres que resultaron víctimas de secuestro.
También se produjo el secuestro en la casa de Remo Berardo en La Boca, siendo capturado el dueño de la vivienda. Por último, se secuestró de manera aislada a Leonnie Duquet y a Azucena Villaflor. Que en toral se detuvieron a 12 personas.
Finalmente, a partir del 16 de junio de 1.978 fue sometida a un régimen de libertad vigilada, momento en que viajó hacia la ciudad de Madrid, Reino de España, con pasajes suministrados por sus captores. Que allí debió reportarse con determinadas personas a quienes debía ver y explicar donde estaba y recibió visitas, llamados telefónicos y cartas por parte de los oficiales de la UT. Su padre y su familia política también sufrieron el control de esos oficiales en sus propias casas.
Las circunstancias de modo, tiempo y lugar en que aconteció el secuestro, cautiverio en el centro clandestino de detención que funcionó en la ESMA y posterior liberación, se encuentran probadas en primer término, a través de los dichos elocuentes y directos de Silvia Labayrú.
Relató que supo de inmediato que fue ingresada a la ESMA pues desde el momento de su secuestro fue conducida con la cabeza descubierta, logrando divisar que el rodado se desplazó por Figueroa Alcorta hasta la entrada del mencionado centro clandestino de detención, donde le colocaron una capucha y la arrojaron al suelo del automóvil. Refirió que mientras permaneció en el cuarto donde fue torturada, durante veinte días escuchó, día y noche, los gritos de los otros secuestrados que eran ingresados diariamente a ese lugar.
Agregó, que si bien los cautivos tenían prohibido ingresar a los cuartos de tortura, pudo percibir los sufrimientos físicos y psíquicos a los que otros habían sido sometidos a través de la expresión de su rostro.
Silvia Labayrú relató que, durante su cautiverio, se sintió una "muerta en vida'\ pues su vida podía terminar de un momento a otro, dependiendo del capricho o cambio de opinión de los oficiales a cargo. Que vivía en una angustia constante, porque, además de estar cautivos, estaban privados de todo tipo de derechos.
Que lo único que sus captores querían de ella era a su "mercancía", refiriéndose a su hija, ya que a ella no la consideraban siquiera un ser viviente. Al respecto relató que cuando se produjo la entrega de su hija Vera a su madre, fue conducida en un convoy de tres automóviles hasta la iglesia ubicada en la intersección de Juramento y Vuelta de Obligado, en compañía de Mercedes Carazo y otros oficiales. Que en ese lugar la hicieron ascender al rodado a su progenitora y luego de varias vueltas, ésta debió tomar en brazos a la niña y descender del vehículo, tomarse un taxi e irse del lugar.
Asimismo, mencionó Silvia Labayrú que hizo inscribir a su hija consignando como fecha de nacimiento el 18 de mayo de 1.977, en honor al día en que su cuñada María Cristina Lennie, fue secuestrada y murió. Recordó que volvió a ver a su hija luego de dos meses de la entrega a su familia, que el encuentro tuvo lugar en una quinta ubicada en la provincia de Buenos Aires, donde permaneció con la niña por el lapso de 3 o 4 días.
Asimismo, memoró que estando en casa de sus padres, los oficiales del GT la llamaban por teléfono y la iban a buscar sin importar el horario. Refirió que esa actitud formaba parte del estado de incertidumbre en el que vivían los secuestrados. Aseguró que no sabían que podía suceder a cada momento. Refirió que dicha situación se prolongó durante el año y medio en que estuvo secuestrada, como también luego de su liberación.
También mencionó que si bien su familia política había sido liberada y se encontraban fuera de los límites de la ESMA, continuaban siendo rehenes y permanecían en el área de secuestro, pues los oficiales tenían la posibilidad de verlos, llamarlos y volver a capturarlos o matarlos.
Por otro lado, la damnificada indicó que en las reuniones de los sábados, se dialogaba sobre los éxitos de la lucha antisubversiva. Recordó que en el encuentro con el obispo L'Febres, aquel alentó a las fuerzas de seguridad a continuar y profundizar la actividad represiva de captura y asesinato de militantes.
Además, Labayrú aseveró que las salidas a cenar con los miembros del GT, formaban parte de ese "sistema enloquecedor' en el que vivían los secuestrados. Que, previo a salir, eran llevados al "Pañol", para vestirse con la ropa que había sido robada de las casas luego de producirse los secuestros.
Consideró Labayrú que el episodio desencadenante del secuestro del grupo de la iglesia de Santa Cruz, fue la entrega de un panfleto del partido marxista-leninista al oficial infiltrado. Recordó que lo que el GT buscaba era confirmar que el marxismo internacional estaba detrás de toda esa organización de derechos humanos.
En referencia al trabajo forzado, dijo que en la casa situada en Besares debió encargarse de "papeles", de la decoración del lugar, como también de intentar legalizar los títulos de propiedad de esa vivienda pues la misma era robada. Para esa tarea la víctima fue enviada en varias oportunidades a una oficina ubicada en la calle 9 de Julio donde funcionaba el organismo donde se gestionaban los permisos de obra.
Asimismo, el aserto que antecede encuentra correlato en los testimonios brindados al Tribunal por Graciela Daleo, Mercedes Carazo, Martín Tomás Gras, Alberto Eduardo Girando, Juan Gaspari, Lisandro Cubas, Alicia Milia, Ana Maria Marti, Miguel Ángel Lauletta, Sara Solarz, María del Rosario Cerrutti, Lidia Cristina Vieyra, Nora Morales de Cortinas, Susana Jorgelina Ramus, Ana Maria Soffiatini, como también los testimonios de Sandra Lennie de Osuna, Nilva Berta Zuccarino de Lennie y Santiago Alberto Lennie, todos ellos incorporados por lectura al debate (fojas 57/8, 60/4 y 65/7, respectivamente, del legajo n° 68 de la Excelentísima Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal).
A su turno, Mercedes Carazo refirió que conoció a Labayrú cuando estaba realizando trabajo esclavo en la ESMA y que, el 27 de abril, la víctima dio a luz, en uno de los cuartos del mencionado centro clandestino de detención, a una niña y que fue ella quien, dias más tarde, entregó a la pequeña a la madre de Labayrú. Alberto Girondo confirmó dicha versión,
Carazo, también tuvo conocimiento, a través de los propios dichos de la damnificada, que aquella fue obligada a hacerse pasar por la hermana del oficial infiltrado cuando se produjo el secuestro del grupo de la iglesia Santa Cruz. En el mismo sentido se expidieron Juan Gaspari y Graciela Daleo, quien, además, refirió haber visto a la damnificada en la ESMA,
Martín Gras aseveró que Labayrú le comentó que ella había sido vinculada con un oficial para aparentar, dentro del grupo Santa Cruz, una imagen de que aquél era un hombre que buscaba a su hermano, pero que aseguró, medió algún tipo de coacción para que ella accediere a realizar tal cometido.
Al respecto, señaló Lisandro Cubas que estando en "Pecera" la damnificada le refirió que querían obligarla a infiltrarse en el grupo de madres de Plaza de Mayo. En la misma dirección, Lidia Cristina Vieyra manifestó que Labayrú estaba aterrada porque la iban a buscar para acompañar a un oficial en la infiltración en el grupo de la Santa Cruz y que no podía negarse pues su pequeña hija estaba como rehén.
Por su parte, Graciela García mencionó que fue llevada junto a Labayrú y otro oficial a un encuentro con unas personas de origen cordobés que estaban formando una estructura.
Nélida Fiordeliza de Chidichimo relató que en una reunión del grupo de familiares de desaparecidos que se desarrolló en Morón fue un oficial acompañado de su hermana menor, que resultó ser Silvia Labayrú, quien en ese entonces, estaba secuestrada en la ESMA. Asimismo, refirieron María del Rosario Cerrutti y Nora Morales de Cortiñas que cuando fue violentada la vivienda de "Remo Berardi" -sic-, se encontraba la damnificada.
Por otro lado, refirió Martín Gras que la damnificada ingresó a la ESMA estando encinta y que desarrolló su embarazo en "Capucha". Recordó que ella dormía en una cama de bronce ubicada en el mentado sector. Al respecto, Ana Maria Martí dijo que conoció a la damnificada en la "Pieza de las embarazadas".
Jorgelina Ramus memoró que trabajó con Labayrú en la realización de un trabajo sobre la organización "Montoneros". Que también le tocó compartir un "camarote" y que en esa ocasión la víctima le comentó que fue obligada a infiltrarse en las reuniones de los familiares de desaparecidos, haciéndose pasar por la hermana del oficial que se había infiltrado en el grupo.
Por otro lado, Sandra Lennie de Osuna manifestó en oportunidad de prestar declaración testimonial, que estando detenida en la ESMA vio a Labayrú en el baño de "Capucha" y que la damnificada le preguntó como estaba. Agregó que su cuñada fue detenida el 27 de diciembre de 1976.
La versión dada fue confirmada por Nilva Berta Zuccarino de Lennie, quien refirió que reconoció a Labayrú estando en el baño de la ESMA y que le hizo tocar su vientre pues estaba embarazada. Asimismo, agregó, que en 1.977 tuvo bajo su custodia a su nieta Vera y, por tal motivo, su nuera fue a visitarla en varias ocasiones acompañada por un oficial de la Marina, que la niña fue bautizada y que en otra oportunidad la damnificada fue llevada hasta la ciudad de San Pablo en Brasil.
Por último ratificó la veracidad del hecho descripto por la damnificada respecto del rodado que le fue robado a raíz del allanamiento producido en su domicilio en diciembre de 1.976. A ello, agregó, que pasados dos años del suceso, un oficial de la Marina la citó en las proximidades de la comisaria ubicada en Charcas y Anchorena y procedió a entregarle la camioneta sustraída.
Santiago Alberto Lennie se expidió en igual sentido que la señora Zuccarino de Lennie. Al respecto agregó que, en la ESMA, vio a la victima en dos oportunidades; una de ellas a través del antifaz y otra al salir del sanitario. Que ya en libertad, la vio en el barrio de Pocitos, en la República Oriental del Uruguay, en oportunidad en que fue llevada por un oficial de la Marina, hasta la casa de sus padres y que en una ocasión más estuvo junto a ella en Brasil.
Asimismo, el testimonio brindado encontró aserto en la prueba documental aportada por la damnificada y que fue incorporada por lectura a la causa.
Entre ella, copia certificada de la partida de nacimiento de Vera Cristina Lennie, inscripta en el Tomo 2°A, Número 888, del año 1.977, en la que se consignó que el nacimiento se produjo el 18 de mayo de 1.977 a las 6:50 horas, en el domicilio sito en la avenida Del Libertador 4776 de esta ciudad. Que también figura como persona interviniente en la inscripción de la nombrada el padre, Alberto Guillermo Lennie, y cuya firma figura al pie del documento.
Así también, dos cédulas de identidad emitidas por la Policía Federal Argentina y que contienen una fotografía de la nombrada. Una de ellas, identificada bajo el número 6,765,842 a nombre de María Soler de Arriaga, casada, nacida en la Ciudad de Buenos Aires el 16 de mayo de 1.949, número de matrícula 8.774.106. La misma fue emitida el 4 de noviembre de 1.977 por el Subcomisario Abel Julio Huertas. Que la otra cédula fue identificada bajo el número 7.674.758, a nombre de Viviana Noemí Arco, soltera, nacida en Buenos Aires el 28 de febrero de 1.956, número de matrícula 11,957.635, La misma fue emitida el 15 de junio de 1.977 por el Subcomisario Romero.
Por otra parte, como prueba documental merecen destacarse de un modo genérico las constancias obrantes en el legajo n° 82 caratulado "Silvia Labayrú" de la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, y en el legajo CONADEP n° 6.838 de la nombrada.
Por otra parte, el evento relatado fue probado en el marco de la sentencia dictada por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, en la causa n° 13/84, correspondiendo al caso individualizado con el número 684.
Por lo expuesto, cabe señalar como conclusión que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio.
13. Caso en el que resultaron víctimas María Elisa Hachmann de Landin y Edmundo Ramón Landin:
Ha quedado legalmente probado que Maria Elisa Hachmann de Landin y Edmundo Ramón Landin fueron privados ilegítimamente de su libertad el 5 de enero de 1.977, en momentos en que ambos se encontraban en el interior de su vivienda.
Que siendo las 22:00 ingresaron al domicilio nueve personas armadas y vestidas de civil, quienes se identificaron como pertenecientes al Ejército Argentino y, previo amenazar a la damnificada y a su madre, procedieron a revisar la vivienda.
Que transcurridas dos horas arribó el señor Landin. Seguidamente sacaron al matrimonio de la casa y los introdujeron en vehículos, vendándoles los ojos con tela adhesiva y colocándoles anteojos negros.
También se tuvo por acreditado que los damnificados fueron trasladados a un centro clandestino de detención, donde los hicieron descender hasta determinado sitio en el cual, a Hachmann la obligaron a desnudarse, la acostaron sobre una mesa, le ataron sus muñecas y tobillos con una goma y le aplicaron pasajes de corriente eléctrica; a la par que le tapaban la boca para que no se oyeran sus gritos de dolor y le propinaban golpes con la mano abierta en la zona del estómago.
Asimismo cuando mermaba la aplicación de la picana eléctrica, la interrogaban sobre el paradero de su hijo, mientras le manifestaban que continuarían con la tortura de su esposo.
Que al finalizar la tortura la obligaron a vestirse, le ataron las manos a la espalda y la amenazaron, diciéndole que la arrojarían desde un octavo piso, si no aportaba los datos requeridos.
Por otra parte, a Edmundo Ramón Landin lo ataron a una columna, sin torturarlo, ni someterlo a malos tratos o amenazas. Que desde alli escuchó los gritos de su esposa, como consecuencia de la picana eléctrica.
También se probó que los nombrados en ese centro clandestino de detención fueron sometidos a sufrimientos físicos y psíquicos derivados de las condiciones inhumanas de alojamiento, siendo colocados en celdas mal olientes y con una atmósfera irrespirable, permaneciendo todo el tiempo con la cabeza cubierta y siendo constantemente preguntados por su nombre y edad.
María Elisa Hachmann de Landin y Edmundo Ramón Landin fueron liberados al poco tiempo, en las cercanías del Club Gimnasia y Esgrima ubicado en la zona de Palermo, de esta ciudad, con los ojos vendados y las manos atadas por la espalda.
Sin embargo, no pudo acreditarse el lugar donde fueran conducidos y mantenidos en cautiverio Landin y Hachmann y que en dichos hechos hubiesen participado integrantes de la UT 3.3.2, ya que no se cuentan con elementos de convicción que permitan afirmarlo.
En ese sentido, hemos de destacar que ninguno de los testigos que estuvieron cautivos en la ESMA confirmaron la presencia del matrimonio Landin en ese centro clandestino de detención.
Por su parte, si bien Landin y Hachman hicieron algunas estimaciones relativas a que habían sido llevados detenidos a la ESMA, sus dichos no son lo suficientemente contundentes para tener por acreditada dicha circunstancia, máxime cuando no contamos con la posibilidad de que los damnificados puedan ampliarlos y dar mayores detalles al respecto, ya que fallecieron en los años 1997 y 2006, respectivamente.
Las circunstancias de modo, tiempo y lugar que rodearan el secuestro, cautiverio y posterior liberación de Landin y Hachmann de Landin, han sido legalmente probadas, en primer lugar, a través de los dichos elocuentes y directos de las propias víctimas, los cuales fueron incorporados por lectura al debate (fs. 4/6, 7/10, 40/vta„ 42/vta., 74/79, 80/86 y 87/89 del legajo n° 89 caratulado "Landin, Martín Ramón y otros" de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal); además Hachmann señaló que, previo a ser secuestrados, fueron víctimas de reiterados allanamientos en su morada por parte de quienes se identificaron como miembros de las fuerzas de seguridad. Al respecto recordó que el primer allanamiento tuvo lugar el 14 de noviembre de 1.976, cuando la damnificada llegaba a su casa siendo sorprendida en medio de las sombras de la noche por gente armada que la interrogó acerca de su hijo Martín.
Que en esa ocasión, recordó, aquellos sujetos permanecieron por más de cinco horas en la vivienda durante las cuales dijo fueron "dueños y señores de la misma", comieron y bebieron a la vez que revisaron toda la casa. Inclusive aseveró que se llevaron objetos de oro, ropas y apuntes.
Agregó que a los pocos días y en horario diurno, se presentaron nuevamente en su casa y en la farmacia de su marido, tomando posiciones estratégicas dentro de esta última y que luego de ello, en tres oportunidades más, fueron a su domicilio. Señaló que si bien eran personas distintas a las que se presentaron por primera vez, todos vestían de civil y estaban fuertemente armados.
En el mismo sentido, Edmundo Landin recordó que la noche en que fue allanada por primera vez su vivienda y luego de haber transcurrido varias horas de ocupación, se hicieron presentes en el lugar una gran cantidad de efectivos policiales quienes tomaron posiciones frente a la casa, pero que se retiraron luego de haber dialogado con quien, según su parecer, era el que comandaba el operativo.
Explicó el damnificado que al llegar al lugar de detención lo obligaron a descender, junto a su esposa, a través de un elevador y luego por escalera, hasta llegar a un predio bastante amplio. Luego de ello lo condujeron a una celda con mucho olor a orín. Recordó que en momentos en que pudo librarse de las flojas ataduras con que estaba maniatado, logró levantarse la venda elástica que le cubría los ojos y divisar el lugar en que se encontraba detenido. Al respecto mencionó que había un orificio en una de las paredes, por donde percibió el ingreso de aire y luz.
Señaló que el lugar contaba también con una mayólica en uno de los rincones, con un banco de metal adosado en otra de las paredes, con un pequeña ventana con rejas desde la cual, según percibió podían verse las ramas de una palmera y una puerta de metal pintada de un color oscuro con una mirilla que se desplazaba en sentido horizontal. Asimismo mencionó que en el costado superior derecho de la puerta indicada marcó sus iniciales utilizando una llave.
Por último recordó, como dato distintivo de ese lugar en el que estuvo secuestrado, que en la parte superior de una de las paredes de la celda habia una leyenda, escrita con tiza, que rezaba "la virgen te salve".
Asimismo, Maria Elisa Hachmann refirió que no tuvo noción de la hora ni del tiempo transcurrido en ese lugar de detención.
El aserto que antecede encuentra correlato con los testimonios brindados por Teresa Marta Uriarte de Castro en la audiencia de debate, como también por los testigos Luis Humberto Berri y Alfredo Alejandro Tato, cuyas declaraciones fueron incorporadas por lectura (fs. 97/100 y 102/6, respectivamente, del legajo n° 89 referido), todos vecinos del matrimonio, que presenciaron tanto los sucesivos allanamientos que sufrieron como el momento mismo en que fueron secuestrados.
A su turno, Teresa Marta Uriarte de Castro manifestó que el 5 de enero de 1.977, en momentos en que estaba realizando sus compras, observó cómo un grupo de tres personas sacaban a María Elisa Hachmann de Landin de su vivienda, con los ojos tapados y la introducían dentro de un vehículo marca "Renault", modelo "12", color blanco. Asimismo refirió que la damnificada le relató luego de haber sido liberada, que mientras estuvo detenida la torturaron con la picana eléctrica, exhibiéndole partes de su cuerpo, como los pechos, las piernas y la ingle, que presentaban quemaduras. También le manifestó que había sido visitada por un cura que le recomendó que entregara a sus hijos.
Por su parte, Alfredo Alejandro Tato manifestó ser el propietario de un comercio lindante con la casa de la familia Landin y que el 5 de enero de 1.977, alrededor de las 23:30 horas, observó dos automóviles color blanco y una camioneta, todos ocupados por varias personas que vestían de civil, sin identificación y portando armas de fuego. Recordó que seguidamente vio salir a esa gente armada conduciendo al señor y la señora Landin hasta los automóviles en los que fueron finalmente introducidos de manera separada. También dijo que en momentos en que la damnificada era ingresada al coche le gritó al testigo que atendiera a su madre, quien había quedado sola en la casa, y que se le acercó un hombre vestido de traje, quien sin emitir palabra alguna, le entregó las llaves de la vivienda de los Landin.
Por su parte, Luis Humberto Berri recordó que en la tarde de un día domingo del mes de noviembre de 1.976, mientras se encontraba en su lugar de trabajo, ubicado a pocos metros de la casa de la familia Landin, vio a un sujeto que portaba un bolso y que se encontraba en actitud sospechosa. Relató que tal situación llamó su atención por lo que procedió a dar aviso a las autoridades policiales de la comisaría 1ª de San Martin, quienes le informaron que se trataba de un operativo militar en la zona.
Agregó que al cabo de un rato sintió dos disparos provenientes de la casa de los Landin y que alrededor de las 21:30 horas logró divisar que había entre dos o tres personas en actitud similar al primero y que se encontraban cercanas al lugar. Que ante esa situación reiteró su llamado a la comisaría y observó que un patrullero se hizo presente en el lugar, aunque sin lograr especificar que fue lo que sucedió finalmente.
Asimismo, el caso encuentra sustento en las constancias obrantes en el legajo n° 89 referido, en particular las de fs. 6, 35 y 42 vta.; en la causa n° 19.252/77, caratulada "Víctima de Privación ilegal de la libertad. Dtes. Landin Edmundo Ramón y otros" del registro del Juzgado Nacional en lo Penal Económico n° 2, y en el legajo CONADEP n° 8.334 correspondiente a ambas víctimas.
Por lo expuesto, cabe señalar como conclusión que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio.
14. Caso en el que resultó víctima Marcelo Camilo Hernández:
Ha quedado legalmente probado que Marcelo Camilo Hernández fue privado ilegítimamente de su libertad entre el 10 y el 1 5 de enero de 1977, en horas de la mañana, en momentos en que ingresaba a la oficina ubicada en la avenida Santa Fe, entre Callao y Rodríguez Peña, de esta ciudad, sobre la librería "Fausto", donde funcionaba la parte financiera nacional de la Organización Montoneros, de la cual el damnificado era el subjefe.
Que fue detenido, sin mediar exhibición de orden alguna, por un grupo aproximado de cinco a ocho personas, quienes dijeron que se trataba de un operativo antidroga. Que a la victima le inyectaron un fármaco adormecedor para sacarlo de esa oficina.
Que en esa oportunidad apresaron a, por lo menos, ocho personas.
También se tuvo por probado que fue trasladado al centro clandestino de detención que funcionada en la ESMA, alojándolo en primer lugar en la "Enfermería". Que alli fue sometido a la picana eléctrica y a tortura psicológica.
Que mientras duro su cautiverio permaneció en el "Sótano".
Asimismo, se acreditó que fue obligado a realizar trabajo esclavo en el sector de fotografía del laboratorio de documentación. Que, posteriormente, sometido a "libertad vigilada", trabajó durante tres meses en la sucursal de una casa de fotografía en Mendoza, que era propiedad del cuñado del "Tigre" Acosta y que, mientras laboró allí, debió pasar todos los dias por una inmobiliaria donde ellos habían formado base.
Que pasado esos tres meses volvió a Buenos Aires y se entrevistó con uno de los oficiales en una oficina ubicada, en una calle paralela a la Av. Del Libertador, muy cerca de la ESMA y le solicitó autorización para salir del país rumbo a España; autorización que finalmente le otorgaron, previo haber suscripto en la ESMA una carilla que supone era de una declaración.
Las circunstancias de tiempo, modo y lugar en que aconteció el secuestro, cautiverio en el centro clandestino de detención que se erigió en la ESMA, y posterior liberación, se encuentran probadas, en primer lugar, a través de los dichos elocuentes del propio Marcelo Camilo Hernández, los cuales fueron incorporados por lectura al debate (fs. 1897/900 y 1942/44 de la causa n° 1.286 del registro de este Tribunal). Al respecto, agregó, que cuando fue obligado a realizar trabajo esclavo en el laboratorio de fotografía, la persona que estaba a cargo del mismo era Lauletta, quien se encargaba del tramo inicial y final de la falsificación de los documentos. Que debió sacarle fotografía a varios oficiales, respecto de los que se confeccionaron una gran cantidad de documentos. Manifestó que realizaron documentos para viajar a Bolivia, Venezuela, México, Perú, Panamá, España y Francia; como también para operaciones en la Argentina.
Por otra parte, relató que en el momento de su caída tenia en su poder mucha documentación relacionada con las finanzas de la Organización Montoneros, tales como el vencimiento de los valores y que, por tal motivo, tuvo que confeccionar una nota a dos personas que tenían colocado el dinero para que se lo entregara a los portadores de la carta.
Asimismo, recordó, que en un primer momento dijo el domicilio de sus padres, que era el que figuraba en su documento nacional de identidad, pero que al cuarto dia tuvo que manifestar su domicilio real y que lo llevaron en un automóvil marca "Ford", modelo "Falcon", en el baúl, esposado, tabicado y engrillado. Declaró que le sustrajeron una suma muy importante de dinero que tenía de la organización, eran bolsos llenos de billetes, y entre los bolsos y los plazos fijos se apropiaron de, aproximadamente, entre quinientos mil y un millón de dólares.
Relató que viajó junto con su familia a Mendoza, porque era condición sine qua non que ésta regresara al pais, como parte del proceso de "recuperación" de los detenidos.
Añadió que vio en el playón de la ESMA, después de mucho tiempo, su automóvil marca "Peugeot", modelo 404, que estaba a su nombre y se lo dieron a un hombre que era contador o escribano.
El aserto que antecede encuentra sustento, además, en los testimonios brindados en el debate por Lisandro Raúl Cubas, Juan Gaspari, Ricardo Héctor Coquet, Andrés Ramón Castillo, Miriam Lewin, Milia, Silvia Labayrú, Lila Pastoriza, Evangelina Quiroga, Martín Tomás Gras, Beatriz García, Lidia Vieyra, Rolando Pisarello, Miguel Lauletta, Ana María Soffiantini, Susana Jorgelina Ramus, Carlos Alberto García y Alfredo Manuel Juan Buzzalino.
Por su parte, Lisandro Raúl Cubas señaló que Marcelo Camilo Hernández fue secuestrado entre el 10 y el 15 de enero de 1977, cuando cayó la estructura de finanzas de la Organización Montoneros. Que este le comentó, dentro de la ESMA, que lo habían llevado a un allanamiento en la casa de sus padres y que textualmente le dijo "estoy hecho mierda y lo único que se me ocurrió para zafar fue dar el domicilio de mi viejo, que es un tipo limpio".
A su turno, Juan Gaspari refirió que el damnificado estuvo detenido en la ESMA, y que trabajaba en la "huevera", donde se confeccionaban documentos falsos y se tomaban fotografías. Al igual que Beatriz García, Andrés Ramón Castillo, Miriam Lewin, Maria Alicia Milia, Evangelina Quiroga, Lila Victoria Pastoriza, Lidia Vieyra, Susana Jorgelina Ramus, Carlos Alberto García, Alfredo Manuel Juan Buzzalino y Silvia Labayrú.
Asimismo, esta versión fue sostenida por Rolando Pisarello, quien refirió compartir cautiverio y trabajo esclavo con el damnificado.
Ricardo Héctor Coquet, por su parte, declaró que estaba casi seguro que Hernández fue quien sacó la fotografía de las monjas francesas.
Por último, Miguel Lauletta dijo, que Marcelo Camilo Hernández fue secuestrado en enero y Ana María Soffiantini declaró que cuando la estaban interrogando lo llevaron al damnificado a la sala de tortura, para que lo viera.
Por lo expuesto, cabe señalar como conclusión que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio.
15. Caso en el que resultó víctima Carlos Figueredo Ríos:
Ha quedado legalmente acreditado que Carlos Figueredo Ríos fue privado ilegítimamente de su libertad junto con su pareja y compañera laboral Beatriz Mordasini, la tarde del 14 de enero de 1.977, mientras se encontraba en su lugar de trabajo, sito en Sarmiento 1.630, de esta ciudad, por un grupo de seis personas armadas con armas largas y vestidas de civil.
Asimismo, que, previo encapucharlo y esposarlo, fue conducido, en la parte trasera de un vehículo marca "Ford" modelo "Falcón", al centro clandestino de detención que funcionaba en la ESMA. Que una vez alli, lo hicieron descender por unas escaleras hasta llegar a un "Sótano", donde permaneció un rato sentado en un banco y que cada tanto lo hacían parar para golpearlo; situación que se repitió tres o cuatro veces.
Posteriormente, lo condujeron a una de las salas que se encontraba en ese lugar, en la que había un camastro de metal, le sacaron la ropa, lo acostaron, le ataron las manos y las piernas y lo interrogaron acerca del paradero de su hermano y le aplicaron la picana eléctrica, fundamentalmente en la cara; interrogatorio que se repitió en tres oportunidades distintas.
Que, finalizados dichos interrogatorios, lo alojaron en el "altillo", donde fue sometido a sufrimientos físicos y psíquicos derivados de las condiciones inhumanas de alojamiento; permaneciendo en un tabique encadenado a los pies, encapuchado y desnudo; recibiendo golpes por parte de quienes lo custodiaban. Que en dicho centro clandestino le asignaron el número 801.
Finalmente, Carlos Figueredo Rios fue trasladado, el 11 de febrero de 1.977, al centro clandestino de detención conocido como "Club Atlético".
Dicho aserto encuentra sustento en el relato elocuente y directo del propio damnificado, quien recreó los detalles de su secuestro, cautiverio y posterior liberación. Asimismo, agregó que por la mañana le daban mate cocido con pan y a la tarde o a la noche algo de comer y que le suministraban pastillas para dormir. Señaló que nunca las tomó y que entre los cautivos era costumbre guardarlas, por si las necesitaban para quitarse la vida.
Que en una ocasión vio entrar un grupo de oficiales y que con los años se dio cuenta que eran de Prefectura por el color beige de su uniforme. Relató que el 11 de febrero lo fueron a buscar, lo llevaron al baño, le dieron una maquina de afeitar, ropa y le dijeron que ese día se iba. Explicó que lo bajaron encapuchado por el ascensor, le reemplazaron las esposas y lo introdujeron en un automóvil, siendo trasladado, por las mismas personas que lo secuestraron, al centro clandestino de detención conocido como "Club Atlético", junto con Mordasini, donde permanecieron hasta el 17 de marzo de 1.977, fecha en que fueron liberados.
Recordó que al ingresar a la ESMA le asignaron el número 801 y que cuando fue trasladado al otro centro clandestino iban aproximadamente por el número 150, que habían superado los 1000 y que comenzaron a contar; explicando que en el período de tiempo que estuvo allí fueron más o menos 300 los que pasaron por ese lugar y que a esta conclusión llegó por la numeración, ya que nunca escuchó los nombres de otros cautivos.
Por otra parte, el testigo indicó que mientras estuvo cautivo en la ESMA nadie de su familia sabía de su paradero y que con los años supo que habia estado alli alojado.
Manifestó que no tenia actividad gremial o sindical, que sus interrogadores se sorprendieron al anoticiarse de que su hermano estaba detenido en la República Oriental del Uruguay y que al ser liberado, salió del país como refugiado por intermedio de ACNUR.
Por último, relató que creía que quienes lo secuestraron no eran de la ESMA, y que estuvo allí "en depósito" y que si bien lo interrogaron en ese lugar, luego lo trasladaron al "Club Atlético" y fueron alli a interrogarlo.
Asimismo, el hecho relatado se encuentra acreditado con las manifestaciones vertidas en el debate por Adelina Beatriz Mordasini, quien relató de manera elocuente los detalles del secuestro y cautiverio dentro de la ESMA, posterior traslado al centro clandestino conocido como "Club Atlético" y liberación del damnificado.
Asimismo, como prueba documental merecen destacarse de un modo genérico las constancias obrantes en el legajo n° 133 caratulado "Figueredo Rios, Carlos Eduardo" de la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, y el expediente n° 40/77 caratulada "Figueredo Ríos, Carlos Eduardo s/ habeas corpus", que dan cuenta de las gestiones realizadas en pos de la búsqueda de la víctima.
Por lo expuesto, cabe señalar como conclusión que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio.
16. Caso en el que resultó víctima Martín Tomás Gras:
Ha quedado legalmente acreditado que Martín Tomás Gras, apodado "Chacho", fue privado ilegítimamente de su libertad el 14 de enero de 1.977, en horas de la tarde, mientras se dirigía al barrio de Chacarita, para encontrarse con su compañero de militancia, Pablo Langarica.
En dicha oportunidad fue derribado, golpeado y esposado por la espalda, por un grupo de personas vestidas de civil que se identificaron como integrantes de las "Fuerzas Conjuntas" y lo obligaron a introducirse en el baúl de un automóvil.
Pudo comprobarse que fue conducido a la sede de la ESMA y compelido a descender hacia el "Sótano" donde fue ingresado a una habitación con paredes de telgopor, puertas herméticas y techo de plástico. Alli, fue sometido a un proceso de identificación y atado a una cama donde dos sujetos lo sometieron a sufrimientos físicos y psíquicos alternativamente aplicándole pasajes de corriente eléctrica -mediante "picana"- en zonas sensibles como la boca, las encías y los órganos sexuales. Que, a la par, fue interrogado hasta que uno de ellos se retiró y, el otro, continuó con la tortura sin interpelarlo.
Asimismo, se pudo constatar que permaneció varios días entre esa sala de máquinas y el pasillo o, entre aquélla, y el entrepiso denominado "Capucha" o "Capucha City". Que la aplicación masiva de torturas se prolongó durante las primeras 48 ó 72 horas y, en forma mas espaciada, en la semana posterior a su secuestro. Que su finalidad era obtener información relativa a la localización de compañeros de militancia y, que dichos sucesos, tuvieron lugar en razón de su ideología y actividad política.
Para identificarlo, le adjudicaron el número 808 y lo alojaron en "Capucha" durante los dos años que duró su cautiverio. Que, dicho lugar funcionaba en el entrepiso de la ESMA, tenía aspecto precario, había colchonetas tiradas en el piso con divisorias de telgopor o papel prensado y los techos tenían un ángulo en declive. Allí, permaneció con grilletes en los tobillos, los ojos vendados, un régimen aleatorio de alimentación y con serias dudas de sobrevivir.
Por otra parte, pudo comprobarse que en el transcurso de su cautiverio fue conducido a la "Pecera", donde procesó información proveniente de la prensa extranjera y realizó análisis de la situación política internacional, entre otros trabajos complementarios; todo ello como consecuencia del llamado "proceso de recuperación" al que fue sometido.
Asimismo, fue enviado a la República Oriental del Uruguay con el fin de que la Armada de ese pais conozca un militante argentino y, a la Provincia de Mendoza, para entrevistarse con el Jefe de Inteligencia del Segundo Cuerpo de Cuyo que buscaba un documento para la división de la Patagonia, suscripto entre Firmenich y el Secretario General del Partido Comunista. Por último, le permitieron encontrarse con su madre en dos oportunidades, la primera a fines de 1.977 y la segunda, a principios del año siguiente.
Posteriormente, se pudo probar que a mediados de 1.978 le sacaron los grilletes y, quince dias después, lo liberaron en la ciudad de La Paz, República de Bolivia. Que, en dicha oportunidad, le entregaron únicamente un documento nacional de identidad y le hicieron saber que debia presentarse en el domicilio de un sujeto que prestaba funciones en la Agregaduria Naval Argentina de ese país.
Que, a fines de 1.978 o comienzos de 1.979, regresó a la ESMA en forma voluntaria a efectos de que aprueben su salida de la República de Bolivia y, a mediados de 1979, se exilió en España donde se presentó ante el ACNUR.
Las circunstancias que rodearon el secuestro, posterior cautiverio y liberación de la victima han sido acreditadas a través del relato amplio y detallado que brindó ésta, quien, agregó que al ser detenido pudo divisar que a la persona joven que comandaba al grupo le colgaba de su cinturón un ancla y que escucho que luego de introducirlo en el interior del baúl del automóvil, refirió "A proa la columna a zarpar".
Asimismo, relató que al llegar a la ESMA la persona que lo recibió le explicó "las reglas de juego" de ese lugar y le manifestó que si bien él seguramente habría sido entrenado para soportar el dolor, ellos, contaban con tiempo ilimitado y medios irrestrictos para obtener la información que querían. Relató, que fue torturado no sólo a través de la aplicación de la "picana" eléctrica sino, también, con la posibilidad de, cada miércoles, ser "trasladado". Asimismo, refirió que los únicos que interrogaban y aplicaban torturas eran los oficiales de inteligencia mientras que, los demás, se encargaban de la detención y el traslado del secuestrado a la sala de torturas.
Por otra parte, Gras manifestó que cada detenido quedaba vinculado en forma absoluta y dependiente a un oficial y que, en su caso, fueron dos. Manifestó que "ser caso de alguien" significaba todo, porque el objetivo central de dicho centro clandestino era la disolución de la personalidad del detenido.
Por último, explicó que durante su permanencia en la ESMA coincidió con otros dos 808. Aclaró que los números estaban ordenados de 0 al 999 y, cuando llegaban al último comenzaban a contar de nuevo, no pudiendo precisar si fue el primer 808 o el tercero.
La testigo Susana Jorgelina Ramus refirió que con otro compañero apodado "Cain" fue llevada a realizar un reconocimiento y, en dicha oportunidad presenciaron la detención de dos compañeros, uno de los cuales pudo reconocer como Martin Gras.
Asimismo, Lisandro Raúl Cubas relató que Martín Gras formaba parte de la Secretaria de Relaciones Internacionales y habia caído en enero de 1.977.
Por su parte, los testigos Miriam Liliana Lewin, Ricardo Héctor Coquet, Lila Pastoriza, Sara Solarz, Ana Maria Martí, Miguel Ángel Lauletta, Ana María Soffianttini, Jaime Dri, Pilar Calveiro, Ramón Andrés Castillo y Juan Alberto Gaspari dieron cuenta de la permanencia de Gras en la ESMA. El último refirió, además, que supo por los dichos de Mercedes Inés Carazzo, que tanto su liberación como la de Castillo y Gras, estuvieron en discusión, que los iban a matar, pero que no lo hicieron porque un oficial intercedió.
Por otro lado, Alberto Eduardo Girondo relató que le permitieron que otros detenidos alojados en el "Sótano" le llevaran comida y que fue Gras quien lo hizo.
También, María del Huerto Milesi refirió que mientras estaba en el "Sótano" hicieron entrar a la víctima para que viera que estaba con vida.
Finalmente, dieron cuenta de los pormenores del trabajo esclavo que realizó Gras, los testigos de Mercedes Inés Carazzo, Lidia Cristina Vieyra y Beatriz Elisa Tokar Di Tino.
Asimismo, debe destacarse como prueba documental las constancias obrantes en el legajo n° 71 caratulado "Martín Tomás Gras" de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal, como asi también la causa n° 32 caratulada "Martin Tomas Gras s/habeas corpus", del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n° 1, Secretaría n° 1, y el legajo CONADEP n° 8.029 del nombrado.
Por otra parte, el evento relatado fue probado en el marco de la sentencia dictada por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, en la causa n° 13/84, correspondiendo al caso individualizado con el número 207.
Por lo expuesto, cabe señalar como conclusión que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio.
17. Caso en el que resultaron víctimas Nilva Berta Zuccarino de Lennie, Santiago Alberto Lennie y Sandra Lennie de Osuna:
Asimismo, fue probado que Nilva Berta Zuccarino de Lennie, Santiago Alberto Lennie y Sandra Lennie fueron privados ilegalmente de su libertad el 16 de enero de 1.977, en horas de la madrugada, por un grupo de diez hombres armados con pistolas y armas largas, algunos vestidos de civil y otros uniformados, que, sin identificarse con alguna credencial y diciendo que eran policías, irrumpieron, mientras se encontraban durmiendo, en su vivienda ubicada en la localidad de City Bell, provincia de Buenos Aires,.
Que hicieron despertar a todos los integrantes de la casa, a la par que preguntaban por María Cristina Lennie. Que al responder que desconocían su paradero, Nilva Zuccarino y Santiago Lennie fueron obligados a ascender a un rodado, en tanto que Sandra fue exhortada a que lo hiciera en otro vehículo; uno de los cuales era propiedad de la familia.
Asimismo, se probó que fueron conducidos, maniatados con sábanas y encapuchados, al centro clandestino de detención que funcionaba en la ESMA, donde se los sometió a sufrimientos físicos y psíquicos destinados a obtener información, como a otros derivados de las condiciones inhumanas de alojamiento y Nilva Zuccarino, fue obligada a realizar trabajo esclavo.
Allí tanto ésta como Santiago Lennie fueron obligados, además, a presenciar la tortura a la que fue sometida su hija Sandra en uno de sus interrogatorios; debiendo presenciar como le aplicaban "la picana eléctrica".
El matrimonio Lennie fue finalmente liberado el 9 de febrero de 1.977, siendo controlado diariamente y alojado en el Hotel Ayacucho Palace; situación que cesó al momento de ser liberada su hija Sandra, el 5 de marzo de 1.977.
Las circunstancias de tiempo, modo y lugar en que se sucediera el hecho en cuestión, se acreditó a través de las manifestaciones de las propias víctimas, las que fueron incorporadas por lectura al debate.
Al respecto, Sandra Lennie, cuya declaración se incorporó por lectura al debate, agregó que al llegar a la ESMA, la hicieron descender junto a sus padres a un recinto y esperar en un banco de madera. Adunó que al rato de estar allí, la obligaron a ingresar a otra habitación y siempre con los ojos tapados la interrogaron sobre el paradero de su hermana María Cristina, que, para ese entonces, militaba en el peronismo.
Recordó que hasta su liberación fue sometida a varios interrogatorios, todos los cuales versaban sobre su hermana, y siempre con los ojos vendados.
Por otra parte, relató que mientras estuvo cautiva fue alojada en el sector "Capucha", al que se accedía subiendo unas escaleras y en la que los secuestrados estaban colocados en espacios, entre tabiques, y acostados sobre colchones, con los ojos vendados y grilletes. Que su madre estaba a su lado y su padre, si bien se encontraba en dicho lugar, ya que, manifestó, escuchaba su voz, estaba alejado de ella.
Agregó que la alimentación que le suministraban era escasa, la que consistía en un pedazo de pan y carne y un poco de agua. Que respecto de la higiene, debían aguardar que alguno de los guardias tuviera "la ocurrencia" de permitirles lavarse o efectuar sus necesidades fisiológicas.
Asimismo, manifestó que para fines de enero ella, junto a sus padres, fue conducida hasta el sector de los interrogatorios, donde fue separada de éstos y obligada a ingresar en un cuarto, desnudarse y acostarse en una cama, a la que fue atada. Que, previo hacer ingresar a sus progenitores, comenzaron a aplicarle la picana eléctrica en todo su cuerpo. Que a la par, relató, escuchaba a éstos pedir que cesaran con la picana.
Agregó que mientras esto ocurría la interrogaron sobre cualquier cosa y sus padres seguían gritando; quienes, dijo, si bien estaban con los ojos vendados, oian los gritos que le provocaba la tortura.
Sandra Lennie manifestó que en el lugar había tres personas, una que le aplicaba la "picana", otra que le hacia las preguntas y una tercera que hacía comentarios, tales como "dale más".
Que al día siguiente, vuelven a ser bajados al sector de los interrogatorios, donde le informan, junto a sus padres, que éstos iban a ser liberados, mientras que ella permanecería cautiva hasta tanto entregara a su hermana Maria Cristina.
Declaró que el 5 de marzo de 1.977 la sacaron en un rodado con los ojos vendados y la dejaron en la avenida Independencia, a una cuadra del bajo y que de María Cristina no tuvieron más noticias a partir de mayo de ese año, en que reciben un telegrama de ella, del que no recuerda su procedencia, manifestando que se encontraba bien.
Por último, relató que mientras estuvo cautiva no habló más que con su cuñada Silvia Labayrú en el baño de "Capucha", quien le preguntó como estaba, manifestándole que todo iba a salir bien (fs. 57/58 del legajo n° 68 de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional federal).
Por su parte, Nilva Zuccarino de Lennie, cuya declaración también fue incorporada por lectura al debate (fs, 60/4 del legajo n° 68 de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal), agregó que el día de su secuestro, luego de ser atada con trozos de sábanas y vendados sus ojos, fue introducida junto con su marido, Santiago Lennie, en un vehículo, que luego de andar una hora aproximadamente, llegó al lugar de detención en el que, previa contraseña, ingresaron. Que allí, los obligaron a descender a un lugar -que no vio por tener los ojos vendados- y los hicieron sentar en un banco por varias horas.
Relató que, posteriormente, la condujeron a una habitación donde la interrogaron por cuatro horas, aproximadamente, acerca de los datos personales de toda su familia, filiación política y, en particular, el domicilio de su hija María Cristina. Con relación a esto último señaló que le decían que si les aportaba este dato, la iban a liberar más rápidamente. Que la dicente dio una dirección aproximada.
Manifestó que el interrogatorio lo realizó siempre una sola persona, que se turnaba con otras; que en total eran cuatro y que uno de ellos siempre demostraba ser "el bueno".
Relató que, posteriormente, fue conducida, a través de una escalera tipo caracol a otro sitio, donde tabicada, esposada y engrillada, se acostó sobre un colchón en el suelo. Memoró que debido a una congestión en los ojos, en alguna ocasión se levantó la venda que se los cubría, pudiendo observar que estaba en una pequeño box, separado entre paredes bajas de cartón prensado, que las separaba de otras personas que se encontraban alli. Adujo que ello lo supo por escuchar otras voces y gritos de dolor.
Supo que su hija estaba en el box contiguo al suyo y que su esposo también se encontraba en aquel lugar, aunque no cerca de ella.
Por otra parte, señaló que le habían asignado el número 812 y a su hija y marido, los 813 y 814, respectivamente.
Nilva Zuccarino, también recordó que se hallaba junto a un cuarto donde habia gran cantidad de ropa y que en una ocasión la obligaron a ingresar allí y, previo retirarle la capucha, la hicieron coser botones.
Asimismo, que en una oportunidad cuando fue al baño, en hilera, con otros cautivos, escuchó la voz de su nuera Silvia Labayrú, quien le dijo que todo iba a andar bien y le hice tocar su vientre manifestándole que allí estaba su nieto. Que, en otra ocasión, uno de los guardias le permitió hablar con su hija y su marido.
Por otra parte, declaró que las condiciones de vida eran pésimas, ya que, además de estar atados y con los ojos vendados, le daban escasa alimentación, que consistía en una mate cocido y pedazos de pan con carne y muy poca cantidad de agua, la que recibían, agregó, después de rogar por ello. Adujo que las condiciones de higiene personal también eran malas, que le permitieron bañarse sólo una vez y que sus necesidades fisiológicas solía efectuarlas en un balde que era común para todos los cautivos.
Nilva Zuccarino recordó que estando allí fue obligada a descender, con sus ojos vendados y esposada, varios pisos, hasta llegar a un lugar donde escuchó música a elevado volumen y se la exhortó a que se sentara en un banco; lugar en el que pudo apreciar, por la voz, que se encontraba su marido y desde el cual escuchó los gritos desgarradores de dolor que, a consecuencia de la tortura, padecía su hija Sandra.
Agregó que posteriormente la hicieron pasar, junto a su esposo, al lugar donde la estaban interrogando y torturando a aquélla. Que percibió que habia, por lo menos, cuatro hombres, quienes indicaban que esto le sucedía a su hija por no poder encontrar a María Cristina.
Señaló que, por los gritos que profería Sandra, se notaba que la intensidad de la tortura aumentaba y que los interrogadores referían que le estaban aplicando la picana eléctrica. Memoró que ellos trataron por todos los medios de que se sacara la venda, para que viera lo que sucedía, que ella se negaba a ello, pero que en medio del forcejeo pudo ver que su hija se encontraba acostada sobre un armazón metálico atada y desnuda con signos evidentes de lesiones.
Que ante esto, su marido les pedia por favor que dejaran a su hija y lo torturasen a él.
Declaró que finalizado el episodio fue conducida nuevamente a su box de alojamiento, desde donde pudo escuchar que traían a su hija y que le indicaban que se tome un tranquilizante, pero nada de agua por un tiempo.
Por otra parte, manifestó que fue liberada junto a su marido el 9 de febrero de 1.977, siendo dejados, no sabe por quien, en la zona de Pacheco, quedando su hija cautiva. Que se le indicó que debían alojarse en un lugar donde ellos pudieran controlarlos, razón por la que, con la conformidad de sus captores, se alojaron en el hotel Ayacucho Palace, Que comenzaron a recibir continuas llamadas de control, ya que, manifestó, habían quedado con ellos en que les serían indicados los lugares a los que debían ir a comer -que eran los que ella y su marido les habían suministrado como aquéllos a los que concurrían con su hija María Cristina.
Por último, recordó que en esa situación de alojamiento y control permanecieron hasta la liberación de Sandra, el 5 de marzo de 1.977.
Por su parte, Santiago Alberto Lennie, cuya lectura se incorporó por lectura, (fs. 65/7 del legajo n° n° 68 de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal) fue coincidente con lo manifestado por su cónyuge y su hija en cuanto a los detalles que rodearon sus secuestros y posterior alojamiento en el centro clandestino de detención que funcionaba en la ESMA. Agregó que una vez allí, mientras se encontraba en el banco en que los hicieron aguardar, solicitó ir al baño; acercándosele un balde para que orinara.
Explicó que al rato de estar en dicho sitio, se los condujo, por ascensor, dos pisos arriba y uno más, por escalera. Que en este nuevo lugar lo obligaron a acostarse sobre una colchoneta en el suelo, esposado y engrillado. Que, recordó, posteriormente le reemplazaron la capucha por un antifaz y que al segundo dia de estar alli le tomaron una fotografía.
Por otra parte, Santiago Lennie indicó que pudo apreciar, a través de una abertura que tenia la capucha, que el lugar de alojamiento tenia forma de L, con cuartos y alguna oficina; que los cautivos estaban acostados entre divisiones de aglomerado, con los pies contra la pared y la cabeza hacia el medio del pasillo; posición que permitía, señaló, que fueran golpeados o castigados en la cabeza cuando se quería llamar la atención por algún motivo. Que luego supo que dicho sector era el conocido como "Capucha".
Asimismo, relató que las condiciones de vida en dicho lugar eran pésimas y que la alimentación, que consistía en un mate cocido por la mañana y un pedazo de pan chico con algo de carne, dos veces por día, era escasa. Agregó que los obligaban a tomar agua cuando no tenían sed o no les daban cuando la solicitaban.
Señaló que la higiene del lugar era mala, que contrajo sarna, para la que le suministraron medicación, que las oportunidades que tuvo para bañarse o higienizarse eran escasas y que debía orinar en un balde y sus otras necesidades fisiológicas realizarlas con la puerta del baño abierta.
Por otra parte, manifestó que a los tres días de estar en dicho lugar fueron obligados a descender a lo que parecía ser el sitio donde estuvieron cuando llegaron a la ESMA. Que allí escuchó una fuerte música y, sobre ésta, las gritos de dolor de alguna persona, como si la estuvieran castigando.
Que lo separaron del grupo y en otro lugar comenzaron a interrogarlo sobre personas y organizaciones que desconocía mientras que le manifestaban que si respondía lo iban a liberar. Que a pesar de encontrarse con los ojos vendados, por el número de voces que escuchaba, supuso que los interrogadores eran, por lo menos, tres personas. Recordó que a los diez o quince dias lo volvieron a interrogar sobre los mismos temas y personas y acerca del paradero de su hija Maria Cristina y de sus relaciones.
Relató que finalizados los interrogatorios lo alojaron nuevamente en los pisos superiores.
Que para el 9 de febrero de 1.977 junto con su esposa fue conducido al sector de los interrogatorios, donde fueron obligados a sentarse en un banco. Que al rato los condujeron a una habitación y comenzaron a escuchar los gritos de dolor desgarrantes de su hija, la que, explicó, indudablemente estaba siendo sometida a torturas. Que ante esto, manifestó que tanto él como su esposa pidieron que no continúen, a lo que nadie respondió. Explicó que se encontraba con los ojos vendados, pero que por la dirección de los gritos, le pareció que su hija yacia acostada, "pegada" a él.
Relató que, posteriormente, fue conducido con su esposa a otro lugar donde, tras servirles café, les informaron que serían liberados y que si querían ver con vida y libre a su hija Sandra tenían que entregar a María Cristina. Que para mantenerse comunicados le solicitaron el número telefónico de su oficina y de su domicilio particular.
Que aquél día fueron liberados en la zona de Pacheco y que junto a su cónyuge resolvieron alojarse en un hotel ubicado en la calle Ayacucho; siendo llamados a este lugar y a su oficina continuamente, preguntándole acerca del paradero de María Cristina,
Agregó que con ésta se entrevistó en algunas ocasiones con posterioridad a su liberación y estando Sandra detenida; hechos que comunicó a sus captores, manifestándoles que si no podia comunicarse con ellos no les podía decir cuando eran las entrevistas, ya que ellas se concertaban imprevistamente.
Finalmente, señaló que liberada Sandra, sus captores volvieron a llamarlo y le manifestaron que lo iban a seguir, que con su hija Maria Cristina siguió viéndose o comunicándose y que la última noticia que tuvo fue a través de un telegrama recibido en mayo de 1.977.
Tal aserto, se vio corroborado, asimismo, con los dichos de Rodolfo Ramón Palacios, quien relató que es sobrino directo de Nilva Berta Zuccarino, hermana de su madre y que al momento de los hechos contaba con catorce años de edad.
Al respecto señaló que en enero de 1.977 estaba durmiendo con su abuela -la mamá de Nilva- cuando ingresaron a la vivienda, ubicada en la localidad de City Bell, una gran cantidad de personas armadas con pistolas y armas largas, algunas vestidas de civil y otras uniformadas. Recordó que a su abuela y a él los llevaron a la cocina, los tiraron al piso y los exhortaron a no levantar la cabeza. Lugar en el que permanecieron un rato, para luego ser encerrados en un baño. Que al salir, percibieron que se habían llevado a Sandra, a Nilva Berta y a Santiago.
El testigo agregó que patearon la puerta y al no poder ingresar, la familia finalmente abrió y que los ataron con sábanas que rompieron y que le entregaron las llaves del baño a la señora encargada de la limpieza de la vivienda y le ordenaron que espere, no recuerda cuanto tiempo, hasta abrirles y dejarlos salir.
Asimismo, manifestó que al ser liberados sus tíos contaron que habían estado en la ESMA y que a Sandra la soltaron posteriormente.
Por último, relató que María Cristina militaba en la organización "Montoneros" y que el resto de la familia no tenía actividad política.
También, con lo testimoniado por Silvia Labayrú, al momento de deponer en el debate, quien recordó que a los veinte días de encontrarse alojada en el Sector "Capucha", vio por pequeñas aberturas, que logró hacer en la costura de la capucha que llevaba puesta, una hilera de personas, entre las que estaba su suegra, Berta Nilva Zuccarino de Lennie, su suegro, Santiago Lennie y su cuñada, Sandra Lennie, que, para ese entonces, contaba con 17 años de edad. Al respecto, relató que reconoció inmediatamente a su suegra, ya que lucía los mismos atuendos que había utilizado para su casamiento.
Manifestó la testigo que ante esa situación llamó rápidamente a un guardia para que le permitiese hablar con un oficial sobre la detención de sus familiares. Que a raiz de ello, fue interrogada por unos sujetos que le hiceron saber que pertenecían al Ejército y que habían secuestrado a sus familiares de la quinta que tenían en la localidad de City Bell, de la ciudad de La Plata. Relató que al saber que era familiar de los Lennie, comenzaron a interrogarlos a todos, incluso a ella.
Asimismo, señaló que buscaban a Cristina Lennie y que robaron el automóvil de la familia que se encontraba en ese momento en la quinta.
Por otra parte, manifestó que pudo dialogar, con permiso de unos guardias que no eran tan severos, con su suegra en la hilera que armaban para ir a los sanitarios.
Labayrú recordó que la obligaron junto con sus suegros a descender al "Sótano" y a escuchar la sesión de torturas a la cual estaba siendo sometida Sandra Lennie y que continuaron los interrogatorios acerca del paradero de Maria Cristina.
También relató que sus suegros fueron obligados a orinar y defecar en un balde, a comer "la comida de porquería" que les suministraban, a escuchar durante tres meses como era violada sistemáticamente una detenida que se encontraba en la cucheta de al lado y a vivir en la más absoluta incertidumbre acerca de su devenir y el de su pequeña hija.
Explicó que los captores sabían perfectamente que la familia de su marido era de la "alta burguesía argentina" y que su suegro era el gerente de una multinacional alemana, que no tenían militancia y que no simpatizaban con "la izquierda".
Por último, recordó que temió que Sandra fuera llevada en uno de los "vuelos de la muerte" y que, a raíz de ello, le dijo a un oficial que ella era completamente inocente por lo que debían liberarla. Que dicha persona, le respondió que iban a hablar con el Ejército y que si aquéllos no resolvían liberarla, iba a ver como podían sacarla de la ESMA. Adujo que finalmente una noche se la llevaron y la soltaron en un descampado.
Asimismo, Lila Pastoriza supo que había estado allí la familia Lennie.
También, como prueba documental deben destacarse de manera genérica las constancias documentales obrantes en el legajo n° 68, caratulado "Lennie, Maria Cristina; Lennie, Sandra; Lennie, Nilva Berta Zuccarino de y Lennie, Santiago Alberto" de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal.
Por otra parte, el evento relatado fue probado parcialmente en el marco de la sentencia dictada por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, en la causa n° 13/84, correspondiendo a los casos individualizados con los números 490, 491 y 492.
Por lo expuesto, cabe señalar como conclusión que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio.
18. Caso en el que resultó víctima Ricardo Héctor Coquet:
Ha quedado legalmente acreditado que Ricardo Héctor Coquet, alias "Serafín", fue privado ilegalmente de su libertad el día 10 de marzo de 1.977 mientras transitaba junto a su primo, Oscar Rizzo -cuyo caso no conforma el objeto procesal de las presentes actuaciones-, por la avenida Medrano, casi intersección Lezica, de esta ciudad.
Que se dirigían al automóvil de Rizzo cuando divisaron unas armas ubicadas en la parte trasera de un acoplado y dos automóviles, uno marca "Ford", modelo "Falcon", color beige y, el otro, color verde con alrededor de ocho personas en su interior. Posteriormente, fueron abordados por el grupo que los redujo mediante golpes. Que, a raíz de ello, la víctima exhibió una pastilla de cianuro y, tras ello, la ingirió provocando que le pegaran en el estómago y le inyectaran una sustancia desconocida en su pierna derecha y espalda.
Luego, a fin de conducirlos a la ESMA, los hicieron ascender en vehículos diferentes. A Coquet lo ubicaron -encapuchado y esposado- entre los asientos delantero y trasero de un automóvil marca "Ford", modelo "Falcon", color beige, que se averió en el camino, provocando su cambio por otro. Que, durante el traslado, éste sufrió un corto período de asfixia.
Asimismo, quedó probado que al llegar a dicho centro clandestino lo hicieron descender, por una escalera, hacia una habitación donde había varias personas. Que alli, uno de sus aprehensores, le aplicó a Coquet pasajes de corriente eléctrica por intermedio de una "picana" y le propinó fuertes golpes de puño.
También ha quedado acreditado que Coquet fue sometido a sufrimientos físicos y psicológicos derivados de las condiciones inhumanas de alojamiento y que le asignaron el número 896 y lo alojaron en "Capucha".
Asimismo, que, luego de un par de meses, fue incorporado en el denominado "proceso de recuperación", siendo obligado a realizar trabajo esclavo en el "Sótano", debiendo pernoctar en aquél lugar. Que a raiz de ello, hubo un cambio en su alimentación pasando de una muy escasa a otra de mejor calidad y más abundante.
Que durante su militancia en la facultad, Coquet formó parte del Frente de Izquierda Popular, luego pasó a militar en la Juventud Universitaria Peronista y, finalmente, en la Juventud Trabajadora Peronista.
Además, se tuvo por probado que fue competido a trabajar en el área "Diagramación" y, luego, en "Documentación". Sus tareas se basaron en la realización de organigramas, la realización de la revista "Informe Cero" y en la confección de diplomas, de la bandera de la organización "Montoneros" utilizada para el montaje fotográfico en el que participaron las hermanas de nacionalidad francesa y de diversa documentación falsa (carnet de perdiodistas, credenciales, cédulas, pasaportes, etc.), entre otras.
Asimismo, fue conducido a una casa sita en Estado de Israel 2,202 de la localidad de Munro, provincia de Buenos Aires y coaccionado a realizar tareas de carpintería.
También, se acreditó que mientras duró su cautiverio le permitieron realizar visitas familiares que incluyeron viajes a la ciudad de Ramallo por el transcurso del fin de semana.
Finalmente, el 3 de diciembre de 1.978 Coquet fue sometido a un régimen de libertad vigilada, debiendo permanecer en la ciudad de Ramallo, provincia de Buenos Aires y comunicarse mensualmente a un teléfono que le había aportado un miembro de la fuerza. Que dicha situación se prolongó hasta 1.983, cuando le dijeron que no llamara más; recuperando definitivamente su libertad.
Las circunstancias de modo, tiempo y lugar en que aconteció el secuestro, cautiverio en el centro clandestino de detención que se erigió en la ESMA y posterior liberación, se encuentran probadas, en primer lugar, a través de los dichos elocuentes y directos de Ricardo Héctor Coquet. Al respecto, agregó el damnificado, que mientras era torturado, uno le aplicó la picana eléctrica y otro se le subió al pecho aplastándolo y le propinó seis o siete trompadas fuertes. Que luego volvieron a someterlo a la picana o mientras le decían lo siguiente: "¿vos te crees que acá matamos a todos, no? lo que hacemos es recuperarlos".
Agregó que mientras esto ocurría hicieron ingresar a la sala de torturas a Arrostito y Ojea Quintana.
Coquet también refirió que durante su detención estuvo esposado, atado con una cadena a una bala de cañón, engrillado y con anteojos negros y una capucha ajustada. Que, en esas condiciones, lo obligaron a acostarse sobre el piso en un sector cercano a "Capucha", ubicado en el altillo.
Explicó que el primer tiempo en "Capucha" fue durísimo, ya que los guardias estaban autorizados a golpear a los cautivos y ellos no podían hablar y debían permanecer quietos en sus compartimentos, dependiendo del humor de aquéllos. Que, en una oportunidad, un detenido les solicitó que le acerquen el balde utilizado por todos para hacer "sus necesidades" y, como no se lo llevaron, tuvo que reiterar su pedido recibiendo como respuesta su contenido -consistente en la orina de todos los allí alojados- y gran cantidad de golpes que provocaron su traslado a la "Enfermería".
Coquet recordó que en "Capucha" no recibían atención médica, pese a que varios detenidos sufrían distintos tipos de enfermedades o fiebre. Que, en una oportunidad estuvo mal porque le habían arrancado un diente y, en virtud de ello, perdió mucha sangre pero nadie le propinó cuidado alguno.
Respecto de la labor que realizaba en la ESMA, mencionó que transcribió los nombres del listado que le fue entregado para la confección de diplomas.
Relató que mientras duró su estadía alli pudo ver listas de detenidos, carpetas y microfilmaciones de los llamados "casos mil". Que éstas fueron efectuadas por Lauletta en "Documentación".
Por otra parte, Coquet relató que fue trasladado, en una oportunidad, a una quinta, hecho que se sucedió cuando estaba por producirse la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y, en otra, fue conducido en un avión militar junto a Jaime Dri y Alberto Ahumada a la frontera con la República de Paraguay .
Asimismo, el testigo Oscar Rizzo relató los pormenores del secuestro de la víctima, acaecido el 10 de marzo de 1.977, día en que se contactó con su primo, Ricardo Coquet, para juntarse en la confitería "Las Violetas", en Rivadavia esquina Medrano de esta ciudad.
Mencionó que, al encontrarse, caminaron un poco, ya que aquél pensaba que iba a ser visto por alguien. Que, entraron a un local y, al salir, comenzó a aparecer gente por detrás de un camión color verde; a la par que se aproximaron, por lo menos, tres automóviles de los que bajaron personas de civil armadas.
Rizzo señaló que vio a la victima mientras peleaba con un grupo que intentaba maniatarlo y que, en ese momento, escuchó algo asi como: "se tomó la capsula". Describió que el episodio duró, aproximadamente, cinco minutos y que primero los hicieron subir en autos separados y, a las pocas cuadras, ubicaron a Ricardo junto a él.
Asimismo, narró que encapuchados llegaron a un lugar que supone fue una sala de interrogatorios, en la que comenzaron a preguntarle sobre Ricardo, su militancia y actividad política. Dijo que su primo militaba en el Partido Justicialista o Montoneros, finalmente, refirió que lo obligaron a que llamara a su novia y a sus padres para avisarles que llegaría más tarde y, posteriormente, fue liberado.
El aserto que antecede encuentra, además, correlato con el testimonio brindado al Tribunal por Graciela Beatriz Daleo, Alicia Milia, Lisandro Raúl Cubas, Miriam Lewin, Amalia María Larralde, Silvia Labayrú, Alberto Girondo, Lila Victoria Pastoriza, Sara Solarz, Rosario Evangelina Quiroga, Martín Tomás Gras, Juan Alberto Gaspari, Graciela Beatriz García, Lidia Cristina Vieyra, María del Huerto Milesi, Rolando Pisarello, Miguel Ángel Lauleta, Ana Maria Martí, Ana María Soffiatini, Alfredo Ayala, Susana Jorgelina Ramus, Andrés Ramón Castillo, Carlos Alberto García y Alfredo Manuel Juan Buzzalino quienes tuvieron contacto con el nombrado en el centro de detención.
Por su parte, Nilda Noemí Actis señaló que Coquet comenzó a salir de la ESMA y, por tal motivo, ella empezó a hacer su trabajo.
Ricardo Raúl Cubas y Lila Victoria Pastoriza afirmaron que Coquet "cayó", aproximadamente, en marzo de 1.977 y, el primero, relató, además, que realizó con él tareas en "Diagramación" y que en diciembre de 1.977 le fue tomada una fotografía con el nombrado y que, en ese momento, le comentó que había sido obligado a confeccionar una pancarta con el logotipo de "Montoneros" y que habían puesto a unas religiosas delante de ésta para fotografiarlas.
Por otra parte, dan sustento a lo expuesto las constancias documentales glosadas en el legajo n° 124 de la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional federal, caratulado "Ricardo Héctor Coquet"; el legajo SDH n° 2675 del nombrado, en particular, las fs. 21/38 donde obran glosadas distintas cartas realizadas por cautivos y a fs. 39 la fotografía en la que se encuentra junto con Ricardo Raúl Cubas,
También, como prueba documental merece destacarse la documentación aportada por Ricardo Coquet en el marco de la causa n° 7.694/99, consistente en ocho credenciales de la P.F.A., soportes materiales en blanco de cédulas de identidad de la P.F.A,, quince correspondientes a masculinos y diecisiete femeninas; veinticuatro soportes materiales de cédulas verdes de automotor en blanco; una credencial en blanco de la Universidad Tecnológica Nacional; dos credenciales en blanco de acceso a los hipódromos de San Isidro y Palermo; una credencial en blanco del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto y dos carnets en blanco de periodista profesional y el acta labrada el 26/7/2001, cuya copia obra a fs. 234 de la causa n° 1.376.
Asimismo, las copias certificadas por él aportadas en el debate, de documentación, un bolso y fotografías, que se encuentran agregados a fs. 4.411/ 4.413 y 4.417/ 4.421 del principal, y un plano confeccionado por el nombrado a mano alzada del "Sótano", identificado como n ° 1 y otros dos identificados con los nº 2 y 3, glosados a fs. 4414/ 4.416
Por lo expuesto, cabe señalar como conclusión que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio.
19. Caso en el que resultó víctima José María Salgado:
Que dentro del plan clandestino represivo orquestado y ejecutado por las Fuerzas Armadas y sus organismos dependientes -aludido en el "Exordio"-, se acreditó que bajo la dirección de integrantes de la Armada Argentina, José Maria Salgado fue privado ¡legalmente de su libertad y trasladado al centro clandestino de detención que funcionaba en la ESMA, donde permaneció cautivo en la clandestinidad y fue sometido a sufrimientos físicos y psicológicos destinados a obtener información como a otras condiciones inhumanas de alojamiento. Posteriormente fue entregado a miembros de la Superintendencia de Seguridad Federal y, días después, asesinado bajo una patraña orquestada por las fuerzas actuantes.
En efecto, ha sido probado que José Maria Salgado, a quien apodaban "Pepe", fue privado ilegalmente de su libertad el 12 de marzo de 1.977, mientras se encontraba en la vía pública, en cercanías de su vivienda, sita en la localidad de Lanús, provincia de Buenos Aires,
Que en esa ocasión fue interceptado por un rodado marca "Ford", modelo "Falcón", al cual fue introducido.
Asimismo, se tuvo por acreditado que fue trasladado y alojado en el centro clandestino de detención que funcionaba en la ESMA, donde permaneció cautivo en la clandestinidad y fue sometido a sufrimientos físicos y psíquicos destinados a obtener información, como a otros derivados de las condiciones inhumanas de alojamiento.
Que en una fecha que no superó los finales de mayo de aquel año, fue entregado a integrantes de la Superintendencia de Seguridad Federal, ex "Coordinación Federal", con pleno conocimiento y voluntad de lo que ocurriría con él y que se describe a continuación.
También se encuentra probado que Salgado, en total estado de indefensión, fue asesinado, en circunstancias en que se hallaba junto a otras dos personas, la noche del 2 de junio de 1.977, en la calle Canalejas, entre Acoyte e Fidalgo, de esta ciudad, por integrantes de las fuerzas de seguridad. Que, en esa oportunidad, su deceso fue disfrazado bajo el ropaje de un enfrentamiento armado con las llamadas "fuerzas legales".
El 3 de junio de ese año, el Primer Cuerpo de Ejército, a través de un comunicado, hizo saber a la población que en un enfrentamiento con dichas "fuerzas legales", el damnificado habia sido abatido, junto a otros dos sujetos no identificados.
Que a partir de ese momento, sus padres, Josefina Gandolfi de Salgado y Jorge Guzmán Tobías Salgado, comenzaron la búsqueda de su cuerpo, la que culminó, el 27 de julio de aquel año, cuando el cadáver destrozado de José Maria Salgado, les fue entregado en la Morgue Judicial.
En efecto, con relación al secuestro de Salgado, a la clandestinidad de su cautiverio y a las gestiones en pos de su paradero son contundentes los dichos vertidos en el debate por su madre Josefina Gandolfi de Salgado, quien refirió que su hijo fue secuestrado el 12 de marzo de 1.977, en cercanías de su vivienda ubicada en la localidad de Lanús, provincia de Buenos Aires y que si bien ella no presenció el secuestro, conoció los detalles a través de su nuera Mirta Castro, quien estaba en ese momento.
Al respecto, relató que al ingresar su nuera a una panadería, observó, desde la vidriera, un vehículo "Ford Falcón" detenerse y que en él era introducido Salgado; retirándose aterrorizada del comercio.
La testigo recordó que tomó conocimiento del secuestro de su hijo, en oportunidad en que éste la llamó por teléfono y le refirió "mamá estoy detenido por averiguación de antecedentes" y le pidió que hicieran algo por él. Recordó que, además, le dijo que estaba en Coordinación Federal.
Agregó que en ese llamado comenzó a recibir órdenes de los captores, quienes le solicitaban una caja grande forrada en papel madera perteneciente a su hijo, que irian a retirar. Explicó que no la encontró y que nunca más tuvieron noticias acerca de ello. Adujo que en ese momento, pensó en su nuera que estaba atravesando un embarazo de seis meses y la mantuvo escondida hasta que nació el bebé.
Gandolfi de Salgado señaló que luego del llamado recibido, su marido le solicitó asesoramiento a un comisario que vivia a cuatro cuadras de su casa y que era amigo de la infancia. Que este último participó de una comunicación telefónica posterior y que, con una voz autoritaria, se hizo pasar por su marido y le manifestó "ustedes me preguntan muchas cosas y no se las puedo dar hasta que no sepa quién es usted"; ante lo cual, recordó, el interlocutor le refirió que era el Comisario Serra.
Manifestó que el comisario que estaba en su domicilio, luego de cortar la comunicación, se comunicó con el Departamento Central de Policía y le solicitó al subordinado que lo atendió que lo comunicara con el Comisario Serra. Que al atender, este último, le refirió "así que usted es policía y está trabajando para los revolucionarios, no para la justicia, yo soy el Comisario Serra" y se cortó la comunicación. Indicó que, ante ello, aquél se asustó porque lo habían señalado.
Por otra parte, adujo que su marido era abogado, que por esa razón actuó siempre de manera legal y que ello no les sirvió para nada, ya que no sabían dónde se encontraba su hijo ni ante que autoridad.
Asimismo, la testigo relató que el 2 de junio de 1.977 salió publicada, en todos los diarios, la noticia de un enfrentamiento entre "dos subversivos que habían puesto la bomba en Coordinación federal", quienes al intentar escapar, se balearon con la policía y que a consecuencia de ello había muerto su hijo.
Por último, recordó que José María vivía con su compañera y que junto con otro de sus hijos y un amigo fue hasta su vivienda. Explicó que al arribar, hallaron un verdadero desastre y que la finca había sido totalmente saqueada.
Que sobre este tópico también declaró en el debate Luisa Graciela Salgado, hermana de la víctima, quien fue conteste con su madre y explicó, además, que solía acompañarla en la búsqueda de su hermano y que, entre las gestiones que realizaron, se dirigieron al Ministerio del Interior y a distintas comisarías; diligencias que arrojaron resultado negativo.
Asimismo, como prueba documental merecen destacarse, de un modo genérico, las constancias obrantes en el expediente n° 36.939/7, caratulado "Salgado, José María s/recurso de habeas corpus interpuesto a su favor por Jorge Guzmán Tobías Salgado" del registro del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal de Instrucción n° 10, del 12 de abril de 1.977 y, en particular, las de fs. 4, 5, 8vta. y 11, que ilustran acerca del esfuerzo de los padres de Salgado, en pos de obtener algún dato relativo a su paradero (cuyas copias certificadas se encuentran reservadas en la Secretaría del Tribunal).
Por último, son Utiles las probanzas agregadas en los legajos CONADEP n° 3.131 y n° 102, caratulado "Salgado, José Maria" del registro de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal.
Por otra parte, dan prueba del cautiverio sufrido por Salgado en la ESMA como también de su traslado a la Superintendencia de Seguridad Federal, el relato elocuente y directo de Andrés Ramón Castillo, cuyo secuestro y alojamiento en dicho centro clandestino de detención, según fuera probado por este Tribunal, se produjo el 19 de mayo de 1.977. Memoró que conoció a Salgado en ese lugar; que lo tenían ubicado en el "Subsuelo" y que integrantes de otras fuerzas de seguridad lo iban a ver y lo interrogaban todos los dias. Recordó que un día se lo llevaron y que otra cautiva de nombre Carazo, al poco tiempo escuchó en la radio que habían hallado su cadáver.
Asimismo, Juan Gaspari expuso en el debate que en marzo de 1.977 Salgado estuvo en "Capucha", tirado en el piso, a su lado izquierdo. Que dentro del centro clandestino fue interrogado y torturado, bajándolo al "Subsuelo", donde, tortura de por medio, lo exhortaban a que "entregara" unos teléfonos a través de los que sus captores suponían podían ubicar a Rodolfo Walsh y que le hicieron saber que a este último lo habían matado en el mes de marzo. Agregó que en las ocasiones que pudo comunicarse con Salgado, éste le confirmó que lo torturaron y que le pidieron información sobre Walsh.
Lidia Cristina Vieyra, por su parte, relató que a Salgado lo secuestraron el 12 de marzo de 1.977, que estuvo en dicho centro clandestino más de dos meses y que lo fueron a buscar de Coordinación Federal.
Martin Tomás Gras señaló que José Maria Salgado, a quien apodaban "Pepe", era una persona joven, delgada y de cabello oscuro. Recordó que el oficial a cargo del nombrado descubrió que aquél era oficial de policía o habia hecho el servicio militar en la Policía Federal y que por considerar que era un caso que le pertenecía a ellos, fue entregado a integrantes de dicha institución. Por último, relató que al tiempo de su traslado, se enteró, a través de un medio de comunicación, que su cadáver había sido entregado a su familia.
Miguel Ángel Lauletta, a su turno, memoró que en marzo "cae" en la ESMA un chico apellidado Salgado y que en mayo traen una fotografía de las victimas de la bomba que explotó en la Superintendencia, en la que se observaban todos los cuerpos destrozados, la cual, expresó, fue puesta en exhibición para que "todos" la miraran. Agregó que, posteriormente, a Salgado se lo llevaron de la ESMA y que apareció muerto en un enfrentamiento.
Manifestó, asimismo, que el no conocía a Walsh y que quien habría "cantado la cita" fue José María Salgado, quien, además, estuvo presente en el operativo de secuestro de aquél.
Ricardo Héctor Coquet, por su parte, afirmó en el debate que el damnificado fue visitado, mientras se encontraba en uno de los cuartos de interrogatorio, por dos personas, uno delgado y alto y el otro "gordito", que pertenecían a Coordinación Federal. Que cuando él salió de dicho cuarto, se quedaron con Salgado, a quien, señaló, finalmente se lo llevaron.
Agregó que a la semana de ese suceso, un oficial de la ESMA le exhibió un periódico, en el que se leía "matan a Montonero en enfrentamiento" y que dicho sujeto era Salgado,
Ana María Martí recordó haber conversado con el damnificado en el "Sótano", mientras que Marta Remedios Álvarez afirmó haber estado con él en dicho lugar.
Por último, Antonio Pernias, en ocasión de prestar declaración indagatoria, admitió haber conocido a José Maria Salgado y afirmó que fue la persona que colocó un artefacto explosivo en Seguridad Federal.Por otra parte, dan cuenta del asesinato de Salgado, el 2 de junio de 1.977, en las circunstancias ut supra mencionadas y de la patraña orquestada por las fuerzas actuantes de ese momento, en primer lugar, el comunicado de prensa emitido, el 3 de junio de aquel año, por el Primer Cuerpo de Ejército, en el que se expresaba lo siguiente: "El Comando Zona I informa a la población que el 2 de junio, a las 21 horas, fuerzas legales intentaron la detención de un delincuente subversivo, el que consiguió darse a la fuga en un automóvil con el apoyo de dos delincuentes más.
"Como resultado de la persecución iniciada, el vehículo fue alcanzado en la calle Canalejas al 400, de esta Capital Federal, produciéndose el enfrentamiento armado en el que los tres ocupantes del automóvil resultaron abatidos.
"La detención intentada tenia relación con la culminación de una larga investigación efectuada por la Policía Federal en procura de determinar la autoría de la voladura del comedor de oficiales de la Superintendencia Federal, efectuada el 2 de julio de 1.976 y que provocara la muerte de 11 integrantes de la institución y heridas de diversa magnitud a 90 personas más.
"La desaparición, por muerte, de testigos, privó a dicha investigación de orientación inicial, razón por la cual se recurrió a identit- kits, que luego de muy largo proceso de tareas de inteligencia encaminaron todas las pistas disponibles hacia la persona de José María Salgado, ex agente de la Policía Federal, también aparecido en indicios posteriormente analizados con los alias de Pepe, Sergio y Daniel,
"Ubicado definitivamente el lugar donde podría detenerse a Salgado se intentó su captura con los resultados antes mencionados. La identidad de los otros ocupantes del vehículo no ha sido posible establecerla hasta el momento.
"El acto de terrorismo vandálico que en su oportunidad conmocionara a la opinión pública, afectara a tantas familias y lesionara a la institución policial, queda hoy esclarecido.
"La actuación de la banda subversiva a la cual pertenecía Salgado, no ha logrado detener la acción abnegada de la Policía Federal, sino que ha demostrado, una vez más, la eficiencia de las tareas de inteligencia y la capacidad operacional de las fuerzas legales" (sic) -el resaltado es nuestro-(según artículos periodísticos titulados "Abatieron a 3 delincuentes subversivos. Uno de ellos colocó la bomba en Seguridad Federal" y "La muerte de Salgado" en "La Nación" del 3 de junio de 1.977; "Abatieron a otros tres extremistas", en "La opinión", del 4 de junio de ese año; "Fue abatido un ex policía autor de cruento atentado terrorista. Trátase del sedicioso que hizo estallar una bomba en la Superintendencia de Coordinación Federal". También dan cuenta del suceso los titulados "Abaten al autor de un trágico atentado", en "Clarín" del 4 de junio y "Fueron Muertos Tres Extremistas, uno de los Cuales Fue el que Puso la Bomba en la Policía", en "La Razón" del 3 de junio, cuyas copias se encuentran glosadas a fs. 5/9 de la causa n° 10.035 bis, caratulada "Gandolfi de Salgado, Josefina Luisa su querella por privación ilegal de la libertad seguida de muerte de Salgado, José Maria", del registro del Juzgado Nacional de 1ª Instancia en lo Criminal y Correccional Federal n° 3 de la Capital Federal, acumulada al legajo n° 102, "Salgado, José María" de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal).
En efecto, dicho comunicado acredita no sólo que el damnificado fue asesinado por las Fuerzas Armadas sino que, además, es una pretendida justificación de las razones por las que le quitaron su vida y un reconocimiento de que estaba bajo su órbita.
Al respecto, cabe señalar, como se afirma en el propio comunicado, que Salgado era el principal sospechoso del atentado que en julio de 1.976 se perpetró en la Superintendencia de Seguridad Federal.
Las pruebas colectadas a lo largo del debate, asimismo, permiten afirmar que la víctima fue asesinada mientras se encontraba en total estado de indefensión. Tal enunciación encuentra sustento no sólo en la autopsia practicada sobre el cuerpo de la víctima (glosada a fs. 97/101 del expediente n° 0057-170, caratulado "Gaud, Carlos Alberto; Salgado, José María; 1NN. femenino y otros s/atentado y resistencia a la autoridad, robo de automotor y homicidio" del Consejo de Guerra Especial Estable n° I/I -Sumario 416-, reservado en Secretaría), la que, entre las descripciones del occiso, señaló "barba afeitada de 2 días, peso 65 kgrs." y dictaminó que la muerte fue producida por "heridas múltiples de bala en tórax y abdomen. Hemorragia interna" y que presentaba el impacto de diez balas, sino también en los relatos ut supra mencionados, en cuanto son contestes al aseverar que Salgado fue privado de su libertad el 12 de marzo de 1.977, alojado en la ESMA durante un tiempo y en una época no determinada, pero que no superó los finales de mayo de ese año, conducido a lo que se conocía como "Coordinación Federal".
A lo que deben agregarse las gestiones, tanto judiciales como administrativas, que sus familiares realizaron en pos de dar con su paradero; las que fueron reseñadas precedentemente y que como ha sido acreditado a lo largo del debate, no arrojaron resultado alguno, ya sea por falta de interés o de respuesta de las autoridades encargadas de ello.
Todo ello permite tener por cierto que Salgado, quien, cabe reiterarlo, se encontraba privado de su libertad desde el 12 de marzo, fue llevado desde la Superintendencia de Seguridad Federal hasta la zona donde finalmente, el 2 de junio, fue asesinado, recibiendo 10 impactos de bala en la zona ventral y dorsal; en tanto las otras dos personas que se encontraban con él, 26 y 13 impactos, cada una de ellas -fs. 105/110 y 119/124 del expediente n° 0057-170 del Consejo de Guerra Especial Estable n° 1/1 (sumario 416)-.
Asimismo, el médico legista, cuyo informe se encuentra glosado a fs. 7 de las mencionadas actuaciones, estimó que "en el día de la fecha siendo aproximadamente las 23:00 horas reconocí en esta dependencia el cadáver de quien me informan se llamaba en vida José Maria Salgado (...). Estimo que la muerte debe haberse producido dentro de las dos horas de realizado el mismo. (...)"-sic-.
Asimismo, constituye una prueba más del estado de indefensión en el que se encontraba inmerso Salgado, la circunstancia de que, como consecuencia de dicho enfrentamiento, no surge del sumario 416 mencionado que hubiera resultado herido algún miembro de las "fuerzas legales" que participaron en él. Máxime teniendo en cuenta la cantidad de impactos de bala que recibieron tanto aquél como sus dos compañeros.
Por ello, puede concluirse, al igual que lo hizo la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, al estudiar, en el marco de la causa n° 13/84, el caso n° 397, que las actuaciones n° 0057-170 del Consejo de Guerra Especial Estable n° 1/1, incoadas por la Comisaría 11ª, en particular el acta inicial de fs. 1/2 no se ajusta a la verdad de los acontecimientos y, además, que es una prueba más de la patraña orquestada por las fuerzas actuantes en ese momento.
Demuestra lo aseverado, la circunstancia de que dicha acta se limitó a dejar constancia de que el 2 de junio de 1.977 "siendo la hora 21.00 aproximadamente tuvo conocimiento a través del comando radioeléctrico de un enfrentamiento armado, suscitado en esta jurisdicción en la calle Canalejas, entre Acoyte e Fidalgo; por lo que constituido en el lugar señalado, se verificó la ocurrencia de un hecho de tal Índole// entre fuerzas legales y elementos subversivos que dejó como saldo tres delincuentes muertos [...]. Aproximadamente [...] se encontraba el cuerpo sin vida de una persona del sexo masculino joven la que se hallaba vestida de la siguiente manera. Pantalón negro pulóver celeste en V, camisa amarilla y zapatos marrones claros [...] poseyendo en su mano izquierda una granada y próxima a su mano derecha una pistola marca Brownning calibre 9 mm con la inscripción Policía Federal Argentina N° 11-51327 con su cargador colocado, hallándose dicha arma trabada encontrándose en su almacén cargador 5 cartuchos a bala sin usar; hallándose entre sus ropas una cédula de identidad Policía Federal Argentina numero 7159322 y carnet del círculo de Suboficiales de esta policía Federal 40551 a mismo nombre /José Maria SALGADO/ numero 40551. [...]". Que en dicha diligencia se omitió individualizar la identidad del personal que intervino en los sucesos y su número.
También debe destacarse que no constan en ese expediente, peritajes sobre las armas de fuego y los proyectiles empleados en el hecho ni que se haya procurado la declaración de alguno de los preventores que hubieran podido corroborar las circunstancias fácticas en que se habría producido la captura del sospechoso del atentado a Coordinación Federal, como tampoco da cuenta de las circunstancias en que fue hallado el vehículo y sus ocupantes ni de los motivos que originaron la persecución ni de la existencia de testigos civiles que ayuden a acreditar esos tópicos.
Sin embargo, habrá de resaltarse que si bien dichos actuados carecen de entidad para recrear las circunstancias que rodearon el destino final sufrido por Salgado, lo cierto es que determinadas constancias alli agregadas son útiles a la hora de determinar algunos supuestos fácticos en torno a su esclarecimiento. Al respecto, son ilustrativas las fotografías obrantes a fs. 23, 27 y 49, el informe médico legista de fs 7, las constancias de fs. 31 y 60 -que da cuenta de que el automóvil que se puede apreciar en la escena de los acontecimientos habia sido robado el dia anterior y los peritajes forenses de fs. 97/101, 105/110 y 119/24.
Por lo expuesto, podemos afirmar que dicho sumario, con los efectos mencionados, sumado al informe del Comando Zona I, ponen en patente evidencia la circunstancia de que Salgado estuvo cautivo en dependencias de la ESMA, las mentiras sobre las razones de su muerte y la crueldad del plan gestado por las fuerzas actuantes.
Al respecto, advertimos que dentro del mecanismo de eliminación utilizado por las Fuerzas Armadas en el marco del plan clandestino de represión, el asesinato de Salgado demandó un esfuerzo extra.
En efecto, el damnificado resultó asesinado en un enfrentamiento pergeñado y teatralizado por integrantes de dichas fuerzas, que implicó mantener a la víctima, después de someterla a la tortura, afeitada y alimentada, en pos de ocultar el probado cautiverio que venía padeciendo desde el 12 de marzo de 1.977; robar un vehículo a mano armada y, como verdaderos "escenógrafos", orquestar la puesta en escena fáctica -ubicación del vehículo, de los cuerpos, de las armas, proyectiles y granadas y la gran cantidad de tiros efectuada, conforme fotografías agregadas a fs 18/27.
Ello, con el objeto de simular, a la perfección y sin fisuras, un enfrentamiento lo suficientememte peligroso para acrecentar la valentía de las fuerzas de seguridad; en pos de, por un lado, demostrar a la población, la voluntad y efectividad en el restablecimiento del orden y, por el otro, a las "organizaciones armadas", las consecuencias de las acciones que atenten contra el orden.
Por último, testimonian el derrotero de los familiares de Salgado en pos de dar con el paradero de su cadáver y su posterior entrega, por un lado y la reticencia de las autoridades militares frente a tales demandas, por el otro, en primer lugar, los dichos de Josefina Gandolfi de Salgado y de Luisa Graciela Salgado. La primera de ellas, señaló que cuando se enteró, junto con su marido, de la muerte de su hijo, comenzaron la lucha para obtener su cadáver, el cual le entregaron, recordó, mucho tiempo después, en la Morgue Judicial. Al respecto, señaló que, a pesar de todo lo que habia denunciado, hasta ese momento, José María "no estaba ni vivo ni muerto en ninguna parte, que no existia".
Por su parte, Luisa Graciela Salgado recordó que cuando tomó, junto con sus padres, conocimiento, a través del periódico, de que su hermano habia sido abatido en un enfrentamiento, comenzó la búsqueda de su cuerpo. Que como la información era que el Comando Zona T se había hecho cargo de él, como primera medida concurrieron a su sede, pero, agregó, no les permitieron acceder.
Explicó que, además, realizaron trámites en la comisaría que intervino y que nadie sabía nada y que esa misma semana, en junio de 1.977, junto a su madre fueron al Ministerio del Interior, donde, memoró, había mucha gente solicitando información de "desaparecidos" y que aquélla se presentó en la entrada y preguntó en qué fila debía ponerse, ya que no buscaba un "desparecido" sino que estaba buscando un cadáver. Que entonces le permitieron ingresar.
La testigo relató que continuaron con la búsqueda y que, finalmente, su padre, el 26 de julio de aquel año, recibió un llamado, en el que le hacían saber que su hermano estaba en la Morgue Judicial, Que sus padres, junto a ella, lo fueron a buscar. Recordó que en esa oportunidad le llevaron el cuerpo tapado con diarios; que su madre se acercó, levantó los periódicos y ella se aproximó para sostenerla, ya que no podían creer lo que veían.
Luisa Graciela Salgado memoró que les costó creer, por el estado de deterioro, que el cadáver que tenían frente a ellas fuera el cuerpo de su hermano. Que su madre se armó de coraje y pidió hablar con el director, a quien le preguntó cómo era posible que recién se enterasen de dónde estaba el cuerpo. Agregó que esta persona le mostró una gran cantidad de telegramas que daban cuenta de los distintos pedidos que se habían efectuado a los Comandos en pos de que se diera noticia a los familiares, respondiéndoles que el fallecido carecía de deudos.
Por otra parte, explicó que fueron con personal de la cochería para cremarlo y que en el cementerio, por el tipo de muerte, no se lo permitieron. Que por tal motivo, tuvieron que colocarlo en un cajón para inhumarlo en uno de los nichos y que como, a esa altura, todavía no podían creer que el cadáver que tenían delante suyo, por su estado de destrucción, perteneciera a su hermano, le pidieron a la persona de la funeraria que verificara si presentaba una cicatriz en la cabeza; circunstancia que, a la postre, confirmó que se trataba de él.
Asimismo, prueban este tópico las constancias agregadas en el legajo CONADEP n° 3.131 y en el legajo n° 102, caratulado "Salgado, José Maria" del registro de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal; en particular las de fs. 11/13 y 15, demostrativas de las gestiones realizadas en aras de obtener la entrega del cadáver del damnificado, y fs. 143, que da cuenta de dicha entrega a su padre Jorge Guzmán Tobías Salgado y copia de su partida de defunción (fs. 147), respectivamente.
También son útiles las constancias glosadas a fs. 55 y 61, en que el administrador de la Morgue Judicial solicitó, entre otras cosas, a la Comisaría n° 11ª, "estimare informar (...) si alta Autoridades Militares dispone entrega deudos o Inhumación Administrativa" y a fs. 56 y 66, donde dicha dependencia judicial hizo saber que "debe permanecer a disposición de la autoridad militar", del 7 y 13 de junio de 1.977, respectivamente y la glosada a fs. 72 (todas del expediente n° 0057-170 del Consejo de Guerra Especial Estable n° 1/1 -sumario 416).
Además, las constancias agregadas en el expediente n° 1.331, caratulado "Cadáver de N.N adulto de sexo masculino -identificado Salgado, José Maria", del registro de la Morgue Judicial; en particular fs. 9 y 12/24, que dan cuenta que, ante las solicitudes por parte de la autoridad de la Morgue Judicial de la entrega del cuerpo de Salgado o de su inhumación vía administrativa, éste debía permanecer a disposición de la autoridad militar y el oficio de fs. 25 del mencionado expediente, del 26 de julio de 1.977, proveniente del Comando del Primer Cuerpo del Ejército, en el que se autorizó a Jorge Guzmán Tobías Salgado a retirar el cadáver de su hijo y las actuaciones de entrega, de la misma fecha (fs, 26, 27/8 y 29).
Por otra parte, también se tuvo por acreditado el conocimiento que los integrantes del GT tenían del destino de Salgado al momento de entregárselo a la Superintendencia de Seguridad Federal, Ello se desprende de la sospecha de aquéllos relativas a que el nombrado habia intervenido en el grave atentado ocurrido en esa dependencia policial.
Asimismo, si se tiene en cuenta que el plan represivo implementado -no solo en el ámbito de la Armada sino de las otras fuerzas (causa n° 13/84)- se basaba en el secuestro, torturas y muerte, ninguna duda puede caber acerca de que conocían a la perfección que Salgado sería asesinado en represalia por lo ocurrido en el atentado citado y en la sospecha de que había intervenido en él.
Por lo demás, han sido valoradas las copias certificadas de los legajos correspondientes al beneficio Ley 24.411 de la víctima.
Por otra parte, el evento relatado fue probado en el marco de la sentencia dictada por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, en la causa n° 13/84, correspondiendo al caso individualizado con el número 397.
Como conclusión cabe señalar que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio. En efecto, los llamados telefónicos efectuados por Salgado, con posterioridad a su secuestro, al domicilio de sus padres, la información brindada por su madre sobre los dichos de su nuera y los testimonios de otros cautivos sobre la permanencia del damnificado en la ESMA y de su posterior traslado a dependencias de la Superintendencia de Seguridad Federal, sumado al comunicado emitido por el Primer Cuerpo de Ejército y a la patraña documental gestada en el Sumario 416 citado, constituyen un acabado plexo probatorio.
Por lo demás, también es menester señalar, como se verá al analizar seguidamente el caso en el que resultó damnificado Rodolfo Walsh, que la información obtenida, tortura mediante, de parte de José María Salgado, le permitieron a los integrantes de la UT 3.3.2 dar con el paradero del primero de los nombrados,
20. Caso en el que resultó víctima Ana María Martí:
Asimismo ha quedado legalmente acreditado que Ana María Martí, quien al momento de su detención militaba en la Organización "Montoneros", fue privada ilegalmente de su libertad el 18 de marzo de 1.977 en la estación ferroviaria denominada "El Tropezón", sita en la provincia de Buenos Aires, mientras se disponía a sacar su pasaje para viajar; oportunidad en la que fue sorprendida por un grupo de entre doce o quince hombres vestidos de civil, quienes, simulando un procedimiento por drogas -sin exhibirle ninguna orden de detención-, la introdujeron en un automóvil. Que en el interior del rodado, fue encapuchada y cubierta con una manta, pudiendo observar un arma larga en el piso de dicho vehículo.
Que, luego de viajar unos veinte o treinta minutos, aproximadamente, y tras escuchar "Selenio, selenio. Resultado positivo. Ropero abierto, ropero cerrado. Traemos el paquete", fue descendida del automóvil con una capucha y esposada, para ser alojada en el centro clandestino de detención que funcionaba en la ESMA, donde le asignaron el número 914; la sometieron a sufrimientos físicos y psíquicos destinados a obtener información -consistentes en golpes y pasajes de corriente eléctrica- y a otros derivados de las condiciones inhumanas de alojamiento.
Así también, en el marco del llamado "proceso de recuperación", fue obligada a realizar trabajo esclavo, consistentes en traducciones del idioma francés.
Finalmente, Ana María Martí fue liberada el 19 de diciembre de 1.978 y enviada a España; previo suscribir unos documentos donde manifestaba haberse entregado voluntariamente y con la advertencia de que recordara que su familia residía en el país, la que iba a ser controlada y que debía comunicarse periódicamente con ellos.
Tal aserto encuentra sustento en los dichos elocuentes y directos de la propia damnificada, quien dio cuenta de las circunstancias de modo, tiempo y lugar que rodearon su secuestro, posterior cautiverio y liberación. Al respecto, Ana María Martí agregó que con el tiempo supo que la voz "selenio" correspondía a una designación que se le daba al Grupo de Tareas que operaba en la ESMA.
Recordó que, luego, pudo determinar que al descender del vehículo que la trasladó fue conducida a través de una especie de sala de armas que tenía una puerta pequeña y que en el fondo pudo identificar unos cuartos que daban a un pasillo, en el que habia un cartel que rezaba "Avenida de la Felicidad". Señaló que en dicho lugar también habia cuatro salas de tortura, entre las que se encontraba la número "13", que fue donde la depositaron a ella.
Al respecto, explicó que dicha sala estaba ubicada en el "Sótano", era pequeña, rectangular y de una dimensión de unos cuatro por dos metros, aproximadamente. Describió que la puerta de ingreso estaba a la izquierda y que desde la entrada se veia en el fondo una mesita de metal donde se encontraba la picana eléctrica, que, indicó, era una especie de calentador color celeste y junto a ella una cama de metal.
Recordó que sobre la pared que estaba la puerta de ingreso a la habitación había una gran pizarra que tenía varios nombres y fechas escritas y que le tomaron una fotografía contra otra pared que estaba manchada con sangre; la que luego fue utilizada para hacer su ficha de ingreso a la ESMA y que años después sacó de dicho lugar el detenido Víctor Basterra.
Al respecto, la testigo reconoció en el debate la "Ficha de Información de Personal Capturado" junto con la fotografía obrante a fs. 160 del legajo n° 13 caratulado "Basterra, Víctor Melchor" de la Cámara Nacional en lo Criminal y Correccional Federal de esta ciudad, como aquella que le tomaron en dicho centro clandestino de detención.
Por otra parte, señaló que en dicha sala, la desnudaron y la ataron con unas sogas a una cama de metal, abierta de pies y brazos; que pasaron la picana por esa cama, lo que produjo chispas.
Recordó que fue torturada salvajemente durante mucho tiempo, lo que le causó desmayos y que por momentos sus torturadores la dejaban sola. Asimismo, explicó que a la par escuchaba una gran batahola de gente que gritaba, entraba y salía.
Ana María Martí declaró que luego de muchas horas de sufrir la tortura se despertó en "Capucha", donde, señaló, había un extractor de aire, al que describió como una especie de ventilador gigantesco de unos ochenta centímetros de diámetro. Explicó que a su derecha se encontraba un "verde", encargado de la vigilancia del lugar y a su izquierda, el "Tomy".
Asimismo, manifestó que el médico permaneció un largo tiempo a su lado y le indicó que no bebiera agua, ya que era peligroso en virtud de la electricidad que había recibido. Que una vez que recuperó su respiración, el "verde" la engrilló, encapuchó y esposó por detrás y la condujo a lo que denominó "Cucha" o "Ataúd sin tapa" y que describió como similar a un cajón de madera aglomerada, de unos setenta centímetros de alto y algunos con forma de "T", que unidos con otros formaban cajones; iluminados cada uno de ellos por una lamparita sujeta al techo por un cable.
Agregó que en varias oportunidades fue sometida a interrogatorios en los que no le aplicaron golpes ni pasajes de corriente eléctrica. Que para tal cometido, señaló la testigo, era conducida a una salita muy pequeña que tenía unas mesitas.
Manifestó que durante unos meses permaneció en dichas "Cuchas" sobre el piso, pero que luego fue alojada en unas celdas, muy reducidas, a las que denominaban "Camarotes".
Afirmó que la tortura era insoportable y que el sector "Capucha" era terrorífico. Mencionó que vio a cientos de personas alli alojadas, que tenían prohibido hablar, llorar o gritar. Que las primeras semanas ir al baño era humillante, ya que debía pedir a gritos al guardia, previo decir el número que se le asignó, ir al sanitario o el balde grande de metal en el que todos los cautivos hacían sus necesidades.
Posteriormente, señaló que los guardias, cuando ellos decidían, los llevaban al baño para lo cual formaban una fila, como una especie de trencito. Que podía ser diez veces en un día o una vez en dos días; que muchos se orinaban en "Capucha", donde el poco oxígeno que se respiraba se mezclaba con el olor a excremento, a orina, a sangre, a vómito y a muerte que imperaba en aquel lugar. Explicó que allí no eran personas, eran un cuerpo y un cerebro, sin autonomía, manejados por el terror absoluto.
Relató que durante el primer tiempo de cautiverio recibía un mate cocido por la mañana y un sándwich de "algo" que parecía carne, al mediodía y a la noche.
Por otra parte, Ana Martí manifestó que allí vivía aterrada, temía por su familia y sus compañeros, pues ahí adentro no había límites, ya que tenían todo el poder. Que podían hacer lo que querían, dónde y cuándo querían. Las amenazas eran permanentes. Lo más difícil de transmitir era el terror que se sentía, pues no habia quien los protegiera o defendiera.
Al respecto, indicó la testigo que en ese sector estuvo desde el 18 de marzo de 1.977 hasta el 17 de noviembre de 1.978, fecha esta última en que fue trasladada, para encontrarse con sus hijos, a una especie de anexo, llamado "quinta operativa", donde permaneció hasta el 19 de diciembre cuando fue liberada y enviada a España. Describió que allí había radios y armas, aunque nunca se las exhibieron y que le pidieron que cocine para los "verdes".
Por otra parte, relató que trabajó bastante tiempo en la "Pecera" y que mientras estuvo allí fue obligada -como otros secuestrados- a entrevistarse periódicamente con un psiquiatra perteneciente a la marina. Señaló que la recibía en "El dorado", que estaba en la planta baja y que al principio de la terapia tuvo que someterse a la realización de tests y que posteriormente mantuvieron charlas.
Por otra parte, la testigo manifestó que fue "elegida para ser recuperada" y obligada a realizar trabajo esclavo en la "Pecera". Que debía hacer traducciones del idioma francés y que al tiempo del mundial de fútbol realizado en el pais, le llevaron recortes de diarios franceses, debiendo traducir lo relacionado con un boicot que al parecer estaban realizando en Francia sobre dicho evento deportivo. Asimismo, expresó que le dictaron y escribió algo, que en una ocasión fue sacada de la ESMA para hablar con un periodista y que cuando dejaron de llevarles los periódicos para que tradujera, por miedo a que la mataran, rompía las traducciones hechas y las rehacía.
Agregó que para trabajar la llevaban con los grilletes desde "Capucha" hasta "Pecera" y que allí eran vigilados mediante un circuito cerrado de televisión.
Por otra parte, recordó que el 4 de octubre de 1.978 la fue a buscar un verde, la exhortó a bajar y le dijo que si no lo hacía tendría que bajarla a la fuerza. Que, por ello, descendieron y en el hall de entrada del "Casino de Oficiales" vio a otro grupo de detenidos, entre los que recordó a Nilda Orazi y a unos oficiales, que reían. Explicó que los condujeron en automóvil hasta un restaurante en la costanera, donde pidieron asado.
Al respecto, señaló que ninguna podia hablar y que ella no paraba de llorar; manifestándole los oficiales que eran "unas muertas" y aburridas, a la par que le preguntaban acerca de qué les pasaba. Que cuando finalizaron de comer, ella fue regresada a su celda.
Por otra parte, relató que en octubre fue autorizada para realizar una visita a su familia, las cuales, posteriormente, fueron más periódicas, para, finalmente, efectivizarse cada dos o tres meses.
Manifestó que fue liberada y exhortada a residir en España, para lo cual la llevaron a Ezeiza y viajó junto a sus dos hijos, su tía Teresa -que al enterarse compró un boleto en el mismo vuelo- y Solarz de Osatinsky; compartiendo en aquel destino residencia.
Por otra parte, recordó que a raíz de la denuncia efectuada ante las Naciones Unidas, acerca de lo que acontecía en Campo de Mayo, por Nilda Orazi y su esposo Scarpati, su abuela recibió un llamado en agosto de 1.979, donde le pedían que llamaran a la ESMA y que volvieran a la Argentina, ya que sus vidas corrían peligro. Como consecuencia de ello, relató, y con el fin de despistar acerca de su paradero, viajó a otro lugar, desde dónde mandó una carta. Agregó que para ese entonces, ya tenia confeccionado su testimonio con todo lo que le sucedió, el que presentó, el 12 de octubre de 1.979, ante la Asamblea General Francesa.
Que luego de esa declaración, se refugió en Suiza, donde pidió asilo político.
Asimismo, el cautiverio sufrido por Ana María Martí en la ESMA fue corroborado en el debate por Mercedes Carazo, Jaime Dri, María del Huerto Milesi, Silvia Labayrú y Alberto Eduardo Girondo, quien, agregó que la damnificada tenía dos hijos,
A su turno, Lidia Cristina Vieyra explicó que fue secuestrada el 11 de marzo de 1.977, que Martí fue apresada a la semana siguiente y que vio cuando la llevaron al "Sótano" con el objeto de someterla a trabajo esclavo.
Ana María Soffianttini refirió que mientras se encontraba en el cuarto de tortura hicieron ingresar a Martí, quien estaba engrillada y lucía "desencajada, con los ojos rojos de llanto"; recordando que le dijo que aguantara y que le refirió a los oficiales que no la conocía y que no le hicieran nada.
Asimismo, la testigo creyó memorar que Martí se encontraba junto a ella en el camarote donde la alojaron.
Por su parte, Andrés Ramón Castillo, Pilar Calveiro, Rosario Evangelina Quiroga, Lila Victoria Pastoriza, Miriam Lewin, Martin Gras, Susana Jorgelina Ramus, Beatriz Alicia Tokar y Graciela Beatriz García, refirieron haber visto a la damnificada realizando trabajo esclavo en la "Pecera", en la oficina que se encontraba próxima a la de prensa. Alberto Gaspari aseveró que aquélla estuvo en el sector de biblioteca, donde se clasificaban los libros que los militares secuestraban en los procedimientos y que cuando a él lo liberaron, ella aun permanecía cautiva. Tal aserto también fue corroborado por Maria Inés del Pilar Tmaz de Allende, cuya declaración fue incorporada por lectura al debate (fs. 8 vta. del legajo N° 111 de la Cámara Nacional en lo Criminal y Correccional Federal de Capital Federal).
Jorgelina Ramus, a su turno, señaló que supo que Martí ayudó a las mujeres embarazadas cautivas en la ESMA y que junto a ella salió a comprar ropa para bebés. Asimismo, adujo que con Sara Solarz de Osatinsky realizaron denuncias en el exterior.
Rolando Pisarello relató que conoció a Martí en la ESMA, que le decían "Chiche" y que la "vio arriba". En igual sentido, se expidió Alfredo Juan Manuel Buzzalino y María Eva Bernst de Hansen, quien, además, señaló que la damnificada realizó trabajo esclavo junto a Sara Solarz de Osatinsky.
A su turno, Ricardo Coquet recordó que cuando estuvo internado en el hospital municipal de Vicente López, recibió una carta escrita en la ESMA por la damnificada; mientras que Lisandro Raúl Cubas, dijo que conoció en la ESMA a Ana María Martí, que tenía dos hijos con los que fue presionada en reiteradas ocasiones y que su liberación se produjo al tiempo del trabajo esclavo en "Pecera".
Rosario Evangelina Quiroga agregó que sus hijas fueron sacadas de la ESMA por un oficial en compañía de la víctima y de Susana Burgos.
A su turno, Sara Solarz recordó que el 18 de noviembre, aproximadamente, fue conducida a una quinta ubicada en la localidad de Del Viso, en la que se encontraba Ana María Martí aguardando la entrega de sus hijos, quienes, para ese entonces, estaban presos en una cárcel de mujeres. Agregó que el 19 de diciembre viajó hacia Madrid junto a Marti y aquéllos, y que allí la damnificada continuó aterrorizada de que les sucediera algo a sus pequeñas, toda vez que en dicho lugar seguían bajo la vigilancia de los oficiales del GT. Asimismo, señaló que en esa ciudad se realizó una conferencia de prensa, de la que participó junto a la damnificada y Ana María Pirles.
Finalmente, Raúl Enrique Scheller, al momento de prestar declaración sin juramento el 23 de agosto de 1.985 ante el Juzgado de Instrucción Naval -fs. 66/81 del legajo n° 121 relativo a Mario Enrique Fukman-, ratificada en el debate oral y público, reconoció haber visto a Ana Maria Martí dentro de la ESMA.
Asimismo, como prueba documental merecen destacarse de un modo genérico las constancias obrantes en el legajo n°23 caratulado "Marti, Ana Maria y otras" de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, y en especial, la causa n° 40.163 caratulada "Martí, Ana Maria s/ privación ilegal de la libertad" del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal de Instrucción n°3. Secretaria n°110, acumulada al mencionado legajo a fs. 118/225; en el legajo CONADEP n° 4443 correspondiente a la víctima.
Por otra parte, el evento relatado fue probado en el marco de la sentencia dictada por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, en la causa n° 13/84, correspondiendo al caso individualizado con el número 225.
Por lo expuesto, cabe señalar como conclusión que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio,
21. Caso en los que resultaron víctimas Ariel Aisenberg y Daniel Aisenberg:
Asimismo, ha quedado legalmente acreditado que Ariel Aisenberg y Daniel Aisenberg fueron privados ilegalmente de su libertad el 20 de marzo de 1,977, en distintas circunstancias, mientras se encontraban en la vía pública; siendo luego conducidos a la ESMA, donde permanecieron clandestinamente detenidos y fueron sometidos a sufrimientos psíquicos y físicos destinados a obtener información como a otros derivados de las condiciones inhumanas de cautiverio.
También que, aproximadamente diez o quince días después de su secuestro, fueron "trasladados", permaneciendo a la fecha desaparecidos.
Tal aserto encuentra sustento en el relato brindado en el debate por Eva Yuthjman, quien recordó que el 20 de marzo de 1.977, estaba en su casa, sita en Zavala n° 1.725, 6° piso, depto "E", esquina Luis Maria Campos, de esta ciudad, junto con sus dos hijos, Luis Daniel y Ariel Aisemberg, de 22 y 1 8 años, respectivamente, el padre de sus hijos y la compañera del primero de los nombrados, Silvina Vieyra.
Explicó que Luis Daniel bajó a buscar el coche y que en ese momento se asomó Silvina por el balcón y observó un tumulto de gente en la esquina. Que a raíz de ello fue a ver que sucedía y le dijeron que se habían llevado a un muchacho rubio.
Agregó que aquél se comunicó telefónicamente con ellos y les hizo saber que estaba secuestrado, no precisando detalles y que una hora más tarde su otro hijo, Ariel, llamó por teléfono y les manifestó que estaba detenido junto con Luis.
Señaló que, como consecuencia de ello, interpusieron recursos de habeas corpus y enviaron cartas a diferentes autoridades civiles, militares y eclesiásticas; de las que siempre obtuvieron resultado negativo.
La testigo recordó que la última llamada que recibió de sus hijos fue el 18 de marzo y que éstos le dijeron que "estaban bien, que se bañaban todos los días y que estaba todo perfecto". Agregó que su hijo mayor, quien estaba realizando guardias médicas por encontrarse en cuarto año de la carrera de medicina, le pidió que si llamaban preguntando por él, dijera que se había tenido que ir del país. Le refirió que con su hermana no había ningún problema, pero que ayudara a Silvina Vieyra a salir de la Argentina,
Por último, relató que unos meses más tarde Lidia Vieyra, hermana de Silvina, le contó que vio unos días a sus dos hijos en la ESMA y que después no supo nada más de ellos.
Por su parte, Isidoro Aisenberg -cuyos testimonios fueron incorporados por lectura al debate (fs. 6, 19/20 y 34 de la causa n° 42.848 del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal de Instrucción n° 2, caratulada "Aisenberg, Isidoro s/ denuncia, privación ilegal de la libertad" y fs. 1 y 7 de la causa n° 42.611 del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal de Instrucción n° 2, caratulada "Aisenberg, Luis Daniel y otro s/ privación ilegitima de la libertad)- en ocasión de instar la acción penal por el secuestro de sus hijos Ariel y Luis Daniel, el 2 de mayo de 1.977, manifestó que el 20 de marzo de ese año, aproximadamente a las 16:05, se hicieron presentes en forma violenta en el edificio de departamentos donde residía una cantidad de personas, cuyo número, señaló, ignoraba; aunque pudo ver a dos del sexo masculino, que secuestraban a su hijo. Que se dieron rápidamente a la fuga, desconociendo por qué medios.
Relató que ese mismo día, a las 1 8:00, recibió un llamado telefónico de su hijo Luis Daniel, en el que le hacía saber que estaba detenido en un dependencia de seguridad y que se encontraba con él su hermano Ariel; quien, señaló, también habló en similares términos.
Asimismo, Beatriz Aisenberg, hermana de las víctimas, expresó que supo por su marido que a Ariel lo secuestraron, más o menos a la misma hora que a Luis Daniel, de un bar ubicado en la calle Medrano.
Recordó que sus hermanos llamaron el día de sus capturas y durante varios días consecutivos, hablando ellos y otro sujeto del que desconocía su identidad, quien les referió a sus padres que "no se preocupen porque sus hermanos eran unos perejiles, que en unos días los largaban". Que después de esta llamada, dejaron de comunicarse.
Manifestó que Ariel militaba en la UES y Luis en la JUP y que tenían un grupo de amigos que también eran militantes, que existieron una serie de secuestros y que primero se llevaron a Lidia Vieyra y luego a sus hermanos. Que ésta les contó que los vio en la ESMA y que se enteró que los trasladaron al Sur, donde, se decía por entonces, había campos de concentración. Explicó que estuvieron mucho tiempo albergando esa idea.
Por último, la testigo relató que sus padres realizaron una serie de gestiones en pos de saber el paradero de sus hermanos.
Por su parte, Silvina Irene Vieyra relató en el debate que fue novia de Luis Daniel Aisenberg y que el 20 de marzo de 1.977, mientras se encontraban en la vivienda de Isidoro y Eva Aisenberg, en el barrio porteño de Belgrano, en la intersección de Zabala y Luis María Campos, y luego de almorzar, llamaron al servicio mecánico del Automóvil Club Argentino, en virtud de un desperfecto que tenia el rodado de Luis.
Recordó que era un día soleado y que junto a Eva fue al balcón. Que Luis bajó y que, desde ese sitio, escucharon ruidos y gritos atemorizadores y amedrentadores. Indicó que se asomaron y vieron a tres o cuatro vehículos atravesando la avenida y bloqueando Zabala, junto a ocho o diez hombres, aproximadamente, con armas largas y vestidos de civil. Que en ese momento observó que a su pareja la introdujeron en uno de los automóviles y relacionó el hecho con los operativos de las Fuerzas Armadas. Agregó que, además, de los gritos, había corridas.
Que ante esto bajó, con el objeto de encontrarse con Ariel. Que, explicó, en lugar de ello, se encontró con la novia de éste, llamada Lucía, quien le refirió que lo habían secuestrado.
La testigo memoró que a las dos o tres horas, llamó a la casa de los padres de Luis y que Eva le dijo que éste se comunicó. Manifestó que la noticia la dejó perpleja, que éste le manifestó que preguntó por ella, que estaba con su hermana Lidia Cristina y que debía irse del país.
Que al día siguiente, también se comunicó con ellos Ariel, quien le volvió a manifestar que debía irse por Cataratas. Indicó que finalmente renunció a su trabajo y que se fue, un miércoles o jueves, con su madre, a la ciudad de San Pablo, en Brasil; cruzando por Foz de Iguazú.
Indicó que Luis y Ariel militaban en la Juventud Universitaria Peronista y en la UES, respectivamente.
Por último, declaró que su hermana Lidia los vio a los dos alojados en la ESMA, que a los diez días fueron "trasladados" y que no tuvo noticias de ellos con posterioridad.
Las circunstancias en que los hermanos Aisenberg fueron vistos dentro del centro clandestino de detención que funcionaba en la ESMA, fueron corroboradas por el relato elocuente y directo de Lidia Cristina Vieyra, Ricardo Héctor Coquet y Silvia Labayrú.
A su turno, Lidia Cristina Vieyra indicó que vio en "Capucha" a Luis y Ariel Aisenberg, quienes fueron secuestrados el 20 de marzo de 1977, por el "GT" 3.3.2. Dijo que fueron secuestrados el mismo dia, pero en distintas situaciones y que los conocía porque Luis era el novio de su hermana.
Aseveró que a los diez dias de llegar al centro clandestino fueron "trasladados" y que en febrero de 1.978, un suboficial le refirió que estaban en una cárcel en el sur del país.
Silvia Labayrú memoró haber visto a los hermanos Aisenberg en la ESMA, que eran dos muchachos jóvenes que fueron secuestrados en marzo o abril de 1.977 y que permanecieron poco tiempo alli alojados.
A su turno, Ricardo Héctor Coquet señaló que vio a los nombrados en la ESMA, que estuvieron alrededor de quince dias y luego se los llevaron.
Asimismo, como prueba documental merecen destacarse de un modo genérico las constancias obrantes en el expediente n° 26.543/95, caratulado "Aisenberg, Ariel y Aisenberg, Luis Daniel s/ ausencia por desaparición forzada", del registro del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil n° 58 de la Capital Federal; legajo n° 106 de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal, caratulado "Aisenberg, Ariel, Aisenberg, Luis Daniel y Vieyra, Lidia Cristina"; fotocopia certificada de la causa n° 165/77, caratulada "Aisenberg, Luis Daniel y Ariel s/ habeas corpus"; expediente n° 754/79, caratulado "Aisenberg, Luis Daniel y Ariel s/ recurso de habeas corpus" del registro del Juzgado Nacional de 1ª instancia en lo Criminal y Correccional Federal n° 5 de la Capital Federal; y las causas n° 42,611 y 42.848, ambos del registro del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal de Instrucción n° 2 de la Capital Federal, interpuestos a favor de Luis Daniel y Ariel Aseinberg por Isidoro Aisenberg. Que dichas constancias documentales dan cuenta de las gestiones de búsqueda que, como consecuencia del secuestro y desaparición de las víctimas, fueron realizadas.
También, aquéllas agregadas en los legajos CONADEP n° 1.114 y 1,099 correspondiente a Ariel Aisenberg y Luis Daniel Aisenberg y las actas de inscripción de ausencia con presunción de fallecimiento de Ariel Aisenberg, inscripta en el T. 1º L, Acta n° 170 y de ausencia con presunción de desaparición forzada de Luis Daniel Aisenberg, inscriptas en el Tomo 1º L, Actas n° 170 y 171, respectivamente (fs. 26.551 y 26.583 de la 14.217/03).
La prueba colectada en el debate permite sin margen de dudas afirmar que Ariel y Luis Aisenberg permanecieron cautivos y fueron sometidos a sufrimientos físicos y psicológicos y a otros derivados de las condiciones inhumanas de vida dentro de la ESMA. A tal aserto cabe llegar, además, por lo manifestado a lo largo del debate por la gran cantidad de victimas que por dicho lugar desfilaron -cuyos testimonios fueron reseñados a lo largo del presente pronunciamiento- las cuales fueron contestes en cuanto al modus operandi en que eran tratadas desde su ingreso en el lugar. Todas ellas señalaron, que al arribar al centro clandestino, previo a ser mantenidas en condiciones infrahumanas de alojamiento, eran sometidas a dichos sufrimientos con el fin de obtener información relativa a la actividad política desplegada por ellos o por algún allegado suyo o por el paradero de alguna persona que le interesaba de manera especial.
Por lo expuesto, cabe señalar que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio. En efecto, las testimoniales brindadas por sus padres, su hermana y Silvina Vieyra, los llamados telefónicos efectuados, con posterioridad a sus secuestros, por Ariel y Daniel Aisenberg y la información brindada por otros cautivos sobre la permanencia de los damnificados en la ESMA y su posterior "traslado", constituyen un acabado plexo probatorio.
22. Caso en el que resultó víctima Rodolfo Jorge Walsh:
Ha quedado legalmente acreditado que el 25 de marzo de 1,977 a las 12,00, Rodolfo Jorge Walsh, quien se sabía buscado por las Fuerzas Armadas -y a raíz de ello utilizaba el nombre "Norberto Pedro Freyre"-, partió junto a su mujer, Lilia Beatriz Ferreira, de su domicilio -sito en Triunvirato e Ituzaingó de la localidad de San Vicente, provincia de Buenos Aires-, Que ambos se dirigían hacia la estación del Ferrocarril Roca para abordar el tren que los llevaría al barrio de Constitución de esta ciudad, ocasión en la que Walsh se encontró, por casualidad, con Victoriano Matute, quien le entregó una copia del boleto de compra venta correspondiente a su domicilio, el que guardó, junto con las copias de la "Carta abierta a la Junta Militar", que había terminado de escribir el día anterior, en el portafolio que llevaba consigo.
Que, al llegar a Constitución, Walsh confirmó telefónicamente una "cita" con José Maria Salgado, apodado "Pepe", que se llevaría a cabo, entre las 13.30 y las 16.00, en inmediaciones de las avenidas San Juan y Entre Ríos, de esta ciudad y que tenia por objeto, al igual que las otras previstas para ese día, difundir el contenido de la carta que el nombrado había escrito con motivo de cumplirse el primer aniversario de la dictadura militar. Ese día, el damnificado concurriría a tres citas; además de encontrarse con Salgado, se reuniría con René Haidar y con la mujer de un militante, que había fallecido junto a su hija en un operativo.
Que, en circunstancias en que la víctima caminaba por la acera de avenida San Juan, entre Combate de los Pozos y Entre Ríos, vistiendo una guayabera de color beige con tres bolsillos, pantalón marrón, un sombrero de paja, zapatos marrones, y anteojos, y portando consigo un portafolio y una pistola marca "Walther", modelo PPK, calibre 22, fue abordado por un grupo operativo perteneciente a la UT 3.3,2, que estaba compuesto por, aproximadamente, entre 25 y 30 hombres, que se desplazaban en más de seis vehículos, entre ellos un "Peugeot 504", un "Ford Falcon", una "Ford F 100", una "recoleta" y una camioneta a la que denominaban "Swat".
Se tuvo por acreditado que Rodolfo Jorge Walsh, introdujo una de sus manos dentro de una bolsa, y ante la sospecha de que opusiera resistencia, uno de los intervinientes dio aviso de una emergencia, y al grito de "Pepa, pepa" -término utilizado para denominar a la granada-, una gran cantidad de oficiales comenzó a dispararle, hasta que la víctima se desplomó (conforme lo señalan los testigos Lauletta y Gras; cuyos testimonios serán analizados más adelante). Que Walsh sufrió varios impactos de bala en su tórax que le provocaron la muerte. Con posterioridad, el nombrado fue introducido en uno de los rodados, y conducido a la ESMA, donde arribó sin vida. Una vez allí, fue descendido raudamente por la escalera que unía el hall de la planta baja con el "Sótano" del edificio, sin poderse precisar, al dia de la fecha, el destino dado a sus restos.
Que la información relativa a esa "cita" fue obtenida por medio del interrogatorio mediante torturas, practicado a José María Salgado, en algún momento posterior a su secuestro, con la suficiente antelación para diseñar y planificar minuciosamente el operativo. Ello, conforme fuera acreditado al tratar la materialidad del caso que tuvo por victima a Salgado, cuya captura tuvo lugar el 12 de marzo de 1.977.
Asimismo, se tuvo por probado que el propósito del grupo era capturar a Walsh con vida y que tal circunstancia se debía a la condición de oficial primero que ocupaba el nombrado en la organización Montoneros y toda vez que estaba a cargo de la Agencia Clandestina de Noticias (ANCLA), y así someterlo a crueles sufrimientos destinados a obtener información. Precisamente por ello, era intensamente buscado desde hacia tiempo.
Que para lograr la captura de Walsh, y teniendo en cuenta el perfil combativo atribuido al damnificado, la UT 3.3.2. planificó un operativo de gran envergadura; ello ha quedado acreditado en virtud de la diferencia numérica evidenciada por la cantidad de intervinientes en el procedimiento, y el importante despliegue llevado adelante para concretar su secuestro. Incluso la preparación del equipo operativo, quedó demostrada por la circunstancia de que contaba con un francotirador.
Más allá del propósito central del grupo, el plan criminal incluyó que, ante el menor atisbo de duda con relación a que Walsh pudiera oponer resistencia al momento de su captura, el proceso concluiría con su muerte.
Por otra parte, pudo acreditarse que la víctima fue desapoderada de los efectos personales que llevaba consigo (un portafolios, una pistola calibre 22 marca "Walther", Modelo PPK, un reloj marca "Omega", la cédula de identidad a nombre de Norberto Pedro Freyre que había utilizado la víctima para la investigación de los fusilamientos del basural de José León Suárez, el boleto de compraventa antes descripto y las copias de la carta ya mencionada).
También, se tuvo por probado que el día posterior a los hechos narrados, un grupo -integrado por aproximadamente cincuenta personas- se constituyó en el domicilio de Victoriano Matute, a efectos de que el nombrado los condujera hasta la vivienda de Walsh; lugar al que arribaron entre las 3.30 y las 4.00 y luego de disparar en forma continua contra la finca, ingresaron y sustrajeron una importante cantidad de objetos pertenecientes a sus moradores. Entre ellos, podemos enumerar diversos cuentos, cartas y demás piezas literarias de valor, como ser: "Juan se iba por el Rio", "El 27", "Nancahuanzú", "El aviador y la bomba", "Carta a Vicky", "Carta al Coronel Roualdes", una carpeta llamada "las Memorias" y, otra, denominada "Los Caballos", textos del diario de Rodolfo Walsh con recopilación de notas periodísticas, una agenda y la libreta de enrolamiento del nombrado, fotografías familiares y la carta que escribió a sus amigos con motivo de la muerte de su hija María Victoria.
Que dichos bienes fueron llevados a la ESMA y vistos por diversos secuestrados.
Con relación a las circunstancias previas al secuestro de Rodolfo Jorge Walsh, a la apropiación de sus pertenencias y a las gestiones que tuvieron por objeto dar con su paradero, se basa en contundentes y verosímiles dichos de Lilia Beatriz Ferreira.
Al respecto, relató que esa mañana abordaron el tren que partió a las 12:00 desde la Estación San Vicente a la de Constitución, puesto que el rodado marca "Fiat", modelo 600, propiedad del padre de la testigo, no había arrancado.
Recordó que, al llegar a destino, Walsh habló por teléfono para confirmar una "cita" que se llevaría a cabo en las inmediaciones de las avenidas San Juan y Entre Ríos de esta ciudad. Dijo que, días antes, ella lo condujo en automóvil por la esquina de Humberto 1º y la segunda avenida antes referida, oportunidad en que éste arrojó un atado de cigarrillos a modo de contraseña.
Que por comentarios del nombrado supo que ese día tenía tres citas, la primera, con alguien apodado "Pepe", quien días antes le había hecho llegar una carta donde le pedía a Walsh que ayudase a la esposa de un militante, que había muerto con su hija, a encontrar un lugar para vivir con su bebé. Que, también debía encontrarse con dicha mujer y con René Haidar -sobreviviente de la masacre de Trelew-,
Manifestó que se despidió de Walsh cuando éste cruzó la calle Brasil, y que vestía una guayabera color beige con tres bolsillos, pantalón marrón, un sombrero de paja, zapatos marrones, anteojos, un reloj marca "Omega" y llevaba consigo un portafolio que contenía en su interior la "carta abierta a la junta militar", el boleto de compra venta de la "casita" de San Vicente, y una pistola marca "Walther", Modelo PPK, calibre 22. Con relación a este arma, adujo la testigo que el damnificado sabia de las torturas sin limites y que, por tanto, no quería ser capturado con vida. Que esa fue la última vez que lo vio, toda vez que el nombrado no llegó, a las cinco de la tarde, al departamento que ambos compartían en la calle Malabia, en su intersección con Juan María Gutiérrez, de esta ciudad, como lo habían acordado.
Asimismo, refirió que al día siguiente, Patricia Cecilia Walsh pasó a buscarla para ir junto a su marido, Jorge Pinedo, y a sus dos hijos, a comer un asado a la casa ubicada en la localidad de San Vicente.
Que al arribar notó que no estaba el automóvil marca "Fiat", modelo 600, ni tampoco se divisaba el humo del asado que debía estar preparando Walsh; que las paredes de la vivienda presentaban disparos, faltaban las puertas, ventanas y habían sido sustraídos los bienes que se encontraban en su interior (obras que estaban en la vivienda).
Por último, manifestó que únicamente inició ante la justicia una acción de habeas corpus.
En igual sentido, se expresó Patricia Cecilia Walsh, quien memoró que, al llegar a la casa de San Vicente, Lilia Ferreira descendió del automóvil y regresó muy alterada, gritando que la casa estaba destruida y que había un gran desorden; recordó que en el exterior había diversos objetos tirados.
Que rápidamente se retiraron del lugar y se dirigieron a la casa de su madre, Elina María Tejerina de Walsh, ubicada en el barrio de Almagro,
Explicó que al día siguiente, empezó a realizar gestiones que le permitieran hallar información de lo sucedido. En tal sentido, se entrevistó con el hermano de su padre, el capitán de navio retirado Carlos Washington Walsh y con su mujer Elba Ostengo de Walsh, para que éste presentara un habeas corpus, ya que para ella era riesgoso hacerlo, porque tenía hijos chicos. Que luego se reunió con Horacio Peralta, hijo de un dirigente sindical que había estado detenido en la ESMA, y con la hermana de su padre, Catalina Walsh, quien realizó diversas gestiones.
Mencionó que el hermano de su padre se negó a presentar el habeas corpus dado que sostenía que éstos no eran de utilidad y, por tal motivo, lo presentó ella en el mes de junio de 1.977.
Patricia Walsh agregó que su padre ''naturalmente motivaba al GT" de la ESMA, porque escribía, denunciaba, era militante político y oficial primero de la Organización Montoneros.
En idéntico sentido que Patricia Cecilia Walsh, se pronunció su marido, Jorge Pinedo.
Asimismo, como prueba documental merecen destacarse de un modo genérico, las constancias obrantes en el expediente 222/77, caratulada "Walsh, Rodolfo Jorge s/ habeas copus" y su acumulado el n° 308/77 del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n° 1, ambos interpuestos en favor de Rodolfo Jorge Walsh por Lilia Beatriz Ferreira y Patricia Cecilia Walsh, respectivamente; en particular las fs. 4, 5, 7vta. que ilustran las gestiones realizadas para dar con el paradero de la victima.
También, aquellas agregadas en el legajo CONADEP 2587 correspondiente a Rodolfo Jorge Walsh, el informe de la Comisión Provincial de la Memoria y el de la Comisión Nacional de las Personas, junto con sus anexos.
La declaración testimonial prestada por Victoriano Matute por ante el Juzgado de instrucción Militar (ver fs, 146/147 del legajo n° 78 de la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, caratulado "Walsh, Rodolfo Jorge"), la cual fue incorporada por lectura al debate.
Asimismo, deben tenerse en cuenta los testimonios emitidos por la Dirección Provincial del Registro de la Propiedad, correspondientes a los cuatro lotes de los terrenos ubicados en el partido de San Vicente, provincia de Buenos Aires, identificados con los nros. 10, II, 24 y 25, parte de la quinta dos, nomenclatura catastral: Circunscripción I, Sección B, quinta 40, parcelas 8, 9, 28 y 29 (agregados a fs, 20.110/20,116),
Por otra parte, resulta relevante el testimonio brindado en el debate por Miguel Ángel Lauletta, quien dio cuenta del procedimiento llevado a cabo el 25 de marzo de 1,977. Al respecto, refirió que lo llevaron en un vehículo junto a un compañero de nombre Oscar Paz, por la avenida San Juan, desde Entre Ríos hacia el oeste. Agregó que para dicho procedimiento intervinieron entre 25 y 30 integrantes del grupo de tareas, que se conducían en más de ó vehículos. Asimismo, el testigo realizó un croquis para ilustrar al Tribunal acerca del operativo descripto.
Afirmó además que no conocía a Walsh y que quien habría "cantado la cita" fue José Maria Salgado, quien estuvo presente en el operativo.
Explicó que mientras circulaban en el sentido indicado, se escuchó por la radio que alguien dijo "emergencia- emergencia" y que, por esta razón, la persona que conducía el automóvil dio una vuelta en "u" por la avenida San Juan -que en aquel momento era doble mano- y al atravesar la calle Combate de los Pozos en dirección a la avenida Entre Ríos, pudo ver que uno le disparó a un cuerpo que estaba en la vereda opuesta, al tiempo que escuchó que gritaban "pepa, pepa", que, explicó, era la forma en que le decían a las granadas.
Recordó que al día siguiente, por la tarde, uno de los captores le comentó que iba a tratar de capturar a Walsh, cuando alguien, desde un automóvil, gritó "alto policía" y que, en ese momento, Walsh metió la mano en una bolsa de plástico que llevaba, por lo que, le refirió, le había tenido que disparar.
También mencionó que llevaron todo lo que había en la casa de Walsh, como ser un buscador de frecuencias, unos ficheros con una carpeta con escritos y recortes de revista con detalle de los bombarderos que participaron en los bombardeos a la Plaza de Mayo.
Por su parte, Silvia Labayrú relató que escuchó, en el mes de marzo de 1.977, que tenían una pista relativa a Rodolfo Jorge Walsh y que irían a capturarlo. Recordó que en el operativo intervino mucha gente y se produjo un enfrentamiento puesto que, al parecer, el nombrado se resistió.
Añadió que ese día se encontraba en el "Sótano" y alcanzó a ver que ingresaban una camilla con un cuerpo, e infirió que se trataba de Walsh, ya que los mismos oficiales habían comentado que lo habían capturado muerto.
En igual sentido, el testigo Juan Alberto Gaspari, relató que José María Salgado le confirmó que cuando lo torturaban, le pedían información sobre Walsh, Que supo por los comentarios que le hizo a Salgado el oficial que lo torturó, que a Walsh lo habían matado en marzo. Finalmente, refirió que se comentaba en la ESMA, que el cadáver del nombrado estaba en el lugar.
Asimismo, Martín Tomás Gras refirió que ese día - el 25 de marzo de 1.977- se sentía un clima de tensión en el "Sótano", que se los escuchaba dando órdenes en un tono de exaltación, diciendo que había que desalojar a toda la gente que estaba allí. Que ante esa situación de desorden, el dicente se introdujo en un baño que había cerca y, al salir de éste, fue visto por oficiales que comenzaron a gritar que lo sacaran del lugar. Relató que en virtud de ello, fue descendido por la escalera que unía el hall de la planta baja y el "Sótano", ubicada frente al salón "Dorado". Que allí tropezó con un grupo de cuatro o cinco personas que cargaba una camilla en la que llevaban a Rodolfo Walsh. Mencionó que éste iba con el torso desnudo y le pareció ver impactos de bala en su pecho. Expresó que vio que lo llevaban al sector de "Enfermería" en una actitud gestual y verbal de emergencia médica.
Agregó que aquel vistazo duró una fracción de segundo y que fue impactante ver a su amigo en esas condiciones. Del grupo, dijo que eran cuatro o cinco personas y lo secundaba otro más, siendo en total alrededor de doce. Manifestó que a su entender ése era el grupo "de chupe" y que debió tratarse de uno grande, puesto que Walsh era una presa muy importante para "Inteligencia" y había, además, un esfuerzo muy grande por llevarlo a la ESMA. Dijo que, a su entender, llegó vivo aunque herido, y murió allí.
Mencionó que con posterioridad escuchó que un oficial dijo que lo había querido "tacklear" y que otro, se atribuyó ser el hilo conductor para llegar a él.
Finalmente, explicó que tuvo la impresión de que la intención de los oficiales era capturarlo vivo, pues representaba una pieza de inteligencia importante y que el episodio que presenció, mientras lo conducían hacia la "Enfermería", cree que era un intento por salvarlo.
Por otro lado, Ricardo Héctor Coquet dijo que un día ingresó al área de "Diagramación" y un oficial de la Policía Federal le refirió textualmente: "Hoy bajamos a Walsh, en una cita. Se parapetó detrás de un árbol y se defendía con una 22" y agregó "Lo cagamos a tiros y no se caía, el hijo de puta".
Además, relató que también supo de la caída de Walsh por otros compañeros y que supuso que debió haber sido llevado a la ESMA, porque a todos los secuestrados, vivos o muertos, los trasladaban hasta allí, pero que no lo vio en persona dentro de la ESMA.
Lisandro Raúl Cubas, mencionó que un oficial se acercó a "Beto" Ahumada y su mujer y les preguntó si conocían a Rodolfo Jorge Walsh. Asimismo, relató dos comentarios, uno de un oficial que se ofreció a "tacklearlo" para lograr atraparlo vivo, el que mencionó que no lo habían aceptado y terminaron baleándolo y, el otro, de uno que decía que era una lástima que hubiera muerto, pero lo habían tenido que matar porque se había resistido. Explicó que la última situación se dio dos o tres días después de la caída de Walsh, en la oficina de "Acción Psicológica" ubicada en el "Sótano".
Por su parte, la testigo Lidia Cristina Vieyra, relató que supo que a Walsh lo iban a secuestrar y que no sabe si llegó vivo o muerto a la ESMA.
En cambio, Andrés Ramón Castillo, Lila Victoria Pastoriza, Rosario Evangelina Quiroga y Jaime Feliciano Dri, dijeron que les comentaron que lo llevaron muerto.
Asimismo, Ana María Soffiantini, relató que un sujeto reconoció haber matado a Walsh, en tanto Graciela Beatriz Daleo, recordó que Lisandro Raúl Cubas le contó que Rodolfo Walsh había llegado muerto a la ESMA.
Con respecto al propósito central de la UT 3.3.2., hemos acreditado que estuvo orientado a capturar a Walsh con vida y someterlo a terribles sufrimientos, para obtener información, debido a la alta jerarquía que detentaba dentro de la agrupación Montoneros. Ello es asi, debido a la envergadura del operativo, que incluía la intervención de una gran cantidad de hombres, e incluso de un francotirador y el factor sorpresa.
Y de tal suerte el procedimiento estuvo meticulosamente planificado, que, como segunda opción y ante el menor atisbo de duda en relación a que Walsh pudiera oponer resistencia, el proceso concluiría con su muerte. Ello se concluye, en razón de que aun contando con un experto tirador, que garantizaba la vida de la víctima -pudieron haber evitado dispararle a órganos vitales- el grupo optó por matarlo.
Que, sin perjuicio de que de algún testimonio, como el de Martín Tomás Gras, se desprende que Walsh pudo haber arribado vivo a la ESMA, lo cierto es que, siguiendo un razonamiento lógico, podemos tener por cierto que el nombrado murió casi instantáneamente, frente a la enorme cantidad de disparos que recibió. Por otro lado, dicha versión, no refleja más que una impresión personal, que ha sido rebatida por otros testimonios.
El nerviosismo y el estado de emergencia manifestado por los oficiales al arribar al centro clandestino de detención, solo refleja la envergadura del procedimiento, y el interés de sus intervinientes en exhibir el cuerpo a sus superiores.
Por otra parte, los testigos Alfredo Manuel Buzzalino, Miguel Ángel Lauletta, Lisandro Raúl Cubas, Jorgelina Ramus, Martín Tomás Gras, Andrés Ramón Castillo, Lila Victoria Pastoriza, Ana María Soffiantini, Pilar Calveiro y Graciela Beatriz Daleo, fueron contestes en afirmar que en la ESMA había objetos pertenecientes a Walsh.
Alfredo Manuel Buzzalino, afirmó que vio en la ESMA ciertos objetos que eran propiedad de Rodolfo Jorge Walsh, tales como unas fotografías, la carta a las juntas y un llavero de la casa de San Vicente. Remarcó que había muchas fotografías familiares, de una isla en el Tigre y de la casa de San Vicente.
Lauletta, mencionó que de la casa de Walsh llevaron a la ESMA un buscador de frecuencias de radios y unos ficheros con una carpeta con escritos de Walsh.
Lisandro Raúl Cubas, manifestó que Lila Victoria Pastoriza le comentó que había escritos originales de Walsh y que le habían encomendado su clasificación y análisis. Por su parte, Pastoriza mencionó, entre los documentos, la carta a Vicky que estaba escrita en color rojo y que se la entregó a Lilia Ferreira,
Asimismo, Graciela Beatriz Daleo manifestó que alcanzó a ver unas cartas que Walsh había escrito cuando su hija cayó, resistiéndose a ser secuestrada en un enfrentamiento con el Ejército. Que le hicieron varias veces pasar a máquina esa carta, la cual había escrito Rodolfo Walsh a su hija Victoria para expresarle lo que sintió cuando supo de su muerte. Señaló que también debió pasar a máquina la carta que hoy se conoce como la "carta de Rodolfo Walsh a las tres armas".-
Susana Jorgelina Ramus, explicó que a los dos meses de llegar a la ESMA, la llamaron una noche y la llevaron a una oficina con muchos papeles (algunos escritos a mano, otros a máquina y algunas cartas) desparramados sobre una mesa. Allí le dijeron que eran escritos de Walsh y que tenía que archivarlos en cajas.
Martín Tomás Gras, expresó que en el "Sótano", encontró de manera apilada una gran cantidad de material, entre el cual divisó una colección de la revista "CGT de los argentinos", unas cuantas carpetas de color gris con archivos periodísticos, cartas mecanografiadas, una de ellas es la "Carta a las Juntas", escrita por Walsh con motivo de la muerte de su hija y un libro no publicado, llamado "Juan se iba por el rio". Mencionó que esos documentos debían haber estado en la casa donde residía, ya que aparentemente habrían allanado su domicilio, puesto que al capturarlo, le sustrajeron un contrato de locación de su vivienda. Por último, señaló que algunos de esos documentos circulan bajo el nombre genérico de "Papeles de Walsh".
Por lo demás, tanto Antonio Pernias como Jorge Eduardo Acosta, aseguraron en sus descargos efectuados frente al Tribunal, que a raíz de la importancia que revestía la víctima, el operativo de su captura fue planificado minuciosamente y requirió una gran cantidad de personal abocado a tal tarea. El segundo de los nombrados, agregó que tomó conocimiento de que Walsh murió al instante.
Como conclusión, cabe señalar que la evidencia descripta, por su concordancia, uniformidad y poder convictivo, persuaden al Tribunal de lo afirmado al inicio.
23. Caso en el que resultó víctima Daniel Marcelo Schapira:
Asimismo, fue acreditado que Daniel Marcelo Schapira fue privado ilegalmente de su libertad entre el 7 y 10 de abril de 1.977, mientras viajaba en un colectivo, en las cercanías de la intersección de las avenidas San Juan y Boedo, de esta Capital federal; siendo posteriormente alojado en la ESMA.
Que allí fue sometido a sufrimientos físicos y psíquicos destinados a obtener información, como a otros sufrimientos derivados de las condiciones inhumanas de alojamiento.
A la fecha, Daniel Marcelo Schapira aún permanece desaparecido.
El aserto que antecede encuentra sustento en los dichos de Edgardo Schapira, quien memoró en el debate que su hermano, al momento de su "desaparición", tenía 26 años y se encontraba en la ciudad de Buenos Aires. Que con anterioridad estuvo radicado, durante un año o un año y medio, en Córdoba, de donde regresó tras recibir dos o tres impactos de bala, entre agosto y septiembre de 1.976. Recordó que retornó en tren a Buenos Aires y que tenia un yeso y se movilizaba en silla de ruedas. Agregó que desde 1.972 estaba casado con Andrea Jankelevich, que estudiaba Abogacía en la Universidad de Buenos Aires, que era ayudante de cátedra y militante de la "Juventud Universitaria Peronista".
Relató que supo, por su cuñada, que el secuestro de su hermano se produjo entre el 7 y el 10 de abril de 1.977, entre las calles San Juan y Boedo, mientras iba a bordo de un colectivo. Dijo que al parecer se tenia que encontrar con otra persona.
Manifestó que aquélla estaba embarazada y que su hijo Daniel Pablo nació el 7 de noviembre de aquel año.
Por su parte, Linda Cohén de Said, cuya declaración fue incorporada por lectura al debate, manifestó que Daniel Schapira fue detenido en abril de 1.977, en la Capital Federal. Agregó que supo, por Claudia Inés Yankilevich, que luego de que Horacio Domingo Maggio se fugara de la ESMA se comunicó con su hermana Andrea, a quien le hizo saber que su esposo Daniel se encontraba muy delicado de salud, que le había dado un infarto como consecuencia de las torturas que recibió y que al momento de su fuga todavía estaba vivo en dicho centro clandestino, (fs. 70/3 del legajo n° 9 de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal).
Asimismo, resultan relevantes los testimonios brindados en el debate por Lidia Cristina Vieyra, Ana María Martí, Andrés Ramón Castillo, Alfredo Manuel Juan Buzzalino y Lisandro Raúl Cubas.
Lidia Cristina Vieyra relató que dentro de la ESMA probaron en Schapira unos dardos somníferos, que tenían por objeto capturar a personas a distancia sin que perdieran la vida. Recordó que a raíz de dicha práctica, aquél durmió durante veinticuatro horas seguidas.
Que ese episodio fue, también, memorado por Ana María Martí, quien, agregó, lo supo por el propio damnificado y por el oficial que participó, quien lo contaba "como una travesura", aportando todo tipo de detalles acerca de la cantidad de veneno utilizado, que "era para caza mayor" y que se debía utilizar la dosis exacta para, sin ocasionar la muerte, adormecer durante un tiempo prudencial, que no afectara la tortura inmediata; ya que, refirió, los captores sostenían que ésta debía realizarse el primer día de cautiverio para que no se percibiera que la persona había sido secuestrada. Marti recordó a la víctima como un joven que estaba herido y que tenia un yeso.
Que también dieron cuenta de este tópico, Andrés Ramón Castillo, Alfredo Manuel Juan Buzzalino y Lisandro Raúl Cubas, quienes fueron contestes con lo manifestado por las nombradas; agregando el último de ellos que el damnificado se encontraba alojado en "Capuchita".
Como prueba documental merecen destacarse las constancias obrantes en el Legajo CONADEP n° 5.274, correspondiente a Daniel Marcelo Schapira.
Asimismo, de manera genérica las constancias agregadas en el legajo n° 25 de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal, perteneciente al damnificado; en el expediente n° 49.690/95 del registro del Juzgado Nacional en lo Civil n° 89, caratulado "Schapira, Daniel Marcelo s/ ausencia por desaparición forzada", en el que, el 27 de octubre de 1.997, se resolvió declarar la ausencia por desaparición forzada del nombrado y fijar como día presuntivo de fallecimiento el 9 de abril de 1,977 (fs. 41); rectificándola, el 20 de noviembre de 1,997, en el sentido de que donde dice "fijando como día presuntivo de fallecimiento" debe decir "fijando como día presuntivo de la ausencia por desaparición forzada" (fs. 44).
Por último, copia certificada de la inscripción de dichas resoluciones, obrante en el Tomo 1º L, Acta n° 80, del año 1.998 del Registro del Estado Civil de la Ciudad de Buenos Aires, reservada en Secretaria.
Por lo expuesto, cabe señalar como conclusión que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio.
24. Caso en el que resultó víctima Sara Solarz:
Se encuentra legalmente acreditado que Sara Solarz fue privada ilegalmente de su libertad el 14 de mayo de 1.977, a las 11,00 horas, en circunstancias en que aguardaba un colectivo, en las avenidas Bruix y Directorio de Capital Federal, oportunidad en la que fue interceptada por un grupo de personas, quienes, a la voz de "brigada de drogadictos", la golpearon en la cabeza con una llave inglesa.
Acto seguido, fue introducida en el piso de un automóvil y conducida a la ESMA. Al arribar, le colocaron una capucha y esposas y la llevaron al "Sótano", donde tras cortarle su vestimenta con tijeras, y una vez desnuda, la ataron a una camilla con los brazos y piernas abiertas; que en esa oportunidad le sacaron la capucha, pudiendo ver a dos oficiales, quienes le preguntaron si sabia dónde estaba, y le mostraron a otros secuestrados.
Asimismo, le solicitaron en primer lugar su "teléfono de control", ante lo cual la damnificada les refirió que no lo conocía, y le realizaron preguntas sobre una mujer con quien vivía. Ante su negativa a responderlas, le gritaron y le aplicaron picana eléctrica, para luego exhibirla a modo de "trofeo de guerra" a diversos oficiales y otros secuestrados que entraban y salían de la sala,
Al cabo de un tiempo, fue tirada sobre una colchoneta ubicada en "Capucha", con grilletes y cadenas en los pies, las manos atadas hacia atrás y encapuchada, y le fue asignado el número 288.
Dos o tres días después, se presentaron en ese sector los oficiales que habían participado en el operativo de su secuestro, uno de los cuales le exhibió una llave inglesa y le manifestó "Con ésta te abrí la cabeza", para posteriormente extraerle una fotografía.
Luego de algunos días, fue descendida nuevamente al "Sótano", donde la sentaron a una especie de mesa y fue interrogada por otro oficial, en relación a las "citas".
Asimismo, en cierto momento, comenzó a permitírsele visitar el cuarto de las embarazadas, debiendo siempre regresar a "Capucha".
Que en noviembre fue llevada a una quinta ubicada en la localidad de Del Viso, provincia de Buenos Aires, que era propiedad del padre de un oficial de la ESMA, donde permaneció hasta el día de su liberación.
También se tuvo por probado que Sara Solarz de Osatinsky, recuperó su libertad junto con Ana María Marti, el 19 de diciembre de 1.978, oportunidad en que debieron salir del país con destino a la ciudad de Madrid, Reino de España. Para ello, la victima utilizó un pasaporte con un nombre falso confeccionado ante la Policía Federal y fue obligada a rubricar un documento en que afirmaba haberse entregado voluntariamente a la Armada.
Asimismo, el 3 de enero de 1.979, la damnificada, quien se había mudado a unos doce kilómetros de Valencia junto a Ana Maria Martí y sus dos hijos, recibió la visita de una persona de sexo masculino que en ese momento cumplía funciones dentro de la ESMA, quien le manifestó que habia viajado con motivo de un operativo que se realizaría en el exterior, y le solicitó que lo acompañara a Roma. Ante ello, ambas mujeres cumplieron dicho requerimiento, viajando en automóvil hasta esa ciudad italiana.
Además, Solarz tenía la obligación de escribir periódicamente a sus captores desde su lugar de residencia, hasta que en cierta oportunidad solicitó que la eximieran de ello, ya que deseaba rehacer su vida.
Así también, se ha tenido debidamente probado que la víctima fue obligada a realizar trabajo esclavo como parte del denominado "proceso de recuperación". Que en un primer momento le fue encomendado realizar tareas en el "Sótano", ordenando documentación y más adelante en "Pecera", donde debía recortar noticias especiales de periódicos nacionales y realizar un archivo, y posteriormente clasificar recortes periodísticos de origen extranjero.
Por lo demás, se ha acreditado fehacientemente en el debate, que Solarz fue sometida a sufrimientos físicos y psíquicos derivados de las condiciones inhumanas de alojamiento dentro de la ESMA. Entre ellas, debió permanecer encapuchada, engrillada y esposada todo el tiempo, "tirada" boca abajo sobre una colchoneta ubicada en "Capucha", donde inclusive le resultaba complicado respirar; dejó de tener identidad, desde el momento en que le fue asignado un número de identificación y el trato que se le dispensaba era el de un objeto; por toda comida, recibía un "sandwich naval", consistente en un pan con un pedazo de carne hervida; en cierto momento, y a raíz de los sufrimientos sufridos, comenzó a tener alucinaciones.
Las circunstancias de tiempo, modo y lugar en que tuvo lugar su secuestro, cautiverio y posterior liberación, se han verificado principalmente a partir del elocuente testimonio prestado en la audiencia por la propia victima, quien brindó un relato pormenorizado del suceso que la damnificó.
Solarz recordó que previo a ser interrogada, un oficial le preguntó si sabia dónde estaba, para luego manifestarle que se hallaba en la ESMA. Que pese a que en ese momento la víctima respondió que no le interesaba conocer en qué sitio se encontraba, lo cierto es que sabia de las atrocidades que se cometían dentro de ese centro clandestino de detención, del que se decía era el peor de la República Argentina.
Asimismo, mencionó que en ese momento le fue exhibido un cartel que había en la sala, donde figuraban con una cruz, diversos nombres conocidos, lo que significaba, manifestó, que esas personas estaban muertas. Que también le mostraron que allí habia otros cautivos, entre quienes pudo ver a Norma Arrostito y Mercedes Carazo, En cierto momento en que la dejaron sola con la nombrada en último término, ésta la abrazó y le hizo un gesto de silencio, actitud que, aseguró, la ayudó mucho en ese momento tan traumático.
Por otra parte, Solarz memoró que mientras era picaneada no gritaba, y sus interrogadores no entendían la razón; entonces la víctima les decía que no sentía dolor, ya que había sufrido tanto que no podía sufrir más y que el único dolor que sentía era el de sus pérdidas. También puso de resalto que en "Capucha" aprendió a distinguir los ruidos y olores de los otros secuestrados, identificando además, por las cadenas, los pasos de quienes iban al baño. Aseguró que allí dejó de tener identidad, le asignaron el número 288 y debía permanecer acostada boca abajo sobre una colchoneta, encapuchada, engrillada y atadas sus manos hacia atrás. Explicó que no veia ni sentía nada y que hasta le era complicado respirar en esas condiciones.
Mencionó que en cierta ocasión, al salir del baño y encontrándose en la entrada de "Capucha", observó el lugar con detenimiento, pudo ver a la "...gente tirada..." y comenzó a tener alucinaciones; se dijo asimismo que toda su vida habia estado en ese lugar, y que no tenia una vida anterior, ni tampoco hijos o familia. Recordó que en ese momento oyó la voz de su hijo José que le decía "Ayúdame" y entonces supo que había tenido familia y un pasado feliz.
Asimismo, indicó que en la "Enfermería", que estaba ubicada en el "Sótano", se ponía música a muy alto volumen a efectos de tapar los gritos de quienes estaban siendo torturados; recordó que en variadas ocasiones oyó la música de Serrat.
Explicó que los guardias, a quienes denominaban "Verdes", tenían entre 14 y 18 años de edad, e iban rotando cada tres dias; que existían algunas "guardias buenas", y otras "malas" o "menos malas" y recordó que en cierta oportunidad en que se hallaba en "Capucha" con una "guardia buena", le permitieron descubrirse el rostro, pudiendo observar que se trataba de una habitación terrorífica; era un altillo con divisiones de madera, y de rodillas se podía ver lo que sucedía, pero al levantarse, la cabeza golpeaba con las maderas. Agregó que habría aproximadamente 100 personas en el sector y recordó que por toda comida, le daban lo que denominaban "sandwich naval", que era un pan con un pedazo de carne hervida.
Recordó que alrededor del 24 de mayo, fue llevada al "Sótano" e interrogada por dos hombres del Ejército, quienes le efectuaron comentarios de los que podía inferirse que conocían los pormenores relacionados con la muerte de su marido e hijos. Asimismo, una de estas personas le expresó que si bien sabía que ella no tenía ninguna información de la provincia de Córdoba porque se había ido hacía bastante tiempo, deseaba llevarla a esa ciudad, ya que su apellido debía desaparecer "...de la faz de la tierra...", al igual que su familia. Manifestó que luego, un oficial de la Armada le preguntó acerca sobre qué había versado el interrogatorio, y le refirió que ella era propiedad de "ellos", y por lo tanto, si el Ejército se la llevaba, deberían regresarla a la ESMA.
Expresó que en otra ocasión en que se hallaba trabajando en "Pecera", fue a verla un Capitán del Ejército, quien le narró en detalle la supuesta muerte que había padecido su marido. Describió que esa situación fue mucho más dolorosa que la tortura física.
Manifestó que en otra oportunidad en que estaba en ese sector, fueron a verla, un oficial del centro clandestino de detención y dos periodistas de canal Once; ellos le informaron que tenia que viajar a España a fin de participar de una conferencia de prensa, a efectos de lograr que la gente se entregara; señaló que ella debía simular que se habia "entregado", con la idea de crear decepción en la sociedad. Explicó que las decisiones las tomaban "ellos", y que no tenía ninguna capacidad de elección. Recordó que finalmente dicha conferencia no se llevó a cabo.
En otro orden de ideas, Sara Solarz memoró que en cierta oportunidad en que fue llevada al "Sótano" para realizar trabajos a máquina de escribir, arribó uno de los oficiales de la Armada y dijo "¿Qué hace ésta aquí? ¡Súbanla, es un objeto!"; entonces fue conducida nuevamente a "Capucha". También recordó que en otra ocasión en que se encontraba en ese mismo sector ordenando documentación, apoyó su cabeza sobre una mesa, oportunidad en que ingresó otro oficial y le gritó "¡Acá no se duerme, se trabaja!" y arrojó todos los papeles al piso, debiendo ella acomodarlos.
Puso de manifiesto que cerca de Navidad, concurrió Massera al centro clandestino de detención para desearles "felices fiestas"; que en esa ocasión los secuestrados fueron llevados a un lugar fuera de "Capucha", encadenados y encapuchados, y una vez alli les descubrieron el rostro, pudiendo ver al nombrado vestido de blanco; luego los regresaron al tercer piso, previo convidarles un pedazo de pan de navidad.
Por otro lado, recordó que algunas veces los secuestrados eran llevados a pasar el día a una quinta, y que en alguna oportunidad la condujeron a una pequeña casa ubicada en una isla del Tigre, donde permaneció por unos días. Acotó que "...como parte de toda la locura..." se presentaron en el sitio dos personas que prestaban funciones en la ESMA, con sus respectivas familias.
Apuntó que en cierta ocasión, siendo aproximadamente las 2:00 de la madrugada y en circunstancias en que se encontraba trabajando en el "Sótano", ya que hasta ese momento no se había creado "Pecera", apareció un "Verde" y le dijo que tenia que bajar; entonces fue llevada junto a otros cautivos a cenar a la costanera, y luego regresada a "Capucha".
Asimismo, recordó que uno de los oficiales decidió que tenía que viajar a la provincia de Tucumán con el objeto de reclamar a su hermano, la herencia de sus padres. Entonces, fue llevada a esa provincia por una persona que prestaba funciones en la ESMA, previo a lo cual se informó de tal circunstancia, al Tercer Cuerpo de Ejército y se citó a su hermano. Que una vez en esa ciudad, relató, fue paseada a modo de "trofeo de guerra", toda vez que la victima era muy conocida. Que "...era una manera de decir, acá nosotros somos los dueños...el fin era ensuciar el nombre Osatinsky...". Recordó que por la noche, el oficial mencionado abusó de ella.
Que alrededor de un mes después, indicó, fue conducida nuevamente a la provincia de Tucumán, a fin de cobrar el dinero correspondiente a la herencia de sus padres. Luego, en el momento de su liberación, en el aeropuerto de Ezeiza se le hizo entrega de la suma de cuarenta mil dólares (U$S 40.000).
Resaltó que el mismo día que arribó a Madrid, Reino de España, junto a Ana María Martí y sus dos hijos menores de edad, tuvo que enviar una tarjeta a una casilla de correo, avisando que había llegado bien, ya que ésa era la directiva que le habían dado. Agregó que permaneció en esa ciudad hasta la Navidad, y luego se mudaron a un departamento ubicado en Valencia. Una vez allí, recordó, recibieron la visita de un hombre que cumplía funciones en la ESMA, quien "...entró a la casa y se adueñó... se manejaba como si fuera de él...".
Manifestó que a raíz de haberle sido sustraído su pasaporte en la vía pública, debió concertar una cita en el Museo del Prado, donde le entregaron dos pasaportes argentinos; uno con su nombre real y otro con uno falso. Explicó que toda vez que de dicha documentación no surgía su entrada y salida de España, debió concertar otro encuentro, para que le colocaran el sellado correspondiente, y así regresar a la República Argentina; que su regreso al país -por el término de tres días-, se concretó el 16 de marzo de 1.979, ocasión en que tuvo una cita con personal de la Policía Federal, a efectos de obtener un pasaporte con el nombre falso que le habían adjudicado anteriormente.
Por último, expresó que el 12 de octubre de 1.979, junto con otras mujeres que habían estado secuestradas en la ESMA, brindaron una conferencia de prensa en la Asamblea Nacional Francesa, en presencia de la Comisión Argentina de Derechos Humanos (CADU), oportunidad en que denunciaron lo que estaba sucediendo en la República Argentina.
Corroboran lo expuesto, en primer lugar los numerosos testimonios que dan cuenta del cautiverio compartido con Sara Solarz. Al respecto, Graciela Beatriz Daleo, recordó que a su ingreso al centro clandestino de detención, le manifestaron que estaba "Kica" Osatinsky; entonces solicitó verla, y la llevaron a su encuentro. Relató que la víctima entró a la "Sala 13", la abrazó y le dijo "saben casi todo de vos", y ese fue el primer gran gesto de generosidad de los muchos que recibió dentro de la ESMA.
También Pilar Calveiro manifestó que la noche del 15 o 16 de julio de 1.977, la condujeron a la denominada "Sala 13", y le mostraron a algunos secuestrados; entre ellos cree que estaba Sara Solarz de Osatinsky. Asimismo, refirió que luego pudo ver a la damnificada trabajando en "Pecera". Acotó que ella fue una persona de gran ayuda en su primera etapa en la ESMA, ya que le dio algunas pautas para moverse dentro del centro clandestino de detención.
Por otro lado, varios testigos -María Alicia Milia, Miriam Liliana Lewin, Amalia Larralde y Alberto Girando- coincidieron en que la damnificada era una de las personas que colaboraba en los partos llevados a cabo en la ESMA.
Así también, Alfredo Manuel Juan Buzzalino y Andrés Ramón Castillo, cada uno en su oportunidad, afirmaron que Sara Solarz de Osatinsky alias "Kica" trabajó muchísimo con las mujeres embarazadas. El primero señaló, además, que la víctima era una persona de mayor edad que el resto de los secuestrados.
Por lo demás, recordaron haber visto a la víctima en "Pecera", Ana María Martí, Lila Victoria Pastoriza, Rosario Evangelina Quiroga, Martín Tomás Gras, Juan Gaspari, Susana Jorgelina Ramus, Jaime Dri y Alfredo Julio Margan.
Asi también, Maria Inés Tmaz de Allende, al momento de prestar declaración testimonial ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal (conf. fs. 7/10 del legajo n° 111 caratulado "Imaz de Allende, Maria Inés del Pilar" de ese cuerpo colegiado, incorporado oportunamente por lectura al debate), manifestó que para los primeros meses de 1.978, cuando comenzó a trabajar en "Pecera", pudo ver allí a Osatinsky, entre otros secuestrados.
Mercedes Carazo, Silvia Labayrú, Ricardo Héctor Coquet, Graciela Beatriz García, Lidia Cristina Vieyra, Maria del Huerto Milesi, Rolando Pisarello y María Eva Bernst de Hansen, resultaron contestes al recordar a la victima dentro de la ESMA.
A su turno, Lisandro Raúl Cubas manifestó que para la época que se retiraba Massera, se produjeron varias liberaciones de los secuestrados que estaban en "Pecera". Entre ellos recordó a "Kica" Osatinsky.
Lila Victoria Pastoriza refirió que en cierta ocasión en que pudo sacarse la capucha, vio que en la pared del baño habia un papel en que estaban consignados diez nombres de cautivos, quienes tenían asignadas las tareas domésticas. Aclaró que entre ellos sólo conocía a Osatinsky.
Asimismo, Rosario Evangelina Quiroga puntualizó que en cierta oportunidad, fue llevada junto a sus hijas, su madre y la damnificada, a una isla del Tigre.
Carlos Gregorio Lordkipanidse recordó que luego de que se produjera un cambio de conducción en la Marina, ciertos prisioneros serían liberados. Entre ellos mencionó a Osatinsky.
Por otra parte, Adriana Ruth Marcus memoró que el nombre de "Kica" Osatinsky fue la única inscripción que vio dentro de la ESMA en uno de los tabiques,
Ana María Martí especificó que en cierto momento de su cautiverio, compartió una celda con la víctima. Además recordó que junto a ella y a sus dos hijos viajó el 19 de diciembre de 1.978 al Reino de España, y que una vez allí compartieron la residencia.
Finalmente, Miguel Ángel Lauletta, manifestó que "...en mayo cae gente de conducción de la columna Capital...", entre quienes mencionó a la damnificada.
Por otra parte, incluso el imputado Antonio Pernías al momento de prestar declaración indagatoria en la audiencia, reconoció que Sara Solarz de Osatinsky estuvo en la ESMA.
Es dable destacar que además de la abundante prueba testimonial reunida en el transcurso del debate, existen probanzas de mérito de Índole documental, que han sido incorporadas a la audiencia, y que permiten tener por cierto el hecho que nos ocupa, tal como el legajo n° 23 caratulado "Martí, Ana María; Solarz de Osatinsky, Sara y Milia" de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, y en particular el informe suscripto por el Segundo Jefe División Información de Antecedentes el 21 de septiembre de 1.983 y dirigido al Juzgado Nacional en lo Criminal de Instrucción n° 4, del que se desprende que "Sara SOLARZ de OSATINSKY...Informa la División Indice General Orden del Día Córdoba, folio 237, de fecha 18-05-1981, art 1°, , inc. 134 Captura que dice textualmente "SOLARZ de OSATINSKY, Sara Doc. 1.572.185, se ignoran mas datos, Montonero, solicitada por Cpo. 111 Captura solicitada por el. Cdo. BRI AERO'T. IV Córdoba Ejercito Argentino lo que en caso de ser aprendidos se comunicará de inmediato al Cdo. Subz (Div. Illcia..." (sic) (fe. 11).
También resultan de utilidad, las constancias del legajo CONADEP n° 3.967 de la víctima.
Por lo demás, el evento descripto ha sido probado en el marco de la sentencia dictada por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal en la causa n° 13/84, correspondiendo al caso individualizado con el número 226.
Por lo expuesto, cabe señalar como conclusión que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio,
25. Caso en el que resultó víctima María Cristina Lennie:
Con las pruebas presentadas por las partes, quedó legalmente acreditado en el debate que los miembros de la UT 3.3.2, en el marco de la "lucha contra la subversión" (ver el contexto descripto en el exordio), estaban interesados en la captura de Maria Cristina Lennie, quien, para ese entonces militaba en la Organización Montoneros.
Asimismo, que las conductas desarrolladas por los miembros de la UT permitieron obtener algún tipo de información acerca de una cita a la que acudiría María Cristina Lennie y en la que podría ser capturada, utilizando para tal fin la metodología descripta en el exordio.
Como consecuencia de ello, el 18 de mayo de 1.977, tras montar un destacado operativo en el barrio porteño del Abasto, integrantes de aquella unidad de tareas interceptaron a la nombrada, y en el inmediato tiempo que demandaron los esfuerzos desplegados en procura de su secuestro, Lennie logró ingerir una pastilla de cianuro que le provocó la muerte. La nombrada, antes de fallecer, fue finalmente capturada, usando violencia.
Por otra parte, se acreditó que, posteriormente, los miembros de la UT 3.3.2 trasladaron su cadáver al Sector "Enfermería", que funcionaba en el "Sótano" de la ESMA.
Sus restos nunca fueron entregados a los deudos. Asi, María Cristina Lennie permanece aún desaparecida.
Asimismo, se ha demostrado que en los breves instantes en que los captores se abalanzaron por sorpresa sobre la víctima, ella, que conocía sus designios pues ya habían sido evidenciados en anteriores casos, quedó en un ámbito decisional tan acotado que sólo le presentaba la posibilidad de dejarse atrapar para ser torturada y encontrar una casi segura muerte o adelantar ese resultado evitando las torturas y concretando el propósito de sus victimarios. En ese contexto su voluntad quedó determinada.
En efecto, Lennie sabía que una vez cautiva en el centro clandestino al que sería conducida, tendría que soportar terribles sufrimientos físicos y psicológicos destinados a "arrancarle", contra su voluntad, información vinculada con sus compañeros de militancia, con datos sensibles de su organización y que, cualquiera fuera el resultado de ello, igualmente pondrían fin a su vida, A su vez, la víctima tuvo en cuenta las directivas de la "Organización Montoneros", para no delatar compañeros bajo tortura, tal como lo demuestra la metodología seleccionada para quitarse la vida.
Por otra parte, cabe afirmar que los integrantes del grupo de tareas tenían como objetivo privar de la libertad a Maria Cristina Lennie, de modo ilegitimo y violento, para conducirla al centro clandestino de detención; donde, mediante los crueles procedimientos habituales, se continuaría con la cadena de secuestro, tortura, información y muerte.
Por el contrario, el Tribunal no tiene por probado, que, en este caso concreto, el citado grupo haya tenido en mente matar a Lennie, al momento de realizarse el operativo.
Por último, si bien se tuvo por acreditado que los miembros del grupo sospechaban que la victima podía tener una pastilla de cianuro para quitarse la vida, de lo actuado en el debate, ha quedado en evidencia el esfuerzo por impedirlo, para lo cual, y a cuyo servicio, pusieron su entrenamiento, equipamiento, capacitación, dinámica de equipo y, fundamentalmente, el factor sorpresa para capturar a la victima con vida.
Ahora bien, conforme fuera reseñado en el punto relativo al "Exordio", los victimarios, en el cumplimiento del plan represivo, secuestraba, alojaba al cautivo en centros clandestinos de detención y, con el objeto de obtener información acerca de su militancia política o la de sus allegados o familiares, los sometían a sufrimientos físicos, psíquicos y aquéllos derivados de las condiciones inhumanas de alojamiento. Finalmente, una vez satisfechas sus exigencias, en la mayoría de los casos, los mataban o "desaparecían".
Sin embargo, dentro de la perversidad de esta maniobra, también se dio el caso de algunos cautivos que, por ser considerados "útiles" por aquéllos, eran incorporados a lo que se denominó "proceso de recuperación" y, de esta manera y mediante una "colaboración" forzada con las fuerzas "legales" en la mencionada lucha, lograban "sobrevivir" a este horroroso proceso y, con el tiempo, obtener una libertad, la mayoría de las veces, vigilada.
Que, dichas afirmaciones no hacen más que sintetizar lo que fuera probado en los casos sometidos a debate.
De tal manera quedó evidenciado que al momento del procedimiento de secuestro, los integrantes de la UT tenían en miras la detención del cautivo y su alojamiento en el centro clandestino de detención (ESMA), donde mediante la aplicación de tormentos, le "arrancaban" información, ya que su primera necesidad era obtener datos del secuestrado, que a su vez posibilitaran más "operativos".
Siendo habitual esa metodología, los propios militantes, que conocían tales circunstancias, tenían instrucciones precisas de cómo actuar en caso de ser secuestrados, con el objeto de no brindar información.
Al respecto, resultan útiles las constancias obrantes en el "Manual de Instrucción de las Milicias Montoneras", cuya copia se encuentra incorporada por lectura. A modo ilustrativo, cabe citar el punto "9.1.5. La detención", incluido en el Capitulo IX "Cartillas", punto "9.1- Cartilla de seguridad", que señala: "La Detención. Todos sabemos que estamos en una situación de defensiva. [...] El enemigo de nuestro pueblo libra una guerra injusta cada día más insostenible en lo político, por eso debe cifrar sus esperanzas en su fuerza y en base a ella quiebra nuestra resistencia, esto por lo general le resulta enormemente difícil por lo limitado de sus recursos y la multiplicidad y diversidades de formas con que lo estamos enfrentando (desde las luchas reinvidicativas hasta las operaciones militares).
"Su odio aumenta parejo con su impotencia y es así que lo descarga sobre aquéllos que logra detener sean o no militantes revolucionarios buscando sacar con la tortura aquello que el repidio de nuestro pueblo le niega: "el dato" con que acabar con otro compañero o descubrir nuestras casas o depósitos. [...] Sin embargo, si como forma de destruirnos es pobre, sí es cierto que cada hombre, por más que reforcemos nuestras normas de compartimentación, posee información vital de la zona en la que milita, esto es prácticamente inevitable y es por eso que el elemento clave de nuestra seguridad es y será la entereza de nuestros militantes [...]. Es quizás la tortura el combate más desigual y aislado que debemos enfrentar, pero no seremos los primeros ni los últimos en librarlo, la inmensa mayoría ha salido victoriosa y esto es quizás uno de los golpes más duros en la moral de un enemigo que no llega a comprenderlo, necesitamos que esto siga siendo así, para esto es importante que así como nos capacitamos militarmente, también nos preparemos para una posible detención. Esta preparación tienen como base la identificación o sea el cariño y entrega que tengan nuestros compañeros por esta lucha y, fundamentalmente la confianza que tengan en la victoria. Cantan los que menos quieren a sus compañeros y menos fe tienen en su pueblo, éstos, al caer en manos del enemigo sienten que se acabó la guerra y el milico de la picana es el que la ganó, por eso, cuando vemos a nuestros militantes trabajar fuerte y con confianza podemos decir que allí al enemigo le va a costar avanzar, [...] Un militante revolucionario lo es en todos y cada uno de los actos de su vida. La circunstancia de detención es así un acto militante nuevo [...]. El campo concreto donde se manifiesta la contradicción será entonces así: "yo detenido soy representante del pueblo; la policía o juez que tengo enfrente, son representantes del enemigo.
"Mis objetivos deben ser los mismos de antes: 'al enemigo no darle NADA, por el contrario, del enemigo tomarlo TODO lo que nos da para revertirlo en su contra'
"Al enemigo no darle nada significa: no delatar compañeros (no cantar bajo ningún concepta) y no delatarse a sí mismo (no confesar, no reconocer nada, no prestarse a nada, etc). [...] Preservar las fuerzas propias significa: a) proteger la Organización (no dar jamás datos reales); b) protegerse uno, OJO, mentirle al enemigo es un acto militante [...] Al referirse a la "Etapa policial", "3- Tortura", estable: "[...] Al aplicar la tortura buscan un fin fundamental: lograr la información de los hechos en particular y de la Organización en general y dos fines secundarios: quebrar la moral revolucionaria del afectado y amedrentar a los demás miembros de las organizaciones, ya sean activistas o simples allegados. [...] Todo revolucionario tiene un arma muy grande para defenderse de la tortura, que es su moral, que es una defensa a la finalidad de la tortura que es lograr información, pero no a los efectos directos de la misma.
"El revolucionario debe estar preparado a soportarlas porque no piede predecir su futuro a ser detenido. Esta preparación es necesaria tanto en el conocimiento de cómo es aplicada, como en las formas de interrogatorio, a fin de que podamos preparar de antemano el comportamiento más conveniente para no dar información y evitar los malos tratos.
"Se debe tomar como una operación más en la que nos queda un solo elemento con que luchar, el principal, nuestra entereza como militantes de no darse por vencido nunca 'caiga quien caiga y cueste lo que cueste'
"Por todo esto, el conocimiento de las torturas y el comportamiento ante ellas, debe constituir una parte importante de la formación del militante. [...] Pero sí se pueden dar normas generales para neutralizar e incluso frenar el trabajo de los torturadores. Principalmente hay que mantener la MORAL INCOLUME, es el camino que nos queda, nunca es un sacrificio inútil jugarse por los ideales del pueblo. El enemigo busca toda la información que pueda obtener, es decir, no se conforma con poco, por lo tanto aplicará su sistema independiente de la declaración.
"LA EXPERIENCIA HA DEMOSTRADO QUE CUANTO MAS DATOS SE DAN MAS SE ENSAÑAN LOS TORTURADORES PARA OBTENER MAS INFORMACION. [...]".
En el debate varios testigos dieron cuenta de este tópico e, incluso, se expidieron acerca de la existencia, en poder de los militantes, de la pastilla de cianuro, como modo idóneo de evitar la tortura.
Graciela Beatriz Daleo memoró que como aspirante a la "Organización Montoneros" no portaba armas, pero tenía en su poder la pastilla de cianuro.
Lisandro Raúl Cubas, señaló que en el operativo de su secuestro, aprovechó un momento de distracción de sus aprehensores e ingirió una pastilla de cianuro como una manera de preservar a sus compañeros y familiares. Que en la ESMA, lo sometieron a un lavado de estómago para depurarle los restos de aquella sustancia.
Dijo que los militantes estaban preparados para la muerte, para ingerir una pastilla de cianuro, pero no para la sobrevida ni para ver sufrir a otros compañeros; que todo ello los descolocaba y desmoralizaba.
Miriam Lewin declaró que, al momento de ser secuestrada, intentó tomar una pastilla de cianuro que llevaba consigo, pero que sus aprehensores la ahorcaron y se la hicieron escupir.
Agregó que la pastilla la había preparado junto con otra compañera que luego fue asesinada y que consistía en una cápsula que contenía cianuro, hecha con un remedo de lápiz labial para niñas, que se adquiría en los cotillones. Dijo que habían comprado un kilo de cianuro y lo repartieron en esas pequeñas cápsulas y para que no lo afectara la luz y, en consecuencia, perdiera sus efectos, lo envolvían con una cinta aisladora, la cual era muy difícil de morder; circunstancia, ésta última, que dificultaba su resultado.
La testigo explicó que la razón de ingerir cianuro radicaba en que circulaban comentarios sobre las brutales torturas a las que eran sometidos los secuestrados, de manera que, adunó, la decisión de no perjudicar a otro compañero, frente a la pérdida de la propia vida, los motivaba a llevar la pastilla.
Asimismo, Adriana Ruth Marcus, Amalia María Larralde, Ricardo Héctor Coquet, Silvia Labayrú y Ana María Soffiantini, entre otros, hicieron referencia a la utilización de la pastilla de cianuro que los militantes llevaban encima permanentemente.
Por su parte, también Ricardo Miguel Cavallo, en ocasión de su declaración indagatoria, señaló, con cita en bibliografía, que "la Conducción tenía la obligación de suicidarse con la pastilla de cianuro si la captura era inexorable" y que poco tiempo después se "generalizó entre sus militantes el uso de la pastilla de cianuro para no dejar solo a los jefes superiores el "privilegio de no ir a la tortura".
Asimismo, Jorge Eduardo Acosta, al momento de prestar indagatoria, refirió que los terroristas llevaban pastillas de cianuro. Que la utilizaban a fin de resguardar a los responsables o superiores de los que pudieran ser detenidos y sometidos a interrogatorio. Afirmó que los que la tomaban lo hacían al momento de su detención y que, posteriormente, aunque la tuvieran en la boca, cuando se los enfrentaba con claridad y se les explicaba que no eran un objetivo de muerte, la entregaban. Aseveró que lo que ellos buscaban era tratar que los terroristas no se mataran.
Eugenio Méndez relató que los "montoneros" la utilizaban. Explicó que la elaboró un médico de la "Organización" y que se propició su uso en el año 1976, con una pastilla muy elemental. Que posteriormente fabricaron la pastilla de cianuro para los jefes, hechas en base a vidrio, para que fuera más difícil la recuperación en caso de ser capturados.
También, Lilia Ferreira, en ocasión de deponer con relación a la muerte de Rodolfo Jorge Walsh, dijo que éste portaba un arma, porque no quería ser capturado con vida, ya que, explicó, sabia de las torturas sin límites en el tiempo y él no estaba dispuesto a caer en manos de esos métodos feroces; como los describió en su "Carta abierta a la Junta Militar": "machacando la sustancia humana hasta hacerle perder la dignidad que perdió el verdugo... que ustedes mismos han perdido".
Por otra parte, varios testigos: Sara Solarz, Beatriz Elisa Tokar y Andrés Ramón Castillo, entre otros, explicaron que la ESMA era el último lugar al que querían ser trasladados, en caso de ser privados de su libertad y que en dicho sitio se proferían torturas sin límites en el tiempo mediante la aplicación de métodos feroces.
Como colofón de lo expuesto, cabe decir que la coincidencia esencial entre imputados y testigos sobre la pastilla de cianuro, a lo que se suman las concretas directivas que se desprenden del manual citado, a cuyas partes pertinentes cabe remitirse, permiten afirmar que, en una etapa determinada, que la "Organización Montoneros" definió como "situación de defensiva" (ver dicho documento), se encontraba establecido, al menos como una de sus alternativas, la posibilidad de ingerir cianuro, ante la inminencia de la captura, a fin de evitar la posibilidad de que el secuestrado brindara información bajo tortura.
Con relación a la búsqueda de Maria Cristina Lennie por parte de los miembros de la UT, se tuvo por probado, en el acápite respectivo, que para tal fin, el 16 de enero de 1,977, fueron privados ilegítimamente de su libertad su madre, Nilva Zuccarino de Lennie, su padre, Santiago Lennie y su hermana, Sandra Lennie de Osuna; siendo trasladados, todos ellos, a la ESMA y sometidos a sufrimientos psíquicos y físicos y a otros derivados de las condiciones inhumanas de alojamiento, con el objeto de obtener información que les permitiera dar con el paradero de aquélla,
Al respecto, Sandra Lennie (fs. 57/8 del legajo n° 68 de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal) recordó que en el operativo de secuestro comenzaron a interrogarla acerca del paradero de su hermana María Cristina; interrogatorio que se extendió hasta su liberación el 6 de marzo de 1.977.
Asimismo, señaló que a sus progenitores los liberaron el 9 de febrero de aquel año y que, en ese momento, sus captores manifestaron que ella seguiría cautiva hasta que entregue a su hermana.
Por su parte, Nilva Zuccarino de Lennie (fs. 60/64 del legajo n° 68 de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal) recordó que el interrogatorio al que la sometieron en el centro clandestino versaba, entre otras cosas, acerca de la dirección de su hija María Cristina; manifestándole sus interrogadores que si aportaba los datos, la liberarían. Asimismo, fue obligada a escuchar los gritos desgarradores que profería Sandra, mientras era torturada y luego, a presenciar dicho procedimiento; al tiempo que le decían que ello era consecuencia de no poder hallar a María Cristina.
Relató que cuando la liberaron junto a su marido, los obligaron a alojarse en un lugar donde sus aprehensores pudieran controlarlos, razón por la que, con la conformidad de éstos, se hospedaron en el hotel Ayacucho Palace. Que comenzaron a recibir continuas llamadas de control, ya que, manifestó, habían quedado con ellos en que les serian indicados los lugares a los que debían ir a comer -que eran los que ella y su marido les habían suministrado como aquéllos a los que concurrían con su hija María Cristina-, Dichas circunstancias fueron aseveradas por Santiago Lennie (fs. 65/67 del legajo n° 68 de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal).
Por su parte, Silvia Labayrú corroboró que en la ESMA buscaban a Maria Cristina. Recordó que la obligaron, junto con sus suegros, a descender al "Sótano" y a escuchar la sesión de torturas a la cual estaba siendo sometida Sandra Lennie y que continuaron los interrogatorios acerca del paradero de aquélla.
Respecto a las circunstancias de modo, tiempo y lugar en que ocurrió el procedimiento que culminó con la muerte de María Cristina Lennie; así como de la llegada de su cadáver a la ESMA, resulta relevante su testimonio cuando expresó que mientras la interrogaban y torturaban, le exigían que diera información -teléfono, dirección y demás datos personales, entre otros- de su cuñada Cristina Lennie, Al respecto, señaló que solo dio su domicilio legal; conforme fuera pactado con su marido, en caso de que cayera detenida y que ese era un lugar en el que habían vivido hasta hacía un tiempo.
Manifestó que los oficiales procedieron a allanar ese domicilio durante la madrugada del 30 de diciembre de 1976.
Relató que dias después de ser liberada su hija, consiguieron información para ubicar a su cuñada Maria Cristina y que por el aprecio que sentía por ella, le pidió a uno de los oficiales que no la secuestraran. Señaló que si bien sabia que Maria Cristina era muy buscada, le manifestó que podían encontrar la forma de que ella abandonara el país. Memoró que el oficial tomó un teléfono y le dijo que hable con su familia, que le diga que no vaya a la cita y que eso era lo único que podía hacer por ella y que no lo moleste más.
Al respecto, la testigo Labayrú indicó que se comunicó con sus suegros, a quienes les pidió que trataran de ubicar a Maria Cristina y le avisaran que no debía ir a ese encuentro pero que, como no tenía domicilio fijo, no pudieron hallarla y finalmente fue capturada en un gran operativo que habían montado en la zona del Abasto. Agregó que ésta, cuando se dio cuenta de que iba a ser capturada, ingirió una pastilla de cianuro líquida, que, explicó, era más eficaz que el polvo y provocaba la muerte de manera inmediata.
Memoró que el cuerpo fue llevado a la ESMA y que le dijeron que estaba muerta. Que, por pedido suyo, la autorizaron a verla, para lo que fue conducida a uno de los cuartitos que estaba en la "avenida de la felicidad". Memoró que allí la dejaron sola por unos minutos y pudo despedirse en nombre de ella y toda su familia. Adujo que solicitó a uno de los oficiales que le devolvieran el cadáver a sus familiares, en virtud de que eran ajenos a la militancia; respondiéndole finalmente que cumplir tal pedido era imposible.
Agregó que, estando privada de su libertad y al momento de inscribir a su hija nacida en cautiverio, eligió como fecha de nacimiento el 18 de mayo, en honor a su cuñada, por ser ése el día de su secuestro y muerte.
Al solo fin de complementar, dicho contundente y verosímil testimonio, debe memorarse que Lila Pastoriza manifestó que en una oportunidad, en ocasión de solicitar que le entregaran su jumper azul para poder bañarse, un oficial del SIN le dio otro, en el que habían encontrado pastillas de cianuro y que otra cautiva, Alicia Milia, reconoció como de propiedad de Cristina Lennie.
Precisamente, Alicia Milia refirió en el debate que se enteró por otro cautivo, que había conocido en la ciudad de Córdoba, Guillermo Parejo, que habían matado a Cristina Lennie. Señaló que eran amigas, que sabia que sufría del corazón y que si bien desconocía las circunstancias en que habia "caído", afirmó que llegó muerta a la ESMA.
Lisandro Cubas, a su turno, relató que a María Cristina, a quien le decían "Lucía", la conocía pues militó con él en la zona oeste.
Supo por comentarios de un oficial que en una de las citas que cubrió la ESMA, la nombrada fue sorprendida por la espalda y que si bien querían apresarla viva, tomó una pastilla de cianuro y falleció. Al respecto, explicó que los militantes estaban preparados "para ingerir una pastilla de cianuro, pero no para la sobrevida" ni para ver a sus otros compañeros, ya que ello los desmoralizaba.
También, Martin Gras manifestó en el debate que Maria Cristina Lennie llegó muerta y que supo que ella usó la pastilla de cianuro, que sus captores trataron de reducirla impidiendo que tomara dicho comprimido y que fracasaran en la tentativa de reanimación.
Por último, Néstor Ornar Savio, al momento de prestar indagatoria, refirió que Maria Cristina Lennie, quien pertenecía a la agrupación "Montoneros" y había sido secretaria del jefe de la FAR, se suicidó en una "cita", mediante la ingestión de una pastilla de cianuro y para evitar que la capturaran con vida.
En otro orden, coadyuvan al cuadro probatorio reseñado las constancias agregadas en las fotocopias certificadas del expediente n° 13.789/96, caratulado "Lennie, María Cristina s/ ausencia por desaparición forzada" del registro del Juzgado Nacional en lo Civil n° 57, en la que el 5 de noviembre de 1.996 se declaró la desaparición forzada de María Cristina Lennie y se fijó como fecha presuntiva de fallecimiento el 18 de mayo de 1.977 (incorporadas por lectura al debate y cuya copia se encuentra reservada en la secretaría del Tribunal).
Asimismo, las constancias incorporadas en el legajo CONADEP/SDH n° 7.648, correspondiente a María Cristina Lennie Zuccarino, que dan cuenta de la denuncia de la desaparición de la nombrada y el legajo n° 68 de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, relativo a la victima.
En síntesis, lo explicado por Labayrú y las demás probanzas reseñadas, revelan que el móvil por el cual Lennie se quitó la vida fue el de evitar los sufrimientos físicos y psíquicos que le serian aplicados con el objeto de obtener información, sumado a las directivas de la "Organización Montoneros".
Por otra parte, la prueba precedente también acredita que los victimarios tenían el propósito de secuestrar por la fuerza a Lennie, trasladarla al centro clandestino y someterla a torturas.
Por el contrario, el Tribunal advirtió que no se ha podido acreditar que dicho grupo de tareas tuviera, al momento del operativo, el propósito de matar a Lennie. Ello es asi, porque si bien la regla en dicho centro clandestino, en el tratamiento de los cautivos, culminaba con su muerte o "desaparición", lo cierto es que se ha demostrado en el debate, que excepcional mente, algunos cautivos sometidos a realizar trabajos en beneficio de sus captores, podían ser considerados para incluirlos en lo que denominaban "proceso de recuperación", de los cuales varios testigos han dado cuenta. Es decir, que, aun cuando Lennie hubiera sido capturada viva y existieran altas probabilidades de su "traslado", es decir, su muerte, ello no puede ser aseverado, desde la perspectiva de la sana crítica racional, con el grado de certeza suficiente exigido para este órgano jurisdiccional, pues ha quedado demostrado, aunque en forma excepcional, la manera en que otros integrantes de la misma organización, lograron sobrevivir al horror,
Al ser ello así, debe ponderarse una duda sobre ese aspecto fáctico que, por aplicación del art, 3 del código de forma, debe darse por no probada en esta instancia.
Finalmente, en lo que concierne a los esfuerzos de los captores para impedir que Lennie ingiera la pastilla de cianuro debemos remitirnos, a lo pronunciado en el "Exordio" del presente, debido a que el objetivo central del aparato represivo se apoyaba en la captura con vida de la persona buscada, para "arrancarle" la información; lo que, en el caso, no fue logrado, en función de la rápida y reacción de la victima.
26. Caso en el que resultó damnificado Andrés Ramón Castillo:
Asimismo, ha quedado acreditado a lo largo del debate que Andrés Ramón Castillo fue privado ilegalmente de su libertad el 19 de mayo de 1.977, en oportunidad en que caminaba por la avenida Vernet, entre Senillosa y Avenida La Plata, de esta ciudad.
Que en dicha ocasión fue sorprendido por un grupo de hombres que, tras arrojársele encima, golpearlo, derribarlo y apresarlo, lo subieron a una ambulancia. Que allí, lo esposaron por la espalda, le colocaron grilletes en los pies, un tabique y una capucha atada al cuello y lo condujeron al centro clandestino de detención que funcionaba en la ESMA.
Que al llegar a dicho lugar, luego de un viaje de unos treinta minutos aproximadamente, lo llevaron con malos tratos al "Sótano" y lo ubicaron en la "Sala 13"; donde lo interrogaron acerca de quiénes eran sus compañeros de militancia y cómo encontrarlos, mientras lo golpeaban. Que en dicha sala permaneció varios días y, durante su cautiverio, fue llevado en distintas oportunidades para ser sometido nuevamente a sufrimientos físicos y psicológicos destinados a obtener información.
Que, posteriormente fue conducido hasta el sector "Capucha", donde, en un primer momento permaneció sobre una colchoneta en el piso, para luego ser alojado en uno de los cubículos allí existentes; escuchando los gritos y quejidos de otros cautivos y posteriormente, dentro de unos de los "camarotes" que se encontraban en aquel sector.
Que en dicho centro también fue sometido a otros sufrimientos físicos y psicológicos derivados de las condiciones inhumanas de cautiverio y fue incorporado al denominado "proceso de recuperación", siendo obligado a realizar trabajo esclavo, sin percibir a cambio ningún tipo de remuneración.
Finalmente, Andrés Ramón Castillo fue liberado el 22 de febrero de 1.979 y obligado a abordar un vuelo con destino a Venezuela, con pasajes suministrados por la Armada.
Las circunstancias de tiempo, modo y lugar en que acontecieron los hechos que damnificaron a Castillo fueron acreditadas mediante el relato elocuente y directo que brindó en el curso del debate; quien, además, manifestó que durante el interrogatorio lo esposaron por delante, le quitaron la capucha y el tabique y le manifestaron que toda resistencia era inútil, que todos los militantes que conocía habían caído, que estaba todo terminado y que "las Fuerzas Armadas habían triunfado sobre la antipatria".
Agregó que en dicha sala de interrogatorio permaneció varios dias, escuchando que traían gente y los gritos de los torturados. Que luego lo trasladaron a una habitación más chica, de un metro y medio por un metro y medio, ubicada en la esquina de la "13"; donde lo encerraron sin permitirle la salida y desde donde escuchaba música a alto volumen.
Asimismo, recordó que después de unos días lo condujeron a "Capucha", adonde se llegaba por una escalera. Que alli el olor era terrible, además de los gritos y quejidos de los otros cautivos y que, al principio, lo tiraron en un pasillo sobre un colchón.
Castillo adunó que, luego de un "traslado", lo ubicaron con el colchón en uno de los cubículos donde estaban los cautivos y que posteriormente le reemplazaron el colchón por una cama y le quitaron las esposas.
Manifestó que al tiempo, como algunos de los prisioneros habían sido liberados, lo alojaron en un camarote dentro de "Capucha", donde había unas camas tipo cuchetas, que compartió con "Beto" Ahumada.
Explicó que en aquel sector los guardias se divertían pateando la cabeza o el cuerpo de los cautivos, que le ataron a los grilletes una bala de cañón, lo sacaban una vez por día para ir a baño y que al principio no ingería bocado.
Por otra parte, Castillo declaró que luego de unos días, lo llevaron nuevamente al subsuelo para interrogarlo acerca de sus compañeros y cómo encontrarlos. Asimismo, manifestó que por ser sindicalista, lo obligaron a escribir un libro donde debía demostrar que el sindicalismo siempre quiso ser infiltrado por personas distintas de los trabajadores. Memoró que para cumplir con lo que le habían encomendado le trajeron unos cuarenta o cincuenta libros, que leyó.
Al respecto, explicó que lo bajaban al subsuelo para que realizara esa tarea y por la tarde volvían a alojarlo en "Capucha"; que después de un tiempo le permitieron bañarse, podía tener ropa limpia y le daban el almuerzo y la cena en el "Sótano". Que el desayuno consistía en un mate cocido con un pan.
Castillo adunó que dentro de la ESMA, sus aprehensores en todo momento les hacían sentir que su vida dependía de ellos, que, por un lado, los torturaban y golpeaban y, por el otro, le daban cosas. Al respecto, memoró que le permitieron hablar por teléfono con su familia en varias ocasiones o que compraban pizza y le daban.
Recordó que supo, a los seis o siete meses de su secuestro que, dónde estaba el "Pañol" hicieron oficinas y denominaron al lugar "la Pecera". Que por este motivo, no hizo falta que bajara al subsuelo a trabajar y que luego de un tiempo dejó de usar el tabique.
Sin embargo, agregó, que en una ocasión, al descubrirlo hablando con otra cautiva que estaba llorando, le pusieron los grilletes y las esposas y lo condujeron al "Altillo", donde, manifestó, estaban los compañeros que habían sido secuestrados por el SIN, y lo golpearon "ferozmente".
Castillo relató, por otra parte, que para la época del mundial de fútbol lo llevaron a la ciudad de Colonia a "marcar" gente. Al respecto, señaló que nunca "marcó" a ningún compañero y que siempre tuvo miedo de que algún militante lo reconociera. Que en otras "salidas" lo llevaron a paradas y estaciones de trenes y subtes, a circos y a espectáculos infantiles.
Asimismo, que lo llevaron a cenar a una cantina muy conocida ubicada en la calle Independencia.
Por otra parte, Castillo declaró que los primeros días de enero, el nuevo jefe del GT 3.3,2 le refirió que lo iban a largar. Que para ese entonces lo habían llevado en tres o cuatro oportunidades a visitar a su familia; acompañándolo en algunos casos un suboficial de la Marina o de la Policía Federal, Al respecto, recordó que la primera vez que le permitieron ver a su mujer lo llevaron a la confitería Las Violetas, donde se encontró con ella por espacio de diez minutos. Que en casi todas las mesas había marinos, le pidió a su esposa que no contara nada y no le dijo que estaba secuestrado en la ESMA. Finalizado el encuentro, se dirigió a la puerta del lugar y ahí lo esposaron y lo subieron al auto.
Explicó que un día que tenía que salir de visita, le dijeron que se llevara las cosas porque no iba a volver; razón por la cual, memoró que tomó un bolso con una muda de ropa y un tablero de ajedrez. Que lo llevaron a la casa de sus padres y les dieron una charla para que no saliera de ahí.
Castillo declaró que, posteriormente, le consiguieron la visa para viajar a Venezuela y el 12 de marzo de 1.979 lo acompañaron a Ezeiza, le entregaron un pasaje comprado por la Armada y un número telefónico al que debía contactarse, cosa que, refirió, nunca hizo y viajó a aquél país.
Declaró que luego se mudó a la ciudad de Madrid y que su mujer recibió llamadas de presión, en virtud de las denuncias que se habían formulado ante las Naciones Unidas. Que, en 1.981, cuando su mujer y sus hijos viajaron a esa ciudad, presentó denuncias en distintos organismos internacionales.
Por último, relató que es dirigente gremial, que desde muy joven milita politicamente y que formó parte de la JTP, militó en distintos grupos de la JP y en los años 70 en el Movimiento Revolucionario Montoneros.
Por otra parte, aseguraron haber visto a Andrés Ramón Castillo dentro de la ESMA, María Del Huerto Milesi, Ricardo Coquet, Martin Gras, Ana María Martí, Alfredo Manuel Juan Buzzalino, Pilar Calveiro, Lidia Cristina Vieyra, Jaime Dri, Sara Solarz y Silvia Labayrú.
Asimismo, Lisandro Cubas refirió que Castillo fue secuestrado en 1.977 y compartió trabajo esclavo en "Pecera". Añadió que el damnificado era dirigente sindical y que estando en la ESMA fue obligado a escribir la historia de los movimientos sindicales en Argentina, Asimismo, que en cierta ocasión fue castigado por haber tenido una actitud de solidaridad con otra cautiva.
María Eva Bernst de Hansen declaró que a Castillo le decían "Ángel", que le dieron la libertad junto con ella y que tomó conocimiento que la víctima recibió un castigo durante su cautiverio. Respecto de esto último, Graciela Daleo declaró que estando en cautiverio, el damnificado se acercó a ella, violando la prohibición que pesaba sobre los prisioneros de solidarizarse con el resto de compañeros y que, como consecuencia de su accionar, fue llevado encapuchado, engrillado y esposado a "Capuchita" y allí severamente castigado por haber infringido ese mandato. También refirió que lo vio en "Pecera".
En el mismo sentido, Alberto Girando manifestó que en enero de 1.978 comenzó a realizar trabajo esclavo en "Pecera", dónde también era obligado a laborar Castillo. Asimismo, Pilar Calveiro, Susana Jorgelina Ramus, Lila Pastoriza, Alicia Tokar, Rosario Quiroga y Beatriz García, aseguraron haberlo visto en dicho sector.
Al igual que Miriam Lewin, quien dijo que la victima trabajó en aquel lugar, en la oficina de "Prensa", junto a Daleo.
Rolando Pisarello, por su parte, refirió que Castillo estaba en "Pecera", por lo que su vinculo era escaso, pero que luego viajó a Venezuela y entablaron una amistad.
A su turno, Carlos García recordó haber sido conducido junto con Castillo, a una quinta propiedad de un oficial integrante del GT 3.3.2, con motivo de la visita de organismos de derechos humanos a la ESMA.
Asimismo, como prueba documental merecen destacarse de un modo genérico las constancias obrantes en el legajo n° 16 de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, caratulado "Andrés Ramón Castillo" y en el legajo CONADEP n° 7.389 del nombrado.
También deben adunarse las fotocopias certificadas del pasaje de avión de la empresa "Aerolíneas Argentinas", a nombre de Andrés Ramón Castillo, aportadas por el nombrado durante las audiencias celebradas en el marco de la causa n° 13/84 y del informe que da cuenta de que dicho pasaje cargó a la cuenta n° 0990033 correspondiente a la Dirección General de Personal Naval.
Por otra parte, el evento relatado fue probado parcialmente en el marco de la sentencia dictada por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, en la causa n° 13/84, correspondiendo al caso individualizado con el número 400.
Por lo expuesto, cabe señalar como conclusión que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio.
27. Caso en el que resultó víctima María Alicia Milia:
Ha quedado acreditado que Maria Alicia Milia fue privada ilegalmente de su libertad el 28 de mayo de 1.977, en ocasión en que caminaba por la calle Roca, frente a las vías del ferrocarril Mitre, en la localidad de Florida, provincia de Buenos Aires.
Para tal cometido, sus aprehensores cortaron la calle y la arrojaron contra el suelo, para luego introducirla, colocándole los pies sobre su cuerpo, dentro de un automóvil marca "Ford", modelo "Falcón", anaranjado y trasladarla, sin explicaciones y con violencia, al centro clandestino de detención que funcionaba en la ESMA.
Que al llegar a dicho lugar, sus captores se identificaron con las voces "setenio, selenio", deteniendo el rodado en el playón ubicado detrás del "Casino de Oficiales". Que le colocaron una pistola en la cabeza y sin capucha la condujeron en andas hacia el interior del edificio.
Que dentro de una piecita la desnudaron, le colocaron grilletes y le informaron que en adelante sería la número 324; la interrogaron, le dieron un tiempo para que reflexione acerca de la colaboración que prestaría y la encapucharon.
Posteriormente, la condujeron al "cuarto 13", la ataron a un camastro de metal con flejes, la estaquearon y la sometieron a sufrimientos físicos y psíquicos destinados a obtener información, sin la capucha y, previo paso por la habitación contigua a éste, fue alojada, encapuchada, esposada y engrillada en el sector "Capucha".
Asimismo se tuvo por probado que en dicho centro clandestino fue sometida a sufrimientos físicos y psíquicos derivados de las condiciones inhumanas de alojamiento, obligada a trabajar, sin percibir a cambio ningún tipo de remuneración y a salir "a marcar" a compañeros de militancia, ello en el marco del llamado "proceso de recuperación",
María Alicia Milia fue finalmente liberada el 19 de enero de 1.979, cuando la obligaron a abordar un vuelo al extranjero, con pasajes suministrados por la Armada.
Las circunstancias que rodearan el secuestro, posterior cautiverio y liberación de la victima, han sido acreditadas a través del relato amplio y detallado que en el debate brindó la damnificada, quien, agregó, que en razón de la época en que estuvo detenida, los denominaban como la "generación del 77", ya que, explicó, las prácticas represivas que tuvieron lugar en la ESMA cambiaban según los tiempos; debiendo soportar los secuestrados diferentes experiencias según el momento de su detención.
Asimismo, declaró que militaba desde muy joven, iniciando su actividad política con los "Cristianos de la liberación", luego en la universidad, en El Ateneo, hasta llegar al peronismo de izquierda; explicando que al momento de "su caída" se identificaba como peronista montonera.
Por otra parte, señaló que en "Capucha" la alojaron en un cubículo, al que denominaban "cuchas", donde debía permanecer encapuchada. Describió ese lugar "como siniestro y con olor a muerte", en el que reinaba un silencio total y los secuestrados estaban sucios y heridos. Manifestó que tenía forma de "L", que a la derecha estaban las "cuchas" y a la izquierda los camarotes y que en el techo habia unos extractores de aire muy ruidosos que tapaban las conversaciones entre los detenidos. Indicó que, en un primer momento, durmió en las "cuchas" y que posteriormente fue alojada con Lila Pastoriza en uno de los camarotes.
Refirió que en "Capucha" le tomaron una fotografía y que por alimento recibía, por la mañana, un "mate naval" con pan y, por la noche, un bife con pan.
La testigo manifestó que los guardias eran conocidos como "los verdes" y que, entre ellos, estaban los que se ensañaban con los cautivos y los que "hacían la vista gorda" frente a las conversaciones entre los detenidos.
Por otra parte, recordó que, en julio de 1.977, la exhortaron a escribir la historia del Ateneo universitario de Santa Fé, Que dicha faena, a la que calificó como "trabajo esclavo del siglo XX", la realizó en una "piecita" en el "Sótano", engrillada y sin esposas en el momento en que utilizaba la máquina de escribir. Que mientras realizaba su labor se escuchaba música, ya que las torturas las realizaban cerca de allí y que cuando éstas sucedían no les permitían ir al baño ni salir.
Asimismo, que, luego de preguntarle si sabía algo de partos, la llevaron a la "Enfermería" para que preste su colaboración en el parto de una de las cautivas. Relató que también presenció el acontecimiento Osatinsky y que, a pedido del médico, le sacaron los grilletes a ellas y a la parturienta y bajaron el volumen de la música; ya que, explicó, se encontraban junto al cuarto de torturas. Que luego del nacimiento, se llevaron a la madre junto a su pequeño hijo. Recordó que, con anterioridad, habia nacido otra criatura y que, a los pocos dias, se llevaron a las dos madres y que sus niños quedaron en el centro clandestino; no sabiendo luego nada de ellos.
Por otra parte, la damnificada señaló que sus captores la exhortaron que debía salir "a marcar"; para lo cual la llevaron en un coche y la obligaron a señalar a quiénes eran militantes. Al respecto, explicó que aquéllos sabían a quiénes conocían cada cautivo, ya que ellos realizaban tareas de inteligencia y que bajo esas condiciones "podían marcar realmente o hacer que marcaban", de una u otra manera, declaró, debían hacerlo. Relató que alli se decía "si no marcas y se dan cuenta, te la bancas".
En ese sentido, adujo que en octubre, en una de esas salidas, "marcó" a Graciela Daleo.
Por otra parte, la damnificada relató que durante su cautiverio le permitieron ver a su familia; encuentro que se llevó a cabo en una casa ubicada en el partido de Tigre.
Que, en otra ocasión la llevaron a la casa de sus padres, ubicada en la provincia de Santa fe; dejándola, quien debía custodiarla, sola en dicho lugar. Relató que el Ejército ingresó violentamente a la vivienda e intentó llevársela, ante lo cual les hizo saber que "pertenecía a la Marina".
Asimismo, memoró que la condujeron junto con Daleo a la frontera y que en Puerto Iguazú se separaron; que en enero la unieron al grupo de Lordkipanidse y "Cacho" Fukman y que, posteriormente, la llevaron a "la Federal" para hacer su documentación para salir del país; aduciendo que "nunca uso esos documentos falsos".
Finalmente, Milia manifestó que la Armada le dio, el 19 de enero de 1.979, un pasaje para salir del país y que la trasladaron hasta Ezeiza desde la ESMA, Agregó que no le dieron dinero, que escribió una taijeta postal y que a partir de ahi no vio más a ningún marino. Sin embargo, señaló que supo que llamaron a la casa de sus padres.
Asimismo, Miriam Lewin, Silvia Labayrú, Ricardo Héctor Coquet, Lila Pastoriza, Manuel Juan Alfredo Buzzalino, Lidia Cristina Vieyra, Rolando Pisarello y Juan Gaspari afirmaron haber conocido a la victima en la ESMA.
Lisando Raúl Cubas refirió que en dicho centro clandestino de detención conoció a Pirles, a quien llamaban "la Cabra", que fue secuestrada en 1.977 y liberada, en el momento en que lo liberaron a él, junto a Alberto Girando, partiendo rumbo a Europa. Al respecto, el testigo memoró que en el aeropuerto de Ezeiza, la damnificada le entregó los grilletes que habia usado durante su cautiverio; los que fueron exhibidos en el debate y cuya fotografía se encuentra glosada a fs. 4.401/4.403 de los autos principales. Por su parte, Rosario Quiroga, ratificó que el día que salió del pais junto a Cubas, también partieron rumbo a Europa, la damnificada y Girando; asegurando este último, que el 19 de enero de 1.979 fue conducido por un oficial de la ESMA, junto a Milia, hasta dicho aeropuerto, desde donde partieron a la ciudad de Paris.
A su turno, Graciela Daleo dijo haber conocido en dicho centro clandestino a la victima, bajo el apodo de "Susana" y que posteriormente se encontró con ella en Europa, en ocasión de la conferencia de prensa que brindó ante la Asamblea de París, junto a Ana María Martí y Sara Solarz de Osatinsky. En ese sentido, ésta última aseveró haber realizado una declaración, conjuntamente con la damnificada y Ana María Marti, en Europa.
Asimismo, Alicia Tokar, memoró haber realizado trabajo esclavo en el "Sótano", junto con la damnificada y Ana María Ponce, debiendo operar una máquina "compouser", con la que confeccionaban los "Informe Cero". También refirió haberla visto en "Pecera"; respecto de lo que coincidieron Martín Tomás Gras, Jaime Dri, Susana Jorgelina Ramus, Rosario Quiroga, Ana María Martí, Andrés Ramón Castillo, Pilar Calveiro y María Inés Imaz de Allende, cuya declaración fue incorporada por lecura al debate (fs. 8/vta. del legajo n° 111, caratulado "Imaz de Allende, María Inés del Pilar", de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional federal de la capital Federal), Lila Pastoriza, agregó que compartió camarote con la damnificada y que la vio realizando trabajo esclavo en "Pecera" y Amalia Larralde señaló que mientras estuvo alojada en "Capucha", la conoció como "la Cabra" y que fue obligada a realizar, en la "Pecera", informes y análisis de la situación política imperante.
Pastoriza refirió, además, que cuando se produjo su liberación, varios cautivos, entre los que se encontraba Milia, la acompañaron a Ezeiza y que supo que fue torturada por miembros del GT.
María Del Huerto Milesi recordó haber visto a la damnificada dentro de la ESMA y que la acompañó a una de las visitas familiares a las que fue autorizada en la provincia de Santa Fé.
Asimismo, como prueba documental merecen destacarse de un modo genérico las constancias obrantes en el legajo n° 23 caratulado "Martí, Ana María, Solarz de Osatinsky Sara y Maria Milia" de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, y en el legajo CONADEP n° 5.307 correspondiente a María Alicia Milia.
Por otra parte, el evento relatado fue probado en el marco de la sentencia dictada por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, en la causa n° 13/84, correspondiendo al caso individualizado con el número 227.
Por lo expuesto, cabe señalar como conclusión que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio,
28. Caso en el que resultaron víctimas Felisa Violeta María Wagner de Galli, Mario Guillermo Enrique Galli, Patricia Teresa Flynn y Marianela Galli:
Así también, se tiene por probado que Felisa Violeta Maria Wagner de Galli, su hijo Mario Guillermo Enrique Galli, su nuera Patricia Teresa Flynn y su nieta Marianela Galli fueron privados ilegalmente de su libertad entre el 11 y el 12 de junio de 1.977, del domicilio de la primera de los nombrados, ubicado en Aranguren 548, 2º piso, depto. "B", de esta ciudad.
Que luego fueron conducidos a la ESMA, donde se los sometió a sufrimientos físicos y psíquicos derivados de las condiciones inhumanas de alojamiento y a Mario Guillermo Galli, además, a otros sufrimientos de esa índole destinados a obtener información. Que permanecieron alojados en "Capuchita".
Que, con excepción de Marianela, que en aquel entonces contaba con un año y cuatro meses de edad, el resto del núcleo familiar continúa a la fecha desaparecido.
Que la pequeña fue entregada por un desconocido, la noche del 1 5 de junio de aquel año, en el domicilio sito en Malabia 2.106, de esta ciudad, junto con una copia de una carta escrita a máquina, presuntamente, por su madre, Patricia Flynn, en la que otorgaba la tutela de su hija a Mónica Laura Galli de Perinelli e indicaba el tratamiento médico que debía suministrarle.
Prueba de ello, lo constituyen las manifestaciones vertidas por Valentina Carla Stella, cuya declaración fue incorporada por lectura, quien refirió que, para la época de los hechos, hacia dos meses que vivia en el domicilio de Felisa Violeta María Wagner. Agregó que se retiró de la casa el sábado 11, a las 16:00, que en ese momento se encontraban Mario Guillermo Galli, con su esposa e hija y que cuando retornó, el 12 a las 20:00, notó con sorpresa que el domicilio se encontraba totalmente desordenado (fs. 3 del legajo n° 2, caratulado "Galli, Mario Guillermo Enrique, Wagner de Galli, Felisa Violeta María y Flynn, Patricia Teresa" de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal).
Asimismo, los dichos de Mónica Laura Galli de Perinelli, quien al momento de deponer en el juicio refirió que en ocasión de encontrarse en la casa de sus suegros recibió un llamado de su amiga Carla Stella, quien le refirió lo que había ocurrido en el domicilio de su madre; razón por la que se dirigieron al lugar, pudiendo verificar por sí misma que en la vivienda se encontraba "todo revuelto", había comida dispersa en el piso, la línea telefónica estaba desconectada y la caja de segundad abierta.
Señaló que se quedó en dicho lugar a la espera de alguna noticia de su madre o de la nena; suceso que nunca aconteció. Agregó que al día siguiente, el 13 de junio de 1.977, informó en su lugar de trabajo que ni ella ni su madre se presentarían a laborar y que en la mañana del 14, resolvió junto con su amiga, ir a la Seccional n° 11; donde luego de informarles que no tenían noticias de que en la zona se realizara un procedimiento, le tomaron una denuncia por privación ilegítima de la libertad, que quedó radicada en el juzgado del Dr. Somosa.
La testigo Galli de Perinelli recordó que en esos tres primeros días redactó cartas, en las que pidió por el paradero de sus familiares, que envió a distintas dependencias del Estado. Que en primer lugar se dirigió al Ministerio del Interior y posteriormente realizaron gestiones ante autoridades eclesiásticas, entre ellas, el arzobispo Monseñor Aramburu y el cardenal Primatesta, a la embajada alemana en la calle Villanueva, a la empresa Ferrostal donde laboraba su madre y a la compañía norteamericana donde trabajaba. Asimismo, hicieron presentaciones ante la Comisión Internacional de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, con sede en Nueva York, y ante la Organización de Estados Americanos.
Explicó que su hermano fue cadete en la escuela Naval Militar y luego guardia marina, egresando en 1.971, y que a principios de 1.972 ya tenía asignado un barco. Que ese año se adhirió a la sublevación que se produjo en la ESMA, en ocasión de la vuelta de Perón a la Argentina y como consecuencia de ello, al ser tomado como cómplice, el 18 de noviembre fue detenido e incomunicado en dependencias de aquel lugar, sin derecho a tener contacto con su familia. Que alli estuvo hasta mediados de enero y que una vez que se le levantó la incomunicación lo fue a visitar junto con su madre. Adunó que luego lo trasladaron al penal de Magdalena, donde permaneció hasta el 30 de mayo de 1.973, fecha en la que recuperó su libertad.
La testigo memoró que, posteriormente, su hermano estuvo en situación de disponibilidad hasta julio de 1.974, ocasión en la que le dieron la baja, y que integró la promoción n° 100, al igual que Alfredo Astiz y Ricardo Cavallo,
Por otra parte, Galli de Perinelli manifestó que a su sobrina Marianella se la entregó un hombre que conducía un taxi, la noche del 15 de junio de 1.977, al encargado del edificio donde vivía, sito en Malabia 2.106, en virtud de que ella no se encontraba allí y que, junto con la niña, dejó un bolso que contenía una nota escrita a máquina y fotocopiada, prendas y juguetes. Que el encargado y el presidente del consorcio, decidieron, pasadas las 22:00, llevarla a la Seccional 23ª.
Recordó que al dia siguiente le informaron lo sucedido y se dirigió rápidamente a dicha dependencia policial, donde le hicieron saber que la niña no se encontraba allí y le dieron de leer la nota que llevaba consigo. Refirió que en ella, Patricia, la madre de Marianela, le pedía que cuide a su hija y que cumpla con un tratamiento que la niña necesitaba para sus bronquios y caderas. Que, además, le indicó el nombre del traumatólogo que la trataba, las comidas y vestimenta y la protección que debia usar en sus caderas.
Señaló que Marianella habia nacido el 18 de febrero de 1.976 y que para el momento de los sucesos contaba con un año y cuatro meses de edad y que tenía que usar doble pañal o una férula, para mantener sus caderas firmes.
Continúo relatando que en la comisaría le informaron que, por haber transcurrido más de ocho horas, el comisario resolvió trasladar a la pequeña a la Casa Cuna. Que, luego de hacerle saber que habia radicado una denuncia en la Seccional n° 11ª por privación ilegítima de la libertad respecto de sus familiares y una vez corroborado, le dieron una autorización para recuperar a la menor de la mencionada institución.
Que en ese lugar, la niña se encontraba sentada en una sillita de paseo y se la veía bien. Memoró que inmediatamente la reconoció, le tiró los bracitos y se reunieron. Relató que le resultó fácil relacionarse con ella, ya que conocía las canciones, los apodos y tipo de juegos que hacía con sus padres.
Asimismo, recordó que un mes y dos dias después del secuestro, es decir, el jueves 14 de julio, a las 21:00, recibió un llamado de un interlocutor anómino, "en nombre de los chicos", interesado en conocer si la pequeña estaba con ella; quien ante su interrogatorio, le informó que su madre, su hermano y Patricia se encontraban bien y que pronto iba a tener noticias.
Que a la semana siguiente, el jueves 21 de julio, a las 21:00, recibió un llamado telefónico de su hermano, quien, previo solicitarle que no le pregunte dónde estaba, la interrogó por su hija y acerca de si le llevaron unos documentos, a lo que le respondió que se quedara tranquilo, que se iba a hacer cargo de la nena por todo el tiempo que fuera necesario, que iba a estar muy bien y que le podía dar una buena noticia, ya que el traumatólogo le dijo que ya estaba superado el tema de la pre-luxación y que podía caminar por sus propios medios.
Recordó que suponía que él se encontraba hablando desde un cuarto sin muebles o de una cabina, en virtud de que su voz retumbaba y que con relación a los documentos le manifestó, luego de alejarse del teléfono y preguntarle a un tercero, que iba a recibir un sobre con certificados y documentos; correspondencia que efectivamente recibió por correo dos días después, es decir, el sábado 23 de Julio de 1.977, en un sobre de papel madera, con un remitente falso, que contenía unas radiografías de la mala secuencia, de control del crecimiento de la cadera y del fémur de la niña, junto con certificados de vacunas y otros documentos.
Que le preguntó a su hermano si la volvería a llamar y que éste, luego de consultarlo, le respondió afirmativamente. Que alcanzó, en virtud de sus preguntas, a contarle que su madre no estaba con ellos, pero que sabía por terceros, que se encontraba bien. Que, luego su hermano, le pasó con Patricia; quien en cambio, parecía muy nerviosa. Que le comentó que Marianella estaba con ella y que habia superado su problema de cadera, refiriéndole aquélla que se encontraba embarazada. Al respecto, la testigo señaló que deduciendo el tiempo y por comentarios de una prima, debia estar encinta de más de tres meses.
La testigo Galli de Perinelli adujo que no recibió más llamados de su hermano y que era una gran persona y un gran amigo. Que a medida que se iban enterando de su "desaparición", sus amistades la ayudaban y que con relación a su madre, quien, afirmó, nunca cumplió una actividad política, se mostraron muy consternados. Que por pertenecer a la Cúpula de Energía Atómica, éstos se pusieron en contacto con oficiales, pudiendo informarle que "ellos si, tu mamá no". Que su interpretación, en ese entonces, fue que quienes estaban comprometidos eran su hermano y Patricia, no así su madre.
Por otro lado, la testigo explicó que entre 1.982 y 1.984 hicieron presentaciones en distintos juzgados y, junto con familiares de desaparecidos de ascendencia alemana, habeas corpus colectivos. Asimismo, recordó que a principios de 1.979 interpuso un recurso de habeas corpus y que durante 1.978 abrigó esperanzas de que volvieran y no le fue fácil conseguir quien la representara para tal cometido. Que se presentaron ante organismos policiales y oficiales, inquiriendo sobre el paradero de sus familiares; diligencias que arrojaron resultados negativos.
Relató que al momento del secuestro, su madre tenia 51 años, su hermano cumpliría 25 años y Patricia tenia 26 años.
Refirió que su hermano fue militante del partido peronista y que Patricia también tuvo militancia política, desconociendo el grado.
Por último, señaló la testigo que la tutela definitiva de Marianela se la otorgaron en 1.980 y que durante tres años tuvo la tutela provisoria.
A su turno, Marianella Galli recordó que al momento de su secuestro tenía un año y medio de edad y que los sucesos los conoció a través de sus familiares, de otros cautivos que permanecieron en la ESMA y de documentos escritos por su padre.
Asimismo, relató que supo que su padre, luego de ser expulsado de la Armada, se involucró en organizaciones peronistas, como la "Juventud Peronista" y "Montoneros"; que se contactó con los curas te rcerm un distas, debido a que era una persona religiosa y que lo hizo hasta 1.976.
Por último, con relación a su madre, manifestó que era profesora de adultos en una fábrica, que estaba involucrada en la Juventud Peronista y que cuando nació se dedicó más a su crianza (da cuenta de esto el informe de fs. 254 del legajo n° 3 de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal).
Por lo demás, dieron cuenta de la permanencia de los nombrados en el centro clandestino de detención que funcionaba en la ESMA, Ana María Martí, Maria Alicia Milia, Sara Solarz de Osatinsky, Lila Pastoriza, Graciela Beatriz Daleo, Andrés Ramón Castillo, Silvia Wikinsky y Ricardo Héctor Coquet, quienes al momento de deponder en el debate fueron contestes en afirmar dicho acertó.
Silvia Wikinsky señaló que para el mes de julio o agosto de 1.977 se encontraban en "Capuchita" Mario Galli, su esposa Patricia y su madre, Violeta, quien yacía en la cucheta de al lado; quienes, conforme lo que le dijeron, fueron torturados y en un momento, que no pudo precisar, "trasladados". Que la madre era una mujer de unos cincuenta años, que no entendía nada acerca de lo que sucedía. Por último, recordó que con Patricia conversó hasta que fueron "trasladados".
Por su parte, Ana Maria Martí afirmó haber conocido en la ESMA a la mamá de Mario Galli, a éste y a su esposa.
Andrés Ramón Castillo recordó que habló con Mario Galli en la puerta del baño y que éste le contó que por pertenecer a la Marina, lo llevaron a un lugar grande en el que creía estaban los cadetes o un cuadro de esa institución, donde lo desnudaron y le acercaron un perro a sus genitales, en prueba de lo que les pasaría si alguno los traicionaba.
Asimismo, señaló que un dia no lo vio más, como tampoco a su mujer y a su madre.
Martin Gras, a su turno, relató que Mario Galli y su familia "cayeron", aunque no supo si fue por el SIN o por la ESMA. Que la Armada habia decidido realizar un castigo ejemplar con Galli, pues, afirmó, ésta era la forma de castigar a los traidores. Refirió, asimismo, que éste fue conducido a la casa donde funcionaba el SIN, en la Horqueta y que, según se comentó, llevaron a toda o parte de su promoción para que viesen lo que le sucedía a un traidor.
Asimismo, como prueba documental deben destacarse las constancias obrantes en el expediente n° 2.510/89, caratulado "Wagner, Felisa Violeta María y Galli, Mario Guillermo Enrique s/ausencia con presunción de fallecimiento" del registro del Juzgado Nacional en lo Civil n° 59, Secretaría n° 89. (reservado en la Secretaría del Tribunal); en el que el 19 de agosto de 1.991 se declararon los fallecimientos presuntos de Mario Guillermo Enrique Galli, Felisa Violeta Maria Wagner y Patricia Teresa Flynn, ocurridos, presuntivamente, el 12 de diciembre de 1,978 (fs. 190/1 del mencionado expediente).
Al respecto, caben citarse las copias certificadas de las actas que dan cuenta de las inscripciones de las declaraciones de fallecimiento presunto mencionadas en el párrafo que antecede; las que fueron inscriptas en el Tomo 1º del año 1.991, Actas n° 141, 142 y 143, respectivamente (reservadas en la Secretaría del Tribunal).
Por otra parte, corroboran las gestiones realizadas en pos de averiguar el paradero de las víctimas, la documentación aportada por la testigo Mónica Galli, en particular la respuesta remitida a la nombrada por la OEA, del 8 de julio de 1.980, en virtud de la comunicación recibida durante la visita que la Comisión Tnteramericana de Derechos Humanos realizó a nuestro pais.
También, la denuncia realizada en la Seccional n° 11ª de la Policía Federal Argentina, el 14 de junio de 1.977, que tramitó por ante el Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal de Instrucción n° 15, Secretaría n° 144, bajo la causa n° 13.945/77, caratulada "Wagner, Felisa Violeta María; Galli, Mario Enrique Guillermo y Flings, Patricia s/ su privación ilegítima de libertad" y el habeas corpus presentado en febrero de 1.979 por la nombrada, a favor de los damnificados, ante el Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal de Instrucción n° 29, Secretaría n° 152, que tramitó bajo el n° 14.059, el que finalmente quedó radicado ante aquél juzgado, bajo el número 19.676, caratulado "Wagner, Felisa Violeta Maria y otros p/privación ilegal de la libertad (antecedentes remitidos del Juzgado de Instrucción n° 1 8)" -ver al respecto los legajos n° 2, caratulado "Galli, Mario Guillermo Enrique; Wagner de Galli, Felisa Violeta María y Flynn, Patricia Teresa"; n° 3, caratulado "Galli, Mario Enrique Guillermo, Flynn, Patricia Teresa, Wagner de Galli, Felisa Violeta M y Galli, Marianela s/vict. Privación ilegal de la libertad", en particular los informes de fs. 254 que ilustra acerca de la actividad docente de Patricia Flynn, de fs. 263, respecto de los antecedentes por "sublevación y homicidio" de Mario Galli del 17 de noviembre de 1.972, de fs, 266, con relación al empleo de Felisa Wagner en Ferrostaal Argentina, que da cuenta de que la nombrada el 13 de junio de 1.977 dejó de asistir a su lugar de trabajo por causas desconocidas, y el informe de fs. 380 firmado por el Dr. Néstor Blondi, secretaría del Dr. Leonardo J De Martín, haciendo saber que en la causa n° 41.804, caratulada "Zieschank, Claudio y otros s/ rea de habeas corpus", el 18 de abril de 1.985 se rechazó el recurso respecto de Mario Enrique Guillermo Galli, Felisa Violeta Wagner y Patrcia Teresa Flynn; y n° 4, que son testimonios relacionados con los nombrados de la causa n° 41.804 mencionada, todos de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal-,
Además, las constancias glosadas en el expediente n° 119.715/95, caratulado "Flynn, Patricia Teresa s/desap. forzada" y las agregadas en el legajo n° 3 mencionado que dan cuenta del resultado infructuoso en búsqueda de los damnificados.
Asimismo, es menester reseñar que la convicción alcanzada se consolida a través de las constancias que integran los legajos CONADEP n° 7.028, 7.030 y 7.031, correspondientes a los damnificados; los que dan cuenta no sólo de la existencia del hecho sino también de las gestiones de los familiares por conocer algún dato que les permita dilucidar el destino de sus seres queridos.
Por lo expuesto, cabe señalar como conclusión que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio.
29. Caso en el que resultó víctima Silvia Inés Wikinsky:
Asimismo, ha quedado legalmente acreditado que Silvia Wikinsky fue privada ilegalmente de su libertad el 14 de junio de 1.977, mientras se encontraba en las inmediaciones de la estación ferroviaria de Villa Adelina, de la provincia de Buenos Aires, junto a su cónyuge, Fernando Kron, que si bien su caso no integra el objeto procesal de estas actuaciones, se mencionará a fin de una mejor contextualización de los hechos.
Que para tal cometido, súbitamente cuatro personas, dos por delante y dos por detrás, se abalanzaron sobre ella y su marido, la encapucharon, esposaron y arrojaron dentro de una camioneta.
Que luego de circular con el rodado unos quince minutos, aproximadamente, arribaron a un lugar, que no identificó, donde fue sometida a sufrimientos fiscos y psíquicos, mediante la aplicación de corriente eléctrica y amenazas de violación y de muerte y, pasado un rato, ya esposada y encapuchada, fue conducida en un automóvil a la ESMA.
Ya en el centro clandestino de detención, la subieron por un ascensor hasta "Capucha", donde la hicieron acostar sobre una colchoneta y luego de tres o cuatro días de permanecer allí fue conducida a "Capuchita".
Le asignaron el número 347 y fue sometida a sufrimientos físicos y psíquicos derivados de las condiciones inhumanas de alojamiento; obligándola, además, a realizar trabajo esclavo, consistente en la clasificación de artículos periodísticos, la cual debía cumplir dentro de un cuarto que se encontraba en el altillo, el que, a su vez, era utilizado para la tortura y los interrogatorios, todo ello en el marco del llamado "proceso de recuperación".
Silvia Inés Wikinsky permaneció en dicho centro clandestino hasta el 11 de febrero de 1.978, fecha en que fue liberada, junto con su marido. Que ese dia los fueron a buscar a "Capucha", les sacaron los grilletes, los hicieron descender por una escalera y los subieron a un vehículo, donde les retiraron la venda de los ojos. Que de la ESMA se dirigieron al edificio "Libertad", donde les entregaron sus documentos, para luego ser conducidos hasta la puerta de la vivienda de los padres de Fernando, sita en la intersección de la avenida Corrientes y Gurruchaga, con expresa indicación de que abandonaran el pais.
Luego de recibir varios llamados en su domicilio acerca del motivo por el que no se habían ido, finalmente, el 24 de febrero de 1.978, viajaron a la República del Perú, con el fin de aguardar allí la visa necesaria para ingresar en Venezuela -donde residían sus padres y su hermana-; hecho que ocurrió un mes más tarde.
Las circunstancias de modo, tiempo y lugar que rodearon el secuestro y posterior cautiverio se encuentran probadas a partir del relato elocuente y directo de la damnificada, quien, además, señaló que en "Capuchita" debía permanecer, como todos, en su colchoneta acostada o sentada, con los ojos vendados o encapuchada, esposada o no, según el capricho del guardia de turno, permanentemente engrillada y en silencio. Respecto de esto último, recordó que en ocasiones no obedecía esa orden, ya que, de lo contrario, no hubiera podido conocer el nombre de algunos de los secuestrados.
Agregó que las colchonetas estaban separadas por tabiques de un metro de altura, lo que impedía la visión entre ellos y que, algunas veces, se las ingeniaban para poder hacerlo por debajo de las vendas. Que le daban de comer dos veces por día y, generalmente, por la mañana, un sandwich y una taza de mate cocido.
Por otra parte, declaró que una vez liberada, se enteró por sus familiares que el departamento que alquilaba, junto con su cónyuge, en la calle Ader, cerca de Villa Adelina, fue saqueado la misma noche de su secuestro y todas sus pertenencias acarreadas en un camión. Agregó que nada volvió a aparecer, con excepción de sus documentos, que les fueron entregados al momento de ser liberados.
Recordó que, al ser liberada, decidió, junto con su marido, partir hacia Venezuela, donde residían sus padres y su hermana y que con gran temor se presentaron en la Policía Federal Argentina a tramitar sus pasaportes. Que durante esos dias recibieron varios llamados en la casa de los padres de aquel, de parte de quien se hacía llamar "Pancho", preguntándoles el por qué no se habían ido del país, a lo que ellos le contestaban que sin pasaporte no podían hacerlo. Indicó que finalmente, el 24 de febrero de 1978, viajaron hacia la República del Perú, con el fin de aguardar la visa que necesitaban para ingresar en Venezuela y que ello ocurrió un mes más tarde.
Por último, agregó que en el mes de septiembre u octubre le hicieron escribir una carta dirigida a sus padres, en la que no le permitieron decir en dónde se encontraban ni que les estaba pasando; que era para indicar simplemente que estaban vivos. Al tiempo, le permitieron, bajo la misma consigna, comunicarse telefónicamente con su abuelo.
Asimismo, ello encuentra correlato con lo manifestado en el debate por Fernando Kron, quien recordó que el 14 de junio de 1.977 fue detenido junto a su esposa Silvia Wikinsky a cuatro cuadras, aproximadamente, de la estación de Villa Adelina, Que se abalanzaron sobre ellos unos cuatro sujetos que, tras atraparlos, los encapucharon y los hicieron subir a una camioneta y los condujeron, a través de un recorrido que no duró más de cinco o diez minutos, hasta una casa, ubicada en la intersección de Thames y Panamericana, donde funcionaba el SIN. Agregó que allí escuchó los gritos de su esposa y que luego fueron conducidos a la ESMA, donde pudo verla entre el jueves o viernes posteriores inmediatos a sus detenciones. Que allí fueron alojados en "Capuchita" y a mediados de agosto obligados a trabajar en el archivo periodístico; siendo liberados el II de febrero de 1.978, momento en el que partieron rumbo a la República del Perú.
Por otra parte, Lila Victoria Pastoriza, al momento de brindar su testimonio, refirió que la damnificada se encontraba alojada en "Capuchita" junto con ella, la familia Galli, Pilar Calveiro y Fernando Kron; que dormía en la misma cucheta que Violeta Galli y, posteriormente, fue obligada a realizar, en dicho sector, tareas de archivo.
En forma coincidente, Pilar Calveiro recordó que la victima estaba en "Capuchita" realizando trabajos relacionados con la revisión de prensa y que en febrero de 1.978 fue liberada junto a Fernando Kron.
Por lo expuesto, cabe señalar como conclusión que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio.
30. Caso en el que resultó víctima Lila Victoria Pastoriza:
Se tuvo por probado que Lila Victoria Pastoriza fue privada ilegítimamente de su libertad el 15 de junio de 1977, alrededor de las 17:00 horas, en momentos en que descendía del ómnibus de la Línea 55, en las cercanías de la Plaza Cortázar de esta Capital Federal, por una persona que se abalanzó sobre ella, a la que se le sumaron otras que lo ayudaron a introducirla finalmente en una camioneta.
Que durante el trayecto, el vehículo que la transportaba chocó contra otro rodado perteneciente al Ejército. Que como consecuencia del siniestro relatado, la damnificada se lesionó las costillas.
También quedó acreditado que fue conducida a la ESMA e introducida en la sala 13 o 14 del "Sótano" donde la interrogaron durante varios días sobre varias personas de su conocimiento. Que las sesiones de interrogatorios se reiteraban en ese mismo sector, cada vez que personal del SIN iba a dicho centro clandestino.
Que desde los primeros momentos de estar cautiva fue sometida a la aplicación de la picana eléctrica y amenazada con lastimar a su familia, bajo la promesa de sobrevivir si colaboraba con ellos.
Que permaneció en el "Sótano" entre ocho y diez días y luego fue conducida a "Capuchita", donde la engrillaron, tabicaron y asignaron el número 348. Que en este último sector estuvo entre finales de junio y diciembre de 1977.
Que también permaneció alojada en "Capucha", en donde dormía en una cama alta ubicada en el codo de dicho sector. Que con posterioridad al 16 de enero de 1.978, compartió con María Alicia Milia, un camarote que daba al rio, lugar en el que estuvo hasta el momento de su liberación.
Se probó que, en el marco del "proceso de recuperación", fue llevada a bordo de un camión junto a otros ocho individuos a "marcar" personas. Asimismo que fue autorizada a realizar visitas familiares, efectuándose la primera de ellas en diciembre de 1977, con motivo del cumpleaños de su hermana. También fue llevada al cine y a cenar fuera de la ESMA en compañía de oficiales de inteligencia del GT y de otros secuestrados.
Asimismo fue obligada a efectuar trabajo esclavo. En tal sentido, realizó tareas de prensa en el "Sótano" y de archivo en "Capuchita", junto a Mario Galli y su mujer. Que alli también debió limpiar los cuartos de tortura y colocar diarios. En enero de 1978 fue conducida a la "Pecera", donde realizó tareas de prensa hasta octubre de ese año.
Se probó que la secuestrada fue obligada a firmar documentos en los que reconocía que en el lugar de detención había sido bien tratada.
Finalmente, Lila Pastoriza fue liberada el 25 de octubre de 1978, cuando, junto a Pilar Calveiro, partió rumbo al exterior del pais.
Las circunstancias de modo, tiempo y lugar en que aconteció el secuestro, cautiverio en el centro clandestino de detención que funcionó en la ESMA y posterior liberación, han sido relatadas pormenorizadamente por la propia damnificada en el transcurso del debate.
En tal sentido, agregó Pastoriza que el día que se produjo su secuestro, se dirigía a una cita previamente acordada con Adolfo Infante, con quien trabajaba haciendo denuncias en la agencia de noticias "ANCLA",
Recordó también, que sus captores le preguntaron en qué lugar le daba más miedo estar secuestrada y que ella les respondió que en la ESMA, asegurando que era un sitio de temer.
Además, mencionó que estando en dicho centro de detención, le contó a un oficial acerca de su vida, su militancia en la JP Montoneros, que en ese entonces estaba alejada de la política y que realizaba denuncias por las personas "desaparecidas".
Memoró también que en el marco de esa charla el oficial le refirió que ella era una secuestrada perteneciente al SIN. Sin perjuicio de ello, aseguró la damnificada que cuando los miembros del SIN no estaban, la gente del GT3 también la interrogaba.
Aseguró Pastoriza que los cautivos pertenecientes al SIN estaban alojados en "Capuchita", y que allí habia secuestrados de otras fuerzas como Aeronáutica, Ejército, Policía provincial y Prefectura.
Al respecto, también agregó que en "Capuchita" la relación se ceñía a los guardias, siendo algunos de ellos muy brutales y otros más humanitarios. Que los secuestrados estaban siempre en condiciones inferiores respecto de los detenidos del GT3. Añadió que en el sector invocado hacia mucho calor, y a la vez mucho frió y que no habia espacio, por lo que estaban ubicados al lado de la sala de torturas.
Respecto del trabajo esclavo al que fue sometida, refirió que los otros secuestrados le decían que debía pedir a los oficiales más gente para trabajar, ya que realizar una actividad mayor, era la posibilidad que tenían de sobrevivir en ese lugar.
Dijo que estando en "Capuchita", el trabajo esclavo era esporádico pues el cuarto utilizado a tal fin también estaba destinado a las torturas, las que continuaban sucediéndose durante su permanencia en el lugar. Agregó que allí podían leer los diarios y estar sin capucha ni tabiques.
Mencionó que a la labor de archivo que le obligaron a realizar, se sumó Silvia Wikinsky, Pilar Calveiro y Fernando Kron,
Asimismo memoró, que en la biblioteca de la ESMA vio papeles, boletas y cartas pertenecientes a Rodolfo Walsh. También una carpeta que contenía documentos y una carta escrita con tinta roja titulada "Carta a Vicky" también pertenecientes al nombrado.
Por otra parte relató que, posteriormente, "Capuchita" fue desalojada, quedando solo las embarazadas a las que luego de dar a luz, las mataron. Relató que a ella le informaron que la transferirían al GT 3, precisamente a la "Pecera".
Refirió Pastoriza, que hasta ese momento no sabía que era lo que sucedía con los cautivos y que por ello tenía mecanismos de negación que le permitian sobrevivir psicológicamente. También destacó que había situaciones de mucha tensión y temor y que existía un juego entre los secuestrados y los guardias como si la situación que vivían fuese normal. Aclaró que cada uno sobrevivía con sus métodos.
Añadió que estando en el centro clandestino de detención, sufrió acusaciones por parte de un oficial del GT sobre su complicidad en la fuga del "Nariz" Maggio, y también por ser marxista, asimismo la amenazó y le refirió que si de él dependiese la "mandaría para arriba".
Por último memoró la damnificada, que cuando la liberaron, fue conducida hasta el aeropuerto por los oficiales del GT, ocasión en la que también fueron otros secuestrados con el fin de demostrarles que habia personas que eran liberadas. Que en esa oportunidad fueron Milia, Osatinsky, Susana y Laurita y su familia.
Asimismo, el aserto que antecede encuentra correlato en los testimonios brindados al Tribunal por Alicia Milia, Sara Solarz, Alberto Girando, Elisa Tokar, Pilar Calveiro, Juan Gaspari, Lisandro Raúl Cubas, María del Huerto Milesi, Miguel Ángel Lauletta, Rolando Pisarello, Rosario Evangelina Quiroga, Ricardo Coquet, Alfredo Ayala, Susana Jorgelina Ramus, Graciela Daleo, Lidia Vieyra, Alfredo Manuel Juan Buzzalino, Fernando Kron, Tomas Gras y Ana María Martí quienes dieron cuenta de la permanencia de la damnificada en la ESMA.
Alicia Milia relató, además, que en junio llegó a la ESMA Lila Pastoriza, a quien apodaban "Burbuja", Que ambas fueron colocadas en la misma habitación, siendo más tarde alojadas en un camarote.
Miriam Lewin dijo que la damnificada fue secuestrada por el SIN y que posteriormente estuvo trabajando en la "Pecera". Con la misma orientación, testimonió Alfredo Ayala y Lidia Vieyra. Esta última afirmó que Pastoriza fue secuestrada por el SIN a mediados de 1,977 y que luego estuvo junto a ella en "Pecera".
Por su parte, Pilar Calveiro recordó escuchar desde el cuarto contiguo las torturas a las que era sometida Lila Pastoriza. También memoró, que vio a la damnificada en "Capuchita", en las salas destinadas a la tortura, realizando trabajo esclavo en horario diurno. Agregó que ella integraba el grupo que realizaba labores forzadas en "Prensa", junto con Pastoriza, Kron y Wikinsky, y al que se sumó la dicente a partir de octubre.
Al respecto Coquet recordó que la víctima estuvo alojada en "Capuchita" y Silvia Wikinsky, aseveró haberla visto a mediados de 1.977, en el altillo.
Tokar, Gasparini, Castillo, Gras, Ramus y Martí afirmaron que compartieron cautiverio con Pastoriza en "Pecera". Al respecto recordó Calveiro que en enero de 1.978 la victima fue obligada a realizar trabajo esclavo en la "Pecera" y que consecuentemente pasó a dormir en un camarote ubicado en "Capucha".
A su turno, Lilia Ferreira dijo que mientras estaba en México recibió de manos de Pastoriza una carta escrita a máquina y en tinta roja por Rodolfo Walsh, escrita a su hija tras enterarse de la muerte de aquella.
En el mismo sentido, recordó Cubas que en "Pecera" Pastoriza le comentó que estaba trabajando en la clasificación y análisis de los escritos originales de Rodolfo Walsh. Por último agregó que en dicho sector, aquélla compartía la oficina con Calveiro.
Pilar Calveiro precisó que el 25 de octubre de 1.978 fue liberada y viajó rumbo a Madrid junto a sus dos hijas y Lila Pastoriza. En esa línea, memoró Rosario Quiroga, que en octubre fue llevada hasta el aeropuerto a fin de acompañar a Pastoriza y Calveiro, quienes partieron hacia España.
Asimismo, como prueba documental merecen destacarse de un modo genérico las constancias obrantes en el legajo n° 74 caratulado "Pastoriza, Lila Victoria" de la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal; la causa n° 13.974 caratulada "Pastoriza, Lila Victoria s/ privación ilegal de la libertad" del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal de Instrucción n° 17; que da cuenta de las gestiones realizadas en pos de la búsqueda de la víctima; y aquéllas agregadas en el legajo CONADEP n° 4,477 correspondiente a la nombrada.
Por otra parte, el evento relatado fue probado en el marco de la sentencia dictada por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, en la causa n° 13/84, correspondiendo al caso individualizado con el número 493.
Por lo expuesto, cabe señalar como conclusión que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio.
31. Caso en el que resultó víctima María Inés del Pilar Imaz de Allende:
Ha quedado legalmente acreditado que María Inés del Pilar Imaz de Allende fue privada ilegítimamente de su libertad el 15 de agosto de 1.977, en horas del mediodía, en la intersección de las calles Oro y Santa Fé, de esta ciudad.
Que fue secuestrada, sin mediar exhibición de orden escrita, por un grupo de personas vestidas de civil, que actuaron con agresividad; fue introducida en un automóvil y cubierta su cabeza con el gorro que llevaba puesto.
También se tuvo por probado que fue trasladada al centro clandestino de detención que funcionaba en la ESMA, y alojada en un primer momento, en una habitación en el "Sótano", donde la amenazaron, golpearon, recostaron sobre el elástico de una cama y le aplicaron la picana eléctrica, mientras era interrogada sobre su participación en la organización Montoneros. Que dicho procedimiento se volvió a repetir dos o tres veces.
Posteriormente, fue conducida a "Capucha", donde permaneció durante unos tres meses, tabicada con unos anteojos de tela, esposada y engrillada. Que allí durmió en el suelo, dentro de un pequeño box, delimitado por tabiques de reducidas dimensiones. Y como alimentación recibió, dos veces por día, un mate cocido y un sándwich de carne.
También se tuvo por acreditado que, en el marco del llamado "proceso de recuperación", la obligaron a realizar trabajo esclavo en el "Sótano", específicamente en el "Sector 4", asignándole la tarea de falsificación de documentos.
Que a fines de 1,977, empezó a realizar trabajo forzado en "Pecera", donde desempeñó tareas de archivo de artículos periodísticos; actividad que realizó hasta su liberación.
Además, se tuvo por probado que, mientras, estuvo cautiva, fue llevada a "marcar" gente fuera de la ESMA.
Finalmente, María Pilar Imaz de Allende fue liberada el 30 de diciembre de 1978, en el aeropuerto de Ezeiza y embarcada en un vuelo rumbo a Ecuador, con un pasaje y un pasaporte otorgado por la Armada.
Las circunstancias de tiempo, modo y lugar en que aconteció el secuestro, cautiverio en el centro clandestino de detención y posterior liberación, se encuentran probados, en primer lugar, a través de los dichos elocuentes de la propia María Inés del Pilar Imaz de Allende, los cuales fueron incorporados por lectura al debate (fs. 1/3 y 7/10 del Legajo n° 111 caratulada "Imaz de Allende, Maria Inés del Pilar" de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal).
Al respecto, María Inés del Pilar Imaz de Allende, agregó que militó en el Peronismo y no en "Montoneros".
Por otra parte, la damnificada manifestó que mientras permaneció alojada en "Capucha", observó que habia, aproximadamente, unas 50 personas. Que para atender sus necesidades fisiológicas dependía del humor del guardia de turno y que solo le permitieron bañarse una vez por semana.
Relató que a los tres meses de cautiverio, le quitaron la venda de sus ojos. Cuando salió al baño, vio el "Pañol grande", lugar donde habia una gran cantidad de objetos, que por dichos de los detenidos, guardias y hasta oficiales, eran objetos que habían sido sustraídos a los secuestrados.
Recordó que al tiempo de ser detenida, sus captores revisaron sus papeles, encontrando la constancia de depósito de unos objetos de porcelana en un guardamuebles. Que la obligaron a extender una autorización, para retirar dichos objetos y que nunca más los recuperó.
Agregó que la llevaron a "marcar" a los presuntos "subversivos", y que en esas salidas nunca señaló a nadie.
Adujó que en el "Sector 4" se confeccionaba toda clase de documentación, DN.I, pasaportes, taijetas de identidad, partidas, entre otros, y que en ese lugar se tenía todo el material auténtico necesario para su realización, suministrado por los organismos oficiales del Estado.
Relató que mientras estuvo cautiva, pudo ver a través de las ventanas de un cuarto, la Avenida del Libertador, donde divisó un cartel de Philips, y que además, se escuchaba constantemente el ruido de aviones y trenes.
Aseguró que fue torturada, y que supo por los mismos secuestrados que ello era una metodología normal en la ESMA. Relató que cuando trabajo en el "Sótano" en una habitación, escuchó gritos de dolor y ruidos de golpes, que provenían de otras habitaciones, que se decían que eran salas de tortura.
Por último, manifestó en relación a los llamados "traslados", eran masivos y "las personas que quedaban involucradas en ello, eran muertas". Incluso, dijo que algunos de los guardias le contaron haber estado de guardia en la base Comandante Espora, donde se introducía gente en aviones para presumiblemente arrojarlas al mar.
El aserto que antecede encuentra, además, correlato con el testimonio brindado al Tribunal por Nilda Noemi Actis, Graciela Daleo, Beatriz Eliza Tokar, Mirian Liliana Lewin, Lisandro Raúl Cubas, Alberto Eduardo Girando, Lila Pastoriza, Lidia Vieyra, Carlos Muñoz, Ana Maria Malharro, María Del Huerto Milesi, Rolando Pisarello, Ana María Martí, Andrés Castillo, Juan Gasparini, Martín Gras y María Eva Bernst de Hansen.
A su turno, Ana Maria Malharro afirmó que compartió cautiverio con la damnificada. Recordó que en una oportunidad, se acercó a darle una taza de té, y que la identificó por su voz, ya que la conocía de antes. Que durante su cautiverio en las guardias más permisivas se comunicaban. Y que Imaz de Allende en diciembre, antes de salir en libertad, le dijo que iba a hacer todo lo que tuviera a su alcance para ayudarla y que su caso y el de su marido lo iba a dejar, dentro de la ESMA, en manos de Amalia Larralde,
En el mismo sentido, Lisandro Raúl Cubas declaró que compartió cautiverio con María Imaz de Allende, que tenía alrededor de 48 años y era la más grande; que la conoció en "Capucha", donde él dormía a la entrada en una especie de camarín y María en una cucheta. Recordó que él le daba comida e información. Agregó que, posteriormente, empezó a trabajar en la "Pecera", donde fue ubicada en una habitación al fondo y al lado de la suya, junto con María Eva. Que en ese lugar funcionaba el archivo de revista.
Asimismo, Nilda Noemi Actis y Juan Gaspari mencionaron que la vieron en "Capucha".
Por su parte, Beatriz Eliza Tokar, declaró que trabajaron en la "Pecera" en la misma oficina, versión sostenida por Lila Pastoriza, quien compartió cautiverio y trabajo esclavo con la damnificada, al igual que Miriam Liliana Lewin, Martín Gras, María Eva Bernst de Hansen y Ana Maria Marti, quien manifestó que trabajó bastante tiempo con ella y que, en ese ámbito, comían juntas en una mesa de aquel sector.
Rolando Pisarello recordó que a María Imaz de Allende le decían "la Vieja María", que era una buena persona y que compartieron diferentes situaciones durante el cautiverio.
A su turno, Carlos Muñoz y Graciela Daleo, afirmaron que Tmaz de Allende fue liberada hacia fines de diciembre de 1.978.
Por último, Lidia Vieyra, María Del Huerto Milesi, Alberto Eduardo Girando y Andrés Castillo afirmaron que vieron dentro de la ESMA a la damnificada.
Asimismo, como prueba documental merecen destacarse de un modo genérico las constancias obrantes en el legajo n° 111 caratulado "María Inés del Pilar Imaz de Allende" de la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal y en el legajo CONADEP n° 7,095 de la nombrada.
Por lo expuesto, cabe señalar como conclusión que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio,
32. Caso en el que resultó víctima Beatriz Elisa Tokar:
Ha quedado legalmente probado que Beatriz Elisa Tokar fue privada ilegalmente de su libertad el 21 de septiembre de 1,977 en la Avenida Maipú, de la localidad de Olivos, provincia de Buenos Aires, mientras se dirigía a una cita con un compañero. Que fue sorprendida por un grupo de cuatro personas, vestidas de civil, que sin exhibir orden alguna, la agarraron, golpearon, tabicaron e introdujeron en un automóvil.
También se tuvo por acreditado que fue trasladada y alojada en el centro clandestino de detención que funcionaba en la ESMA. Que al llegar allí, la encapucharon y esposaron.
Que en un primer momento fue introducida en la "Habitación 13", donde fue interrogada sobre la cita que tenía con su compañero, y golpeada con los puños, en la cara y los brazos. Que alli, fueron llevados otros detenidos, para que la damnificada los viera.
Que luego fue trasladada a otra habitación, al lado de la "Habitación 13", donde permaneció engrillada, encapuchada y esposada y, posteriormente, a una más reducida.
También se tuvo por acreditado que permaneció alojada en "Capucha", donde durmió sobre una colchoneta muy finita, en un lugar separado por dos aglomerados pequeños, que no llegaban a un metro. Que como alimentación recibió un mate cocido frío y un sandwich de carne. Y para atender sus necesidades fisiológicas debia pedir permiso a los guardias.
Que estando en dicho centro de detención le asignaron el número 481 y el sobrenombre de "Mónica".
También se probó que la obligaron a realizar trabajo esclavo en el "Sótano". Que le asignaron la realización del "Informe Cero", que era un panfleto que se escribía en tres idiomas, con el objeto de cambiar la imagen de la Argentina en el exterior. Que todo ello formaba parte del llamado "proceso de recuperación".
Posteriormente, a mediados de noviembre de 1.977, la empezaron a llevar a "Pecera", donde fue obligada a leer revistas y recortar notas que hablaban sobre la situación de la Argentina, y realizar una síntesis de las mismas. Que en varias oportunidades la sacaron de la ESMA, Que también fue obligada a trabajar en el Ministerio de Relaciones Exteriores, donde realizó tareas en el área de prensa y difusión, que consistían en recortar notas que venían del exterior y realizar una síntesis de los informes confeccionados por los embajadores, en relación a la situación de la Argentina en el exterior.
Que mientras estuvo alli, continuaba alojada en "Capucha" y era controlada por dos guardias, que se quedaban en la puerta de la Cancillería. Posteriormente comenzaron a llevarla, algunos dias, desde el "trabajo" a su casa.
También se tuvo por acreditado que fue liberada de la ESMA, recuperando su libertad bajo un régimen de libertad vigilada, ya que todos los días la iban a buscar a su casa para llevarla al Ministerio.
Que al tiempo, la dejaron de ir a buscar a su casa, pero continuó concurriendo al Ministerio, donde debía cumplir un horario laboral y percibía una remuneración a cambio de sus servicios. Durante ese tiempo continuó siendo controlada.
Finalmente, en el año 1980, dejó de realizar tareas en el Ministerio de Relaciones Exteriores, momento en el que recuperó su libertad.
Las circunstancias de tiempo, modo y lugar en que acontecieron los secuestros, cautiverios en el centro clandestino de detención que se erigió en la ESMA y posterior liberación, se encuentran probados, en primer lugar, a través de los dichos elocuentes y directos de la damnificada.
Al respecto, Beatriz Elisa Tokar, dijo, que en el momento de su secuestro tenía 23 años de edad, estudiaba y era empleada administrativa. Agregó que militó en la Juventud Universitaria Peronista, Juventud Trabajadora y Juventud Peronista.
Manifestó que nunca pudo identificar a sus secuestradores, pero recordó, que se burlaban de su situación, de como estaba vestida y que llevaba un ramo de flores.
Agregó que, cuando ingresó a la ESMA, la llevaron por un pasillo, que llamaban "la Avenida de la Felicidad", porque decían que allí cantaba todo el mundo. Que allí, se escuchaba música que ponían para que no se escuchen los gritos provenientes de la sala.
Relató que en la "Habitación 13", donde fue interrogada y torturada, la señalaron con un reflector, y que por detrás de éste se escuchaban burlas, personas que la amenazaban con desnudarla y con llevarla a la cama. Recordó que en ese momento le llevaron para que viera a los detenidos Ricardo Coquet, Daniel Lastra y Norma Arrostito. Y que una vez que prendieron la luz y apagaron el reflector, las personas que estaban allí, se retiraron.
Por otra parte, señaló que le pidieron que escriba la historia de su militancia, no pudiendo afirmar si llegó a hacerlo.
Asimismo, manifestó que mientras estuvo cautiva en el cuarto al lado de la "Habitación 13", escuchó que otras personas eran interrogadas y torturadas. Al respecto señaló que, como las habitaciones estaban separadas por aglomerados, cuando a una persona la golpeaban con mucha fuerza, ésta se iba para donde estaba la dicente. Aseveró que cuando las personas "caían", los interrogatorios eran una práctica habitual.
En otro orden, manifestó que cuando la trasladaron a la habitación más pequeña, ella continuaba con la misma ropa de su caída, engrillada, encapuchada y esposada; y que unos sujetos vestidos con uniforme de la Marina, le levantaron la capucha y le dijeron "vos sos una puta montonera".
Señaló que fue obligada a realizar trabajo esclavo en la "Pecera", asignándole un lugar detrás de la biblioteca, que compartió con Maria Inés Imaz de Allende y María Eva Hansen.
Explicó que estar allí, le permitía tener mayor movilidad, que con solo pedirle al guardia que quería ir a "Pecera" la llevaban; motivo por el cual pudo tener mucho contacto con las embarazadas que estaban en una habitación.
Tokar refirió que fue obligada a trabajar durante dos años en la Cancillería, y que en 1979 empezó a cumplir un horario y percibir un sueldo por los servicios prestados. Explicó que el 30 de enero de 1.980, encontrándose embarazada, le dijo a su jefe directo. Boato, que quería dejar de trabajar alli. Y que, a partir de entonces, se sintió libre, y que había dejado la ESMA.
Agregó que, cuando trabajaba en cancillería los guardias la llevaron a una oficina en la calle Cerrito, donde le hicieron escribir unas cosas a máquina.
Por otra parte, mencionó que una tarde la llevaron a la costanera para que se encuentre con su madre. Que, también, salió del centro clandestino de detención cuando la selección argentina de fútbol ganó un partido, que supuestamente la iban a llevar a cenar, pero como el automóvil donde viajaba se perdió, regresaron al centro de detención.
El aserto que antecede encuentra, además, correlato con el testimonio brindado en el Tribunal por Graciela Daleo, Pilar Calveiro, María Alicia Milia, Mirian Liliana Lewin, Ricardo Héctor Coquet, Lisandro Raúl Cubas, Alberto Girando, Lila Victoria Pastoriza, Rosario Evangelina Quiroga, Martín Tomas Gras, Juan Gaspari, Lidia Cristina Vieyra, Miguel Lauletta, Carlos Alberto García, Rolando Pisarello, Ana Maria Martí, María Del Huerto Milesi, Ana María Soffiantini y Alfredo Manuel Juan Buzzalino.
A su turno, Graciela Daleo, declaró que Tokar era su vecina de "cucha", y que cuando eran custodiadas por las guardias más permisivas cruzaban algunas palabras.
Ricardo Héctor Coquet dijo que la vio en el "Sótano", "Capucha" y "Pecera". En igual sentido Juan Gaspari, manifestó que la conoció en "Capucha".
Asimismo, Pilar Calveiro, Lila Victoria Pastoriza, Rosario Evangelina Quiroga, Lisandro Raúl Cubas y Carlos Alberto García, manifestaron que fueron obligados a realizar trabajo esclavo junto con la damnificada en "Pecera".
Miriam Liliana Lewin hizo saber que trabajaba en "Pecera" y le habían asignado como tarea escribir a máquina a la damnificada con Daleo. Además, declaró tener conocimiento que Alicia Tokar trabajó en Cancillería junto con Graciela García. Esta versión fue sostenida por Lisandro Raúl Cubas, quien refirió que la damnificada le contó que trabajaba en el sector de prensa del Ministerio de Relaciones exteriores.
Por su parte, Ana Maria Soffiantini recordó que una navidad los reunieron a todos en "Pecera" y los hicieron formar un semicírculo, y que entre las personas se encontraba Tokar, quien realizaba trabajo esclavo allí,
Martín Tomás Gras declaró que compartieron un tiempo en "Pecera", y que ella, además, realizó tareas en "Logística",
Por último, Rolando Pisarello, Ana María Martí, Alfredo Manuel Buzzalino, Miguel Lauletta, Lidia Cristina Vieyra, Alberto Eduardo Girondo y María del Huerto Milesi, afirmaron que vieron a la damnificada dentro de la ESMA.
Por lo expuesto, cabe señalar como conclusión que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio.
33. Caso en el que resultó víctima Graciela Beatriz Daleo:
Ha quedado legalmente acreditado que Graciela Beatriz Daleo fue privada ilegítimamente de su libertad el 18 de octubre de 1.977, a las 11.00, aproximadamente, mientras se encontraba en la estación de subte "Acoyte" perteneciente a la Linea A de esta ciudad.
Que se dirigía a su trabajo, cuando atravesó los molinetes del subte y una persona vestida de civil, que llevaba puesta una boina, se le acercó poniéndose prácticamente contra su cuerpo y le refirió que era de la Policía Federal y que debía acompañarla. En dicha oportunidad, la damnificada comenzó a gritar que la querían secuestrar pudiendo observar varios hombres armados que saltaban los molinetes.
Que, comenzaron a golpearla, le agarraron los brazos, la esposaron y la levantaron del piso mientras la damnificada gritaba su nombre, que la estaban secuestrando y el número telefónico correspondiente al trabajo de su padre, con el objeto de que alguien le avisara de su secuestro. Que, como ella continuaba gritando, le apretaban el cuello, mientras decían a viva voz, que la estaban llevando por drogas.
Para lograr tal cometido sus captores la subieron hasta la calle, la encapucharon y la tiraron en el piso del asiento trasero de un automóvil marca "Ford", modelo "Falcon", color beige, en el que se sentaron varios hombres poniéndole los pies sobre su cuerpo. Que al arrancar el vehículo, éstos revisaron su cartera para cerciorarse de que se tratara de ella; que, no habiendo encontrado nada sospechoso, la sentaron en el asiento, le sacaron la capucha e hicieron saber por el radio comunicador dicha información. Que, allí pudo reconocer a su primo -que había sido destinado a la Escuela de Mecánica de la Armada- en otro automóvil. Luego le colocaron nuevamente la capucha y la tiraron al piso.
Quedó probado que al llegar a la ESMA la bajaron del auto al playón, ingresándola por el hall de entrada donde se encontraba la escalera que la condujo al "Sótano". Que, una vez alli, la introdujeron en la sala de tortura n° 13, le sacaron la pollera, las medias y su ropa interior, la ataron con sogas a un camastro metálico y la interrogaron sobre todo lo que supiera, a la par que la amenazaban diciendo que si se negaba a hablar iba a ser sometida a tormentos.
Pudo comprobarse que le aplicaron golpes y descargas eléctricas y que fue sometida a un simulacro de fusilamiento con el fin de obtener información relativa a la localización de compañeros de militancia y que, dichos sucesos, tuvieron lugar en razón de su ideología y actividad política.
Asimismo, se tuvo por acreditado que en dicho centro clandestino fue sometida a sufrimientos físicos y psíquicos derivados de las condiciones inhumanas de alojamiento, obligada a trabajar sin percibir remuneración alguna en "Pecera", en el "Sótano" y en las oficinas ubicadas en la calle Cerrito al 1.200 de esta ciudad. Ello como parte del llamado "proceso de recuperación" al que fue sometida. También fue compelida a salir en los denominados "paseos" con el objeto de señalar compañeros de militancia y obligada a comer afuera con sus captores.
Graciela Beatriz Daleo fue definitivamente liberada el día 20 de abril de 1.979, cuando abordó un vuelo con destino a Venezuela.
Las circunstancias que rodearon el secuestro, posterior cautiverio y liberación de la víctima han sido acreditadas a través del relato amplio y detallado que brindó ésta, quien, agregó que fue interrogada por una persona de sexo masculino que le dijo que la iba a hacer hablar, que tenía que decir todo lo que supiera ya que sino iba a ser sometida a tormentos. Dijo que en primer lugar fue preguntada sobre su vida personal y, posteriormente, sobre nombres, citas y lugares donde podían ubicar a otros compañeros.
Respecto de su militancia, mencionó que al finalizar la escuela secundaria participó en el "Peronismo Revolucionario" y, a lo largo del tiempo, en distintas organizaciones enfrentando la dictadura; siendo luego "aspirante" a la organización "Montoneros".
Asimismo, recordó que la persona antes mencionada le aplicaba golpes y descargas eléctricas y que en virtud de éstas su cuerpo se retorcía y se le corría la capucha, lo que le permitía ver. Explicó que varias veces éste interrumpía la sesión de tortura para insistir con determinados temas y hacerle preguntas y que, en otras oportunidades, se retiraba de la citada sala y la dejaba a solas con otro sujeto.
Manifestó que el interrogatorio continuó bajo la misma modalidad hasta que una persona le hizo saber que si al atardecer no hablaba iba a ser su fin. Que si bien ésta ordenó que la desataran, la vistieran y le colocaran los grillos, la esposaron por la espalda y la tabicaron sin ponerle capucha. Relató que fue conducida nuevamente al playón de la escuela, donde en automóvil que dio vueltas dentro del predio, la condujeron a un descender a un lugar donde había césped. Que allí le anunciaron que seria fusilada, disparándola tres veces sin herirla. Que finalmente le pusieron el arma en la sien y le dijeron que iban a hacerlo pero agregó que, una vez más, no lo hicieron.
Relató que, posteriormente, la subieron nuevamente al vehículo y la condujeron a la Sala 13, donde continuó el interrogatorio hasta que, cerca de la noche, fue llevada a "Capucha", ubicado tercer piso donde fue arrojada -encapuchada, engrillada y con los ojos tapados- a una "cucha" y le adjudicaron el número 008.
Que también fue conducida a "Pecera" y, luego al "Sótano", donde la utilizaron como mano de obra esclava ya que sabían que era dactilógrafa. Afirmó que dichas tareas, permitieron su permanencia con vida dentro del centro clandestino. Recordó que en diciembre de 1.978 fue llevada por dos semanas, aproximadamente, como mano de obra esclava a unas oficinas sitas en Cerrito al 1200 de esta ciudad.
Agregó que en esa época la autorizaron a llamar por teléfono a su familia y que en abril de ese año la llevaron a verlos. Al respecto señaló que dichas visitas eran otro de los mecanismos que ellos denominaban "proceso de recuperación".
También relató que fue llevada en lo que se denominaron "los paseos" -que consistían en salir por la ciudad con el objeto de señalar una futura víctima- e incluida en la lista de prisioneros que eran esporádicamente conducidos a comer afuera.
Recordó que el 26 de mayo de 1978, un día antes del cumpleaños de su padre, le asignaron una visita familiar que se concretaría al día siguiente.
Adujo que antes de producirse la obligaron a escribir de puño y letra un texto en el que ella decia que se había presentado voluntariamente a la ESMA y que estaba siendo bien tratada.
Destacó que su familia presentó diversos pedidos de habeas corpus.
Añadió que cuando se empezó a hablar de su posible libertad, planteó su deseo de irse del país para rehacer su vida y que, finalmente, fue autorizada, en el marco de una especie de "transición", a permanecer durante dos meses en la ciudad de La Paz, República de Bolivia, donde existía una dictadura militar en la que el dictador tenía buenas relaciones con la Marina.
Que a dicho país ingresó con un pasaporte falso a nombre de Mary Alicia Bravo y un sujeto allí destinado controló su estadía. Indicó que luego inventó que había conseguido un contacto de trabajo en Venezuela, donde se encontraban dos compañeros y que, por ello, regresó a la Argentina donde le consiguieron un pasaje hacia la República Bolivariana de Venezuela -el día 20 de abril de 1979-, concretándose su definitiva libertad. Finalmente narró que en dicho pais permaneció seis meses y luego emigró al Reino de España, residiendo hasta el 5 de mayo de 1984.
Por su parte los testigos Lisandro Raúl Cubas y Alicia Milia refirieron en su declaración que la nombrada habia sido secuestrada en la estación "Acoyte" de la línea A del subterráneo y la segunda, relató además, que fue quien en el mes de octubre fue llevada a marcarla.
De la estadía de la nombrada en la ESMA dieron cuenta Ana María Soffiantini, Sara Solarz de Osatinsky, María del Huerto Milesi, Ricardo Héctor Coquet, Silvia Labayrú, Silvia Irene Vieyra, Ana María Martí, Andrés Ramón Castillo y Carlos Alberto García,
Asimismo, Rosario Evangelina Quiroga, Ana María Soffiantini, Pilar Calveiro, Nilda Noemí Actis, Alberto Eduardo Girando, Martín Tomás Gras y Lisandro Raúl Cubas fueron contestes en afirmar que la nombrada fue obligada a realizar trabajo esclavo en el sector denominado "Pecera".
Por su parte, los testigos Lila Victoria Pastoriza, Elisa Tokar Di Tirro, Miriam Lewin y Juan Gaspari declararon sobre las torturas que le fueron propinadas a Daleo en el centro clandestino de detención.
Finalmente, relataron haberla visto en el exterior del país, más precisamente en la República de Venezuela los testigos Rolando Pisarello y Maria del Huerto Milesi.
Por lo demás, su detención fue corroborada por Antonio Pernias quien admitió haber cumplido tareas de coordinación en la "Pecera", donde habia una oficina, una biblioteca y todas las dependencias que las victimas y testigos describieran en detalle. Que alli estaban Daleo, "Cain" y su grupo fotográfico -cree que eran Marcelo Hernández y Dellasoppa-, quienes estaban a cargo de la oficina de Documentación.
Asimismo, como prueba documental merecen destacarse de un modo genérico las constancias obrantes en el legajo n° 20 caratulado "Graciela Beatriz Daleo" de la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal y en el legajo CONADEP n° 4816 de la nombrada, en particular a fs. 8 la fotocopia del pasaje de avión de la empresa "Aerolíneas Argentinas" a nombre de la victima y del informe que da cuenta que el monto de dicho pasaje fue debitado de la cuenta 0990033 correspondiente a la Armada Argentina.
Asimismo, hemos de considerar las constancias obrantes en la causa n° 11.986/77 caratulada "Daleo, Graciela Beatriz s/recurso de habeas corpus en su favor", del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n°6, Secretaria n° 17 y la causa n° 22.771/77 caratulada "Daleo Graciela Beatriz s/privación ilegal de la libertad", del registro del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal de Instrucción n° 8, que dan cuenta de las denuncias realizadas por su familia para dar con el paradero de Daleo.
Por otra parte, el evento relatado fue probado en el marco de la sentencia dictada por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, en la causa n° 13/84, correspondiendo al caso individualizado con el número 401.
Por lo expuesto, cabe señalar como conclusión que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio.
34. Caso en el que resultó víctima Carlos Alberto García:
Se tuvo por acreditado que Carlos Alberto García fue privado ilegalmente de su libertad la mañana del 21 de octubre de 1.977, por un grupo aproximado de 14 a 16 personas, en momentos en que salía de su vivienda sita en Cajaraville 3500, Carapachay, partido de Vicente López de la provincia de Buenos Aires, y se dirigía a su trabajo.
Que a mitad de cuadra vio a varios automóviles, modelo "Falcon", una camioneta blanca y varias personas que portaban armas largas. Que, seguidamente le realizaron un "tackle" que lo derribó y luego comenzaron a golpearlo; lo encapucharon, esposaron y arrojaron en el asiento trasero de un coche, a la vez que uno de los captores le sujetaba la cabeza con su pie.
También se probó que fue conducido a la ESMA e introducido, primeramente, mientras era golpeado en el estómago y con un revólver en la cabeza, en el "Sótano", donde además le colocaron grilletes y un antifaz por debajo de la capucha.
Que alli fue ingresado a un cuarto donde comenzó a interrogárselo sobre diferentes personas. Luego fue desvestido, atado a una camilla de pies y manos y con un cable liado a sus extremidades.
Quedó acreditado que fue sometido a sufrimientos físicos y psíquicos con el fin de obtener información, por el lapso de tres horas con fuertes golpes, con quemaduras de cigarrillos. Que fue atado de pies y manos con un cable y le aplicaron la picana, arrojándole también agua sobre su cuerpo. Que como producto de dicho sometimiento lesionaron sus pies y brazos.
Que la golpiza y la aplicación de corriente eléctrica se reiteró durante los dos dias siguientes; siendo además interrogado por miembros de la Superintendencia de Seguridad sobre la ubicación de una bomba. Finalmente fue alojado en "Capucha".
También se tuvo por probado que el damnificado, en dicho centro clandestino de detención, fue sometido a sufrimiento físicos y psíquicos derivados de las condiciones inhumanas de alojamiento. Que fue llevado a "Capucha" y en "un espacio con aspecto de 'L'", fue colocado finalmente en cubículos cuyas dimensiones eran de 90 era, por 1 m. de ancho, donde permaneció tirado con una capucha, esposas y grilletes. Que no podía moverse ni dialogar con el resto de las personas que se hallaban en el lugar y que fue identificado con el número 028.
Asi también se acreditó que al cabo de un mes aproximadamente de estar alli, fue obligado a realizar trabajo esclavo junto a otros compañeros que conformaban la "Perrada".
Que fue obligado, sin quitarle las esposas, a construir baños, como también los cuartos de la "Huevera", "Diagramación" y "Laboratorio"; a desmantelar dos cuartos de tortura del sector "Capuchita" y a realizar trabajos de electricidad en "Pecera".
Que, posteriormente, fue destinado a la "Imprenta" a realizar trabajo esclavo en la falsificación de facturas y en la confección de los "informes cero".
Asimismo se tuvo por acreditado que fue conducido en varias oportunidades hasta la imprenta que funcionaba en el Edificio Libertad, donde realizó tareas de falsificación de pasaportes, documentos de identidad y cédulas de la Policía Federal Argentina.
Que el 1º de agosto de 1978 fue llevado a trabajar a "Apus Gráfica S.A.". Que diariamente y por la mañana era sacado de la ESMA y conducido hasta General Hornos para trabajar en el diario "Convicción". Alli trabajó hasta 1.981 fecha en que fue autorizado a salir del país por vacaciones.
Que todo ello formó parte del llamado "proceso de recuperación" al que fue sometido.
Que en una ocasión también fue sacado de la ESMA y conducido en camiones de la Marina hasta dos imprentas ubicadas en Beccar y Martínez respectivamente, de las cuales sustrajeron máquinas y artefactos que hallaron en ambos lugares.
Asimismo fue llevado por miembros integrantes del GT hasta la casa de Alfredo Margari, el día que se produjo el secuestro de aquél.
Que en varias oportunidades fue conducido hasta la vivienda de sus progenitores.
También se probó que entre los meses de agosto y septiembre de 1979 fue incorporado al régimen de libertad vigilada y, finalmente, en marzo de 1981 obtuvo su libertad definitiva.
Las circunstancias de modo, tiempo y lugar en que aconteció el secuestro, cautiverio en el centro clandestino de detención que funcionó en la ESMA y posterior liberación, se encuentran probadas en primer término, a través de los dichos elocuentes y directos de Carlos Alberto García.
Que, al respecto, mencionó el damnificado que tomó conocimiento sobre su alojamiento en la ESMA, en un principio por el ruido generado por los aviones y las locomotoras, como también por los partidos de fútbol y por los sucesivos ensayos de bandas que se realizaban en ese lugar. Agregó que confirmó esa intuición cuando comenzó a ser llevado a realizar trabajo esclavo a "Apus Gráfica", toda vez que era sacado y reincorporado a la ESMA, destabicado.
Especificó que en los cuartos "11" y "12" del "Sótano" los detenidos no siempre eran torturados, pero que en el cuarto "13", dónde él permaneció por el lapso de tres días, la tortura era feroz. Y que por ese mismo lugar pasaron muchos detenidos incluso embarazadas.
Recordó que las torturas se llevaban a cabo siempre a puertas cerradas y con el volumen de la música bien alto. Que los oficiales entraban a los cuartos de a cinco, luego salían y daban lugar al ingreso de otros oficiales.
Que cuando él fue torturado con aplicación de corriente eléctrica su cuerpo se levantaba como producto de las convulsiones que le generaba dicha actividad, por lo que la capucha que llevaba colocada se le corrió y pudo ver y oír a alguno de los oficiales que los estaban torturando.
Señaló, que estando en "Capucha", para realizar sus necesidades fisiológicas, debia utilizar un balde, dispuesto en ese sector, para evitar el traslado de los cautivos al sanitario.
Que en ese lugar presintió que había alrededor de 100 personas. Que las guardias eran muy feroces y que si veían a algún detenido moverse, los golpeaban en la cabeza con un palo de béisbol.
Por otra parte, recordó que nunca le dieron explicaciones sobre el motivo de su detención, ni de la tortura a la que fue sometido. Asimismo refirió que tampoco fue vinculado a un proceso judicial y agregó que al tiempo de producirse su secuestro, militaba en la Juventud Peronista.
En relación al trabajo esclavo al que fue sometido, dijo que por las noches continuaban alojados en "Capucha" esposados y engrillados. Que cada vez que ingresaban al mencionado sector debían anunciarse con el guardia invocando el número asignado, pues llevaban un control de todos los movimientos de secuestrados.
Que con el correr del tiempo les permitieron ir quitándose las esposas y circular sin capucha entre oficinas, aunque siempre con grilletes.
Agregó, respecto del trabajo realizado, que al tiempo de producirse el secuestro del grupo de familiares que se reunían en la iglesia Santa Cruz, la victima fue llevada al "Sótano" para finalizar la construcción de un baño de mayores dimensiones que el ya existente en ese sector.
Supo, más tarde, que "Capuchita" era un sector dentro de la ESMA, perteneciente al Servicio de Inteligencia Naval.
Señaló asimismo que para la confección de los "informes cero" los secuestrados eran llevados hasta la imprenta de la Armada debido a que en la ESMA no tenían todas las máquinas necesarias para realizar los trabajos requeridos por el GT.
Relató el damnificado que el trabajo que realizó en "Apus Gráfica S.A", no fue remunerado, sino hasta los meses de agosto y septiembre de 1979 momento en que pasó a estar bajo el régimen de libertad vigilada. Que si bien firmaba recibos de sueldo, nunca recibió el salario correspondiente.
Respecto del momento en que quedó en libertad, refirió que jamás tuvo una orden concreta que se la otorgara definitivamente, sino que, tras organizar su viaje de vacaciones a Estados Unidos, decidió autónomamente no regresar más, perdiendo así el contacto con los miembros del GT.
Asimismo, el aserto que antecede encuentra correlato con los testimonios brindados al Tribunal por Martín Tomás Gras, Ana María Soffiantini, Alicia Milia, Raúl Cubas, Miriam Lewin, Ricardo Héctor Coquet, Andrea Marcela Bello, Carlos Muñoz, Miguel Ángel Lauletta, Adriana Marcus, Amalia Larralde, Ana María Martí, Alberto Girondo, Rosario Quiroga, Graciela Daleo, Alfredo Ayala y Lidia Vieyra.
Refirió, a su turno, Milia que García, alias "Roque", cayó detenido en 1977.
Mientras que los testigos Adriana Marcus, Amalia Larralde, Ana Maria Marti, Alberto Girondo, Rosario Quiroga, Graciela Daleo, Alfredo Ayala y Lidia Vieyra aseguraron haber visto al damnificado en la ESMA.
Por su parte, Miriam Lewin mencionó que García trabajaba como fuerza de mantenimiento del centro clandestino y Martín Gras, memoró que el nombrado estaba en logística.
A su turno, Soffiantini y Carlos Lordkipanidse coincidieron en que García trabajaba en la "Imprenta", realizando tareas de falsificación y posterior impresión de documentos para los oficiales del GT. En la misma orientación se expresó Raúl Cubas y Ricardo Coquet, quien, agregó, que el damnificado realizó trabajo esclavo en el "Sótano", imprimiendo los "Informes cero".
Miguel Ángel Lauletta, Carlos Muñoz y Andrea Bello, ratificaron que García para realizar tareas de impresión fue sacado de la ESMA y llevado hasta el Edificio Libertad.
Por último, el relato de García y la confirmación de su veracidad a través de los dichos de los testigos, encuentran también sustento en las pruebas materiales aportadas durante el debate por la propia victima, como ser el carnet identifi cato rio de "Apus Gráfica S.A" y el certificado de vacaciones con el que pudo partir hacia Estados Unidos, todos ellos glosados a fojas 4093/4 de los autos principales.
Asimismo, como prueba documental merecen destacarse de un modo genérico las constancias obrantes en el legajo n° 44 caratulado "Lewin de García, Miriam y García, Carlos" de la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal y la causa n° 171 caratulada "García, Carlos s/habeas corpus" del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n° 3, Secretaría n° 6, de la Capital Federal, que dan cuenta de las gestiones realizadas en pos de dar con el paradero del nombrado.
Por lo expuesto, cabe señalar como conclusión que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de todo lo afirmado,
35. Caso en el que resultó víctima Alfredo Julio Margari:
También se acreditó que Alfredo Julio Margari fue privado ilegítimamente de su libertad, el 17 de noviembre de 1.977, mientras salia de su domicilio sito en Haedo 2034, localidad de Vicente López, de la provincia de Buenos Aires, junto a su progenitora, con destino a su trabajo, por un grupo de tres personas que, sin identificarse, se abalanzaron sobre él y comenzaron a golpearlo.
Seguidamente aparecieron vehículos y otros sujetos armados, siendo introducido por los tres individuos que lo atacaron, en el piso de la parte trasera de un automóvil marca "Ford", modelo "Falcon", de color blanco y sujetada su cabeza con los pies de sus captores, encapuchado y esposado por la espalda.
Asimismo, se probó que Margari fue conducido en ese rodado por una lapso de diez minutos hasta que, luego de pasar varios controles, fue ingresado en la ESMA.
Posteriormente, fue trasladado a una habitación donde lo revisaron, interrogaron y golpearon. Asimismo, le colocaron esposas por delante y lo obligaron a escribir la historia de su vida. Que, durante ese tiempo, continuó siendo objeto de golpes y amenazas de muerte.
Que le colocaron grilletes y le asignaron el número 032. Seguidamente fue ascendido hasta "Capucha", donde permaneció quince días sin salir, y ubicado en una "cucheta", conformada por un colchón colocado sobre el piso y entre dos paredes de madera de un metro de alto.
También, se tuvo por probado que el damnificado fue sometido a sufrimientos físicos y psíquicos derivados de las condiciones inhumanas de alojamiento, que no podía levantarse la capucha, ni hablar con las otras personas que estaban alojadas en el mismo sitio. Que tampoco podía concurrir libremente al sanitario para realizar sus necesidades, debiendo solicitar autorización para ello y que durante ese período permaneció sin bañarse.
Que durante el tiempo que estuvo en "Capucha" recibió como desayuno y merienda un mate cocido y un pan y como almuerzo y cena, un sandwich de carne.
Quedó acreditado que, en el marco del llamado "proceso de recuperación", fue obligado a trabajo esclavo en el "Sótano" por varios meses, debiendo realizar tareas de refacción y mantenimiento, junto con otros detenidos y oficiales que formaban lo que se denominó la "Perrada".
También fue obligado a construir la "Huevera" y un baño de mayores dimensiones al que por ese entonces existía en el "Sótano". Luego fue destinado, junto con Carlos García y Daniel Lastra, a realizar tareas de impresión dentro de la ESMA. En esa ocasión lo exhortaron a imprimir los "Informes Cero", como también facturas de hoteles y restaurantes y volantes relativos al conflicto bélico que se estaba gestando con Chile.
Finalmente, fue obligado a realizar trabajos en la imprenta "Apus Gráfica S.A.", por el que no recibió remuneración alguna. Que diariamente era llevado a ese lugar y a partir de septiembre u octubre de 1.978, luego de alli, laboraba en la imprenta de la Armada, donde debía imprimir cédulas y documentos de identidad y pasaportes falsos, como así también facturación de hoteles extranjeros.
Por otra parte, se probó que, transcurridos tres meses desde su secuestro, le comunicaron que iria a visitar a su familia, por lo que fue autorizado a salir de la ESMA y ver a sus padres durante los fines de semana.
Que, a mediados de 1.979, sus captores lo autorizaron para que pernocte en el domicilio familiar, debiendo continuar con sus labores en "Apus Gráfica". Finalmente, a mediados de 1.980, dejó de trabajar en la imprenta y de ser controlado, produciéndose su liberación definitiva.
Ello se encuentra acreditado principalmente a través de la versión brindada en el debate por el propio Alfredo Julio Margari, quien relató las circunstancias de modo, tiempo y lugar que rodearon su secuestro, cautiverio en el centro clandestino de detención que funcionó en la ESMA y posterior liberación.
Margan relató que mientras era secuestrado, su madre regresó a su domicilio a los gritos y salió junto a su esposo. Recordó que también salió un vecino y que posteriormente, fueron los tres puestos contra la pared y apuntados con armas.
En otro orden de cosas, el damnificado explicó que el rodado que lo trasladaba tomó la avenida Maipú, subió en Puente Saavedra y finalmente bajó por Libertador.
Agregó que supo que fue llevado a la ESMA porque se lo informó un oficial, al inicio de su cautiverio; que al llegar a dicho lugar lo hicieron descender por una escalera, debiendo levantar la pierna pues había un escalón y que, como la abertura que atravesó era baja golpeó su cabeza contra el marco de dicha puerta.
Agregó que en "Capucha" era custodiado por guardias y que allí todo dependía de la buena voluntad de ellos y que pasados quince días fue llevado a trabajar al "Sótano", donde debió construir la "Huevera" en el término de un mes aproximadamente.
Manifestó que para realizar las tareas de impresión era llevado a otro sector de la ESMA, ubicado sobre la avenida Lugones en el extremo opuesto al "Casino de Oficiales". Que a dicho lugar era conducido por un oficial en automóvil, y en horarios de la tarde ya que durante el dia habia personas trabajando.
Margari explicó que iba a trabajar a "Apus Gráfica S.A" como un empleado común y que alli la Armada estaba montando un taller gráfico. Memoró que en el tercer piso del edificio trabajaban periodistas en la elaboración del diario "Convicción" y que el oficial que le anunció que iría a trabajar a dicho sitio, le advirtió que no debía realizar ningún acto indeseado pues ellos sabían dónde vivía su familia.
Aseveró que en la imprenta del edificio Libertad debían trabajar en horario nocturno para no ser vistos por el personal que trabajaba en el lugar y que en una oportunidad se olvidaron, en una de las máquinas, una chapa de las que eran utilizadas para la falsificación de las cédulas de identidad. Que como consecuencia de ello recibió un castigo por el que debió permanecer en "Capucha" durante tres días.
Concluyó que era llevado a trabajar a "Apus Gráfica" todos los días a las 7:00 de la mañana, donde cumplía un jornal de 8 o 9 horas. Que al finalizar, era conducido hasta el "Sótano" del Edificio Libertad, donde realizaba las falsificaciones, prolongándose su labor hasta las 2:00 de la mañana.
Por otro lado refirió el damnificado que existían tres cuartos de torturas, identificados como puerto 11, 12 y 13. Que él ingresó a uno de ellos en momentos en que se encontraba vacío y vio un objeto con forma cilindrica del que salia un cable con dos puntas, al que identificó como la "picana eléctrica". Dijo que en ese lugar también habia una cama metálica con flejes y resortes.
Recordó que si bien cuando se producían las caídas, a los secuestrados que estaban en el "Sótano" los obligaban a permanecer en sus cuartos, dijo que como ese sector contaba con divisiones de paredes de madera, podia escuchar los interrogatorios, torturas y los gritos de dolor de sus compañeros que estaban siendo picaneados.
Declaró que lo dejaron visitar a sus padres y que dicho permiso era una práctica habitual.
Por último, manifestó que al momento en que fue secuestrado, militaba en la agrupación Eva Perón, lista blanca y trabajaba en ENTEL, aunque también asumió que hacía aproximadamente 3 o 4 meses que ya no militaba.
Asimismo, el aserto que antecede encuentra correlato con los testimonios brindados al Tribunal por Nilda Actis, Andrea Marcela Bello, Ricardo Héctor Coquet, Carlos Gregorio Lordkipanidse, Beatriz Elisa Tokar, Adriana Marcus, Andrés Ramón Castillo, Carlos Muñoz, Ana María Marti, Alberto Girondo, Miriam Liliana Lewin y Carlos Alberto García quienes dieron cuenta de la permanencia de la víctima en la ESMA.
Dijo Andrés Ramón Castillo que conoció a Alfredo Margari en la ESMA y que lo llamaban "Chiquitín".
A su turno Miriam Lewin refirió que Margari ocupaba un lugar en el "Sótano" dedicado al mantenimiento del lugar.
Nilda Actis memoró que el damnificado era sacado de la ESMA y conducido hasta el edificio de la Marina con el fin de realizar impresiones. Agregó Bello que era buscado por las mañanas y llevado a trabajar a una imprenta y luego lo traían nuevamente de noche.
Ricardo Coquet, por su parte, recordó que trabajó junto a Margari y el "Negro" García en trabajos de imprenta y que imprimían los "Informe Cero". Asimismo refirió que trabajaban en el "Sótano" y que el damnificado debía insolar en una máquina, unas chapas y que finalmente imprimían.
En el mismo sentido, Carlos Lordkipanidse refirió que la víctima estaba encargado de la impresión de los pasaportes y que para ello era llevado hasta la imprenta del edificio de la Armada donde habia una máquina "offset". Supo también que fue liberado.
Por su parte, relató Carlos García que alrededor de veinte días después de acontecido su secuestro, se produjo la captura de Alfredo Margari; que él la presenció pues para esa ocasión fue llevado hasta la casa del damnificado que era amigo suyo. Recordó que participaron todos los oficiales y que una vez en la ESMA la víctima fue colocada en una de las salas de tortura, donde lo interrogaron.
Agregó también que junto al damnificado, otros compañeros y algunos oficiales formaron la "Perrada", y fueron obligados a construir los cuartos del "Sótano", la "Huevera", los baños, "Diagramación", "Laboratorio" e "Imprenta", donde posteriormente, realizaron trabajos de falsificación de facturas.
Por último, agregó Carlos García, que en 1.978 llegaron organismos internacionales de derechos humanos a la Argentina, por lo que los prisioneros fueron llevados a una quinta que era propiedad de los padres de un oficial del GT. Que con Alfredo Margari fueron trasladados por la mañana y reintegrados por la noche.
Asimismo, como prueba documental merecen destacarse de un modo genérico el legajo n° 34 caratulado "Margari, Alfredo Julio" de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal; las fotocopias certificadas de la causa n° 245 caratulada "Margari, Alfredo Julio s/ recurso de habeas corpus" del Juzgado Nacional de 1ª Instancia en lo Criminal y Correccional Federal n° 5, Secretaría n° 13, de esta ciudad, que da cuenta de las gestiones realizadas por sus familiares en pos de su búsqueda; y las copias certificadas del legajo SDH n° 2853 correspondiente del nombrado.
Por lo expuesto, cabe señalar como conclusión que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio,
36. Caso en el que resultó víctima Alcira Graciela Fidalgo:
Asimismo, se tuvo por probado que Alcira Graciela Fidalgo -apodada "la Biónica"- fue privada ilegalmente de su libertad a principios de diciembre de 1.977, en la vía pública, en esta ciudad.
Que, posteriormente, fue conducida a la ESMA, donde la sometieron a sufrimientos físicos y psíquicos con el objeto de obtener información y a otros sufrimientos derivados de las condiciones inhumanas de alojamiento.
Alcira Graciela Fidalgo fue "trasladada" la primer quincena de febrero de 1.978; permaneciendo aún desaparecida.
El aserto que antecede encuentra sustento en lo relatado en el debate por Estela Gladys Fidalgo, quien es hermana de la damnificada y recordó que Alcira tenía relación con la "Federación Argentina de Estudios de Abogados", por su padre y que con anterioridad al secuestro objeto de análisis fue detenida en otra oportunidad, siendo interrogada acerca de la actividad de éste y de Tulio Valenzuela, con quien habia estado casada desde 1.970 hasta finales de 1.973.
Relató que el 20 o 21 de noviembre fue la última vez que la vio y que supo que una persona le refirió a su madre que, el 4 de diciembre de 1.977, la habían secuestrado de la puerta de un cine de la calle Lavalle.
Expresó que su madre realizó diversas gestiones por carta, a través de organismos de derechos humanos, con los que tenía contacto, en virtud de las detenciones de su padre,
Estela Fidalgo memoró que, con el tiempo, conoció, a través del testimonio de una joven que había estado cautiva en la ESMA y que reconoció a Alcira en una foto, que ésta estuvo alojada en dicho centro clandestino entre diciembre de 1.977 y mediados de marzo de 1.978.
Por otra parte, declaró que interpuso un habeas corpus y que su marido realizó otras gestiones.
Asimismo, corrobora lo expuesto Lisandro Raúl Cubas, quien aseveró en el debate que Fidalgo fue detenida, en diciembre de 1.977, a la salida de un cine en Capital Federal.
Explicó que le sorprendió cuando dejó de verla dentro del centro clandestino; ya que, mientras estuvo cautiva, llevaba puesta una capucha color blanca, la cual, señaló, significaba que podía salir en libertad y, además, por enterarse, a través de los comentarios de los oficiales de inteligencia, que su ex pareja, de apellido Valenzuela, habia sido secuestrado por el Ejército y que ella hacía dos años que estaba separada de él y que desde aquel entonces no militaba. Que dichas circunstancias lo hicieron presumir que sería liberada.
Sin embargo, agregó que supo por Lila Pastoriza que la había visto en "Capuchita", con una capucha color gris.
Cubas memoró que los guardias le decían "la Biónica", ya que era muy activa y levantaba el ánimo de la gente que se encontraba alli y que hacía manualidades con miga de pan.
Por último, el testigo relacionó el destino de Fidalgo con un "traslado" numeroso que se efectúo a fines de febrero o marzo, con anterioridad a la visita de un periodista de nacionalidad inglesa a la ESMA.
Por otra parte, dan cuenta del cautiverio de la nombrada dentro de dicho centro clandestino de detención y de su destino final, los testimonios brindados en el debate por Fernando Kron, Rosario Evangelina Quiroga, Pilar Calveiro, Silvia Wikinsky y Lila Pastoriza.
Al respecto, Fernando Kron aseveró que Alcira Fidalgo "llegó" a "Capuchita" a mediados de diciembre de 1.977 y que permaneció allí hasta que se produjo en febrero, cuando se desmanteló el lugar, un "traslado" importante y que en ese momento se la llevaron.
Aportó en la audiencia un cuadro, el que, explicó, fue confeccionado, junto a su mujer, mientras permaneció en el exilio en la República de Venezuela, en el que consta que la damnificada, que contaba con 27 años, aproximadamente, al momento de los hechos, fue secuestrada en la zona de los cines del centro de la ciudad y "trasladada" del centro clandestino la primer quincena de febrero de 1,978.
También, en el debate el testigo Kron acompañó un sobre conteniendo diecisiete fotografías con imágenes de objetos realizados por los cautivos, reconociendo en una de ellas una flor que, afirmó, habría confeccionado la damnificada.
Rosario Evangelina Quiroga aseveró que Fidalgo estuvo cautiva en la ESMA entre diciembre de 1.977 y febrero de 1.978, momento en que, señaló, fue "trasladada" y que estuvo alojada en "Capuchita".
Asimismo, Pilar Calveiro declaró que los primeros dias de febrero del 1.978 se hablaba de la visita de un periodista inglés a la ESMA y que la Marina quería aprovecharlo para desmentir lo que se decia en Europa, en torno a lo que alli pasaba.
Expresó que, en tal cometido, comenzaron a desarmar las instalaciones de "Capucha" y "Capuchita" y que en esa situación, suben de "Capucha" a Alcira Fidalgo, quien, memoró, se encontraba muy demacrada y delgada. Que nunca más la volvió a ver y que sabe que a la fecha se encuentra "desaparecida".
Además, aseveraron que estuvo alojada en dicho centro clandestino Ana María Marti, Juan Gaspari y Maria Alicia Milia, quien, además, ratificó que se la "llevaron" de dicho lugar en el mes de febrero.
Las torturas a las que fue sometida Alcira Fidalgo encuentran correlato con lo testimoniado por Silvia Wikinsky, Lila Victoria Pastoriza, Sara Solarz de Osatinsky y Beatriz Elisa Tokar.
Al respecto, Silvia Wikinsky declaró haber escuchado los gritos de la damnificada mientras era torturada y verla físicamente afectada, como también recordarla de "Capuchita". Aseguró que para el 3 de febrero de 1.978 Alcira todavía se encontraba en la ESMA, ya que, por ser ese, su día de cumpleaños, le regaló un signo de Acuario confeccionado con miga de pan.
Sin embargo, señaló que su "traslado" debe haberse realizado entre ese día y el 11 de febrero del mismo año, toda vez que ella fue liberada ese 11 y la mentada ya no se encontraba allí.
Por su parte, Lila Pastoriza recordó en el debate que la damnificada, a quien, indicó apodaban "la Biónica", era una joven hermosa, que tenía una fuerza enorme y oriunda de la provincia de Jujuy y que la habían aprehendido en la vía pública.
Agregó que estuvo casada con el líder montonero Valenzuela, que hacía esculturas con polvo de ladrillo y miga de pan y escribía poemas.
Señaló que dentro de la ESMA la habian torturado mucho y que 'ia trasladaron" en febrero de 1.978, con motivo de la visita de un periodista.
Por su parte, Sara Solarz de Osatinsky indicó que Alcira Fidalgo estuvo alojada en "Capuchita" y que fue muy torturada. Adujo que esto último lo supo porque la vio en el baño como atontada por la tortura que recibió y en muy mal estado. Finalmente, aclaró que "Capucha" y "Capuchita" compartían el baño.
Beatriz Elisa Tokar recordó que a Alcira Fidalgo la conoció en "Capuchita", que estaba muy golpeada y que la vio hasta navidad.
Relató que, por lo general, trataban de encontrarse en el baño para charlar un rato y que le habían puesto la capucha blanca, lo que significaba que la iban a dejar en libertad.
Por otra parte, habrán de adunarse las constancias documentales obrantes en el legajo CONADEP n° 748; en particular la carta que Gaspari dirigió a la Federación Internacional de los Derechos del Hombre (FIDH), con copia dirigida a la madre de Fidalgo para anoticiarla de lo acontecido con su hija, la cual fue reconocida por el nombardo, en el debate, junto con su firma y lo allí plasmado.
Que en dicha misiva, expone lo siguiente "[...] debo informarles que en una fecha no precisa entre diciembre de 1.977 y abril de 1.978 tuve oportunidad de ver e intercambiar algunas palabras con ALCIRA GRACIELA FIDALGO, en uno de los baños del "Casino de Oficiales" de la ESMA, planta que en su conjunto senda para nuestro hacinamiento, interrogatorio y tortura. La vi fugazmente y hablamos de cosas intrascendentes mientras ella la(v)aba la vajilla de la comida después de la hora del almuerzo, bajo la custodia de un guardia. En esos días, además, por rumores que circulaban allí adentro, pudimos saber que la razón de su secuestro había sido su matrimonio con un militante político de nombre TULIO VALENZUELA, del cual se había separado en diciembre de 1.973. Supe, también, que Alcira Fidalgo fue interrogada y torturada. Estaba alojada en un altillo ubicado por encima del 3er. piso donde la vi, habitación que llamaban "capuchita". Después, tiempo más tarde, logré informarme que había sido trasladada. Nunca más volví a saber de ella. [...]".
También dicho legajo da cuenta de las gestiones realizadas por los familiares de la damnificada en pos de su aparición.
Asimismo, como prueba documental merecen destacarse de un modo genérico las constancias obrantes en el legajo n° 115 de la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, caratulado "Alcira Graciela Fidalgo"; el expediente A-96262/95, caratulado "Juicio por desaparición forzada de Alcira Graciela Fidalgo solicitada por Nélida Pizarro de Fidalgo"; la causa n° 1.928/77, caratulada "Fidalgo, Alcira Graciela s/ pedido" del registro del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal y Correccional n° 5; la denuncia formulada por Marcelo Parrilli y Elena M. Schiavone, apoderados de Nélida del Carmen Pizarro de Fidalgo (fs. 3.245/50 de la causa 14.217); y el expediente n° 12.703, caratulado "Antokoletz, Daniel y otros s/ recurso de habeas corpus", del registro del Juzgado Nacional de 1ª Instancia en lo Criminal y Correccional Federal n° 2 de la Capital Federal, los cuales dan cuenta de las gestiones realizadas en pos de la búsqueda de la victima.
Por otra parte, el evento relatado fue probado en el marco de la sentencia dictada por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, en la causa n° 13/84, correspondiendo al caso individualizado con el número 500.
Por lo expuesto, cabe señalar como conclusión que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio.
37. Caso en el que resultaron víctimas Ángela Auad, María Ester Ballestrino de Careaga, Azucena Villaflor de De Vincenti, María Eugenia Ponce de Bianco, Alice Anne Marie Jeanne Domon, Renee Leonnie Henriette Duquet, José Julio Fondovila, Patricia Cristina Oviedo, Remo Carlos Berardo, Horacio Anibal Elbert, Raquel Bullit y Eduardo Gabriel Horane:
Como introito al análisis de la materialidad que nos ocupa, en primer lugar, cabe referir que la causa identificada como "Testimonios B" comprende el estudio de los hechos acaecidos, el 8 de diciembre de 1.977, en la Iglesia de la Santa Cruz, en el bar "Comet" y en el atelier ubicado en Magallanes 889, de esta ciudad y que damnificaron a Maria Ester Ballestrino de Careaga, Patricia Cristina Oviedo, Eduardo Gabriel Horane, Raquel Bullit, Maria Eugenia Ponce de Bianco, Angela Auad, Alice Anne Marie Jeanne Domon, Horacio Aníbal Elbert, José Julio Fondovila y Remo Carlos Berardo, y aquellos, ocurridos el 10 de ese mes y año, en los que resultaron víctimas Azucena Villaflor de De Vincenti y Léonie Reneé Duquet.
Si bien para una mayor comprensión el análisis de la prueba de cada uno de estos hechos se realizará por separado, ellos están concatenados entre sí por responder al accionar de la UT tendiente a desarticular a un grupo de familiares que bregaban por la aparición de sus allegados y a evitar la publicación de una solicitada que, para ellos, ponía en evidencia el accionar clandestino del régimen; como así también para desalentar a otros que estuvieran animados por fines similares. Podemos afirmar que se trató de un solo operativo que se desdobló en cuatro procedimientos, tendientes a desmembrar a todo el grupo de familiares.
Asimismo, se analizarán por separado los siguientes tópicos: el alojamiento de las victimas en el centro clandestino de detención que funcionaba en la ESMA y las condiciones inhumanas de cautiverio a las que allí fueron sometidas, incluidos los sufrimientos físicos y psíquicos que tuvieron que soportar; el "traslado" del grupo; el hallazgo de restos humanos en las costas argentinas; la tardía identificación de éstos a cargo del Equipo Argentino de Antroplogía Forense y del Laboratorio de Inmunogenética y Diagnóstico Molecular (LIDMO) y, finalmente, la entrega e inhumación a cargo de sus deudos.
Ahora bien, también es pertinente señalar que el total de las víctimas de este tramo de las actuaciones sometidas a debate, eran familiares de "desaparecidos" que trabajaban en pos de su búsqueda -Ester Ballestrino de Careaga, Azucena Villaflor de De Vincenti, María Eugenia Ponce de Bianco, Julio Fondovila, Patricia Cristina Oviedo y Remo Carlos Berardo- y allegados que desinteresadamente colaboraban en tal faena -Angela Auad, Alice Anne Marie Jeanne Domon, Renee Leonnié Henriette Duquet, Horacio Aníbal Elbert, Raquel Bullit y Daniel Horane-.
En el debate, Ana María y Ester Careaga -esta última que declaró mediante el sistema de videoconferencia- fueron contestes al relatar que su madre Ester Ballestrino como consecuencia de la desaparición de sus yernos durante 1.976 y de la primera de las nombradas, cuando tenía 16 años y un embarazo de menos de tres meses, en 1.977, comenzó a realizar gestiones junto con su consuegra y a relacionarse e involucrarse con otras mujeres que estaban atravesando similares penurias; actividad, refirieron, que continuó, incluso, frente a la aparición con vida de su hija. Agregaron que dicha tarea dejó de tener para ella una causa individual para convertirse en una lucha colectiva junto a otras madres -gestándose el movimiento "Madres de Plaza de Mayo"- y que si bien le sobraba coraje, eso no significaba la ausencia de terror.
Al respecto, recordemos que José Víctor Goñi Marenco en el debate memoró el miedo de Ester cuando se acercó a la redacción del "Buenos Aires Herald" para denunciar el caso de su hija Ana Maria. Asimismo, lo relatado por Nora Morales de Cortiñas en cuanto a que para contactarse con otros familiares siempre se buscaban lugares donde hubiera público, ya que tenían terror.
Ana Maria Careaga resaltó, por otra parte, que las madres comenzaron espontáneamente a organizarse, ya que coincidían en los mismos reclamos y que, ante la falta de respuesta sobre el paradero de su ser querido, se aconsejaban sobre los trámites que podían realizar e ideaban formas colectivas de búsqueda. De esta manera, manifestó, adoptaron una organización cada vez más sofisticada. La testigo, adujo, que lo primero que hizo su madre después de encontrarse con ella, tras su liberación, fue ir a contarles a las "Madres de Plaza de Mayo"; regresando con un montón de papelitos, con los nombres de otros hijos, cuyas madres querían saber si durante el cautiverio que sufrió, pudo ver a alguno de ellos. Asimismo, que cuando su progenitora regresó a la Argentina y volvió a la Plaza con las otras madres, éstas le preguntaron acerca de qué hacía ahí, si su hija ya estaba liberada, respondiéndoles que "iba a seguir hasta que aparezcan todos, porque todos los desaparecidos eran sus hijos".
Por otra parte, Ana María Careaga declaró que en noviembre de 1.977 su hermana recibió una carta de su madre, en la que relataba cómo las madres continuaban trabajando y de la esperanza que tenían, ya que mencionó "gente que había sido liberada y otra que trabajaba en Puerto Belgrano y pensaban que pronto podían regresar".
Ester Careaga aseveró, además, que como consecuencia del secuestro de su hermana Ana Maria, su madre "empezó a dedicarse de lleno en el movimiento de las 'Madres de Plaza de Mayo"'. Nora Morales de Cortinas la recordó como una mujer muy medida y equilibrada.
Asimismo, Jorge Mario Bergoglio relató que a Ester Ballestrino de Careaga la conoció entre 1.953 y 1.954, ya que fue su jefa en un laboratorio de análisis clínico y que se forjó una amistad entre ellos. Señaló que se enteró de su secuestro por los diarios, que le dolió mucho e intentó ponerse en comunicación con su familia, pero que no lo logró, toda vez que, por el secuestro de una de sus hijas, estaban medio escondidos.
Agregó que habló con gente que podía hacer algo por ella, con personas de los derechos humanos y que no se dirigió a ninguna autoridad porque eso estaba bajo jurisdicción del Arzobispado de Buenos Aires y él se encontraba en el Provincial de los jesuítas. Refirió que hizo lo que pudo, que también recurrió a gente que tenia acceso a las autoridades de ese momento, otra que estaba relacionada con los derechos humanos e incluso con funcionarios del Arzobispado. También se contactó con Monseñor Olmedo, que cumplía funciones en la parte judicial de dicho sitio, quien le hizo saber que a pesar de "mover" contactos, no tuvo noticias precisas de dónde podia estar detenida.
Asimismo, recordó a Ester Careaga como una mujer de mucho humor, que le enseñó a trabajar científicamente y que lo inició en el conocimiento de la política, ya que pertenecía al partido Febrerista paraguayo y estaba exiliada en este país. Al respecto, señaló que le hacía leer cosas y luego las comentaban. Agregó que le debe mucho y que, por esa razón, continuaron la relación aún después de que se iniciara como sacerdote. Testimonió que una vez lo llamó y le pidió que fuera a su casa a darle la extremaunción a su suegra; cosa que, explicó, le pareció extraña, ya que no eran creyentes. Que cuando acudió a su domicilio, aquélla le solicitó que escondiera su biblioteca porque era vigilada y su hija había estado secuestrada.
Por otra parte, Bergoglio declaró que fue quién concedió el permiso para que los restos de Ester Careaga fueran sepultados en la Iglesia de la Santa Cruz.
Cecilia De Vincenti memoró, por su parte, que su madre Azucena Villaflor, en pos de obtener información de su hijo secuestrado en noviembre de 1.976, se dirigió a cuanto lugar le dijeron; obteniendo en todos ellos resultado negativo. Relató que, en abril, su madre propuso públicamente que debían reunirse en la Plaza de Mayo y que el 30 de ese mes de 1.977 un grupo de catorce mujeres se juntaron por primera vez y luego de varios encuentros decidieron elegir el jueves como fecha de la convocatoria. Memoró que cada vez eran más, que se repartían las tareas a realizar entre ellas y que la vida de su madre cambió desde entonces. Agregó que la Unica militancia que pregonaba su progenitora era la de las madres en la búsqueda acerca de que había pasado con sus hijos.
Maria del Rosario Carballeda de Cerrutti declaró en el debate que Azucena creó y fue la líder del movimiento de las "Madres de Plaza de Mayo", que era muy activa y tenía predominancia sobre otras madres. Por su parte, Ricardo Chidichimo manifestó que era una gran persona y querida por todos ellos.
A su turno, Nélida Fiordeliza de Chidichimo la recordó como "una persona maravillosa", que no se imponía, pero que al hablar era escuchada. Agregó que fue una mujer hermosa, que no tenía ego ni vanidad, que sólo luchaba por su hijo y que de ella aprendieron muchísimo.
También Haydeé Regina Segura de Maratea, cuya declaración se incorporó por lectura al debate (fs. 301/2 del legajo n° 18), refirió que si bien no existía una persona que dirigiera el accionar de las "Madres de Plaza de Mayo", Azucena, por su carácter, oficiaba como conductora. Al respecto, aclaró que lo era en el sentido de que podía sugerir ideas sobre conductas o decisiones a tomar.
Por último, Nora Morales de Cortiñas recordó que Azucena siempre iba a la Plaza con un borrador dirigido a alguna autoridad, que se firmaba "sin pasar el texto".
A su turno, Luis Bianco, hijo de María Eugenia Ponce de Bianco, recordó en el debate que su madre emprendió la búsqueda de su hermana, que fue secuestrada en abril de 1.976. Que en este cometido comenzó a reunirse con otras mujeres en la misma situación, gestando el movimiento "Madres de Plaza de Mayo" junto con Ester Ballestrino y Azucena Villaflor. El testigo describió a su progenitora como una mujer de una solidaridad increíble, una luchadora incansable, una mujer con muchas convicciones y sobre todo intensamente humana. Señaló que su mamá post desaparición de su hija cambió, que tenía coraje para interceptar y reclamar a los militares.
Otra de las victimas, Remo Carlos Berardo, relató Eustacio Galeano en el debate, era un joven artista plástico, de 1,80 mts. de estatura y cara cuadrada, que al momento de su secuestro tenía su atelier en Magallanes 899, de esta ciudad y vivía arriba de dicho local. Memoró, en particular, la desesperación del nombrado por ubicar a su hermano que se encontraba desaparecido.
Por su parte, Juana Domínguez de Oviedo declaró que su hija Patricia Cristina Oviedo, que nunca militó en "ninguna cosa", comenzó a concurrir junto a las "Madres" a la Plaza de Mayo, como consecuencia de la desaparición de su hermano Pedro Bernardo, el 26 de junio de 1.976. Agregó que aquélla participaba del grupo de la Iglesia de la Santa Cruz. Nélida Fiordeliza de Chidichimo aseveró haberla conocido en dichos encuentros.
María del Rosario Carballeda de Cerrutti declaró que la vio dentro del mentado grupo,
Julio Fondovila era padre de un secuestrado desaparecido. En el debate José Víctor Goñi Marenco recordó que era un hombre mayor que siempre estaba junto a Horacio Elbert, Raquel Bullit y Angela Auad, que la desaparición de su hijo lo había superado y depositaba en el primero de los nombrados sus palabras, permitiéndole que hablara en su nombre.
Horacio Aníbal Elbert, señaló su hermana Nora, tenía un importante compromiso social, era integrante de la agrupación "Vanguardia Comunista" y, al momento de su secuestro, llevaba un año de casado y tenía una bebé de dos meses. Manifestó que éste le refirió que estaban por publicar una carta en la que se solicitaba el esclarecimiento de la desaparición de una gran cantidad de personas.
Por su parte, Ruth Patricia Chonchol memoró en el debate que Elbert, dentro de dicha agrupación, era el responsable de una célula encargada de dar apoyo a las familias de detenidos y desaparecidos y que era el cuadro más político que tenia la Iglesia de la Santa Cruz.
Maria del Rosario Carballeda de Cerrutti señaló que Horacio Elbert asistía a las reuniones con su mujer embarazada.
Ambas testigos, junto con Goñi Marenco y María Cecilia Vázquez, coincidieron en que el nombrado usaba anteojos, era delgado, de estatura media a baja, tez blanca, nariz pequeña, con algunas pecas, ojos celestes, cabellos rojizos enrulados y que para ese entonces estaba casi calvo.
Asimismo, el testigo Goñi Marenco agregó que Elbert no tenía ningún familiar desaparecido y que dentro del grupo de la Santa Cruz estaba abocado a acompañar a las madres. Al respecto, refirió que dicho grupo, además, las protegía y las instruía acerca de cómo presentar los habeas corpus.
Gabrielle Domon, hermana de la religiosa Alice refirió en el debate que ésta desde pequeña soñó con ser misionera y que cuando ingresó a la vida religiosa "donó su vida a esa causa, paes estaba dispuesta a dar su vida por ese compromiso". Agregó que en 1.967 fue enviada a la Argentina y que compartió la vida de los más pobres, trabajando para que se tomase conciencia de la dignidad humana. En una de las cartas que escribió a la familia, memoró la testigo, Alice relató su compromiso como cristiana y que "trabajaban en un cambio para que su sociedad sea la que realmente Dios deseaba para sus niños preferidos y que eran concientes de que estaban respondiendo al ruego evangélico del Dios de los oprimidos, de los pobres del pueblo, que querían vivir y encontrar a Jesucristo presente entre ellos".
La testigo refirió que su hermana regresó, en 1.975, a Francia, por dos meses y medio y que esa fue la última vez que la vio; recordándola como "una mujer llena de vitalidad y dinamismo, alegre, que realmente quería dejar su mensaje de amor para toda la gente" y con gran pasión por el pueblo argentino y en especial por los más pobres. Físicamente la describió de 1,67 metros y cabello castaño. Adujo que durante esa visita, Alice les contó acerca de las desapariciones y las amenazas que pesaban sobre sus vecinos, pero que, así las cosas, sin embargo, estaba deseosa de volver a la Argentina,
Gabrielle Domon, agregó, que de regreso al país, su hermana le escribió una misiva, narrándole que la situación estaba aún más difícil, que la persecución era cada vez mayor, que eso no la angustiaba, sino que, por el contrario, se encontraba tranquila y convencida de estar en el camino correcto y que "valía la pena dar la vida si fuera necesario".
Asi, leyó que en la carta "relató la angustia de las madres que buscaban a sus niños secuestrados, el calvario y los caminos de cruz en las oficinas del gobierno. Era la pasión que vivían tantas familias, sin contar las torturas que sufrían tantas personas en las prisiones o en otras partes. Dios no podía permanecer mudo, ciertamente quería responder algo y es lo que buscábamos juntos".
Por su parte, Evelina Irma Lamartine, la recordó como una mujer delgada, de cabello corto y medio enrulado, con un rostro muy abierto que reflejaba una personalidad dispuesta a dar su vida y su bondad y sobre todo su firmeza en su compromiso de vida.
Asimismo, Maria del Rosario Carballeda de Cerrutti relató que Alice Domon "era nuestro sostén, porque estábamos desquiciadas, ella servía como nuestro paño de lágrimas, siempre dispuesta a acompañarnos".
Por su parte, Ruth Patricia Chonchol declaró que Alice tenía una actitud muy reconfortante, ya que a pesar de no tener ningún familiar desaparecido, tomaba esa tarea con mucha solidaridad, "los escuchaba y siempre les daba una palabra positiva".
María Cecilia Vázquez reseñó que conoció a la hermana Alice en dicha parroquia con anterioridad al día del hecho, en ocasión de realizar marchas juntas y asistir a una reunión con el Monseñor Devoto y que no sabía que fuera francesa, creyendo que era oriunda de la provincia de Corrientes. Refirió que ésta estaba muy compenetrada con lo que sucedía en el país, ya que trató con familias secuestradas en el norte, en aquella provincia.
Haydeé Regina Segura de Maratea (fs. 301/2 del legajo n° 18) relató que tuvo oportunidad de conectarse en la Plaza de Mayo con la hermana Alice Domon, quien, ante su ofrecimiento de colaboración, le entregó unas hojas en blanco y le solicitó que se ocupara de ubicar contribuyentes para publicar una solicitada.
También dieron cuenta del trabajo y amor por el prójimo de Alice Domon, los testigos Ivonne Maria Helena Pierron, Alfredo Teófilo Olivo y Rogelio Tomasella.
Leonnié Duquet también acompañó a las "Madres de la Plaza de Mayo", recordó Evelina Irma Lamartine en el debate; aunque señaló que Alice las acompañó y las orientó mucho más, ya que a la primera de las nombradas le costaba, en razón de su edad. La testigo agregó que, al igual que las religiosas Domon y Duquet, pertenecía a la Congregación de las "Hermanas de las Misiones Extranjeras" y que esta última estaba destinada en la localidad de Ciudadela, que laboraba como profesora en el Colegio de las Hermanas del Sagrado Corazón y que su función era evangelizar.
Recordó que las dos religiosas vivían en la Casa de la Caridad y estaban conectadas con la gente de las villas. Agregó que ambas compartieron su deseo de separarse de la Orden y que los motivos por los cuales decidieron renunciar a sus votos estaban relacionados con su compromiso con las personas con las cuales trabajaban; manifestando que aquellas decían que por la gente que desaparecía y que por su conexión con las "Madres", su trabajo con los derechos humanos y Justicia y Paz en Quilmes, era muy posible que fuesen mal juzgadas. Además, como ambas eran amigas y Alice llevaba gente de aquel lugar, cuyos familiares estaban desaparecidos, a la casa de Leonnié, pensaron que por su condición y su trabajo, ello podía ser tomado como malo o subversivo, ya que se enfrentaba a las disposiciones del gobierno.
La testigo agregó que de todas formas ellas mantuvieron sus votos, a pesar de no pertenecer a la orden y que ello se debía al amor y compromiso que mantenían con su labor y a la felicidad que su elección de vida les brindaba. Memoró a Duquet como una mujer baja, gordita y muy alegre.
Gabrielle Domon memoró que Alice y Leonnié se conocieron en la Argentina, a pesar de que ambas eran oriundas de la misma región de Francia.
Dieron cuenta de las labores y compromiso con el prójimo de Leonnié Duquet, Ivonne María Helena Pierrot y José Espinos.
Otra de las víctimas, Angela Auad, cuyo cónyuge se encontraba detenido a disposición del PEN, no tenía ningún familiar desaparecido. Simplemente formaba parte del grupo para solidarizarse con las madres que padecían tal pesar. Ella también había estado presa a disposición del PEN, en 1.974, siendo liberada el 24 de julio de 1.975, conforme surge del decreto del PEN agregados en los habeas corpus nros. 12.210/77 y 1/78, interpuestos a su favor (fs. 10 y 4, respectivamente). Dan cuenta de lo aseverado Aida Bogo de Sarti y Goñi Marenco, quien, además, la recordó como una mujer graciosa, de fisonomía particular, cabello oscuro, regordeta y mirada vivaz.
Nélida Fiordeliza de Chidichimo manifestó haberla conocido en la Plaza, en la Iglesia de la Santa Cruz y en las reuniones en la casa de familias donde se juntaba el grupo y Maria del Rosario Carballeda de Cerutti memoró que la nombrada asistía a los actos y que formaba parte de un partido político.
Raquel Bullit y Eduardo Gabriel Horane eran los jóvenes del grupo, según recordaron en el debate María Cecilia Vázquez y José Víctor Goñi Marenco, quienes, además, adujeron que pertenecían al partido "Vanguardia Comunista".
Asimismo, su hija Yamila Horane memoró que sus progenitores si bien estaban separados, tenían una buena relación y que el día de sus secuestros, su padre acompañó a su madre a la misa de la Iglesia de la Santa Cruz, donde ésta iba con frecuencia. Agregó que para ese entonces tenía siete años, que, ese día, viajó con su abuelo a la localidad de Junín y que luego de un par de meses su abuela le refirió que se quedaría a vivir en dicho lugar, ya que a sus padres el día de la misa se los "llevaron". Al respecto, la testigo señaló que esto le generó una gran angustia, pero no le sorprendió, toda vez que su madre le había explicado "esa posibilidad" y le había advertido que se los podían llevar. Incluso, aseveró, que ésta se sentía perseguida y observada y que en alguna ocasión bajaron repentinamente del colectivo en el que viajaban.
También, recordó que sus abuelos paternos viajaban todos los jueves a esta ciudad porque su abuela formaba parte del grupo de "Abuelas de Plaza de Mayo" y que en una ocasión, en la Iglesia de la Santa Cruz, una señora mayor le dijo que conoció a su mamá Raquel del grupo que se reunía en dicha plaza y que le asustaba la actitud de su madre, ya que se exponía dando discursos y convocando a más gente. Por último, declaró que siempre le hicieron referencia de las convicciones fuertes de sus padres.
Nélida Fiordeliza de Chidichimo, memoró a Raquel Bullit de los encuentros en la Plaza, en la Iglesia de la Santa Cruz y en las casas de otros familiares y Goñi Marenco de las visitas que realizaba, junto a otros jóvenes, a la redacción del "Buenos Aires Herald".
Por último, Maria del Rosario Carballeda de Cerrutti, a su turno, recordó que Raquel Bullit concurría a los actos que se realizaban y que a Eduardo Horane lo conoció en le mencionada parroquia.
Asimismo, como prueba documental merecen destacarse de un modo genérico las constancias obrantes en los expedientes n° 1.479, caratulado "Villaflor de De Vicenti, Azucena s/denuncia" del registro del Juzgado Federal de Primera Instancia N° 3 de La Plata (Expediente n° 1.413 SU de la Cámara Federal de esa ciudad, procedente de la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata), n° 18.661, caratulado "De Vincenti, Néstor y Mangin Raquel Jorgelina por habeas corpus presentado por Azucena Villaflor de De Vincenti" del registro del Juzgado Federal de Primera Instancia n° 3 de La Plata y sus acollarados n° 11.569/77, caratulado "De Vincenti, Néstor s/ recurso de habeas corpus interpuesto en su favor por Azucena Villaflor de De Vincenti" del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal y Correccional Federal n° 2 de la Capital Federal y n° 72, caratulado "Villaflor de De Vicenti, Azucena interpone recurso de habeas corpus a favor de Néstor de Vicente" del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal y Correccional n° 5 de la Capital Federal; que dan cuenta de las gestiones de búsqueda emprendidas por Azucena Villaflor respecto de su hijo Néstor y su novia Raquel Jorgelina Mangin,
Además, las glosadas en el legajo CONADEP n° 1.386 y en las piezas documentales del Archivo de la ex Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, correspondientes a Azucena Villaflor de De Vincenti.
Asimismo, las agregadas en el legajo n° 158, caratulado "Ana María Careaga", de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal y la causa n° 273, caratulada "Ballestrino de Careaga, Esther s/ recurso de habeas corpus", del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n 5 -todo en fotocopias certificadas- y los legajos CONADEP n° 1.396 y del Archivo de la ex Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, correspondiente a Ester Ballestrino de Careaga.
También, las constancias glosadas en los expedientes n° 18.635/97, "Ponce, Maria Eugenia s/ ausencia por desaparición forzada" del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil n° 3 y n° 432/77, caratulada "Ponce de Bianco, María s/ recurso de habeas corpus", del registro del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal y Correccional Federal n° 5; legajo CONADEP n° 5.740 y las piezas documentales del Archivo de la ex Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, correspondientes a Ponce de Bianco.
Además, las agregadas en la causa n° 450, caratulada "Berardo, Amado s/ recurso de habeas corpus", interpuesto el 29 de noviembre de 1.977, del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n° 5 de esta ciudad, que ilustra acerca de la búsqueda de Amado, hermano de Remo Berardo; y, en fotocopias certificadas, en los expedientes n° 110/78, caratulado "Berardo, Remo Carlos s/recurso de habeas corpus", del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n° 2, Secretaría n° 5; n° 23.326/78, del registro del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal de Instrucción n° 8, caratulado "Berardo Remo Carlos s/ privación ilegitima de la libertad y hurto en su perjuicio"; 27/79, caratulado "Berardo, Remo Carlos s/ habeas corpus" del registro del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal y Correccional Federal n° 1; habeas corpus n° 14.874/78, del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal de Instrucción n° 17, relativa a la privación ilegal de la libertad de Remo Carlos Berardo y n° 15.123, del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal de Instrucción n° 19, originada a raíz de la denuncia de privación ilegal de la libertad en perjuicio del damnificado (en fotocopias certificadas). En igual sentido, el legajo CONADEP n° 1.394 y las piezas documentales del Archivo de la ex Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, correspondiente a la víctima.
Asimismo, las evidencias agregadas en los expedientes n° 457/77, caratulado "Oviedo, Pedro Bernardo s/ recurso de habeas corpus", del registro del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal y Correccional n° 5, iniciado a raíz de la búsqueda de Pedro Bernardo Oviedo; n° 195/79, caratulado "Oviedo, Patricia Cristina s/recurso de habeas corpus en su favor", del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n° 2, Secretaría n° 5 -en fotocopias certificadas; n° 44.569/77, caratulado "Domínguez de Oviedo, Juana s/ denuncia por privación ilegal de la libertad en perjuicio de Patricia Cristina Oviedo", del registro del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal de Instrucción n° 4 y sus acumulados; n° 413/77, caratulado "Oviedo, Patricia Cristina s/ recurso de habeas corpus", del registro del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal y Correccional Federal n° 5 y n° 23.522, caratulado "Oviedo, Jacinto Carlos d/ priv. libertad en perjuicio de Oviedo, Patricia Cristina", del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal de Instrucción n° 27, iniciado a raíz de la denuncia por privación ilegal de la libertad de Patricia Oviedo. En igual sentido, el legajo CONADEP n° 1.398 y las piezas documentales del Archivo de la ex Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, correspondientes a la damnificada.
También, resultan útiles las constancias glosadas en la causa n° 151, caratulada "Fondovila, Carlos Daniel s/ habeas corpus" del registro del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal y Correccional n° 2, interpuesto, el 31 de agosto de 1.978, en favor de Carlos Daniel Fondovilla, secuestrado el 25 de abril de 1.977, en el que se hace referencia a dos denuncias anteriores interpuestas por su padre José Julio Fondovila. Al respecto, ilustran las evidencias agregadas en la causa n° 154, caratulada "Fondovila, Carlos Daniel s/ habeas corpus", del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n° I de esta ciudad, interpuesto por José Julio, el 2 de mayo de 1.977, en beneficio de su hijo.
Asimismo, las fotocopias certificadas de la causa n° 152/78, caratulada "Fondovila, José Julio s/ habeas corpus" del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n° 2 y los legajos CONADEP n° 17 y del Archivo de la ex Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires,
Por otra parte, merecen destacarse como prueba documental las constancias agregadas en los expedientes n° 129.437/96 caratulado "Elbert, Horacio Aníbal s/ ausencia por desaparición forzada", del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil n° 57; n° 276/77 "Elbert, Horacio Aníbal s/recurso de habeas corpus", del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal de Instrucción n° 20 y n° 14,158/78, caratulado "Elbert, Aníbal s/ privación ilegal de la libertad" del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal de Instrucción n°20 y los legajos CONADEP 1.395 y del Archivo de la ex Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, correspondiente a la víctima.
Asimismo, las glosadas en las causas n° 102,109/2,005, caratulada "Domon, Alicia Ana María Juana s/ausencia por desaparición forzada", del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil n° 110 y n° 420/77, caratulada "Domon, Alicia Ana María Juana s/ recurso de habeas corpus", del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n° 5 de esta ciudad.
También, los legajos CONADEP n° 4,686 y del Archivo de la ex Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, correspondiente a la víctima.
Además, las constancias glosadas en la causa n° 12,247/77, caratulada "Duquet, Leonie s/ habeas corpus interpuesta en su favor", del registro del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal y Correccional Federal n° 6, que ilustra acerca de las gestiones de búsqueda relativas a Duquet; y los legajos CONADEP 4,676 y del Archivo de la ex Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, correspondiente a la víctima.
Asimismo, merecen destacarse las evidencias agregadas en los expedientes n° 3,782, caratulado "Auad, Angela s/ausencia por desaparición forzada", del Juzgado de Primera Instancia en lo Civil y Comercial n° 5 del Departamento Judicial de Quilmes, provincia de Buenos Aires; n° 1/78, caratulado "Auad, Angela s/ acción de habeas corpus en su favor", del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n° 1; y n° 12.210/77, caratulado "Auad de Genovés, Angela s/ habeas corpus", del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n°6 y en los legajos CONADEP n° 4.676 y del Archivo de la ex Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, correspondiente a la damnificada Auad.
Además, resultan útiles las constancias agregadas en los expedientes n° 10,075/98, caratulado "Bullit, Nélida Raquel s/ ausencia por desaparición forzada", del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil n° 6 y n° 419/77, caratulada "Bullit, Raquel Nélida s/ recurso de habeas corpus", del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n° 5 y los legajos CONADEP 1.399 y del Archivo de la ex Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, correspondiente a Raquel Bullit.
Así también, merecen destacarse las constancias agregadas en los expedientes n° 43.199, caratulada "Juzgado de Instrucción N° 7, Secretaria N° 121 s/denuncia en habeas corpus a favor de Horane, Eduardo Gabriel" del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal de Instrucción N° 2, Secretaria n° 105 (en fotocopias certificadas); n° 15.959/80, "Horane, Eduardo Gabriel s/ privación ilegal de la libertad en su perjuicio", del registro del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal de Instrucción n° 19 (en fotocopias certificadas); n° 23.178, caratulada "Horane, Eduardo Gabriel s/ privación ilegitima de la libertad", del registro del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal de Instrucción n° 26; n° 12.841/78, caratulada "Horane, Eduardo Gabriel s/ recurso de ha qbeas corpus a su favor", del registro del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal y Correccional Federal n° 2; n° 423/77, caratulada "Horane, Eduardo Gabriel s/ recurso de habeas corpus" del registro del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal y Correccional Federal n° 5; n° 14.142/80, caratulada "Eduardo Gabriel Horane s/ recurso de habeas corpus", del registro del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal de Sentencia Letra "A"; n° 560/79, caratulada "Recurso de habeas corpus interpuesto por Eduardo Horane a favor de Eduardo Gabriel Horane" del registro del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal de Sentencia Letra "X"; n° 1.751/78, caratulada "Recurso de habeas corpus en favor de Eduardo Gabriel Horane", del registro del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal de Sentencia Letra "U"; n° 1,788/78, caratulada "Horane, Eduardo Gabriel por recurso de habeas corpus", del registro del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal de Sentencia Letra "U"; n° 41,098/81, "Horane, Eduardo Gabriel s/ habeas corpus" del registro del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal y Correccional Federal n° 3 y n° 23,599/95 caratulado "Horane, Eduardo Gabriel s/ ausencia por desaparición forzada" del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil n° 59; y legajos CONADEP n° 1.397 y del Archivo de la ex Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, correspondiente a Eduardo Gabriel Horane.
Finalmente, merecen destacarse las constancias glosadas en la causa n° 12.703/83, caratulada "Antokoletz, Daniel; Mignone, Mónica María Candelaria; Vázquez Ocampo de Lugones, Maria Marta; Lugones, César Amadeo; Carbonell de Pérez Weiss, Beatriz; Pérez Weiss, Horacio; Lorusso Lammle, Maria Esther; Ravignani, Maria Teresa; Ravignani, Pablo; Fidalgo, Alcira Graciela; Berardo, Remo; Elbert, Horacio Aníbal; Ballestrino de Careaga, Esther; Oviedo, Patricia; Horane, Eduardo; Bullit, Raquel; Hagelin, Ingrid Dagmar; Fondevilla, Julio; Ponce de Bianco, María Eugenia; Duquet; Leonié; Domon, Alice; Villaflor de Devincenti, Azucena y Aguad, Angela s/ recurso de habeas corpus", del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n° 2 y en el legajo n° 18, caratulado "Domon Alicia Ana María Juana y otros" de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal y sus anexos.
Ahora bien, la angustia y la esperanza de que aparecieran sus seres queridos, motivó a esas madres y allegados a reunirse y a arriesgar su propia existencia. Además de recorrer los distintos ministerios, los cuarteles, las comisarías y los juzgados, se movilizaban los jueves en la Plaza de Mayo, caminando en ronda, para, además, de reclamar, llamar la atención de la conciencia colectiva acerca de sus sufrimientos como consecuencia de la desaparición de, en muchos casos, todos sus hijos.
El 30 de abril de 1.977 un grupo de madres, a las que exclusivamente le interesaba la aparición con vida de sus hijos y de "los hijos" de otras familias y que, en un primer momento, conforme el detalle que brindó en el debate José Víctor Goñi Marenco, se las conoció como "las locas de Plaza de Mayo", comenzó a circular periódicamente -en rondas-, exigiendo a las autoridades imperantes por entonces la aparición con vida de éstos.
Ana María Careaga señaló en el debate que la organización de las madres fue casi espontánea, que se iban encontrando todas en los mismos lugares y se iban aconsejando respecto de los trámites que tenían que hacer.
Al respecto, Nélida Fiordeliza de Chidichimo memoró que como consecuencia del secuestro de su hijo comenzó a reunirse con otras personas que se encontraban en condiciones similares, con el objeto de obtener datos acerca de sus paraderos. Señaló que dichos encuentros se realizaban en aquellas iglesias en que se lo permitían, en cualquier confitería y los jueves en la Plaza de Mayo.
Aida Bogo de Sarti, por su parte, manifestó que la desaparición de su hija, le cambió la vida y que, como consecuencia de ello, salieron a la calle, "a todos los lugares posibles, Ministerio del Interior, hospitales, policía". Agregó que junto a otras madres, entre las que se encontraba Azucena Villaflor, comenzaron a reunirse en la Plaza de Mayo, que las primeras fueron catorce y que, por temor, no se hablaban entre ellas, aunque cada una sabia que la otra estaba pasando por lo mismo. Al respecto, memoró que Azucena un día se levantó y dijo "¿qué hacemos aquí?, vamos a la Plaza de Mayo a preguntar adonde llevaron a nuestros hijos".
La testigo manifestó que ellas no usaban la palabra "desaparecido" y que la tomaron de un discurso de Videla.
Ruth Patricia Chonchol recordó en el debate que le sorprendió cómo las "Madres" se organizaban. Al respecto, señaló que en 1.977 participó de una marcha, que se realizó en la Plaza de los Dos Congresos, con familiares de detenidos y desaparecidos. Agregó que le sorprendió la organización, la que, dijo, estuvo a cargo de las "Madres"; señalando que éstas "les dijeron a todos que llevaran paraguas por más que fuera un día de sol radiante" y que había dos madres apostadas en la Confitería "El Molino" con paquetes de masas, que se encargaban del control. Reseñó que tomaban medidas de seguridad, entre las que destacó la de no dialogar mucho por teléfono, concertar citas previas, hacer cadenas de mensajes y proteger a los más jóvenes.
Nora Morales de Cortiñas relató que como consecuencia de la desaparición de su hijo Gustavo, el 15 de abril de 1,977 y luego de realizar una serie de gestiones ante distintos organismos, fue a la Plaza de Mayo, donde conoció a Azucena Villaflor, María Adela de Antokoletz, Beatriz Neuhaus, Ester Careaga, a quien le decían "Teresa" y a otras madres. Señaló que comenzaron a caminar juntas y que hacían trámites de manera colectiva.
También concurrían a los periódicos que atendían las denuncias sobre derechos humanos, entre ellos el "Buenos Aires Herald", Goñi Marenco, periodista para entonces de dicho diario, recordó el miedo con el que se acercaban las madres a denunciar sus casos. En particular, memoró a Ester Careaga cuando le relataba la desaparición de su hija Ana Maria y a Horacio Elbert, Angela Auad, Raquel Bullit y Julio Fondovila, quienes, indicó, siempre que se presentaban en la redacción lo hacían con "mucho miedo". Agregó que los dos primeros "temblaban en la redacción (y que) le pidieron reunirse en otro lugar fuera del diario, ya que se sentían vigilados". Asimismo, indicó el testigo que cuando lo invitaron a participar de las reuniones de "la Santa Cruz", no lo hizo porque era "demasiado peligroso".
También, Aída Bogo de Sarti hizo referencia al miedo que las aquejaba a las madres en la búsqueda de sus hijos y, en particular, luego de lo acaecido en la iglesia de la Santa Cruz y Maria del Rosario Carballeda de Cerrutti recordó que el jueves siguiente a lo sucedido en dicha parroquia debían ir a la Plaza, que estaban "muertas de miedo" y aterrorizadas y que "volver ese jueves fue trágico".
Haydeé Regina Segura de Maratea (fs. 301/3 del legajo n° 18) señaló que los familiares de desaparecidos se reunían en la Iglesia de la Santa Cruz, en virtud de haber obtenido dicho lugar de reunión por intermedio de la hermana Alice y que ello obedeció al temor que sentían si se reunían en lugares públicos ante la posible represión policial.
En ese sentido, es importante destacar la particular situación en la que debían convivir los familiares de "desaparecidos", ya que a diario lidiaban, penosos, en secreto y con la amenaza de que el Estado recayera sobre ellos, con la esperanza de sus apariciones con vida y del retorno a sus hogares, por un lado, y con la incertidumbre de sus muertes, por el otro. Cabe recordar que la metodología de los secuestros no permitía establecer el destino corrido por la víctima. De ahí, la travesía desesperada de los familiares en miras de obtener algún dato de ellas, Goñi manifestó que "cuando empezaron a ir las madres a la redacción había una que las llevaba y las traía, a veces se enojaban porque sentían que desde el diario no hacían lo suficiente, o estaban apuradas porque tenían que irse a otro lugar, o pensaba que el 'Herald' no era un diario importante y que total no valía la pena. En cierta ocasión esta madre dijo 'acá no pasa nada, vámosnos' y hoy en día pienso que esa mujer pudo haber sido Azucena Villaflor".
El nombrado recordó que "el caso de la Santa Cruz impacto mucho en la sociedad porque una cosa era secuestrar jóvenes y otra diferente era secuestrar a madres y monjas que lo único que hacían era buscar a sus familiares desaparecidos". Asimismo, señaló que "la repercusión internacional fue inmediata, porque el hecho de secuestrar a dos monjas francesas no podía pasar inadvertido en la prensa europea, no recuerda una nota en particular, pero en el 'Herald' recibían llamados de Londres, New York para averiguar las novedades respecto de los cables que le llegaban. (...) no puede comprender los secuestros, así como no puede comprender como en la ESMA no se dieron cuenta que secuestrar a dos monjas francesas sería prender un reflector enorme e iluminar con 10.000 watts de luz todos los crímenes aberrantes de la ESMA, ya que permitió abrir una ventana al horror de lo que ocurrió ahí adentro".
De esta manera, puede afirmarse que lo que determinó el destino final de los secuestrados -"traslados"- y su teatralización -en manos de la organización "Montoneros"- fue la repercusión internacional provocada por la circunstancia que dentro del grupo de las victimas hubiera dos religiosas francesas; como así también la presión del gobierno francés sobre el entonces presidente de facto, Videla y, por ende, del Ejército sobre la Armada. Asimismo, debe señalarse que el caso llamó la atención de la prensa local.
Al respecto, basta citar las noticias que se publicaron en los matutinos "La Prensa", bajo los títulos "Protesta francesa al gobierno argentino" (14/12/77) y "Llegada de un obispo francés a esta Capital" (17/12/77); "Clarín", bajo los títulos "Protesta oficial de Francia" (14/12/77), "Preocupación" (16/12/77) y "La Opinión", titulados "Por la situación de dos religiosas se interesan" (14/12/77), "Gestiones por la desaparición de dos religiosas" (16/12/77), "La desaparición de dos religiosas" (17/12/77) y "Pidió Giscard d'Estain por dos religiosas" (27/12/77), entre otros.
Asimismo, el testigo Goñi recordó en el debate que el 10 de diciembre se publicó una noticia con el título de "15 personas secuestradas" -aportada en la audiencia y reservada en Secretaría- y el 11 de ese mes, otra que se tituló "Otra madre loca secuestrada", haciendo alusión a la desaparición de Azucena Villaflor, Por otra parte, memoró que los padres de Patricia Oviedo le contaron que como signo de la preocupación del Ejército, tuvieron la visita de dos miembros del Batallón 601 de Inteligencia; quienes los interrogaron acerca de si sabían algo de donde estaban las monjas y le facilitaron un teléfono para que se mantuvieran en contacto por cualquier nueva información. Agregó que el Ejército estaba muy interesado y sorprendido en saber lo sucedido con las religiosas.
Ester Careaga, por su parte, recordó la repercusión periodística que el hecho provocó, leyendo, según dijo, la información en varios diarios, entre los que destacó el "Argentina Herald" -sic-,
Ana María Careaga adunó que el operativo de la Santa Cruz fue publicado el 12 en el diario "La Prensa" y el 11 en el "Buenos Aires Herald".
A decir del imputado Pernías, al momento de prestar indagatoria, el secuestro del grupo de la Santa Cruz fue una equivocación.
Silvia Labayrú, por su parte, relató que la operación en la Santa Cruz causó mucho revuelo, generando comunicaciones telefónicas de personas importantes a la ESMA. Que escuchó que el Ejército llamó para averiguar quién habia hecho semejante cosa y que desde la ESMA negaron haber sido quiénes llevaron adelante la operación. Agregó que "por ese motivo supuso que a los cinco días se precipitó la decisión de matarlos a todos" y que, previo a ejecutarlos, realizaron una puesta en escena en la cual aparecían las dos religiosas con una pancarta por detrás en la que se leía la inscripción "Montoneros". Al respecto, la testigo reconoció en el debate la fotografía de fs. 57 del legajo n° 18 citado, señalándola como el montaje fotográfico mencionado.
Asimismo, francois Cherón expresó que en febrero de 1,979 unos altos funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores de Francia le solicitaron que viajara a la Argentina para investigar sobre los ciudadanos franceses desaparecidos. Agregó que éstos le informaron que unos meses antes, aproximadamente en noviembre de 1.978, el Presidente Francés tuvo una entrevista con el almirante Massera quien se comprometió con dicho gobierno a prestar colaboración al j urista que enviaran a investigar.
Alberto Eduardo Girondo señaló que tanto la fotografía a la que fueron sometidas las religiosas como la carta que una de ellas fue obligada a escribir fueron parte de una operación psicológica para desprenderse de la responsabilidad por la detención de aquéllas, la cual había provocado un escándalo en el exterior del país, sobre todo en Francia.
Maria Alicia Milia, quien al momento de los sucesos se encontraba cautiva dentro de la ESMA, recordó que, como consecuencia de ese operativo hubo dos "revuelos", uno físico, dentro del centro clandestino, ya que un procedimiento de ese calibre, donde se secuestró mucha gente, significaba organizar el traslado, los grilletes y el espacio; y el otro "revuelo" fue el periodístico. Al respecto, memoró que algunos cautivos tenían acceso a diarios y revistas y que leyeron y observaron como "crecía el escándalo". Agregó que en ese momento la Marina tenía un enfrentamiento con el Ejército y que este último no quería dar las listas de los secuestrados, mientras que Massera no tenía problemas en entregarlas, en dar una respuesta a la demanda social, aunque los listados eran más cortos e inexactos.
La testigo Milia también memoró que para la navidad, la llevaron a "Pecera", junto a otros cautivos, y que en esa ocasión estaba Massera, quien se dirigió a los oficiales y los retó por el "revuelo" que produjo "lo de las monjas".
Por su parte, Evelina Irma Lamartine recordó que, como consecuencia del secuestro de las religiosas Domon y Duquet, el gobierno francés intervino en dichos hechos.
Sin embargo, a pesar de los sucesos acaecidos, aquel grupo de familiares, en ese marco de búsqueda y esperanza, y presas del terror que implicaba continuar con sus planes, decidió publicar el 10 de diciembre de 1.977, día en que se conmemoran los Derechos Humanos, una solicitada dirigida "Al Excmo. Señor Presidente, a la Corte Suprema de Justicia, a los Altos Mandos de las Fuerzas Armadas, a la Junta Militar, a las Autoridades Eclesiásticas, a la Prensa Nacional", para cuya organización se reunían, generalmente los jueves, en la Iglesia de la Santa Cruz, sita en Urquiza y Estados Unidos, de esta ciudad. Que el día de los hechos sometidos a debate el encuentro en esa parroquia tenía como objetivo culminar con la recolección de los fondos que harían posible la publicación.
Al respecto, Ana María Careaga recordó que en septiembre de 1.977 las "Madres de Plaza de Mayo" tuvieron una reunión con "Familiares de desaparecidos y ex detenidos por razones políticas", con el objeto de aunar esfuerzos, sumar voluntades y apoyarse mutuamente. Señaló la testigo, que las "madres" apoyaron una iniciativa de "Familiares" y de la "Asamblea Permanente por los Derechos Humanos" para entregar unos petitorios en la Comisión de Asesoramiento Legislativo, creada por la Junta Militar y que funcionaba en el Congreso Nacional, y que marcharon a dicho edificio, donde fueron reprimidos con gases lacrimógenos y detenidas cientos de personas. Adunó que a esa reunión asistieron su progenitora Ester Ballestrino de Careaga y Azucena Villaflor de De Vincenti y que contaron la idea que tenían de publicar una solicitada, el 10 de diciembre de 1.977, día en que se conmemoran internacionalmente los derechos del hombre y que la idea se había gestado como consecuencia de los dichos de Jorge Rafael Videla, quien expresó que "quien diga verdades no recibirá represalia por ello" y se refirió a la pacificación del país, en un viaje a los Estados Unidos.
Nora Morales de Cortiñas aseveró que en agosto o septiembre comenzaron a trabajar en una solicitada dirigida a Videla, en la cual pedirían acerca del paradero de sus hijos y que el movimiento de las madres fue creciendo con el tiempo, como también los adeptos a dicha solicitada.
Por su parte, Nélida Fiordeliza de Chidichimo manifestó que con la solicitada buscaban que la gente común supiera lo que estaba ocurriendo en el país, ya que estaban cansados del "algo habrán hecho".
María Cecilia Vázquez aseveró que se gestó la idea de una solicitada que se publicaría en navidad, con el fin de denunciar públicamente la realidad del país y con la perspectiva de llamar la atención de los medios de comunicación, sobre todo extranjeros.
Por último, Aída Bogo de Sarti también recordó en el debate que al grupo de madres se les ocurrió publicar una gran solicitada, que María Adela Antokoletz pensó que el diario indicado era "La Nación", por ser importante y conservador y que, luego de unos quince o veinte días de "idas y vueltas", recaudando el dinero y los certificados de buena conducta que exigían para la publicación, el matutino accedió al pedido.
Ahora bien, a pesar de la cautela de los integrantes de aquel grupo en cuanto a la publicidad y difusión de sus lugares de reunión e identidades, un integrante de la Unidad de Tareas 3.3.2, que funcionaba en la ESMA, junto a la cautiva Silvia Labayrú, logró infiltrarse, entre junio y julio de 1.977, aproximadamente, dentro de ese grupo, haciéndose pasar por los hermanos de un desaparecido, mediante identidades falsas e identificaciones obtenidas como consecuencia del trabajo esclavo al que eran sometidos los cautivos de ese centro clandestino de detención.
Que en tal faena concurrió, junto a la nombrada, a las reuniones que se realizaron en la Iglesia de la Santa Cruz, a las rondas de la Plaza de Mayo, al atelier de Remo Berardo y a la vivienda de alguna de las madres; mostrándose atento y solidario con las necesidades de éstas, con el objetivo de ganarse la confianza del grupo, anoticiarse de las actividades tendientes a dar con el paradero de los secuestrados, y, sobre todo, indagar la dirigencia política que los amparaba y desbaratar la publicación de la solicitada.
Al respecto, debe recordarse, conforme lo señalaron quienes testimoniaron en el debate, la prudencia de las "Madres" para organizar las estrategias en pos de la búsqueda de sus hijos y el temor y la desconfianza que las aquejaba ante la presencia de extraños en el grupo.
Nélida Fiordeliza de Chidichimo recordó que el oficial infiltrado comenzó a concurrir a la Plaza de Mayo, en julio de 1.977, aproximadamente y que buscaba constantemente a Azucena Villaflor; logrando tener una relación muy íntima con ella, quien lo quería como a un hijo y lo recibía en su vivienda. Aseveró que tanto su nuera como el esposo de aquélla sospechaban de él, pero que el resto de los miembros del grupo lo defendían y protegían. Que logró engañarlos a todos. En el mismo sentido, declaró Nora Morales de Cortinas, quien afirmó que en junio de 1.977 "apareció un joven apuesto, tostado, deportivo, que decía que era hermano de un desaparecido", cuyo nombre era Gustavo Niño y que ellas lo trataron de echar del grupo ya que pensaban que, por su juventud, corría peligro,
Haydeé Regina Segura de Maratea, cuyas declaraciones se incorporaron por lectura al debate (fs, 301/3 del legajo n° 18 mencionado y 94/5 del anexo I de dicho legajo), señaló que en noviembre de 1.977, en la Plaza de Mayo, advirtió su presencia en el grupo y que le llamó la atención, ya que no era habitual que personas jóvenes participaran de esos encuentros.
Silvia Labayrú, por su parte, explicó que las tareas de infiltración en diversos grupos, que se orquestaban desde el centro clandestino de detención, tuvieron en miras hurgar en ciertos movimientos cristianos o de derechos humanos y comprobar si el Marxismo internacional estaba detrás de ellos, intentando destruir la imagen de la dictadura argentina en el exterior. Relató que sobre dichas tareas de infiltración tuvo conocimiento a través de los mismos oficiales. Agregó que uno de ellos fue a muchas reuniones o misas donde congregaban grupos de derechos humanos y que, a partir de noviembre, comenzó a concurrir a la Plaza de Mayo, bajo la identidad de un secuestrado, Gustavo Niño, proveniente de las afueras de Buenos Aires. Asimismo, recordó que en una de las rondas de la Plaza de Mayo, el oficial infiltrado, aprovechando una situación que se había dado con la Policía Federal, salió a defender a las "Madres".
La testigo Labayrú explicó que, estando cautiva en la ESMA, la obligaron a acompañar al oficial en las tareas de infiltración y que, por ese motivo, fue en dos ocasiones a la Iglesia de la Santa Cruz; memorando que los encuentros se realizaron en una especie de gran patio cerrado y que allí se comentaba acerca de las actividades por hacer, las gestiones de los familiares y la publicación de una solicitada. Indicó que el oficial infiltrado participaba activamente en dichos encuentros. Asimismo, señaló que la exhortaron a intervenir de reuniones que se celebraron en la casa de uno de los miembros del grupo de derechos humanos, de nombre Remo Berardo, ubicada en el barrio porteño de La Boca, en una planta alta, a la que también asistió la hermana Alice Domon; como también que la llevaron a la "Plaza de Mayo".
Memoró que en uno de los encuentros en la mencionada vivienda, alguien entregó a dicho oficial un volante del Partido Comunista Marxista Leninista, que, según creía, fue lo que desencadenó toda la masacre, pues ellos, refirió, estaban buscando confirmar que el marxismo internacional estaba detrás de la organización de derechos humanos. La testigo, agregó que el infiltrado regresó, "como loco", al centro clandestino, con el volante en la mano y que por ello decidieron rápida e inmediatamente secuestrar a todos los integrantes del grupo. Que, finalmente, se montó el operativo que se dividió en cuatro procedimientos diferentes, que ocurrieron entre el 8 y 10 de diciembre, aproximadamente. Recordó la testigo que uno de ellos fue el secuestro de un grupo grande de miembros en la Iglesia de la Santa Cruz, que ese mismo día se produjo otro en un bar ubicado en la intersección de las avenidas Paseo Colón y Belgrano y en la vivienda de Remo Berardo, en el barrio porteño de La Boca.
Por su parte, Lidia Cristina Vieyra recordó que Silvia Labayrú estaba muy aterrada cuando la obligaron a participar en la infiltración de los de Santa Cruz, pero, explicó, que "no tuvo chance", ya que estaba su hija "de rehén".
Al respecto, Norma Susana Burgos, cuya declaración fue incorporada por lectura al debate, expresó que, mientras se encontró cautiva, uno de los oficiales le ordenó ser parte de la infiltración. Relató que se negó y le hizo saber que no seria bueno, ya que era conocida entre los participantes de las reuniones, que la atemorizaba y que podía ser descubierta (prestada el 25 de octubre de 2.004, en la ciudad de Valencia, Reino de España y cuya copia certificada se encuentra agregada a fs. 8.132/141 de la causa n° 1.238 del registro de este Tribunal).
Asimismo, Jorge Eduardo Acosta, al momento de prestar indagatoria, reconoció las tareas de infiltración que se realizaron desde la UT 3.3.2.
También Juan Gaspari testimonió que diciembre de 1.977 fue un mes de mucha actividad en el grupo de tareas y que conoció que la cautiva Labayrú, que estaba en "Capucha" con ellos, "colaboraba" en la infiltración al grupo de madres que asistía a las reuniones de la Iglesia de la Santa Cruz; que para tal fin era sacada periódicamente y que a su regreso comentaba lo que se estaba haciendo.
Alberto Eduardo Girondo evocó que Silvia Labayrú fue obligada a acompañar al oficial infiltrado, debiendo simular ser su hermana. Señaló que esa operación se prolongó por un extenso período de tiempo que le permitió a aquél ir conociendo a cada integrante del grupo.
Por su parte, Miguel Ángel Lauletta recordó que para agosto de 1.977 confeccionó los documentos falsos.
Martín Gras explicó en el debate que la operación que culminó con el allanamiento de la Iglesia de la Santa Cruz, el secuestro de las Madres y de las monjas francesas fue una típica explicación del sistema de pensamiento de los miembros del GT; los que, señaló, vivían en un "mundo cerrado que se explicaba por la lucha a Montoneros o "La Monta"". Agregó que en su mente les resultaba imposible pensar que un grupo de ciudadanos expresara y organizara un disenso; sino, antes bien, indicó, sostenían que la gente que pretendía publicar una solicitada o que se movilizaba debía tener una intensión política, es decir, "tenía que ser un frente de Montoneros, no podía no serlo, ya que la idea de espontaneidad en la lucha social era impensable".
El testigo apreció que la infiltración tenia como fin "buscar al montonero que estaba detrás de esa organización".
Asimismo, dieron cuenta de las tareas de infiltración orquestadas desde la ESMA, Sara Solarz, Marta Remedios Alvarez, Lisandro Raúl Cubas, Alfredo Manuel Juan Buzzalino, Graciela Beatriz Daleo, Jorgelina Ramus, Graciela Beatriz García y Alicia Milia; coincidiendo, muchos de ellos, en que supieron de aquéllas de boca de los propios oficiales.
Finalmente, el 10 de diciembre de 1.977, en el matutino "La Nación", fue publicada la solicitada "Sólo pedimos la verdad", a pesar de los hechos acaecidos el 8 de ese mes y año y sobreponiéndose el esfuerzo de las Madres y de los familiares que colaboraban, por encima de las intencionalidades del GT de la ESMA. Dicha documento estaba dirigida al Excmo. Señor Presidente, a los Altos Mandos de las Fuerzas Armadas, a la Junta Militar, a la Corte Suprema de Justicia, a las autoridades eclesiásticas y a la prensa nacional y rezaba lo siguiente: "El Excmo. Señor Presidente de la Nación Tte. Gral. Jorge Rafael Videla, en una reciente conferencia de prensa celebrada en EEUU., expresó: "QUIEN DIGA VERDADES NO VA A RECIBIR REPRESALIAS POR ELLO". ¿A quién debemos recurrir para saber la VERDAD sobre la suerte corrida por nuestros hijos?. Somos la expresión de dolor de cientos de MADRES Y ESPOSAS DE DESAPARECIDOS.
"También prometió el Sr. Presidente en la misma oportunidad "UNA NAVIDAD EN PAZ" LA PAZ tiene que empezar por LA VERDAD.
"LA VERDAD que pedimos es saber si nuestros DESAPARECIDOS ESTAN VIVOS O MUERTOS Y DONDE ESTAN.
"Cuándo se publicaron las listas completas de DETENIDOS? ¿Cuáles han sido las víctimas del EXCESO DE REPRESIÓN al que se refirió el Sr. Presidente?.
"No soportamos ya la más cruel de las torturas para una madre, la INCERTIDUMBRE sobre el destino de sus hijos. Pedimos para ellos un proceso legal y que sea así probada su culpabilidad o inocencia y, en consecuencia, juzgados o liberados.
"Hemos agotado todos los medios para llegar a LA VERDAD, por eso hoy públicamente, requerimos la ayuda de los hombres de bien que realmente AMEN LA VERDAD Y LA PAZ, Y DE TODOS AQUELLOS QUE AUTÉNTICAMENTE CREEN EN DIOS Y EN EL JUICIO FINAL, DEL QUE NADIE PODRA EVADIRSE." (cuya copia obra a fs. 92 del legajo n° 18 mencionado).
Como ya se adelantara, el secuestro de los integrantes del grupo de familiares que se reunía habitualmente en la Iglesia de la Santa Cruz se desarrolló en cuatro procedimientos diferentes; los cuales ocurrieron el 8 y el 10 de diciembre de 1.977 y que fueron legalmente acreditados con los testimonios rendidos y las demás constancias incorporadas por lectura al debate, analizados a la luz de la sana critica.
De esta manera y siguiendo un orden cronológico se tuvo por probado que el 8 de diciembre de 1.977, en horas de la mañana, un grupo de miembros de UT 3.3.2 privaron ilegítimamente de su libertad, con violencia, a Remo Carlos Berardo, en ocasión en que éste se hallaba en su domicilio, sito en Magallanes 889, piso 1º, de esta ciudad; al que arribó, minutos antes, junto con la cautiva Silvia Labayrú, quien había sido obligada a tal faena por el citado grupo de tareas.
Para tal cometido, se presentaron soldados vestidos de fajina, en tres camionetas particulares, tipo ñete, una de las que estacionó de contramano en la puerta del local de arte del damnificado, que se encontraba ubicado en la planta baja de la vivienda, cuya entrada estaba contigua al ingreso de ésta; mientras que otros se hallaban, munidos de ametralladoras, sobre los techos del domicilio. Que, a los cinco minutos de ingresar aquéllos en la vivienda bajaron a Berardo y a Labayrú, con sus manos atadas y los arrojaron dentro de uno de los vehículos.
Asimismo, se tuvo por probado que ese dia, mas tarde, un grupo de personas pertenecientes a dicha unidad de tareas se presentó en el Bar "Comet", sito en la esquina de las avenidas Paseo Colón y Belgrano, de esta ciudad, privando ilegítimamente de su libertad a Horacio Aníbal Elbert y Julio Fondovila. Que para ello también se valieron de la cautiva Labayrú, obligándola a permanecer sentada en una de las mesas del comercio.
Que una vez arribados Elbert y Fondovila, los integrantes del grupo de tareas se precipitaron salvajemente, provistos de escopetas y armas largas, sobre la mesa en la que se ubicaron.
Posteriormente y en esa fecha, siendo entre las 20:00 y 20:30, aproximadamente, integrantes de ese grupo de tareas privaron ilegítimamente de la libertad, en las inmediaciones de la puerta de acceso de la Iglesia de la Santa Cruz, sita en Estados Unidos, entre Carlos Calvo y Urquiza, de esta ciudad, a Alice Anne Marie Jeanne Domon, Angela Auad, María Ester Ballestrino de Careaga, Raquel Bullit, Eduardo Gabriel Horane, Patricia Cristina Oviedo y Maria Eugenia Ponce de Bianco.
Dichas privaciones se produjeron al concluir un encuentro de madres, familiares y allegados de "desaparecidos", quienes se congregaban habitualmente en dicho lugar con el fin de organizarse en la búsqueda de sus seres queridos, "desaparecidos" como consecuencia del Proceso de Reorganización Nacional y, ese día, en particular, reunidos con el objeto de culminar con la recolección de los fondos necesarios para abonar la solicitada ut supra citada, que sería publicada en un matutino el 10 de diciembre de 1.977,
Asimismo, se tuvo por probado que ese dia entre los asistentes del grupo de familiares se encontraba el oficial infiltrado de la UT, quien, minutos antes del inicio del operativo, se despidió del lugar con premura, previo indicar, mediante gestos de saludo, quienes debían ser aprehendidos.
Así, en primer lugar, egresaron de la iglesia Horane, Ponce de Bianco, Ballestrino de Careaga, Oviedo y Bullit y, posteriormente, el grupo constituido por Domon y Auad,
Una vez en la vereda, la hermana Domon y Angela Auad fueron identificadas por una persona vestida de civil que portaba un transmisor en la mano, quien las señaló y ordenó su detención; siendo introducidas, por la fuerza, por integrantes de la unidad de tareas, dentro de uno de los ocho o diez automóviles que permanecían estacionados en la cuadra de la iglesia.
Que en dichos vehículos también fueron introducidos de similar manera Eduardo Horane, Maria Eugenia Ponce de Bianco, Ester Ballestrino de Careaga, Patricia Oviedo y Raquel Bullit.
También el Tribunal pudo acreditar que el 10 de diciembre de 1.977, en horas de la mañana, fue secuestrada Azucena Villaflor de De Vincenti, en ocasión en que salía de su vivienda, sita en Crámer 117, Sarandí, Avellaneda, provincia de Buenos Aires, con el fin de realizar unas compras.
Ese mismo día, a las 11:00 hs., aproximadamente, se presentaron cuatro hombres vestidos de civil, a bordo de un automóvil particular, en la vivienda contigua a la Parroquia San Pablo, sita en Espora al 1.200, de la localidad de Ramos Mejia, provincia de Buenos Aires y tras dialogar con la hermana Renee Leonnié Henriette Duquet ingresaron, sin ninguna violencia, a su domicilio, del que luego partieron junto a la nombrada, introduciéndola en el asiento trasero del vehículo, entre dos de ellos.
Asimismo, se demostró que todas las víctimas fueron posteriormente conducidas a la ESMA, donde permanecieron cautivas y fueron sometidas a sufrimientos físicos y psicológicos destinados a obtener información como a otros derivados de las condiciones inhumanas de cautiverio; siendo alojados en "Capucha" y "Capuchita".
También se tuvo por acreditado que integrantes de la unidad de tareas, con el objeto de ocultar su accionar y verse libres de la responsabilidad internacional que el caso comenzaba a aparejar, sumado a la intervención del gobierno francés para el esclarecimiento de los hechos y la presión de organismos internacionales, montaron una puesta en escena destinada a hacer creer a la población y al mundo que los secuestros en cuestión, en particular de las religiosas francesas, debían adjudicarse a la Organización "Montoneros".
Asimismo, esta teatralización le permitía encubrir el lugar real de detención ilegal y entorpecer las posibilidades de ser localizadas. Que para tal cometido, las hermanas Domon y Duquet fueron constreñidas a participar en una producción fotográfica en el "Sótano" de la ESMA, para la cual las obligaron a ubicarse delante de un afiche de dicha organización, confeccionado por otro de los cautivos de ese centro clandestino de detención; como también, a la primera de ellas, a escribir una misiva dirigida al Reverendo Guyot, Superior de la Congregación Religiosa a la que pertenecía. Que en dicho escrito, en el que manifestaba ser prisionera de un grupo disidente del gobierno de Rafael Videla, la religiosa solicitaba que hiciera presión para obtener la libertad de veinte prisioneros políticos.
Además, en el marco de esa simulación, integrantes de la unidad de tareas, confeccionaron un comunicado de prensa dirigido a la agencia de noticias "France Press", fechado el 15 de diciembre de 1.977, y rubricado por la Organización "Montoneros", en el que dicha organización se adjudicaba la detención de las religiosas francesas Domon y Duquet, con el objeto de lograr el cumplimiento de una serie de objetivos, que incluía la liberación de veintiún personalidades vinculadas a la política.
El mismo rezaba "Buenos Aires, 15 de diciembre de 1.977. AL PUEBLO ARGENTINO: En los días 8 y 10 del corriente mes, los pelotones de combate "Julio Roqué" y "Sabino Navarro" del Ejército Montonero, han procedido a la detención de Alicia Domon y Leonia Duquet respectivamente, ambas religiosas pertenecientes a Las Misiones extranjeras Francesas de Toulouse de la Iglesia Católica. Dicha detención tiene como objeto: 1) Obtener de la Iglesia Católica la emisión de un comunicado público de total repudio al régimen dictatorial del General Videla; 2) Solicitar al Gobierno Francés una nota del mismo tenor y la concesión de asilo de todos los perseguidos políticos por la dictadura fascista que reina en la Argentina; 3) Hacer conocer a la opinión pública internacional la actual situación que vive la República Argentina para que de esta manera exijan a la Junta Militar la presentación ante a la ONU, de un amplio informe sobre el estado de los detenidos, desaparecidos y secuestrados en el que conste su condición legal, física y psíquica; 4) La liberación antes del 24 de diciembre del corriente año de las siguientes personalidades (...). Las sitadas religiosas serán liberadas una vez cumplimentados nuestros requerimientos por parte de la Iglesia Católica el Gobierno Francés y La Junta Militar. LIBERACIÓN O DEPENDENCIA. PATRIO O MUERTE. VENCEREMOS. MONTONEROS" -sic- (fs. 52/53 del legajo n° 18 citado).
Fue así que, con posterioridad, la Dirección de Prensa de la Presidencia de la Nación divulgó un comunicado, de fecha 17 de diciembre de 1.977, emitido por el Comando Militar de la Zona T del Ejército, el cual fue reproducido, el 18 del mismo mes y año, por los diarios "Clarín" y "La Nación". En él informaba a la población que "la banda de delincuentes subversivos montoneros, por medio de un comunicado dirigido a la agencia France Presse y recibido en el día de la fecha, se atribu(ía) la autoría del secuestro de las dos religiosas Alice Domon y Leonia Duquet, ambas pertenecientes a las misiones extranjeras francesas de Toulouse de la Iglesia Católica, con la intención de usar este hecho para exigir los siguientes cuatro puntos: 1°) Obtener de la Iglesia Católica un documento de repudio al gobierno; 2°) obtener del gobierno francés una declaración de igual tenor y la concesión de asilo a los perseguidos políticos; 3°) obtener de la Junta Militar un documento para conocimiento de la opinión pública internacional y ONU de la situación de los detenidos y desaparecidos; 4°) obtener la libertad de 21 delincuentes subversivos" (sic). Además, dichos matutinos hacían saber que el gobierno nacional, "frente a la desaparición de un grupo de personas, entre ellas, dos religiosas", había expresado, aquel 17 de diciembre, "su vivo y categórico repudio a todo intento perturbador de la paz y tranquilidad de los argentinos", reafirmando "su inquebrantable decisión de erradicar todas las manifestaciones disociadoras de la comunidad nacional y rechaza(ndo) el incalificable propósito de generar enfrentamientos con otros países, con instituciones religiosas y con familias asoladas por la violencia extremista" (al respecto ver fs. 4 y 4 vta, del legajo 18, recortes periodísticos de los matutinos "La Nación" y "Clarín", titulados "Los montoneros secuestraron a las religiosas francesas" e "Informó el Ejército que la subversión secuestró a las religiosas francesas", respectivamente).
Además, podemos afirmar que pasado un año de los acontecimientos bajo examen, continuaban realizándose, dentro de la ESMA, tareas de contrainteligencia, con el objeto de desvirtuar la circunstancia de que las víctimas hubieran estado allí cautivas.
Por último, se tuvo por probado que los integrantes de ese grupo permanecieron cautivos en la ESMA, y fueron "trasladados" entre el 14 -fecha en la que se tomó la foto obrante a fs. 57 del legajo n° 18 citado y a la cautiva Domon se la obligó a confeccionar la carta al Superior de su Orden- y el 20 de diciembre de 1.977 -fecha en la que se encontraron los primeros restos humanos. Dichos "traslados" consistieron en el egreso del secuestrado del centro clandestino para su asesinato, previa aplicación, de un fármaco adormecedor y su posterior conducción hasta aviones, desde donde se los arrojó al mar. Esta maniobra recibió la denominación de "vuelos de la muerte".
Como consecuencia de dicho procedimiento, fueron arrastrados por el mar, a las costas de los balnearios bonaerenses de Santa Teresita y San Bernardo, entre otros, ubicados en el Partido de General Lavalle (hoy Partido de la Costa), restos humanos que, a la postre, pudo determinarse pertenecían a Léonie Duquet, Azucena Villaflor de De Vincenti, Maria Eugenia Ponce de Bianco, Angela Auad y Ester Ballestrino de Careaga.
Que dichos restos que, en aquel entonces, fueron inhumados como N.N. en el cementerio de dicha localidad, permanecieron en el anonimato por espacio de casi treinta años, hasta que por la labor del Equipo Argentino de Antropología Forense fueron recuperados, entre diciembre de 2.004 y enero de 2.005, y nomenclados con las siguientes siglas: GL-B-2-17, GL-B-2-18, GL-B-2-19, GL-B-2-20 y GL-B-2-23; siendo, posteriormente, identificados mediante estudios genéticos realizados por el Laboratorio de Inmunogenética y Diagnóstico Molecular -LIDMO- (al respecto, fs. 61/70, 285/92, 293/300, 312/22 y 457/67 del legajo n° 111 citado y fs. 1104/1114 del legajo n° 1, ambos de la Cámara Nacional en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal).
Conforme surge de los registros de aquella necrópolis, por cada uno de estos hallazgos, en aquel 1.977, se labraron actuaciones judiciales.
Así, bajo el n° 44.216, el Juzgado en lo Penal n° 1 de Dolores, provincia de Buenos Aires, instruyó acerca del hallazgo de restos humanos, el 20 de diciembre de 1.977, en el balneario de Santa Teresita, sobre la costanera, a la altura de la calle 46 (ver al respecto fs, 1, 2 de la citada causa, la que se encuentra reservada en Secretaría),
Siendo ello así, cabe agregar que, conforme surgió del debate, las víctimas sufrieron fracturas óseas de extrema gravedad ocasionadas por el choque o golpe contra una superficie dura, las cuales eran propias de una caída al vacio desde una altura considerable y de su impacto contra el mar.
Para una mayor comprensión, podemos afirmar que los restos mortales de Angela Auad fueron identificados, el 12 de noviembre de 2.004, por el Laboratorio de Investigaciones Necropapiloscópicas de la Policía de la provincia de Buenos Aies (Cf. fs. 246/252 del Legajo n° 111, caratulado: "Cementerio Municipal de General Lavalle (Bs. As.)" y, genéticamente, por el Laboratorio de Inmunogenética y Diagnóstico Molecular (LIDMO), el 21 de julio de 2.005 (Cf. fs. 457/467 del mencionado legajo); mientras que los de Esther Ballestrino de Careaga y Maria Eugenia Ponce de Bianco lo fueron el 16 de abril de 2.005 y los de Azucena Villaflor de De Vincenti, el 13 de mayo de ese año (Cf. Informes del LIDMO agregados a fs. 285/292, 293/300 y 312/322 del mencionado legado).
La identificación genética de los restos de Leonnié Duquet fue realizada, el 20 de julio de 2.005, por el LIDMO (fs. 1.104/1.114 del legajo n° 1 de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, caratulado "Inc. de búsqueda e identificación de Alice Domon y otros").
Como consecuencia de ello, el 7 de julio de 2.005, la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, resolvió declarar que las personas de sexo femenino, cuyos fallecimientos fueran inscriptos el 22 de diciembre de 1.977, mediante acta n° 174, ese mismo día mediante acta n° 175 y el 29 de ese mes y año, en el acta n° 179, todas del Registro Provincial de las Personas, Delegación General Lavalle, provincia de Buenos Aires, e inhumadas en las sepulturas 1 8 del Sector B, Cuadro 3 -ex 2-, 19 del Sector B, Cuadro 3 -ex 2- y 23 del Sector B, Cuadro 3 -ex 2- del Cementerio Municipal de aquella localidad, son Azucena Villaflor de De Vincenti, María Eugenia Ponce de Bianco y Ester Ballestrino de Careaga, respectivamente; disponiendo la rectificación de las partidas de defunción correspondientes y ordenando, por un lado, se consigne como fecha de fallecimiento el 21 de diciembre de 1.977 y, por el otro, la entrega a los familiares interesados de dichos restos (ver fs. 436/441 y 560/562 y copias de partidas de defunción rectificadas de fs. 511/512, 513/514, 515/516, 633/634, 635/636 y 637/638, todo del legajo n° 111 citado).
Asimismo, dicho órgano jurisdiccional resolvió el 14 de septiembre de 2.005, declarar que la persona de sexo femenino cuyo fallecimiento fuera inscripto mediante acta n° 173 de 1.977, de aquella delegación del Registro Provincial de las Personas e inhumada en la sepultura 20 del Sector B, Cuadro 3 -ex 2- de la necrópolis citada, es Angela Auad; ordenando que se consigne como fecha de fallecimiento el 21 de diciembre de 1.977, la rectificación de la partida de defunción mencionada y la entrega de los restos a los familiares interesados (ver fs. 560/562 y copia de acta de defunción rectificada de fs. 639/640, todo del legajo n° 111 referido).
El mismo temperamento adoptó aquel cuerpo colegiado, al disponer, el 29 de agosto de 2.005, declarar que la persona de sexo femenino cuyo fallecimiento fuera inscripto el 22 de diciembre de 1.977, mediante acta de defunción n° 171, de 1.977, del Registro Provincial de las Personas, Delegación General Lavalle, provincia de Buenos Aires, e inhumada como N.N. masculino en la sepultura 17, del Sector B del cementerio municipal de dicha localidad, es Leonnié Duquet, la rectificación de la partida de defunción citada y la entrega a los familiares interesados o a sus representantes legales (fs. 1.120/1.122 y copia de la partida de defunción rectificada de fs. 1.166/7, todo del legajo n° 1 citado).
Finalmente, por voluntad de los deudos, los restos de las señoras Ester Ballestrino de Careaga, María Eugenia Ponce de Bianco y Angela Auad fueron sepultados en los jardines de la Iglesia de la Santa Cruz, mientras que los de la señora Azucena Villaflor de De Vincenti descansan en la Plaza de Mayo (decreto n° 1.075 del 20 de julio de 2,005 del gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, publicado en el Boletín Oficial de dicha ciudad el 28 de ese mes y año -fs, 593 del legajo n° 111),
Ahora bien, lo antedicho ha quedado acreditado con el grado de certeza requerido a partir de valorar los distintos testimonios vertidos en el debate, como aquéllos que se han incorporado por lectura, junto a las innumerables constancias documentales agregadas a la causa.
En efecto, con relación al operativo de secuestro de Remo Berardo son contundentes los dichos vertidos en el debate por Eustacio Galeano, quien relató que en 1.977 la víctima vivía arriba del local que tenía en la calle Magallanes, de esta ciudad; que en la entrada de éste estaba la sala de arte, a la derecha, una trastienda y a la izquierda, el taller de marcos. Que el fondo daba al patio de la casa y que para ingresar a ésta habia una puerta contigua a la entrada del local. Agregó que en el transcurso de la mañana de un dia de diciembre de ese año, mientras se encontraba en el local, acompañado de una dienta, Lita Schuster, de su marido y de Filomena Maio, pasó Berardo acompañado por una mujer joven que lucía un vestido de color blanco e ingresaron a la vivienda.
Recordó que a los dos o tres minutos aparecieron tres camionetas particulares, tipo flete, parando una de ellas, de contramano, frente a la puerta del local y las otras frente a la calle Garibaldi; de las que descendieron soldados de fajina, quienes, apuntándole con una ametralladora en la nariz, lo exhortaron a que se meta adentro.
Agregó que luego de cinco minutos bajaron a Berardo y a la joven que lo acompañaba atados por las manos y los tiraron dentro de uno de los vehículos y que habia personas con ametralladoras sobre los techos. Por último, memoró que cuando se retiraron del lugar, ingresó a la vivienda de Remo, pudiendo observar que estaba todo revuelto.
Asimismo, dió cuenta del procedimiento la testigo Silvia Labayrú, quien recordó que en el operativo de la casa de La Boca se encontraba Berardo y que le anunciaron "que se va a producir el secuestro de todos los que estábamos allí". Asimismo, la testigo afirmó haber visto al damnificado en el interior del mencionado centro clandestino de detención.
El relato de la nombrada permite, además, acreditar que era ella la joven mujer a la que hace referencia el testigo Galeano. La UT secuestró a Berardo y, una vez que obtuvo la información del punto de encuentro con Elbert y Fondovila, se dirigieron hacia allí, que era el bar "Comet", donde aprehendieron a los nombrados. Silvia Labayrú, que fue obligada a participar de ambos operativos, señaló que después del episodio del bar la volvieron a llevar a la ESMA; lo que indicaría que este procedimiento fue posterior al de Remo Berardo y que la UT supo de la cita en el mencionado comercio gracias a la aprehensión de Berardo.
El testigo Goñi Marenco aseveró que Elbert y Fondovila le dijeron que estaban colaborando con las "Madres", para la publicación de una solicitada. Que el jueves 8 de diciembre lo llamaron con el fin de acercarle una gacetilla sobre lo que pasaba en la Argentina, para repartir en los medios. Que arreglaron para encontrarse, ese dia, en dicho bar, toda vez que también pensaban dejar un ejemplar en el "United Press". Memoró que ese día no recibió ningún llamado para confirmar la cita, circunstancia que no le sorprendió.
Por su parte, Nélida Fiordeliza de Chidichimo recordó, con relación a Remo Berardo, que solamente era un colaborador, sin formar parte del grupo y que sabía que lo habían ido a buscar a otro lugar, ya que no estaba con ellos el dia del hecho acaecido en la iglesia de la Santa Cruz.
Como conclusión cabe señalar que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden al Tribunal de lo afirmado al inicio respecto del tópico examinado.
De la privación ilegítima de la libertad de Horacio Elbert y Julio Fondovila, dio cuenta en el debate Silvia Labayrú quien relató que dicho operativo lo conocía de primera mano, pues habia sido llevada por el GT al bar y obligada a permanecer sentada en una de las mesas. Agregó que le advirtieron que llegaría un grupo de personas y que los secuestrarían a todos; cosa que, recordó, finalmente ocurrió de manera salvaje, pues se precipitaron, munidos de escopetas y armas largas, sobre dichos sujetos que se encontraban en una de las mesas. Al respecto, explicó que en ese momento sintió que la estaban secuestrando otra vez.
La testigo memoró que el grupo que se secuestró estaba integrado por cuatro hombres, reconociendo a uno de ellos como de baja estatura, rubio o pelirrojo, delgado, de unos treinta años y cuyo nombre dijo era Elbert, Señaló que finalizado el operativo fue conducida nuevamente a la ESMA y que en ese lugar vio con segundad a Fondovila y a Elbert,
Por su parte, Nora Elbert, hermana de Horacio Aníbal Elbert, expresó que el 9 de diciembre de 1,977, en horas de la mañana y en oportunidad en que se comunicó en forma telefónica con el domicilio de sus padres, su madre, llorando, le hizo saber que en la madrugada de ese día hubo un allanamiento en su domicilio por parte de un grupo armado de personas, quienes ingresando por los techos de la vivienda, preguntaron en todo momento por Horacio, retirándose luego, previo sustraer un encendedor muy preciado por su padre. Señaló que luego de ello no volvieron a ver a Horacio, como consecuencia de lo que su padre interpuso un habeas corpus en su favor.
Manifestó, además, que en una oportunidad, Horacio le comentó que con el objeto de averiguar sobre el paradero de varios compañeros desaparecidos, se acercó al diario "Buenos Aires Herald", donde fue recibido por el director y el periodista Uki Goñi. Allí atendían a las madres y a los familiares de los desaparecidos.
Asimismo, tomó conocimiento a través de la victima, de que estaban por publicar una carta pidiendo el esclarecimiento de la desaparición de una gran cantidad de personas.
Posteriormente, la testigo Elbert relató que su hermano era delgado, de estatura mediana o baja para ser varón, de tez blanca, ojos celestes y cabellos rojizos enrulados, aunque para la época en que fue secuestrado estaba casi calvo.
Así también, recordó que la última vez que lo vio fue el 6 de diciembre de 1.977, en oportunidad en que por el cumpleaños de su progenitora fueron a comer todos juntos. Agregó que tiempo después, y a través del testimonio de Silvia Labayrú ante la CONADEP, tomó conocimiento de que hubo dos allanamientos simultáneos, uno en la Iglesia Santa Cruz y otro en el bar "Comet", ubicado en la intersección de la avenida Belgrano y Colón, de esta ciudad. Que su hermano fue secuestrado en dicho bar, mientras se hallaba junto a Julio Fondovila, padre de un secuestrado.
Por otra parte, Nora Elbert expresó que en 1.975 hubo un allanamiento en su domicilio del barrio de La Paternal, en el que irrumpieron cinco individuos vestidos de uniforme color verde oliva y la interrogaron en relación a su hermano, quien ya no vivía en la casa familiar. Afuera pudo ver estacionado un automóvil marca "Ford" modelo "Falcon" de aquel color.
Por último, manifestó enterarse, tiempo después, que alrededor del 8 o 9 de diciembre, con posterioridad al secuestro de Horacio, hubo también un allanamiento en la casa de su tía Mercedes, ubicada en el barrio porteño de Primera Junta, Que estaban en ese momento sus primos Marcela y Víctor -de diez y doce años de edad, aproximadamente- y su sobrina Ana, dejada en la vivienda por su madre, quien se hallaba buscando desesperadamente a Horacio.
Goñi Marenco recordó, entre otros, a Elbert y a Fondovila, quien, señaló, estaba siempre con aquél. Explicó que concurrían a la redacción del "Herald" con mucho miedo. Al respecto, manifestó que el primero de los nombrados le solicitó reunirse en otro lugar, fuera del diario, ya que se sentían vigilados. Que por ello, adquirieron la modalidad de encontrarse en el bar "Comet", que estaba ubicado a una cuadra y media del periódico, previo comunicarse telefónicamente. Agregó que, por el mismo temor, algunas veces lo llamaban desde el teléfono público ubicado en dicho comercio.
El testigo declaró, como ya se señalara, que le dijeron que estaban colaborando con las "Madres", para la publicación de una solicitada. Que el jueves 8 de diciembre lo llamaron con el fin de acercarle una gacetilla sobre lo que pasaba en la Argentina, para repartir en los medios. Que arreglaron para encontrarse, ese dia, en dicho bar, toda vez que también pensaban dejar un ejemplar en el "United Press". Memoró que ese día no recibió ningún llamado para confirmar la cita, cosa que no le sorprendió.
Por último, adujo que supo por Mastrogiácomo que Elbert y Fondovila se reunirían en el centro para llevar la gacetilla a los medios de comunicación extranjeros.
Como conclusión, cabe agregar que la uniformidad de los testimonios permiten tener por probado los hechos conforme fueran descriptos al inicio de este acápite con relación a los damnificados. En efecto, la prueba rendida permite aseverar que la reunión que éstos habían acordado con Goñi, no pudo concretarse en virtud de que inmediatamente de su ingreso al comercio fueron brutalmente interceptados por los miembros de la UT.
Por otro lado, los sucesos acaecidos en la Iglesia de la Santa Cruz fueron demostrados con el grado de certeza requerido para esta etapa procesal a partir de los distintos testimonios brindados en el debate y aquellos que fueron incorporados por lectura,
Al respecto, la Sra. Nelida Fiordeliza de Chidichimo manifestó en el juicio oral que su hijo Ricardo Darío se encontraba desaparecido desde el 20 de noviembre de 1.976. Que esa noche él regresó de un casamiento a las tres y media de la mañana, aproximadamente, en el auto de su padre y al llegar a su domicilio comenzaron a escuchar ruidos, ingresando personas del Ejército y de la policía de Ramos Mejía.
Declaró que como consecuencia de ello comenzó a reunirse, en distintas parroquias en que se lo permitían, con otras personas que se encontraban en iguales condiciones y con el único objeto de averiguar acerca del paradero de sus familiares. Asimismo, agregó que los jueves se congregaban en la Plaza de Mayo como también en cualquier confitería para dilucidar qué podían hacer al respecto.
Expresó que las reuniones en la Iglesia se realizaban generalmente los jueves o cada quince días; que cuando tenían muchas temas que tratar lo hacían más seguido y que ella solía ir a casi todos los encuentros.
Manifestó haber conocido en dichas oportunidades a Ester Careaga, Alice Domon, Raquel Bullit, Angela Auad, Patricia Oviedo y Maria Eugenia Ponce de Bianco, quienes, agregó, fueron secuestradas el 8 de diciembre de 1.977 en las mismas circunstancias y luego aparecieron muertas, como consecuencia de haber sido arrojadas desde un avión. Respecto de Reneé Leonnié Duquet manifestó que sabia que estaba en un convento de la localidad de Ramos Mejía, aunque adujo no haberla conocido.
La testigo también recordó que, en mayo o junio de 1.977, aproximadamente, mantuvieron algunos miembros del grupo una entrevista con el señor Harguindeguy, a la que ella no pudo asistir porque estaba enferma. Agregó que éste les manifestó que no se podían reunir en la Plaza de Mayo porque el país se encontraba en estado de sitio, que no se preocuparan por sus hijos, ya que eran jóvenes que seguramente se habían ido con alguna chica y que confíen en él. Que luego de un cruce de palabras el mencionado finalizó la reunión intempestivamente, agregando la testigo Fiordeliza de Chidichimo que si bien no las había tratado mal, no les brindó explicación alguna relativa a lo que a ellas le interesaba.
Expresó que con posterioridad a esta cita comenzaron a sufrir amenazas casi todos los días, generalmente de madrugada, ya sea personalmente o por teléfono, manifestándoles que las iban a tirar de cabeza al río.
La testigo declaró que los familiares, antes del 8 de diciembre, habían sufrido un intento de secuestro en la plaza de Morón, momento en el que se encontraba el oficial infiltrado, quien decia ser "Gustavo Niño", junto con quien se hacía pasar por su hermana. Adujo al respecto que como ellas gritaron delante del cura y había gran cantidad de gente no se llevaron a nadie.
Relató que aquél estaba en todas partes, que siempre tenía buenos modos y una cara tan juvenil que nadie podia pensar que los estaba traicionando.
Expresó que el dia de los sucesos acaecidos en Santa Cruz, Gustavo Niño manifestó que sólo tenía doscientos pesos, equivalentes a 10 pesos actuales, motivo por el cual decidió regresar a su domicilio a buscar más dinero; manifestando la testigo que trató de persuadirlo de que lo trajera al dia siguiente, a lo que le respondió negativamente y le dio un beso, el cual, posteriormente, negó.
La testigo Fiordeliza de Chidichimo recordó que para el 8 de diciembre de 1.977 tenia 56 años y que pudo ver como se llevaban a Alice Domon. Manifestó que ese dia no concurrió a la misa porque estaban reunidas en la parte de atrás, que entró a la ceremonia cuando estaba terminando, que había mucha gente en la iglesia porque se celebraba la primera comunión de los chicos y que cuando ocurrió el secuestro de la nombrada la gente todavía estaba dentro de la parroquia, cerca de la Sacristía, razón por la que desconocía si existían otros testigos del hecho.Narró que ese día mantuvo un diálogo con sor Alice, quien con esperanza le manifestó que para el 24 de diciembre todos nuestros familiares iban a aparecer.También recordó que cuando egresaba de la parroquia con las señoras de Cerrutti y de Neuhaus, escuchó corridas y gritos. Que a María del Rosario (Carballeda de Cerrutti), quien se había adelantado, se la querían llevar, pero que dicho cometido se vio truncado al aferrarse a las rejas de la entrada; adunó que esa circunstancia se la comentó a la señora de Neuhaus, quien se acercó y al preguntar acerca del motivo de la detención, un hombre vestido con ropa de fajina, es decir, con un mameluco manchado para pasar inadvertido, le manifestó que era por drogas.Asimismo, continúo relatando que cuando volvió a ingresar a la parroquia pudo ver que se llevaban a la hermana Alice, que la tenían agarrada, no observando si la pusieron en un auto. Posteriormente, corrieron todos para la iglesia y si bien querían gritar lo sucedido tuvieron miedo porque estaban completamente rodeados.
Manifestó que no vio automóviles en doble fila, porque estaba en el interior de la parroquia y que se quedaron ahí a la espera de un taxi, ya que desconocían lo que estaba sucediendo, si continuaban en el lugar o si querían llevarse más personas. Explicó que esa noche secuestraron a once personas.
Por otra parte, la Sra. Fiordeliza de Chidichimo relató que María del Rosario las dejo en el barrio de Once y que ella se fue a lo del Dr. Mignone para contarle lo sucedido.
Asimismo, recordó que todos tenían mucha pena porque creían que también se habían llevado a "Gustavo Niño", quien, refirió la testigo, fue quien los entregó. Agregó que con posterioridad, mientras se encontraban en una confitería, sita en la intersección de Avenida de Mayo y Florida, ingresó la señora de Neuhaus, nerviosa, refiriendo que se había encontrado a "Gustavo" a dos cuadras de allí, quien estaba interesado en hablar con ella, a lo que le respondió que se fuera porque estaban rodeados. Que todas las que se encontraban en la confitería se desparramaron, cada una regresó a sus domicilios, y no volvieron a ver por un tiempo al oficial infiltrado.
Agregó, Fiordeliza de Chidichimo, que ese dia aquél preguntó insistentemente por Azucena, aduciendo la testigo que el objetivo era llevársela y que por eso el 10 de diciembre la secuestran. Expresó que Azucena era una persona maravillosa, que no se imponía pero cuando hablaba todos la escuchaban, que no tenía ego, ni vanidad y que sólo luchaba por su hijo.
Respecto del secuestro de Azucena Villaflor, indicó que se enteró del suceso mediante un llamado telefónico, no recordando su interlocutor, en el que le hicieron saber que en momentos en que la nombrada salió a comprar pescado fue interceptada por un automóvil y que a pesar de la ayuda que intentó brindarle un colectivero, se la llevaron.
Señaló que el 8 de diciembre también vio en Santa Cruz a Esther Careaga, Raquel Bullit, Angela Auad, Patricia Oviedo y Ponce de Bianco y que Azucena no asistió porque concurrió a otra parroquia.
Por otra parte, declaró la testigo que la solicitada comenzaron a gestarla en reuniones que se llevaron a cabo en confiterías y casas de familia, que habia mucha gente que colaboraba y recordó, en particular, a un matrimonio que siempre concurría a la iglesia Santa Cruz para ayudarlos, que era ajeno al movimiento y que el dia de los hechos fue secuestrado y liberado esa misma noche. Agregó que con la solicitada buscaban que la gente común supiera lo que estaba sucediendo en el país.
Con relación al dinero que juntaron aquel dia, mucho se lo llevaron, les quedó muy poco, razón por la que la jornada siguiente empezaron a recaudar a las cinco de la madrugada.
Asi también, recordó que la otra monja secuestrada nunca fue a la Iglesia Santa Cruz y que su secuestro se debió a que vivía junto a la hermana Alice.
Por otra parte, la testigo Fiordeliza de Chidichimo reconoció entre las fotografías tomadas en la Iglesia de Santa Cruz, que le fueron exhibidas, el lugar donde vio y fue secuestrada la hermana Alice Domon; señalando que se encontraba de espaldas a la Sacristía; como también las rejas de entrada de las que se aferró María del Rosario Carballeda de Cerrutti cuando intentaron llevársela (fotos individualizadas con los números 4 y 5, reservadas en la Secretaría del Tribunal, en la Caja n° 16).
La Sra. Fiordeliza de Chidichimo relató que su hijo era licenciado en metodología, que estudiaba y trabajaba, que participaba en la comisión de la Facultad de Ciencias Exactas y que esa era su única actividad relacionada con la política, a la que no le dedicaba mucho tiempo porque no lo tenía. Que los sábados iba al fútbol con su padre y luego volvía a estudiar, que estaba casado hacía un año y medio y tenia una bebita de nueve meses.
Por último, declaró la Sra, de Chidichimo que por la desaparición de su hijo interpuso, además, entre siete u ocho habeas corpus, los cuales arrojaron resultado negativo.
Aída Bogo de Sarti, a su turno, memoró que el 8 de diciembre fueron con Azucena después de la Plaza, a la Iglesia Betania, donde, además, estaban Nora y Lidia Orfanó y que pensaban adonde se esconderían "sí salía bien". Manifestó que luego se fue a su casa y la primera de las nombradas a lo del Dr. Emilio Mignone, Agregó que a eso de las 23:00 arribó al domicilio de Azucena con todos los papeles que se firmaron, entregándole ésta una poesía a cada una de las madres que se encontraban allí e indicándole que si alguien venía se tirara al suelo. Señaló la testigo, que, ante esto, le preguntó acerca de que nos iba a suceder y que ella, explicó, que sabia que la iban a llevar, les contestó "si yo falto, ustedes sigan". Asimismo, recordó que Azucena le encomendó que le avisara a la familia Careaga que se habían llevado a su madre.
Bogo de Sarti, continúo relatando que el 9 de diciembre le tocó quedarse de guardia en las oficinas del matutino "La Nación" de la calle Florida, de esta ciudad, que estaba sola y a las 16:30 aparecieron todas las firmas. Señaló que en ese momento tuvieron el primer contratiempo, que las firmas estaban manuscritas y no lo querían asi, y que el marido de Nora hizo posible que se transcribieran a máquina.
Adujo que luego de ello, siguió el problema de las monedas y de la falta de dinero como consecuencia de la sustracción por parte del grupo de tareas que participó del operativo de la Santa Cruz y lo que debía traer la hermana Alice, que, recordó, en ese momento, "ya no estaba". Al respecto, indicó que por falta de dinero, perdieron un tercio de página y firmas.
Por último, la testigo Bogo de Sarti, al serles exhibidas en el debate, reconoció la solicitada obrante a fs. 92 y la fotografía de fs. 57, agregadas en el legajo n° 18 mencionado. Al respecto, aseveró que la mujer de la izquierda era Alice quien, dijo, estaba entre las madres, a diferencia de Leonnié, que, indicó, era la otra mujer de la foto.
Por su parte, Ester Careaga declaró que el 13 de septiembre 1.976 secuestraron al marido de su hermana Mabel, Carlos Manuel Cuevas, alias "Pancho" y que, como consecuencia de ello, su madre, María Ester Ballestrino de Careaga, comenzó a acompañar a la progenitora de éste en la realización de diferentes trámites para averiguar sobre su paradero. En tal cometido, expresó la testigo, se dirigieron a los distintos ministerios, a cuarteles, iglesias y comisarías e hicieron todo lo que en ese momento se acostumbraba hacer para saber el destino de los "desaparecidos". Asimismo, recordó que comenzaron a reunirse con otras madres que estaban en la misma situación, gestando el movimiento de "Madres de Plaza de Mayo", el cual nació como una necesidad de las personas que individualmente no obtenían resultados positivos ante las búsquedas.
Declaró que el 13 de junio de 1.977 secuestraron a su hermana menor, Ana Maria, quien tenía 16 años y estaba embarazada de tres meses; que a partir de ello su madre empezó a dedicarse completamente a dicho movimiento. Explicó que sus integrantes realizaban variadas actividades para averiguar el paradero de sus seres queridos, que volvieron a concurrir a los ministerios, las iglesias, los cuarteles y las comisarías y que interpusieron denuncias internacionales.
Asimismo, recordó que en tal cometido tenían planeado publicar, el 10 de diciembre, Dia Internacional de los Derechos Humanos, en el matutino "La Nación", una solicitada, la cual titularían "Por una navidad en paz queremos saber la verdad ". Para ello, señaló, estaban avocadas en juntar firmas y dinero y se reunieron el 8 de diciembre en la Iglesia Santa Cruz. Al respecto, adujo que ese lugar era uno de los que les permitían reunirse, y que, además, los jueves realizaban la ronda en la Plaza de Mayo.
Continuó relatando que ese 8 de diciembre, en un operativo, a la salida de la iglesia, se llevaron a dos madres, entre las que se encontraba la suya. Manifestó que ese dia estaba de visita en la casa de su progenitora y que a eso de las 21:00 recibió un llamado telefónico de Azucena Villaflor de De Vincenti, preguntando por aquélla, respondiéndole que se encontraba con ella en la Iglesia Santa Cruz. Que, a la media hora, vuelve a llamar y como su padre no se encontraba y ante su insistencia, le hizo saber que la policía se había llevado a algunas madres a la salida de la parroquia.
Ester Careaga agregó que salió, junto con su padre, a recorrer las comisarías de la zona; primero se dirigieron a la 8ª y luego a la 20ª y que insistió mucho en esta última porque creía que realmente había sido secuestrada por personal uniformado. Explicó que como su madre tenía problemas cardíacos les pidió por favor que le dejaran entregar los medicamentos porque ella estaba enferma. Ante esto, un oficial le manifestó que su madre no estaba ahí, pero que hubo un operativo de las fuerzas conjuntas, que era zona liberada y que sí repetía esta información, él la iba a negar. Recordó que tras la noticia, regresaron a su domicilio y que al día siguiente se encontraron, alrededor de las 11:00, con Azucena en la Plaza de Mayo, quien les comentó que a su madre se la había llevado la policía de civil, según dijeron por un operativo de drogas y que ellas de todos modos iban a publicar la solicitada.
Que, a partir de entonces empezaron, junto con su padre, a efectuar todo el circuito que había realizado su madre, interpusieron un habeas corpus, recurrieron a comisarias, cuarteles e iglesias y efectuaron cualquier cosa a su alcance para buscar información de su paradero. Explicó que la tramitación del habeas corpus concluyó en que su madre no estaba detenida y que no existía orden de detención en su contra. Recordó que al iniciar su búsqueda abrigó muchas esperanzas de que apareciera con vida, en virtud de la presión internacional por el secuestro de las monjas francesas. Sin embargo, agregó que dicha esperanza caducó el día que los periódicos anunciaron que los "Montoneros" habían sido los responsables del secuestro de las religiosas.
Señaló que su aseveración se basó en que estaba absolutamente convencida de que los responsables eran las autoridades de ese momento y que la organización a la que pretendían adjudicarle la responsabilidad no existia y no tenia sentido que las secuestren.
Asimismo, Ester Careaga declaró que sus hermanas se enteraron del secuestro de su madre el 11 de diciembre, cuando llamaron para avisar que una de ellas había parido.
Por otra parte, la testigo relató que también realizaron denuncias a nivel internacional y que si bien ella salió del país, con destino a Suecia, en mayo de 1.978, continúo la búsqueda desde allí. Manifestó que siguió viviendo en aquel lugar, que en enero de 2.004, en un viaje que realizó al país, dejó unas muestras hematológicas con los antropólogos forenses y que en el 2.005 le anoticiaron que los restos de su madre habían sido hallados; razón por la que viajó para recibirlos e inhumarlos.
Ana María Careaga se expidió en el debate en similares términos a los de su hermana Ester, resaltando el grado de compromiso asumido por su madre en el movimiento "Madres de Plaza de Mayo".
Expresó que a su madre la secuestraron el 8 de diciembre de 1.977, en ocasión de encontrarse en la Iglesia de la Santa Cruz, con el fin de terminar de ordenar y juntar las firmas y los fondos para publicar una solicitada en el diario "La Nación". Que supo que en ese operativo también se llevaron a María Eugenia Ponce de Bianco, Alice Domon, Angela Auad, Patricia Oviedo, Raquel Bullit y Eduardo Gabriel Horane, como también que, de su atelier del barrio de la Boca, aprehendieron a Remo Berardo. Asimismo, señaló que a Horacio Aníbal Elbert y Julio Fondovila los secuestraron del bar "Comet", sito en Belgrano y Paseo Colón, quienes se reunían en dicho lugar por la cercanía con algunos medios de prensa y que el 10 de diciembre corrieron la misma suerte Renné Leonnie Duquet y Azucena Villaflor de De Vincenti.
La testigo Ana María Careaga añadió que su madre había convenido en concurrir el 8 de diciembre a la casa de Chela y Emilio Mignone, para llevar el dinero colectado. Que el operativo de su secuestro fue alrededor de las 20:00 hs. y su familia tomó conocimiento por un llamado de Azucena Villaflor de De Vincenti.
Recordó que posteriormente las madres continuaron con sus esfuerzos para que la solicitada se publique y que luego de diferentes escollos que tuvieron que sortear, finalmente lograron su cometido y el 10 de diciembre, bajo el titulo "Por una navidad en paz sólo pedimos la verdad", salió publicada en el matutino "La Nación", y estaba dirigida al Presidente, a la Corte Suprema de Justicia, a las Fuerzas Armadas, a las autoridades eclesiásticas y a la prensa nacional.
Refirió que junto con su hermana Mabel realizó denuncias en el exterior ante organismos internacionales, como las Naciones Unidas, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y el Consejo Mundial de Iglesias, a la par de las gestiones que efectúo su padre con su hermana Ester a nivel local. Memoró que en 1.978 viajó para entrevistarse con un secretario en el Vaticano y fue convocada en España para relatar lo que acontecía en la Argentina; como también que viajó a Ginebra a una reunión de la Comisión Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Que en 1.979 se reunió en Estados Unidos de Norteamérica con funcionarios y senadores, con Edward Kennedy, funcionarios de las Naciones Unidas, de la OEA y de la CIDH; mantuvo entrevistas en los diarios "New York Time" y "Washington Post" y que en todas esas gestiones llevó una lista que le entregó su padre con el nombre de trece "desaparecidos", que en realidad eran doce, ya que figuraba el nombre de "Gustavo Niño". Al respecto, resultan ilustrativas las copias de las notas de la ONU, del Consejo Mundial de Iglesias y de la OEA, aportadas por Ana María Careaga y reservadas en Secretaria.
Adunó que ese mismo año hicieron la denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y que desde el secuestro de su madre nunca dejaron de realizar denuncias. Que en 1.995 se presentaron ante la Cámara Federal pidiendo información acerca del destino de los "desaparecidos" de la ESMA y solicitaron el interrogatorio de Scilingo, detenido en España; pedido que fue rechazado.
La testigo declaró que todos los miembros de su familia tenían un compromiso político social, que su casa fue allanada en varias oportunidades, que sus padres fueron amenazados para dejar el país, que su madre durante sus estudios universitarios se comprometió con la lucha estudiantil y fue fundadora del movimiento femenino febrerista.
Por último, Careaga declaró que las circunstancias del secuestro de su madre las supo por la reconstrucción que realizó a lo largo de sus años, en base a los testimonios que dieron cuenta de la existencia del grupo de la Iglesia Santa Cruz en la ESMA, como también de las madres que presenciaron el momento en que se las llevaron.
Por su parte, María Cecilia Vázquez declaró en el debate haber sido víctima de dos secuestros, el primero, el 1º de octubre de 1.976, junto con su marido, José Daniel Lutzky, puesto a disposición del Poder Ejecutivo. Señaló que como consecuencia de ello, comenzó a reunirse con familiares y a conocer a algunas "Madres de Plaza de Mayo", entre las que recordó a las señoras de Neuhaus, de Antokoletz y a María del Rosario Cerrutti.
Explicó que, dada su juventud en aquel momento, tenía 22 años, la situación que se vivía en el país como así también la circunstancia de que junto con su marido había sido secuestrada, decidieron, por lo arriesgado, que lo mejor era que no participara en actividades públicas, como concurrir a la Plaza de Mayo. Refirió que en la primavera de 1,977, las reuniones en la Iglesia Santa Cruz resultaron muy importantes, toda vez que podían empezar a dar a conocer la situación que muchas personas vivían por la "desaparición" de sus afectos.
María Cecilia Vázquez aclaró que no pertenecía mucho a ese grupo, ya que sus integrantes eran, en su mayoría, familiares de "desaparecidos" y que se ocupaba de los familiares de la prisión. Al respecto, agregó que se comprometió a difundir la solicitada entre los familiares que veia en la Unidad n° 9 de La Plata, donde su marido estaba detenido y a recorrer los medios de prensa para dar a conocer su situación.
Por otra parte, mencionó como integrantes del grupo de la Iglesia Santa Cruz a las señoras Hebe de Bonafini, Ester Ballestrino de Careaga, Azucena Villaflor de De Vincenti y Ponce de Bianco y adujo que, entre los familiares más jóvenes, se encontraban Maria Lidia de Elbert, Raquel Bullit, Patricia Oviedo, Angela Auad, Remo Berardo, Fondovila y Horacio Horane. Refirió conocer a otras personas, de las que no recordaba sus nombres.
Asimismo, hizo alusión a que a dichas reuniones asistía una persona que se hacía llamar "Gustavo Niño", junto con una joven, de unos 20 años, alta, de cabellos claros y largos, ojos castaños claros y pecas, que hacia de la hermana de aquél. Recordó que dicho sujeto era bastante verborrágico, que en reiteradas ocasiones insitió con la posibilidad de ir a la prensa, que sostenía que su familia era oriunda de Mar del Plata y que tenia un hermano secuestrado que pertenecía a la organización "Montoneros"; mientras que aquélla siempre se quedaba callada. Indicó que tiempo después se enteró que era una víctima del plan represivo.
Asimismo, manifestó que a dichas reuniones asistía una persona que se hacía llamar Gustavo Niño, junto con una chica que decía era su hermana. Recordó que éste era bastante verborrágico, que en reiteradas ocasiones insistió con la posibilidad de ir a la prensa, que sostenía que su familia era oriunda de Mar del Plata y que tenia un hermano secuestrado que era de la organización "Montoneros".
Que quien hacía las veces de su hermana, en cambio, siempre se quedaba muy callada, no recordando ni siquiera el nombre con el cual se presentaba, era una joven de unos 20 años, aproximadamente, alta, de pelo largo y claro, ojos castaños claros y pecas. Explicó que, tiempo después, se enteró que era una víctima.
Indicó que no podía afirmar si existía un conocimiento directo entre Azucena Villaflor y Gustavo Niño y que él decía que la conocía, pero a medida que fue pasando el tiempo se fue relacionando con muchas personas.
Asimismo, la testigo narró que con Furno, Gustavo Niño y quien hacia de su hermana gestaron la idea de manifestar sus situaciones personales en las radios extranjeras. En ese sentido, recordó que concurrieron a las oficinas de la BBC en Buenos Aires. Que ese día Gustavo se mostró más agitado de lo normal y que finalmente sólo ellos dos se dirigieron al lugar y que allí éste fue el que más conversó; quedándose los otros en una confitería.
Continúo relatando que finalizada la reunión Gustavo insistió, porque ya era casi de noche, en acompañarla en auto hasta su domicilio de la calle Charcas; lo que hizo junto con su hermana. Que él charlaba acerca de la posibilidad de irse del país con destino a Holanda, porque tenía un familiar que lo estaba esperando para trabajar. Refirió que no sentía deseos de hacerle preguntas, para evitar que la interrogara y porque no se sentía tranquila.
La testigo declaró que también fue a la agencia "France Press" con María Lidia, donde mantuvieron una entrevista con el señor Bousquet, y, en dos oportunidades, al diario "Buenos Aires Herald", no recordando quien las entrevistó.
Reseñó que el 8 de diciembre concurrió a la Iglesia Santa Cruz y que, previo a ello, visitó, como todos los jueves, a su marido en la cárcel de La Plata junto con otros familiares de prisioneros. Que llegaron a la parroquia alrededor de las 19:30, donde ya se había congregado mucha gente, que traía firmas y dinero. Memoró que cuando llegó, Gustavo Niño estaba sentado solo en un banco, no observando a su hermana. Agregó que hablaba de manera extraña y que era indiscreto, cuando, por lo general, todos eran muy prudentes.
Expuso que aquel dia habló con muchas personas, presentó las listas, las ordenó y contó, y que en un momento dado Gustavo Niño se retiró del lugar. Que ella estuvo una hora y media, aproximadamente y que había gran cantidad de gente, la cual se mostraba emocionada por la importancia del cometido.
Manifestó que había asumido, además, la responsabilidad de acompañar a un señor mayor de edad, que estaba deteriorado tanto física como psíquicamente, y que tenía un hijo desaparecido. Que cuando salieron vio muchos autos estacionados, en primera y segunda fila. Que, posteriormente, escuchó decir que se llevaban a la hermana Alice, y que mientras ayudaba a la persona que acompañaba, observó de espaldas y con las manos atrás a la religiosa y a Angela Auad, como también a un hombre grandote que portaba una enorme arma. Indicó que todo fue muy rápido, que empujaron a la religiosa, junto con otras personas, a un automóvil y que vio con total claridad delante de la puerta y detrás del rodado a una persona armada.
Vázquez agregó que, además, habia mucho movimiento y otras personas vestidas de civil, lo que le causó una gran impresión, impidiéndole reaccionar de manera alguna.
Recordó que ese dia vio, además, a las señoras Neuhaus, Maria del Rosario Cerruti y al matrimonio Mastrogiácomo en la vereda de la iglesia, a Raquel Bullit y que no podía afirmar con certeza que estuviera la señora Balestrino de Careaga.
Manifestó que a Patricia Oviedo la conocía de otras reuniones en la parroquia, no pudiendo tampoco precisar que se encontrara aquél dia y que Azucena Villaflor no estaba. Señaló que esta última y Remo Berardo, pertenecientes al grupo de la "Santa Cruz", fueron secuestrados, en otros momentos, de sus casas.
Continúo relatando que el dia del hecho caminaron posteriormente hacia la calle Urquiza, donde había otra parroquia; que acompañó al señor a su casa y que recién el sábado o domingo, comenzaron a darse cuenta de lo que habia pasado. Que fue contactada por la abogada Norma Falcone, quien quería saber quienes habían sido secuestrados, con el objeto de interponer un habeas corpus.
Que en los diarios, cree que en "La Nación" o "Clarín" se publicó, aproximadamente en diciembre de 1.977, una fotografía de la religiosa Alice y cuatro o cinco personas más, y se informó que habían sido secuestrados por integrantes de la agrupación "Montoneros", información que no creyeron posible. Al respecto, señaló que no vislumbró la razón para que dicha agrupación secuestrara a personas solidarias, que tenían familiares desaparecidos y pertenecían a grupos, como "Vanguardia Comunista", incluso "Montoneros", como a muchos jóvenes idealistas que ya habían sido objeto de algún secuestro.
Por otra parte, María Cecilia Vázquez señaló que después del 8 de diciembre no volvió a participar de reunión alguna en la Iglesia de la Santa Cruz, pero si continúo en contacto con las "Madres" y los familiares y que a partir de entonces dichas reuniones se espaciaron y asistían sólo quienes tenían mucha confianza entre sí.
Por último, declaró que se fue del país, llegando a París el 21 de julio de 1.979, donde la estaba esperando su marido; que en ese lugar no recibió amenaza alguna y se sintió con libertad de denunciar lo que estaba sucediendo en la Argentina.
Juana Domínguez de Oviedo explicó que cuando decidieron publicar la solicitada todos trabajaban para obtener firmas y dinero. Que el día de los hechos al salir de su oficina le informaron que algo habia pasado en dicha parroquia. Señaló que una vez allí supo que se habían llevado a una religiosa junto a otras personas, entre las que se encontraba su hija, de tan sólo 24 años. Que a pesar de comenzar inmediatamente las gestiones para buscarlas, no supieron nada de ellos hasta que apareció el cadáver de la religiosa y de otras víctimas. Que interpusieron recursos de habeas corpus y su marido todas las semanas hacía una presentación por sus hijos desaparecidos. Memoró que fueron al "Buenos Aires Herald", donde los trataron muy bien y que en "Clarín" y "Crítica" ni siquiera los recibieron.
Asimismo, explicó que conoció a Azucena Villaflor, a quien secuestraron de su domicilio unos días después del suceso acaecido en la iglesia y a la religiosa Alice.
La testigo Domínguez de Oviedo recordó que, primero con Patricia y, luego de desaparecida ésta, sola, concurrió a la iglesia de la Marina, que se encuentra en el barrio porteño de Retiro, a aportar los datos de sus hijos desparecidos. Que allí, después de colas interminables de personas reclamando por sus familiares, la recibió un cura.
Por último, al serle exhibida, reconoció en el debate la solicitada obrante a fs. 92 del mentado legajo n° 18.
Que a partir de 1.977 empezaron a observar al oficial infiltrado -a quien llamaban "El Ángel Rubio"- entre la gente de la Plaza y, quien, relató, se incorporó a las filas de las madres en procura de obtener sus domicilios.
Que se gestó el grupo de la Iglesia "Santa Cruz", en el que también participó Patricia.
Por su parte, Maria del Rosario Carballeda de Cerrutti relató en el debate que a raíz de la detención de su hijo, el 10 de marzo de 1.976, comenzó a reunirse con otras madres en similar situación e iniciaron el movimiento "Madres de Plaza de Mayo". Señaló que diariamente se encontraban en el Comando I de Palermo, el Ministerio del Interior y la Capellanía para recabar noticias sobre sus hijos. Recordó que en julio de 1.977 los recibió Harguindeguy; prohibiéndoles concurrir a la Plaza y que, a partir de entonces empezaron a marchar alrededor de ella.
Memoró que en esa época también participaban del grupo Azucena Villaflor, Maria Ponce de Bianco, Ester Careaga, Josefina Vera Barros, Marta Vázquez, Juana Pargament, Nélida Chidichimo y Nora Morales de Cortiñas.
Por otra parte, la testigo Carballeda de Cerrutti indicó que el jueves 8 de diciembre, con motivo de la recaudación del dinero para la solicitada, las madres estaban repartidas en las distintas parroquias. Que ella fue a la Iglesia de la Santa Cruz por el dinero que colectaba Esther Careaga. Declaró que ese día estuvo en la puerta de entrada que da al jardín de la parroquia con la señora Ponce de Bianco y la religiosa Alice Domon y que con esta última conversó por el lapso de una hora.
Que a Careaga la observó salir junto a otra mujer, que no conocía y que mientras iba caminando, con Ponce de Bianco, unos cinco metros por detrás de aquéllas, vio que un hombre tomó a Careaga y la tiró contra los coches, mientras otro hizo lo propio con Ponce de Bianco. Señaló que, además, por detrás de ella venían Beatriz Aicardi de Neuhaus y Nélida de Chidichimo y que en ese momento apareció otro sujeto que las tiró contra la pared, a la par que le manifestó que siguieran que se trataba de un operativo por drogas.
Adujo que todos ellos eran jóvenes robustos, de unos 35 y 40 años, violentos y portaban armas y que eso sucedió entre las 18:30 y las 20:00 hs., porque ya había oscurecido.
Relató que luego se tomó un taxi con Nélida y Beatriz, las que descendieron en el barrio de Once, hasta la casa de Emilio y "Chela" Mignone, donde estaban reunidos esperando el dinero recaudado. Que allí les hizo saber que se "las habían llevado".
Asimismo, María del Rosario Carballeda de Cerrutti relató que supo que a Remo Berardo lo detuvieron aquel día por la tarde. Que en esos momentos todo era muy confuso y que no tenían conocimiento de cuánta gente había desaparecido. Señaló que aquél buscaba a su hermano y se enteró que habían violentado su casa.
Por otra parte, la testigo manifestó que el viernes junto a Nora Cortiñas fueron a llevar el dinero para la solicitada a "La Nación"; la que finalmente se publicó el sábado y que, conoció a través de aquélla, que cuando Azucena Villaflor salió ese sábado de su casa a comprar otro periódico, fue secuestrada. Recordó que aquel dia mandaron un telegrama al Ministerio del Interior exigiendo la liberación de Azucena.
Por último, expresó que sólo el periódico "Herald" publicaba sus reclamos.
Beatriz Haydeé Aicardi de Neuhaus, cuya declaración se incorporó por lectura al debate, (fs. 293/7, 100/2 del Anexo I, fs. 106 del Anexo IV, todo del legajo n° 18 y a fs. 5.874/7 de la causa n° 13/84), relató que luego de la desparición, el 16 de marzo de 1.976, de su hija Beatriz y de su yerno, Juan Francisco Martinis, comenzó a participar, con el objeto de dar con sus paraderos, en los grupos de familiares de desaparecidos.
Refirió que el 8 de diciembre de 1.977, siendo las 16:30 aproximadamente, se reunió con algunos familiares en la Iglesia de la Santa Cruz con el fin de recolectar fondos para publicar una solicitada en el diario "La Nación" el 10 del mismo mes y año. Al respecto, declaró que la reunión se realizó normalmente en el jardín de la parroquia y que recuerda la presencia de Horane, Aníbal Elbert, Raquel Bullit, Patricia Oviedo, la hermana Alicia, María Ponce de Bianco, Angela Auad, Esther Ballestrino de Careaga y de quien conocía como Gustavo Niño, con los que conversó.
Declaró que Niño se integró al grupo de familiares en julio de 1.977, que iba asiduamente a la Plaza de Mayo los jueves y que todos coincidían en protegerlo dada su juventud. Al respecto, recordó que a pesar del consejo constante de los familiares de que no concurriera a las reuniones, éste justificaba su presencia en la circunstancia de que tenía un hermano desaparecido.
Señaló que el 8 de diciembre se retiraron del lugar a las 20:00; observando a la señora de Cerruti contra la pared con los barzos en alto, clamando "nos llevan" y entre ocho y diez automóviles sin patente, estacionados en doble fila. También pudo ver como la señora de Careaga y Ponce de Bianco eran introducidas por la fuerza por hombres vestidos de civil en un mismo rodado.
Asimismo, memoró que participó del procedimiento un hombre rubio, de ojos claros y muy corpulento, tipo extranjero, con una pistola, tipo ametralladora y que al interrogarlo acerca de lo que sucedía, muy nervioso le manifestó que era por un operativo de drogas y le ordenó que caminara. Luego de lo ordenado se dirigió con la señora de Cerruti a la iglesia, donde se estaba celebrando la misa. Que cuando finalizó la ceremonia, salieron de la iglesia y tras caminar una cuadra, sin observar presencia policial, tomaron un taxi.
Manifestó que ese dia pudo escuchar a Niño referir que no tenía más dinero para contribuir con la colecta y que, posteriormente, la señora de Chidichimo le comentó que le ofreció a éste dinero prestado para que no se fuera y que de todos modos se retiró.
Además, declaró que ese dia fueron también detenidas, a la salida de la parroquia, Raquel Bullit, Patricia Oviedo, Eduardo Horane, Aníbal Horacio Elberg, Angela "Watt" -sic- y Alice Domon, observando como se llevaban a esta última y como al matrimonio Mastrogiacomo lo golpearon brutalmente y le sustrajeron el dinero de la colecta y algunas firmas.
Recordó que el 10 de diciembre de aquel año fueron privados de su libertad Remo Berardo, Julio José Fondovila, la hermana Leonnie y Azucena Villaflor de De Vicenti, respecto de quien supo, por comentarios de vecinos, que fue secuestrada por gente armada, la cual se movilizaba en dos automóviles, que en ese momento se tiró al suelo pidiendo que no la llevaran ya que tenía una hija pequeña y que si bien primeramente la vieron sentada en el vehículo, luego observaron como sus piernas colgaban de él; circunstancia que la llevó a presumir que le deben haber conferido un golpe o "culatazo".
Refirió que el jueves siguiente concurrió a la Plaza de Mayo y pudo advertir que era seguida por un hombre canoso, bien vestido, que se quedó en la esquina al ingresar ella en un bar donde se reunió con otras madres. Señaló que momentos después se presentó Gustavo Niño y le manifestó que tenía cosas importantes que decirles y le solicitó una cita, limitándose a exhortarlo que se retirara, ya que era muy peligroso para él estar en dicho lugar. Que, durante un tiempo nada se supo sobre él, presumiendo que también habia desaparecido.
Al respecto, refirió que aquél en varias ocasiones asistió a las reuniones acompañado de una chica de unos 20 años, alta, delgada y de cabellos castaño claro, de la que se decía hermano.
Expresó que el oficial infiltrado constatemente seguía a Azucena Villaflor y que muchos creyeron que se trataba de su hijo y que supo, por una chica de nombre Diana, que el día anterior a los secuestros ocurridos en la parroquia habia concurrido en el automóvil de aquél al estudio de Remo Berardo.
Por último, con relación al secuestro de Leonnie Duquet sabe, por comentarios de otras madres, que fue llevada por varios hombres, contra su voluntad, de la Iglesia San Pablo de Ramos Mejia.
A su turno, Nora Morales de Cortiñas manifestó en el debate que como consecuencia de la publicación de la solicitada se formó en la Iglesia de la Santa Cruz una Asamblea Permanente. Memoró que al llegar el día del cometido, entre algunas madres se repartieron el trabajo de recaudación del dinero. Que ella junto con Azucena, Lápacó y Sarti fue a la Iglesia Betania y posteriormente debían reunirse en la casa de "Chela" Mignone para terminar de armar las listas.
Relató que el jueves 8 de diciembre estaban reunidas en la casa de Mignone y se presentó la señora Carballeda de Cerruti diciendo que "se las llevaron"; entre las que se encontraban Careaga, Ponce y la hermana Alicia. Que ante esto cada uno regresó a sus hogares y quedaron en juntarse a las 10:00 en la puerta del diario "La Nación".
Recordó que se encontró con Azucena, María Adela, Lidia Orfanó y otras madres y que en el matutino le dijeron que no podían recepcionar la solicitada en el estado en que se hallaba, ya que debía ser transcripta a máquina. Explicó que, ante esto, llamó a su esposo Carlos, que para ese entonces trabajaba en el "Ministerio", y en dicho lugar, entre tres personas, escribieron los nombres a máquina. Asimismo, expresó que al querer hacer entrega del dinero, un empleado les dijo que no podían "contar peso por peso" y que fueran a un banco. Adujo que llamó nuevamente a su marido, quien les solucionó el problema; pudiendo, finalmente, publicar la solicitada.
Nora Morales de Cortinas agregó que el 10 de aquel mes, recibió un llamado en el que le hicieron saber que se habían llevado a Azucena y que con unos abogados que tenían hijos desparecidos se reunieron en una confitería ubicada en Callao y Arenales. Memoró que de dicho encuentro surgió el primer telegrama a Videla solicitando la aparición de aquellas madres desaparecidas. Al respecto, señaló que desconocían la cantidad exacta de personas secuestradas ese dia, ya que a la hermana Duquet se la habían llevado al mediodía. Que se acercaron a la quinta presidencial, sin recibir alguna respuesta. Explicó que el domingo siguiente continuaron con los trámites y el lunes se enteraron de la identidad del resto de las personas desaparecidas. Que, también fueron a la embajada de Estados Unidos de Norteamérica.
Por otra parte, manifestó que hicieron gestiones a nivel internacional para la búsqueda; visitaron Chile, Estados Unidos de Norteamérica, Italia, España, Francia y al Santa Padre. También se entrevistaron con algunos políticos. Señaló que también solicitaron entrevistarse con el padre Grasselli en la Iglesia Stella Maris, quien tenia un fichero donde anotaba datos, incluidos los nombres de amigos de los desaparecidos por los que se pedia.
Exhibida que le fue en el debate la solicitada obrante a fs. 92 del legajo n° 18, la reconoció.
Esteban Adolfo Mango relató que aquel 8 de diciembre, siendo alrededor de las 20:00 o 20:30, mientras salía de la Iglesia de la Santa Cruz, por un pasillo interno, observó como, sobre la calle Estados Unidos, unos hombres, blandiendo armas largas, tironeaban a dos mujeres hacia un automóvil que se encontraba estacionado en segunda fila. Creyó recordar que en la acera había autos estacionados y que en doble fila había dos, uno de los cuales era un "Renault 12". Asimismo, declaró que, a su vez, escuchó gritos que provenían de la entrada a la parroquia, aunque no divisó nada,
Mateo Fortunato Perdía, cuya declaración se incorporó por lectura al debate, manifestó que el 8 de diciembre estaba fuera del país y que se enteró de lo sucedido ese día por los dichos de algunos menores que presenciaron los hechos, entre los que se encontraba Estebán Mango. Agregó que le refirieron que alrededor de las 20:10, cuando los familiares de desaparecidos, que se encontraban reunidos en dependencias de la parroquia, se disponían a salir del templo por el acceso de Estados Unidos 3150, alguna de ellos, selectivamente, fueron interceptados e introducidos con violencia en uno de los vehículos Renault 12 que se encontraban estacionados en doble fila y que luego de lo cual emprendieron la fuga.
Adunó que las detenciones demostraron un obvio conocimiento de quien debía ser secuestrado y que una de las víctimas fue la hermana Alice, la cual trabajó para el grupo "Movimiento Ecuménico de Derechos Humanos".
Declaró que en 1.976 recibió a familiares de personas desaparecidas, a quienes les sugirió que se ayudaran mutuamente y les otorgó un lugar para realizar las reuniones de los jueves. Refirió que dichos encuentros no tenían ninguna orientación o fin político y que los concurrentes sólo buscaban consolar sus espíritus y lograr con un apoyo mutuo la aparición de sus familiares o conocer su destino.
Por último, manifestó que si bien sabe que Patricia Cristina Oviedo concurría los jueves, desconoce si el dia de los hechos fue secuestrada (fs. 342/3 del legajo 1 8, 196/7 del Anexo I y 108/110 del anexo V, ambos del legajo n° 1 8 y 5.886/9 de la causa 13/84).
Roxana SALAMONE declaró que el dia 8 fue a la Iglesia de la Santa Cruz junto a Angela Auad, que ésta participó de una reunión, mientras ella jugaba con su hermana de 10 años y su primo Pablo Picón, de 9, Recordó que cuando comenzó a anochecer, empezaron los gritos. Que al salir de la parroquia, mientras transitaba de la mano de Angela, junto a la pared del lado de afuera, dos hombres vestidos de civil, se llevaron a ésta, a la rastra de los pelos, hacia un automóvil de color verde claro, que se encontraba estacionado de la mano de enfrente, donde la introdujeron. Indicó que ellos se quedaron en la calle, que lloraba todo el tiempo y que mientras un hombre petiso, moreno y gordo, pretendía meterlos en el vehículo, otro le dijo que no era necesario. Recordó que en ese momento del interior de la iglesia, apareció una mujer rubia que los hizo ingresar a la Sacristía,
Agregó que a las pocas semanas de lo sucedido visitó su casa una persona vestida de civil, que realizó una "revisación intimidatoria".
Por último, al serle exhibido el plano de fs. 2.685 del principal, señaló el lugar donde se encontraba estacionado el vehículo en el que subieron a Angela Aguad.
Asimismo, fue consteste con los dichos de la testigo SALAMONE, Pablo Javier Picón, quien relató que al egresar de la parroquia lo hicieron por la calle Estados Unidos, que se detuvo un vehículo, tipo sedán, cuatro puertas, del que descendieron cuatro personas vestidas de civil. Que estaba con Roxana y con Mariana, que fue una situación muy violenta y que a Angela la agarraron de los pelos; arrebatándola de sus manos.
Por su parte, Ricardo Chidichimo declaró que tiene un hijo desaparecido, que siempre concurrió a la Iglesia de la Santa Cruz, donde recibía gran apoyo moral y que participó de todas las marchas que pudo con las "Madres de Plaza de Mayo".
Gabrielle Domon, por su parte, recordó en el debate que a principios de 1.977 su hermana viajó a la provincia de Buenos Aires a fin de realizar gestiones en busca de los "desaparecidos" de Perugorria y que en esa oportunidad conoció a las "Madres de Plaza de Mayo"; comprometiéndose con ella y aportándole un sostén espiritual.
La testigo declaró que supo de la desaparición de Alice a través de un comunicado, del 10 de diciembre de aquel año, de "France Press", el cual se refería tanto a aquélla como a Leonnie Duquet. Que al tomar conocimiento, se contactaron con el Ministerio de Relaciones Exteriores de Francia y supusieron que habría un j uicio mediante el cual podrían encontrarla, j uzgarla y liberarla.
Agregó que, entre las primeras gestiones realizadas el gobierno envió de manera inmediata un emisario a la Argentina, como así lo hizo la Iglesia Jerárquica en Francia, Por su parte, el Instituto de Hermanas y su responsable también viajaron al país. Adunó que su padre hizo visitas y presentó cartas y petitorios ante diversas autoridades, entre ellas al presidente de la República, al Santo Padre y al gobierno argentino.
Al respecto, memoró que del Vaticano recibió palabras de apoyo, pero nada concreto con relación al secuestro de su hermana, que del gobierno argentino no obtuvo contestación y que por el resto de las gestiones realizadas sólo le fueron enviadas respuestas fraternales sin información de la mentada desaparición. Que dichas gestiones fueron realizadas en conjunto por las familias Duquet y Domon. Asimismo, recordó que cuando ambas familias fueron contactadas para prestar su ADN por el hallazgo de los presuntos cuerpos de las religiosas abrigó esperanzas, pero el equipo de antropología confirmó que sólo el cuerpo de Leonnie estaba en la fosa común.
La dicente manifestó que conoció las circunstancias del secuestro y posterior estadía de Alice en la ESMA a través de los testimonios de personas que estuvieron con ella.
Carlos Gregorio Lordkipanidse señaló en el debate que al tiempo de los sucesos analizados, él militaba en la Juventud Peronista de la Iglesia de la Santa Cruz y que la noche del 8 de diciembre, estaba reunido en la parte de atrás de la parroquia, cuando se presentaron los responsables de la parroquia y manifestaron que se vayan porque "se estaban llevando gente", aclarándole que no volvieran más. Recordó que en ese lugar también estaba su esposa Liliana Pelegrino y otros vecinos que realizaban tareas parroquiales.
Cecilia De Vincenti señaló que entre las gestiones que realizaban las "Madres" en pos de dar con el paradero de sus hijos, concurrían a iglesias, presentaban habeas corpus y realizaban actividades en conjunto; recordando que en octubre concurrieron al Congreso a presentar un petitorio, que allí las emboscó la policía y las detuvieron e interrogaron acerca de qué hacían en ese lugar.
La testigo, declaró que las madres, en el mes de octubre, concurrieron al Congreso a presentar un petitorio, que allí las emboscó la policía y las detuvieron; interrogándolas acerca de que hacían allí.
Que supo que el 8 de diciembre de 1.977 las madres se reunieron en la iglesia de la Santa Cruz con el objeto de publicar una solicitada en un matutino. Señaló que ese día se llevó a cabo un operativo, a raíz del cual se llevaron a una de las monjas francesas, a Angela Auad, a Ponce de Bianco y a Ballestrino de Careaga.
Por su parte, Luis Salvador Bianco relató que la mañana del 9 de diciembre de 1.977 se enteró, por una mujer mayor y de baja estatura que le tocó la puerta de su casa, que su madre, el día anterior, había sido secuestrada de la Iglesia de la Santa Cruz, junto con Careaga, Agregó que posteriormente supo que a los dos días se llevaron a Azucena y a Leonnie. Refirió que presentó varios habeas corpus para averiguar los paraderos de su hermana y de su madre.
La testigo Lamartine refirió que ante el secuestro de Alice Domon presentó un habeas corpus -cuya firma reconoció en el original que se le exhibió obrante a fs. 1/vta. del Expte. N° 420 caratulado "Domon, Alicia A. M. J. s/Rec. de Habeas Corpus" del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional n° 5, reservado en secretaria-, del que nunca obtuvo respuesta. Asimismo, recordó que el padre Bernardo hizo la denuncia en la comisaría ubicada frente al Hospital Ramos Mejia, donde le informaron que aquella era zona liberada y que ellos no podían meterse; como también que se dirigieron a la comisaria del barrio de Columbres, dónde no hubo nada para hacer. Agregó que, entre otras gestiones de búsqueda, se entrevistó con varias personas, fue a distintas dependencias policiales y se presentó en los Tribunales y que el gobierno francés también intervino.
Asimismo, supo que en la ESMA a Alice le hicieron escribir una carta dirigida al Obispo Bernard Pierre Guyot, a cargo de la Orden en Francia; de la que, en ocasión de serle exhibida en el debate, reconoció la letra y la firma de Alice Domon. Refirió que Alice comenzó escribiendo sobre Videla y que no notó nada extraño en la carta, salvo la letra, que no le parecía normal como cuando les escribía a ellas.
Por último, la dicente manifestó que en el momento en que se produjo la desaparición de las hermanas no supieron cual había sido su destino. Agregó que siempre pensaron en el Ejército y que no sabían que la Armada también participaba.
Al respecto, Oronzo Vinel Mastrogiácomo, cuya declaración se incorporó por lectura la debate (fs. 327/30 y 604/6 del legajo n° 18 y 119/20 del legajo 18) manifestó que con motivo de la desaparición de su hija, Marta Zelmira, y en razón del infructuoso resultado de las gestiones realizadas en pos de dar con su paradero, él con otros familiares, a mediados de 1.977, se contactaron con la hermana Alice Domon y, merced a su iniciativa, los días lunes se reunían en un aula de la escuela anexa a la iglesia de Santa Cruz.
Refirió que a dichos encuentros concurrían algunas Madres de Plaza de Mayo y miembros de distintas organizaciones constituidas con la finalidad de encontrar a familiares que habían sido detenidos ilegalmente.
Afirmó que en una de esas reuniones, llevada a cabo en el mes de diciembre de aquel año, decidieron juntar fondos para publicar una solicitada en el diario "La Nación" y que, por esa razón, se encontraron de manera excepcional el jueves 8 de diciembre, alrededor de las 18:00. Señala que la reunión se realizó en los jardines de la iglesia.
Recordó que ese dia se presentó con su esposa en aquel lugar, el cual estaba muy concurrido por celebrarse la festividad de la Inmaculada Concepción, y vio a Gustavo Miño, a quien conocía, desde hacía dos meses, por asistir a las reuniones y de quien sabia por comentarios que iba a los encuentros de Plaza de Mayo y a los que se realizaban en el atelier de Remo Berardo, con quien aparentaba tener una buena relación de amistad.
Agregó que en varias oportunidades Miño se presentó con una chica, de quien decía era su hermana y con quien llegaba y se retiraba.
Declaró que ese 8 de diciembre éste se le acercó, le relató las circunstancias del secuestro de su hermano y le sugirió que dieran una vuelta a la manzana con la finalidad de disimular su presencia; propuesta que desechó aduciendo que no tenía nada que disimular y que por la cantidad de gente que había en el lugar pasarían desapercibidos.
Expresó que cuando la misa concluyó los familiares de los desaparecidos se congregaron en el jardín de la iglesia y que, en general, cada persona aportaba a la colecta $1.000.000 m/n ($a 1) o $1.500.000 m/n; siendo los encargados de recibirlo la hermana Alicia y él, quien, además, por pedido de ésta, se quedó con el dinero sobrante, el cual sería destinado a aquellos familiares apremiados económicamente.
Al respecto, agregó que le llamó la atención la actitud de Miño, quien contribuyó de manera ostensible, prácticamente agitando los billetes en el aire, con una suma exigua ($a 0,20), a pesar de que aparentaba estar en una situación económica holgada.
Declaró que finalizada la colecta los concurrentes comenzaron a salir, siendo él, su esposa, la hermana Alicia y una señora con dos pequeños los últimos en retirarse. Que en ese momento observó a un hombre morocho, de estatura media, fornido, de cabello oscuro lacio, vestido con camisa guayabera azul y una radio portátil en la mano, que le señaló a otro hombre alto que tenía que detener a aquellas dos últimas. Que éste esposó a la religiosa con las manos sobre la espalda y luego la introdujeron en un vehículo que se encontraba sobre la calzada.
Al respecto, señaló que la señora con los dos pequeños adujo que no podía abandonar a los niños, pero el hombre insistió ordenándole que fueran dejados que ya irían a buscarlos.
Asimismo, manifestó que el sujeto que tenia la radio en la mano lo compelió a que entregara el dinero, golpeándolo e insultándolo, y que, en ese momento, su esposa lo abrazó para evitar que reaccionara. Agregó que tenían la intención de llevarlo pero finalmente los dejaron y les ordenaron que se retiraran. Que el dinero fue entregado a los captores por su esposa, a quien se lo había dado momentos antes para que lo resguardara y que a él le sustrajeron otro tanto de su bolsillo y a aquella de la cartera.
Expresó que al día siguiente se enteró, por un colega suyo y una señora, ambos familiares de desaparecidos, que también se habían producido otras detenciones en la iglesia de Santa Cruz, entre la que se encontraba la de una mujer paraguaya, que era esposa de un abogado. Recordó que en ese momento les comentó que creía que el delator era Gustavo Miño, ya que se habían producido detenciones de otras personas que concurrían a la mencionada iglesia y, además, habían sido privados de su libertad Berardo, Fondevila y otro joven, los que tenían que reunirse con Gustavo Miño para llevar el texto de la solicitada a agencias extranjeras; señalando que en lugar de este último acudieron fuerzas de seguridad.
Por último, refirió que la actitud de los familiares para con Miño era de protección, dada su juventud, y que éste saludaba a la hermana Alicia efusivamente, con un beso.
Por su parte, Angélica Paula Sosa de Mignone, cuya declaración se incorporó por lectura al debate (fs. 238 del Anexo I, causa n° 44,030 del Juzgado Nacional en lo Criminal de Instrucción n° 10 y fs. 148/9 del Anexo IV -Causa n° 10.199, caratulado "Duquet, Léonie s/víctima de privación ilegítima de la libertad"- del legajo 18) relató que, con motivo de la desaparición de su hija y con la finalidad de encontrarla, integró el grupo de madres de desaparecidos; razón por la que concurrió, el jueves anterior al 10 de diciembre de 1.977, a una reunión que se realizó en la Iglesia de Santa Cruz, en la que se dialogó acerca de la publicación de la solicitada y de la recolección de fondos para tales fines.
Manifiesto que en dicha oportunidad conoció a Gustavo Niño, el que comentaba que tenia un hermano desaparecido y al que habia visto de lejos en la Plaza de Mayo y volvió a ver el jueves posterior a la reunión del 8 de diciembre en la esquina de este lugar. Agregó que no participó de dicho encuentro pero que supo que el dinero recolectado habia sido sustraído.
Por último, refirió que su marido se entrevistó con Massera, quien le manifestó que las monjas estaban muertas.
Por su parte, Lucas Orfanó, cuya declaración se incorporó por lectura al debate (a fs. 282/3 del legajo n° 18) declaró que con motivo de la desaparición de sus hijos comenzó a realizar gestiones para dar con sus paraderos y que en septiembre de 1.976 se formó la organización "Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas".
Relató que en el marco de aquellas gestiones conoció, en julio o agosto de 1.977, a Gustavo Niño, quien alegaba haber sufrido la desaparición de un familiar, conversando con él en varias reuniones. Memoró que en ellas iba acompañado de una chica rubia, bonita, de estatura mediana a alta y delgada, de quien decía era su hermana.
Una de las actividades encaradas por este grupo fue la publicación de una solicitada, celebrándose a tal efecto una reunión en la Iglesia de la Santa Cruz, momento en el que hubo un cambio de opiniones entre él y Niño.
Por su parte, Haydeé Regina Segura de Maratea, cuya declaración fue incorporada por lectura al debate (fs. 301/3 y 94/5 del Anexo I, todo del legajo n° 18), declaró que luego de la desaparición de su hijo, Enrique Atilio, comenzó a integrar el grupo de "Madres de Plaza de Mayo", concurriendo los días jueves a la mencionada plaza. Recordó que en noviembre de 1.977 advirtió en el grupo la presencia de un muchacho que aparentaba unos 23 años, que luego conoció como Gustavo Niño; circunstancia que le llamó la atención toda vez que era inusual que gente tan joven se congregara en ese sitio con las "Madres".
Señaló que lo volvió a ver en dicho lugar en dos oportunidades más, en una de las cuales lo observó acompañando a Azucena Villaflor de De Vicenti y en la otra le sugirió que no concurriera más ya que era peligroso.
Asimismo, manifestó que en la plaza conoció a la hermana Alice Domon, quien le pidió que ubique contribuyentes para publicar una solicitada. Declaró que lo recaudado debía llevarlo el 8 de diciembre a la iglesia de la Santa Cruz, que era el punto de encuentro del grupo de familiares; lugar al que no pudo concurrir en aquella oportunidad.
Federico Jesús Richards, cuya declaración fue incorporada por lectura al debate, declaró que el 8 de diciembre de 1.977 permaneció dentro de la iglesia hasta las 20:00, aproximadamente, que culminó la misa. Al salir por los pasillos internos de Estados Unidos 3150 se encontró con un gran alboroto de personas y se anotició de que minutos antes se habían presentado unos automóviles con individuos parapoliciales o paramilitares, los que luego de irrumpir en una reunión informal de familiares de personas desaparecidas, se llevaron a varios de ellos.
Refirió que de estos hechos se entera por medio de otros familiares que permanecieron en el lugar, quienes, además, le comentaron que entre los secuestrados se encontraba la hermana Alicie Domón, la cual fue arrastrada de los cabellos y empujada dentro de uno de los vehículos.
Recordó que al señor que dentro de la reunión cumplía la función de tesorero lo golpearon y le sustrajeron el dinero colectado y el suyo propio, (fs. 349 vta, del legajo n° 18 y acta mecanografiada de fs, 5,881/9 de la causa n° 13/84).
Santiago Cornelio O'Leary, Superior Provincial de los Padres Pasionistas, relató que el 8 de diciembre de 1.977, luego de finalizar la misa que había celebrado en la parroquia de Santa Cruz, tres pequeños de 6, 7 y 9 años (en las actas mecanografiadas de la causa n° 13/84 dice dos niños de 8 o 10 años) le contaron que su tía había sido llevada, por individuos vestidos de civil, en un automóvil Renault y que a ellos le dijeron que permanecieran en el despacho parroquial. Manifestó que notificó verbalmente a la Seccional 20ª, donde le informaron que desde allí no se había ordenado ningún procedimiento en dicho lugar, y que luego, por comentarios de terceros, supo que ese día habían sido secuestradas diversas personas, entre las que se encontraban la hermana Domon y Cristina Patricia Oviedo.
Por último, refirió que familiares de desaparecidos se congregaban periódicamente en un local de la parroquia que le habían solicitado y que aquel día se reunieron con el objeto de colectar fondos para la publicación de una solicitada en un diario de esta ciudad (cuya declaración fue incorporada por lectura al debate -fs. 59, 341 del legajo 1 8; acta mecanografiada de fs. 5.891/4 de la causa nº 13/84-).
Asimismo, Eugenio Ramón Delaney declaró en términos similares a los de O' Leary (declaraciones de fs. 60 y 347 del legajo n° 18 y 199 del Anexo I del mismo legajo, incorporadas por lectura al debate).
Maria Adela Gard de Antokoletz, cuya declaración fue incorporada por lectura al debate (fs. 97 y 316/8 del legajo n° 18 y 78/9 de la causa n° 10.199 -Anexo IV del legajo n° 18), declaró que la reunión del 8 de diciembre de 1.977 se celebró a efectos de concretar la publicación de una solicitada el dia de los derechos humanos. Refirió que con anterioridad a esa fecha hubo otras reuniones, de las que participaba un infiltrado, que también concurría a las que se efectuaban en la Plaza de Mayo por la Asociación de Madres de Desaparecidos.
Relató que dicho sujeto, a quien conoció como Gustavo Niño, se caracterizó por aportar ideas más arriesgadas y por su tendencia a dar mayor publicidad al drama que vivían los familiares de los desaparecidos. Al respecto, recordó que la primera vez que lo vio al protestar por su presencia, sus compañeros le refirieron que tenía un hermano desaparecido y que estaba muy solo.
Manifestó que el día de los hechos se le acercó Niño y luego de referirle que sólo tenía $100 m/n, se retiró a buscar más dinero, a pesar, dijo la testigo, de sus intentos para que desista de su cometido y lo trajera al día siguiente. Que dos o tres días después aquél pretendió entrevistarse con la señora de Neuhaus, quien sólo le refirió que se fuera porque estaban rodeados.
Asimismo, con relación al secuestro de Leonnié Duquet, Evelina Irma Lamartine, declaró que pertenecía, al igual que las religiosas Alice Domon y Leonnié Duquet, a la Congregación de las "Hermanas de las Misiones Extranjeras" que respondía al Obispo de Toulouse en Francia y que los pormenores del secuestro de Alice y de las madres acaecido en la iglesia de la Santa Cruz los conoció a través del padre Bernardo y que al enterarse de la noticia fue a Morón a avisarles a las hermanas que estaban allí, para que anoticien a Duquet. Al respecto, señaló que ella estuvo presente en el momento en que René Duquet, prima hermana de esta última, habló por telefono con una vecina de Leonnié para que le avisara a la religiosa que se vaya de su hogar ya que Alice habia desaparecido.
Relató que supo que a Azucena Villaflor y a Leonnié las fueron a buscar el sábado 10 de diciembre y quien avisó del secuestro de esta última fue un joven que era vecino del lugar, a cuyo domicilio llamaban cada vez que deseaban comunicarse con aquélla. Agregó que éste vio un automóvil con cuatro hombres jóvenes vestidos de civil y que Leonnié salió en la creencia de que era Alice, a quien aguardaba. Recordó que el vecino, al observar dicho vehículo, se asustó y se escondió en el jardín, desde donde pudo ver que esos sujetos se acercaron a la casa, tocaron el timbre e ingresaron sin ningún tipo de violencia.
Por otra parte, la testigo Lamartine relató que el hecho que damnificó a Leonnié aconteció durante la mañana del sábado y que, ese día, el cura de la parroquia, antes de dar la misa, al percatarse de que no había nada preparado, se enteró, por boca de aquel muchacho o de su madre, de que la religiosa salió de su casa acompañada por unos hombres. Señaló que la damnificada no estaba atada, ni cubierta ni golpeada y que le extrañó la circunstancia de que la ubicaran, entre medio de dos sujetos, en el asiento trasero de uno de los vehículos. Agregó que si bien le llamó la atención lo sucedido, en un primer momento pensó que se trataba de amigos, ya que ella era muy dada con la juventud.
Lamartine, recordó, que como consecuencia de la noticia el cura ingresó a la casa de la religiosa, pudiendo observar que se encontraba todo ordenado y que, incluso, estaba el dinero en dólares que la familia le mandaba desde Francia; circunstancia que le hizo pensar que nada había sucedido.
Asimismo, relató que a las 11:00 se la llevaron a Leonnié y a las 5 de la tarde el padre Botan de la capilla San Pablo presentó el habeas corpus que había sido confeccionado y firmado por ella; que, exhibido que fue en el debate, reconoció como propia una de las firmas allí plasmadas -fs. ½ del Expte. N° 12.247 caratulado "Duquet, Leonnié s/Habeas Corpus interpuesto en su favor" y aclaró que su nombre estaba traducido al castellano. Agregó que dicha presentación nunca tuvo respuestas oficiales.
Lamartine, por otra parte, señaló que se entrevistó con el Padre Bernardo de la Iglesia de la Santa Cruz y que éste realizó la correspondiente denuncia en la comisaria ubicada enfrente del "Hospital Ramos Mejía", donde le comunicaron que aquélla era zona liberada y que ellos no podían meterse. Que también fueron a la comisaría del barrio de Columbres, pero no hubo nada por hacer. Además, refirió que, entre las gestiones de búsqueda, recorrió comisarías, juzgados y se entrevistó con varios personas, de las que nunca supo su identidad.
Recordó que a mediados de enero, después de que estuvo la Superiora General de la Congregación, con quien realizó todas las presentaciones posibles, continuó haciendo gestiones para encontrar a las religiosas y que una noche en que regresaba a su casa sita en el Barrio "El Destino", en el momento en que estaba por introducir la llave de ingreso a su vivienda, se presentó una persona por detrás que, bajo la amenaza de que si no la "cortaba", la "vendrían a buscar", le manifestó "todavía seguís jodiendo" y la exhortó a que "termine de una vez, pues era inútil lo que hacia". Agregó que a este individuo lo esperaba, dentro de un automóvil, otra persona.
Por último, manifestó que el padre Eduardo Rodríguez fue quien dio aviso del secuestro de Leonnié.
Por su parte, Daniel Radomsky refirió que fue vecino de Leonnié Duquet, quien habitaba una casa contigua a una parroquia, sita en Espora al 1.200, de la localidad de Ramos Mejía y que se enteró que estaba involucrada en un secuestro o que se la habían llevado.
Asimismo, con relación a la privación ilegítima de la libertad de Azucena Villañor de De Vincenti son relevantes los dichos de su hija Cecilia, quien en el debate recordó que su madre no concurrió el 8 de diciembre de 1.977 a la Iglesia de la Santa Cruz, ya que estaba en la casa del Dr. Mignone, lugar donde se anotició de los secuestros ocurridos en esa parroquia. Relató que el viernes, por la noche, asistieron a su casa, su tía Lidia y Aída Sarti y que su madre dijo que se habían llevado a las "Madres de la Santa Cruz".
Recordó que al dia siguiente su padre se fue a trabajar y su madre salió a comprar el diario y retornó a su domicilio; le preguntó qué quería comer y volvió a salir a comprar otro diario ya que la solicitada publicada se veía borrosa. Que, Elvira, la señora encargada de la limpieza, la despertó y le dijo que habían "levantado" a su madre. Que, a raíz de ello, su vecino, de nombre Moyano, le comentó que al salir su madre de su domicilio, dos automóviles, con ocho hombres, la encerraron y que si bien un colectivo se detuvo y ella trató de resistirse, igualmente la introdujeron en uno de los vehículos.
Cecilia De Vincenti recordó que, ante esto, llamó a su padre, a su tía y a algunas madres para contarle lo que había pasado. Asimismo, memoró que en su casa había unos papelitos manuscritos con el nombre y apellido de cada uno de los familiares. Que estaba el de Gustavo Niño y el de su supuesto hermano Horacio Edgardo Niño, con sus números de documento, uno terminado en cinco y el otro en seis, como también muchos números de personas que buscaban a un familiar. Al respecto, explicó que, por miedo de que los militares vinieran a su casa, los metió en bolsas de hacer los mandados, les colocó unas botellas encima y se los llevó a unas vecinas.
Por otra parte, relató que durante muchos muchos años no supieron nada de su madre, que su padre fue quien se encargó de su búsqueda y de la de su hermano y que era quién concurría los jueves a "la Plaza", Que en tal cometido, recibió ayuda de María del Rosario Cerruti. Que en 1.982, luego del fallecimiento de aquél, a través de un libro escrito por unas mujeres que habían permanecido secuestradas en la ESMA y que vivían en Francia, se enteró que su madre habia estado en dicho lugar.
Asimismo, acreditaron el alojamiento de los miembros del grupo de la Santa Cruz dentro de la ESMA, los sufrimientos físicos y psíquicos a los que fueron sometidos con el objeto de obtener información y los otros derivados de las condiciones inhumanas de alojamiento, la realización del montaje fotográfico y su posterior "traslado", los testigos que ha continuación se detallan.
Silvia Labayrú aseveró que en total fueron alrededor de diez o doce los secuestrados en los operativos que se montaron en torno a los miembros del grupo de la Iglesia de la Santa Cruz y que todos fueron conducidos a la ESMA, donde afirmó ver con segundad a Remo Berardo, Horacio Elbert, Julio Fondovila, Esther Careaga y Alice Domon. Al respecto, declaró que todos fueron interrogados y torturados.
Por otra parte, explicó que a Leonnié Duquet y a Azucena Villaflor las secuestraron con posterioridad, en distintos operativos y que supo que la primera de ellas lo fue en razón de compartir la vivienda con Domon, ya que, quienes perpetraron el hecho, sabían que no estaba relacionada con movimientos de derechos humanos y que aún asi la asesinaron.
Memoró que en la hilera para ir al baño vio la cara de Domon con toda claridad, quien estaba golpeada y caminaba con dificultad y que se la encontró en el "Sótano" cuando se montó la escena de la toma fotográfica.
Por otra parte, manifestó que la operación generó mucho revuelo y la comunicación a la ESMA de personajes importantes. Que escuchó que, también, el Ejército llamó para averiguar los ejecutores de "semejante cosa" y que supo que desde aquélla negaron haber sido los que llevaron adelante el operativo. Relató que ese motivo precipitó la idea de "matarlos a todos"; señalando que, previo a ejecutar a esas personas, realizaron una puesta en escena, en la que fotografiaron a las dos monjas con una pancarta detrás que rezaba la palabra "Montoneros" y que con ello pretendían hacer creer que la responsable del hecho era esa organización.
Que la testigo reconoció en el debate la fotografía obrante a fs. 57 del legajo n° 18 como aquélla que ilustra el montaje fotográfico antes descripto; señalando que la persona ubicada del lado izquierdo era Alice Domon, mientras que la de la derecha era Leonnié Duquet.
La testigo Labayrú aseveró que, luego de ello, fueron todos "trasladados".
Ana María Martí, por su parte, recordó que aquéllos ingresaron en dicho centro clandestino antes de la navidad, aproximadamente a mediados de diciembre y que permanecieron allí por una semana o diez días.
Relató que vio a varios integrantes de ese grupo, pero que sólo pudo identificar a tres. Explicó que durante esos días trató de ir la mayor cantidad de veces al baño, ya que allí los guardias se quedaban en la puerta y para deambular por el sanitario los cautivos podían quitarnos las capuchas. Recordó haber visto en ese lugar a una mujer que le dijo ser Alice Domon, a quien describió como delgada, con pómulos salientes, mejillas chupadas y pelo corto, la cual estaba tumefacta, golpeadisima -tenía los brazos de color violeta y la cara muy lastimada- y vestida con una pollera gris y una blusa clara de mangas cortas. Asimismo, supo que aquélla preguntó a varias personas sobre su identidad. Señaló que a las religiosas fue fácil reconocerlas porque los guardias les decían "hermanitas" y que con Leonnié Duquet, que, dijo, era mayor que Alice y más gordita, pudo intercambiar unas pocas palabras, que no recordaba con exactitud.
Asimismo, memoró otra mujer gordita, que le dijo que era Azucena y a dos hombres jóvenes que no pudo determinar quienes eran.
Adujo que ella percibió alrededor del secuestro del grupo de la Santa Cruz, gran nerviosismo por parte de los oficiales; recordando que subían, bajaban y "que habia una efervescencia muy especial".
Recordó que Ricardo Coquet, que para ese entonces trabajaba en el "Sótano", fue obligado a pintar una bandera con la inscripción Montoneros, utilizada, según aseveró, para efectuar el simulacro de la conferencia de prensa con el objeto de hacer creer que esa organización era la responsable del secuestro de los miembros de la Santa Cruz. Al respecto, agregó que no vio dicha bandera dentro de la ESMA.
Asimismo, al serle exhibida en el debate la fotografía de las religiosas, obrante a fs. 57 del legajo n° 18 mencionado, reconoció a Alice como la ubicada a la izquierda y a Leonnié como la de la derecha.
Recordó, también, que un dia vio a un verde bajar, desde "Capuchita", con un grupo de personas destinadas a un "traslado"; estando segura de que era el de la Iglesia de la Santa Cruz y que después de ello no los vio más en el centro clandestino de detención.
Por su parte, Andrés Ramón Castillo relató que, mientras estuvo cautivo, lo alojaron en una habitación del tercer piso, al lado de un baño, de donde no le permitieron salir ya que en "Capucha" había una carnada de prisioneros que no podía ver, Al respecto, explicó que a ese baño lo solían llevar los "verdes" y que en una ocasión, cuando estaba esperando para entrar, escuchó que comentaron que no se podía pasar porque "está la monja". Que, enseguida, egresó del lugar una persona mayor, gruesa, obesa y grande, la que caminaba con gran dificultad, con signos de haber sido torturada; agregando que la tortura la aplicaban en los lugares donde más dolia, por lo general, en los genitales.
Continúo manifestando que posteriormente se entera que formaba parte de un grupo de personas que secuestraron en la Iglesia de la Santa Cruz, donde un integrante del grupo de tareas se infiltró junto con la cautiva Silvia Labayrú, con el objeto de detectar a las personas que estaban juntando fondos para la publicación de una solicitada y evitar dicha publicación.
Recordó que vio al grupo en "Capucha" y que si bien estaban encapuchados, sabía quiénes eran por los comentarios de los guardias. Que este grupo estaba conformado por todas mujeres mayores. Agregó que no puede determinar cuanto tiempo estuvieron en la ESMA y que no sabe quienes intervinieron en su interrogatorio y tortura.
Por otra parte. Castillo declaró que supo que en el subsuelo le tomaron una fotografía a las religiosas con una bandera de "Montoneros" y que la mandaron a la prensa con la información de que dicha organizacuión era la responsable de sus secuestros.
Por su parte, Maria Inés del Pilar Imaz de Allende, cuya declaración se incorporó por lectura al debate, memoró que en diciembre de 1.977, aproximadamente, estando detenida en la E.S.M.A., se enteró, a través de los guardias y otros cautivos, que en dicho lugar se encontraban alojadas dos monjas. Que por comentarios de unos de los guardias pudo conocer en que box las tenían detenidas y al acercarse para preguntarles sobre su identidad, sin hablarle, le apretaron la mano que ella había apoyado sobre sus cuerpos.
Asimismo, refirió tener conocimiento que junto con aquellas había sido secuestrado un grupo de familiares que también fueron trasladados y que estuvo detenida en aquel lugar Ana María Ponce (fs. 7/10 del legajo de prueba n° 111 de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal).
Marcelo Camilo Hernández, cuya declaración se incorporó por lectura al debate, (fs. 1.897/900 y 1.942/44 de la causa n° 1.286 del registro de este Tribunal) aseveró que, mientras estuvo cautivo en la ESMA, le asignaron la tarea de fotografiar a las dos monjas francesas, con la bandera de "Montoneros".
Lidia Cristina Vieyra indicó que vio a Silvia Labayrü dentro del centro clandestino y que supo que estaba muy aterrada cuando la obligaron a participar en la infiltración de los de Santa Cruz, pero que "no tuvo chance", ya que estaba su hija "de rehén". Relató que a fines de diciembre de 1977, conoció por aquélla de la infiltración y de los secuestrados, entre los que habia dos religiosas. Indicó que si bien no dialogó con ninguno de ellos, los vio en el fondo de "Capucha", donde ella se encontraba alojada y que se vivía un clima de extrema tensión, de mucho revuelvo. Al respecto, memoró que planificaban "armar algo", como que habían sido secuestrados por integrantes de la Organización "Montoneros" y que el tema de ese operativo era un comentario generalizado dentro del centro clandestino.
Juan Gaspari testimonió que en uno de los baños ubicados en "Capucha" vio a Alice Domon. Relató que había sido conducido por un guardia y que al llegar al baño, donde había otro militar y por la conversación que se dio entre ambos, percibió que quien estaba dentro era una de las monjas que habían caído en diciembre de 1977 en el caso de la iglesia Santa Cruz y que al parecer se estaba bañando. Indicó que lo hicieron pasar y que mientras se lavaba las manos, pudo ver, a través del espejo y en el momento en que la cortina de la primer ducha, contando desde la puerta de ingreso al sanitario, fue corrida, la cara de esa mujer, la cual, expresó, le quedó grabada. Al respecto, memoró que se trataba de una persona alta, de cabello corto castaño oscuro y con un semblante que expresaba mucha presión. Agregó que, posteriormente, por las vicisitudes que tuvo el caso y por una fotografía fraguada que le tomaron para hacer creer que esas dos señoras eran terroristas, pudo identificarlas; reconociendo, al serle exhibida la fotografía glosada a fs. 57 del legajo n° 18, en la mujer de la izquierda, a la nombrada,
Gaspari adujo que en el campo de concentración circularon muchos rumores, en ocasión al secuestro de las monjas francesas, que hubo mucha precipitación para realizarlo y, luego, para "taparlo". Recordó la existencia de comentarios acerca de que ciertos oficiales no estuvieron de acuerdo con esa operación, ni con hacer trascender aquella foto por la prensa; la que, afirmó, circuló dentro de la ESMA, ya que en esa época existía la "Pecera" y, por ende, otro manejo de la información.
Por otra parte, el testigo memoró que diciembre de 1.977 fue un mes de mucha actividad en el Grupo de Tareas y que conoció que la cautiva Labayrü, que estaba en "Capucha" con ellos, "colaboraba" en la infiltración al grupo de madres que asistía a las reuniones de la Iglesia de la Santa Cruz; que para tal fin era sacada periódicamente y que a su regreso comentaba lo que se estaba haciendo.
Por último, relató que aquel grupo estuvo cautivo en la ESMA alrededor de ds o tres semanas.
Beatriz Elisa Tokar recordó que cuando el "grupo de la Santa Cruz" ingresó a dicho centro clandestino de detención provocó "mucho revuelo" y que si bien continuaba yendo a la "Pecera", los contactos entre los secuestrados eran muy limitados, ya que los guardias estaban más rígidos. Sin embargo, señaló que mantuvo, en la puerta del baño, un breve diálogo con dos madres que le manifestaron que fueron detenidas en la puerta de la Iglesia de la Santa Cruz.
Alfredo Julio Margari señaló que fue secuestrado el 17 de noviembre de 1.977 y que a los quince días de encontrarse en la ESMA lo obligaron a realizar trabajo esclavo en el "Sótano". Recordó que en ese tiempo lo exhortaron a subir, que había una gran tensión dentro del centro clandestino y que empezó a correr el rumor de la existencia de una "caída grande". Que al cabo de unos días lo vuelven a bajar al "Sótano", donde pudo percibir un movimiento grande de personas. Explicó que tal situación ocurrió los primeros días de diciembre y que ese grupo de secuestrados estuvo, como mucho, quince días en "Capucha",
Asimismo, declaró que en una oportunidad cuando finalizó las tareas asignadas, lo subieron a "Capucha" y que al levantarse "los anteojos" que lo cubrían, vio a una mujer, de la que le llamó la atención su edad, ya que la mayoría era más joven, y que al preguntarle al guardia, éste le relató que era una monja. Memoró que la vio sentada en ese sector, con una blusa floreada y una pollera oscura y en muy malas condiciones físicas y que con el tiempo advirtió que se trataba de Alice Domon.
También de ese grupo recordó a un muchacho pelado y de tez muy blanca, que luego supo era Elbert; señaló que observó cuando, durante una noche, un "verde" lo obligó a hacer cuerpo a tierra, sin ninguna necesidad.
Marta Remedios Álvarez depuso en el debate que del "grupo de la Santa Cruz" vio sentada en un banco en el "Sótano" de la ESMA a Azucena, la que llevaba puestos unos anteojos y una camisa de mangas cortas floreada. Relató que supo de quién se trataba porqué le decían "Azucena, la de las 'Madres'" y que en dicho lugar se comentaba que habían secuestrado a las personas que iban a las reuniones de la Iglesia de la Santa Cruz. Además, explicó, que Silvia Labayrü, que era la cautiva que fue obligada a ir a las reuniones con el oficial infiltrado, le confirmó tal comentario. Por último, refirió que dicho grupo permaneció muy poco tiempo detenido y que "se fue en un traslado".
A su turno, Alfredo Manuel Juan Buzzalino también señaló que mientras estuvo alojado en la ESMA supo del secuestro de este grupo de personas, toda vez que durante esos días, aseguró, se percibía un clima de nerviosismo, mucho movimiento y ruido. Relató que dentro del centro clandestino se comentaba que las monjas habían sido arrojadas en aguas del Tigre.
Además, Lisandro Raúl Cubas aseveró que el "grupo de la Santa Cruz" "cayó" en diciembre de 1.977, que supo por Ricardo Coquet que una de las religiosas estaba muy golpeada y que dicha situación la confirmó cuando vio la fotografía que le habían tomado, que, relató, hacía evidente la situación en la que aquélla se encontraba, tornando, asi, poco creíble el montaje que se había perpetrado. Por otra parte, recordó que supo que ese grupo de detenidos permaneció alojado en "Capucha" y que estuvieron en la ESMA no más de un mes.
También, Carlos Alberto García puso de manifiesto que una noche de diciembre de 1.977 llegaron a "Capucha" entre doce y catorce personas, a las que llevaban formando una fila y que, posteriormente, fueron desplazados a "Capuchita". Que más tarde supo que se trataba del "grupo de la Santa Cruz". Relató que la noche de ingreso a aquel sector, estaba junto a su lado una de las religiosas, quien se encontraba encapuchada, con grilletes y esposas y le preguntó por "el chico rubio".
Asimismo, explicó que días después del secuestro vio en el "Sótano" una mujer que era sacada del cuarto de tortura e introducida en el "Laboratorio", que estaba encapuchada y sentada en una silla, que le pidió agua, pero se la negó ya que habia sido recientemente picaneada y que supo por los guardias que se trataba de una religiosa. Adujo que una se llamaba Leonnié Duquet y la otra Alice Domon y que fueron fotografiadas por el "Gallego" Hernández en el "Laboratorio" con una bandera con la inscripción "Montoneros", confeccionada por Coquet.
Exhibida que le fue en la audiencia la fotografía obrante a fs. 57 del legajo n° 18 citado, reconoció a las religiosas y la bandera precedentemente mencionada.
García relató que al tiempo fue llevado al "Sótano" para finalizar la construcción de un baño, que lo obligaron a quedarse hasta entrada la noche trabajando en dicho lugar y que mientras se encontraba allí presenció un "traslado", que, luego, supo se trataba de aquel grupo de cautivos. Al respecto, memoró que los vio en fila o "trencito" contra la pared y que luego apareció un enfermero que llevaba consigo un equipo de jeringas.
Alberto Eduardo Girando indicó en el debate que conoció lo sucedido ya que ese día estaba en el "Sótano", en lo que era la "Enfermería", realizando tareas de traducción, junto con Ana Maria Ponce y Graciela Daleo. Recordó que por lo general cuando se producía una operación importante vaciaban aquel sector y que por esa razón cerraron las puertas del cuarto en el que se encontraban y los guardias le informaron que había una prohibición absoluta de abrirlas y salir al pasillo. Sin embargo, relató, que eso no les impidió escuchar la llegada de un grupo grande de personas y, seguidamente, el sonido de la música a todo volumen y los gritos de las torturas a las que eran sometidas.
Continúo relatando que, llegada la hora de la comida, abrieron la puerta; pudiendo observar un banco, en el que estaban sentados varios detenidos, encapuchados, engrillados y, algunos, esposados. Indicó que supo por comentarios de otros compañeros que la mayor parte del grupo secuestrado fue llevado a "Capuchita",
Recordó que entre los del grupo de la Santa Cruz estaba Alice, que era una religiosa francesa y su compañera Leonnié Duquet, quien había sido secuestrada en su casa uno o dos días después de lo acontecido en la parroquia. Que mientras se encontraba en el sanitario se cruzó con la segunda de ellas y, explicó, que como en ese lugar se podia circular sin la capucha, pudo ver su rostro con moretones en la cara, los pómulos y el cuello y que caminaba con dificultad, denotando claros signos de tortura. Recordó que los guardias las llamaban "hermanas" y les indicaban que no ingiriesen agua.
También Girando memoró que Leonnié Duquet estuvo en "Capucha", junto al dicente, uno o dos días; que aquella mujer era la más alta y corpulenta de las dos religiosas francesas, mientras que Alice era más baja, tenía cabellos cortos y el rostro más delgado y marcado.
Por último, declaró que a pesar de las distintas versiones que circularon en torno al destino de ese grupo, con la aparición de los cuerpos en la costa quedó claro que habían sido "trasladadas" en los "vuelos de la muerte".
Miguel Ángel Lauletta recordó el día en que ingresó a la ESMA un grupo grande de gente perteneciente a la Iglesia de la Santa Cruz y que al momento de la extracción de la fotografía, bajo la bandera de "Montoneros", a las religiosas francesas, la que se tomó en donde iba a ser la "Huevera", se le ordenó a Hernández que se viera la fecha del diario "La Nación". Al respecto, señaló que el objetivo era difundir que las dos religiosas habían sido secuestradas por dicha agrupación.
Por último, al serle exhibida en la audiencia la fotografía de marras, la reconoció como aquélla que había sido tomada en aquel momento,
Alicia Milia recordó que cuando llegaron a la ESMA los familiares "de la Santa Cruz", "el '"Sótano"' se inundó de gente", que a ella la llevaron arriba, donde vio a alguno de ellos. Indicó que uno de los guardias jóvenes le pidió una camisa para "la hermana". Que en el baño habia una mujer que, tiempo después por la foto, se dio cuenta que era Alice, quien le preguntó, muy preocupada, acerca de que pasó con el "muchachito". Luego, señaló la testigo, vio a una persona mayor, regordeta, con una camisa floreada, los brazos golpeados y marcados, que le dijeron era Azucena.
Asimismo, Milia recordó que este grupo de familiares estuvo una semana, aproximadamente, en la ESMA y que un día se los llevaron.
La testigo Lila Victoria Pastoriza recordó que como consecuencia del operativo realizado en la Iglesia de la Santa Cruz, la trasladaron, los primeros días de enero, de "Capuchita", donde se encontraba, a "Capucha".
Relató que desde el 10 de diciembre hubo gente nueva en "Capuchita", que estaban amontonados en un rincón contra la escalera. Que, como había una guardia accesible, se ofreció a servir mate cocido para ver a estos cautivos. Indicó que en primer lugar, vio a una persona grande, que no recuerda si tenía los ojos tapados, que le dijo "hoy es domingo, dia del Señor, oremos" y "antes que a mí trajeron a mi hermana ¿como estará mi hermana?", mientras continuaba pidiendo orar. La testigo memoró a otras mujeres mayores, a muchachos jóvenes y a una chica y, en particular, a un joven que le pidió que le diga a otra persona algo asi como que estaba bien. Indicó que todos se encontraban en el piso, excepto la primera de los nombrados, que se hallaba en una cucheta.
Pastoriza testimonió que también vió a una mujer corpulenta, que lucia un vestido floreado de mangas cortas y buscaba a sus hijos. Que ella le informó donde se encontraba y que no lo dijera, para tener más oportunidad de ser liberada. Señaló que esa señora habia sido detenida el día anterior cerca de una parada de ómnibus y que ese día, además, fue secuestrada la primer mujer que vio.
Explicó que luego a través de los diarios comprendió que esa gente era la que había desaparecido de la Iglesia de la Santa Cruz, como también la religiosidad de la primer mujer de ese grupo con la que conversó, que supo era la monja Duquet, la del vestido floreado Azucena Villaflor de De Vincenti y el resto los familiares de desaparecidos. Respecto de esta última, la testigo memoró que al día siguiente de haberla visto se la llevaron y que al regresar estaba muy mal, "moretoneada" y que sólo quería dormir ya que la habían torturado mucho.
Que nunca más volvieron a saber de ellas y uno de los guardias le comentó, con posterioridad, "esas que estaban acá eran las que estaban en los diarios". Que, a raíz del procedimiento, hubo denuncias internacionales. Los franceses reclamaban respuestas y los guardias estaban preocupados por lo que podría suceder con ellos.
Además, Sara Solarz declaró que vio dentro de la ESMA a alguno de los familiares secuestrados en el operativo de la Iglesia de la Santa Cruz y que se encontró con Alice Duquet en el baño, quien le preguntó si sabía algo de un chico rubio que había estado con ellos. Describió que ésta estaba muy golpeada, tenía moretones en la cara y que vestía una blusa que tenía las mangas arrancadas. Relató que luego la llevaron a "Capucha" y nunca más la volvió a ver.
Señaló que a Leonnié Duquet también la vio, pero que no habló con ella. Asimismo, indicó que los integrantes de este grupo eran hombres y mujeres que estaban buscando a sus familiares secuestrados y que a las religiosas las mataron.
Graciela Beatriz Daleo manifestó que dentro de la ESMA se sabía respecto al secuestro de las monjas francesas y del grupo de la Santa Cruz, ya que dicha cuestión le fue relatado a los detenidos por los mismos represores.
Precisó que entre los días 10 y 11 de diciembre la deponente ingresó a un lugar dentro de la ESMA, llamado "Laboratorio Viejo" donde pudo observar a una mujer mayor, la que se encontraba sentada, encapuchada y tenía en sus brazos moretones. Que al acercársele, la abrazó y le dijo si podía hacer algo por ella, oportunidad en la que aquélla le solicitó un café. Dijo que en ese momento entró un guardia, quien se encontraba en el pasillo, que le gritó "hermana, ya le dije que no tenía que hablar con nadie" ordenándole a la declarante que se retirara, con lo cual tuvo la certeza de que esa persona, a quien abrazó, se trataba de Leonie Duquet.
Memoró que una parte del grupo conocido como "de la Santa Cruz", fue llevado a Capucha, mientras que el restante fue conducido a Capuchita, o intercambiados de lugar.
Relató, también tener por acreditado haber visto en la ESMA a una de las religiosas que habia sido secuestrada el 8 o 10 de diciembre perteneciente al grupo de la Iglesia Santa Cruz, ya que una noche, cuando se encontraba en su "cucha" pudo escuchar que un "verde" estaba llevando a alguien al baño haciéndole lo que ellos llamaban "verdugueo", consistente en conducir a las personas de forma tal que, durante su recorrido se dañaran; destacó que fue en esa oportunidad en la que pudo escuchar que otro "verde" le decía "no hagas eso, podría ser tu madre, es del grupo de la Santa Cruz".
Reseñó que, a raíz de la trascendencia internacional que tuvo el secuestro de las monjas francesas, los Marinos decidieron armar lo que llamaron una especie de "operación de inteligencia" y a tal fin, hacer pasar como que el secuestro de aquéllas era responsabilidad de la Organización Montoneros. Relató que para ello, hicieron que un prisionero -creyendo que se trataba de Ricardo Coquet- pintara una bandera con la leyenda "Montoneros" para luego proceder a sacarle una foto a las monjas con esa bandera detrás, la que fue publicada en un periódico. Asimismo, dijo que creía que a Alice le habían hecho escribir una carta al superior de la orden diciendo que estaba en manos de un grupo. Señaló que ese grupo de Iglesia de la Santa Cruz permaneció poco tiempo en la ESMA, aproximadamente una semana, como máximo diez días, puntualizando que para la Nochebuena fueron trasladados.
Fernando Kron relató que en diciembre de 1.977 fueron llevadas a la ESMA cuatro personas mayores y que el sábado, por la noche, o domingo a la mañana había llegado más gente secuestrada mayor, entre 45 y 50 años. Al respecto, relató que supieron que una de ellas era una religiosa y que otra era Azucena Villaflor. Señaló que estuvieron alojadas en "Capuchita" por dos o tres días y que después las bajaron, desconociendo el lugar. Que de las otras dos sólo supo que fueron secuestradas en la "Santa Cruz", que estuvieron, según calculó, entre dos y cuatro días.
Por último, aseveró que Duquet y Azucena Villaflor estuvieron alojadas en "Capuchita", donde también, según supo, permaneció Alice Domon.
Ricardo Héctor Coquet, a su turno, manifestó que mientras se encontraba en el "Sector 4" pudo ver muchos torturados y torturadores y que el pasillo siempre estaba vacio, con excepción del dia, a fines de 1.977, en que se produjo el operativo de la Iglesia de la Santa Cruz, Que ese día en un banco de madera color blanco, vio unas ocho o diez personas que aguardaban sentadas a ser torturadas, mientras se oían los gritos de otros que estaban siendo sometidos a tormentos. Refirió que todos ellos estaban encapuchados, por lo que no logró identificarlos y que la única integrante de ese grupo que vio sin capucha fue la monja Alice Domon, en ocasión en que era conducida por un "verde", desde la sala de tortura al baño. En particular, recordó que aquélla caminaba con dificultad y que casi era llevaba a la rastra por el guardia que le decía "vamos hermana, camine",
Coquet relató que al cabo de unos días, ingresó uno de los oficiales a "Diagramación" y le preguntó si recordaba como era la bandera de "Montoneros" y que, por responder afirmativamente, le llevaron los elementos necesarios para confeccionarla. Asimismo, memoró que mientras se encontraba en ese Sector junto a Ana Maria Sofiantini, solicitaron permiso para ir al baño y que, desde su interior, observaron el montaje fotográfico que se estaba preparando, en el interior de la "Huevera", en torno a las monjas francesas.
Agregó que el cautivo Marcelo Hernández fue quien tomó la fotografía, aunque, señaló, no lo vio en ese momento.
El testigo Coquet, al serle exhibida la foto citada, reconoció el cartel que aparece detrás de las personas y a una de ellas, la de la derecha, como la religiosa Alice Domon, que vio dentro de la ESMA.
Asimismo, declaró que vio como aquel grupo de secuestrados era llevado a "Capucha".
Ana María Sofiantini relató que en diciembre, el día de la Virgen, se armó un gran revuelo, que se enteraron que como consecuencia de un trabajo de inteligencia, estaba ingresando un grupo de familiares de desaparecidos de la Iglesia de la Santa Cruz. Que por la noche la trasladaron a "Capucha" y al otro dia Coquet le dice que estaban torturando a madres y religiosas. Agregó que éste le indicó que mire por un pedazo roto de aglomerado, desde donde pudo observar a dos mujeres muy demacradas con un cartel, por detrás, que decía "Montoneros" y, cree que a otro hombre, como también a un cautivo sacando fotografías y a un oficial que amenazaba y golpeaba con una manguera gruesa. Recordó que en la "Pecera" los compañeros que eran obligados a trabajar con periódicos, vieron que habían secuestrados a las monjas francesas. Por último, señaló que percibió que este grupo estuvo alojado en "Capucha".
Fermín Sena relató que vio en el "Sótano" un grupo de entre ocho y doce mujeres mayores y obesas, en el que había un joven que era físicamente pequeño y unas religiosas de origen extranjero, entre las que se encontraba Leonnié Duquet, Que al preguntarle quiénes eran, le manifestaron que eran madres de Plaza de Mayo, Recordó que estaban engrilladas y que las acompañaban de la mano. Señaló que dicho grupo no llegó a alojarse en "Capucha",
Pilar Calveiro memoró que el 10 de diciembre de 1.977 llegó a "Capuchita" un grupo numeroso de secuestrados que, luego supo, eran familiares de desaparecidos; quienes permanecieron en el centro clandestino, cree, alrededor de una semana y que, luego, fueron "trasladados". Indicó que a una de esas personas la llamaban Azucena y que en aquel sector tuvo un intercambio con la religiosa Leonnié Duquet, a la que, explicó, se acercó porque tenía un poco más de libertad de movimiento que el resto. Agregó que al preguntarle como estaba, le respondió que bien; sorprendiéndole su entereza.
Por su parte, Carlos Gregorio Lordkipanidse memoró que mientras realizó trabajo esclavo dentro del centro clandestino, en el área de fotografía, donde, relató, existia un archivo fotográfico y un fichero especial donde había casos extranjeros, vio una foto que, en ese momento, le llamó la atención y que se trataba de una pared de fondo blanco con una bandera que decía "Montoneros" y dos personas sentadas, que eran los dos monjas, y una serie de personas vestidas de civil a su alrededor, entre las que, afirmó, se veían dos madres.
Enrique Mario Fukman refirió que mientras estuvo cautivo dentro de la ESMA vio una carpeta que contenía una serie de recortes periodísticos sobre el suceso acaecido en la Iglesia de la Santa Cruz; entre los que se hallaba uno del exterior, en el que constaban las repercusiones y comentarios que había suscitado el tema fuera del país. Asimismo, señaló que si bien dicha carpeta estaba centrada en "la cuestión de las monjas", incluía la totalidad de los secuestrados en aquel hecho. Que los captores utilizaban la información allí contenida en lo que ellos denominaban "acción psicológica" y que con eso buscaban generar en la ciudadanía la creencia de que estas personas no estuvieron cautivas dentro del centro clandestino. Al respecto, señaló que las carpetas continuaron en dicho lugar pasado un año de los acontecimientos, ya que estaban haciendo la contrainteligencia, con el objeto de desvirtuar la circunstancia de que las víctimas hubieran estado cautivas en dicho lugar.
Carlos Muñoz recordó en el debate que supo sobre el "grupo de la Santa Cruz" por los comentarios de otro cautivo y, además, porque existía un archivo fotográfico del diario "Noticias", el cual había dejado de editarse en 1.974, en el que encontró una foto en la que estaban las monjas francesas con la bandera de "Montoneros".
Miriam Liliana Lewin memoró que habia casos que a los miembros del grupo de tareas les "quemaban", como el de las monjas francesas, a quienes, relató, si bien no vio, supo que eran casos resonados entre los detenidos. Agregó que Coquet, conocido como "Serafín", siempre hablaba de una bandera de "Montoneros" que le habían encargado hacer para fotografiar a las religiosas y sugerir, de esta manera, que fueron secuestradas por miembros de esa organización.
María del Rosario Carballeda de Cerrutti explicó que transcurrido un tiempo de acaecidos los sucesos objeto de análisis apareció en un matutino la foto de las religiosas con un cartel de "Montoneros". Que en el debate se le exhibió a la testigo dicha fotografía, obrante a fs. 57 y la solicitada de fs. 92, ambos del legajo n° 1 8 mencionado; que reconoció.
Nora Morales de Cortinas declaró que al ver la foto de las religiosas, no creyeron lo del cartel de "Montoneros" y que la hermana Domon lucía un aspecto muy cambiada en dicha fotografía.
Evelina Irma Lamartine, relató, acerca de la fotografía obrante a fs. 57 del mencionado legajo n° 18, que tomó conocimiento de su existencia el mismo día en que encontró el afiche con la foto tirado en un bar en el centro de la ciudad y que esa imagen fue publicada en los diarios los primeros días de enero, Al respecto, recordó que cuando vieron la foto se preguntaron "que les hicieron", ya que parecían dos desconocidas; que Alice lucia como un viejita y Leonnié tenia la cara muy triste, casi entregada. Recordó que eso las impactó mucho.
Exhibida la fotografía en el debate reconoció a Alice como la mujer de la izquierda y a Leonnié, como la de la derecha y manifestó que el vestido que lucían no era de ellas.
Ivonne María Helena Pierron señaló en el debate que es religiosa misionera y que laboró en Corrientes con Alice Domon, a quien conocía como la hermana Catherine Domon, alias "Caty", Que al serle exhibida la fotografía de fs, 57 del legajo n° 18 mencionado reconoció a Caty como la mujer de la izquierda y a Leonnié, como la de la derecha, Al respecto, señaló que se notaba que habían sido torturadas, ya que su aspecto era muy distinto a lo que ella conoció y que tenían la cara deformada.
Asimismo, se le exhibió la carta que obra agregada a fs. 54/5 del mismo legajo, manifestando la testigo que en las cartas que conoció de "Caty", ella no firmaba como "A. Domon".
Rogelio Tomasella señaló que "Caty" era una mujer de estatura media -alta, de contextura delgada y de cabellos negros; reconociéndola como la de la izquierda, en la fotografía de fs. 57 del mencionado legajo n° 18, que le fuera exhibida en el debate.
Gabrielle Domon supo que su hermana Alice había sido fotografiada junto con Leonnié mientras estuvieron alojadas en la ESMA, pues esa imagen recorrió el mundo. Que reconoció la foto obrante a fs. 57 del legajo n° 18, señalando que la primera de las nombradas era la que se encontraba del lado izquierdo.
Por último, afirmó que de la carta escrita por Alice durante su cautiverio, le llegaron párrafos a la familia. Que reconoció que la copia glosada a fs. 54/55 del mencionado legajo, fue escrita y firmada por aquélla; aunque agregó que cuando le escribía a su familia utilizaba el sobrenombre "Lisette" al firmar y no el de Alice Domon.
Asimismo, da cuenta de los sufrimientos a los que fueron sometidas las religiosas francesas, los rostros que lucen en la fotografía obrante a fs. 57 del legajo n° 18 mencionado. Acreditan dicho aserto, además, los testimonios ut supra citados; los que son concordantes al afirmar que los rostros de las religiosas se mostraban demacrados y denotaban que habían sido sometidas a sufrimientos compatibles con algún modo de tortura.
Ahora bien, con la cantidad de testimonios reseñados no cabe duda que el "grupo de la Santa Cruz" estuvo alojado dentro de la ESMA y que todos sus integrantes corrieron igual suerte, es decir, fueron "trasladados".
Como se afirmó precedentemente la presión a nivel nacional y, por sobre todo, internacional, que giró en torno al secuestro y clandestinidad de los miembros del grupo de la Santa Cruz y de las religiosas francesas, en particular, y la presión del Ejército sobre la Marina, determinó a la UT a resolver con premura el destino final de todos ellos.
Para determinar el tiempo en que se efectivizaron los "traslados", resulta útil la fotografía montada en el centro clandestino de detención obrante a fs. 57 y en copia a fs. 13 del legajo n° 18 citado. En la última puede verse más claramente el titular del ejemplar del diario "La Nación" fotografiado, en el que se lee "No habrá amnistía para ...". Asimismo, la carta que Alice Domon fue competida a escribir en cautiverio al Superior de la Orden Religiosa a la que pertenecía, del 14 de diciembre de 1.977 y el comunicado atribuido a la organización "Montoneros", del 15 del mismo mes y año (ver al respecto, "La Nación": "EE.UU. y el crimen de las monjas francesas", reservado en Secretaría e incorporado por lectura al debate).
Que la foto, la carta de la religiosa y el comunicado de prensa llegaron por correo, días después, a la agencia de noticias "France Press".
También, resultan útiles las constancias obrantes en el expediente n° 44.216 del registro del ex Juzgado en lo Penal n° 1 de Dolores, de la provincia de Buenos Aires, de donde surge que el 20 de diciembre de 1.977 fueron hallados los restos humanos (incorporada por lectura al debate y reservada en Secretaría. Ver, asimismo, informe de fs. 420/435 del legajo n° 111 de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal).
Que todo lo antedicho no hace más que acreditar que el "traslado" del grupo de la Santa Cruz fue sincrónico y se produjo entre el 14 y el 20 de diciembre de 1.977.
Por otra parte, dieron cuenta de la aparición de los cadáveres en las orillas de la costa atlántica argentina, Julia Francisca Alderete quien recordó en el debate que trabajó en el partido de la Costa, en la localidad de Santa Teresita, desde 1.967 hasta 2,003 y que en diciembre de 1.977 intervino, con su jefe, el Dr. Dios, en la autopsia de unos cuerpos que aparecieron en la playa; los cuales fueron trasladados hasta la morgue por el equipo de bomberos a cargo del señor Cabo, a la fecha fallecido. Señaló que en aquel cometido tuvo la tarea de instrumentar al mencionado galeno y de limpiar los cuerpos sin vida, los cuales, describió, estaban macerados y con olor nauseabundo, faltándole a algunos los brazos y las piernas, es decir, se trataba del tronco y con la cara desfigurada por la humedad del agua de mar.
Asimismo, explicó que cuando finalizó la tarea, los pusieron en un camión volcador, rociados de cal por el olor y los llevaron hasta el cementerio de General Lavalle. Que, al dia siguiente, aparecieron dos o tres restos humanos más, los cuales eran sólo troncos, sin brazos ni piernas.
Por otra parte, memoró que si bien el Dr. Dios era muy reservado, había comentado que los cuerpos sufrieron el impacto de una caída, que se habían caído de un avión. Manifestó que no se tomaron fotografías de la autopsia sino de la playa, las cuales fueron entregadas por el fotógrafo de ese momento, el Sr. Palma, a la policía.
Asimismo, el fotógrafo Oscar Palmas memoró que en diciembre de 1.977 estaba en la localidad balnearia de Santa Teresita y la policía le pidió colaboración en relación a unos cadáveres que aparecieron en la playa, que había arrojado el mar. Señaló que era un día frío y que tomó unas muestras fotográficas que le solicitaron y se retiró del lugar cuando llegaron los bomberos. Que dichas fotos las reveló y las presentó en el destacamento con sus correspondientes negativos. Memoró que el deterioro de los cuerpos impedia identificar el sexo, que estaban "todos sobados", de tanto "rodar" y que la zona era fangosa con muchas algas. Agregó que no recuerda si poseían vestigios de ataduras en los brazos o las piernas y que eran entre tres y cuatro los cuerpos hallados, uno de los cuales estaba "medio retorcido".
Por su parte, Ana Maria Careaga recordó que a fines de diciembre de 1.977 se hallaron en la costa atlántica argentina, entre Santa Teresita y Mar del Tuyú, unos cuerpos, los que fueron enterrados como "NN" en el cementerio de General Lavalle, previo amputarle las manos y enviarlas al departamento de micropapiloscopia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Al respecto, señaló que dicho hallazgo tomó estado público, razón por la que Nora Morales de Cortiñas, Pepa Nogia, Chela Mignone y Emilio Mignone viajaron y dieron inicio a una causa.
María del Rosario Carballeda de Cerrutti relató que en febrero de 1.978 tras aparecer unos cadáveres en las costas de la localidad de Santa Teresita, algunas madres, creyendo que se podría tratar de Azucena, se dirigieron hasta allí, pero no obtuvieron ninguna respuesta,
Nora Morales de Cortiñas recordó que a finales del año de aquel suceso empezaron a aparecer cuerpos en las plazas de la localidad de Santa Teresita, razón por la que, explicó, los primeros días de enero de 1.978 fueron a General Lavalle, se presentaron en un juzgado y el juez le manifestó que aunque supiera algo, no podia darles información.
Asimismo, dieron cuenta de la tardía recuperación e identificación de los cadáveres hallados en la costa atlántica, como consecuencia del trabajo del Equipo Argentino de Antropólogos Forenses, Cecilia De Vincenti, quien recordó que el 24 de marzo de 2.005, a raíz de una investigación de unos periodistas de La Plata, en las localidades de Santa Teresita y San Bernardo, respecto de unos cuerpos hallados en la playa, que había arrastrado el mar y que fueron estudiados por un equipo de antropólogos, Ana Bianco le relató que éstos le querían hacer un examen de ADN; a lo que accedió. Que el 18 o 19 de mayo la anoticiaron de su resultado positivo y a partir de allí, junto con las señoras Careaga y Bianco, comenzaron a recabar datos acerca del destino que corrieron sus madres; enterándose que estuvieron en la ESMA tres o cuatro días y después fueron arrojadas vivas al mar y que, por haber sido devueltas por el agua a la costa, fueron enterradas como N.N. en el cementerio de General Lavalle.
Relató que los cuerpos de las señoras Auad, Ballestrino y Bianco fueron inhumados en la iglesia de la Santa Cruz y las cenizas de su madre, en la "Plaza de Mayo".
Por otra parte, Ana Maria Careaga agregó que en el 2.004 se solicitó una comparación de las huellas dactilares que constaban en el expediente caratulado "N.N femenino s/ homicidio", con las correspondientes a Angela Auad; resultando positivo el cotejo.
Recordó que posteriormente procedieron a solicitar una comparación del material genético extraído de los restos óseos con las muestras de sangre aportadas por los familiares; identificándose en primer lugar a Ester Ballestrino de Careaga, que estaba enterrada en la sepultura n° 23 y luego a Maria Eugenia Ponce de Bianco, sepultada en la n° 19 y a Azucena Villaflor de De Vincenti, en la n° 18. Por último, fueron identificadas por su ADN la religiosa francesa Renée Leonnié Duquet y Angela Auad.
Asimismo, son útiles las constancias que en copia certificada se agregaron al legajo n° 111, caratulado "Cementerio Municipal de General Lavalle (Buenos Aires)"; en particular el peritaje de cotejo dactiloscópico, realizado por la Sección Laboratorio Investigaciones Necropapiloscópicas de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, del 12 de noviembre de 2.004, en el que, cotejadas la individual dactilar de una persona N.N. de sexo femenino, correspondiente a la Pericia 90/77 de ese laboratorio y la copia xerográfica de la ficha original de archivo suministrada por el Registro Nacional de las Personas, pertenecientes a Angela Auad, se llegó a la conclusión de que ambas se corresponden entre si, determinándose indubitablemente, que se trata de una misma y Unica persona (Pericia n° 93/04).
Cabe agregar que el citado peritaje 90/77, corresponde al efectuado por el Laboratorio Investigaciones Necropapiloscópicas de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, en el marco del expediente n° 44.180, caratulado "N.N. femenino -Víctima de presunto homicidio en San Bernardo (General Lavalle)", del registro del ex Juzgado en lo Penal n° 1 de Dolores, iniciado el 21 de diciembre de 1.977, a raíz del hallazgo de un cadáver de sexo femenino en la costa de las playas de la localidad de La Lucila del Mar, y con el objeto de su identificación.
En dicha oportunidad el mentado peritaje, arrojó resultado negativo.
Resultan relevantes, además, el acta de necropsia glosada a fs. ó de este expediente, que señala que el deceso se produjo con motivo de las fracturas múltiples de miembros, cabeza y costillas y estallido de visceras, (conf. informe de fs. 420/43 5 del legajo n° 111 citado)
También, el peritaje genético de fs. 285/292, del 16 de abril de 2.005, efectuado por el Laboratorio de Inmunogenética y Diagnóstico Molecular (LIDMO), tendiente a la investigación para la identificación de restos óseos y perfil de ADN, que, de la comparación del material genético obtenido de las muestras pertenecientes al esqueleto GL-B-2-23 y las muestras sanguíneas del posible familiar 478-250 (Ester Careaga) concluyó que "6. La probabilidad porcentual de que los restos analizados (GL-B-2-23) pertenezcan a la madre biológica de ESTER CAREAGA es de 99,998%".
El peritaje de fs, 293/300, del 16 de abril de 2.005, practicado por el Laboratorio de Inmunogenética y Diagnóstico Molecular (LIDMO), tendiente a la investigación para la identificación de restos óseos y perfil de ADN, que indica que la comparación entre el esqueleto GL-B-2-19 y las muestras sanguíneas del posible familiar 596-2962 (Ana Bianco) permite concluir que "6. La probabilidad porcentual de que los restos analizados (GL-B-2-19) pertenezcan a la madre biológica de ANA BIANCO es de 99,9992%".
El peritaje de fs. 312/322, del 13 de mayo de 2.005, del Laboratorio de Inmunogenética y Diagnóstico Molecular (LIDMO), tendiente a la investigación para la identificación de restos óseos y perfil de ADN, que concluyó que, comparado el material genético extraído de las muestras del esqueleto GL-B-2-18 y las muestras sanguíneas del posible familiar 595-4504 (Cecilia De Vincenti), existe "(...) una probabilidad de parentesco en base a la hipótesis investigada (GL-B-2-18 es la madre biológica de 595-4504) de 99,99997%".
El estudio genético de fs. 457/467 del mentado legajo n° 111, del 21 de julio de 2.005, del Laboratorio de Inmunogenética y Diagnóstico Molecular (LIDMO), tendiente a la investigación para la identificación de restos óseos y perfil de ADN, que concluyó que, comparado el material genético extraído de las muestras GL-B-2-20 y las muestras sanguíneas del posible familiar 1.358 - 147 (Latifi Llulia Auad), existe "(...) una probabilidad de parentesco en base a la hipótesis investigada (GL-B-2-20 es hermana completa de 1.358- 147) de 99,9996%".
Asimismo, el peritaje genético de fs. 1.104/1.114 del legajo n° 1, caratulado "Inc. de búsqueda e identificación de Alice Domon y otros" de la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, del 20 de julio de 2.005, referido a la investigación para la identificación de restos óseos y perfil de ADN, que concluyó, por un lado, que esos restos, que en un principio se creyó correspondían a un sujeto de sexo masculino, pertenecían a una mujer y, por otro, que comparado el material genético extraído de las muestras GL-B-2-I7 y las muestras sanguíneas del posible familiar 675-998 (Michel Jeanningros, sobrino por parte materna de Leonnié Duquet) existe una "probabilidad de parentesco en base a la hipótesis investigada (GL-B-2-I7 es tía materna de 675998) de 99,92%.".
También, el estudio antropológico forense confeccionado por el Equipo Argentino de Antropología Forense, sobre los siete esqueletos exhumados (5 femeninos, 1 masculino y otro "probablemente masculino"), del que se destaca, en lo que se refiere a la etiología de las fracturas verificadas en los restos, "que la mayoría de las observadas en huesos largos muestran similitudes con las que son habituales observar como producto de una caída de un cuerpo desde cierta altura y su impacto contra un elemento sólido..." (fs. 8.341/3, 8.353/64 y 8.408 de la causa n° 1.278 del registro de este Tribunal).
Patricia Bernardi, licenciada en Antropología Forense y Luis Bernardo Fondebrider, egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, ambos miembros fundadores del "Equipo Argentino de Antropología Forense", fueron contestes al relatar las circunstancias que rodearon la recuperación de los restos de alguna de las víctimas de este tramo de los sucesos sometidos a debate. Mientras que Carlos Maria Vullo, director del laboratorio de genética molecular de la ciudad de Córdoba (LIDMO), relató los pormenores que rodearon la posterior identificación genética, a los efectos de determinar su identidad.
Al respecto, resulta Util reseñar sus testimonios.
Patricia Bernardi refirió que el trabajo antropológico se divide en tres etapas. Que la primera de ellas es la "investigación preliminar" orientada a relevar todas las fuentes escritas, tanto causas judiciales como libros del cementerio, con el objeto de recabar datos sobre las posibles identidades del cadáver que se va a exhumar. La segunda etapa es la de "exhumación o de campo", en la que se va al lugar donde se practicarán las exhumaciones con técnicas científicas. Finalmente, como tercer etapa, está la de "laboratorio", en la que el objetivo principal es preparar el material con fines identificatorios y determinar la causa de muerte. Concluyó que el informe arqueológico de fs. 62/70, glosado en el legajo n° 111 citado, del que reconoce su firma, al serle exhibido, es parte de la investigación preliminar y del trabajo que se hizo estrictamente en el cementerio de General Lavalle,
Relató que hace aproximadamente quince años el equipo viene realizando un relevamiento de los libros de los cementerios de Buenos Aires y de otras provincias, dado que conocen que un alto porcentaje de las personas que están "desaparecidas", fueron asesinadas y luego inhumadas como NN en distintos cementerios, Al respecto, Bernardi adujo que en 2.004 accedieron a los libros del "Cementerio de General Lavalle", llamándole la atención el ingreso, entre el 21 y 29 de diciembre, de seis cuerpos hallados en la costa atlántica y que, según esas constancias, habían sido inhumados en fosas individuales, en lo que era la Sección B, Cuadrante 2.
Agregó que en dos de los casos figuraba un número de expediente, razón por la cual, explicó, antes de comenzar el trabajo de exhumación, decidieron recabar toda la información posible al respecto; solicitando a la Cámara Federal que oficiara al Juzgado de Dolores, a fin de que le remita todos los expedientes vinculados a hallazgos de cadáveres. De esta manera, continúo, tuvieron acceso a dos expedientes originales y a la causa caratulada "Zuetta, Eladio", que son las denuncias realizadas por el intendente de General Lavalle sobre inhumaciones clandestinas.
Bernardi recordó que tras la lectura del expediente n° 44.180 advirtieron que versaba sobre un hallazgo, ocurrido el 21 de diciembre de 1977, de un cuerpo de sexo femenino, sobre las costas de San Bernardo. Asimismo, declaró, que constaba que el levantamiento del cuerpo habia sido producido por los bomberos y que la policía de la provincia había trasladado ese cadáver a la morgue, donde se le realizó un estudio externo. Que un médico de la policía confeccionó el acta de defunción, tal y como lo dicta la normativa legal y que en ella el médico señaló que se trataba de un cuerpo de sexo femenino y que su muerte se debía a múltiples fracturas en cráneo y miembros inferiores. Al mismo tiempo se le seccionaron las manos y se las envió al departamento de necropapiloscopía de la ciudad de La Plata, donde se registraron las huellas dactilares y, como no pudieron identificarlo, a los pocos días, ingresó en el cementerio de General Lavalle y fue inhumado como NN, en el Sector B, Cuadrante 2, Sepultura o Lote 20.
La testigo recordó que en el expediente había un juego de huellas dactilares en muy buen estado y que las mismas correspondían a las tomadas al cadáver en 1.977. Indicó que ese dato les daba una clasificación primaria y que, seguidamente, se procedió a realizar un cotejo dactiloscópico entre esas huellas y aquéllas, pertenecientes a las mujeres que habían sido secuestradas antes del 21 de diciembre. Agregó que por la clasificación primaria saltó que se trataba de Angela Aguad y que, inmediatamente, las enviaron al mismo laboratorio que en 1.977 había realizado el trabajo con las huellas dactilares, con el objeto de determinar si se trataba de la misma persona. Relató que se confirmó, a través de dicho estudio, que efectivamente se trataba de Angela Auad.
Agregó la declarante que la mentada Auad habia desaparecido el 8 de diciembre, junto con un grupo de doce personas vinculadas a la Iglesia de la Santa Cruz. Adunó que este dato les permitió inferir que si Auad era uno de esos cuerpos hallados en la costa, cabia la posibilidad de que el resto de los cadáveres hallados pertenecieran a personas relacionadas con aquel grupo.
La Lic. Bernardi aseveró que el trabajo de campo se produjo, estrictamente, entre mediados de diciembre de 2.004 y el 4 de enero de 2.005. Aclaró que cuando el "Equipo" comenzó a trabajar en el cementerio, advirtió que aquéllo que debia ser el Cuadrante 2, figuraba como Cuadrante 3 y que, ante esto, decidieron realizar un relevamiento más detallado sobre todos los cuerpos que habían sido inhumados entre junio de 1.977 y octubre de 1.979, a lo largo de la Sección B, sea Cuadrante 2 o 3. Que ello les proporcionó 71 sepulturas que, adujo, en teoría debían estar en el predio que ellos veían y se les demarcaba como Sección B. Expuso que las sepulturas estaban divididas en tres tablones y que el "Equipo" comenzó tomando aquéllas que estaban identificadas con nombre y apellido y que tenían relación con la información que surgía de los libros del cementerio.
Refirió, además, que, según su hipótesis de trabajo, buscaban esqueletos de sexo femenino, sin manos y con fracturas en los miembros inferiores. Que, finalmente, decidieron comenzar a trabajar desde el tablón central hacia el sur, con el fin de encontrar la fosa número 24, pues ellos sabían previamente que las fosas que habían sido asignadas para depositar los cuerpos de las personas halladas como NN eran las n° 17, 18, 19, 20, 23 y 24 y que, al parecer, la 21 y 22 no habían sido utilizadas.
Relató que cuando comenzaron a trabajar sobre la que creían era la fosa n° 24, descubrieron un cadáver de una mujer, que carecía de manos y que tenía fracturas en los miembros inferiores. Que, ante ese hallazgo, continuaron con la misma hipótesis de investigación sobre las fosas n° 23, 22 y 21, en las que, detalló, no hallaron los cuerpos buscados, pues además de tener cajón, tenían ropas; elementos que, adujo, no debían poseer los cuerpos que eran de interés forense. Que cuando continuaron buscando en las fosas 17, 18, 19 y 20 encontraron que había dos grandes fosas en el lugar en que ellos suponían que debían encontrar las sepulturas individuales.
Explicó la especialista que ante esta situación, nuevamente recurrieron a los libros del cementerio en los que surgía que en el año 2000 se habia hecho una modificación en la nomenclatura y, a través de una limpieza de perfiles y de un trabajo cuidadoso, pudieron corroborar que los cuerpos buscados se encontraban entre los intersticios de esas fosas con nombre y apellido. De esta manera, recordó, lograron en todos los casos recuperar esos cadáveres. Agregó que el trabajo arqueológico les permitió divisar si hubo perturbaciones o no y que con la limpieza de perfil realizada, limpiaron de manera vertical los bordes de la fosa y vieron sobre la n° 19, a medida que se desplazaban, un género que les dio la posibilidad de encontrar un cuerpo. Refirió que, con ello, habían finalizado lo que era el trabajo de campo o la segunda etapa.
La Lic. Bernardi también relató que durante la investigación no encontraron ningún objeto personal relacionado a los esqueletos, que, únicamente, sobre la fosa n° 20, hallaron un frasco de los utilizados por el laboratorio de necropapiloscopía, el cual, señaló, les dio la pauta que una vez que fueron tomadas las huellas dactilares devolvieron el material y lo enterraron con el cuerpo. Adunó que, paralelamente a la realización del trabajo de campo, se realizaron los listados de todas aquellas personas a las que podían corresponder los cadáveres y se contactaron con sus familias para solicitarles una muestra de sangre y realizar el cotejo genético.
Seguidamente relató que en el laboratorio se preparó el material, es decir, fue lavado y rotulado y que el objetivo de esa etapa era identificarlos y determinar la causa de su fallecimiento. Explicó que, como paso previo a la identificación, debían establecer el perfil biológico de cada cadáver, esto es, el sexo, edad, estatura, hábito de lateralidad y patología que presentaba el cuerpo, Al respecto, recordó que a través de los estudios genéticos se confirmó que los seis cadáveres pertenecían a personas de sexo femenino, de un rango etario entre 46 y 60 años. Concluyó que, en general, los esqueletos que habían retirado del cementerio eran mujeres de edad adulta, que tenían regeneramiento óseo, sin patologías o fracturas pre-morten.
Agregó que, mientras se realizó el trabajo de laboratorio, se tomaron muestras dentarias, óseas y diáfísis del fémur de cada cadáver que fueron enviadas al LIDMO, donde se realizaron los análisis genéticos de esas muestras.
La Lic. Bernardi señaló que en los seis cuerpos recuperados las lesiones eran similares, estaban en los miembros inferiores y superiores, pelvis, mandíbula y cráneo y eran compatibles con fracturas ocasionadas por caídas al vacio; que, indicó, resultaban coincidentes con la descripción de las causales de fallecimiento, asentadas por los médicos de la policía en las actas de defunción labradas tras los hallazgos, como politraumatismos y fracturas por caída.
Relató que con los informes forenses, los resultados del laboratorio LIDMO y los datos de los expedientes en los casos de las huellas dactilares, lograron llegar a la identificación de cinco de los seis cuerpos hallados, los cuales pertenecieron a Rene Duquet, Azucena Villaflor, Maria Eugenia Ponce de Bianco, Angela Auad y Ester Ballestrino de Careaga. Agregó que aún no han logrado identificar al cadáver que se encontraba en la fosa n° 24, aunque, refirió, se trata de una mujer de unos 35 años de edad, de una estatura aproximada de 1,60 mts. y que posee las mismas fracturas óseas que el resto.
Asimismo, adunó que la Antropología trabaja sobre tejidos secos, es decir, huesos y que ese material de estudio no brinda tanta información como para poder determinar si previo a ser arrojados, sufrieron asfixia o cualquier otra causal que hubiera provocado su deceso.
Por último, la Lic. Bernardi aseveró que cada muestra enviada al LIDMO, sito en la provincia de Córdoba, sale desde la sede del Equipo de Antropología identificada con un código de barra y con una cadena de custodia; junto con documentación escrita e imágenes que reflejan todo aquello que se remite. Asimismo, señaló que inmediatamente recibido el material en aquel lugar, se certifican por escrito y fotográficamente todos los elementos recibidos.
Por su parte, Luis Bernardo f rondebrider explicó en el debate que el perfil del N.N, cambió a partir de 1,975 hasta 1.978, período en el que se dieron inhumaciones en el primer cordón industrial de la ciudad de Buenos Aires, que desde ese momento se encontraron enterradas personas de 20 a 35 años, aumentando el número de mujeres y se acumularon cuerpos en fosas comunes, que eran asentadas en los libros de cementerios. Recordó que en los años 80 se consultó a sepultureros y administradores de las necrópolis, quienes informaron que se realizaron entierros por la noche, en operativos policiales o militares y que eran obligados a proceder a las inhumaciones sin ningún tipo de documentación.
Señaló que no participó personalmente en las tareas de campo efectuadas en el cementerio de General Lavalle, pero si en las tareas de análisis de laboratorio. Que el análisis de esos cuerpos comenzó en el 2.003 o 2.004 cuando la Cámara Federal de la Capital Federal solicitó el estudio de unos expedientes de hallazgos ocurridos en los balnearios de Santa Teresita, Las Toninas y San Bernardo, que correspondían a la aparición de cadáveres en la costa argentina, entre el 20 y el 28 de diciembre de 1.977. Explicó que dichos expedientes pertenecían al registro del juzgado federal de Dolores y en ellos obraban fotos de los cadáveres, autopsias, inhumacionese incluso huellas dactilares. Indicó que este dato permitió ajustar la búsqueda y tener alguna hipótesis de identidad.
El Lic. Fonderbrider agregó que entre diciembre de 2.004 y enero de 2.005 se recuperaron seis esqueletos en dicha necrópolis y que junto con el dato de la huella dactilar perteneciente a Auad se pudo relacionar con el episodio ocurrido en la Iglesia de la Santa Cruz. Señaló que se analizaron datos ante mortem, es decir, datos de cómo eran en vida que se solicitaron a sus familiares, las características genéricas y muestras comparables con restos óseos. Relató que hallaron cinco identidades y que se observaron lesiones contusas. Explicó que un mecanismo que las produce es una caída sobre una superficie dura y que los hallazgos de General Lavalle son compatibles a ese tipo de incidentes.
Además, indicó que no se podía afirmar taxativamente si las personas antes de caer poseían dominio de su cuerpo. Sin embargo, aseveró que era clave la posición en que el cuerpo ingresa al agua, ya que, aquellos sujetos con dominio en su cuerpo, intentan hacerlo sobre sus pies y cuando no poseen dominio o control, el cuerpo tiende a rotar sobre su eje e impacta de forma horizontal; observándose la presencia de lesiones toráxicas a nivel de las costillas y, según la bibliografía, se observan fracturas a nivel bilateral. Agregó que la presencia de la fractura de Smith en los cuerpos recuperados puede indicar que esa persona apoyó las manos al momento de impactar contra la superficie.
En otro orden, señaló que al efectuar la denominación de las muestras utilizaron la siguiente nomenclatura: "GL" que significa General Lavalle, "B", que corresponde al Sector, "2" que se refiere a la Sección y por ejemplo "23", que es el número de sepultura.
Por lo demás, los eventos descriptos, a excepción de los hechos que damnificaran a Horacio Aníbal Elbert y Raquel Bullit, han sido probados parcialmente en el marco de la sentencia dictada por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal en la causa n° 13/84, correspondiendo a los casos individualizados con los números 211 a 220.
Por lo expuesto, cabe señalar como conclusión que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado en este acápite.
38. Caso en los que resultaron víctimas Guillermo Rodolfo Oliveri y Josefa Herminda Prada:
Se tiene por probado que Guillermo Rodolfo Oliveri y Josefa Prada fueron secuestrados en la madrugada del 21 de diciembre de 1.977, de la vivienda de Benito Pérez Galdós al 300 de esta ciudad, por un grupo de personas vestidas de civil y exhibiendo armas. Que al ingresar al domicilio los interrogaron acerca de sí otras personas habitaban la vivienda, les permitieron vestirse y luego de un recorrido en automóvil de unos minutos, los trasladaron a la ESMA.
Que para tal cometido, los introdujeron en el asiento trasero de uno de los dos vehículos marca "Ford" modelo "Falcon" que se encontraban en el lugar, los acostaron sobre la falda de uno de los oficiales que actuaron en el operativo, los esposaron por detrás, los tabicaron y encapucharon.
Que al llegar al centro clandestino de detención los condujeron por una escalera hasta el "Sótano", donde fueron separados. Luego de un rato, Guillermo Oliven fue interrogado por un grupo de hombres respecto de quién era, que sabía, qué hacía ahí, quién era el dueño de la vivienda y quiénes habitaban el lugar y los alias de personas que desconocía; exhortándolo a hablar, ya que, según le dijeron, "habían pasado cuatro mil personas". Posteriormente lo golpearon, lo desnudaron y lo acostaron en un camastro o camilla donde fue sometido a la aplicación de la picana eléctrica, episodio que se repitió al día siguiente.
También sufrió en el "Sótano" y en presencia de su novia, un intento de fusilamiento.
Por la noche fue trasladado a "Capucha", donde permaneció esposado y recibió la asistencia de otros secuestrados, encontrándose casi la totalidad de su cautiverio encapuchado y tabicado. Que durante el día era llevado nuevamente al "Sótano".
De allí, lo condujeron a la "Sala 13", donde pasó el resto de su cautiverio y el día de navidad lo juntaron con Josefina Prada hasta la liberación de ambos, ocurrida en una madrugada de fines de diciembre de 1.977, oportunidad en la que les dieron pan dulce con sidra y los obligaron a brindar, les quitaron las capuchas y los esposaron por delante.
Josefa Prada, durante el tiempo que estuvo detenida, fue desnudada, revisada en la zona genital y anal y violada, cacheo que se repitió cada cambio de guardia. Asimismo, le realizaron distintos interrogatorios; algunos llamados de "ablande", en el que le preguntaban reiteradas veces lo mismo, como por ejemplo cuál era su nombre, y luego la castigaban. Que en dichos interrogatorios participaban al menos dos personas, de las cuales una hablaba y la otra golpeaba. Que al ser golpeada y como consecuencia de sus gritos, se desmayó; siendo atendida por médicos del lugar.
Luego de ello, con ayuda de otra detenida, la sentaron en una silla, momento en el que tomaron conocimiento de que estaba en estado de gravidez, embarazo que no llegó a término.
Que, también, la violaron en una de las oportunidades en que la llevaron al baño.
Asimismo, observó como torturaban a su pareja, Guillermo Oliveri, quien, según refirió, fue el más "picaneado". Que a la vez le manifestaban que le habían encontrado una pastilla de arsénico en el ano y que tenía intención de suicidarse y posteriormente, que había cumplido su cometido.
Que en una oportunidad la juntaron con Guillermo en el subsuelo o "Sótano"; ocasión en la que vió, dentro de un cuarto identificado con el n° 13 y que era el lugar donde se aplicaban los tormentos, que mientras aquél yacía acostado, atado y desnudo, en una camilla con un hule de color naranja, estaba siendo torturado. Que al acercarse, si bien la apartaron violentamente, pudo advertir que aquél tenía sus manos sujetas con un cable por el que corría electricidad, pues al arrimarse se quemó el brazo.
Que finalizada la sesión de tortura, quedaron sentados en el piso del pasillo; recomendándoles que no ingirieran agua.
Josefa Prada estuvo alojada, la mayor parte del tiempo, en el "Sótano", encapuchada y esposada; donde observó personas con ropa de civil y conscriptos y, por las mañanas, gente que trabajaba en ese lugar, como también escuchó sonidos de maquinarias.
Que al momento de ser liberados, llegaron dos personas vestidas de civil, les sacaron las capuchas y les comunicaron que habían cometido un error y que los iban a liberar, previo brindarles un discurso acerca de que "se trataba de una guerra".
Luego de ello, les volvieron a colocar la capucha, los subieron a un automóvil modelo "Falcon", uno a cada lado de la luneta y los condujeron hasta el barrio porteño de La Boca, aproximadamente a unas seis cuadras de la casa donde vivían. Los bajaron y los hicieron caminar sin mirar atrás. Previo a ello le entregaron a Josefa Prada un sobre de papel madera con su documento de identidad y otros efectos que le habían sido retenidos al momento de su secuestro.
Una vez liberados, tuvieron un seguimiento visible, que duró unos treinta días o más, de varios suboficiales, todos jóvenes, que los escoltaban hasta sus lugares de trabajo y a cualquier lugar que fueran.
Dichos sucesos se encuentran probados a partir del relato elocuente y directo de los damnificados, quienes recrearon las circunstancias que rodearon sus detenciones, las vivencias que experimentaron durante sus cautiverios y los pormenores de sus liberaciones,
Guillermo Rodolfo Oliveri, al deponer en el debate, manifestó que supo que se encontraba en la ESMA, cuando, en una oportunidad al ser conducido al baño y transitar unas escaleras, pudo observar por unas ventanas abiertas y al levantarse levemente la capucha, el paso de un tren y un avión, que lo ubicó cerca del aeroparque y que lo comprobó una vez instaurada la democracia y tras haber visitado el lugar.
Por su parte, Josefa Herminda Prada agregó que al momento de ser secuestrada tenia veintidós años, militaba en la Juventud Peronista y estaba cursando un embarazo de cuatro meses. Adujo, que esta última circunstancia no la reveló durante su detención y que finalmente la gravidez no llegó a término.
Recordó que el dia del secuestro eran las 6:00 de la mañana, que era la única habitante del domicilio que se encontraba despierta y que el procedimiento fue muy rápido. Al respecto, manifestó que sacaron a la gente al pasillo y los arrojaron al piso, que un grupo ingresó al lugar, mientras otro aguardaba en la calle y que tenían un camión verde y dos automóviles. Manifestó no poder asegurar si se llevaron a otras personas.
Señaló que en la segunda oportunidad en que fue violada se encontraba en el baño situado en el piso superior al "Sótano"; que ese día, por temor, se bañó sin quitarse la ropa y que en un momento dado observó que fueron desalojando del lugar a las personas que estaban allí, hasta que quedó sola. Recordó que, ante esta situación, hizo bastante escándalo y trató de defenderse como pudo, hasta mordió; a lo que le manifestaban que si se resistía iba a ser peor.
Asimismo, percibió, en un lugar al que fue conducida, a modo de advertencia, la existencia de unas cuchetas encimadas, los pies de personas que yacían acostadas allí, otras con grilletes y el ruido que las cadenas producían cuando la gente se movía.
Manifestó que al momento de ser liberados no sabían cuál podía ser su destino, pues sólo les decían que confiaran, que la cuenta pendiente la debían pagar ellos y que si no tenían nada que ver no debían moverse de su casa, ya que cualquier cosa que hicieran lo pagaría su familia.
También declaró que supo que estuvo en la ESMA porque al ingresar al lugar no se encontraba tabicada y por el ruido del paso de los trenes y el aterrizaje de aviones.
Por último, memoró que a pesar de estar liberados y en virtud de la situación vivida experimentó un excesivo temor, al punto de sentirse como una "carnada viva"; limitándose a ir de su casa al trabajo y viceversa.
Por otra parte, lo procedentemente reseñado encuentra respaldo documental en las constancias que componen el legajo n° 1.719 de la Comisión Nacional de Desaparecidos, conformado en 1.984 a instancias de la denuncia de los damnificados y en las obrantes en el legajo n° 10 caratulado "Oliveri, Guillermo Rodolfo y Oliveri, Josefa Prada de" del registro de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional.
Por lo expuesto, cabe señalar como conclusión que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio
39. Caso en que resultó víctima María Eva Bernst de Hansen:
Asimismo, ha quedado legalmente acreditado que Maria Eva Bernst de Hansen fue privada ilegalmente de su libertad el 15 de enero de 1.978, entre las 21:00 y 22:00, en ocasión de encontrarse en la vivienda de sus padres, ubicada en Olmos n° 343, del barrio Villa Independencia, del partido de Lomas de Zamora, provincia de Buenos Aires, donde residía con éstos, sus hijas, de 10 meses y dos años, sus dos hermanas menores, de trece y diecinueve años y el bebé de esta última.
En dicha oportunidad, en el momento que estaban por acostarse a descansar, escucharon un gran estruendo en el jardín y gritos. Que ante esto, la damnificada salió por un pasillo con los brazos en alto, a la vez que pedía que por favor no abrieran fuego, ya que dentro de la vivienda había menores de edad. Sin embargo, uno de los disparos ingresó por la ventana, impactando la bala en el ropero. Que también salieron su hija, su madre con la más pequeña y su hermana con el bebé, haciéndolas ingresar en la vivienda, la que luego revisaron.
Asimismo, que ante los pedidos de la propia víctima y con la intención de que dejaran tranquila a su familia, se la llevaron, para lo que fue encapuchada, esposada e introducida en un automóvil particular, marca "Tord", modelo "Falcón". Que como consecuencia de los ruidos provocados salieron los vecinos, quienes increparon a los aprehensores para que no les hicieran nada, manifestando que era gente buena y trabajadora.
Que dentro del vehículo Bernst de Hansen fue acompañada por dos sujetos, quienes iban a su lado y le bajaron la cabeza debajo del asiento para impedirle la visión. Que en el viaje la interrogaron acerca de si era "la Rubia" y militaba, por lo que creyó que buscaban a otra persona.
Que luego de un gran trayecto, llegaron a la ESMA, momento en el que le propinaron a la damnificada golpes en la cabeza con rollos de diarios y le asignaron el número 062.
Que una vez allí, la bajaron al "Sótano", donde se escuchaba una radio y un ruido similar a una sierra cortando madera, la sentaron y luego de un rato, la ingresaron a un cuartito chico, en el que habia una cama de elástico de alambre y un banco redondo, que Bernst de Hansen pudo ver, al serle reemplazada la capucha por un antifaz.
Asimismo, se encuentra probado que en dicho cuarto fue sometida a un interrogatorio acerca de su militancia política y sus actividades y a la picana eléctrica; para lo cual la hicieron acostar y le ataron un alambre en la punta del dedo gordo del pie. A los pocos días volvieron a someterla a sufrimientos físicos y psicológicos, utilizando, en dicha ocasión, dos "picanas", en el pecho y la pierna y le propinaron golpes en la nariz. Que como consecuencia de ello, fue atendida por un "Tomy", quien la tranquilizó refiriéndole "que no la tocarían más".
También, se acreditó que Bernst fue obligada a desnudarse ante la presencia de seis o siete personas, que se reían y se burlaban de ella, a la vez que le propinaban patadas en las piernas.
Posteriormente, la subieron a "Capucha", donde la tiraron sobre una colchoneta con un plástico arriba; para, pasadas unas horas, bajarla nuevamente con el objeto de interrogarla.
Asimismo, quedó acreditado que la nombrada fue incorporada al denominado "proceso de recuperación" y, en ese marco, obligada a realizar trabajo esclavo dentro de la ESMA, en una salita ubicada en el "Sótano" y en la "Pecera" y fuera de ella en un negocio de venta de calzado en la localidad bonaerense de Villa Ballester, donde laboraba durante el dia para ser nuevamente trasladada a aquel lugar por la tarde.
Que en el primer lugar trabajó en la transcripción de unas fichas, acompañadas de unas fotografías tipo carnet, que contenían los datos de personas, que a la fecha reconoció como "desaparecidas" y en el segundo de ellos en el archivo, separando información de la Argentina y el exterior.
Asimismo, se probó que también fue obligada a participar de recorridas por la calle con el objeto de "señalar" a otras personas, conocidas como "láncheos" y de salidas "recreativas" a comer a diversos restaurantes de la ciudad, para lo cual debía agiornarse. Actividades que formaron parte del "proceso de recuperación".
Además, se acreditó que, durante su cautiverio, fue sometida a sufrimientos físicos y psicológicos derivados de las condiciones inhumanas de alojamiento.
Que antes de recuperar su libertad, la llevaron en el dia a la casa de su abuela, donde, en algunas ocasiones, se encontraba con sus hijas y luego la volvían a trasladar a la ESMA.
Maria Eva Bernst de Hansen recuperó su libertad a principios de junio de 1.979; debiendo comunicarse telefónicamente todos los días con un responsable de su vigilancia, que fue variando en el tiempo. Dicha vigilancia se extendió hasta 1.981, aproximadamente.
Las circunstancias de tiempo, modo y lugar en que se sucedieron los hechos han sido principalmente acreditadas a partir del relato elocuente y directo de la damnificada, quien, además, señaló que al momento de su secuestro tenía 23 años y que su marido estaba desaparecido hacía diez meses, por lo que había vivido un tiempo en el sur del país.
Por otra parte, indicó que una vez finalizado el primer interrogatorio y la tortura la condujeron a capucha, donde escuchó que decían, refiriéndose a ella, "a ésta no le den agua" y que sentía un dolor muy grande, similar al de las quemaduras con cigarrillos, en los brazos, el pecho y las piernas.
Agregó que las fichas que le mandaron transcribir hacían referencia a personas que se encontraban alojados en otros centros clandestinos que tenían que ver con Ejército y Aeronáutica.
Por otra parte, manifestó que, como consecuencia de la visita de AMNESTY, se tomaron distintas medidas dentro de la ESMA; a algunos los vistieron de policías y otros permanecieron trabajando en el lugar como empleados. Expresó que ese día observó que, en la entrada a "Capucha", se llevaron, en fila india, cincuenta secuestrados.
Recordó que fue trasladada junto con dos embarazadas, de nombre Patri y Bebe, en la parte trasera de un vehículo. Que a las cuadras les hicieron poner el antifaz, lo que le provocó un gran llanto, a la par que le referia a sus captores: "ustedes me quieren matar, no tienen madres mujeres en su familia"; a lo que le respondieron que no pasaba nada, que luego las traerían de vuelta.
Manifestó que fueron por camino de cintura, a Puente 12 y que reconoció el lugar a pesar de estar tabicada. Que pararon el auto, había unos yuyales altos y una edificación con una pared de revoque grueso tapada con arbustos. Que ellas se quedaron solas, se corrió el tabique y vio como al resto de sus compañeros los bajaban en fila india, habia varones y mujeres, todos jóvenes; a los que nunca más vio. Los detenidos fueron trasladados en un camión de productos alimentarios.
Continúo relatando que ese mismo dia ellas regresaron a la ESMA y que quienes las conducían refirieron "no hay lugar para ustedes, nos vamos para casa".
Por otra parte, memoró que en el "Sótano" habia gente que trabajaba en la realización de documentación y que allí le confeccionaron su documento. Al respecto, señaló que "Juan Carlos" y "Alfredito" le sacaron fotos -las que se exhibieron en el debate- y después le entregaron el documento.
Bernst de Hansen, agregó, que su marido había sido secuestrado sin poder inscribir a su hija en el registro y que lo único que tenía para acreditar su identidad era un papel de la cama donde había nacido. Que hizo saber en la ESMA esta circunstancia y que no le podía hacer la documentación porque áquel estaba "desaparecido" y no tenía como justificar su ausencia. Que por tal razón, a un hombre que se llamaba Gustavo, quien trabajaba en el "Sótano", le confeccionaron un documento con los datos de su marido y su foto; pudiendo de esta manera anotar a su hija con otra fecha de nacimiento en un registro civil de Temperley.
Por último, señaló que militó en la Juventud Peronista en zona Sur.
Asimismo, dieron cuenta de su permanencia en la ESMA, Maria Del Huerto Milesi, Rolando Pisarello, Ana María Marti, Andrés Ramón Castillo y Jaime Feliciano Dri.
Por su parte, Graciela Beatriz Daleo recordó que el secuestro de Maria Eva Bernst, tal como la conoció en dicho centro clandestino, se produjo en enero de 1.978 y Martín Tomás Gras que la damnificada fue secuestrada con posterioridad a su caída y que fue obligada a trabajar en la "Pecera". Extremo que fue corroborado por Lila Victoria Pastoriza, por un lado, y Miriam Lewin y Lisandro Raúl Cubas, por otro, quienes, además, refirieron que laboraba en el archivo de dicho sector junto a Tmaz de Allende.
Ricardo Héctor Coquet declaró que cuando debió ser hospitalizado debido a un accidente sufrido, recibió cartas de aliento de algunos compañeros cautivos en la ESMA, entre las cuales habia una escrita por Maria Eva Bernst.
Asimismo, como prueba documental merece destacarse de un modo genérico las constancias obrantes en el legajo CONADEP n° 2.453 de la nombrada.
Por otra parte, el evento relatado fue probado en el marco de la sentencia dictada por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, en la causa n° 13/84, correspondiendo al caso individualizado con el número 482.
Por lo expuesto, cabe señalar como conclusión que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio.
40. Caso en el que resultó víctima Nilda Noemí Actis:
Se tuvo por probado que el 19 de junio de 1.978 Nilda Noemí Actis fue privada ilegalmente de su libertad por un grupo de personas, en momentos en que se encontraba circulando por el pasaje Rojas, próximo a la plaza San Martín de esta ciudad, en compañía de otro hombre, luego de haber salido de su trabajo.
Que tras ser sorprendida, esos sujetos se arrojaron sobre ella y la colocaron contra la pared, interrogándola respecto de su lugar de procedencia y hacia dónde se dirigía. Que la persona que la sujetó le colocó un arma en la zona de las costillas.
Que fue introducida en piso del asiento trasero de un automóvil, junto al hombre que la acompañaba y su cabeza fue sujetada con el pie de uno de sus captores.
Posteriormente, fue trasladada a otro vehículo en el cual permaneció encapuchada, esposada y fue sometida a amenazas e insultos.
Además, se acreditó que fue conducida a la ESMA y que en ese lugar fue alojada en uno de los cuartos del "Sótano", donde la obligaron a desnudarse y la interrogaron acerca de sus datos personales y respecto de sus amigos.
Seguidamente la arrojaron sobre una cama metálica sin colchón, a la que ataron sus extremidades y liaron un cable a uno de sus dedos del pie. En esas condiciones le aplicaron pasajes de corriente eléctrica, a la vez que le tiraban agua sobre su cuerpo.
Asimismo, se la interrogó respecto de su militancia en la JP y fue obligada a escribir un relato sobre su persona, su militancia política y sus conocidos.
Que continuó incomunicada en ese recinto, mientras ingresaban constantemente distintas personas, entre las que reconoció a secuestrados que conocía de la militancia, con el fin de demostrarle que allí no mataban a nadie. Luego fue trasladada a la "Huevera" donde pasaba el día, pernoctando en la "Enfermería", Que permaneció en esas condiciones durante cuatro meses.
También se tuvo por acreditado que al mes y medio de haber ingresado a la ESMA fue incorporada al denominado "proceso de recuperación" y, consecuentemente, obligada a realizar trabajo esclavo en el área de "Diagramación".
Que allí fue obligada a confeccionar carteles y a falsificar documentos. Que su labor consistió, específicamente, en reconstruir la filigrana de la cédula de identidad, que había sido previamente ampliada en el laboratorio fotográfico. Esta misma tarea la realizó con los documentos de identidad y con los escudos de los pasaportes.
Otra de las tareas que le impusieron fue la de confeccionar mapas de Argentina y Chile en transparencias, debiendo realizar sobre ellos marcaciones indicativas de las bases que cada país poseía.
También fue obligada a realizar correcciones sobre lo escrito por Jorge Cafatti quien también fue secuestrado y cuyo caso será objeto de estudio en otra parte de la presente.
Posteriormente, en febrero de 1.979 fue obligada a realizar trabajo esclavo en una inmobiliaria ubicada en Warnes 350, de esta ciudad, la que luego fue mudada a la calle Ciudad de la Paz al 1.000. Su labor consistió en realizar asientos en un cuadernillo sobre los insumos que eran utilizados en tareas de construcción.
Que mientras permaneció en el centro clandestino de detención perdió por completo la noción del tiempo ya que siempre estaba la luz encendida y una radio a todo volumen, sin poder precisar si era de día o de noche.
También quedó acreditado que la damnificada fue conducida hasta su casa en la ciudad de La Plata y, en tres oportunidades, a visitar a su familia que residía en Guaminí, un pueblo situado a 500 kms. de la ciudad de Buenos Aires.
Asimismo, que con motivo de su cumpleaños, la llevaron al cine y le permitieron comunicarse telefónicamente con su familia, siendo conducida hasta una telefonía ubicada en la intersección de las avenidas Córdoba y Maipú.
Que, también, como parte del "proceso de recuperación", fue exhortada a participar en dos o tres ocasiones de salidas a cenar fuera de la ESMA.
También fue obligada a reconocer y señalar a algún compañero de militancia, en el marco de las salidas conocidas como "paseos" o "láncheos",
Nilda Noemí Actis fue liberada a fines de julio de 1.979, oportunidad en que se la autorizó a viajar a la República de Venezuela.
Las circunstancias de tiempo, modo y lugar en que aconteció el secuestro, cautiverio en el centro clandestino de detención que se erigió en la ESMA y posterior liberación, se encuentran probadas, en primer lugar a través de los dichos elocuentes y directos de Nilda Noemi Actis.
Al respecto, agregó que al momento de producirse su detención hacía dos años que ya no militaba y señaló que en 1.970 era estudiante de la Facultad de Bellas Artes en la ciudad de La Plata y era militante de la Juventud Peronista en la localidad de Ensenada.
Agregó que mientras fue conducida a la ESMA, junto con la persona que en el momento de su secuestro la acompañaba, y tras llegar al lugar debieron aguardar por unos instantes hasta que les abrieran el portón de ingreso. Que luego circularon un trecho más, hasta que los hicieron descender del rodado.
Que durante el trayecto hasta el mencionado centro clandestino de detención, fueron sometidos a todo tipo de violencia con el fin de sojuzgarlo y quitarle toda posibilidad de reacción.
Actis refirió que durante la tortura le subió la presión, y posteriormente comenzó a temblar, sintiendo que su cuerpo no le respondía. Recordó que luego de ello le dieron algo de beber y se durmió, aunque dijo que cada tanto la iban a despertar a los golpes y la volvían a interrogar.
Manifestó que la tortura comenzaba un día y no culminaba. Que a consecuencia de la misma sufrió una luxación de hombro y de uno de sus tobillos y que en el intento por querer curarla, le realizaron una curación con una lámpara que terminó quemando su pie.
Asimismo, dijo que las torturas no eran únicamente un problema físico, sino también psíquico y que sus consecuencias perduran en el tiempo, existiendo situaciones que en la actualidad la remiten a esos episodios.
De hecho, recordó que en el "Sótano" conoció todos los tipos de gritos mezclados y el contacto permanente con la tortura. Que en "Capucha" le quedó grabado el sonido de los grilletes que golpeaban contra el suelo cuando las personas eran movidas de un sector a otro y que todas esas situaciones las recuerda nítidamente hasta la actualidad.
Que durante el primer tiempo de su cautiverio fue interrogada por miembros de otras dependencias de La Marina, quienes le realizaron preguntas muy puntuales. Dijo que fue preguntada por la Marina de La Plata, también por la Base de Submarinos de Mar del Plata y por personal de Ejército.
Mencionó la damnificada Actis que estando en la ESMA le adjudicaron el número 125, debiendo anunciarlo al guardia cada vez que ingresaba o egresaba de "Capucha". A ese sector fue llevada luego de permanecer en el "Sótano". Específicamente fue introducida en los camarotes.
Añadió que nunca reveló a su familia su condición de secuestrada pues sabia que si lo decía, podían correr la misma suerte. Además refirió que todas las salidas a las que fue obligada formaban parte del "proceso de recuperación".
Memoró también que en cierta ocasión fue castigada y trasladada por primera vez a "Capucha", donde permaneció sobre la colchoneta esposada y encapuchada. Además le referían que si continuaba con esa actitud se "iba a ir para arriba"
Actis, por otra parte, señaló que cuando fue llevada a trabajar fuera de la ESMA, la obligaron a alquilar un departamento y residir en él. Asimismo recordó que mientras circulaba por la calle sin su custodia permanente, los miembros del GT le dieron escrito en un papel el número telefónico de la ESMA, el cual debía exhibir en caso de que intentasen secuestrarla nuevamente.
Finalmente relató que cuando la autorizaron a viajar a Venezuela, la obligaron a llevar consigo un juego de documentos falsos con el pretexto de que a partir de ese momento no estarían ellos para cuidarla.
El aserto que antecede encuentra, además, correlato con el testimonio brindado al Tribunal por Carlos Alberto García, Martin Tomás Gras, Amalia Larralde, Miriam Liliana Lewin, Alberto Girondo, Carlos Gregorio Lordkipanidse, María del Huerto Milesi, Rolando Pisarello y Alfredo Manuel Juan Buzzalino.
Que la permanencia de la damnificada en la ESMA fue confirmada por Andrés Castillo, María del Huerto Milesi, Alfredo Manuel Juan Buzzalino, Alberto Eduardo Girondo y Carlos Gregorio Lordkipanidse, quienes afirmaron haberla visto en ese centro clandestino de detención, en calidad de cautiva.
Respecto del trabajo esclavo al que fue sometida, Carlos Alberto García mencionó que ella era quien se encargaba de realizar las ampliaciones de las marcas de agua que tenían los pasaportes y documentos de identidad y que debido a esa tarea la vio en el "Sótano". Asimismo, Adriana Ruth Marcus ratificó los dichos que anteceden, haciendo mención de que "Munu" -que era como la conocía- se dedicaba a copiar las filigranas de las cédulas.
Martin Gras, Miriam Lewin y Amalia Larralde también refirieron haberla visto en el sector mencionado. Agregó, esta última, que también les asignaron la tarea de tipear a máquina el trabajo realizado por Jorge Cafatti.
Larralde, además, aseguró haber salido a cenar con los oficiales de la UT en compañía de la damnificada.
Por su parte, Alfredo Virgilio Ayala en su testimonio afirmó que Actis durante el último tiempo de su cautiverio era la secretaria de la empresa de construcción.
Por lo demás, su detención fue corroborada por Raúl Enrique Scheller al momento de realizar su descargo frente al Tribunal, quien aseveró que Noemí Actis fue capturada por la UT 3.3.2. Dijo también que era militante de la Organización Montoneros, donde era conocida como "Betty" y que pasó a trabajar para las Fuerzas Armadas en su misión de aniquilar a la subversión.
Por último, como prueba documental merecen destacarse de un modo genérico las constancias obrantes en el legajo n° 56 de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, caratulado "Actis Goretta, Nilda" y en el legajo CONADEP n° 6.321 de la nombrada.
Por otra parte, el evento relatado fue probado en el marco de la sentencia dictada por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, en la causa n° 13/84, correspondiendo al caso individualizado con el número 456,
Como conclusión cabe señalar que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio.
41. Caso en el que resultó víctima Amalia María Larralde:
Se tuvo por probado que Amalia María Larralde fue privada ilegítimamente de su libertad el 15 de agosto de 1978 en la intersección de Diagonal Norte y Corrientes, de esta ciudad, por dos personas vestidas de civil que, sin identificarse, la tomaron de sus brazos y la arrastraron hasta un automóvil color blanco, que era conducido por un tercer sujeto armado, siendo introducida y colocada en el piso del rodado y amenazada con un arma.
Que encapuchada, esposada y golpeada fue trasladada al centro de detención clandestino que funcionó en la ESMA, dónde la alojaron en un cuarto del "Sótano".
Que allí y aún con la capucha colocada fue interrogada sobre personas que trabajaban y militaban en la zona oeste del Gran Buenos Aires y amenazada de muerte, situación que se reiteró durante los días subsiguientes, ello aunado al sometimiento a sufrimientos físicos y psíquicos a través de golpes y de aplicación de la "picana eléctrica" por todo su cuerpo, en especial, en la zona de la boca, genitales y senos.
Asimismo se tuvo por acreditado que el tercer día de cautiverio, Larralde fue introducida en la "Enfermería", donde le informaron acerca del "Proceso de Recuperación".
También se comprobó que fue conducida y alojada en "Capuchita", donde permaneció hasta diciembre. Posteriormente, y como consecuencia de estar atravesando una hepatitis, fue alojada, en las mismas condiciones, en "Capucha" y por el lapso de 20 días, regresando, luego, a "Capuchita",
Que en "Capuchita" y debido a su oficio de enfermera, la obligaron a colaborar en dos partos.
También se tuvo por probado que Amalia María Larralde fue sometida a sufrimientos físicos y psíquicos derivados de las condiciones inhumanas de alojamiento, siendo alimentada con un mate cocido y un pan por la mañana y con un sándwich de carne como almuerzo y cena. Que debía pedir autorización para ir al sanitario o bien realizar sus necesidades fisiológicas dentro de un balde. Y que la obligaban a bañarse delante de los guardias, quienes, además, realizaban comentarios sobre su cuerpo.
Se acreditó que a partir del tercer fin de semana de octubre de 1.978 fue llevada a la "Huevera" y obligada a realizar trabajo esclavo, por el que no recibió remuneración alguna; debiendo en un primer momento, sintetizar varios libros de aeronáutica naval. Que en diciembre, fue conducida al "Dorado", donde debió efectuar tareas de secretariado, sacar fotocopias, tipear a máquina y limpiar oficinas. En 1979 debió realizar trabajo forzoso en la casa ubicada en Zapiola y Jaramillo. Alli su tarea consistió en leer y clasificar los artículos del archivo de la revista "Noticias" y confeccionar informes que luego eran enviados al Ministerio de Bienestar Social. Que por esa tarea recibió dinero en concepto de viáticos.
Asimismo, Amalia Maria Larralde fue autorizada a llamar por teléfono y visitar a su familia, a concurrir al casamiento de su hermana menor, a visitar a su hijo en la provincia de Córdoba, ocasiones en las que fue escoltada por un oficial.
También, dentro del mentado "proceso de recuperación", fue conducida en varias oportunidades a cenar fuera de la ESMA.
Asimismo, se probó que estando cautiva fue obligada a realizar un reconocimiento falso de su hijo, quien ya se hallaba inscripto con el apellido materno. Que para tal cometido, un oficial perteneciente al GT realizó dicho trámite valiéndose de un documento apócrifo identificado bajo el nombre de quien fuera el marido de la damnificada, siendo aquélla llevada al registro civil donde se realizó una partida de nacimiento, en la que constaba ese reconocimiento. Que como consecuencia de tal acto, al momento de salir en libertad, debió realizar un poder ante un escribano en el que la autorizaba a sacar del país a su hijo.
Finalmente Amalia Maria Larralde fue liberada y el 9 de septiembre de 1.979 autorizada a viajar a España.
Las circunstancias de modo, tiempo y lugar en que aconteció el secuestro, cautiverio en el centro clandestino de detención que funcionó en la ESMA y posterior liberación, se encuentran probadas en primer término, a través de los dichos elocuentes y directos de Amalia María Larralde.
Al respecto, dijo que logró percibir que en un comienzo los interrogatorios a los que era sometida no tenían una dirección concreta, pero que luego de haber recibido cierta información proveniente del Ejército, las preguntas fueron dirigidas a la averiguación de datos sobre personas que trabajaban y militaban en la zona oeste del Gran Buenos Aires. Agregó que, para esa época, ella militaba en la Juventud Peronista y trabajaba en un dispensario ubicado en ese lugar.
Por otra parte, relató que en "Capuchita" los cautivos estaban alojados sobre colchonetas, las que se encontraban separadas por tabiques de madera -con el fin de que no se vieran ni pudieran hablar entre si-, encapuchados, con una especie de anteojos de tela rellenos de algodón en su interior. Agregó que las mujeres permanecían esposadas y los hombres con cadenas en los pies y que en el centro clandestino de detención el ambiente era muy extraño, y esquizofrénico.
Mencionó que en el mes de diciembre fue obligada a llevar al hijo de veinte días de edad de Carlos Lordkipanidse, hasta el domicilio de los padres de aquél.
También, que fue obligada a escribir en un papel su nombre y su militancia en la JP, debiendo estampar su firma al pie del relato.
Asimismo, memoró que cuando fue llevada a realizar trabajo esclavo, no cumplía un horario estricto, ya que en ocasiones fueron a buscarla a "Capuchita" a las dos de la mañana para que fuera a limpiar las oficinas.
Finalmente, Amalia Maria Larralde señaló que para la primera visita que realizó en su casa, el oficial que la condujo hasta allí habló con sus progenitores y les mencionó que su hija estaba incluida en un "proceso de recuperación" para ingresar a una sociedad occidental y cristiana.
El aserto que antecede encuentra correlato en los testimonios brindados al Tribunal por Adriana Marcus, Nilda Actis, Alberto Girondo, Jorgelina Ramus, Andrea Marcela Bello, Juan Gaspari, Ricardo Coquet, Alicia Milia, Rosario Evangelina Quiroga, Ana María Martí, Rolando Pisarello, Sara Solarz, Graciela Daleo, Martín Gras y Alfredo Manuel Juan Buzzalino.
Por su parte, Graciela Daleo, Rosario Quiroga y Sara Solarz coincidieron en que la damnificada fue secuestrada en 1,978, Ricardo Coquet, Martín Gras, Alfredo Manuel Juan Buzzalino y Rolando Pisarello afirmaron haber visto a Larralde en la ESMA,
A su turno, refirió Adriana Marcus que compartió con la damnificada trabajo esclavo en "El Dorado" y en "Los Jorges" donde debían pasar en limpio cierto material, como también en la casa de Zapiola y Jaramillo. Refirió que en este último destino la tarea asignada a Larralde era pasar en limpio informes sobre política nacional e internacional, sindical.
Sustentaron lo afirmado, Mercedes Carazo quien señaló haberla visto en la casa de Zapiola. Alberto Girondo y Jorgelina Ramus refirieron haberla visto en "El Dorado" y Andrea Bello en el sector de "Los Jorges".
Por su parte, Nilda Actis mencionó que estuvo en el "Sótano" con la damnificada, que compartió las cenas a las que fueron llevadas por los miembros del GT fuera de la ESMA, recordando también que aquella era llevada a ayudar con las embarazadas, como también con otros cautivos que padecían problemas de salud.
A su turno, Ana María Marti declaró haber visto a Amalia Larralde en la ESMA, que era enfermera y que estuvo en el parto de "Patricia Rosemblin". Agregó, finalmente, que hacía trabajo esclavo en el "Sótano".
Amalia Teresa del Rosario Muñiz de Larralde, cuyas declaraciones testimoniales fueron incorporadas por lectura -fs. 38/41 del legajo n° 1 caratulado "Larralde, Amalia María" de la Cámara Nacional en lo Criminal y Correccional de esta ciudad- dijo que después del secuestro de su hija, durante quince días, se entrevistó con numerosas personas del Ejército, de la Policía Federal, de la Iglesia Católica, amigos y conocidos, para dar con su paradero. Manifestó que la primera vez que tuvo noticias de su hija fue el 30 ó 31 de abril, ocasión en la que la llamó telefónicamente un hombre que le informó que su hija estaba bien, y pudo hablar con ella que le reiteró que estaba bien. Después empezó a recibir llamados de Amalia cada 15 días. Señaló que posteriormente la empezaron a llevar a su casa cada tanto, luego la llevaban un dia y la iban a buscar al siguiente. Dijo que a principios de abril de 1979 pasó a vivir en su casa, pero debía ir todos los días y durante muchas horas a un especie de trabajo. Finalmente, a fines de agosto de 1979 la dejaron en libertad y salió rumbo a Europa.
Asimismo, como prueba documental merecen destacarse de un modo genérico las constancias obrantes en el legajo n° I referido precedentemente, en particular el habeas corpus interpuesto por Amalia Teresa del Rosario Muñiz de Larralde a fs. 1/3; la causa n° 50/78 caratulado "Larralde, Amalia María s/ recurso de habeas corpus" del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional n° 2 de la Capital Federal, que ilustra las gestiones realizadas para dar con el paradero de la víctima; el legajo CONADEP n° 3673 correspondiente a Amalia Maria Larralde.
Por lo expuesto, cabe señalar como conclusión que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio.
42. Caso en el que resultó víctima Jorge Norberto Caffatti:
Asimismo, ha quedado legalmente acreditado que Jorge Norberto Caffatti, apodado "el Turco", fue privado ilegalmente de su libertad el 19 de septiembre de 1.978, en inmediaciones de su vivienda, sita en Cucha Cucha 2.779, de esta ciudad y trasladado a la ESMA, donde fue sometido a sufrimientos físicos y psicológicos destinados a obtener información como a otros derivados de las condiciones inhumanas de cautiverio.
Que allí fue obligado a redactar la historia de su vida de militante político.
Así también, ha sido probado que estuvo en dicho centro clandestino de detención hasta, por lo menos, el mes de noviembre de aquel año; en que fue "trasladado".
Jorge Norberto Caffatti permanece aún desaparecido.
El aserto que antecede encuentra sustento en los dichos de Margarita Haydeé Caffatti de Rizzo, quien relató en el debate ser la hermana de Jorge Norberto, alias "el Turco",
Señaló que el 19 de septiembre de 1.978 lo secuestraron; que el día anterior no "aparecía" su pareja, María Adela Pastor, a quien llamaban "Malena". Agregó que el nombrado vivía, junto con su hermana y esta última en Cucha Cucha 2.779, de esta ciudad.
Recordó que, mientras estuvo cautivo, recibieron llamados telefónicos de su hermano, que éste conversaba con su madre y con "Malena" y que les pedía que "no hicieran nada" porque era en su contra. Que cree que las comunicaciones las efectúo en octubre y que fueron varias semanales o quincenales.
Por otra parte, señaló que si bien su hermano militaba popularmente, para la época de su secuestro ya no participaba en la militancia y que en una revista española figuraba, en una nómina de secuestrados, como "trasladado".
En el debate se le exhibe un poema glosado a fs. ó del legajo CONADEP n° 1.187, correspondiente a Jorge Caffatti, el que dice lo que se transcribe a continuación:
"nos veremos?
Toy seguro que sí.
que la magia proleta-la hacedora-
nos juntará en las calles, en los barrios;
con tus manchas, tus rondas, tus rayuelas,
tus muñecas jugando sin horarios.Y veremos un mundo, qué sé yo?,
solidario. Sin la cadena de los tarjeteros,
ni la burla feroz de la quincena,
ni el cotidiano yugo de un laburoQue te empape en sudor y te saque las venas.
y habrá un vino alegría - la de todos -
torrentoso, embrujado
por duendes laburantes
recorrerá tus pechos, agarrará tus manos,
y te echará a volar, a ver la vida
acariciando el cielo, emborrachados.Toy seguro que sí, que nos veremos
vos también lo safrás,
cuando el celeste de tus ojos buenos
se alimente del sol, siempre adelante;
cuando detrás de vos, de tu cintura,
te corran locos,
haciendo travesuras,
mil silbidos de pibes atorrantes."Por último, la testigo acompañó una foto de su hermano, la que se encuentra agregada a fs. 4.778 de los autos principales.
Asimismo, corroboran lo expuesto los dichos brindados por Zulema Gladis Gazzero, quien manifestó que Jorge Caffatti era hermano de su madre y que fue secuestrado, la madrugada del 19 de septiembre de 1.978, de la puerta de su vivienda, en la que residía junto a ella, a sus hermanas y a su madre.
Recordó que la tarde del 18 de septiembre, mientras regresaba a su casa vio un automóvil, ubicado en la vereda opuesta a la de su domicilio. Que si bien le llamó la atención ya que dentro de él habia mucha gente, no pensó en nada extraño y se quedó tranquila pues al ingresar a su casa, vio que se encontraban su madre, sus hermanas, su abuela y Caffatti.
Manifestó que este último estaba extremadamente preocupado pues su pareja aún no había regresado. La testigo memoró que ese día su novio la fue a visitar y se quedó a cenar y que, cuando se retiraba, lo acompañó hasta la puerta y observó que en la calle había un auto sobre la vereda de su hogar; circunstancia que no la alarmó.
Agregó que al ingresar a la vivienda vio al damnificado sentado al lado del teléfono ubicado en el living de la casa, donde había una ventana que daba a la calle. Que, nuevamente, éste le manifestó su preocupación porque 'la flaca", como él llamaba a su pareja, no regresaba y que debían tomar alguna medida precautoria.
Gazzero, explicó que luego de ello, se fue a dormir y que al despertar Caffatti ya no estaba en la casa y que la puerta que daba a la calle estaba entreabierta.
Memoró que a los diez días de este suceso, María Adela Pastor regresó y le comentó a la familia que habían sido secuestrados y torturados, que escuchó mientras torturaban a Caffatti y que él había pedido que la dejaran en libertad ya que no tenía nada que ver. Asimismo, les manifestó que se quedaran tranquilos que lo había visto, que estaba bien y que iba a salir; pero que no debían hacer ninguna presentación judicial, ya que corría peligro su vida.
La testigo declaró que también refirió que durante el cautiverio le habían pedido que redactara la historia de su militancia política y que en ese momento estaba escribiendo el año 1.963, cuando se produjo el asalto al policlinico bancario, del que fue acusado.
Por otra parte, Gazzero señaló que, a partir de ese momento, comenzaron a recibir llamados telefónicos de Caffatti desde su lugar de detención y que durante octubre de 1.978 fueron numerosos, no pudiendo precisar la cantidad exacta. Que llamaba para hablar con su madre y con su pareja.
Recordó que se comunicó para el dia de la madre, que se lo escuchaba bien y que manifestó que "estaba todo bien y que ya iba a salir". Que a principios de noviembre volvieron a recibir un llamado, en el que le solicitó a su pareja que le prepare una muda de ropa, porque probablemente iba a hacer un viaje por un trabajo.
Agregó que a fines de noviembre volvió a comunicarse con ellos, que el tono de su voz era distinto y que en esa ocasión les refirió que ya no volvería a llamar por un tiempo. Que luego de ello, no supieron nunca más nada de él.
Relató que supo que Jorge Norberto escribió varias poesías durante su cautiverio, que están en poder de la familia y que fueron dedicadas a las cautivas Actis y Larralde.
Por último, mencionó que en ningún momento hicieron alguna presentación por temor a perjudicar su situación,
María Adela Pastor, en ocasión de deponer en la audiencia de debate, memoró que era la compañera de Jorge Caffatti y que compartió la vida, afectos, sueños y deseos de justicia, libertad y amor por su país.
Que fue secuestrada el 18 de septiembre de 1,978, mientras visitaba a una compañera en la localidad de Villa Ballester, provincia de Buenos Aires y que en tal suceso la interrogaron acerca de si era la mujer de Jorge Caffatti, a la par que le mostraron una fotografía del nombrado.
Relató que la condujeron a un lugar donde la continuaron interrogando acerca de Caffatti y la sometieron a tormentos. Que transcurridas unas horas, la vinieron a buscar y tabicada y encapuchada, la condujeron a otro sitio de reducidas dimensiones, donde escuchó una voz que, al principio, le pareció extraña, "como de borracho", que expresó "no ven que es una santa" y que al interrogarlo acerca de la plata, manifestó "pregúntenle a los abogados".
Pastor recordó que al sacarla de alli, la misma voz le dijo que la quería mucho y que siga creyendo en la gente y que, en ese momento, supo que se trataba de Jorge.
Señaló que, posteriormente, la alojaron en otro lugar sobre una colchoneta en el suelo y que cuando preguntó por Jorge Caffatti le respondieron que se habia ido en libertad.
Que el 29 de septiembre, cerca del mediodía, un guardia le informó que seria liberada y que al preguntar por Jorge le dijo que ahora lo vería. Recordó que al cabo de unas horas, la condujeron a un cuarto pequeño, donde escuchó la voz del nombrado que pidió que le sacaran la capucha, que al llegar, él le sonríe y lo acercan. Que uno de sus captores comienza a amenazarlos y se alejan.
Recordó que, en ese momento, se abrazaron y besaron y que "el Turco" le dijo que estaba escribiendo, que iba por el año 1.972 o 73 y que "se pintara". Que luego se acercaron aquéllos y la alertaron acerca de que no hiciera denuncias, que no se fuera del país y que no hiciera nada, porque, de lo contrario, "lo iba a ir a buscar a una zanja"; a lo que el nombrado le pidió que tranquilizara a su familia. Que esa fue la última vez que lo vio.
Asimismo, Pastor declaró que le manifestaron que Jorge se iba a comunicar telefónicamente el domingo siguiente. Que así lo hizo y que llamó nueve veces en total; siete de ellas en el mes de octubre. Explicó que, por lo general, atendía ella y se lo escuchaba bien.
Recordó que la primer semana de noviembre llamó y les comentó que existía la posibilidad de que lo trasladaran a otro lugar a trabajar y que el 26 de ese mismo mes, volvió a comunicarse, que su tono de voz era absolutamente diferente, apagado, "casi triste", "sin dar señal de expectativa alguna" y que esa fue la última vez que lo hizo.
La testigo memoró que para la época de los hechos vivía en Cucha Cucha 2.779, de esta ciudad.
Por otra parte, relató que Jorge era un militante peronista, que no hizo gestiones por su secuestro y que habían interpuesto un habeas habeas, que fueron a "levantar" con su padre.
Por último, expresó que a Jorge le decían "Cafarelli", "el Cachafaz" y la "Rubia Mirella" y que durante varios años trató de encontrar lo que Jorge le dijo que estaba escribiendo y que luego supo que estaba plasmado en un libro titulado "Un secuestrado en la ESMA" de Gasparini.
Asimismo, son contundentes los dichos vertidos en el debate por José Manuel Martínez, quien declaró que era compañero de las "Fuerzas Armadas Peronistas" y del "Peronismo de Base" de Caffatti.
Recordó que el día de su secuestro, aquel se comunicó telefónicamente para informarle que "Malena" no había regresado a su casa, lo que le llamaba la atención. Que, además, había otros compañeros que también habían desaparecido.
Relató que se reunieron con Caffatti y él le manifestó que "todo estaba podrido" y que, ante la decisión del primero de regresar a su vivienda, le hizo saber que "ya no era segura". El testigo, señaló que igualmente aquel decidió regresar y que él lo llevó. Que el damnificado vivía en Cucha Cucha y Donato Alvarez, que cuando están por arribar al lugar, aquel se baja y él espera a que se dirija a su domicilio,
Martínez recordó que cuando dobló a la esquina, divisó un vehículo marca "Ford", modelo "Falcón", con tres personas adentro y otro rodado de las mismas características, cree que también con ocupantes, en otra cuadra.
Indicó que al día siguiente se dirigió a una pizzería en la que había acordado encontrarse con Jorge y que éste no se presentó.
Por último, expresó que a Caffatti lo llamaba Jorge, "Pétete" o "Gallego".
Asimismo, prueba de lo antedicho lo constituyen las manifestaciones brindadas por Nilda Noemí Actis, quien declaró que, mientras duró su cautiverio, fue obligada a trabajar en el "Sótano", donde permanecía laborando hasta altas horas de la madrugada.
Que recordó a Jorge Caffatti, a quien, señaló, le decían "el Turco", que lo secuestraron a mediados de septiembre de 1.978 y fue duramente torturado. Al respecto, adujo que después de torturarlo, salieron algunos oficiales de la sala de torturas, riéndose porque aquel, mientras lo torturaban, entonaba tangos y eso les resultaba gracioso.
Memoró que la medianoche del 17 de octubre, fecha en que cumplía años, los guardias le permitieron festejar su natalicio con una compota con crema chantilly que habia cocinado. Que Caffatti hacia un mes, aproximadamente, que permanecía en cautiverio en un cuarto ubicado junto al comedor.
Actis relató que le solicitó al "Pedro" responsable ese día, si podía llevarle un vaso con compota al nombrado, autorizándola a dárselo ella misma. Que así lo hizo, viendo, por primera vez, a Caffatti el 18 de octubre de 1.978.
Agregó que entró por un instante, le dio ánimo y un fuerte abrazo. Que esa misma noche la trasladaron a una telefónica que se encontraba fuera de la ESMA a hablar por teléfono, autorizándola, a su pedido, el oficial que la acompañó a comprar una revista. Expresó que cuando bajó al "Sótano" se la entregó al guardia para que se la diera a Caffatti.
Señaló que al día siguiente, otro de los guardias le devolvió la revista y le manifestó que en su interior había algo para ella. Que una vez en el baño, encontró dos poemas, escritos por aquel, que calificó de maravillosos y en el mejor de los lunfardos que sabia manejar. La testigo relató que esa fue una de las pocas veces que lloró dentro de aquel centro clandestino de detención. Que uno de ellos se encontraba publicado en el libro que escribió junto con otras cautivas; en el que también habia una fotografía que le fue tomada por otro compañero el día de su cumpleaños.
Indicó que Caffatti permaneció en el "Sótano", por lo menos, ese mes. Que, posteriormente, lo alojaron en "Capuchita", donde perduró por un período prolongado de tiempo. Que lo bajaban, lo "metían" en uno de los cuartos y lo obligaban a escribir acerca de la historia de su vida, de las cosas que había hecho y de su militancia.
Al respecto, Actis memoró que en algún momento le asignaron a ella y a Larralde la corrección del texto; lo que, explicó, era imposible, ya que él escribía con un estilo lunfardo y cambiarlo, significaba cambiar todo. Manifestó que durante mucho tiempo lo subían y bajaban al "Sótano" y que, en un momento, comenzaron a dejarlo por la noche, permaneciendo en un cuarto al fondo del pasillo, al lado del escritorio que ocupaba la guardia. Que ella muchas veces conversó con Caffatti y el guardia de turno.
La testigo también expresó que a finales de noviembre se enteró que Caffatti fue "trasladado" junto con otros cautivos y que ese fue el final de los encuentros con aquel.
Por su parte, Amalia Larralde relató que estando en "Capuchita" ingresó Jorge Caffatti y que lo colocaron a su lado y pudo hablar con él a través del panel. Agregó que éste, le comentó que habían secuestrado a su mujer junto con otras personas.
Asimismo, afirmó que el nombrado había sido sometido a torturas y que mientras esto sucedía supo, por comentarios de los oficiales, que entonaba tangos y la marcha peronista.
Señaló que, posteriormente, fue descendido al "Sótano", donde lo obligaron a escribir la historia de su vida; que ese hecho tuvo lugar cuando ella ya se encontraba realizando tareas de trabajo esclavo en ese sector y que le ordenaron tipiar a máquina lo escrito por aquel. Que para tal faena la designaron también a "Munu" Actis y le ordenaron corregir algunos términos que los militares consideraban no muy correctos y demasiados populares; cometido que le permitió dialogar en varias oportunidades con aquel.
Manifestó que el nombrado militó desde los años 60 y que era "un peronista a muerte".
La testigo, declaró que, mientras estuvo trabajando en la casa de Zapiola, sacó ese escrito de Caffatti, el cual, posteriormente, le entregó a la CONADEP.
Larralde señaló que el nombrado permaneció en la ESMA hasta noviembre, pues recordó que le escribió una poesía fechada el 11 de ese mes. Luego de ello, aseveró que lo "trasladaron", junto con otras personas. Especificó que se lo llevaron un día domingo o un feriado porque los oficiales no estaban y que cuando regresaron se produjo una situación de tensión, por estar en desacuerdo con la decisión tomada y que el responsable de ella la justificaba, afirmando que había recibido presión por parte del Ejército y que había actuado en consecuencia.
Asimismo, Juan Gaspari declaró que escribió un libro sobre Caffatti titulado "Memorias de un secuestrado en la ESMA. La historia de Jorge Cafatti", para el que tomó el relato que el mismo damnificado escribió durante su cautiverio en la ESMA.
Por otra parte, aseveraron ver al damnificado dentro de dicho centro clandestino de detención, Ricardo Héctor Coquet, Alberto Eduardo Girondo, Miguel Ángel Lauletta, Graciela Beatriz Daleo y Miriam Lewin, quien, además, recordó escuchar los gritos de dolor que profería mientras era torturado.
Así también, dan sustento a lo expuesto las constancias documentales glosadas en el legajo n° 141 de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, caratulado "Caffatti, Jorge"; el expediente n° 39.386, caratulado "Caffatti, Jorge Norberto s/ausencia por desaparición forzada" del registro del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil n° 61 y el legajo CONADEP n° .187, correspondiente al nombrado.
Por lo expuesto, cabe señalar que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio. En efecto, las testimoniales brindadas por Haydeé Caffatti de Rizzo, Zulema Gazzero, María Adela Pastor y José Manuel Martínez, sumado a los llamados telefónicos efectuados por el damnificado con posterioridad a su secuestro y la información brindada por otros cautivos sobre su permanencia en la ESMA y su posterior "traslado", constituyen un acabado plexo probatorio que permiten tener por acreditados los hechos que damnificaron a Joge Norberto Caffatti.
43. Caso en el que resultó víctima Víctor Aníbal Fatala:
Víctor Aníbal Fatala fue privado ilegalmente de su libertad el 6 de noviembre de 1.978, al salir de su domicilio de Luna 456, de esta ciudad, a las 10,30 horas, aproximadamente, momento en que fue abordado por un grupo de tres o cuatro hombres vestidos de civil, quienes manifestaron a los vecinos que los increpaban acerca de por qué se lo llevaban, que se trataba de un procedimiento por drogas.
Que lo subieron violentamente a la parte trasera de un automóvil "Ford", modelo "Falcon", luego lo pasaron a otro vehículo tipo ambulancia y, encapuchado, fue conducido a la ESMA. Que al llegar, lo bajaron por unas escaleras a un lugar donde había música de radio y lo ingresaron en un cuarto donde desnudo y acostado, esposado de manos y pies, en una cama de metal con un colchón de goma espuma lo interrogaron acerca de sus compañeros de militancia en la Organización "Montoneros".
Asimismo, se tuvo por probado que fue sometido a sufrimientos físicos y psíquicos con el objeto de obtener información, consistentes en pasajes de corriente eléctrica y a otros sufrimientos derivados de las condiciones inhumanas de alojamiento; y obligado a realizar trabajo esclavo, como parte del "proceso de recuperación".
Víctor Aníbal Fatala fue finalmente liberado entre febrero y marzo de 1.980, siendo vigilado, por lo menos, durante los seis meses posteriores.
Las circunstancias de tiempo, modo y lugar en que se llevó a cabo el secuestro, cautiverio y posterior liberación de Fatala, han sido acreditadas en el debate a través del testimonio elocuente y directo del propio damnificado, quien agregó que el dia de su secuestro notó que habia vehículos que no eran los habituales de su barrio. Que por ese motivo y tras sospechar que podía tratarse de un robo, se comunicó con la seccional n° 28 para denunciar tal sospecha, confirmándole que estaba libre el área en razón de un procedimiento policial.
Manifestó que temió que el procedimiento fuera en su casa, por lo que procuró que su hijo y su esposa se fueran con su suegro.
Por otra parte, recordó que al ser interrogado, sus captores básicamente querían obtener información de otras personas que estaban involucradas o relacionadas en la militancia política, para lo cual implementaron la política de interrogación con tortura,
Fatala explicó que los militares sabían que de la persona que caía detenida usualmente se enteraban sus compañeros militantes y que evitaban comunicarse o citarse con ella para que no se produzcan más secuestros. Que, por ello, actuaban rápido y al detenido lo torturaban un par de días hasta que finalmente terminaba dando los datos que le solicitaban.
Asimismo, relató que trajeron de otro centro clandestino de detención a un amigo de la infancia, con el fin de persuadirlo de que si colaboraba y ayudaba trabajando como inteligencia en la ESMA tendría más posibilidades de sobrevivir. Que a los cuatro días de estar en el "Sótano", lo condujeron a un lugar que se encontraba arriba, donde había un tanque de agua y unas colchonetas separadas por tabiques de madera.
Refirió que posteriormente, lo trasladaron a un piso inferior, a un lugar denominado "Capucha", a la izquierda de las escaleras, donde habia boxees con tabiques de madera y colchonetas de goma espuma.
Señaló que de vez en cuando lo llamaban para pedirle o confirmar información, que tenia dos comidas diarias y mate cocido con pan y que, de acuerdo a la voluntad de "los verdes", la comida llegaba en buen estado, fría o sumamente salada.
Recordó que sobre fines de noviembre y principios de diciembre la cantidad de cautivos descendió; trasladándolo junto a otros cuatro al ala derecha.
Que allí estaba "la Pecera", sector que, explicó, se encontraba armado con boxes de vidrio y un pasillo en el medio; lugar donde lo obligaron a revisar distintos medios de prensa, con el objeto de informar acerca de qué se hablaba de la Marina y, particularmente, del Almirante Massera. También, señaló, le asignaron un viejo proyecto de la Armada acerca de la canalización del Río Bermejo y que, en una oportunidad, lo despertaron a la madrugada para que realice un proyecto relativo a la educación terciaria.
Fatala recordó que, en agosto de 1.979, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA visitó la ESMA, razón por la que decidieron trasladarlos a una isla en el Delta, donde permanecieron un mes, aproximadamente. Que allí a los que hacían trabajo esclavo en el taller y en "La Pecera" los ubicaron en la casa principal y trabajaron en el cortado de fornio, mientras que a los cautivos que se encontraban tirados en colchonetas en "Capucha", sin hacer ningún tipo de trabajo, los alojaron en otra casita a 300 mts., donde continuaron en el mismo estado vegetativo en el que se encontraban.
Declaró que finalizado agosto regresaron a la ESMA y él, junto con otros compañeros, fue trasladado diariamente a una casa sita en Zapiola y Jaramillo para continuar con el trabajo de prensa que venía realizando. Recordó que era una casa pequeña, de dos pisos, con un patio que utilizaban como garaje y un archivo de diarios y revistas. Al respecto, señaló que todas las mañanas un chofer los conducía a ese domicilio y que a la noche los regresaba a la ESMA, pero que, excepcionalmente, cuando no los pasaban a buscar, dormían allí.
Agregó que si bien mientras fue obligado a trabajar allí tuvo oportunidad de darse a la fuga, la figura de la "desaparición" era muy amplia y si escapaba podía sucederle algo a su familia. Además, adujo que cuando comenzaron a ir a esa vivienda estaban muy cerca de la libertad, ya que sus captores le habían prometido que ocurriría en un tiempo no muy lejano.
Señaló que en el verano de 1.980 comenzaron a permitirle dormir en su casa, que en febrero o marzo lo liberan, con la advertencia de que seguirían en contacto y que a los seis meses lo llaman a su casa y lo citan para dejarle en claro que le estaban siguiendo los pasos.
Por otra parte, el testigo explicó que el cautivo que trabajaba tenía posibilidad de supervivencia en ese lugar, no asi quienes permanecían "tirados" en las colchonetas; razón por la que ellos solicitaban ayuda en las tareas de "La Pecera" para dar oportunidad a otros compañeros de sobrevivir.
Asimismo, relató que a fin de demostrar que quien colaboraba podía salir en libertad, mientras duró su cautiverio le permitieron llamar a su madre y luego visitarla por un par de horas, primero acompañado por alguno de los captores y con el tiempo sólo. Agregó que dichas visitas se prolongaron, al principio, durante toda una jornada y, luego, se extendieron por el fin de semana. Manifestó que estos permisos tenían por objeto evitar que los familiares presentaran habeas corpus.
Por otra parte, Fatala recordó que le robaron un camión, para lo que lo obligaron a firmar un formulario "08" en blanco y que no pudieron quitarle su departamento porque estaba hipotecado.
Asimismo, manifestó que no le asignaron ningún número y que nunca vio números, legajos o carpetas ni tuvo conocimiento de si le tomaron fotografías.
El damnificado hizo la distinción entre militantes políticos y militares, ya que, señaló, el "montonerismo" se concibe como guerrilleros y militares relacionados a lo político, y que, dentro de la ESMA, sólo había personas de organizaciones relacionadas con "Montoneros, como por ejemplo, "Juventud Peronista", "Juventud Peronista Universitaria" y la "Agrupación del Peronismo Auténtico", que no tenían actividad militar sino política.
Por último, señaló que pertenecía al último grupo de militantes activos en Buenos Aires, la "Juventud Peronista".
Asimismo, corroboran lo expuesto, Carlos Gregorio Lordkipanidse, quien relató en el debate que al "Coco" Fatala lo vio en "Capucha", en "Pecera" y en la isla del Tigre. Refirió que militaban juntos en la "Juventud Peronista" en la zona Sur de esta ciudad y que fue secuestrado un tiempo antes que él.
También, Noemí Actis, Rosario Quiroga y Carlos Muñoz, quienes refirieron que el damnificado fue secuestrado y conducido a la ESMA en noviembre de 1978, como también que allí fue salvajemente torturado. En tal sentido, Arturo Osvaldo Barros aseguró haber visto en el cuerpo de Fatala las marcas características de la tortura.
Por su parte, Graciela Beatriz García, Miriam Lewin, Amalia Larralde y Carlos García recordaron haber visto a Fatala en el mencionado centro clandestino de detención.
Asimismo, Daniel Oviedo, Arturo Osvaldo Barros y Carlos Gregorio Lordkipanidse memoraron haber conocido al damnificado en "Pecera"; como también lo recordaron de "Capucha" y de la isla del Tigre, Lordkipanidse y Muñoz.
A su turno, Alfredo Manuel Juan Buzzalino refirió que la víctima fue obligada a realizar trabajo esclavo en el "Sótano" y luego en la casa ubicada en Jaramillo y Zapiola. En ese sentido, Mario Enrique Fukman aseguró que el damnificado estaba incluido en el régimen de trabajo esclavo y que realizó tareas tanto dentro como fuera de la ESMA.
El cautiverio sufrido por Víctor Fatala también fue corroborado por Lázaro Gladstein, cuyas declaraciones fueron incorporadas por lectura al debate, quien, además, afirmó haber visto una "ficha" de aquél en "Inteligencia" y que fue obligado a participar en los "láncheos" (fs. 33.047/8 de la causa n° 14.217; 293/4 del legajo n° 21, 2/4, 17/8, 47/50 y 168/9 del legajo n° 17, ambos de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal y actas mecanografiadas obrantes a fs. 6.352/76 de la causa n° 13/84).
Por último, como prueba documental merecen destacarse de un modo genérico las constancias obrantes en la causa n° 21.826/79, caratulada "Fatala, Víctor Aníbal s/ privación ilegal de la libertad", del registro del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal de Instrucción n° 11, el habeas corpus n° 719/78, iniciado a favor de la victima y el legajo CONADEP n° 3.106 del nombrado.
Por lo expuesto, cabe señalar como conclusión que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio.
44. Caso en el que resultó víctima Enrique Mario Fukman:
Ha quedado legalmente acreditado que Enrique Mario Fukman, apodado "Cachito", fue privado ilegítimamente de su libertad el 1 8 de noviembre de 1978, en horas del mediodía, mientras salía del domicilio - ubicado entre las calles Muñiz y San Juan de esta ciudad- propiedad de los padres de Liliana Pellegrino, donde residía, además, la nombrada junto a Carlos Gregorio Lordkipanidse,
Que, mientras él se dirigía a tomar el colectivo de regreso a su domicilio, en la intersección de las avenidas San Juan y La Plata, de esta ciudad, se detuvo un automóvil marca "Ford" modelo "Falcon", color amarillo claro, del que bajaron tres hombres que se le tiraron encima, lo arrojaron al suelo, lo esposaron por la espalda y lo hicieron ascender al vehículo.
Allí comenzaron a interrogarlo respecto de Lordkipanidse y Pellegrino, lo golpearon y quemaron sus brazos con cigarrillo.
Posteriormente, el rodado ingresó al interior de un garage donde le colocaron a la víctima una bolsa color gris como capucha, lo encerraron en el baúl y lo condujeron a un lugar donde escuchó que invocaron la palabra "Selenio".
Quedó probado que al llegar a la ESMA lo bajaron encapuchado y esposado, lo hicieron descender a un "Sótano", le quitaron la ropa, lo ataron a una cama metálica y comenzaron a aplicarle pasajes de corriente eléctrica, a la par que lo interrogaban sobre Pellegrino y Lordkipanidse. Que ello tenía por objeto obtener información relativa a la localización de compañeros de militancia y que, dichos sucesos, tuvieron lugar en razón de su ideología y actividad política.
Que, en una oportunidad, lo dejaron sólo con la radio encendida y pudo escuchar la voz de Liliana Pellegrino y, de esa manera, darse cuenta que también los habían secuestrado. Luego regresaron y continuaron con la tortura.
Finalmente lo hicieron vestir y sentar en un banco donde pasó toda la noche encapuchado, tabicado y esposado. Al dia siguiente, continuaron los interrogatorios y las golpizas que se prolongaron, bajo esa modalidad, hasta que fue conducido a "Capucha", hecho que se produjo al tercer día de haber llegado a dicho centro clandestino.
Que allí, le asignaron el número 252 y lo arrojaron en una colchoneta que estaba en un costado. Asimismo, continuaron interrogándolo y sometiéndolo a sufrimientos físicos y psíquicos por diferentes medios. Que pudo ver a quienes lo hacían puesto que operaban a cara descubierta.
Posteriormente, en el mes de enero, junto a un grupo de cinco personas, fue conducido a "Capuchita", donde continuaron golpeándolo sin efectuarle preguntas.
Se pudo corroborar que en dicho centro permaneció cautivo en la clandestinidad y fue sometido a sufrimientos físicos y psíquicos derivados de las condiciones inhumanas de alojamiento, obligado a realizar trabajo esclavo en el área de encuademación de libros que funcionaba en el "Sótano" y, posteriormente, en el archivo ubicado en la "Pecera". Que, en esa etapa, dentro del denominado "proceso de recuperación", le quitaron el tabique y los grilletes.
Que a principios de abril de 1,979 fue conducido al sector "Cuatro" porque comenzaron a realizarse las reformas de todo el edificio del "Casino de Oficiales" debido a la visita, al país, de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Que por ésta, fue trasladado desde agosto a septiembre del mencionado año, junto a otros detenidos, a una isla ubicada en la zona del Tigre,
También se pudo corroborar que fue llevado a realizar visitas familiares cada quince días, siendo la primera el 20 de julio.
Que, en el mes de febrero de 1.980 le refirieron a Enrique Mario Fukman que iba a salir y, tres días después, que lo consideraron recuperado. Asimismo, lo interrogaron sobre sus futuras actividades y lo exhortaron a no participar más en actividades políticas. Finalmente lo condujeron a su domicilio, donde fue "visitado" por última vez, el 31 de mayo o 1º de abril de 1.980. Que en esa oportunidad fue interrogado sobre lo que estaba haciendo.
Las circunstancias que rodearon el secuestro, posterior cautiverio y liberación de la victima han sido acreditadas a través del relato amplio y detallado que brindó ésta, quién, agregó que previo a su secuestro le comentaron que habían detenido a un compañero de la imprenta sindical de "Montoneros" que funcionaba en su domicilio y que, a raíz de ello, hubo un gran operativo en el lugar. Refirió que, luego del episodio, tuvieron que abandonar su casa.
Asimismo, relató que el 5 de febrero, mataron a su hermano Jorge, quien apenas tenia 17 años.
Explicó que "Capucha" recibió ese nombre porque los secuestrados se encontraban, encapuchados, acostados y con grilletes. Que pasaban todo el día tirados sobre colchonetas ubicadas en el piso, separadas unas de otras con un tabique y que debían pedir permiso al guardia para sentarse o ir al baño.
También manifestó que los interrogatorios eran la práctica habitual de bienvenida a la ESMA.
Recordó un día en que fue descendido de "Capucha" y golpeado en forma continua, por todo el cuerpo. Que al finalizar con dicha práctica, escuchó que quien lo castigaba decía "escribí o le seguimos dando a él" y que, por ello, comprendió que su tortura consistía en la de otro compañero, que después supo se trataba de Lordkipanidse, Asimismo, mencionó que en dicho lugar la alimentación consistía en un mate cocido y un pan, por las mañanas y las tardes y, en un vaso con agua, un pan con un pedazo de carne -cruda por dentro y quemada por fuera- y una naranja, al mediodía y a la noche. Que había veces que los guardias incluían diuréticos en el mate cocido lo que ocasionaba que tuvieran que pedir ir al baño constantemente, provocando que aquéllos los golpeen.
Relató que en "Capuchita", su situación empeoró pues aumentó el castigo físico. Que allí podía ocurrir que le tirasen con una gomita elástica en los testículos y, si se tapaban la zona, les pisaban la cabeza hasta que quitasen sus manos para continuar con las torturas. También eran golpeados cuando pedían ir al baño por lo que acordaron no ir hasta la noche que era el momento en que eran descendidos para bañarse.
Fukman señaló que le informaron que le iban a dar una tarea porque era recuperable y que por ello fue obligado a realizar trabajo esclavo. También que en una oportunidad fue compelido a ir a cenar a la confitería "El Globo", ubicada entre las calles Hipólito Trigoyen y Salta de esta ciudad.
El aserto que antecede encuentra, además, correlato con el testimonio brindado al Tribunal por Daniel Oviedo, Alicia Milia, Carlos Muñoz, Héctor Eduardo Piccini, Norma Cristina Cozzi, Ana María Malharro, Alberto Osvaldo Barrios y Ángel Strazzeri.
Por su parte, Nilda Noemí Actis dio cuenta del secuestro de la víctima, en cuanto relató que en el mes de octubre o noviembre comenzaron a secuestrar gente del partido "Montoneros". Explicó que todos estaban ligados entre si, que los torturaron a todos y manifestó que entre ellos conoció a Fatala, Lordkipanidse, Fukman, Aldini y otros cuyos nombres no recordaba.
A su vez, Víctor Aníbal Fatala señaló que conocía a Fukman pues eran amigos de militancia y que fue torturado y obligado a realizar trabajo esclavo en "Pecera".
Por su parte, la testigo Liliana Pellegrino relató que el 18 de noviembre de 1.978 se encontraba junto a sus padres, familiares y a Enrique Mario Fukman en su casa y que, el último, dijo que lo mejor era que todos se retirasen del lugar y que, al hacerlo, fue secuestrado pues la casa habia sido rodeada.
Finalmente, Carlos Gregorio Lordkipanidse manifestó que cuando estaba en el cuarto de tortura escuchó como interrogaban y torturaban a Fukman respecto de su domicilio. Que, al día de hoy, éste llevaba las marcas producidas por la aplicación de la "picana eléctrica", "los grilletes" y las esposas.
Asimismo, como prueba documental merecen destacarse de un modo genérico las constancias obrantes en el legajo n° 121 caratulado "Enrique Mario Fukman" de la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal y en el legajo CONADEP n° 4.687 del nombrado.
Como conclusión cabe señalar que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio.
45. Caso en el que resultó víctima Carlos Gregorio Lordkipanidse:
Asi también se tuvo por probado que Carlos Gregorio Lordkipanidse fue privado ilegalmente de su libertad el 1 8 de noviembre de 1.978, entre las 14.00 y 15.00 horas, en circunstancias en que se hallaba en la intersección de las calles Muñiz y Carlos Calvo de esta ciudad, siendo sorprendido por una persona que sacó una "Itaca" recortada con la que lo apuntó a la cabeza.
Que el grupo que llevó adelante el secuestro estaba integrado por cuatro personas vestidas de civil quienes, luego de referirle pertenecer a la dependencia de Toxicomanía, lo subieron a un automóvil marca "Peugeot 504", color gris, colocándolo en el piso del mismo y sujetándole, uno de sus captores, la cabeza con sus pies.
Se comprobó también que fue conducido, encapuchado y esposado, a la ESMA y seguidamente introducido, a la rastra y a los golpes, en el "Sótano". Que inmediatamente después de ingresar a dicho centro de detención, le asignaron el número 255.
Que allí fue sometido a sufrimientos físicos y psíquicos a fin de obtener información, consistentes en insultos en general relacionados a su militancia política, como también golpes propinados con los puños y con una cachiporra de goma, dirigidos en especial sobre sus brazos, y la aplicación de corriente eléctrica en su cuerpo.
Incluso en la oportunidad en que era interrogado respecto de ciertos compañeros de militancia y ante su negativa a responder esas preguntas, uno de los miembros de la UT ingresó a la sala de interrogatorio con su hijo menor de tan solo veinte días de edad y lo colocó sobre el cuerpo de Lordkipanidse, mientras éste continuaba siendo objeto de la "picana eléctrica".
También se acreditó que la víctima fue sometida a sufrimientos físicos y psíquicos derivados de las condiciones inhumanas de alojamiento, siendo colocado en "Capucha" donde compartía cautiverio con muchas personas. Que fue arrojado sobre una colchoneta, desde donde escuchaba los quejidos y lamentos de su esposa y de Enrique Fukman. Que permaneció en ese lugar, encapuchado, esposado y engrillado y recibió como alimentación un sandwich de carne. Que también fue conducido por el lapso de unos días a "Capuchita" como consecuencia de un castigo recibido con motivo de haber sido sorprendido mientras dialogaba con su esposa.
Asimismo, se tuvo por acreditado que, en el marco del llamado "proceso de recuperación", Lordkipanidse fue obligado a realizar trabajo esclavo en el sector del "Laboratorio Fotográfico" y en 1.979 fue instruido en la tarea de falsificación y llenado de documentos, pasando, en consecuencia, a trabajar en "Documentación". Que fue obligado a falsificar documentos de identidad, como también cédulas verdes de automóviles.
También le fue encomendada la tarea de realizar una copia de cada rollo de microfilms que le fue entregado.
Por otra parte se tuvo por probado que fue conducido a una isla del Tigre, específicamente en la tercer sección de uno de los brazos tributarios del río Paraná Mini, donde continuó sometido al trabajo esclavo.
Finalmente, Carlos Gregorio Lordkipanidse accedió al régimen de "libertad vigilada", entre principios y mediados de 1.981, debiendo incluso presentarse nuevamente en la ESMA a efectuar algunos trabajos de falsificación, siendo controlado por sus captores hasta septiembre de 1.983, momento en el que viajó al exterior.
Las circunstancias de modo, tiempo y lugar en que aconteció el secuestro, cautiverio en el centro clandestino de detención que funcionó en la ESMA y posterior liberación de Carlos Gregorio Lordkipanidse, han sido relatadas pormenorizadamente por el propio damnificado en el transcurso del debate.
En tal sentido Lordkipanidse supo que había sido conducido a la ESMA, tras deducirlo por el corto tiempo transcurrido entre el momento de su secuestro y la llegada al centro clandestino. Que tomó conocimiento con posterioridad que, simultáneamente a su detención, se produjo el secuestro de su esposa Liliana Pellegrino y el hijo de ambos, Rodolfo, junto al primo de aquélla, de nombre Cristian Colombo. Refirió además, que los dos episodios se produjeron de manera paralela en virtud de los números que le fueron asignados a ambos inmediatamente luego de haber llegado a la ESMA.
Respecto de las condiciones que rodearon su cautiverio, memoró que mientras era ingresado al "Sótano" pudo oir música muy fuerte y gritos, entre los que identificó sin duda, a los de su esposa Liliana Pellegrino y de su hijo Rodolfo. Que para ser interrogado, previamente fue atado de pies y manos a una cama, con la cámara de una rueda de bicicleta. Que luego de ello comenzaron a aplicarle "picana eléctrica" y a gritarle quién lo habia anoticiado respecto de la situación. Que en "Capucha" había un olor rancio muy fuerte y penetrante y recordó que en una oportunidad fue obligado a ingerir tomates podridos. Asimismo que al cabo de un tiempo, pusieron a su esposa a su lado aunque remarcó, continuaban separados por un tabique de madera.
En relación a las tareas de falsificación a las que fue sometido refirió que las identidades falsas no eran elegidas al azar, sino, previo a seleccionarlas, se comprobaba la existencia de su titular y se conocían todos sus datos personales, para que el oficial que portase el documento apócrifo tuviera una afinidad con la persona cuya identidad estaba utilizando. No se utilizaba solo el "sosias" sino todos los datos de su vida.
Agregó que en el "Laboratorio Fotográfico" y luego en "Documentación", bajo el pretexto de que necesitaba más personas para trabajar en su área, solicitó la incorporación de otros cautivos con el fin de sacarlos de la situación de "Capucha". Asimismo refirió que el trabajo forzado que debía realizar en el "Sótano", coexistía con el secuestro y tortura de nuevas personas detenidas y alojadas en la ESMA. Recordó haber visto personas tiradas en el piso con las marcas que dejaba la tortura. Mencionó que a través del copiado de información microfilmada, pudo constatar que cada rollo contenía alrededor de 500 casos.
Por último, Lordkipanidse relató que todos los detenidos fueron llevados a la isla en la misma situación. Que allí el trabajo esclavo estaba centrado en obligarlos a cortar troncos de álamo y fornio, que luego era vendido a los lancheros. Agregó que ese trabajo era abrumador pues, además de la escasa comida que ingerían, debían trabajar en zonas pantanosas desde las cuales emanaban gases tóxicos.
Asimismo, el aserto que antecede encuentra correlato en los testimonios brindados al Tribunal por Noemí Nilda Actis, Graciela Daleo, Anibal Fatala, Amalia María Larralde, Andrea Marcela Bello, Enrique Mario Fukman, Carlos Muñoz, José Orlando Miño, Maria del Huerto Milesi, Daniel Oviedo, como también los de Lázaro Gladstein, incorporadas por lectura al debate (acta de fs. 12.856/863 de la causa n° 1.238 del registro de este Tribunal y acta mecanografiada de fs. 6352/76 de la causa n° 13/84; 2/4 prestada ante la CONADEP y ratificada en sede judicial a fs. 168/9 del legajo n°17 y las de fs. 44/50 y 168/9 del referido legajo).
Al respecto, mencionó Fukman que mientras él era torturado, oyó que obligaban a Lordkipanidse a escribir la historia de su vida, intimándolo a que lo haga, caso contrario continuarían con su tortura. Agregó, que durante la tortura del damnificado, colocaron a su hijo sobre su pecho y continuaron con el pasaje de corriente eléctrica.
Por su parte, Actis refirió que Lordkipanidse cayó secuestrado durante los meses de octubre o noviembre de 1978, ocasión en que fue torturado. Tal afirmación encuentra también correlato con lo manifestado por Graciela Daleo, quien confirmó que el damnificado fue detenido en el mes de noviembre junto a su esposa e hijo.
A su turno, Amalia Maria Larralde señaló, que la victima fue muy torturada y que vio cuando los guardias lo sacaban de los cuartos de interrogatorio a la rastra, ya que no podía caminar. Asimismo, memoró que le ordenaron que cumpliera con la entrega del hijo de Lordkipanidse a sus familiares. Que con ese fin, fue conducida en un automóvil, hasta la casa de los padres del nombrado.
Por otra parte, lo vieron en el "Sótano" realizar la tarea asignada de falsificación de documentos, Actis y Fukman quien también compartió cautiverio en "Cuatro",
También, Carlos Muñoz relató que compartió cautiverio en "Capucha" y luego trabajo esclavo en el "Sótano" en el área de "Documentación" y que específicamente, la tarea de la víctima era la de terminación de los documentos, es decir, de la firma falsificada y los perforados.
José Orlando Miño recordó que estuvo con el damnificado en "Capucha" y luego en el "Sótano". En el mismo sentido aclararon María del Huerto Milesi y Lázaro Gladstein, recordando que Lordkipanidse trabajaba en dicho lugar y en el sector "Laboratorio Fotográfico". Este último testigo, agregó, que vio el caso del damnificado en unas fichas a las cuales tuvo acceso.
Víctor Aníbal Fatala refirió que la víctima estuvo en la isla de la localidad de Tigre alojado en la casa principal y que allí fue obligado a realizar trabajo forzado.
Por otro lado, Andrea Marcela Bello refirió que Lordkipanidse fue conducido a la quinta ubicada en Maschwitz y Muñoz, y recordó que en marzo de 1.979 fue llevado a una quinta sita en la localidad de Del Viso.
Asimismo, como prueba documental merecen destacarse de un modo genérico las constancias obrantes en la causa n° 12.552 caratulada "Lordkipanidse, Carlos Gregorio s/ denuncia por privación ilegal de la libertad" del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal de Instrucción n° 23 de la Capital Federal.
Por lo expuesto, cabe señalar como conclusión que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio.
46. Caso en el que resultó víctima Carlos Muñoz:
Se tuvo por acreditado que Carlos Muñoz fue privado ilegalmente de su libertad a la medianoche del 21 de noviembre de 1.978, en momentos en que se encontraba durmiendo junto a su esposa e hijo, por un grupo de cuatro personas vestidas de civil, fuertemente armadas, que se identificaron como miembros de la Policía Federal e irrumpieron violentamente en su domicilio sito en la calle 24 de noviembre 214, piso IIº, departamento "A", de esta ciudad.
Que tras ingresar a la vivienda, golpearon a Muñoz en la habitación de su hijo. Seguidamente lo esposaron y condujeron a la planta baja del edificio donde fue encapuchado e introducido en un automóvil marca "Peugeot", modelo "504", color rojo que lo trasladó hasta la ESMA, junto con su esposa, Ana María Malharro, cuyo caso no integra el objeto procesal del presente juicio.
Que durante el transcurso del viaje al centro clandestino de detención continuó siendo objeto de golpizas y su esposa de gritos y amenazas.
También se tuvo por probado que en dicho centro de detención fue conducido a fuerza de golpes al "Sótano" e introducido en un cuarto pequeño donde le quitaron las esposas, le arrancaron la ropa y le aplicaron "picana eléctrica", a la par que era interrogado sobre Aníbal Fatala y otros sujetos (Ramón Calabozo y Alberto Lagos). También durante los padecimientos físicos y psíquicos destinados a obtener información que sufrió, le arrojaron agua sobre su cuerpo e ingresaba y egresaba gente al cuarto.
Que luego de doce horas de encontrarse atado de pies y manos y ser torturado con "picana", fue conducido a otro cuarto donde lo obligaron a escribir la historia de su vida. Que en dicha ocasión volvió a ser objeto de una gran golpiza por parte de un miembro del GT, tras intentar quitarse las esposas.
Así también se acreditó que Carlos Muñoz fue conducido a "Capuchita", donde estuvo esposado por la espalda y acostado en una colchoneta colocada sobre el suelo. Que allí permaneció cautivo por diez días hasta que fue trasladado a "Capucha", aunque continuó siendo descendido en varias ocasiones al "Sótano" para ser fotografiado e interrogado.
Se acreditó que la victima fue sometida a sufrimientos físicos y psíquicos derivados de las condiciones inhumanas de alojamiento. Que en "Capucha" le colocaron grilletes, de los que colgaba una bala de cañón de 20 kilos que debía arrastrar cada vez que se movía y le asignaron el número 261.
Asimismo, quedó probado que el 12 de febrero de 1,979 en el marco del "proceso de recuperación" comenzó a realizar trabajo esclavo en las áreas de "Laboratorio Fotográfico" y "Diagramación", dedicándose a la falsificación de documentos y cédulas de identidad, registros de conducir nacionales y extranjeros, pasaportes argentinos y uruguayos, títulos profesionales, tarjetas de identificación naval, taijetas de la SIDE y credenciales de la Policía Federal y a la confección de los "fotocromos" del fondo de seguridad de la página de los documentos uruguayos.
También debió fotografiar a los oficiales, teniendo la obligación de destruir todo rastro que quedara de esa tarea; fue obligado a revelar los microfilms, cuidando que éstos reciban el tratamiento necesario, proyectar documentales al final de las visitas que se producían en la ESMA como también películas en formato "Super 8" que se proyectaron en "Operaciones", "Inteligencia" y en la "Huevera", y a fotografiar armas y revelar las fotografías que le tomaron a Thelma Jara de Cabezas en Uruguay.
Que la rutina de trabajo se extendía desde las 7:00 hasta entrada la noche.
Por otra parte, se acreditó que dentro del mencionado "proceso de recuperación" el damnificado fue autorizado a realizar llamadas telefónicas a sus familiares, a través de las cuales debió informar que se encontraba bien y desalentarlos de continuar realizando gestiones en su búsqueda. Que dichas comunicaciones eran grabadas.
Asimismo se probó que el 22 de abril de 1979 fue conducido hasta el domicilio de su progenitora y que posteriormente, fue autorizado a permanecer allí sin custodia y por un tiempo más prolongado, debiendo comunicarse telefónicamente a la ESMA al finalizar la visita, a fin de ser recogido por un vehículo que lo ingresaba nuevamente al centro clandestino de detención.
Que en el marco de dicho "proceso de recuperación", fue conducido al cine y en otra oportunidad a una quinta ubicada en la localidad de Del Viso. Que también fue sacado, al igual que otros compañeros, hasta un comercio en la galería ubicada en Santa Fe y Cerrito a fin de rentar películas en formato "Súper 8", las que posteriormente eran transmitidas a los secuestrados en la ESMA, utilizando para dicho propósito, el proyector que los captores sustrajeron del domicilio de la víctima al momento de su detención.
Por otra parte se acreditó que fue llevado a la isla "El silencio", ubicada en la localidad de Tigre, como consecuencia de la llegada de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a la Argentina, Que allí fue obligado a realizar trabajo forzoso cortando sauces, álamos y fornio,
Carlos Muñoz fue liberado el 1º de febrero de 1,980, bajo la condición de que debía llamar todos los días a la ESMA, Que posteriormente sufrió algunos episodios de control por parte de oficiales de la UT.
Ello se encuentra legalmente acreditado principalmente a través de la versión brindada en el debate por el propio Carlos Muñoz, quien relató las circunstancias de modo, tiempo y lugar que rodearon el secuestro, cautiverio en el centro clandestino de detención que funcionó en la ESMA y posterior liberación.
Así, recordó que el día de su secuestro se había montado desde las 20:00 un operativo en la zona, que la calle sobre la cual estaba su domicilio fue cortada y el personal interviniente en el secuestro se encontraba fuertemente armado y apostado en el palier del edificio.
Supo que estuvo en la ESMA, pues encontrándose en el baño del tercer piso pudo ver a través de una pequeña ventana el rio de La Plata.
El damnificado recordó que la aplicación de corriente eléctrica le generó convulsiones y dolor, por lo que los oficiales le dijeron que si deseaba hablar cerrara su puño y ellos detendrían el castigo y lo escucharían. Agregó que a consecuencia de la tortura tenía su rostro muy hinchado y con hematomas.
Asimismo refirió que mientras estuvo en cautiverio se encontró desorientado, debido a las condiciones que rodearon su detención y que la comida que recibía era "horrorosa" y consistía en unos sandwiches "navales".
Por otra parte, Muñoz, recordó que el 11 de febrero de 1.979 le organizaron a él y a su esposa una cena y los dejaron solos hasta el dia siguiente.
Dijo que en la isla "El Silencio", únicamente salían de la casa donde permanecían cautivos cuando eran llevados a realizar trabajo forzado y cuando iban a jugar al voley.
También que lo obligaron a revisar tres cassettes de microfilms, buscando los casos de Ana María Martí, Sara Solarz y Milia. Explicó asimismo, que en cada microfilm estaban los legajos de las personas que habían pasado por la ESMA y que en cada cassette había alrededor de 1.000 o 1.500 casos. Agregó que en dicha ficha figuraban los datos de la persona detenida, el nombre de combate de los oficiales que intervinieron en el operativo, el lugar del secuestro, la militancia u organización política a la cual pertenecía la víctima, también había referencias a otros cautivos y datos de inteligencia previamente obtenidos respecto de la persona. Al final de cada ficha había un ítem que decía sentencia y seguidamente una "T" y una "L".
Asimismo, recordó que habia un fichero titulado "Argentinos exiliados en Brasil" que contenia negativos de fotos carnet y que el damnificado arrojó por la cisterna tres de ellos que contenían datos de personas de su conocimiento; que como consecuencia de ello fue castigado con golpes y aplicación de "picana eléctrica" y fue constantemente amenazado por los oficiales del GT.
Por último, Muñoz recordó que luego de obtener la libertad, llamó sólo dos veces a la ESMA. Que al tiempo lo fueron a buscar y lo llevaron nuevamente a dicho centro de detención, pues el nuevo jefe del GT deseaba conocerlo. Que en esa ocasión se le advirtió que se olvidara de hacer política y se ocupara de su familia.
Asimismo, el aserto que antecede encuentra correlato en los testimonios brindados al Tribunal por Juan Jorge Avellaneda, Enrique Mario Fukman, Víctor Fatala, Carlos Gregorio Lordkipanidse, Ana Maria Malharro, Adriana Clementi, Miguel Strazzeri, César Manuel Smirnoff, Jorge Andrés Pérez, Arturo Barros, José Quinteros, Amalia Larralde y Andrea Bello, como también por los testimonios incorporados por lectura al debate de Thelma Jara de Cabezas, Osvaldo Acosta, Susana Beatriz Leiracha de Barros y Lázaro Jaime Gladstein.
A su turno, Ana Maria Malharro declaró que fue secuestrada junto a su marido, Carlos Muñoz, desde el interior de su vivienda y que durante el operativo el damnificado fue fuertemente golpeado. Agregó que ambos fueron encapuchados, engrillados, conducidos hasta la ESMA y alojados, en forma separada, en el "Sótano", También memoró que en "Capucha" pudo comunicarse con Muñoz, quien estaba ubicado frente a ella.
Refirió que la noche del 12 de febrero de 1.979, fue autorizada a dormir en un cuartito junto a su marido. Que producida su liberación, Muñoz continuó estando en cautiverio en la ESMA, siendo obligado a trabajar en el departamento de "Fotografía", el cual contaba con una línea telefónica por medio de la cual se podía comunicar con el GT 3.2. Añadió, que al tiempo lo autorizaron a realizar visitas ocasionales, siendo en un principio, acompañado por un miembro de la ESMA y luego sin vigilancia directa.
En otro orden de cosas, recordó Malharro que en el mes de agosto de 1.979 fue citada por el responsable del GT de la ESMA, junto a Liliana Pellegrino y Mariel Santos, para que se presente en dicho centro clandestino de detención. Que para esa ocasión también fueron convocados, el damnificado, Carlos Oviedo y Carlos Lordkipanidse, todos ellos cautivos en la ESMA.
Asimismo, aseguró que Muñoz fue trasladado a una isla en la localidad de Tigre, con motivo de la llegada de la Comisión de Derechos Humanos al pais. Que luego de ser reintegrado a la ESMA, realizó algunas visitas al domicilio familiar.
Por último, Malharro refirió que tanto ella como Muñoz eran militantes de la Juventud Peronista.
Juan Jorge Avellaneda mencionó que el día que se produjo el secuestro de Carlos Muñoz se presentaron en el hall del edificio sito 24 de noviembre n° 214, de esta ciudad, cuatro personas que sin identificarse, le anunciaron que, en el marco de un procedimiento, se dirigían al departamento "A" del piso 11º y le ordenaron que ingresara a su casa y que permaneciese allí. Aclaró que él era el portero de dicho edificio y que nunca más volvió a ver al señor Muñoz luego del episodio ocurrido.
Por su parte, Jorge Pérez, administrador del edificio que habitaba la víctima, mencionó que alrededor de las 20:00 o 21:00 se presentaron en el mentado edificio, cuatro personas que se identificaron como miembros de la Policía Federal y que lo interrogaron respecto del paradero de Carlos Muñoz.
En el mismo sentido, César Manuel Smirnoff refirió que el secuestro de Muñoz ocurrió en 1.978, que era de noche y que luego de escuchar el grito de la esposa del damnificado y salir al pasillo, vio a una persona que salía del departamento cargando al hijo pequeño de aquel en sus brazos. Que tras interrogar a la persona sobre lo sucedido, le mencionó que se trataba de un operativo y recordó que seguidamente, llamó a la comisaría donde le confirmaron que se trataba de un operativo que había sido autorizado. Agregó, que el sujeto que le entregó el bebé, era un hombre joven y que tras los sordos ruidos provenientes del ascensor, pudo deducir que habia más personas interviniendo en el operativo.
Por último, memoró que, a través de los relatos de la madre de Muñoz, supo que aquél se encontraba cautivo en el ámbito de la Armada.
Amalia Larralde mencionó que Muñoz fue torturado, pues en el "Sótano" escuchó sus gritos y lo vio en muy mal estado. Esos dichos fueron confirmados por Andrea Bello, quien refirió haber visto al damnificado en mal estado físico en momentos en que era conducido al baño.
A su turno, Liliana Pellegrino recordó haber estado junto a la victima en "Capucha", mientras Daniel Oviedo refirió que compartió un Camarote junto a él y Carlos Lordkipanidse.
Carlos Lordkipanidse, por su parte, refirió que Muñoz pasó a ocupar su puesto en el sector de "Fotografía" y que debieron revisar los microfilms, agregando Oviedo que obligaron al damnificado a ver esos microfilms en una ampliadora fotográfica y buscar datos sobre otras detenidas que habían sido liberadas.
Por su parte, Víctor Fatala y Enrique Fukman refirieron que el damnificado estaba vinculado al régimen de trabajo esclavo, desempeñándose en el "Sótano" en la tarea de falsificación de documentos. Arturo Barros y Héctor Piccini también lo vieron en "Cuatro".
Asimismo, Adriana Clementi dijo que Muñoz le tomó una fotografía en la ESMA y estaba embarazada de seis meses.
Por otro lado, Alfredo Manuel Juan Buzzalino señaló que realizó trabajo esclavo junto a la victima en la casa ubicada en Zapiola y Jaramillo.
Miguel Calabozo recordó que fue llevado junto al damnificado a la cancha de River a presenciar un partido disputado entre Independiente y Boca.
Asimismo, como prueba documental merecen destacarse de un modo genérico las constancias obrantes en el legajo n° 19 caratulado "Muñoz, Carlos y otros" de la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal; la causa n° 14.600 caratulada "Muñoz, Joaquín s/ privación ilegal de la libertad respecto de Muñoz, Carlos y Malharro, Ana María" del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal de Instrucción n° 25; los habeas corpus n° 25.177 y 42.829 interpuesto en favor de Carlos Muñoz, que da cuenta de las gestiones realizadas en pos de la búsqueda de la victima; y el legajo CONADEP n° 704 correspondiente a la víctima en cuestión.
Por otra parte, el evento relatado fue probado en el marco de la sentencia dictada por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, en la causa n° 13/84, correspondiendo al caso individualizado con el número 228.
Por lo expuesto, cabe señalar como conclusión que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio.
47. Caso en el que resultó víctima Lázaro Jaime Gladstein:
Asimismo, ha quedado legalmente probado que Lázaro Jaime Gladstein fue privado ilegítimamente de su libertad el 6 de diciembre de 1978, en momentos en que se encontraba en una reunión partidaria de la Juventud Peronista en el interior de un bar ubicado en la calle avenida Del Trabajo, esquina Várela, de esta ciudad, junto con Andrea Marcela Bello, Horacio Moreira y Ricardo "el topo" Saenz, quienes también fueron secuestrados y cuyos casos no conforman el objeto procesal de este juicio.
Que fue detenido, sin mediar exhibición de orden escrita, por un grupo aproximado de doce personas, que portaban armas y se trasladaban en distintos vehículos, entre los que había uno marca "Peugeot", modelo 504, un "Ford Falcon" y un "Ford Taunus" ambos de color amarillo, siendo encapuchado e introducido en el primero.
También se tuvo por probado que fue trasladado y alojado en el centro clandestino de detención que funcionaba en la ESMA, introduciéndolo en primer lugar en el "Subsuelo", específicamente en el último cuarto del lado izquierdo, identificado ese cuarto posteriormente como "la imprenta". Allí fue atado a una silla y esposadas sus manos a la espalda, luego interrogado durante doce horas a la vez que fue sometido a golpes propinados con el puño y con un caño metálico de luz. Que luego de ser interrogado por su domicilio, éste fue allanado y saqueado en su totalidad. Esta situación se repitió a los días en que fue llevado nuevamente al subsuelo, obligado a desvestirse, atado de pies y manos a una cama metálica, y atormentado con pasajes de electricidad, especialmente en axilas, plantas de los pies y testículos.
Que estando en el centro clandestino de detención le asignaron el número 227 y otro detenido le tomó fotografías.
Posteriormente fue trasladado, esposado, engrillado y encapuchado a "Capucha" o "Sector "9", donde lo colocaron sobre una colchoneta en una especie de box o compartimiento de 1,90 m. por 60 cm., cuyas paredes estaban confeccionadas con tabiques de aglomerado. Que en dicha situación permaneció hasta fines de febrero o marzo de 1.979.
También se tuvo por acreditado que a partir de marzo de 1.979 aproximadamente, lo obligaron a realizar trabajo esclavo en el "Subsuelo", específicamente en la "Huevera". Que como primera tarea le asignaron "levantar" el fondo de seguridad de la cédula de identidad que emitía la Policía Federal; trabajo que consistía, previo tomar una fotografía del mencionado documento, en el borrado, utilizando un liquido blanco, de los elementos ajenos al fondo de seguridad de la cédula, y posterior trazado del dibujo del fondo de seguridad.
Asimismo debió realizar falsificaciones de otros documentos tales como pasaportes oficiales, diplomáticos y comunes, documentos de identidad y cédulas de conductor de la provincia de Buenos Aires; formularios de documentos falsos los que luego eran llevados al laboratorio fotográfico y a la oficina de documentación donde se confeccionaban los documentos, con una maquina RKL rotaprint. Que esa tarea la realizó durante dos meses.
Asimismo, y como parte del "proceso de recuperación", posteriormente realizó trabajo forzado en el sector de "Inteligencia", también conocido como "Sector 3", ubicado inmediatamente del lado derecho de la entrada al 3º piso, en una oficina de cuatro por cuatro mts., con una dependencia más pequeña. Que allí debía ordenar alfabéticamente un fichero, de aproximadamente 5.000 fichas que contenían datos de filiación de presuntos blancos a conseguir que eran personas que podían ser secuestradas, y un archivo de 800 ó 900 carpetas colgantes conocidas como "casos mil".
Que mientras realizó trabajo esclavo en el "Sótano", continuó alojado en "Capucha" y cuando lo hizo en la oficina de "Inteligencia" le asignaron una celda construida con cartón prensado y aglomerado, en cuyo interior había una cama con colchón, quitándole los grilletes, las esposas y reemplazándole la capucha por un "tabique".
Que en el mes de mayo de 1.979, aproximadamente, le permitieron efectuar un llamado telefónico a los progenitores de su pareja y en julio de ese mismo año lo llevaron a la casa de sus suegros y a la de sus padres. Posteriormente comenzaron a sacarlo a realizar visitas familiares cada quince días y en octubre visitó a su pareja, permitiéndole pernoctar desde el viernes por la noche hasta la mañana del lunes siguiente.
Asimismo se tuvo por probado que durante agosto de 1.979, lo obligaron a acompañar a la señora Thelma Jara de Cabezas, quien se encontraba detenida en la ESMA, a una entrevista previamente arreglada con la revista "Para Ti" en la confitería "Selquet" ubicada en la intersección de la avenida Figueroa Alcorta y La Pampa, de esta ciudad, en la que debió simular ser un sobrino de la nombrada. Que a dicho encuentro fueron en un "Ford Taunus", color amarillo, conducido por el damnificado y escoltados por otros tres automóviles. Alrededor de quince personas custodiaban el lugar para evitar cualquier intento de fuga.
Durante su cautiverio, aproximadamente durante los meses de septiembre u octubre de 1.979 y debido a la visita de la Comisión de Derechos Humanos, lo llevaron a una quinta ubicada en la localidad de Del Viso, conocida bajo el nombre de "Kodak" y otra situada en el partido de Tigre, provincia de Buenos Aires.
También a finales de 1.979 fue conducido a la escribanía de los doctores Pelossi, Capalusi y Alvarez, ubicada en Conde 2.979, de esta ciudad donde lo obligaron a firmar un poder bajo una identidad falsa, para lo cual utilizó un documento de identidad que le confeccionaron con su fotografía.
Finalmente, el 12 de enero de 1.980, le comunicaron que "no vuelva a llamar más y que si ellos lo necesitaban, se comunicarían". Previo a ello, tuvo un régimen de libertad vigilada, en el que le permitían salir a visitar a su esposa y familiares, con la condición de no portar documento de identidad, ni realizar denuncias o trámites judiciales o policiales.
Por último, se probó que el damnificado nunca fue sometido a proceso civil o militar, como tampoco anotada su detención a disposición del Poder Ejecutivo Nacional.
Las circunstancias de tiempo, modo y lugar en que aconteció el secuestro, cautiverio en el centro clandestino de detención que se erigió en la ESMA, y posteriormente liberación, se encuentran probadas, en primer lugar, a través de los dichos elocuentes y directos del propio Gladstein, los cuales fueron incorporados por lectura al debate (fs. Acta de fojas 12.856/863 de la causa N° 1.238 del registro de este Tribunal y acta mecanografiada de fs. 6352/76 de la causa N° 13/84; 2/4 prestada ante la CONADEP y ratificada en sede judicial a fs. 168/9 del legajo N°17, las fojas 44/50 del referido legajo y la declaración prestada a fs. 293/5 del legajo n°21 "Várela Cid, Eduardo"). Al respecto agregó que tomó conocimiento que se encontraba detenido en la ESMA, en primer término, por referencias de terceros, y posteriormente al realizar el trabajo esclavo pudo divisar desde el altillo del edificio castrense y hacia un lado, el garage del propio edificio, hacia otro el río y la avenida Lugones, también la escuela "Raggio" y finalmente la avenida Del Libertador.
Que fue la señorita Julia Sarmiento, conocida como "Pochi" y que pertenecía a algún grupo represivo, quien los señaló en el bar como miembros de la Juventud Peronista.
Aseguró que fue torturado y la tortura era una práctica habitual en la ESMA pues otros detenidos le manifestaron que fueron torturados luego de su ingreso.
Asimismo relató que durante los interrogatorios a los que fue sometido, le preguntaron por la actividad que realizaba, como también sobre el paradero de los activistas políticos Raúl Milberg y su esposa, de Jorge "lucho" Guyo, de la esposa de Ricardo Saenz, Agregó que en determinada ocasión fue llevado a "lanchear" la calle para encontrar a Jorge Guyo.
Añadió que previo a ser obligado a realizar trabajo esclavo, fue informado sobre su incorporación al "proceso de recuperación", el cual consistía básicamente, según explicó, en admitir su equivocación en oponerse a la dictadura militar, y en asumir la identidad política del Grupo de Tareas que era el desarrollo de la campaña política del almirante Massera y en prestar colaboración en cuanto se lo ordenasen. Asimismo se les dijo que estaban "condenados a muerte", y que sus familiares y allegados eran rehenes de ellos aunque no estuvieran cautivos y que cualquier incumplimiento de su parte, sería saldado con sus familiares.
Luego de ello fue conducido a la "huevera" que era una habitación de tres metros de altura, con paredes recubiertas del cartón utilizado para envoltorio de los huevos y el techo revestido con material acústico.
Aclaró que las carpetas que contenían los blancos a conseguir se llamaban "casos mil". Que esas se abrían siempre que se contaba con cierta profusión de datos obtenidos a través de los interrogatorios y la pesquisa que le seguía. Entre ellos recordó el legajo titulado "Angeleli" que tenia relación con el obispo de La Rioja. Asi también recordó el caso de Caffatti y el de Raúl Milberg. El pudo observar más de ochocientas carpetas.
Asimismo, recordó que las fichas de cartón -unas 5.000- agrupadas por alias o por nombre y apellido, revelaban información sobre las personas que allí estaban detenidas. Por otro lado relató que en la oficina de inteligencia también habia un libro en el que se asentaban todos los casos que pasaban por la ESMA. Que figuraba el nombre y apellido de cada detenido y su alias, si lo tuviera, fecha de ingreso y egreso y una columna más en la que se leía "L" ó "D" o simplemente estaba en blanco y que según la apreciación propia del testigo, significaban "liberación", "desaparición o fusilamiento" y cautiverio actual, respectivamente.
Agregó que en la oportunidad en que lo obligaron a acompañar a la detenida Thelma Jara de Cabezas, debía fingir asistir a su tía durante la entrevista y luego una descompostura para dar por finalizado el encuentro con los hombres de la prensa. Que para tal evento lo obligaron a vestirse con ropas finas entre las que le colocaron un pequeño micrófono. Que todo lo que eran obligados a realizar era bajo amenaza de muerte. Especificó que lo que Thelma debía decir en el reportaje era que estaba escondida por temor a los montoneros y que era mentira lo que se decía sobre su desaparición forzada a manos de los militares, pero que en realidad la señora de Cabezas realizó un extenso monólogo sobre la desaparición de su hijo y fue poco explícita sobre el supuesto ocultamiento de los elementos subversivos.
Refirió, respecto de las salidas que realizaba al departamento que habia alquilado su esposa en aquel entonces, que en un principio no lo dejaban solo allí, que con posterioridad sí lo autorizaron a movilizarse sin acompañante hacia su vivienda e incluso ir a visitar desde allí a sus progenitores. Más adelante lo dejaron ir y regresar a la ESMA sólo. Agregó que los viernes por la noche lo sacaban del lugar de detención y lo dejaban en Cabildo y Correa debiendo él trasladarse por sus propios medios hasta el domicilio de su esposa. Que para regresar, el lunes por la mañana se dirigía a un bar situado en la esquina de las calles Ramallo y Cabildo desde donde se comunicaba telefónicamente al número 701-441 8 y posteriormente era retirado por un cabo.
Por último declaró que con posterioridad a quedar en libertad continuó siendo objeto de controles por parte de los marinos. Ciertos oficiales lo iban a visitar a su casa familiar y a la facultad de ciencias exactas donde había comenzado a cursar sus estudios; control que se mantuvo en forma periódica hasta principios de 1980.
El aserto que antecede encuentra, además, correlato con el testimonio brindado al Tribunal por Andrea Marcela Bello, Enrique Mario Fukman, Carlos García, Susana Beatriz Leiracha de Barros, Miriam Lewin, Carlos Gregorio Lordkipanidse, Norma Cristina Cozzi, Héctor Eduardo Piccini, y Carlos Muñoz.
Por su parte, Andrea Marcela Bello en el debate señaló que fue secuestrada junto a Gladstein desde el interior de un bar ubicado en la esquina de y avenida Del Trabajo, Que con posterioridad pudo verlo nuevamente estando ambos detenidos y cuando fueron llevados a realizar trabajo esclavo al "Sótano" y luego al sector de inteligencia en la zona de "Capuchita".
A su turno, Enrique Mario Fukman sustentó con sus dichos que Gladstein había sido efectivamente torturado en la ESMA al afirmar que alrededor del 6 u 8 de diciembre de 1978 lo bajaron al "Sótano", le levantaron la capucha, pudiendo observarlo tendido en una camilla y con el calzoncillo puesto; lo cual, explicó, significaba que acababan de finalizar la tortura. Asimismo refirió que estando en la isla del Tigre con motivo de la llegada de la Comisión de Derechos Humanos, con posterioridad llegó Thelma Jara y Lázaro Gladstein quienes habían sido llevados a Uruguay a fin de realizar una entrevista con la revista 'Tara ti" en la que fueron obligados a decir que no estaban detenidos en aquel lugar sino que estaban escapando de Montoneros.
En el mismo sentido, Miriam Lewin y Carlos Gregorio Lordkipanidse aseguraron en sus declaraciones que a Jara de Cabezas la obligaron a entrevistarse con alguien de la mencionada revista y que fue acompañada por Lázaro Gladstein quien la condujo en un auto y se hizo pasar por su sobrino.
Carlos Gregorio Lordkipanidse dijo, también, que junto a él trabajaba en el sector del "Sótano" Lázaro Gladstein conocido como "el ruso", pero que posteriormente habia sido conducido a realizar trabajo esclavo en el "altillo", por lo que ya no tenían un contacto tan fluido en el sector. Esta versión fue so stenida Carlos Muñoz quien compartió cautiverio y trabajo esclavo con el damnificado, al igual que Susana Leiracha de Barros quien en su declaración manifestó que el damnificado solía ir a la "Pecera".
Además, el imputado Raúl Enrique Scheller refirió, en ocasión de prestar declaración sin juramento, en sede militar, con fecha 7 de mayo de 1985, la que fue ratificada en el debate, que mientras revistaba en la Unidad de Tareas 3,3.2, durante las operaciones que la Armada llevó a cabo contra las organizaciones subversivas armadas, en un operativo militar ordenado por la superioridad produjo la captura del "soldado" del seudo ejército montonero Lázaro Jaime Gladstein, alias "ruso". Que en esa oportunidad y como resultado de la operación fueron capturados Gladstein y su compañera que respondía al nombre de guerra "Ana", a pesar de que el nombrado se defendió a puñetazos en el suelo hasta que fue reducido.
Asimismo, como prueba documental, merecen destacarse de un modo genérico las constancias obrantes en el legajo n° 17 caratulado "Lázaro Jaime Gladstein y Andrea Marcela Bello" de la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional federal, y en el legajo CONADEP n° 4912, como así también la partida de defunción del nombrado.
También, dan sustento a lo expuesto las constancias documentales glosadas en el legajo n° 21 caratulado "Várela Cid, Eduardo s/denuncia Jara de Cabezas, Thelma Doroty" de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal, y en particular las fs. 6/11 que ilustran la entrevista realizada por la revista "Para ti" a Jara de Cabezas.
Por otra parte, el evento relatado fue probado parcialmente en el marco de la sentencia dictada por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, en la causa n° 13/84, correspondiendo al caso individualizado con el número 229.
Por lo expuesto, cabe señalar como conclusión que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio.
48. Caso en el que resultó víctima Thelma Jara de Cabezas:
Ha quedado legalmente probado que Thelma Doroty Jara de Cabezas fue privada ilegítimamente de su libertad el 30 de abril de 1979, aproximadamente a las 20: 30, mientras aguardaba, al salir del Hospital Español, la llegada de un medio de transporte público en la intersección de Moreno y la Rioja.
Que fue sorprendida por un grupo de aproximadamente cuatro personas, vestidas de civil y de sexo masculino, que no exhibieron orden alguna. En ese momento descendió rápidamente un hombre de un automóvil marca "Ford", modelo "Falcon", color blanco, le tapó la boca y la introdujo con violencia en el vehículo, donde fue encapuchada, esposada y ubicada en el piso del asiento trasero.
También se tuvo por probado que, posteriormente, fue trasladada y alojada en el centro clandestino de detención que funcionada en la ESMA, y que en la "Huevera", fue torturada por 5 o 6 sujetos.
Que para tal cometido fue colocada en una cama con una colchoneta de goma-espuma, despojada de sus vestiduras, esposadas sus manos a la espalda y encapuchada, y sometida a la picana eléctrica en todas las regiones corporales con el fin de obtener información relativa a su actividad política, y fue interrogada acerca de un miembro de la "Comisión de Familiares" que ella integraba, sobre las reuniones que realizaron en el exterior, y además si formaba parte de alguna agrupación militante. Que dicho procedimiento se volvió a repetir.
Asimismo, que, durante su estadía en esa dependencia naval, permaneció cautiva en "Capucha", donde durmió sobre una colchoneta de goma espuma en el suelo, con una frazada y una almohada, dentro de un tabique muy estrecho de madera de cartón prensado. Que en dicha condición de detención permaneció durante todo el mes de mayo.
Que a partir del 5 de junio de 1979, y en el marco del llamado "proceso de recuperación", realizó trabajo esclavo en la "Pecera"; asignándole la tarea de volcar en una tarjeta el título de cada nota periodística que otro detenido pegaba sobre una hoja en blanco. Que mientras realizo trabajo esclavo en la "Pecera", continuó alojada en "Capucha".
Que, al poco tiempo de trabajar en la "Pecera", le permitieron efectuar un llamado telefónico a su madre y a su hermano, que debía simular que provenia de la República Oriental del Uruguay; permiso que se extendió, al principio, cada quince días y luego semanalmente.
También que para aquella época fue conducida al laboratorio donde le extrajeron una fotografía y su impresión digital, con el objeto de confeccionarle documentación falsa, a nombre de Magdalena Manuela, para poder viajar al Uruguay,
Asimismo, fue trasladada a la Autopista Panamericana a la altura del partido de San Isidro, donde le tomaron varias vistas fotográficas simulando que se encontraba en aquel país y un mes después, junto a un oficial de la marina, viajó en un avión de Aerolíneas Argentinas a dicho sitio y conducida en un automóvil al centro de la ciudad de Montevideo, donde fue fotografiada en el Mausoleo del General Artigas, y con el diario "El Día" de esa ciudad. Que a su regreso a la ESMA continuó trabajando en la "Pecera".
Además, se tuvo por acreditado que el 23 de agosto de 1979, Thelma Doroty Jara de Cabezas fue obligada a participar de un reportaje para la revista "Para Tí", para lo cual salió de la ESMA en un automóvil conducido por Lázaro Jaime Gladstein y escoltado por dos vehículos, quien también se encontraba cautivo en dicho centro clandestino y debió simular ser un sobrino de ésta.
Que dicha entrevista se llevó a cabo en la confitería "Selquet", ubicada en la intersección de la Avenida Figueroa Alcorta y La Pampa de esta ciudad.
Asimismo que, entre agosto y septiembre de 1979, con motivo de la visita de una delegación de la OEA en nuestro país, fue trasladada a una quinta ubicada en la localidad de Del Viso, donde pasó una noche y al dia siguiente, a la isla sita en Tigre, que a este lugar fue conducida sola, a cara descubierta, en una lancha desde la localidad en San Fernando. Que allí le asignaron tareas en la cocina.
Que, en aquella época fue conducida nuevamente a la República Oriental del Uruguay, con el fin de ser entrevistada por los periodistas que acompañaban a la delegación de la OEA, entrevista que, finalmente, no se realizó, motivo por el cual fue alojada nuevamente en dicha isla.
También se ha acreditado que a los dos días volvió a dicho país con el mismo fin y que al reportaje fue acompañado por el periodista uruguayo Víctor Carrasco que simulaba ser el amigo que la protegía. Y que, junto con los periodistas extranjeros acompañantes de la OEA, había un oficial de inteligencia del Centro Piloto París.
Que finalizado el cometido regresó al centro clandestino y al día siguiente fue conducido a la isla mencionada, donde permaneció hasta fines de septiembre de 1979.
Que en octubre de 1979 la llevaron, por primera vez, a la casa de su madre. Que al principio las visitas duraban unas horas, para luego, prolongarse durante todo el fin de semana.
Thelma Jara de Cabezas fue liberada el 7 de diciembre de 1979, conduciéndola, a la casa de su madre, sin volver a buscarla.
Las circunstancias de tiempo, modo y lugar en que aconteció el secuestro, cautiverio en el centro clandestino de detención, y posterior liberación, se encuentran probadas, en primer lugar, a través de los dichos elocuentes y directos de la propia Thelma Doroty Jara de Cabezas, que fueron incorporados por lectura al debate (fs, 26/36,164; 174 y 233/280 del legajo n° 21 caratulado "Várela Cid, Eduardo"; declaración del 16 de julio de 1984 prestada ante la CONADEP y ratificada a fs. 179 del legajo n° 47 caratulada "Anzorena, Juan Carlos"). Al respecto, agregó, que no militaba en ninguna agrupación política, que su hijo Gustavo Alejandro fue secuestrado el 10 de mayo de 1.976.
Que por tal motivo, se mudó a la casa de su madre y empezó a realizar diferentes gestiones para dar con el paradero de su hijo.
Agregó que en la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, sita en Corrientes n° 1785, le otorgaron un lugar físico y se formó la "Comisión de Familiares de Detenidos y Desaparecidos por razones políticas y gremiales", ejerciendo funciones de secretaría de la organización.
La damnificada manifestó que fue secuestrada cuando salió del Hospital Español, donde su marido se encontraba internado, desde el 7 de abril de 1979 y que se dirigía a la casa de un matrimonio amigo.
Por otra parte, declaró que no pudo calcular cuánto tiempo duró el primer interrogatorio, pero, señaló que estuvo unas 24 horas sin ingerir alimentos. Agregó que por y ante la insistencia de sus interrogadores para que dijera si tenia un responsable, les mintió manifestándole que lo tenía y brindándole un número teléfono. Indicó, que, posteriormente, fue trasladada a "Capucha", hasta que descubrieron la verdad y volvieron a someterla a sufrimientos físicos y psíquicos con el objeto de obtener información, más violentamente.
Añadió que en "Capucha" se escuchaba música muy fuerte y habría unas 16 o 17 personas secuestradas.
Señaló que, por comentarios de los demás cautivos, se enteró que se encontraba en la ESMA y específicamente en "Capucha", cosa que pudo confirmar cuando vio las vigas del entretecho.
Que le hicieron escribir dos cartas, una dirigida a su madre y la otra a la "Comisión de Familiares", en la que narraba que se había tenido que ir a la República Oriental del Uruguay porque la policía la estaba buscando. Y que esas cartas fueron llevadas en mano a dicho país por un hombre de los servicios de inteligencia de las Fuerzas Armadas de ese lugar.
Refirió, respecto de la "Pecera", que era una oficina instalada en el entre piso, con escritorios, donde había más de diecisiete personas y que funcionada de archivo, donde se registraba toda la información periodística nacional y extranjera.
Por otra parte, señaló que, previo a la entrevista con la revista "Para ti", la llevaron a una peluquería donde le tiñeron el pelo y la peinaron, le compraron ropa y usó anteojos ahumados.
Refirió que el contenido de las respuestas volcadas en dicho reportaje, difieren de los suyos. Agregó, que la obligaron a manifestar que estuvo con la banda de Montoneros, que fue engañada por los organismos de Derechos Humanos y por Amnesty Internacional. Que el fin era desprestigiar a dichos organismos y desmoralizar a los familiares de desaparecidos.
Recordó que durante la entrevista había oficiales que se sentaron junto a su mesa y que éstos escucharon toda conversación por intermedio de un micrófono que le pusieron a Lázaro Jaime Gladstein en el bolsillo de la camisa.
Que en el último viaje que realizó a Uruguay para entrevistarse con los periodistas norteamericanos de "World News", fue acompañada por Víctor Carrasco, un oficial uruguayo, otro periodista de origen alemán, que según se le explico trabajaba en el mismo órgano que el norteamericano y un oficial argentino. Que le dieron como instrucción que debía decir que se encontraba amenazada por "la banda montoneros" y que la habia salvado Carrasco. Agregó que la entrevista duró aproximadamente una hora, tras la cual salieron al exterior, donde en una calle de Montevideo, junto a automóviles con chapa uruguaya, se le tomaron varias placas fotográficas.
Explicó que al finalizar la visita de la OEA volvieron a la ESMA, y que en esa segunda etapa de cautiverio fue de mayor libertades, ya que la capucha la reemplazaron por una especie de anteojos de tela, chicos y de color negro, que usaban para trasladarse de un sector al otro, y les quitaron las esposas.
Recordó que mientras la torturaban con picana eléctrica, sus captores la obligaron a escribir una carta a Jorge Rafael Videla, en la que narraba que no era desaparecida, que estaba en libertad y dando a entender que todos los desaparecidos estaban en las mismas condiciones. Que también fue obligada, en la segunda sesión de tortura, a redactar misivas dirigidas a Monseñor Aramburu, al Papa, a Giscard d'Estaing, al Presidente de Italia -Pertini- , a la "Asamblea Permanente de los Derechos Humanos" y a la "Comisión de Familiares Detenidos por Razones Políticas".
Por último, refirió que el día de su liberación fue conducida a la casa de su madre en un automóvil, marca "Ford", modelo "Falcon" y que en ese momento quedaron unas 20 personas detenidas en la ESMA.
El aserto que antecede encuentra, además, correlato con el testimonio brindado ante el Tribunal por Carlos Muñoz, Carlos Lordkipanidse, Andrea Marcela Bello, Mario César Villani, Norma Cristina Cozzi, Víctor Melchor Basterra, Alberto La Penna, Alberto Joaquín Escola, Arturo Osvaldo Barros, Héctor Eduardo Piccini, Enrique Mario Fukman, Ana Maria Isabel Testa, Ángel Strazzeri, Daniel Oscar Oviedo, Adriana Rosa Clemente, Beatriz García, Víctor Aníbal Fatala y Miguel Ángel Calabozo, y con las declaraciones incorporadas por lectura al debate de Susana Beatriz Leiracha (fs. 45/8 del legajo n° 120 caratulado "Osvaldo Barros y Susana Leiracha de Barros" y acta mecanografiada de fs. 6445/64 de la causa N° 13/84) y Lázaro Jaime Glastein (fs. 33.047/8 de la causa n° 14.217, fs. 293/4 del legajo n° 21 caratulado "Várela Cid, Eduardo" y fs. 2/7, 17/8, 47/50 y 168/9 y actas mecanografiadas de fs. 6352/76 de la causa N° 13/84).
Andrea Marcela Bello declaró que una noche, volviendo a "Pecera", para continuar realizando el trabajo forzoso, observó que sacaron unos tubos de oxígeno, y que al preguntarle a un oficial de inteligencia que era lo que estaba pasando, éste le respondió "una vieja que no habla". Agregó que al dia siguiente se enteró que se trataba de Thelma Doroty Jara de Cabezas, que había sido brutalmente torturada, lo que se notaba en su aspecto físico.
A su turno, Carlos Muñoz afirmó que estando en el "Sótano" escuchó mientras la torturaban, en la "Huevera", y que vio salir e ingresar nuevamente a un oficial y que supo que la picanearon porque, mientras se utilizaba la picana eléctrica en forma muy fuerte, la luz del cuarto contiguo a la "Huevera" titilaba.
En el mismo sentido, Carlos Gregorio Lordkipanidse declaró que la damnificada fue torturada por la Marina con el fin de que entregue a su otro hijo. Que el dicente fue testigo de sus tormentos, porque se encontraba en el comedor donde había un televisor, el que disminuía su imagen cuando se aplicaba la picana.
Víctor Aníbal Fatala refirió que supo que torturaron a Jara de Cabezas por los propios dichos de un oficial, que le contó que le habían aplicado pica eléctrica.
Por su parte, Mario César Villani y Ángel Strazzeri declararon que la nombrada les contó que fue torturada.
Asimismo, Enrique Mario Fukman recordó que en mayo mientras estaba en "Capucha", llegó un "Pablito" muy enojado, diciendo que nadie se quitara la capucha y que permanecieran en sus lugares. Que en ese instante entraron dos guardias con una mujer que estaba en un estado deplorable, con signos de haber sido muy torturada y la dejaron entre los otros presos. Agregó que posteriormente, retornó ese "Pablito", junto con un médico, que supone la revisó un rato y luego escuchó que le dijo a los guardias "ya está, la pueden llevar". Señaló que fue llevada nuevamente por dos guardias y que eso significaba que estaba bien y que la podían continuar torturando.
Norma Cristina Cozzi declaró que Thelma Doroty Jara de Cabezas era su tía, que la vio por primera vez dentro de la ESMA en la "Huevera" y luego en la "Pecera".
Andrea Marcela Bello afirmó que Thelma Jara de Cabezas trabajaba en la "Pecera", que estaba ubicada sola en una de las primeras "peceritas" a la derecha y que existia una prohibición de hablarle.
Ángel Strazzeri manifestó que trabajó junto a ella en la "Pecera". Esta versión fue sostenida por Miguel Ángel Calabozo quien compartió cautiverio y trabajo esclavo con la damnificada, al igual que Susana Beatriz Leiracha de Barros y Lázaro Jaime Gladstein -cuyas declaraciones fueron incorporadas por lectura al debate-, que manifestó que la conoció cuando trabajaban en la "pecera" y en ese ámbito almorzaban y cenaban juntos con el resto de los detenidos.
Quien, además, señaló que lo obligaron a acompañar a Thelma Doroty Jara de Cabezas a la entrevista programada con la revista "Para ti" y que en caso de ocurrir una situación incómoda con los periodistas, debía fingir asistir a su tía, que tenía que aparentar una descompostura. Que también le ordenaron que impidiera que le tomen una fotografía.
Asimismo, mencionó, que para el evento lo obligaron a vestirse con ropa fina, entre las que le colocaron un pequeño micrófono. Especficó que Thelma debía decir en el reportaje que estaba escondida por temor a los "Montoneros" y que era mentira lo que se decía sobre su desaparición forzosa a manos de los militares, pero que en realidad, ésta realizó un extenso monólogo sobre la desaparición de su hijo. Señaló que fueron en un automóvil manejado por él y escoltados por oficiales y que dentro de la confitería se ubicaron en distintos lugares. Que eran aproximadamente 15 personas custodiando el lugar. Refirió que salieron y entraron de la ESMA, a cara descubierta y que la entrevista que salió publicada se ajustó a lo preguntado, pero las respuestas no estaban textualmente transcriptas.
Asimismo la testigo Graciela Beatriz García manifestó que en 1.979 la hicieron ir a un departamento, sito en la calle Balcarce y Alsina, le dijeron que se tenia que hacer pasar por periodista, que habia una persona mayor, y que le tenia que hacer unas preguntas previamente indicadas. Agregó que luego se entero que era Thelma Jara de Cabezas y que antes de someterla a la nota con la revista "Para ti" la pusieron a ella como para probarla.
Explicó que posteriormente tuvo la oportunidad, dentro de la ESMA de decirle que se quedara tranquila, que había sido ella la que le realizó aquella entrevista. Que ahí se conocieron y las dos se pusieron a llorar por lo vivido.
En el mismo sentido, declaró Alberto Joaquín Escola, cronista de la revista "Para ti". Explicó que la dirección de la revista le solicitó que tenía que ir, junto con un fotógrafo, a entrevistar a la madre de un guerrillero muerto, que quería aconsejar a otros para que no siguieran el mismo camino. Agregó, que el día de la entrevista se reunieron en una confitería sita en Pampa y Figueroa Alcorta y que le llamó la atención que siendo las dos o tres de la tarde no había nadie.
Declaró que la entrevistada se presentó con dos personas, que uno dijo ser un sobrino y la otra un amigo. Explicó que hizo el reportaje, lo desgrabó y que se la entregó a su jefe de redacción; aclarando que lo que salió publicado no fue redactado por él, y que si bien alguna información surgía del reportaje, otra, la desconoce. Por último, señaló que la nota fue atípica y que él no pudo encontrar información de la entrevistada.
Al igual que Alberto Lapenna que manifestó que trabajaba en el departamento de fotografía de la revista "Para Ti" y que fue el fotógrafo que participó en la entrevista realizada a Thelma Doroty Jara de Cabezas. Explicó que cuando llegó a la confitería estaba Thelma sentada, quien le solicitó que no fotografiara a las personas que estaban con ella, ni que enfocara mucho el lugar.
A su turno, Héctor Eduardo Piccini, Arturo Oscar Barros y Mario César Villani, aseguraron en sus declaraciones que vieron a Thelma Doroty Jara de Cabezas en la Isla del Tigre y que era la persona que se encargaba de la cocina. Esta versión fue sostenida por Víctor Melchor Basterra, quien declaró que lo hacía junto con otra detenida.
Además, Carlos Gregorio Lordkipanidse afirmó que la damnificada fue la única persona que no llevaron a la Isla del Tigre junto con el grupo y que fue traslada a las dos semanas.
Por otra parte, Ana Maria Isabel Testa, Daniel César Oviedo y Adriana Rosa Clemente afirmaron que vieron dentro de la ESMA a la damnificada.
Por último, Daniel Vicente Cabezas, hijo de Thelma Doroty Jara de Cabezas, manifestó que inició en México una campaña internacional para salvar la vida de su madre ante su secuestro y que publicó diferentes solicitadas.
Señaló que fue apoyado por personalidades de ese país y de otras partes del mundo, por diferentes medios extranjeros y que, incluso, le escribió una caita a Julio Cortázar y solicitó que se le entregue otra misiva a Videla. Por último, indicó que en la Argentina la "Comisión de familiares" empezó a movilizarse el 1º de mayo.
Asimismo, como prueba documental merecen destacarse de un modo genérico las constancias obrantes en el legajo n° 21 caratulado "Várela Cid, E, s/dcia. Jara de Cabezas, Thelma" y su Anexo XXIV de la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, en particular las fs. 6/11 que ilustran la entrevista realizada por la revista "Para ti" a la nombrada; la causa n° 39.566 caratulada "Jara de Cabezas, Thelma Doroty s/ privación ilegal de la libertad en su perjuicio" del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal de Instrucción n° 24; la causa n° 746 caratulada "Jara de Cabezas, Thelma Doroty s/recurso Habeas Corpus" del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal y Correccional Federal n° 5, que da cuenta de las gestiones realizadas en pos de la búsqueda de la victima; el legajo CONADEP n° 6.505.
Por otra parte, el evento relatado fue probado en el marco de la sentencia dictada por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, en la causa n° 13/84, correspondiendo al caso individualizado con el número 230.
Por lo expuesto, cabe señalar como conclusión que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio.
49. Casos en los que resultaron víctimas José Luis Hazan, Josefina Villaflor, Raimundo Anibal Villaflor, María Elsa Garreiro Martínez, Enrique Néstor Ardetti, Juan Carlos Anzorena, Fernando Brodsky y Juan Carlos Chiaravalle:
Previo al análisis de los hechos que damnificaron a los nombrados, cabe señalar que todos ellos serán tratados en conjunto, toda vez que José Luis Hazan, Josefina Villaflor, Raimundo Anibal Villaflor, Maria Elsa Garreiro Martínez y Enrique Néstor Ardetti -quien previo a su secuestro trabajaba con Raimundo Villaflor- conformaban un grupo, el que, según manifestaciones de Víctor Basterra, también lo integraba, entre otros, Juan Carlos Anzorena, Fernando Brodsky y Juan Carlos Chiaravalle e incluso aquél.
A eso debe añadirse, conforme será analizado a continuación, que todos fueron privados ilegítimamente de la libertad en un lapso apenas mayor a los diez días, y "desaparecidos" en marzo de 1.980, aproximadamente. Asimismo, que, con otros cautivos, permanecieron en los mismos sitios a lo largo de su cautiverio; incluso, algunos de ellos, fueron llevados también juntos a realizar visitas familiares, y en oportunidad del arribo a la ESMA de la Comisión Interamericana de la OEA, fueron conducidos a la isla del Tigre.
Ahora bien, ha quedado legalmente acreditado que la noche del 3 de agosto de 1.979 José Luis Hazan y su cónyuge, Josefina Villaflor -apodada "la Negrita"-, junto con su pequeña hija Maria Celeste, que para ese entonces tenía dos años y medio de edad -cuyo caso no integra el objeto procesal de las presentes actuaciones-, fueron privados ilegítimamente de su libertad, de su vivienda, sita en Dante Alighieri 528, de la localidad de Villa Dominico, provincia de Buenos Aires, por un grupo de personas pertenecientes a las fuerzas de seguridad.
Posteriormente, Hazan y Villaflor, junto con su hija, fueron trasladados al centro clandestino de detención que funcionaba en la ESMA, donde permanecieron clandestinamente cautivos, fueron sometidos a sufrimientos físicos y psíquicos, con el fin de obtener información, los que consistieron en pasajes de corriente eléctrica y golpes y a otros sufrimientos derivados de las condiciones inhumanas de alojamiento. Además, fueron obligados a realizar tareas sin recibir ningún tipo de remuneración.
La pequeña María Celeste fue conducida, al dia siguiente, por una pareja que manejaba un taxi a la casa de sus abuelos maternos.
José Luis Hazan y Josefina Villaflor se encuentran aún desaparecidos, permaneciendo en dicho centro clandestino hasta, por lo menos, marzo de 1.980.
Asimismo, fue legalmente probado que Raimundo Anibal Villaflor, el 4 de agosto de 1.979, fue privado ilegítimamente de su libertad, junto a su esposa María Elsa Garreiro Martínez -apodada "la Gallega"-, por un grupo de personas vestidas de civil, mientras transitaban en una camioneta de su propiedad por la localidad de Avellaneda, provincia de Buenos Aires; en la que, además, viajaban sus dos pequeñas hijas.
Que estas últimas fueron abandonadas en la vía pública, mientras que Garreiro Martínez y Villaflor fueron conducidos a la ESMA, donde permanecieron clandestinamente detenidos, bajo sufrimientos físicos y psíquicos derivados de las condiciones inhumanas de vida.
Villaflor, además, fue sometido, mientras duró su cautiverio y de manera continua, a sufrimientos psíquicos y físicos, consistentes en pasajes de corriente eléctrica y golpes, de tal magnitud y crueldad que le provocaron la muerte, el 7 de agosto de 1.979. Al respecto, se tuvo por acreditado que la tortura a la que fue sometida la víctima fue especialmente encarnizada y larga y que a sus perpetradores les era indiferente ocasionarle la muerte; resultado, por lo demás, que formaba parte de la representación de los captores, si se tiene en cuenta que la rutina de tortura por la que pasaba cualquiera resultaba feroz.
Si bien las evidencias permiten sospechar que la magnitud de las torturas estaban orientadas a matarlo de forma directa, no tienen entidad suficiente para afirmarlo. De modo que consideramos probada esa representación de la muerte con indiferencia, cuyo significado será analizado al tratar la calificación legal.
Por otra parte, también se probó que Garreiro Martínez fue torturada y obligada a realizar trabajo esclavo.
Que la nombrada permaneció en aquel centro clandestino hasta, por lo menos, marzo de 1.980; encontrándose a la fecha desaparecida.
Por otra parte, ha quedado legalmente acreditado que Enrique Néstor Ardetti fue privado ilegítimamente de su libertad, a las 16:00, del 6 de agosto de 1.979, en ocasión en que se disponía a cerrar el taller de reparaciones eléctricas que poseía en la localidad de Florencio Várela, provincia de Buenos Aires y en el que laboraba Raimundo Villaflor.
En dicha oportunidad se presentaron en el local comercial personas vestidas de civil, aduciendo que eran funcionarios municipales y, luego de simular inspeccionar la vidriera del local y referir que existia una denuncia por violación a los precios máximos, lo exhortaron a Ardetti a cerrar el comercio y a acompañarlos hasta la Municipalidad.
Que dicho grupo operativo estaba integrado por tres automóviles, en uno de los cuales fue trasladado el nombrado.
Posteriormente fue conducido a la ESMA, donde permaneció clandestinamente detenido, fue sometido a sufrimientos físicos y psíquicos destinados a obtener información, las cuales consistieron en pasajes de corriente eléctrica y golpes y a otros sufrimientos derivados de las condiciones inhumanas de alojamiento,. Asimismo, fue obligado a realizar trabajo esclavo,
Enrique Néstor Ardetti fue visto con vida en dicho centro clandestino hasta, por lo menos, marzo de 1.980 y permanece aún desaparecido.
Asimismo, se tuvo por acreditado que Juan Carlos Anzorena fue privado ilegítimamente de su libertad, junto con Enrique Palachi y Liliana Altuna, cuyos casos no conforman el objeto procesal de las presentes actuaciones, el 12 de agosto de 1.979, aproximadamente a las 15:00, por doce personas vestidas de civil y armadas, mientras se encontraban en el "Bar Galicia", sito en la avenida Pavón y Galicia, de la localidad de Avellaneda, provincia de Buenos Aires.
Posteriormente fue conducido a la ESMA, donde permaneció cautivo en la clandestinidad y fue sometido a sufrimientos físicos y psíquicos destinados a obtener información como a otros derivados de las condiciones inhumanas de alojamiento.
Juan Carlos Anzorena fue visto con vida en aquel centro clandestino hasta, por lo menos, marzo de 1.980; permaneciendo a la fecha desaparecido.
Por otra parte, ha quedado legalmente probado que Fernando Rubén Brodsky, a quien apodaban "Nando" y Juan Carlos Chiaravalle, alias "el Viejo", fueron privados ¡legalmente de su libertad el 14 de agosto de 1.979, en horas de la noche, de su domicilio de la calle Pasaje del Líbano 320, de la localidad de Villa Martelli, provincia de Buenos Aires, por hombres armados, vestidos de civil, que se identificaron como pertenecientes a la Policía Federal.
Luego fueron conducidos a la ESMA, donde permanecieron clandestinamente detenidos y fueron sometidos a sufrimientos físicos y psíquicos con el fin de obtener información y a otros derivados de las condiciones inhumanas de alojamiento.
Fernando Rubén Brodsky y Juan Carlos Chiaravalle permanecen aún desaparecidos.
Por otra parte, ha quedado probado que los sucesos que damnificaron a José Luis Hazan, Josefina y Raimundo Villaflor, María Elsa Garreiro Martínez, Enrique Néstor Ardetti, Juan Carlos Anzorena, Fernando Rubén Brodsky y Juan Carlos Chiaravalle se desarrollaron en virtud de su actividad política y que la circunstancia de que alguno de ellos haya ingresado al denominado "proceso de recuperación" no evitó su "desaparición".
Ahora bien, las circunstancias de modo, tiempo y lugar en que acontecieron los hechos que damnificaron a José Luis Hazan y Josefina Villaflor, por un lado, y a Raimundo Villaflor y Maria Elsa Garreiro Martínez encuentran sustento en los dichos de Aníbal Clemente Villaflor, incorporados por lectura al debate (fs. 8, 42/45 y 211/vta y actas mecanografiadas de su declaración prestada en la causa n° 13/84, agregadas a fs.89/94, todas del legajo n° 118, caratulado "Raimundo Villaflor, Elsa Martínez de Villaflor, José Luis Hazan y Josefina Villaflor de Hazan" de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital federal), en cuanto señaló que la mañana del 4 de agosto de 1.979, su cónyuge recibió un llamado de su hija Josefina, quien le manifestó que "(hubo) un accidente y que iba a mandar a su hijita" María Celeste. Que, aproximadamente, una hora después, durante la mañana, se hicieron presentes una señora y un hombre, en un taxi conducido por éste, quien le entregó a su esposa a la pequeña.
Agregó que dicho señor le dijo que le habían dado a la nena y que la debía entregar en su dirección.
Señaló que al concurrir, a los dos días, aproximadamente, junto con su señora, a la casa de su hija, en Villa Dominico, los vecinos los anoticiaron de lo que había acontecido. Recordó que al llegar a la vivienda encontraron la casa abierta, todo roto y levantado parte del piso de una de las habitaciones. Que aquéllos les refirieron que "habían escuchado mucho ruido, que habían visto camiones del Ejército con gente de uniforme, mucho bochinche, que tiraban las puertas".
Agregó que supo, a través de su hija en una de las visitas que le realizó estando cautiva, que a ésta y a su yerno los secuestraron el 3 de agosto.
Indicó que en la casa de aquélla había estado viviendo con anterioridad su hijo Raimundo Aníbal Villaflor.
Por otra parte, el testigo declaró que con posterioridad al secuestro de Josefina, la vio en dos oportunidades. Que la primera fue el 20 de enero de 1.980, a las 19:30 y la segunda, el 1º de febrero de ese año, desde las 10:00, prolongándose hasta la noche. Relató que en ambos encuentros estaban aquélla y la compañera de Raimundo, Elsa Martínez; quienes, adujo, fueron llevadas a su casa por una persona. Al respecto, memoró que, en el primer encuentro, el sujeto que las acompañaba se quedó mientras duró la visita; mientras que, la segunda vez, ellas llegaron solas y éste apareció alrededor de las 17:00 con su yerno José Luis.
Asimismo, señaló que en la primer reunión, las dos se encontraron con sus respectivas hijas y que lo único que hacían era reírse "como borrachas o con miedo"; que no estaban en estado normal y miraban continuamente a su acompañante. Que en la segunda ocasión, cuando se encontraban solas, su hija le contó que la habían mantenido colgada de un brazo, encapuchada y le mostró unas heridas cicatrizadas, como hechas por cigarrillos, que tenía en su espalda.
Adujo que le refirió que le daban palizas y "máquina eléctrica". Agregó que apareció en una cama, con un doctor junto a ella, que llamó a dos personas para que la llevaran a hacer sus necesidades, porque no podía moverse y que si estaba viva era gracias a él, ya que habia evitado que la sometieran nuevamente a la tortura, manifestándole a sus captores "mátenla si la quieren matar, pero esta mujer ya no da más".
Señaló que, además, le dijo que si bien no había visto a Raimundo, por estar encapuchada y atada, habia hablado con él y que sabía que tenia un brazo roto porque se quejaba. Que le manifestó que, posteriormente, se enteró que lo habían "trasladado", lo que le explicó significaba la muerte.
Relató que en esa oportunidad Elsa Garreiro Martínez solamente lloraba.
Aseveró que la señora de Hazan estuvo, en una de esas visitas, en nuestro domicilio; como también que la madre de Elsa Martínez y su hijo Rolando Elíseo Villaflor se encontraron en los dos encuentros y este último, además, estuvo presente cuando su esposa recibió a María Celeste,
En otro orden, precisó que el 4 de agosto de 1,979, a las 15:00, su hijo Raimundo fue a su casa y que al enterarse del llamado de su hermana Josefina y de la presencia de María Celesta en la vivienda, se retiró; refiriendo que iba a tratar de averiguar algo. Indicó que a partir de ese momento, no volvió a verlo.
Memoró que ese mismo día, alrededor de las 17:00 o 17:30 se hizo presente una señora, que atendió su cónyuge, trayendo a las dos hijas de Raimundo. Que esa mujer manifestó que la habían obligado a tal cometido y que vio que Raimundo y su compañera, junto con las nenas, fueron bajadas del automóvil donde viajaban y conducidos en dos vehículos. Que ella estaba parada en ese lugar y que le entregaron a las pequeñas para que las trajera hasta aquí. Agregó que en ese suceso desapareció la camioneta de su hijo.
Por otra parte, el testigo recordó que en una oportunidad "la Negrita" llamó por teléfono y le dijo "papá, nos van a llevar a casa", ante lo que él le manifestó que iba a preparar un asadito. Que entonces un sujeto tomó el teléfono y le refirió "que no vaya a haber periodistas ni ninguna persona ajena de la casa".
Anibal Villaflor relató que Josefina y Raimundo eran afiliados al Partido Peronista.
Por último, manifestó que no realizó ninguna denuncia, que escribió cartas al Presidente de la República, al Ministro del Interior y al Gobernador de la Provincia de Buenos Aires y que, como su esposa, fue "a todos lados, inclusive hasta la Curia".
Asimismo, lo reseñado por Clotilde Villaflor, quien relató en el debate que es hermana de Raimundo y Josefina Villaflor, cuñada de Hazan y Elsa Garreiro Martínez y prima hermana de Azucena Villaflor.
Expuso que el 3 de agosto de 1.979 fueron secuestrados su hermana, cuñado y su sobrina y el 4 de agosto, Raimundo, su esposa y sus dos nenas.
Relató que una de sus hijas se dirigió a la casa de su hermana y que un vecino le dijo que se los habían llevado y que fue a dicha vivienda; refiriéndole que estaba todo revuelto y que el automóvil marca "Citroen" estaba aún prendido.
Señaló que se dirigió a la comisaría 5ª a radicar la denuncia y le dijeron que no podían hacer nada hasta pasadas 24 o 48 horas de los acontecimientos.
Indicó que posteriormente fue a ver a una amiga que vivía en la localidad de Lanús, que tenía una relación de pareja con un policía. Que ésta le dijo que averiguaría quien pidió zona liberada; manifestándole, con posterioridad, que "entró a La Tablada". Que se dirigió a dicho lugar, se presentó y, una vez adentro, le comentó a dos oficiales lo sucedido con su hermana. Recordó que éstos le negaron los hechos, le indicaron que se vaya, se olvide de que estuvo en ese lugar y que recuerde que tenía una familia.
Continúo su relato manifestando que de regreso a su casa, le contó lo sucedido a su padre; sacó el Citroen de la vivienda de su hermana y se movilizaron en ese rodado. Señaló que todos los días pasaba por dicha vivienda y que en una ocasión vio tirada la puerta y que al entrar descubrió que se habían robado todo, hasta las cortinas del baño.
Por otra parte, la testigo Clotilde Villaflor declaró que un vecino le hizo comentarios sobre el secuestro de su hermano Raimundo y su cuñada y que a las nenas se las llevó una señora a la casa de su madre.
Asimismo, indicó que al mediodía trajeron a Celeste, quien había pasado 24 horas dentro de la ESMA.
Expresó que no sabían como actuar y que ella le manifestó a su padre que debían interponer un habeas corpus; el que finalmente presentaron en el juzgado del Dr. Rodríguez, que se declaró incompetente. También se entrevistó, junto a su madre, con alguien importante de la Curia, quien luego de escuchar lo sucedido, le dijo "a esa gente hay que enderezarla si andan en algo raro" y que "algo habrán hecho".
Agregó que Josefina Villaflor y Elsa Martínez los visitaron en una ocasión y que su cuñado no paró allí y se dirigió, acompañado por un oficial, a la casa de su mamá en Once. Que estuvieron un ratito y quedaron en que iban a volver. Recordó que debían decir que estaban bien, estudiando y que no estaban desaparecidos.
Señaló que quien los custodiaba, se sentó en la cocina frente a sus padres, que su hermana fue a la habitación a buscar unos pullóveres y le manifestó que no dijeran nada; pudiendo observar que en sus tobillos tenía marcas producidas por los grilletes y en la espalda y debajo de la lengua cree que aquéllas generadas por las descargas eléctricas.
Que su madre interrogó a su cuñada acerca de Raimundo; limitándose ésta a responderle "no está entre nosotros" y bajar la vista.
Clotilde Villaflor agregó que en la segunda visita, la que se produjo a los veinte días, acompañados por el mismo sujeto, su hermana no era la misma. Que conversaron con su padre y este señor le preguntó si habían cumplido con la palabra de romper todos los papeles relacionados con que estaban desaparecidos.
Señaló que en esa oportunidad, su hermana estaba "como ida", que no conversaba y que les volvió a decir que pararan con todo. Recordó que su cuñada trajo unas muñequitas hecha por ella para su hija.
Memoró que con posterioridad llamaron diciendo que volverían, pero que hubo un cambio de guardia y nunca más supieron nada de ellos.
Por otra parte, manifestó que a Raimundo le decían "el Negro Raúl", a Elsa "la Gallega", a Josefina "la Negra" y a José Luis "Pepe" y que sus hermanos eran peronistas de base. Que el primero de ellos trabajaba con "el Gordo" Ardetti en un taller de electricidad sito en la localidad de Florencio Várela. Indicó que éste vivía en Manuel Estrada y Josefina y José Luis, en Dante Alighieri 528 de Villa Dominico.
Exhibidas las fotografías obrantes a fs. 5 y 6 del legajo n° 13, reconoció las identificadas con los números n° 2, 3 y 6, como pertenecientes a Elsa Martínez, Ardetti y su hermana; respectivamente.
Por su parte, Raquel Hazan de Hazan, cuyas declaraciones fueron incorporadas por lectura al debate (prestada ante la CONADEP y que obra a fs. 2/3 del anexo del legajo n° 118, caratulado "Hazan, José Luis, Villaflor de Hazan, Josefina" de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, ratificada a fs. 23/vta. del mismo legajo; fs. 9 del legajo n° 11 8, 23/26 vta., 51/65 y 210/ vta. del anexo del legajo n° 118) manifestó que se enteró del secuestro de su hijo José Luis Hazan el 5 de agosto, a través de un llamado de su consuegra. Que a su nieta Maria Celeste "la devolvieron" el mediodía del 4 de agosto en la casa de aquélla.
Señaló que supo por vecinos que a su hijo, junto con su esposa y nieta, lo habían secuestrado fuerzas de seguridad, a las 23:00 del 3 de agosto de 1.979,
Recordó que el 4 de agosto, su hijo, estando ya en cautiverio, habló con su cónyuge por teléfono para avisarle que no iba a ir al negocio a trabajar, manifestándole que se quedaría a ayudar a su señora en el comercio que tenía de venta de ropa de niños.
Agregó que el 27 de agosto recibió un llamado de José Luis, que habló con el padre, a quien le manifestó que no podia decir dónde estaba, que estaba bien y que no "movieran papeles". Que el 24 de diciembre de 1.979 recibieron otro llamado, reiterándole que se encontraba bien y expresándole una feliz Nochebuena.
Raquel Hazan relató que aquél se comunicaba telefónicamente todas las semanas, que conversaba con bastante soltura y que le anunció que pronto los visitaría.
Que en enero de 1.980 le comunicó que su esposa Josefina y Elsa Martínez iban a ir a la casa de los "abuelos Villaflor" y que llevara a su nieta.
Recordó que alrededor del 21 o 22 de aquel mes se efectivizó la visita de las nombradas, acompañadas por un oficial vestido de civil y que al preguntar por José Luis, éste le entregó una carta de él dirigida a su hija que, en ese momento, tenía dos años y medio y otra para toda la familia.
Además, indicó que dicho oficial, ante su requisitoria de por qué José Luis estaba detenido ¡legalmente, le respondió que había estado afiliado a un partido proscripto y que no hacia falta que hubiera puesto bombas o matado a alguien, que para ellos era subversivo y que habia tenido suerte de "caer" en esa época, ya que de lo contrario, no estaría vivo.
Que luego de ese encuentro, el 1º de febrero de 1.980 José la visitó por primera vez en su domicilio. Que en esa oportunidad le entregó una lista, escrita por su cónyuge, de una serie de cosas que debía prepararle y que en el próximo encuentro se llevarían. Memoró que, además, le entregó unos dibujos para su nieta, confeccionados por su madre.
Raquel Hazan memoró que pudo conversar con él, que lo vio muy bien físicamente y que quiso llevarse ropa. Que estuvo por una hora y media, aproximadamente y que finalizado el encuentro se dirigió, junto con quien lo acompañaba y su hija, a la casa de sus suegros, donde estaba esperando Josefina.
Asimismo, señaló que su hijo la llamó por teléfono el día de su cumpleaños, que tenía la voz entrecortada, que ella lo felicitó por ser su natalicio y que estuvo conversando por espacio de 20 minutos.
Declaró que el último llamado que recibió fue a principios de marzo y que le manifestó "mamá, te hablo para decirte que por un tiempo no vas a tener noticias nuestras. Porqué le digo. Por mucho tiempo, no se decirte a lo mejor un mes, pero no te asustes, no te voy a poder volver a llamar".
Por último, indicó que hizo la denuncia de la desaparición de su hijo en la Comisaria de Wilde, que en noviembre de 1.979 interpuso un habeas corpus y en junio de 1.980 se dirigió al Ministerio del Interior y dejó una carta escrita por ella, pidiendo por su paradero, a Harguindeguy. Al respecto, señaló que al tiempo recibió un telegrama de dicho ministerio haciéndole saber que el caso de la desaparición de José Luis pasó a la Superintendencia de la Policía Federal.
Que se presentó en esta última dependencia y le tomaron una declaración que tuvo que suscribir.
A su turno, María Celeste Hazan declaró ser hija de José Luis Hazan y Josefina Villaflor. Dijo que supo que fue secuestrada el 3 de agosto de 1.979, junto a sus padres, de su domicilio particular en la localidad de Avellaneda, siendo posteriormente todos trasladados a la Esma. Que en ese momento estaba por cumplir los tres años.
Asimismo, que allí fue separada automáticamente de sus progenitores y que estuvo al cuidado de una cautiva que le pintó las uñas, la cual, recordó, "era como una abuela porque tenía el cabello blanco". Que luego supo que se trataba de Thelma Jara de Cabezas.
Agregó que en dicho sitio le dieron unas siluetas en forma de muñecos tomados de la mano y que se desplegaban.
Relató que del hecho memoraba la imagen de estar en un automóvil con su madre y de preguntarle adonde se dirigían; mientras aquélla le pedia que se callara. Asimismo, recordó pasar por una avenida con muchas luces.
Por otra parte, manifestó que su padre fue secuestrado a los 27 años y su madre, a los 24, Que él militó, en un primer momento, en la UES y luego en el Sindicato Gráfico, donde la conoció a aquélla. Asimismo, declaró que ésta, desde muy joven, participó en la "Juventud Peronista" y en dicho sindicato y que la última militancia de ambos fue en las "Fuerzas Armadas Peronistas",
Agregó que tras su liberación, una mujer muy flaca y de pelo lacio la llevó a la casa de su abuela en un taxi.
María Celeste Hazan relató que su madre y su tía María Elsa Martínez, la visitaron en dos ocasiones, que ocurrieron, aproximadamente, entre enero y febrero. Que la primera fue en la casa de sus abuelos maternos, Josefina Gómez y Anibal Clemente Villaflor y que también participaron del encuentro su tía Clotilde Villaflor y su abuela Raquel Hazan. Que quien las acompañaba le entregó a esta última una carta de su padre.
Señaló que la segunda visita fue en la casa de su abuela paterna sita en el barrio porteño de Once, donde ella residía. Que en dicha ocasión su padre fue trasladado hasta allí y luego los tres fueron conducidos al domicilio de su abuela materna, en el que estaban aguardando su madre y su tía. Que en dicho encuentro estuvieron presentes sus abuelos, sus tíos, su bisabuela y Mirna Mabel Fernández, una empleada de su abuela.
Manifestó que durante esa visita, estaba "muy alterada de felicidad" y que su abuela le decía que se quedara quieta.
Asimismo, relató que sus padres se comunicaban telefónicamente con bastante asiduidad y que cree que esos llamados comenzaron en el mes de diciembre.
Mirna Mabel Fernández memoró en el debate la visita de José Luis Hazan mientras se encontraba cautivo. Al respecto, señaló que en un momento pudo reunirse con éste y Celeste en una de las habitaciones y que él le refirió que cuide mucho a la nena, que estaba bien y "que no lo esperaran". Agregó que con esta última frase entendió todo y que tenia una mirada muy triste.
Asimismo, señaló que José, antes del encuentro, les había anticipado que no llamáramos a nadie y que no bajáramos a la puerta del edificio. Que el padre de Josefina le preguntó a quien lo custodiaba acerca de cuando iban a liberar a su hijo, a lo que le respondió que estaba en un campo de rehabilitación.
Por último, manifestó que en la visita trajeron una gran lista solicitando cosas y una caita con dibujitos, dirigida a Celeste,
Por su parte, Laura Villaflor recordó en el debate que, supo por su hermana Elsa, que cuando su padre Raimundo se enteró del secuestro de José Hazan y Josefina, agarró violentamente ropa y juguetes y decidió que debían irse. Que inmediatamente se dirigieron a la casa de su abuela para despedirse; estacionando su padre la camioneta en la cuadra trasera al domicilio.
Señaló que al salir de la vivienda, ya en el mencionado vehículo, los interceptaron un montón de automóviles, con personas vestidas de civil y les ordenaron que desciendan con las manos en alto. Que su padre hizo lo que le ordenaron, mientras que su madre no sabía que hacer con ella, ya que tenía un año y medio.
Que por esta razón, bajó del rodado y dejó a su hermana delante de una casa, con ella en sus brazos, manifestándole "cuida a tu hermana, que es más chica". Agregó que a sus padres los subieron a vehículos distintos y que en ese momento en el barrio había muchos vecinos mirando. Que su madre gritó a viva voz que por favor no tocaran a sus hijas y que la dirección de sus abuelos era Pastor 670.
Laura Villaflor manifestó que luego aparecieron un hombre y una mujer, que las condujeron hasta la casa de sus abuelos; explicándole a su abuela lo sucedido con sus padres.
Recordó que su hermana al momento de los hechos tenía cuatro años y su prima Celeste, casi tres.
Por otro lado, declaró que en enero de 1.980 su tía Josefina Villaflor, a quien le decían "Negrita" y su madre Elsa Garreiro Martínez fueron a la casa de sus abuelos de visita; dejando esta última una carta y una canción que tituló "Cuento guitarrero"
Asimismo, recordó que en esa ocasión su madre le manifestó que el papá estaba trabajando lejos y que por esa razón no podía visitarnos.
Agregó que en febrero de 1.980 se produjo una segunda visita, a la que concurrió su tío José. Que su madre les trajo unas muñecas confeccionadas por ella en cautiverio; de la que la testigo aportó al debate dos fotografías glosadas a fs. 3.882 del principal
Por otra parte, Laura Villaflor señaló que en dicha oportunidad su hermana le preguntó adonde estaba y su madre le respondió que "en un lugar de barquitos muy lejos, pero que iba a volver a quedarse con ella".
La testigo relató que también supo que sus abuelos presentaron denuncias "por todos lados". Que interpusieron habeas corpus en 1.979 y 1.980, que se presentaron en la Embajada de los Estados Unidos, en el Ministerio del Interior, en el Consulado Español y que fueron a ver al Obispo de Buenos Aires.
Relató que su parte militó en la JP desde los catorce años y formó parte de la Resistencia Peronista y que su madre militó, a los quince o dieciséis años, en el Partido Socialista, formó parte del MLN TUPAMAROS.
Por otra parte, la testigo manifestó que al "grupo Villaflor" lo estaban buscando hacía mucho tiempo y que en es su familia había seis desaparecidos, los primeros fueron Néstor de Vicenti, en 1.976, que era militante montonero y Azucena, el 8 de diciembre de 1.977.
Que Azucena era prima hermana del padre e hija de un hermano del abuelo Florentino Villaflor.
Por último, Laura Villaflor indicó que durante un año vivieron en la casa de sus abuelos paternos y que, luego, su hermana se fue a Uruguay y ella se quedó con aquéllos.
Asimismo, Consuelo Eufemia Orellano relató que el sábado 4 de agosto de 1.979 cuando su marido, Enrique Ardetti, regresó del trabajo le comentó en el almuerzo que "el Negro" Raimundo Villaflor y un amigo que trabajaba en el taller sito en la localidad de Florencio Várela estaba medio callado y se había ido .
Recordó que el lunes siguiente su cónyuge, como de costumbre, se dirigió a dicho comercio y que no regresó a su vivienda para cenar; lo que la preocupó al pensar que podía tratarse de un accidente de tránsito.
Que se acostó y a las 3:00 decidió ir con sus hijos a la casa de José Orbaiceta, con quien se movilizó hasta el local mencionado. Explicó que al llegar no había nadie y que decidieron trasladarse hasta la vivienda de un señor apellidado Villanueva, con quien su marido compartía las tardes.
Indicó que esta persona les refirió que a las 4:00, aproximadamente, Enrique decidió cerrar el negocio para volver a su vivienda y que en ese momento ingresaron tres sujetos que lo interrogaron acerca de unos artículos y si era el encargado o dueño. Que al salir su marido, estas personas se dirigieron a él y le manifestaron que existía una denuncia en la municipalidad porque no se respetaban los precios máximos. Que se dirigieron a la vidriera, simularon leer algo y lo invitaron a aclarar el asunto en dicha dependencia.
Agregó que le dijeron que cierre el negocio y que Villanueva espere afuera, que a éste le resultó raro que subieran a Enrique a un auto y que al arrancar, arrancaran dos más. Señaló que en uno de los vehículos habia una mujer.
La testigo indicó que Villanueva se dirigió con el vecino a un taller mecánico en el que su marido dejaba su rodado. Que les dijeron que éste no había retirado el vehículo y los acompañaron hasta la comisaría de la localidad de Florencio Várela, donde "los ningunearon y les afirmaron que "seguro se fue con una minita".
Memoró que el 7 de agosto, mientras se encontraba en la casa de José Orbaiceta, escuchó gritos y abrieron la puerta a la fuerza entre 8 y 12 personas, aproximadamente. Que ingresaron corriendo, golpeando y pateando los muebles, a la par que gritaban "todos contra la pared". Recordó que junto con sus dos hijos se puso contra la pared y, como se lo ordenaron, todos abrazaron la puerta.
Indicó que uno de ellos preguntó por Consuelo Orellano y que al manifestarle que era ella, la sacaron, la llevaron a un garage y a los gritos le preguntaron acerca de dónde se domiciliaba, por los fierros y los verdes y que si no contestaba la iba a pasar muy mal tanto ella como su marido. Al respecto, la testigo manifestó que al oir esto, percibió que tenían a su cónyuge.
Consuelo Orellano señaló que resolvieron llevársela, ubicándola en el piso de la parte trasera de un automóvil, junto a dos sujetos, uno a cada lado, que apoyaban sus pies sobre ella. Que en un momento la hicieron sentar y mirar para adelante, pudiendo observar que ingresaban a la cuadra de su casa y que en ella había un grupo de hombres. Memoró que en ese momento vio a su marido.
Expresó que luego se subió al vehículo un sujeto, se sentó a su lado, le tocó las manos y tras preguntar "por qué esposaron a la señora", le sacó las esposas y la interrogó acerca de si sentía dolor. Que le solicitó ir a ver a su cónyuge, a lo que accedió, previo decirle que no haga escándalo, que había mucha gente.
Señaló que bajó del automóvil y se sentó junto a su marido, del lado derecho. Recordó que éste estaba vestido con la campera de cordero y el pantalón marrón, con los que había salido de su vivienda el lunes hacia el trabajo. Que estaba todo mojado, tenía la cara inflamada y le faltaban dientes.
Indicó que su marido le manifiesto que se vaya a la casa de su madre con los chicos, que ella le respondió que iba con él, a lo que éste la exhortó a que hiciera lo que le decía. Que la abrazó y al oído le refirió que lo habían picaneado y que lo llevaban para matarlo.
Agregó que luego descendió del vehículo y se dirigó al automóvil donde la habían trasladado, que estaba estacionado delante del que se encontraba su cónyuge. Que luego se dirigieron a la casa de José y le dijeron que no efectuara denuncia alguna y que la tenían a ella y a su marido. Que la exhortaron a bajar corriendo, a ingresar al domicilio y posteriormente cerrar la puerta. Cosa que hizo.
Memoró que la noche del 24 de octubre de 1.979 se presentó su sobrino gritando que su marido estaba al teléfono. Que se dirigió a la casa de su cuñada y habló con él, quien le dijo que se quedara tranquila, que esto iba a pasar por un tiempo y que mientras conversaba con él se escuchaba a un hombre que decía que dejara de hacer habeas corpus y de ir al negocio.
Agregó que llamó nuevamente el 24 de noviembre, el 24 o 25 y el 31 de diciembre. Al respecto, expresó que en una de las conversacionesle dijo que no se preocupara, que pronto iban a estar los cuatro juntos, que la pasaran bien y que allí estaba con conocidos y que habia ido a saludarlos una "persona muy importante".
Asimismo, Consuelo Orellano recordó que el 25 de enero la llamó y le dijo que al día siguiente iba a ir a la casa, que compre cigarrillos, que hiciera una torta y que no le avisara a nadie. Que sólo estaba su hijo mayor, ya que el menor se encontraba con sus abuelos en la provincia de Santa Fe.
Señaló que aquel día, a las 8:20, paró un vehículo marca "Ford", modelo "Falcón", del que descendió su marido junto a un sujeto que lo acompañaba. Que este último se enfureció cuando una señora, al ver a su marido, lo saludó. Recordó que hizo sentar a Enrique en la punta de la mesa y a ella en el medio y que sacó un arma de guerra que apoyó sobre dicho mobiliario.
Manifestó que estuvieron dos horas conversando, que aquel sujeto empezó hablando del "proceso de reorganización" y de la familia; refiriéndole que su marido iba a volver y que por su bien y el de su familia, dejara de hacer denuncias y habeas corpus y que dijera en todos lados que su esposo estaba trabajando en El Chocón.
Memoró que su cónyuge, que pesaba unos 86 u 87 kilos, aparentaba, en ese momento, unos 50 o 55 y que no tenia buen aspecto. Que luego pidió permiso para ir al baño y este sujeto lo acompañó hasta la puerta. Señaló que cuando pudieron apartarse un poco de éste, Enrique le manifestó "estos hijos de puta hablan de moral y de la familia y tienen las manos llenas de sangre", que a su amigo "el Negro" Villaflor lo habían matado a golpes, que se encontraba cautivo en la ESMA y que no dijera nada a nadie porque "me va la vida a mí y a los que estamos adentro".
También le comentó que se levantaba muy temprano, que debía resumir de los diarios, la parte dedicada a la política.
Que, luego, quien los acompañaba, les ordenó que regresaran a la cocina y que ella tuviera listo un poder por el local sito en la localidad de Florencio Várela, que pasarían a retirar. Que a los quince días regresaría y que llamaría todos los miércoles, antes de las 22:00.
Consuelo Orellano memoró que al retirarse le manifestó que en la próxima visita no hubiera gente afuera ya que, de lo contrario, empezaría a los tiros. Que ese día le entregó a su marido fotos de sus hijos, conforme éste le solicitó a su cuñada en ocasión de dar aviso de la visita.
Recordó que a fines de marzo de 1.980 se comunicó telefónicamente a la casa de su madre, atendiendo su hijo, a quien le manifiesto lo siguiente: "no digan nada, los quiero mucho, a vos, a mamá". Que ante sus gritos de que no colgara, él señaló que no podía y cortó la comunicación.
Por otra parte, la testigo adujo que en una oportunidad, en que se entrevistó, con Monseñor Plaza éste le refirió que no comentara que su marido estaba vivo, porque de ser así significaba que estaba colaborando. Agregó que también interpuso varios habeas corpus, en octubre de 1,980, en enero o febrero de 1.981 y en 1.983 y que se dirigió al CELS, por primera vez a fines de septiembre de 1.979.
Refirió que a su marido le decían Enrique, su familia "Quito", sus amigos "el Gordo" y "Ramón" y que por Víctor Basterra supo que el grupo donde se encontraba su marido, Elsa Martínez y Anzorena, entre otros, había salido de la tortura y pasado por un "proceso". Que también le comentó que a dicho grupo lo sacaron de "Pecera" y que un día los vio pasar a todos engrillados y con las manos uno encima del otro y que luego "limpiaron "Capucha"". Relató que esto sucedió a fines de marzo o principios de abril de 1.980.
Asimismo, al serle exhibido el legajo n° 112 citado, manifiesta que la firma obrante en la escritura glosada a fs. 134/5 no corresponde a Ardetti, mientras que reconoce como suya una de las insertas a fs. 74.
Por otra parte, Consuelo Orellano reconoció en el debate, al serles exhibidas, la fotografía n° 2, glosada en el Legajo n° 13 citado, como la pertenenciente a Elsa Martínez, la n° 3, como de Enrique Néstor Ardetti, en la que, agregó, se encontraba vestido con la ropa de corderoy marrón y el pantalón que refiriera y la identificada con el n° 6, como pertenenciente a "la Negrita" Villaflor. Al respecto, afirmó que la foto de su marido no se la llevaron de su domicilio.
Consuelo Orellano exhibió una poesía que dijo era de autoría de su marido, la que se encuentra agregada a fs. 4.470 del principal.
Por último, manifestó que en el partido de Avellaneda, provincia de Buenos Aires, "los Villaflor" eran muy conocidos y que "el Negro" "era un peso, un cuadro político, representativo de sectores".
A su turno, José Orbaiceta relató que fue compañero de militancia de Enrique Ardetti en el "Peronismo de Base" y aseveró lo manifestado por Consuelo Orellano en cuanto a las diligencias realizadas junto a él, en pos de la averiguación del paradero de su marido.
Exhibida que le fueron las fotografías obrantes a fs. 5 y ó del legajo n° 13 mencionado, reconoció la n° 3 como perteneciente a Ardetti y la n° 6, a Josefina Villaflor,
Asimismo, Marcelo Ardetti, quien relató que al momento del secuestro de su padre tenía 13 años, fue conteste con los dichos de su madre Consuelo Orellano y al serles exhibidas las fotografías obrantes a fs. 5 y 6 del mencionado legajo n° 13, reconoció a su padre en la n° 3, a Elsa Martínez en la n° 2 y a "la Negrita" en la n° 6.
Edith Esther Rojas de Orellano, cuya declaración fue incorporada por lectura al debate (fs. 18/vta del Legajo n° 112 citado), refirió que en reiteradas ocasiones su cuñado, Enrique Ardetti se comunicó telefónicamente a su domicilio a fin de conversar con su señora y que si no la encontraba preguntaba acerca de cómo estaba su familia.
Recordó que en una de esas llamadas le manifestó que para un día que le fijó, estuviese su cónyuge que debía hablar con ella. Que luego se enteró por ésta que el motivo era la entrega de un poder para disponer de los bienes que poseían.
Señaló que por lo general las conversaciones telefónicas duraban unos cinco minutos y que en ellas les hacía saber que se encontraba bien, que no podía decir adonde estaba y que no hiciéramos nada, ya que ello lo perjudicaría. Agregó que siempre que llamaba parecía nervioso, hablaba entrecortado y que le manifestaba que carecía de tiempo.
Rojas indicó que la primera vez que se comunicó fue a principios de octubre de 1.979; que se notaba que la llamada provenía de larga distancia, que conversaba siendo controlado y que, a su par, hablaban otras personas. Que llamó hasta marzo de 1.980 en unas veinte ocasiones, aproximadamente, que no tenia dudas de que se trataba de su cuñado y que siempre que conversó con él, le preguntó por su señora, sus hijos, su familia y cómo andaban las cosas.
Afirmó que en alguna oportunidad que llamó, primero, otra persona se cercioraba si efectivamente era el número y que, al contestar que sí, le solicitaba que esperara un momento que le iban a hablar y seguidamente hablaba su cuñado.
Por su parte, Enrique Palachi relató que en el debate que formó parte de la organización "Peronismo de Base", que Enrique Ardetti era dirigente de dicha organización, como también Josefina Villaflor, a quien escuchó hablar en un acto público en la Federación de Box,
Asimismo, al serle exhibida la fotografía n° 6 del legajo n° 13 mencionado, identificó en ella a quien conoció como "la Negrita" Villaflor.
Por otra parte, como prueba documental merecen destacarse de un modo genérico el acta de muerte por desaparición forzada de José Luis Hazan (agregada a fs. 26.674 de la causa n° 14.217/03), de la que surge como fecha presuntiva de su fallecimiento el 1º de febrero de 1.980 y el legajo CONADEP n° 1.219, correspondiente al nombrado.
También, el acta de ausencia por desaparición forzada de Josefina Villaflor, de la que surge que el 3 de agosto de 1.979 se fijó como fecha presuntiva de la muerte de Josefina Villaflor de Hazan en virtud de la declaración de su ausencia por desaparición forzada (glosada a fs. 26.678 de la causa n° 14.217/03) y las constancias agregadas en los legajos n° 118, caratulado "Raimundo Villaflor, Elsa Martínez de Villaflor, José Luis Hazan y Josefina Villaflor de Hazan" y anexo de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal y CONADEP n° 1.220, correspondiente a la damnificada.
Además, merecen destacarse las glosadas en el legajo CONADEP n° 1.237, correspondiente a Raimundo Aníbal Villaflor.
También, las agregadas en los expedientes n°2587/79, caratulado "Recurso de Habeas Corpus interpuesto a favor de Villaflor, Raimundo Aníbal y otros", del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal de Sentencia Letra "C" (en copias certificadas) y el expediente n° 49.317, caratulado "Villaflor, Raimundo y Garreiro Martínez, Maria Elsa s/ ausencia por desaparición forzada", del Juzgado de Primera Instancia en lo Civil y Comercial n° 8 del Departamento Judicial de Lomas de Zamora, provincia de Buenos Aires, en el que, el 24 de septiembre de 1.996, se declaró la ausencia por desaparición forzada de María Elsa Garreiro Martínez y se fijó como fecha presuntiva de ella el 7 de agosto de 1.979.
Además, el acta de ausencia por desaparición forzada de Raimundo Aníbal Villaflor (agregada a fs. 26.671 de la causa n° 14.217/03), de la que surge que el 4 de agosto de 1.979 se fijó como fecha presuntiva de la ausencia por desaparición forzada del nombrado.
También, merecen destacarse las evidencias agregadas en el legajo CONADEP n° 1.236 de María Elsa Garreiro Martínez.
Además, las constancias agregadas en los expedientes n° 85.212, caratulado "Ardetti, Néstor Enrique s/ habeas corpus", del registro del Juzgado Federal de 1º Instancia n° 1 de La Plata y n° 7.397, caratulado "Ardeti, Néstor Enrique s/ ausencia por desaparición forzada" del Juzgado de Primera Instancia en lo Civil y Comercial n° 17 de La Plata.
También, los legajos n° 112, caratulado "Néstor Enrique Ardetti", de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal y CONADEP n° 2.516, correspondiente al nombrado.
En el mismo sentido, resulta ilustrativo reseñar la carta que fue entregada por el oficial que acompañaba a Josefina Villaflor y Elsa Martínez en la primer visita que realizaron a su familia, mientras estuvieron cautivas en el mentado centro clandestino. Al respecto, cabe resaltar que la misiva reza lo siguiente "Querido Papá, Mamá, Jaime, Ricardo y Mabel, es muy difícil poder expresar en este momento y en estas pocas lineas todo lo que siento y quisiera decirles, siempre pienso, que este estado en el que me encuentro sería mucho más llevadero, si no estuviera solo, no tuviera nadie en quien pensar pero afortunadamente y paradójicamente, desgraciadamente, ese no es mi caso. Lo único que pienso es en su dolor, en los momentos angustiantes, que están pasando y en la falta que les haría, para poder darles una mano. En relación a mí, me encuentro bien el trato aquí es muy bueno, trabajamos y tratamos de pasar el día lo mejor posible, lo único que les pido es que tengan paciencia, que es lo fundamental para mantener la salud mental, principalmente por Celeste, suficiente daño ya le hicimos nosotros como para que viva ahora un clima de nervios y angustias, bueno esperando poder abrazarlos pronto, un beso grande para todos. José"
Asimismo, aquélla que en la que se lee lo siguiente "Para Celeste. Querida Celestita, cómo te va, cómo estás, todos los días cuando me despierto el primer pensamiento es para voz, porque te quiero y extraño mucho, le pido y le pregunto a nuestro amigo el pajarito que te vaya a espiar y le cuente y me cuente que hacés y me dice que estás bien, muy grande y que te portás bien, pero que de vez en cuando hacés renegar a Madelucha, yo y tu mamá estamos trabajando y esperamos poder terminar pronto para poder estar de nuevo junto a los tres, aunque ahora estemos por un tiempo separados, quiero decirte que nosostros te llevamos siempre bien adentro del corazón. Bueno Celestita, pórtate bien, un beso grandote de tu papá que te adora". La misiva, además, se encuentra ilustrada con un pajarito.
Con relación a las circunstancias de modo, tiempo y lugar que rodearon el secuestro de Juan Carlos Anzorena, dio cuenta en el debate Enrique Palachi, quien declaró que formó parte de la organización Peronismo de Base y que Anzorena, a quien le decían "Pepe" o "el flaco", era su compañero.
Recordó que el domingo 12 de agosto de 1.979, debían reunirse en la casa de Víctor, razón por la que se encontró en un bar ubicado en la intersección de Pavón y Galicia, de la localidad de Avellaneda, con Anzorena y Liliana Altuna. Que a eso de las 14:00 o 15:00 llegó al comercio e ingresó, a esperar a Liliana, con el primero de los nombrados, que lo estaba aguardando en la vereda.
Indicó que al llegar esta última y de imprevisto se acercaron una decena de hombres armados, con armas cortas y largas, apuntándoles y dirigiéndose a ellos con gritos. Asimismo, relató que los que estaban en el bar, ya sea como público o mozos, formaban parte del grupo de tareas.
Memoró que a cada uno lo introdujeron en un vehículo, en la parte trasera y los llevaron. Que en ese momento, sus captores manifestaron que lo hacían por motivos vinculados con las drogas.
Palachi agregó que una vez en el rodado, lo encapucharon y esposaron y, a la vez que lo quemaban con cigarrillos, lo interrogaban por su apodo, nombre de guerra y a quién conocía. Luego, lo condujeron a la ESMA, donde fue nuevamente interrogado acerca de nombres y circunstancias de su militancia, mientras le aplicaban la picana eléctrica y lo golpeaban. Por último, relató que le llamó la atención que sus captores conocieran acerca de un documento político, el "documento amarillo", por el que le preguntaron.
Asimismo, Susana Ancarola expresó en el debate que era la esposa de Juan Carlos Anzorena y que militaban en el Peronismo de Base y en las Fuerzas Armadas Peronistas,
Señaló que el 12 de agosto de 1.979, alrededor de las 14:00, su marido se dirigió al Bar "Galicia", ubicado en la avenida Pavón y Galicia, de Avellaneda, ya que debía encontrarse con Basterra, Altuna y Palachi, Recordó que ella no asistió a la cita por encontrarse embarazada y que a la madrugada, al ver que aquél no había llegado, se fue de la vivienda; siendo cobijada por compañeros de trabajo. Que en ese momento llegaron a avisarle sobre el operativo acaecido en el bar y el secuestro en varios automóviles de estas personas.
Adujo que esa misma noche fueron liberados Altuna y Palachi.
Por otra parte, recordó que sus suegros se apersonaron en el bar mencionado y a través de lo relatado por el dueño, supieron que el día de los hechos se presentaron en el lugar unos sujetos que, con la excusa de ser operativos de drogas, le pidieron ropa de mozo para camuflarse y esperarlos.
Recordó que su pareja se comunicó telefónicamente con sus padres el 30 de agosto, 1 8 o 19 y 23 de diciembre y el 1º de febrero de 1.980. Manifestó que en la primer llamada dijo que le permitían bañarse, que estaba un poco mejor, que a ella no la buscaban y que sus captores tenían datos de su actividad política. Asimismo, le solicitó que no realizaran ninguna denuncia y que retiraran la que ya habían interpuesto.
La testigo Ancarola declaró que supo por comentarios que su marido la pasó muy mal en la ESMA, que apenas arribó al lugar, le revoleó una patada a uno de sus captores. Asimismo, que siempre estuvo alojado en "Capucha", que nunca lo sometieron al trabajo esclavo, que lo habían trasladado a la isla y que por ser muy religioso le decían "cristiano". Que dejaron de verlo en marzo de 1.980, cuando vaciaron "Capucha", siendo aparentemente "trasladado".
Adujo que sus suegros, María Isabel Cuestas y Oscar Anzorena, hicieron distintas gestiones y denuncias. Entre ellas, creyó que la primera la presentó una tía llamada Mercedes Cuestas, en la comisaria 2° de Avellaneda. Luego en los Juzgados nros. 1 y 2 de Lomas de Zamora y a raíz de la llegada de la Comisión Interamericana de la OEA y a través de la PDH hicieron la denuncia ante esta comisión.
Asimismo, recordó que trató de mandar un telegrama a las Naciones Unidas pero en el correo no se lo recibieron. Tuvo muchas dificultades con las presentaciones,
Al mismo tiempo, algún juez le dijo a su suegro que a Juan Carlos lo estaban investigando y que éstos también fueron a ver al obispo Colinos de Lomas de Zamora y en la Nunciatura a Pío Laghi.
Por último, memoró que por ser su padre funcionario del Banco Central, habló con Martínez de Hoz y Cristian Zimmerman sobre el secuestro de Juan Carlos y que éste último le refirió que se contactó con Suárez Masón quien le dijo que lo estaban investigando y que al estar ligado con la subversión que no preguntaran más.
Oscar Anzorena, cuyos dichos fueron incorporados por lectura al debate (fs. 90/1 y 95 del legajo n° 47 de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal y 80 del anexo 2, del mismo legajo) declaró en términos similares a los manifestados por la testigo que antecede; agregando que el 31 de agosto de 1.979 su hijo conversó telefónicamente con su esposa y con él y que inició la llamada otro sujeto que le refirió que si deseaba tener alguna noticia de aquél, que no presentara habeas corpus u otras medidas de carácter judicial. Recordó que ante ello, fue comunicado con su hijo, quien le hizo saber a su cónyuge que tenía que expresar que era un delincuente subversivo, en lugar de que había actuado en política; insistiendo que tal cosa era lo que le habían expresado que debía decir.
Que también le solicitó que no hiciera nada y que al preguntarle el motivo le respondió que si efectuaba alguna gestión "me jodés". Agregó que el 19 de diciembre de ese año se comunicó con ellos un señor que se identificó como Luis y dijo ser quien cuidaba a su hijo, le informó que estaba bien y le pasó la comunicación con aquél.
Que en esta oportunidad, le reiteró la inutilidad e inconvenciencia de todo tipo de gestión legal o personal, toda vez que su detención no era para purgar algún delito, sino hasta que "las personas que lo detuvieron tuvieran la convicción de que nunca más incurrirá en actividades subversivas". Asimismo, le manifestó que recibía buen trato de preso, que se encontraba bien, que ignoraba dónde estaba y que no se le había prometido nada relacionado con el momento en que saldría o hablaría nuevamente.
Agregó que ante su insistencia en su derecho a pasarlo a una situación legal, su hijo le contestó "comprendé, por favor, que eso es imposible". Asimismo, le manifestó que sus captores no estaban interesados en su nuera.
Que el 24 de diciembre de ese año, volvió a llamar, conversando con su esposa, a quien le manifestó que le habían permitido hacerlo en virtud de las festividades y le preguntó por el estado de la familia. Declaró que el 1º de febrero de 1.980 recibieron un nuevo llamado y que en esta oportunidad le hicieron saber del nacimiento de su hijo y lo comunicaron con su pequeño de casi cuatro años. Señaló que esto conmocionó a Juan Carlos, razón por la que tomó el tubo otra persona, que, previo solicitar el número de su nuera, manifestó que llamarían; llamada, señaló, que no se produjo.
Oscar Anzorena señaló que se entrevistó con el General Ruíz Palacios y con el Coronel Carlos Alberto Tepedino, quien era director general de Seguridad Interior, gestiones que resultaron infructuosas.
Por último, expresó que, por intermedio de la Nunciatura Apostólica, a cargo de Monseñor Laghi, realizaron una nueva gestión ante el Ministerio del Interior de la Nación, respondiéndole el General Albano Harguindeguy que no firguraba, en dicho ministerio, con averiguación de paradero.
Asimismo, como prueba documental merecen destacarse las constancias obrantes en el legajo n° 47, caratulado "Juan Carlos Anzorena", del registro de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal; como asi también el legajo CONADEP n° 3.121, correspondiente al nombrado, que dan cuenta de las denuncias realizadas como consecuencia de su secuestro y desaparición; y el expediente n° 110.013, caratulado "Anzorena, Juan Carlos s/ declaración de ausencia por desaparición forzada", del Juzgado de Primera Instancia en lo Civil y Comercial n° 21 del Departamento Judicial de La Plata, provincia de Buenos Aires, en el que, el 4 de agosto de 1.987, se declaró la muerte presunta de Juan Carlos Anzorena, fijándose como dia presuntivo del óbito el 12 de agosto de 1.979.
Respecto de las circunstancias de modo, tiempo y lugar en que acontecieron los secuestros de Fernando Brodsky y Juan Carlos Chiaravalle dio cuenta Néstor Gutiérrez Cadena, cuyos dichos fueron incorporados por lectura al debate (actas mecanografiadas de fs. 6,392/99 de la causa n° 13/84 y 51/vta del legao n° 101, caratulado "Brodsky, Fernando Rubén" de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal), quien recordó que con Fernando Brodsky eran vecinos del edificio sito en Pasaje Líbano 320, de la localidad de Villa Martelli, provincia de Buenos Aires y que éste compartía una habitación con otro amigo, apellidado "Cherevale",
Manifestó que el 14 de agosto de 1.979, a las 20:00, estaba en su domicilio y vio, por lo menos, tres personas vestidas de civil y armadas, que se identificaron como pertenecientes a la Policía Federal. Que ante esto, sin salir de la vivienda, prendió la lámpara del patio y aquellos le solicitaron que la apagara.
Asimismo, recordó que dichos sujetos lo exhortaron a ingresar a su vivienda y no lo dejaron salir hasta que se llevaron a Brodsky; que dicho suceso ocurrió a las doce menos veinte de la noche, aproximadamente, cuando éste regresó a su domicilio.
Afirmó que en ese momento, en la planta baja del edificio, lo agarraron, seguramente, a las trompadas, ya que escuchó al damnificado decir que por favor no le pegaran, que no había hecho nada. Que, posteriormente, lo condujeron a la habitación dónde residía, ubicada en la planta alta y lo llevaron preso. Que a partir de entonces no lo vio más.
Con relación a Chiaravalle, Cadena señaló que por comentarios de los vecinos supo que se lo llevaron a las 18:30, aproximadamente. Memoró que le relataron que éste cuando se disponía a ingresar a la vivienda, percibió la situación y siguió caminando y que antes de llegar a la esquina, lo capturaron.
Asi también, en los dichos vertidos en el debate por Sara Silberg de Brodsky y Mauricio Brodsky, quienes relataron las circunstancias del secuestro de su hijo Fernando y las gestiones que realizaron en pos de su aparición.
A su turno, Sara Silberg señaló que su hijo desapareció el 14 de agosto de 1.979. Que tomó conocimiento de lo acontecido pues Fernando vivía sólo en un departamento y los martes concurría, regularmente, a almorzar a la casa de su abuelo Isaac y muchas veces se comunicaba con ellos para sumarse a la comida.
Recordó que aquel día, Isaac le manifestó que Fernando no había ido, por lo que llamó al jardín de infantes donde su hijo laboraba como docente y que le informaron que no había concurrido. Que ante la noticia, se dirigió a la vivienda de Fernando y que al abrir la puerta encontró toda la habitación "revuelta".
Señaló que supo por las personas del lugar que a su hijo se lo llevó la policía y que habían rodeado la casa.
Memoró que, posteriormemte, su hijo comenzó a comunicarse telefónicamente; llamando, aproximadamente, en unas quince oportunidades, en distintas fechas y a diversos lugares, tales como el trabajo de su padre y a la casa de su abuelo.
Al respecto, Silberg recordó las comunicaciones acaecidas el 28 de diciembre de 1.979 y el 9, 13 y 21 de enero de 1.980, última oportunidad en la llamó. Que en dichas comunicaciones, primero hablaba un interlocutor que le decia que su hijo les iba a hablar y que Fernando les refería que no sabía dónde se encontraba y que aunque lo supiera, no lo podía revelar; que cuando saliera, iba a estudiar y que hiciera de cuenta que estaba en un largo viaje.
Además, les manifestó que la medalla de oro que era de su abuelo y que siempre llevaba colgada, seguramente se la iban a restituir cuando saliera. Expresó que en esos llamados, le decían que su hijo era una buena persona y que iba a salir y, luego, cortaban la comunicación.
Por otra parte, Sara Silberg declaró que como consecuencia de la desaparición de su hijo, comenzó, junto a su marido Mauricio Brodsky, a realizar averiguaciones. Que este último, a través de un colega médico y paciente, Ángel Federico Robledo, lograron acceder a la oficina del Almirante Massera, ubicada en la calle Cerrito. Que, en aquella oportunidad, mientras esperaban ser atendidos, tuvieron un encuentro con otro paciente de su esposo, quien comenzó a hablarles y a indagar cosas sobre ellos.
Expuso que finalmente se entrevistaron con Massera, quien les refirió que no sabia nada respecto de su hijo y que les presentaría a otra persona que los iba a ayudar. Que dicho sujeto era joven, sacó una carpeta en la cual estaba agregada la ficha personal de su hijo y comenzó a hablarles acerca de él. Memoró que ante esto le hicieron saber que era un buen chico y que esta persona les respondió que Fernando era un ideólogo.
Asimismo, indicó que en el marco de las gestiones que realizaron, hablaron con un gobernador conocido de su esposo, Juan Carlos Colombo; se presentaron en la DA1A, en la Nunciatura Católica, donde dialogaron con Monseñor Cheli y cree que fue quien les comentó que Fernando estaba detenido con otras personas que habían sido secuestradas durante agosto de 1,979, en el momento en que arribó al país la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Agregó que realizó varias presentaciones ante distintas dependencias judiciales.
Sara Silberg relató que Fernando era un buen chico, generoso y que mantenía permanente comunicación con ellos, que, además, de estudiar y trabajar en una escuela, participaba en una organización de alcohólicos anónimos, convocando a médicos para organizar actividades con el objeto de ayudar a personas alcohólicas, principalmente obreros.
Finalmente, memoró que su hijo, para la época de su secuestro, hacía poco que había regresado al país de un viaje a Brasil y que volvió porque unos amigos le habían dicho que podía estudiar aquí y "que no desaparecía nadie". Al respecto, aseveró que supo que durante esos días se habría llevado a cabo una detención en la cual secuestraron a unos jóvenes, los que al declarar involucraron a su hijo.
Mauricio Elias Brodsky coincidió con lo declarado por su cónyuge; agregando que, su hijo vivía en una pensión que compartía con un amigo de apellido Chiaravalle; que reconoció en una de las fotografías que se le exhibió en el debate.
Explicó que antes de su secuestro, éste estaba exiliado en Brasil y que él, su esposa y sus otros dos hijos, residían en España. Que la decisión de salir del país la habían tomado como consecuencia de que en 1,977, un grupo de tareas irrumpió a las 3:00 en su hogar, golpeando las puertas y tirándolas abajo.
Por otra parte, recordó, entre las gestiones que realizó, junto a su cónyuge, que, a través de un amigo suyo, que para ese entonces era gobernador de la provincia de Formosa, el General Juan Carlos Colombo, tomó contacto con el Ministro del Interior, Arguindegui y con su secretario Ruiz Palacios, Que el primero de estos, luego de referirle que no sabía donde estaba su hijo, le manifestó que "no haga mucho ruido, que no diga en los diarios que era lo que había sucedido y que se quedara tranquilo que Fernando ya iba a aparecer",
Brodsky agregó que con motivo de la visita al país de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos también se presentó a hacer la denuncia sobre la desparición.
Por otra parte, señaló que el 31 de enero de 1.980 fue la última vez que su hijo se comunicó telefónicamente con ellos y que les dijo que se encontraba bien y que ya no se iba a comunicar más, por lo que debían hacer de cuenta que se iba de vacaciones. Que luego, no tuvieron más noticias de él.
Asimismo, exhibida que le fueron las fotografías obrantes a fs. 5/7 del legajo n° 13 citado reconoció a Chiaravalle en la foto n° 1 y a su hijo, en la identifcada con el n° 4, manifestando al respecto que Basterra le comentó que días antes de la llegada de la Comisión Interamericana, todo el grupo que estaba alojado en "Capucha" y "Capuchita" fueron trasladados a una isla en el Tigre, donde estuvieron alrededor de quince días, para, luego, ser conducidos nuevamente a la ESMA.
Por su parte, Ángel Federico Robledo, cuyas declaraciones fueron incorporadas por lectura al debate (fs. 55/6 y 216/7 del legajo n° 101 citado) señaló que aproximadamente en octubre de 1.979 fue visitado por los padres de Fernando Rubén Brodsky, quienes le hicieron saber que habia sido aparentemente detenido, en agosto, por personas que invocaron la calidad de policías, en un procedimiento vinculado a la represión del terrorismo, ya que, según lo que ellos conocían, si bien su hijo no había participado de ningún modo en acciones guerrilleras, tenia actuación política en los grupos juveniles, creían, del peronismo y que habían actuado en la campaña electoral de 1.973.
Asimismo, declaró que le hicieron saber que todas las gestiones realizadas en pos de su paradero, habían resultado infructuosas y que ningún organismo de seguridad reconocía haber intervenido en el hecho y que por tal motivo le solicitaron su ayuda.
Agregó que le solicitó ayuda al Almirante Massera, quien a los pocos días le contestó que no había podido determinar el paradero de Fernando, ni tampoco el procedimiento que se había cumplido, pero que "por la fecha en que se había producido, la edad del causante, y el clima de tranquilidad que se había logrado para esa fecha, se inclinaba a pensar que en algún momento aparecería en libertad" y que podía trasmitir esta información a los padres del nombrado. Que le solicitó a áquel que recibiese a los padres del damnificado, a lo que accedió.
Que así lo hizo y que, señaló, posteriormente, la esperanza se confirmó, según le informaron los padres de Fernando, ya que éste se había comunicado telefónicamente en reiteradas ocasiones, entre la segunda quincena de diciembre de 1.979 y febrero de 1.980.
Robledo indicó que luego de esta fecha no tuvieron más noticias del damnificado y que, con posterioridad, mantuvo una entrevista con Harguindeguy, a quien le solicitó información y que, a pesar de haberse comprometido en interesarse en el caso, no recibió ninguna respuesta. Que también reiteró sus pedidos a Massera, quien se mantuvo en sus dichos.
Asimismo, son relevantes los dichos vertidos en el debate, a través del sistema de videoconferencia, por Alfredo Rodolfo Chiaravalle, quien recordó que su padre fue detenido en agosto de 1.979 del domicilio de Pasaje del Líbano 320, de la localidad de Villa Martelli y que cuando sucedieron los hechos no vivía con él.
Agregó que eran tiempos difíciles en el país y que al enterarse de su desparición, una semana después de ocurrida, comenzó a buscarlo. Que interpuso un habeas corpus a través de la "Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos", sin obtener ningún resultado y que realizó la denuncia ante el "Buenos Aires Herald", ya que, señaló, los periódicos nacionales no quisieron aceptarla.
Al serle exhibida, la presentación y la ratificación efectuada ante el juzgado del doctor Lucio Somoza, que se encuentran a fs. 2 y fs. 4/5 respectivamente, del legajo de Cámara n° 59 a nombre de Alfredo Rodolfo Chiaravale, el declarante reconoció sus firmas en ambos documentos.
Indicó que también se presentó ante las Embajadas de Estados Unidos, Suecia e Italia para formular denuncias acerca de lo que sucedía y ante la Nunciatura Apostólica y que formuló una denuncia ante la CONADEP.
Chiaravalle recordó que en una de las entrevistas que mantuvo en la Nunciatura, el secretario del Nuncio Apostólico, un tal padre Cheli, le preguntó qué sabía sobre las armas que los Montoneros habían entrado al país; a lo que le contestó, que lo único que quería saber era dónde estaba su padre. Agregó que en una de las últimas visitas que le realizó al nombrado, le aconsejó que, en virtud de las reuniones que mantenían con Harguindeguy, deje de hacer averiguaciones sobre su padre, que ya había realizado todas las gestiones posibles y que estaba siendo molesto.
Reseñó que con el paso del tiempo continuó haciendo averiguaciones a través de las organizaciones de derechos humanos, tales como, Abuelas de Plaza de Mayo, Asamblea de Derechos Humanos y Familiares de Detenidos Desaparecidos.
Añadió que a Fernando Brodsky lo secuestraron junto a su padre y que lo conocía porque habían trabajado juntos.
Asimismo, el testigo señaló, al serles exhibidas las fotografías que se encuentran glosadas en el legajo "Basterra", que las n° 1 pertenece a su padre y la n° 4, a Fernando Brosky.
Por último, aseveró que su padre fue delegado sindical, que estuvo detenido en varias ocasiones y que toda la familia sufrió persecuciones. Que a partir de 1.955 formaba parte de "una famosa lista negra", que era típica de Argentina, en todo el cinturón industrial y que aquel no podía entrar a ningún sitio a trabajar.
Alicia Liliana Chiaravalle señaló que Juan Carlos Chiaravalle era padre, que era gremialista y que por dirigir en la fábrica donde laboraba una huelga de 45 días, habia sido incorporado en una "lista negra" que no le permitió trabajar en relación de dependencia y que, a partir de entonces, fue perseguido constantemente.
Recordó que le decían "el Abuelo" y que nunca lo vio armado como tampoco armas en su hogar.
Relató que su padre, para la época de su secuestro, vivía con Fernando Brodsky, a quien conocía porque se había enamorado de su hermana menor. Que se enteró por su hermano Alfredo lo acaecido con su padre el 14 de agosto de 1.979 y que supo detalles por los vecinos de este último. Agregó que en el mismo operativo también apresaron al primero de los nombrados.
Manifestó que su hermano interpuso un habeas corpus y realizó distintas averiguaciones en pos de dar con el paradero de su padre.
Recordó que Víctor Basterra le manifestó que su padre tenía buen ánimo, que era solidario y que minimizaba la situación.
Por último, Alicia Chiaravalle reconoció en el debate a Juan Carlos Chiaravalle en las fotografías n° 1 y 7 y a Fernando Brodsky, en la n° 4, todas obrantes a fs. 5/6 del legajo n° 13, antes citado.
Por otra parte, merecen destacarse como prueba documental las constancias obrantes en el legajo CONADEP n° 1.491, correspondiente a Fernando Rubén Brodsky y en las causas n° 8.893, caratulada "Brodsky, Fernando Rubén s/ privación ilegal de la libertad", del registro del Juzgado en lo Penal n° 7 del Departamento Judicial de San Isidro, provincia de Buenos Aires, y n° 300/79 caratulada "Brodsky, Fernando Rubén s/ rec. habeas corpus", del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n° 3".
Asimismo, el acta de ausencia por desaparición forzada de Fernando Rubén Brodsky (fs. 26,667 de la causa n° 14.217/03), de la que surge como fecha presuntiva de la desaparición forzada del nombrado el 31 de julio de 1.982,
También, merecen destacarse las evidencias glosadas en los legajos CONADEP n° 3.987, correspondiente a Juan Carlos Chiaravalle y n° 59, caratulado "Juan Carlos José Chiaravalle" de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal y el expediente n° 44,614, caratulado "Chiaravalle, Juan Carlos José s/ ausencia por desaparición forzada", del registro de Juzgado de Primera Instancia en lo Civil y Comercial n° 10 del Departamento Judicial de Morón, provincia de Buenos Aires, en el que, el 16 de abril de 1,998, se declara la ausencia por desaparición forzada de Juan Carlos José Chiaravalle y se fija como día presuntivo el 14 de agosto de 1,979.
Con relación al alojamiento clandestino de José Luis Hazan, Josefina Villaflor, Raimundo Anibal Villaflor, María Elsa Garreiro Martínez, Enrique Néstor Ardetti, Juan Carlos Anzorena, Fernando Brodsky y Juan Carlos Chiaravalle dentro de la ESMA, dio cuenta en el debate, Osvaldo Barros, quien mencionó que en "Capucha" estaban alojados Elsa Martínez, Josefina Villaflor y Hazan y que todos fueron secuestrados por su militancia política.
Señaló que en octubre de 1.979 había unas guardias un poco más benignas, que les permitían levantarse las capuchas y dialogar; recordando que enfrente suyo estaba ubicado el último de ellos.
Además, recordó que Elsa Martínez había hecho unos canapés por el aniversario de Norma y Héctor Piccini y por su cumpleaños.
Indicó que el día que lo secuestraron hacía frío y que estaba sin abrigo y que en el cubículo dónde lo habían alojado había un saco que Martínez le dijo que era el de su marido Raimundo Villaflor, quien, según refirió la nombrada, habia fallecido durante su tortura antes de que él llegara.
Asimismo, relató que a "la Gallega" Martínez la alojaron en el "Pañol", donde debía reparar la ropa que se encontraba en mal estado y que ésta había confeccionado unas muñecas de trapo.
Recordó, además, haber conversado en "Capucha" con Enrique Ardetti, que se encontraba alojado a su lado.
Por otra parte, al serles exhibidas las fotografías n° ó obrante en el legajo n° 13 citado, reconoció en ella a Josefina Villaflor, quien, agregó, era compañera de Hazan y en la n° 3 a Ardetti.
Además, Horacio Guillermo Cieza manifestó que pertenecía al "Peronismo de Base", junto con Ardetti, Villaflor y Martínez, entre otros. Que fue secuestrado con su mujer, Celina Rodríguez, el 11 de agosto de 1.979 y que ésta le refirió que sus captores, al pasar por un local comercial en las cercanías de la estación Florencio Várela, comentaron que de "ese negocio se habían llevado un pesado" y que, más tarde, supo que se trataba de Enrique Ardetti.
Por último, reconoció en la foto n° 3, de fs. 5/6 del legajo n° 13, a Enrique Ardetti.
Celina Rodríguez, a su turno, ratificó lo relatado por Cieza.
Ana María Isabel Testa recordó en "Capucha" al grupo de los Hazan: Josefina Villaflor, José Hazan y "la gallega" Martínez de Hazan. Indicó que los bajaban por las mañanas y le permitían verlos y que "la Negrita" tenía una cicatriz en la espalda, a la que calificó de espeluznante, producto de la tortura.
Señaló que ellos le habían contado que el marido de Elsa Martínez, Raimundo Villaflor, había muerto de un paro cardíaco como consecuencia del exceso en la tortura y que estuvo presente cuando la llevaron a aquella junto con Josefina a su domicilio a ver a sus hijas, donde pudieron entregarle unos muñequitos que habían elaborado con sus propias manos.
Recordó que ella dormía en un cuarto identificado con el n° 4 y con un cartel que rezaba "la Gorda" y que había otros tres "cuartuchos", en los que se encontraba, entre otros, Enrique Ardetti, quien "estaba en una situación muy fea y todavía no se había recompuesto".
Por otra parte, Testa recordó que en una oportunidad, mientras duró su cautiverio, fue conducida a una finca en General Rodríguez, provincia de Buenos Aires, que habia sido alquilada por los padres de Cristina Aldini. Que allí permaneció unos dos o tres días y al regresar a la ESMA observó que el "Sótano" estaba vacio; que ya no estaba Ardetti y que no bajaron más los Villaflor ni José Hazan.
También, la testigo mencionó que en "Capucha" pudo ver a Juan Carlos Anzorena y que para navidad reunieron a todos los secuestrados de ese sector. Lo vieron en dicho sitio, además, Carlos Gregorio Lordkipanidse, Norma Cristina Cozzi y Arturo Osvaldo Barros, quien agregó que fue secuestrado en el mes de agosto.
Asimismo, lo testimoniado por Thelma Jara de Cabezas, cuyas declaraciones fueron incorporadas por lectura al debate (fs. 26/36, 164, 166; 174 y 233/280 del legajo n° 21, caratulado "Várela Cid"; 179 del legajo n° 47, "Anzorena, Juan Carlos" y 134/136 del Anexo XXIV, del legajo n° 21 citado, todos de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal), quien recordó que antes de ir a la isla, en el mes de agosto, aproximadamente, secuestraron al grupo Villaflor, integrado por Josefina y Raimundo Villaflor, José Luis Hazan y Elsa Martínez.
Indicó que la madrugada que ocurrió el secuestro, ella se encontraba en la "Pecera" junto con otros detenidos y que se le acercó una persona de la Armada solicitándole que cuidara a una nena. Que se trataba de la hija de Josefina Villaflor, quien lloraba mucho y se quedó dormida en sus brazos.
Manifestó que al dia siguiente, cerca de las 10:00, un sujeto de "Inteligencia" y otra mujer la llevaron a la casa de su abuela y que aquella noche trajeron elementos de la casa de los Villaflor - Hazan, como ser máquinas de coser, una lidiadora, una exprimidora y ropa.
La testigo señaló que dentro del centro clandestino murió Raimundo, que lo supo porque en ese momento tenía un dormitorio entre "Capucha" e "Inteligencia" y que cuando llevaban a torturar a los detenidos debían pasar por allí. Que por esa razón podía mirar cuando los guardias los trasladaban con ese cometido, arrastrándolos y golpeándolos.
Agregó que una noche hubo mucho movimiento y que todos los guardias corrían; corroborando, luego, con éstos que Villaflor habia realmente muerto, como consecuencia de un paro cardiaco que sufrió a causa de la tortura y los golpes recibidos.
A su turno, Héctor Eduardo Piccini señaló que en "Capucha", entre otros detenidos, se encontraba Josefina Villaflor y su esposo, José Hazan y Elsa Martínez de Villaflor. Con relación a Raimundo Villaflor señaló que supo que había sido asesinado como consecuencia de la tortura; hecho que ocurrió al tiempo en que él fue secuestrado o por esos días, o sea, finales de agosto de 1.979. Que dicha información la conoció, ya que Elsa y Josefina no paraban de llorar y por el comentario de los "verdes" y de otros cautivos.
Al serles exhibidas las fotografías obrantes en el legajo n° 13 (fs. 5/6 del cuerpo T) reconoció a Elsa Martínez en la n° 2 y a Josefina Villaflor en la n° 6.
Asimismo, Enrique Mario Fukman dio cuenta de la muerte de Raimundo Villaflor, a consecuencia de la tortura y, además, recordó que, entre los trabajos que tenia asignados en el centro clandestino, tuvo a su cargo el manejo de la fotocopiadora y que en una oportunidad ante el ingreso de un grupo de personas, un "Pablito" le entregó una especie de legajo, le comentó que pertenecía al "grupo Villaflor" y le ordenó que lo copie.
Señaló que dicho legajo contenia fotos de la casa familiar, ubicada en el partido de Avellaneda, provincia de Buenos Aires, de Raimundo Villaflor, Elsa "la Gallega" Martínez, Josefina Villaflor y de Hazan, la pareja de esta última. Que, posteriormente, le acercaron material correspondiente, entre otros, a Ardetti y que todos se encontraban cautivos en la ESMA.
Indicó que entre los que fueron conducidos a la isla "El Silencio", sita en El Tigre, en condición de "Capucha", se encontraba el "grupo Villaflor".
Betina Ruth Erenhaus relató que fue secuestrada en agosto de 1.979 y conducida a lo que supo era la ESMA, que allí la alojaron en un lugar donde había gente separada por tabiques y escuchó claramente a Hazan protestando porque no le habían dado comida.
José Orlando Miño, por su parte, señaló que fue secuestrado en noviembre de 1,979 y liberado en marzo de 1.980. Señaló que dentro de "Capucha" estaban, entre otros, "la Negrita" Villaflor, Elsa Martínez y José Hazan.
Explicó que "la Negrita" fue brutalmente torturada y que decían que le habían puesto la "picana automática", que fue conducida a aquel sector "más muerta que viva" y que los "verdes" la llevaban de una punta a la otra del lugar para hacerla caminar por la medicación que había tomado.
Recordó que los dejó de ver a fines de febrero o principios de marzo y que al preguntar por ellos, le dijeron que "se habían ido para arriba" y que sus desapariciones coincidieron con el cambio de guardia, de D' Imperio por Horacio Estrada.
El testigo relató que supo que Raimundo Villaflor estuvo cautivo y murió en la ESMA y que no lo vio, ya que tal suceso acaeció con anterioridad a que él llegara a ese lugar.
Exhibidas las fotografías obrantes a fs. 5/6 del legajo n° 13, reconoció en la identificada con el n° 6 a "la Negrita".
Carlos Gregorio Lordkipanidse declaró que el grupo Villaflor pertenecía a las Fuerzas Armadas Peronistas, Peronismo de Base y que el maltrato de estas personas fue salvaje. Dijo que Raimundo Villaflor fue sometido durante dos días a brutales torturas.
Aseveró que escuchó los alaridos que éste proferió mientras lo torturaban y que el segundo dia fue asesinado a patadas y golpes de puño; pudiendo ver cuando lo llevaban inerte, con la cabeza colgando.
Al respecto, adujo que Raimundo, la segunda jornada de tortura, fue llevado al baño que quedaba en el "Sector 4", donde intentó beber agua. Que tal conducta fue interpetrada, por los "Verdes" y el "Pablo" que estaba a cargo, como un intento de suicidio; razón por la que fue sometido a una fuerte golpiza, mientras lo trasladaban a "Capucha" y que, según lo que le relatara uno de los "verdes", el cautivo le habría mordido su brazo, por lo que continuaron con los golpes de puño y las patadas, hasta que dejó de dar respuesta.
Recordó que dicho episodio tuvo lugar en "Capucha" y que supo que el "Pablo" se comunicó por HT con el "Tomy", quien les refirió que lo llevaran abajo. Señaló que él se encontraba en aquel lugar y vio cómo cargaban a Raimundo, absolutamente exánime, sin movimiento ni respuesta y cómo un "Pablo" y tres "Verdes", lo condujeron, de sus pies y manos, hasta el "Sector 4".
Indicó que este espisodio sucedió por la noche y que a la mañana siguiente, cuando los bajaron a trabajar, vieron contiguo a la "Huevera" un cuerpo sobre una camilla tapado con una manta, al cual sólo se le veían sus pies descalzos. Agregó que supo que se trataba del nombrado porque en ese tiempo no se produjo ningún otro deceso.
Lordkipanidse, asimismo, memoró que el día de la confirmación del fallecimiento el oficial a cargo de la guardia manifestó "se nos fue en la máquina".
Por otra parte, el testigo relató que a la hermana de Raimundo y a "la Gallega", que era su esposa, también las torturaron brutalmente y que ellos lo supo, ya que las marcas de la tortura eran visibles.
También recordó dentro de la ESMA a Hazan y a Ardetti y remarcó que los únicos sobrevivientes del "grupo Villaflor" fueron Víctor Basterra y Betina Ehrenhaus. Indicó que Chiaravalle era uno de los integrantes de ese grupo.
Por último, manifestó que este grupo fue llevado a "Pecera" a realizar trabajo esclavo en labores periodísticas y que albergaron esperanzas de que sobrevivirán, en función de que alguno de sus integrantes había sido llevado a visitar a sus familiares.
A su turno, Víctor Melchor Basterra relató en el debate que formó parte del "grupo Villaflor", cuyos integrantes fueron secuestrados en el lapso de una semana a diez días. Recordó que dentro del centro clandestino a Ardetti, Josefina Villaflor, Elsa Martínez y José Hazan los subían y bajaban juntos y que una noche mientras se encontraba en el "Laboratorio" aguardando que lo llevaran a dormir, lo exhortaron a que se quedara en ese sitio.
Que esa noche, previo a conciliar el sueño, escuchó el ruido de los grilletes de los compañeros que bajaban y que la jornada siguiente se enteró por uno de los guardias que habían "vaciado Capucha". Indicó que a los dos o tres días de lo acontecido se tomó la libertad de recorrer el lugar, encontrando una caja con fotos familiares de Josefina Villaflor, la que había traído de una de las visitas que realizó a sus familiares mientras estuvo cautiva.
Por otra parte, el testigo memoró que una noche de tormenta, a mediados de 1.983, se quedó encerrado en el "Laboratorio" y sustrajo la llave que permitía el acceso al sector "Inteligencia" y que mediante unos documentos pudo constatar que a Raimundo Villaflor lo secuestraron el 3 de agosto y, luego, de sobrevivir cuatro días la tortura, falleció el 7 de ese mes.
Al respecto, recordó que si bien dentro de dicho centro clandestino se rumoreaba que Raimundo había tomado agua del inodoro, supo por uno de los guardias que cuando a éste lo llevaban a la rastra, alcanzó a morder el hombro de uno de ellos. Que por este motivo, lo tiraron al piso y llamaron al jefe de guardia; matándolo a patadas unos "guardias viejos".
También vio, dentro del centro clandestino, a Josefina Villaflor, mientras era trasladada por lo guardias después de haber sido sometida a la tortura y que en una "salida" a una quinta ubicada en la localidad de Del Viso, ésta le exhibió que en su espalda le faltaba un pedazo de carne.
Por otra parte, señaló que Elsa Martínez fue secuestrada entre el 5 y 6 de agosto de 1.979, sometida a torturas y desaparecida a fines de marzo de 1.980.
De Enrique Ardetti, recordó que lo vio dentro de la ESMA y éste le dijo "Negro, si salís de ésta, que no se la lleven de arriba".
Asimismo, memoró que Anzorena, que estaba ubicado en el tabique junto a él, le refirió "voy a ver si me llevan de nuevo, voy a morder el cable y veo si me quedo electrocutado". Aseveró que fue eliminado en marzo de 1.980.
Por último, adujo que los integrantes del "grupo Villaflor" eran luchadores sociales y opositores al régimen dictatorial imperante.
Carlos Muñoz recordó en el debate que en 1.979 dentro de la ESMA continuaron los secuestros y que "cayeron" Raimundo, Josefina Villaflor, Hazan, que estaba casado con Josefina y "la Gallega", que era la esposa del primero. Refirió que la mecánica empleada para los secuestros, la tortura, "Capucha" y los traslados continuaba exactamente igual a como venía sucediendo.
Agregó que del "grupo Villaflor", primero secuestraron a Hazan con Josefina y luego a Raimundo con "la Gallega" y que estando en el "Sótano" indefectiblemente se escuchaba cuando alguien era sometido a torturas. Al respecto, afirmó que "el grupo Villaflor" había sido fuertemente torturado, en especial Raimundo y que sobre el deceso de éste último dijo que había dos versiones.
Indicó que una de ellas era que, luego de aplicarle la picana eléctrica, habría bebido agua del inodoro y que la otra hacía hincapié en que murió como consecuencia de la aplicación de dicho tormento. Afirmó que supo que fue torturado salvajemente, luego llevado a "Capucha" y que al otro día falleció como consecuencia de una nueva sesión de tortura.
Estimó que las fotografías que se conocen de Josefina pudo haberlas tomado él.
Por otra parte, señaló que Enrique Ardetti o "el gordo Ramón", estuvo en la ESMA, que era una persona grande y gorda y que no fue alojado en "Capucha" mientras él permaneció en ese sector.
A su turno, Mario César Villani, en ocasión de prestar testimonial en el debate a través del sistema de videoconferencia, recordó que mientras estuvo alojado en la "Pecera", arribó un grupo a quienes conoció como "el grupo Villaflor", el que habia estado cautivo en "Capucha" y empezó a concurrir a la "Pecera", ya que, aparentemente, fue incorporado al "proceso de recuperación", al que él estaba sometido.
Señaló que dicho grupo estaba integrado por Raimundo Villaflor, su cónyuge, su hermana, el marido de ésta y Anzorena, entre un total de unas nueve personas. Que en marzo, al salir "con permiso de franco", que, adujo, extrañamente duró una semana, volvió a la ESMA y observó que faltaba toda la gente que estaba cautiva en "Capucha",
Que al encontrarse con un guardia de diecisiete años, con el que habitualmente conversaba, éste le dijo "viste ya no queda nadie en Capucha", Al respecto, indicó que "al grupo Villaflor" los enviaron nuevamente a dicho sector y que desapareció.
Asimismo, señaló que también pertenecían a ese grupo Enrique Ardetti y Chiaravalle.
Así también, Norma Cristina Cozzi recordó en el debate que mientras estuvo alojada en "Capucha" y pudo descubrisrse los ojos, logró ver que allí había quince personas, entre las que se encontraba un grupo al que llamaban "Villaflor", por ser todos familiares de Raimundo Villaflor, Indicó que estaba conformado por Josefina Villaflor, hermana del nombrado, José Hazan, esposo de Josefina, Elsa Martínez, esposa de Raimundo y Ardetti.
Relató que los integrantes de dicho grupo fueron conducidos por unos días a "Pecera", lo que parecía significar que sus situaciones mejoraban y que, por lo tanto, se podrían hacer acreedores de la libertad.
Asimismo, indicó que a fines de febrero de 1.980 recuperó su libertad y que luego de quince días, aproximadamente, fue convocada nuevamente, junto a su marido, y regresó a la ESMA. Que una vez allí solicitaron ver a los detenidos con quienes habían compartido "Capucha" y que para ese entonces el "grupo Villaflor" ya no estaba, por lo que, adujo, "el camino hacía la libertad se les habia cortado"; no saliendo ninguno con vida.
Cozzi agregó que a "los Villaflor" los detuvieron con anterioridad a su secuestro, que fueron muy torturados y que cada vez que podían levantarse la capucha y dialogar con el resto de los presos, comentaban con lujo de detalle las torturas de las habían sido víctimas.
Mencionó que con ellos se habían ensañado particularmente, aplicándole "picana" en la nuca, en la lengua y en los genitales, sobre todo a Josefina, a "la Gallega" y a Raimundo, quien, indicó, estuvo muchos días en la picana y no dio ningún dato de los que le pidieron.
Memoró que supo por su tía Thelma Jara, que Raimundo falleció como consecuencia de un paro cardiaco, acontecido durante una de las sesiones de tortura a la que fue sometido.
Al respecto, memoró que "la Gallega" estaba muy mal y nerviosa por lo sucedido a su marido, que preguntaba por él, lloraba y que por unos días mantuvo una huelga de hambre. Que, además, ellos suponían y lo manifestaban que no iban a salir con vida de allí. Agregó que aquélla tenía asignada la tarea del "Pañol", es decir, de clasificar las ropas que se llevaban de las casas y que, algunas veces, repartían a los otros presos para que se cambiasen.
Cozzi agregó que con las ropas que tenía hizo tres muñecas, de las cuales una, que exhibió en el debate, se la quedó ella; otra Celeste Hazan y la última, Laura Villaflor,
Por otra parte, rememoró que una de las noches en que estuvo cautiva en la isla ubicada en la localidad de Tigre, los sacaron del lugar en que estaban, incluso a algunos tabicados y los hicieron arrodillar en el piso. Señaló que escuchó un ruido sin poder entender de que se trataba específicamente y que luego Ramón Ardetti le comentó que habia sido sometido a un simulacro de fusilamiento y que le habían disparado con un arma descargada.
Por último, reconoció, al serles exhibidas, las fotografías obrantes a fs. 5 y ó del legajo n° 13 citado, identificando la n° 2 como perteneciente a Elsa Martínez, a quien, dijo, llamaban "la Gallega", la n° "3" a Ramón Ardetti, la n° 6 a Josefina Villaflor y la n° 11 a "la Gallega".
Asimismo, Víctor Anibal Fatala, relató que a fines de 1.979 "cayó" en la ESMA un grupo de seis personas, aproximadamente, encabezada por un tal "Villaflor", en el que estaba una nena de dos o tres años, hija de una de las parejas secuestradas, a la que vio sólo ese dia. Adujo que con este grupo no se podía hablar y que esto ocurrió antes de ser enviados a la isla del Tigre.
José Quinteros vio dentro del centro clandestino a Josefina Villaflor, al "Gordo" Ramón y a "la gallega" Martínez, a quien reconoció en la fotografía n° 2 del legajo n° 13 citado.
Daniel Oscar Oviedo recordó en el debate que mientras estuvo cautivo en la ESMA, en un momento que no pudo precisar, ingresó el "grupo Villaflor", el que estaba constituido por "el Negro Villaflor", "la Negrita" Josefina Villaflor, el marido de ésta de nombre Hazan, Ardetti y "la Gallega", que era la mujer del primero de los nombrados, entre otros.
Al respecto, señaló que esos días fueron terribles, ya que los mencionados fueron brutalmente torturados y que pudo escuchar todo por encontrarse alojado en el "Sector 4", que era el sitio donde se practicaban los interrogatorios. Que él y sus compañeros de cautiverio se hallaban en una especie de sala comedor y las torturas se realizaban en la "Huevera",
Recordó que de la habitación donde estaban, entraban y salían los torturadores y que posteriormente supo que "el Negro" Villaflor murió por una sesión de picana y que al resto del grupo lo alojaron en "Capucha".
Agregó que al regresar de la isla del Tigre, a la cual fueron trasladados en virtud de la visita de la Comisión de Derechos Humanos, el "grupo Villaflor" comenzó a trabajar dentro del centro clandestino y que si bien desconoce las tareas que fueron obligados a realizar, algunos de sus miembros estaban en "la Pecera" y otros en el "Sector 4".
Angel Strazzeri declaró en el debate que el "grupo Villaflor" estaba entre los que habían sido trasladados a la isla del Tigre, a fines de agosto, en virtud de la visita de la Comisión Tnteramericana de Derechos Humanos; los que, agregó, "habían caído" en el centro clandestino para esa época.
Señaló que en noviembre sacaron de "Capucha" a los integrantes de ese grupo, quienes presentaban signos de haber sido sometidos a torturas y que luego supo que fueron "trasladados".
Adriana Clemente expresó que un día de operativo, por la madrugada, cuando solicitó permiso para ir al baño, la hicieron esperar y pudo observar a cuatro o cinco personas con grilletes y capucha; comentándole alguien que se trataba del "grupo Villaflor", que era toda una familia. Expuso que esto ocurrió en el tercer piso.
Asimismo, tal afirmación fue corroborada por Andrea Bello.
Por su parte, Dora Laura Seoane señaló que fue secuestrada el 10 de agosto de 1.979 y trasladada a la ESMA. Que allí estuvo cautiva durante cuatro o cinco días y que pudo escuchar la voz de Elsa Villaflor, a quien conocía como "la Petiza".
Asimismo, identificó en las fotografías agregadas en el legajo n° 13, a la mencionada y a "el Gordo" Ardetti, a quienes, agregó, los reconoce porque militaban en el "Peronismo de Base".
Lázaro Jaime Gladstein, cuyas declaraciones fueron incorporadas por lectura al debate (actas mecanografiadas de fs. 6352/76 de la causa n° 13/84), expresó que Raimundo Villaflor murió al poco tiempo de ser secuestrado, como consecuencia del exceso en la tortura a la que fue sometido.
Asimismo, vio a Elsa Martínez y a su marido Hazan.
Susana Beatriz Leiracha de Barros, cuyas declaraciones fueron incorporadas por lectura al debate (fs, 45/8 del legajo n° 120, caratulado "Barros, Arturo Osvaldo y Leiracha de Barros", de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional federal), señaló que mientras estuvo cautiva en la ESMA, Josefina Villaflor le manifestó que había sido torturada y le mostró una lesión en su cuerpo. Asimismo, memoró haber visto, en septiembre de 1.979, en dicho centro clandestino a Ardetti, Elsa Martínez y José Hazan, entre otros.
Por su parte, Susana Ancarola manifestó conocer, al poco tiempo de casarse con Juan Carlos Anzorena, a Raimundo Villaflor, por su militancia.
Patricia Walsh señaló que el "Negro Villaflor" fue compañero de militancia de su padre en el Peronismo de Base que conducía las Fuerzas Armadas Peronistas, las que, a su vez, eran conducidas por aquél.
Por otra parte, José Orlando Miño declaró que a Juan Carlos Anzorena lo conoció por "Pepe"; mientras Enrique Mario Fukman recordó que la víctima estuvo cautiva en dicho centro y que existían unas carpetas con interrogatorios a toda la familia Anzorena. Al respecto, Graciela Beatriz García señaló que en, "los Jorges", había una serie de carpetas, en una de las que figuraba el nombre de Juan Carlos Anzorena, un compañero de muchos años.
Dio cuenta de la militancia política del damnificado, Horacio Guillermo Cieza, quien afirmó que, al igual que él, pertenecía al Peronismo de Base y que supo que lo mataron. También, Consuelo Eufemia Orellano recordó que lo vio y que pertenecía a esta organización y a las Fuerzas Armadas Peronistas; agregando que Víctor le contó que todo un grupo, donde estaba Anzorena, habia salido de la tortura, pasado por "un proceso" y que en un momento lo sacaron de la pecera y los vio pasar a todos engrillados, cada uno con sus manos arriba del otro y que le dijo que habia escuchado, a fines de marzo de 1.980 o 1.979 o principios de abril de 1.980, que limpiaron la "Capucha".
Por otro lado, Carlos Muñoz recordó que en 1.979 "cayó" en el centro clandestino Fernando Brodsky y que el 31 de diciembre de aquel año, éste bajó de "Capucha" y en el comedor del "Sótano" tuvo oportunidad de dialogar con él. Que luego no volvió a verlo.
También, José Orlando Miño relató en el debate que Brodsky desapareció con "la Negrita".
Aseveraron, además, ver a Brodsky y a Chiaravalle alojados en "Capucha", Norma Cristina Cozzi, Héctor Piccini, quien recordó que el primero cumplió años en aquel lugar y lo festejaron, como también Arturo Osvaldo Barros, Ana María Isabel Testa y Enrique Mario Fukman, quien, agregó, que mientras realizaba trabajo esclavo tuvo oportunidad de tener entre sus manos, para fotocopiar, material de los damnificados y que supo que el primero de ellos militó en el GOR.
Asimismo, Héctor Piccini señaló que Brodsky era el más jovencito de todos y que estando en "Pecera" le solicitó al oficial a su cargo si podían traerlo a trabajar con ellos y que éste les dijo que no y que no sigan preguntando por él.
Recordó que fue secuestrado junto con Chiaravalle, que supo que este último no habló durante el interrogatorio y que, según su apreciación personal, la suerte de "Nando" habría quedado sellada con la aquel. Por último, memoró que como consecuencia de la alimentación que todos los cautivos recibían, Fernando Brodsky perdió un diente dentro de la ESMA.
Por su parte, Arturo Barros agregó que, antes de ser liberado, Brodsky aún se encontraba dentro del centro clandestino de detención y que tenía marcas de la tortura en las piernas, las rodillas, los pies y el rostro.
Además, memoró que, en ocasión del aniversario de Norma y Héctor Piccini y por su cumpleaños, Chiaravalle escribió un verso, el cual terminaba con la expresión "que los 15 de Capucha ya no daban más".
Ana María Marti, por su parte, recordó que "Nando" Brodsky le comentó que lo habia torturado y que con ocasión de la navidad de 1.979 reunieron a todos los cautivos de "Capucha", entre los que estaba áquel.
También, Cozzi, Piccini y Barros, al serles exhibidas las fotografías obrantes a fs. 5/6 del legajo "Basterra", reconocieron en las nros. 1 y 7 a Juan Carlos Chiaravalle y en la n° 4, a Fernando Brodsky.
Por otra parte, los eventos relatados fueron probados parcialmente en el marco de la sentencia dictada por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, en la causa n° 13/84, correspondiendo a los casos individualizados con los números 233, 234, 235, 236, 238 y 404.
Como conclusión, cabe señalar que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado precedentemente.
50. Caso en el que resultó víctima Víctor Melchor Basterra:
Así también, se tuvo por probado que la mañana del 10 de agosto de 1.979 Víctor Melchor Basterra fue secuestrado por un grupo de doce o quince personas vestidas de civil que, alegando ser miembros de la Policía Federal, ingresaron al jardín de su vivienda por las casas linderas y procedieron a reducir a la victima a través de golpes de puño.
Que fue colocado en un vehículo y conducido hasta un descampado, donde en el piso del asiento trasero de otro automóvil lo esposaron, encapucharon y sobre su espalda fue sujetado por los pies de dos de sus captores y conducido a la ESMA.
Además, se tuvo por acreditado que Basterra, en dicho centro clandestino, fue alojado, en primer lugar, en la "Huevera", donde lo sometieron a una gran golpiza, lo desnudaron, ataron de pies y manos a una cama y le sujetaron un cable en uno de sus dedos del pie, aplicándole picana eléctrica durante varias horas.
Asimismo, se acreditó que, mientras era sometidos a sufrimientos físicos y psicológicos, lo interrogaron respecto de cierto dinero y sobre determinadas personas, a la vez que lo golpeaban en la ingle y genitales con una correa de cortina. Que a consecuencia de la tortura sufrió dos espasmos y fue atendido por un médico.
Que esta situación se repitió a los días, en que fue descendido nuevamente hasta el "Subsuelo" y atormentado, una vez más, con pasajes de corriente eléctrica.
Que estando en dicho centro clandestino de detención le asignaron el número 325, fue sometido a sufrimientos físicos y psicológicos dereivados de las condiciones inhumanas de alojamiento y, con el tiempo, fue incorporado al denominado "proceso de recuperación".
Posteriormente, fue trasladado a "Capucha" donde permaneció las 24 horas del día engrillado y encapuchado, acostado en una colchoneta ubicada entre dos tabiques y alimentado con escasa comida y bebida.
Se probó también que en el mes de septiembre, fue trasladado a una isla ubicada en la localidad de Tigre, debido a la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a la Argentina. Que las condiciones de vida en ese lugar fueron muy desagradables y luego de un mes regresó a la ESMA y fue alojado nuevamente en "Capucha".
Asimismo, se tuvo por probado que desde mediados de 1.981 y hasta 1.982 fue trasladado a dos quintas, debido a que se produjeron modificaciones en dicho centro clandestino por el traspaso de las áreas de Operaciones, Logística e Inteligencia, al Pabellón COI.
Que, mientras estuvo cautivo, el 17 de enero de 1.980, lo llevaron de visita a su domicilio, sito en la localidad de La Plata, ocasión que permaneció por dos horas. Que tiempo después, a partir de junio aproximadamente, fue autorizado a movilizarse sólo, bajo la condición de avisar telefónicamente de su regreso, con el fin de ser recogido por un patrullero para ser ingresado en la ESMA.
Asimismo, Basterra en aquel año fue descendido hasta la "Huevera" y obligado a escribir su historia de vida, como también designado para realizar trabajo esclavo en el gabinete de falsificación de documentos, desde la 8:00 hasta las 22:00.
Que en dicho lugar tuvo que participar en la falsificación de documentos nacionales de identidad y cédulas de identidad, registros de conducir, carnets de periodistas y de timonel de embarcaciones y certificados de defunción.
También, se acreditó que Basterra fue obligado a realizar trabajo esclavo en el "Laboratorio fotográfico", donde tomaba fotografías y revelaba los rollos, debiendo entregar los negativos a la persona fotografiada.
Víctor Melchor Basterra el 3 de diciembre de 1.983 fue puesto en un régimen de libertad vigilada, permaneciendo en su casa sin poder moverse y siendo visitado, cada diez días, por un oficial y algunos guardias. Que esa situación se prolongó hasta agosto de 1.984, fecha en que recuperó totalmente su libertad.
Las circunstancias de modo, tiempo y lugar en que aconteció el secuestro, cautiverio en el centro clandestino de detención que se erigió en la ESMA y posterior liberación de Basterra, se encuentran probadas, en primer lugar, a través de sus dichos elocuentes y directos. Al respecto agregó el damnificado que como consecuencia de los golpes que recibió al momento de ser secuestrado sufrió la pérdida de una muela y el desplazamiento del maxilar inferior.
También refirió que mientras era torturado con picana eléctrica, fue amenazado, en virtud de negarse a contestar preguntas, con llevarle a su hija de dos meses, colocársela sobre el pecho y comenzar a darle "máquina".
Y que durante la tortura, llevaron a un prisionero, mientras continuaban torturándolo con mayor o menor intensidad. También hicieron ingresar a su esposa para que la viera. Que luego fue desatado y obligado a moverse, acción que le costaba mucho, según refirió, debido a los golpes recibidos.
Basterra recordó que estaba en muy mal estado y que lo subieron a "Capucha", donde una persona le retorció las esposas, luego lo arrojó al suelo pisándole el cuello con un pie y con el otro los genitales. Que la misma persona que lo maltrató lo tiró sobre una escalera, saltando los guardias sobre él.
Explicó también que las torturas podían ser consumadas a través de la aplicación de picana o también por golpes, amenazas, por estar días tirados en un lugar, comiendo porquerías, viendo arañas y cucarachas por todas partes y sin poder ir al sanitario.
Afirmó que formó parte del llamado grupo Villaflor, que fue secuestrado en un lapso de una semana a diez días.
Por otra parte, señaló que en "Capucha" la comida era escasa. Que recién luego de un tiempo de ser torturado pudo acceder a un vaso con agua. Que la alimentación consistía, como desayuno y merienda en un mate cocido y un pan; y almuerzo y cena un sándwich con una extraña carne y medio vaso de agua. Que eventualmente le llevaron una naranja,
Basterra memoró que estando en la isla ubicada en Tigre, en momentos en que la selección argentina de fútbol juvenil ganó el mundial celebrado en Japón, los guardias que residían en la parte alta de la casa, saltaron toda la noche, lo cual produjo la caída de una gran cantidad de polvo donde ellos estaban alojados que sumado al calor y el frío convirtieron el lugar en una atmósfera irrespirable.
También memoró que cuando llegó la noticia de que el sandinismo habia tomado Nicaragua, uno de los guardias montó una pistola y le dijo al damnificado que no vería la revolución sandinista, a la vez que apretaba el gatillo aunque no tenía balas.
Agregó que en el único momento que salieron fue a fines de septiembre, un dia que hacía mucho calor y debido a que varios compañeros se habían descompuesto. Los sacaron de a dos, por unos quince o veinte minutos cada uno. Recordó que los pusieron esposados al lado de la puerta.
Refirió que durante el tiempo que permaneció en la isla solo una vez pudo bañarse. Que en dicha ocasión fue llevado a una casa, donde habia otros compañeros, pues donde él se encontraba no había ducha, solo un inodoro.
Respecto de la labor que realizaban en la ESMA, Basterra mencionó que era un trabajo de mano de obra esclava y que los prisioneros estaban obligados a cumplir tareas a cambio de conservar su vida. Que luego de las visitas familiares que les permitían hacer, las intenciones de fuga que podrían albergar se veían condicionadas, pues, explicó, que los secuestrados se daban cuenta de la situación de indefensión en que sus familias se encontraban. Refirió que las familias también sufrían situaciones de control.
Por otro lado mencionó que para confeccionar los documentos falsos no inventaban los nombres sino que utilizaban sosias y que éstos los obtenían a través de distintos procedimientos como convocar a personas con determinadas características y mediante avisos publicados en los periódicos o a través de hoteles.
Explicó que trabajar en el "Laboratorio fotográfico" con esos documentos era la forma de liberar compañeros, hecho que sucedió paulatinamente en "Cuatro" y entre febrero y junio de 1,980 pasó a quedarse sólo en el sector junto a Carlos Lordkipanidse.
Basterra, agregó, que, luego de juntar gran cantidad de material y recién cuando se quedó solo comenzó a ocultar las fotografías y sacar lo recolectado de la ESMA en sus genitales. Adujo que se encontraba limitado por la cercanía de otra persona ya que no podía confiar en nadie, pues no se sabía que podía suceder.
Refirió que, además, pudo extraer manuscritos de los oficiales y notas redactadas por miembros del "GT". Que rescató listados y otras carpetas, una de ellas que rezaba en su tapa 1.270.
El aserto que antecede encuentra, además, correlato con el testimonio brindado al Tribunal por Norma Cristina Cozzi, Horacio Guillermo Cieza, Enrique Mario Fukman, Celina Rodríguez, José Orlando Miño, Carlos Gregorio Lordkipanidse, Héctor Eduardo Piccini, Arturo Osvaldo Barros, José Quinteros, Ana Maria Isabel Testa y Dora Laura Seoane.
Confirmó Seoane que el 10 de agosto de 1.979 se produjo el secuestro de su marido, Víctor Basterra. Que ese dia, en horas del mediodía, una persona golpeó su puerta, presentándose como vendedor de seguros e insistiéndole para que le abriera. Relató que mientras eso sucedía otras personas ascendieron por los techos de la vivienda y tomaron a su esposo.
Recordó que a ella la condujeron, junto con su beba, en otro vehículo al centro clandestino de detención, donde fue torturada. Que estando en dicho lugar la hicieron descender hasta un lugar, le quitaron la capucha y vio a su esposo muy golpeado.
También aseguró que recibió llamados telefónicos de Basterra y que para la época de su traslado hacia la isla en el Tigre, aquél le comunicó que no podría continuar llamándola. Asimismo que el 17 de enero de 1.980 aproximadamente, llevaron a la víctima hasta la casa que Seoane habitaba. En esa ocasión le permitieron pasar sólo unas horas con él. En esa visita Basterra le comentó que había sido llevado a una isla en el Tigre, sobre las condiciones de vida en la ESMA y también que le enseñó a Carlos Lorkipanidse a hacer documentación falsa que usaban en los procedimientos.
Seoane mencionó que en 1,982 lo dejaron salir más asiduamente, aunque estuvieron controlados permanentemente, ya que cuando Basterra salía, llevaba fotografías que guardaba en la casa. El control siguió inclusivo cuando ellos se trasladaron a la provincia de Neuquén.
Respecto del material que su marido extrajo de la ESMA recordó que era guardado dentro de una bolsa en el placard. Además de fotografías, indicó que había planillas donde aquél marcaba los compañeros que iban muriendo, también había algunos escritos que le dejaban los militares con indicaciones.
Celina Rodríguez, por su parte, refirió que por comentarios de compañeros, supo de la caída de Basterra. Asimismo que el dia de su secuestro, ella tenia una cita con el "Grupo Sur" que integraba el damnificado y que cuando la sacaron del automóvil en el que era transportada y la introdujeron en una furgoneta, percibió que allí había otra persona que estimó seria aquél.
A su turno, Carlos Gregorio Lordkipanidse declaró que Basterra fue fuertemente torturado e incluso amenazado con torturar a su hija si no hablaba, afirmación que fue homologada por los dichos de Carlos Muñoz.
Por su parte, Norma Cozzi, Héctor Eduardo Piccini y Arturo Barros refirieron que se relacionaron en "Capucha" con Víctor Basterra, quien estaba dentro de la ESMA en calidad de detenido.
Que éste también estuvo en "Pecera" y en el "Sótano" realizando trabajo esclavo en el "Laboratorio" y en "Documentación". Lordkipanidse, Carlos Muñoz y José Quinteros sostuvieron, además, haber estado con el damnificado en el "Sector 4" realizando trabajo esclavo. En el mismo sentido declaró Enrique Mario Fukman refiriendo haberlo visto en la "Pecera".
Por otro lado, agregó Cozzi que las fotografías que en la actualidad se conservan, el damnificado las sacó del centro de detención durante el largo tiempo que estuvo en cautiverio. Horacio Guillermo Cieza confirmó esta versión aludiendo que en cierta ocasión Basterra le solicitó conservar en su casa dichas fotografías.
Al respecto, ratificó Piccini que durante los tres años que Basterra permaneció detenido llevó adelante el trabajo de sacar de la ESMA información, fotografías y demás datos relacionados con lo sucedido en ese centro de detención clandestino. Que de ello tuvo conocimiento directo porque él se encargaba de conservarlos en el afuera. Explicó, asimismo, que logró ese cometido pues, para ese entonces, realizaba tareas de falsificación de documentos que acreditaban, a los oficiales destinados en ESMA, como miembros de otras fuerzas y que para perfeccionar dichos documentos tomó fotografías a los oficiales.
Ana Testa declaró haber visto en reiteradas ocasiones al damnificado en el "comedor de 4", donde comían los secuestrados que realizaban trabajo esclavo. Agregó que fue él en persona quien le tomó las fotografías dentro de la ESMA y que de la recopilación efectuada por la victima, luego, en 1.987, pudo reconocer a varios de sus agresores al momento de prestar testimonio en la causa n°13.
El traslado a la isla de Tigre fue confirmado por Fukman quien en su declaración mencionó haberlo visto en ese lugar.
Por último, el testigo Carlos Lordkipanidse declaró que Basterra integraba el grupo Villaflor.
Asimismo, merecen destacarse de un modo genérico la documentación y fotografías que obran glosadas en los legajos n° 13 y 14 de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, caratulados "Víctor Melchor Basterra", junto con el Anexo XVTT y su respectivo Apéndice n° 1; constancias que, por su riqueza documental, resultaron sumanente relevantes para acreditar la materialidad de los hechos traídos a debate, entre otros tópicos.
Por otra parte, el evento relatado fue probado en el marco de la sentencia dictada por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, en la causa n° 13/84, correspondiendo al caso individualizado con el número 237.
Por lo expuesto, cabe señalar como conclusión que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio.
51. Caso en el que resultaron víctimas Susana Leiracha de Barros y Arturo Osvaldo Barros
Ha quedado legalmente probado que Susana Leiracha de Barros fue privada ilegalmente de su libertad el 21 de agosto de 1,979, a las 19,00 aproximadamente, mientras se desplazaba en un colectivo por esta ciudad. Que a los pocos segundos que se subió a dicho medio de transporte, una persona armada ingresó a los gritos y la agarró de los pelos, la arrastró fuera del transporte público hasta la vereda, donde la aguardaba otra persona y entre los dos, la arrastraron por la senda peatonal, golpeándola hasta la calle Yerbal.
Que, posteriormente, la introdujeron en un automóvil y durante el viaje la golpearon y le preguntaron por su marido Oscar Osvaldo Barros; la encapucharon y esposaron, recostándola en el asiendo trasero del rodado.
También se tuvo por acreditado que fue trasladada y alojada en el centro clandestino de detención que funcionada en la ESMA, introduciéndola en un primer momento, en la "Huevera". Que allí le ordenaron desvestirse, fue atada a una cama de pies y manos y la interrogaron por su domicilio; desde donde, con posterioridad, secuestraron a su marido.
Además se probó que en aquel lugar fue sometida a sufrimientos físicos y psicológicos y a la aplicación de la picana eléctrica. Que, luego de ello, le permitieron bañarse y fue trasladada a la "Huevera chica", donde fue nuevamente interrogada y golpeada.
También ha quedado legalmente probado que Arturo Osvaldo Barros fue privado ilegalmente de su libertad la noche del 21 de agosto de 1.979, mientras se encontraba en su domicilio, por un grupo de aproximadamente quince personas; quienes lo introdujeron en un automóvil rural marca "Dodge", siendo arrojado en el piso y encapuchado.
Que fue trasladado y alojado en el centro clandestino de detención que funcionaba en la ESMA, donde permaneció encapuchado y engrillado. Que allí, fue descendido del automóvil en el playón al aire libre, que quedaba en la parte de atrás del "Casino de Oficiales" y, en un primer momento, alojado en una habitación pequeña que quedaba descendiendo unas escaleras del lado izquierdo. Allí fue interrogado y ante su negativa, fue trasladado a la "Huevera", donde había otros interrogadores y permaneció durante tres días.
Que estando en dicho centro de detención Arturo Osvaldo Barros fue fotografiado por otro cautivo.
También ha sido acreditado que el matrimonio Barros estuvo alojado en "Capucha", esposado, engrillado, encapuchado y sometidos a sufrimientos derivados de las condiciones inhumanas de alojamiento. Que de alimentación recibieron un mate cocido a la mañana, sándwich de carne y una naranja al mediodía.
Que durante su cautiverio, en agosto de 1.979, debido a la visita de la Comisión Internacional de la OEA, fueron traslados a una Isla en el Tigre, donde Arturo Oscar Barros sufrió un simulacro de fusilamiento y permanecieron hasta fines de septiembre o principios de octubre; regresando a la ESMA.
Que a los pocos días de su regreso al centro clandestino, fueron incorporados al denominado "proceso de recuperación", que duro hasta diciembre. Que fueron obligados a bajar al "Sótano", al denominado "Sector 4", junto con el matrimonio de Norma Cozzi y Héctor Piccini, cuyos casos no forman parte del objeto procesal del juicio, pero corresponde señalarlo para una mejor contextualidad de los hechos.
Allí los obligaron a escribir sobre sus historias de vida y a identificar a otras personas, mediante la exhibición de fotos y carpetas. Que mientras fueron obligados a trabajar en dicho logar, permanecieron alojados en "Capucha" y todos los días los iban a buscar y los bajaban.
También se tuvo por acreditado que los obligaron a realizar trabajo esclavo en la "Pecera", en el sector de prensa, también junto a Norma Cozzi y Héctor Piccini. Que como tarea le asignaron realizar una síntesis a máquina, de las principales noticias de los diarios y revistas nacionales y extranjeros.
Que mientras realizaban este trabajo esclavo dejaron de estar alojados en "Capucha", permitiéndoles dormir en una cama.
Asimismo, cuando se encontraban en el "Sector 4", les permitieron comunicarse telefónicamente con sus familiares en forma periódica. Posteriormente comenzaron a realizar, alternativamente visitas familiares; hasta que una navidad los autorizaron a salir juntos. Que en "Pecera" empezaron a tener una salida semanal para visitar a sus familiares, permaneciendo un día con ellos.
Finalmente, a Susana Leiracha de Barros y Arturo Osvaldo Barros le comunicaron que serían liberados, recuperando su libertad, bajo un régimen de libertad vigilada, el 22 de febrero de 1.980, en un automóvil junto con Norma Cozzi y Héctor Piccini. Que bajo dicho régimen fueron obligados a comunicarse telefónicamente en caso de existir alguna novedad y, además, fueron controlados mediante llamados telefónicos y visitas.
Las circunstancias de tiempo, modo y lugar en que acontecieron los secuestros, cautiverios en el centro clandestino de detención que se erigió en la ESMA y posterior liberación, se encuentran probadas, en primer lugar, a través de los dichos elocuentes y directos de Arturo Osvaldo Barros y los incorporados por lectura de Susana Leiracha de Barros (la prestada en la causa 13 y ratificada en el Legajo 120, caratulado " Barros, Arturo Osvaldo y Leiracha de Barros, Susana Beatriz" a fs. 45/48).
Al respecto, Susana Leiracha de Barros, agregó, que unos días antes de su secuestro, su padre se había enfermado y que por ese motivo se encontraba en la casa de ella. Que ese día fue a trabajar hasta las dos de la tarde y luego se dedicó a realizar trámites en el PAMI. Que a su regreso debía comprarle ropa, para lo que se dirigió a Primera Junta y que como no encontró las cosas que necesitaba, decidió ir a Flores y que, para tal fin, se tomó un colectivo, del cual fue secuestrada.
Declaró que su marido fue detenido la misma noche de su secuestro y que cuando ella se encontraba en la "Huevera chica", aproximadamente a las 21:00 ó 22:00, le pareció escuchar su voz.
Recordó que a principios de septiembre la bajaron, junto con su cónyuge a la "Huevera" para comunicarles que serían trasladados a una Isla en el Tigre. Que el viaje se realizó en dos tandas y que ella viajó en la segunda tanda. Añadió que fue la única mujer, que cuando llegaron fueron alojados en una habitación muy húmeda y que por las voces se dio cuenta que estaba con las mismos compañeros de "Capucha".
Por otra parte, mencionó que cuando empezaron a bajar al "Sótano", junto con su marido y el matrimonio Cozzi y Piccini, fueron interrogados y que los debajan conversando solos; posteriormente se enteraron que eran grabados.
Manifestó que cuando pasaron a realizar tareas en el "Sector 4", dejaron de utilizar capucha, solamente se la ponían para subir y bajar. Además les permitieron bañarse y comer. Que los bajaban a las 6:00 y a las 14:00, aproximadamente, regresaban a "Capucha", Que permanecieron en dicho régimen hasta fines de diciembre, momento en que fueron llevados a "Pecera".
Añadió que "Sector 4" se encontraba enfrente a la sala de tortura. Recordó que se escuchaban gritos y la radio muy fuerte, y que cuando se torturaba en la "Huevera", nadie podía salir de dicho lugar.
Por otra parte, señaló que en "Pecera" debía estar en condiciones a las 3:00, recepcionar los diarios que eran llevados por un guardia y hacer una síntesis a maquina de las noticias. Que ella tenía a su cargo la sección de espectáculo, deporte y cultura.
Declaró que en un momento la sacaron de la ESMA en un automóvil con la capucha puesta y recostada en el asiento trasero y la condujeron a la Caja de Ahorro. Que en el automóvil habia cuatro personas que descendieron de a una, quedando ella en el rodado, enfrente de dicho lugar.
Leiracha de Barros manifestó que a los pocos minutos volvieron los hombres, fueron a una playa de estacionamiento ubicado en Cangallo y Rodríguez Peña y la dejaron en la casilla del cuidador. Recordó que en ese momento pudo ver otro auto, en el que habia cuatro oficiales, que estaban haciendo un seguimiento a una persona. Indicó, que la agarró un oficial de la mano, cruzaron Callao para el lado de la confitería el "Molino" y se tomaron el subte y un tren hacia Liniers, hasta, cree, una estación después de Ramos Mejia. Que se dio cuenta que se trataba de una persecución a una mujer embarazada, a la que no detuvieron, porque, explicó, a los días siguientes presto atención acerca de si la veía dentro del centro clandestino.
Relató que cuando pasaron a la "Pecera" empezaron a tener una salida semanal para visitar a sus familiares y que los dejaban solos en la casa y los iban a buscar al día siguiente. Que el resto de las personas que trabajaban en "Pecera" salían cada quince días.
Manifestó que le comunicaron que serían liberados cinco minutos antes de la salida y que le permitieron despedirse de los que estaban en "Pecera". Mencionó que en ese instante, le dijeron que debían volver a la semana y le dieron un número telefónico con el que debían comunicarse previamente y esperar que los fueran a buscar. Agregó que, antes de su liberación, le devolvieron sus efectos personales.
Por último, la damnificada Leiracha explicó que, según los oficiales, "recuperación" significaba que aquellas personas que por haber tenido alguna actividad o pensaban de determinada manera podían reintegrarse a una vida mejor o reintegrarse a la sociedad.
Por su parte, Arturo Oscar Barros dijo, que tomó conocimiento de que se encontraba detenido en la ESMA, en primer término, por referencias de terceros, y posteriormente al ver la vajilla con el símbolo de la Armada, por los ruidos de aviones y la cancha de fútbol. Además, señaló que, previo a su detención, había tomado conocimiento de la existencia de dicho centro clandestino de detención por declaraciones prestadas en el exterior por ex detenidos.
Refirió que cuando estudiaba en la Facultad de Farmacia comenzó a participar en el centro de estudiantes, que siendo docente inició su militancia en la CTERA y su compromiso fue creciendo e ingresó en el Grupo Obrero Revolucionario, con una definición socialista que nació oponiéndose a la dictadura de Onganía y posteriormente a la de 1.976.
Por otro lado, recordó que cuando fue trasladado a "Capucha", tenía una capucha puesta que tenía olor y manchas de sangre, por lo que cree había sido utilizada por otros cautivos. Que en el lugar habia dos filas, cada fila estaba contra la pared y separados por un tabique.
Aseguró que en "Capucha" la tortura no sólo era física, ya que las condiciones en que estaban todos constituía en sí una tortura. Que ello tenía como objetivo la destrucción del secuestrado, su voluntad de resistir y la del individuo como militante político.
Añadió que el traslado a la Isla del Tigre se realizó el mismo día que la selección juvenil Argentina salió campeón de fútbol en 1.979, esto lo sabe porque los verdes escuchaban la radio.
Asimismo, Barros relató que a dicho lugar fueron llevados en dos o tres viajes, que primero fueron conducidos los detenidos que estaban alojados en "Capucha" y luego el resto. Que fueron trasladados en una camioneta llamada "Swat", que se utilizaba para realizar operaciones e incluso para torturar. Que luego los hicieron ascender a una lancha, en la que viajaron encapuchados y ubicados en el fondo.
Agregó que en la isla había dos casas, en una de ellas colocaron a los detenidos de "Capucha", era la típica casa del Tigre por las inundaciones. Que fueron colocándolos en el medio que quedaba entre el suelo y la casa, en el suelo habían extendido un nylon grueso. Que permanecieron en muy malas condiciones, como producto de ello algunos detenidos tuvieron crisis de nervios, sarna y descompostura por beber agua de ese lugar. Refirió que solamente lo llevaron a bañarse una sola vez a la otra casa durante su estadía. Añadió que la comida era mejor porque cocinaban Bety Firpo y Thelma Doroty Jara de Cabezas, dos cautivas.
Recordó que estando en la isla, en lo que era "Capucha", a veces a la noche los sacaban por grupos a tomar aire y una noche sufrió un simulacro de fusilamiento, en el que le gatillaron en la cabeza.
Declaró que de regreso a la ESMA, había una guardia más benigna, que le permitieron levantarse la capucha y dialogar.
Relató que durante noviembre y diciembre se produjeron numerosos secuestros, por eso se torturó e interrogó no solo en la "Huevera", sino que en todo el "Sótano". Que en esas ocasiones los guardias ponían música muy fuerte, pero, por el excesivo uso de la picana, las radios hacían interferencias. Que todos los secuestrados tenían marcas de haber sido torturados.
Declaró que su padre sufrió diferentes amenazas porque estaba haciendo muchas denuncias y presentaciones de habeas corpus.
Por último, Barros manifestó que en el momento de su liberación le dieron un número telefónico de la ESMA al cual debía comunicarse para ver si había alguna novedad. Que en una ocasión lo llamaron a la casa de sus padres, lo citaron en un bar y una vez allí le hicieron preguntas y le mostraron fotografías.
El aserto que antecede encuentra, además, correlato con el testimonio brindado en el Tribunal por José Orlando Miño, Norma Cristina Cozzi, Enrique Mario Fukman, Ángel Strazzeri, Héctor Piccini, Carlos Muñoz y Carlos Gregorio Lordkipanise y por las declaraciones de Thelma Doroty Jara de Cabezas, que fueron incorporadas por lectura en el debate.
A su turno, Carlos Muñoz, Héctor Piccini, Norma Cristina Cozzi y Carlos Lordkipanise declararon que vieron a los damnificados en "Capucha"; mientras Gustavo Miño aseverá haberlos visto en "Pecera".
Asimismo, Carlos Muñoz refirió que las víctimas estuvieron alojadas en el "Sótano" de la ESMA donde fueron torturadas.
Además, Strazzeri hizo saber que vio a Arturo Osvaldo Barros cuando fueron traslados a la Isla del Tigre.
En igual sentido, Enrique Mario Fukman recordó, que fueron llevados a dicho lugar en calidad de "Capucha".
Héctor Piccini dijo, también, que al regreso de la Isla del Tigre comenzaron ambos matrimonios a trabajar juntos. Añadió que tanto a Susana Leiracha de Barros como a Arturo Oscar Barros los conocía con anterioridad al secuestro. Por último, hizo saber que fueron liberados el mismo día los cuatro, dichos que son coincidentes con los declarados por Norma Cozzi.
Thelma Doroty Jara de Cabezas, relató que vio dentro de la ESMA a Osvaldo Barros y Susana, su mujer. Que éstos trabajaban junto a ella en la "Pecera" y que les habían asignado como trabajo esclavo la realización de análisis de los artículos que salían en los diarios.
Por otra parte, debe destacarse como prueba documental las constancias obrantes en el legajo n° 120 de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, caratulada "Barros, Arturo Osvaldo y Leiracha de Barros, Susana Beatriz", como asi también el expediente n° 13.303 del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal de Instrucción n° 14, caratulado "Osvaldo Arturo Barros y Susana Leiracha, victimas de privación ilegitima de la libertad".
El evento relatado fue probado en el marco de la sentencia dictada por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, en la causa n° 13/84, correspondiendo a los casos individualizados con los números 686 y 687.
Por lo expuesto, cabe señalar como conclusión que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio,
52. Caso en el que resutó damnificada Ana María Isabel Testa:
Ha quedado legalmente acreditado que Ana María Isabel Testa fue privada ilegalmente de su libertad el 13 de noviembre de 1.979, en oportunidad en que se encontraba junto a su pequeña hija en una peluquería ubicada en la intersección de las calles French y Junin, de esta ciudad, frente al lugar donde vivía. Que en dicha ocasión irrumpió en el comercio un grupo de personas armadas, quienes, le refirieron que debían conducirla a la Seccional 17ª por una "cuestión de drogas".
Que tras un forcejeo entre la damnificada y uno de ellos, le sacaron a su hija de los brazos y la introdujeron a empujones en la parte trasera de un automóvil marca "Ford" modelo "Falcón", color verde, sentándose dos de ellos encima de la nombrada.
Que en dicho vehículo la condujeron hasta la ESMA, donde al ingresar le colocaron una bolsa negra de tela en la cabeza y grilletes. Que luego la obligaron a descender unas escaleras y la dejaron en el "Sótano", donde comenzaron a interrogarla, a la par que le propinaban cachetazos en la cara y empujones. Luego la desnudaron, la ataron en un camastro y le aplicaron la picana eléctrica. Que en otra oportunidad fue conducida a la sala de torturas con el objeto de ser interrogada.
Asimismo, se tuvo por probado que en dicho centro clandestino de detención fue sometida a sufrimientos físicos y psíquicos derivados de las condiciones inhumanas de alojamiento.
Que los interrogatorios versaron sobre sus actividades políticas, sus compañeros de militancia y acerca del paradero de su marido Juan Carlos Silva,
También se acreditó que durante su cautiverio la obligaron a realizar trabajos de tipeo a máquina y que fue llevada a una casa ubicada en la calle Zapiola del barrio porteño de Belgrano, en la que había siete u ocho prisioneros que trabajaban allí en la clasificación de noticias. Ello, en el marco del llamado "proceso de recuperación".
Finalmente Ana María Testa fue liberada entre el 25 y el 28 de marzo de 1.980; siendo conducida hasta la localidad de San Jorge, donde permaneció bajo libertad vigilada; siendo exhortada, en diciembre de ese año, a regresar a esta ciudad con el fin de informarle la persona que en más la controlaría.
La niña fue entregada por sus captores a la madre de la damnificada.
Dicho suceso se encuentra principalmente acreditado por las manifestaciones elocuentes brindadas en el debate por la propia victima, quien, además, relató que ese martes 13 de noviembre de 1.979, el grupo de personas armadas que la secuestró, irrumpió, en un primer momento, en su domicilio sito en la intersección de las calles French y Junín, de esta ciudad, donde se hallaba su progenitora, oportunidad en la que encontraron una nota escrita por ella en la que le hacía saber a su madre que estaba, junto a su hija, en la peluquería ubicada frente al edificio.
Por otra parte, señaló que al momento de ser torturada, no pudo precisar la cantidad de horas y días que estuvo atada a aquel camastro; recordando haberse orinado y hecho sus necesidades sobre el "colchón podrido". Asimismo, memoró que durante la tortura, le pasaron sus heces por los ojos, la nariz, la comisura de la boca y los pezones.
Afirmó que a los diez o quince días, muy lastimada, fue empujada al interior de "Capucha", donde estuvo por otros tres o cuatro días.
Expresó que dormía en el cuarto n° 4 que decía "La Gorda". Al respecto, señaló que había tres "cuartuchos".
Narró que a los diez días de arribar a la ESMA, fue llevada sin tabique a la casa de sus padres ubicada en la localidad de San Jorge, provincia de Santa Fe. Recordó que dicho viaje duró seis horas, aproximadamente, y que permaneció en su pueblo durante algunas horas. Señaló que también, entre otras visitas, la llevaron a su casa para la festividad de Año Nuevo.
Relató que al enterarse sus aprehensores que tenía una solicitud de captura por su desempeño como secretaria del Centro de Estudiantes de la Universidad de Arquitectura de la provincia de Santa Fe, fue nuevamente conducida a la sala de torturas; siendo interrogada acerca de su marido Juan Carlos Silva.
Por otra parte, recordó que con el correr de los días le reemplazaron la capucha por un tabique; objeto con el cual, explicó, la obligaron a salir al momento de ser liberada.
Asimismo, señaló que durante su cautiverio la exhortaron a transcribir algunos documentos a máquina.
Por último, Ana María Testa señaló que en el centro clandestino de detención se perdía la identidad, la condición de ser humano, que los reducían a un objeto y que durante los cinco años posteriores a su liberación sufrió ataques de pánico, dormía sentada y se levantaba en la mitad de la noche creyendo que sus captores ingresarían por la ventana. Que a raíz de ello "corría hasta el Hospital Argerich".
Asimismo, corroboran lo expuesto, los dichos elocuentes y directos de Carlos Gregorio Lordkipanidse, quien declaró en el debate que Testa, al momento de su secuestro, era joven y de una belleza increíble, pudiendo verla recuperada luego de la tremenda tortura a la que fue sometida. Recordó que fue capturada con otras personas y que estaba en el cuartito del fondo del "Sótano".
Señaló que en una oportunidad en que se encontraba en el comedor -junto con otros cautivos-, tras oir el sonido de unos grilletes, vio a dos oficiales que la traían, casi en andas, uno de cada extremidad, y que al llegar donde estaba él, le quitaron la capucha, pudiendo ver su cara destrozada, a la par que referían "¿ves que acá no matamos a nadie?, están todos vivos". Que posteriormente se la llevaron.
Asimismo, dieron cuenta de su permanencia en la ESMA, Daniel Oscar Oviedo, Carlos Muñoz, quien añadió que fue torturada y obligada a limpiar el pasillo, el comedor y el "Sótano" y Ángel Strazzeri y José Quinteros, que manifestaron haberla visto en el "Sótano".
Por su parte, José Orlando Miño refirió que la damnificada junto con "la polaca Alicia" y "la Gringa" tenían su dormitorio en el "Subsuelo".
Asimismo, Norma Cozzi refirió que la damnificada era conocida allí como "la Princesa" y que estuvo alojada en "capucha" por un corto tiempo y luego en la "Pecera", Adriana Marcus memoró que mientras duró su libertad vigilada fue obligada a viajar a la provincia de Tierra del fuego junto con Ana María Testa.
Víctor Melchor Basterra, a su turno, señaló que la damnificada fue secuestrada en noviembre de 1.979 y liberada en abril de 1980, aproximadamente. Manifestó que supo que había sido torturada, que vio las cicatrices que tenia en sus tobillos y que se logró vincular con ella, ya que se cruzaban en el "Sector 4"; agregando que, en ese contexto, se enteró que estaba muy angustiada por la situación que atravesaba.
Por lo expuesto, cabe señalar como conclusión que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio.
53. Caso en el que resultó víctima Graciela Alberti:
También ha quedado legalmente probado que Graciela Alberti fue privada ilegítimamente de su libertad en marzo de 1.980 de la playa de uno de los balnearios de la costa atlántica argentina.
Posteriormente, fue conducida a la ESMA, donde fue sometida a sufrimientos físicos y psicológicos, consistentes en pasajes de corriente eléctrica y golpes y a otros sufrimientos derivados de las condiciones inhumanas de alojamiento.
Graciela Alberti permanece aún desaparecida; habiendo permanecido en la ESMA hasta, por lo menos, mediados de aquel año.
Tal aserto encuentra sustento en las declaraciones brindadas en el debate por José Quinteros, quien recordó que mientras estuvo cautivo en la ESMA, en el mes de marzo lo sacaron y lo llevaron a una casa vieja; desde donde se veía la vivienda de una compañera llamada Graciela Alberti, a quien, refirió, conocía, desde hacía unos cuatro años, de la militancia en la "Juventud" y le decían "la Negra".
Asimismo, señaló que, posteriormente, lo condujeron en automóvil a un balneario de la costa atlántica, que bien podía ser Santa Teresita o San Bernardo, Que allí se hospedaron y comenzaron la búsqueda de Alberti. Al respecto, indicó que lo llevaron caminando en pos de ese objetivo, que deseaba no encontrar a la nombrada y que cuando decidieron abandonar la faena, uno de los captores, que había salido, regresó con la noticia de que la había localizado.
Agregó que se dirigieron con una camioneta hasta un lugar, en la zona de la playa, secuestraron a Graciela Alberti y la trasladaron a la ESMA.
El testigo adujo que en dicho centro clandestino la vio, luego de que fue torturada y que entablaron una pequeña conversación a los dos o tres dias de estar alli.
Por último, Quinteros reconoció a Graciela Alberti en la foto n° 11, obrante en el legajo n° 13 de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal, que le fue exhibida en el debate.
Asimismo, Víctor Melchor Basterra, Ana Maria Testa y José Orlando Miño, fueron contestes al afirmar haber compartido cautiverio con Graciela Alberti.
Ana Maria Testa recordó que mientras estuvo cautiva en la ESMA habló con Graciela Alberti, a quien conocía como "la Negra". Recordó que estaba muy golpeada, lastimada y que presentaba en su cuerpo llagas producidas como consecuencia de la aplicación de la picana eléctrica y muchas marcas.
Víctor Melchor Basterra relató que Alberti fue secuestrada a principios de 1.980 junto con Ricardo Soria, que fue sometida a crueles torturas, que la vio una sola vez, de pasada, dentro de la ESMA y que calculaba que "la hicieron desaparecer" a mediados de 1.980. Asimismo, la señaló en la fotografía n° 77, en el Power Point con el que ilustró su declaración en el debate.
Por su parte, Laura Lidia ladlis manifestó que con Graciela fueron compañeras de secundario en el normal de San Martín, noviando, además, por un tiempo prolongado con su hermano Enrique Jorge Alberti.
Manifestó que supo de su secuestro por intermedio de éste, quien le refirió que, en marzo de 1.980, en ocasión en que Graciela vacacionaba en una playa, llamó a su mamá para comentarle algo aparentemente importante. Que al acercarse su madre al hotel donde aquélla pernoctaba, una persona de ahí le dijo que ella había salido; que más temprano le refirió lo mismo a una pareja con quienes Graciela había compartido un estudio de arquitectura y con los que había quedado en encontrarse.
Relató que dicha pareja se encontró en el hotel con la madre de Graciela y decidieron ir a buscarla a la playa; donde no la encontraron. Agregó que regresaron al hotel y que aquélla le manifestó a la persona que los atendió que Graciela era su hija y le solicitó ingresar a la habitación. Que allí advirtió que se encontraba todo en perfectas condiciones.
Indicó que siguieron con su búsqueda y que supo que alguien se les acercó en la playa, en la que, explicó, por la época del año había poca gente, y les manifestó que el dia anterior se habían llevado a una persona.
Recordó que la madre, junto con la pareja mencionada, fue a radicar una denuncia en la comisaria y que allí no se la recibieron. Que posteriormente regresó al hotel y retiró las pertenencias de su hija.
Continuó su relato diciendo que, supo posteriormente por un amigo de Graciela, que estuvo detenido en la ESMA, que la fueron a buscar especialmente a la playa y que a él lo llevaron al operativo para reconocerla; que el grupo permaneció tres días en el lugar y que cuando la iban a dar por no hallada, la encontraron.
Respecto de la playa en la que la secuestraron refirió que si bien no la puede precisar con exactitud, cree que se trató de una playa chica, tipo Mar de Ajó o Santa Teresita.
Agregó la testigo que la damnificada militaba en la organización "Montoneros" y que con posterioridad a 1.980 no tuvieron más contacto con ella.
Por último, Iadlis reconoció en el debate una foto de ella junto a Graciela en el parque Almirante Brown y otra posterior de la que desconoce donde fue tomada (agregadas a fs. 2 y 3 del legajo SDH n° 3522 de Graciela Alberti). Asimismo, la testigo señaló que en la que se encuentra glosada a fs. 6 del Anexo XVII (cuerpo n° 1) del legajo 13 de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal, caratulado "Víctor Melchor Basterra" (foto n° II) puede observarse, debajo de la ropa, la bikini que solía usar la damnificada, con breteles detrás del cuello.
Por otra parte, debe destacarse como prueba documental las constancias obrantes en el legajo SDH n° 3.522 de Graciela Alberti, que dan cuenta de las denuncias realizadas como consecuencias de su secuestro y desaparición.
Por lo expuesto, cabe señalar que la evidencia descripta por su concordancia, uniformidad y poder convictivo persuaden plenamente al Tribunal de lo afirmado al inicio. En efecto, las testimoniales reseñadas, en particular la de José Quinteros y la de aquéllos que dieron cuenta de la permanencia de Graciela Alberti en la ESMA y de su posterior "desaparición", constituyen un acabado plexo probatorio.
Nota editorial: La presente edición electrónica del fallo pronunciado por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nro. 5 de Buenos Aires en la conocida como "Causa ESMA", es copia fiel del original emitido por dicho Juzgado.
La presente edición se compone del índice de la sentencia preparado por medios judiciales y del texto íntegro de la misma (que en la versión original en formato A4 consta de 2.005 páginas) organizado en cinco ficheros digitales que permiten la búsqueda a texto completo dentro del documento.
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