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24oct12
Mercenarios españoles entrenan a rebeldes sirios
Víctor González Moreno, que dirige la empresa de seguridad e inteligencia SGSI, cuenta en exclusiva para Tiempo en qué consiste su trabajo.
SGSI Group es una consultora de capital español, asentada en Gibraltar, que presta servicios de seguridad, inteligencia y defensa a quien quiera contratarla. Al frente está Víctor González Moreno, a quien le da igual que le llamemos contratista o mercenario. Estuvo en Libia luchando contra Gadafi y ahora su gente está en Siria ayudando al Ejército Libre. Su empresa se rige por un código ético.
¿Cómo surgió la idea de montar una empresa con capital español en Gibraltar?
Nos obligaron las condiciones. En España, dada la legislación, era imposible, por otro lado, Gibraltar es un pabellón de conveniencia muy eficaz. Al estar fuera, no comprometemos a nadie en España. Somos, eso sí, pulcramente respetuosos con la legislación gibraltareña.
Están trabajando en Siria. ¿Qué hacen allí?
Ha sido una consecuencia lógica de la campaña en Libia. Algunos de los que allí formamos combaten ahora en Siria y la situación, desde un punto de vista ético, es la misma. Un gobierno desoye a su pueblo y lo ejecuta sin pudor, ante la mirada atónita pero indiferente de la comunidad internacional. Estamos ayudando al Ejército Libre de Siria, entrenando personal y facilitando logística y coordinación. Hay aspectos muy diferentes, entre otras cosas porque nos estamos moviendo en Oriente Próximo. Esto no es el norte de África, aquí no hay tribus. Da mucho que pensar que, siendo una guerra tan atroz o más que la de Libia, aún no se haya decretado una zona de exclusión aérea. Claro, los sirios no tienen recursos naturales, al menos en la medida de los libios. Ni los medios han tratado este conflicto con el mismo ímpetu que el de Libia. Me preocupa el uso político que entidades integristas están haciendo de este conflicto, parece que a nadie le importa el pueblo de Siria. Solo tratan de sacar partido.
¿Cómo es que una empresa de mercenarios tiene un comité ético?
No puede ser de otra forma. Antes de aceptar cualquier trabajo, debemos someterlo a ese juicio, tenemos que saber para quién vamos a trabajar, por qué razones se nos contrata, cuál debe ser exactamente el trabajo y la cuantía de nuestros emolumentos. Pero no son menos importantes otras cuestiones no cuantificables económicamente, pero que en gran medida pueden suponer un grave perjuicio para la empresa, o todo lo contrario. SGSI no aceptará nunca trabajos que vayan a causar un fuerte impacto social, un deterioro en la zona donde vayamos a operar, o de nuestros valores corporativos; no vamos a trabajar en materias puramente policiales, nuestro trabajo jamás puede ir en contra de los ciudadanos, no queremos perjudicar, en beneficio de las grandes empresas, a minorías. Nosotros revertimos parte de los beneficios en mejorar el entorno a través de una fundación. Somos, y nos sentimos orgullosos, una empresa social. Protegemos a empresas y personas de amenazas, no somos matones, ni sicarios a sueldo.
¿Qué tipo de misiones realizan?
La parte más visible son las misiones de seguridad y escolta, protegemos a personas que están desarrollando sus funciones en entornos muy hostiles. Buscamos información para personas o empresas que quieren asociarse con otras o verificar el perfil de un candidato, o de una empresa con la que se piensan asociar, información sobre los riesgos que una sociedad que se expanda o se deslocalice puede encontrar allí donde vaya. Hacemos planes de seguridad y si el cliente lo desea los ponemos en marcha. Protegemos a personas susceptibles de ser secuestradas y en caso necesario negociamos el rescate. Nos encargamos de la seguridad en el transporte de mercancías y personas, por tierra, mar o aire. Proporcionamos protección para ONG en zonas de riesgo, servicios de teledetección de personas... Se han dado solicitudes de empresas que requerían que entrásemos en sus propias instalaciones, allí donde se han originado conflictos bélicos, para rescatar documentos, equipos e incluso de particulares que necesitaban que rescatáramos, por ejemplo en Alepo (Siria), a familiares atrapados en un conflicto.
¿Cuántas personas forman su plantilla y cuántas han perdido la vida en acto de servicio?
Ahora mismo nuestra nómina incluye de manera directa a 402 especialistas, aparte de consultores y colaboradores puntuales. Desde 1997 hemos tenido doce bajas.
¿Cuál fue su trabajo en Irak?
Hacer los planes de seguridad para un determinado gobierno local del norte del país y proteger a los cargos electos del partido en el poder en esa zona.
¿Qué y cómo fue su labor en Libia?
Antes de estallar el conflicto armado, trabajábamos en Libia para diversas empresas petroleras. Gran parte del personal contratado eran libios, formados por nosotros en nuestras escuelas de seguridad. Nuestra relación busca ser lo más cercana posible, aprendemos mucho de lo que nos cuentan nuestros alumnos cuando trabajan y emplean los conocimientos que les hemos impartido. La formación es dinámica y muy eficaz, y nos da una relación especial con los empleados. Al estallar el conflicto se reforzaron los sistemas de seguridad. En medio de este proceso, un comité de trabajadores nos pidió ayuda, convencidos de que era una buena cosa apoyar a los rebeldes y colaborar con la desaparición del régimen de Gadafi. Nos implicamos en un proyecto que hoy puedo asegurar que nos ha cambiado la vida a todos. Formamos a personas para que pudiesen combatir. Ayudamos a coordinar equipos en teatros de operaciones. Montamos un sistema logístico que dotase del material necesario y formamos a personas en su mantenimiento.
¿Le molesta el término "mercenario"?
No estigmatizo esa palabra, el diccionario de la RAE dice que es un hombre que desempeña por otro un empleo o servicio por el salario que le da. Prefiero un término más adecuado, como especialista en seguridad, operador, contratista. Es eufemístico, pero dado que el problema con el término lo tienen los demás y que el castellano es muy rico en recursos como la homonimia y la polisemia, usémoslos. Visto desde ese punto de vista, que es a mi gusto el adecuado, ¿cómo me habría de molestar? Trabajo por dinero, como todo el mundo. Aquel que quiera ver esto como algo malo, siempre lo va a hacer. Yo no lo veo así. El trabajo es trabajo, pueden ser malas la actitud e intención, que no entienden de pabellones y banderas. Conozco contratistas con mucho sentido del honor, y militares al servicio de algunos regímenes que son capaces de cualquier cosa
¿Está tan bien pagado, unos 12.000 euros al mes como algunos han contado?
¿Cuánto vale poner en riesgo tu vida por desempeñar tu trabajo? Vivir pendiente de una llamada, desaparecer durante meses de la vida de los que te quieren, saber que si pasa algo no tendrás el respaldo de tu gobierno para que tus derechos y necesidades se cubran adecuadamente. En SGSI un operador de seguridad cobra unos 6.000 euros más las dietas, y un jefe de cápsula, 10.000. Me parece poco, ojalá les pudiésemos pagar más.
Empresas como Blackwater, que ahora ha cambiado de nombre para limpiar su imagen, ¿son el ejemplo de las actuaciones de los militares privados?
No creo que cambiar el nombre de una cosa la haga desaparecer. El cambio de denominación social puede haber servido para seguir operando en zonas en las que la anterior empresa ha tenido problemas y que si hay consecuencias legales estas no afecten a la nueva empresa. Blackwater es historia, ha hecho historia, no le voy a quitar mérito. Llevar un perfil alto, aceptar misiones muy comprometidas, somete al personal a un estrés muy alto... en este negocio los errores siempre son humanos. Un volumen de trabajo muy alto, turnos de vacaciones que no siempre se han respetado y el ánimo de venganza ante algunas actuaciones hostiles contra compatriotas han hecho que lamentablemente hayamos sido testigos de algunos abusos. Podemos demonizar a Blackwater. La realidad es que las empresas de mantenimiento de la paz son necesarias. Las autoridades internacionales tienen que regular qué tipo de servicios, qué requisitos. Si entre todos damos un marco de trabajo ideal, estaremos aceptando una realidad y evitando posibles futuros problemas. Conozco a empleados de esa compañía que son excelentes seres humanos. Como siempre, cuando la anécdota se hace norma es por desconocimiento, y el problema lo tiene más el que mira que el que es juzgado.
[Fuente: Por Fernando Rueda, Revista Tiempo, Madrid, 24oct12]
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