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25feb16
La pista de las bombas del Estado Islámico
El Estado Islámico (EI) causó más de 180 muertos y 150 heridos en atentados múltiples con coches bomba en las ciudades sirias de Damasco y Homs el pasado 20 de febrero. En mayo del 2015, el EI atacó la ciudad iraquí de Ramadi con, según se dijo, dos docenas de vehículos cargados de explosivos y aparentemente conducidos por suicidas. Y cada vez que los yihadistas se ven obligados a retirarse de un lugar, lo dejan sembrado de trampas explosivas.
En la llamada guerra híbrida que practica el EI -combinando el combate convencional, las acciones de guerrilla, la infiltración y los atentados de estilo terrorista- el uso de explosivos es fundamental, los utilizan en abundancia. Pero en general no se trata de material militar sino de lo que los anglosajones llaman IED, improvised explosive devices o artefactos explosivos improvisados.
El Estado Islámico no compra sus explosivos en ningún mercado negro de las armas sino que los fabrica. Y para fabricarlos utiliza materiales y componentes de uso civil que cualquier país exporta legalmente. Estos materiales han llegado a manos de los yihadistas en Siria e Iraq principalmente a través de Turquía y de empresas turcas que los han importado legalmente de terceros países.
Así lo demuestra una investigación de la organización Conflict Armament Research (CAR), que está financiada por la Unión Europea y ha rastreado a lo largo de 20 meses -entre julio del 2014 y febrero del 2016- el tránsito de estos materiales siguiendo el camino inverso: desde que fueron incautados por fuerzas iraquíes y kurdas de Siria tras derrotar al EI en Kobane, Tikrit o Kirkuk hasta su país de origen -que puede ser India, Brasil, Bélgica o Rusia- con especial atención a su paso por Turquía o Iraq.
Se trata de fertilizantes -como nitrato de amonio-, pasta de aluminio, cable eléctrico, detonadores, componentes electrónicos o algo tan aparentemente inocente como agua oxigenada o teléfonos móviles. Todos ellos son productos de uso civil -incluidos los detonadores para la industria minera- y son baratos y accesibles. Solo hace falta una empresa importadora y el modo de acceder a ella.
La proximidad es el principal motivo por el que el EI accede a compañías de Turquía e Iraq, dice el informe de CAR, señalando que en ambos países los sectores agrícola y minero son importantes, con lo que el acceso a fertilizantes y cable detonador, por ejemplo, es fácil. "Muchas empresas comerciales pequeñas parecen haber vendido, voluntariamente o involuntariamente, componentes a terceros vinculados o empleados por las fuerzas del Estado Islámico", señala la investigación.
El informe da cuenta de hasta 20 países y 51 empresas relacionadas con la producción y el comercio de estos materiales hasta que han llegado a manos el EI. De esas 51 empresas, 13 son turcas, y según reveló a La Vanguardia.com uno de los investigadores de CAR, "no se mostraron colaboradoras con la investigación". El informe muestra, no obstante, albaranes y facturas en unos cuantos casos.
Por supuesto, las empresas turcas importaron legalmente esos productos pero, según señalaron, no exportan a Siria o Iraq. Tampoco son responsables de que sus clientes lo hayan hecho. Una firma en concreto, que importó de Rumanía 792 bidones de pasta de aluminio (que se mezcla con fertilizantes en la fabricación de explosivos) rehusó informar a CAR de a quién los había vendido.
En lo que respecta a diez teléfonos móviles, utilizados para activar por control remoto un tipo específico de bombas y que fueron hallados por los peshmerga kurdos en Iraq, CAR obtuvo información del fabricante que condujo en casi todos los casos a empresas en los Emiratos Árabes Unidos que los enviaron a Iraq. Estas compañías tampoco respondieron a CAR sobre las ventas de estos aparatos. Todos estos móviles son de un mismo modelo de Nokia, relativamente antiguo y que resulta muy sencillo de conectar a un dispositivo explosivo. Por otra parte, es de uso bastante común en Iraq.
La cuestión es hasta qué punto las firmas intermediarias facilitaron conscientemente todos esos materiales a los yihadistas. Según dijo bajo condición de anonimato el citado investigador -que sigue con su labor en Iraq-, no hay pruebas que permitan demostrar que los intermediarios compraran los materiales a petición expresa de agentes del Estado Islámico, ni tampoco de que estos efectuaran las compras directamente a esas compañías.
Sin embargo, lo importante es que "el lapso de tiempo entre la importación de esos materiales -en Turquía, por ejemplo- y el momento en que son incautados al EI es en muchos casos muy corto, a veces de tan solo un mes. Esto quiere decir que el EI los obtuvo con rapidez y que no pasaron por muchas manos", dijo el investigador. "Lo que de momento tampoco sabemos es cómo se hizo el transporte hacia Siria o Iraq".
[Fuente: Por Félix Flores, La Vanguardia, Barcelona, Cat, 25feb16]
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