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16mar18
Los Cascos Blancos, la joya de la "propaganda neocolonialista occidental"
Los medios y hasta los altos cargos de los países occidentales alaban a la organización humanitaria siria 'Cascos Blancos' como rescatistas-héroes. Los que están al tanto de la situación en Siria suelen rechazar esta imagen idealizada. Una de estas personas es la periodista Vanessa Beeley, que investigó extensamente las acciones del grupo.
Formalmente, los Cascos Blancos surgieron en 2013 como "una organización de voluntarios que prestan apoyo a los civiles" en el conflicto sirio. Se atribuyeron el salvamento de miles de personas, fueron nominados dos veces para el premio Nobel de la Paz y una película sobre su labor recibió un premio Óscar en 2016.
El problema es que todo esto va en drástico contraste con lo que ven los investigadores independientes que viajan por Siria, ni hablar de los propios habitantes de las áreas donde los Cascos Blancos operan.
En una entrevista exclusiva con Sputnik, Beeley presentó sus argumentos y evidencias acumuladas que ensombrecen al polémico grupo, que a menudo se ve criticado por diferentes organizaciones no gubernamentales, pero jamás por los funcionarios de las naciones de Occidente.
Para la periodista, los Cascos Blancos son "un proyecto propagandista que apoya las ambiciones neocolonialistas" de las potencias occidentales por medio de los grupos extremistas que operan en Siria. Su papel en el conflicto sirio es bastante activo y está dirigido claramente contra el Gobierno del presidente Bashar Asad.
"Cualquiera que pase unas horas en Alepo Oriental podría acumular un montón de acusaciones de abusos flagrantes realizados por los propios Cascos Blancos o con su participación, por ejemplo el uso de los escudos humanos", dice la experta.
Los Cascos siguen el 'trayecto' de Al-Qaeda e ISIS (Estado Islámico, o Daesh, proscrito en Rusia y otros países): "adonde vayan los radicales, los Cascos Blancos los acompañan".
Raíces opacas
Vanessa tuvo las primeras dudas al descubrir el origen del grupo. Los Cascos Blancos fueron fundados en marzo de 2013 no en Siria sino en Turquía, y no por unos 'ciudadanos preocupados' sino por un tal James Le Mesurier, experto en seguridad individual y exagente de la inteligencia militar británica.
Curiosamente, la página web de los Cascos carece de menciones a su fundador, quien, tras servir en las Fuerzas Armadas del Reino Unido, se desempeñó como coordinador de la OTAN en Kosovo y vice-presidente de una empresa militar privada.
La historia del propio fundador sobre su deseo espontáneo de "ayudar a los civiles sirios" surgido tras oír los relatos de los refugiados durante unas vacaciones en Turquía, no impresionó para nada a Beeley.
"Dado su pasado, me rehúso a creer que se encontraba en Turquía por casualidad y que la creación de los Cascos Blancos fue 'espontánea'. Todo esto coincidió con el momento de avances de Bashar Asad y el declive de los llamamientos externos a derrocarle", argumenta la periodista.
Además, Le Mesurier "recibió fácilmente grandes subvenciones extranjeras" para su 'proyecto', un hecho "como mínimo, muy interesante". Después de empezar con unos 300.000 dólares proporcionados por EEUU y el Reino Unido, el presupuesto de los Cascos Blancos se disparó hasta unos 150 millones de dólares para el inicio de 2018.
Actividades dudosas
De ser los Cascos Blancos realmente 'imparciales' --como afirman-- y de ocuparse de asuntos humanitarios, su origen extraño no sería tan interesante. Pero hasta los rescatistas y médicos que analizan sus vídeos denuncian irregularidades notables.
"Al estudiar las grabaciones, me di cuenta de que las medidas que se aplican a los niños, a propósito, algunos de ellos ya están muertos, son raros, no tienen que ver con la medicina; no buscan salvar la vida o hasta son contraproducentes", comentaba el pediatra sueco, doctor Leif Elinder, en un informe de la ONG Médicos Suecos por los Derechos Humanos.
Las 'acciones de rescate' de esos activistas también generan sospechas entre los rescatistas profesionales, que suelen destapar la incompetencia de los Cascos Blancos.
Pero a pesar de todas estas opiniones críticas, la popularidad del grupo en los medios 'mainstream' solo va creciendo. Para Vanessa Beeley, eso demuestra los objetivos reales de los Cascos Blancos.
"Los Cascos son sumamente importantes como herramienta de propaganda contra Asad. Proveen 'pruebas directas' del uso de armas químicas u otras matanzas ficticias del Ejército gubernamental para justificar una intervención externa", afirma la periodista.
Casi siempre estos 'ataques' resultan escenificados o perpetrados por los propios insurgentes. Otra peculiaridad notable es que jamás graban combates o ataques en tiempo real: solo sus consecuencias, y con una enorme cantidad de cámaras en el lugar, explica Beeley.
Esta labor mediática tiene otra meta. Al exponer sus actividades 'de rescate' al mundo, los Cascos Blancos aseguran un flujo incesante de dinero y de víveres que se quedan en las manos de los radicales, apenas llegando a la población civil.
Una característica constante de los Cascos es su cercanía a los grupos extremistas. En sus numerosas entrevistas con los sirios de las áreas liberadas, Beeley reiteradamente escuchó testimonios sobre el despliegue de los "centros humanitarios" de los Cascos Blancos cerca de los puestos de mando de los radicales, como Fatah al Sham (Frente al Nusra, grupo terrorista proscrito en Rusia) para prestar apoyo sobre todo a los combatientes y no a la población local.
"En diciembre de 2016 estuve en Alepo Oriental durante la liberación. Los voluntarios de la Media Luna Roja Árabe Siria descartaron haber visto a los Cascos Blancos mientras los habitantes de la zona sólo hablaron de la 'Defensa Civil de al Nusra', infame por robar los cuerpos de los fallecidos", apuntó la investigadora.
¿Defensa civil? No tanto
El grupo está presente exclusivamente en las regiones sirias ocupadas por los grupos terroristas. Algunos de los vídeos surgidos en la red demuestran que los asuntos humanitarios podrían ser solo una de las competencias de los Cascos Blancos.
Uno de los vídeos más 'llamativos' sería la celebración de la toma de Idlib por el Frente al Nusra, donde los Cascos Blancos alzan la bandera yihadista y están celebrando junto con los terroristas.
En otro caso notable uno de los activistas posó con una cabeza cortada de un uniformado del Ejército sirio. El grupo incluso publicó un comunicado afirmando haber expulsado al miembro implicado por 'la brecha del código de conducta'. Pero no fue un caso aislado.
El voluntario francés radicado en Alepo Pierre Le Corf publicó un corto documental sobre la base de los Cascos Blancos, abandonada repentinamente tras la liberación de Alepo Oriental. En el vídeo se ve que los Cascos Blancos básicamente se mezclaron con el Frente al Nusra.
En un momento casi irónico, en 2016 EEUU prohibió la entrada al país al líder y representante internacional de los Cascos Blancos, Raed Saleh, por sus presuntos 'vínculos con los terroristas'. Este hecho no impidió a Washington donar unos 23 millones de dólares al grupo, al igual que otros donantes internacionales para el polémico grupo.
No obstante, poco a poco el 'brillo mediático' de los Cascos Blancos se va desvaneciendo. Además de Beeley, que lleva años denunciando la hipocresía de los medios respecto al grupo, hay varios periodistas y organizaciones internacionales que ponen en duda la veracidad de sus actividades.
Siria y Rusia, por su parte, están entre los países que denunciaron los vínculos de los Cascos con los grupos radicales en Siria.
"Los Cascos Blancos van alimentando a sus países-patrocinadores y a los medios dominantes con las imágenes de 'catástrofes humanitarias' y 'crímenes de guerra' con un único objetivo: lograr la imposición de zonas de exclusión aérea", afirma Beeley.
La historia reciente demuestra claramente qué consecuencias tendría este desarrollo: la división de Siria al estilo de un país fallido como ahora es Libia.
"A los Cascos Blancos no se les puede llamar 'organización humanitaria'", afirma la periodista.
[Fuente: Spuptnik News, Moscú, 16mar18]
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