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05ago12
La sombra de la 'yihad' ensucia aún más la guerra siria
Cuando la oposición siria comenzó a tocar las puertas de palacio, Bashar Al Assad se replegó sobre sí mismo. El Ejército sirio quiso borrar por la fuerza todo rastro de las protestas que comenzaron hace ya 17 meses. El Gobierno fracasó en su tímida ristra de concesiones aperturistas. Y el presidente acudió presto a la guía de emergencia del dictador sacudido para repetir machaconamente que lucharían contra los "terroristas financiados por la injerencia externa".
Las protestas no cesaron y la represión del régimen fue construyendo una espiral de violencia que fue creciendo en intensidad. La maquinaria propagandística echaba humo para desacreditar a los rebeldes, que con el paso de los meses fueron empuñando las armas. Cada uno de sus avances era atribuido a mercenarios o yihadistas y ahora la deformación de la realidad amenaza con tornarse cierta.
Varios vídeos emitidos por la televisión siria y difundidos por Internet muestran a grupos de insurgentes escoltados por banderas de milicias asociadas a Al Qaeda, incitando a la guerra santa. La veracidad de estas imágenes es difícil de contrastar, debido a la cerrazón informativa del régimen. Sin embargo, varios analistas, informes de la CIA y los testimonios de varios periodistas que han podido acceder a la zona dan pábulo a la infiltración de terroristas en el país.
En febrero del año pasado, el líder de Al Qaeda, Ayman Al Zawahiri, instaba a los sirios a levantarse contra el tirano y a los musulmanes de otros países a sumarse a la rebelión. Los reductos de la organización terrorista estaban presentes en Siria, aunque de forma casi testimonial. La mayoría de los combatientes que entran ahora al país lo hacen por la frontera iraquí o por el paso turco, donde cientos de personas salen y entran de Siria cada día por el corredor que han facilitado las autoridades otomanas.
Los guerrilleros extranjeros se han hecho fuertes en pequeñas localidades tomadas por los rebeldes. Esta semana un periodista del diario británico The Guardian conseguía hablar con varios hombres que decían luchar en nombre de Al Qaeda. Se declaran expertos en explosivos y metódicos en el combate. Un miembro de los insurgentes locales del Ejército Libre Sirio (ELS) reconocía que son buenos en la batalla, aunque no dudan en ejecutar al enemigo cuando es capturado.
La cúpula del ELS se ha desvinculado de los yihadistas, ya que es fantasma que ha atizado el régimen durante todo este tiempo para dar rienda suelta a la represión. No obstante, algún alto rango tampoco niega que estos grupos se extiendan por territorio sirio e incluso que luchen a su lado. El grueso de la insurgencia está formada por musulmanes suníes, con los que se alinea Al Qaeda, que se enfrentan a la pequeña rama chií que representa la etnia alauí a la que pertenece la familia Al Assad.
"Varios males como el sectarismo, el fundamentalismo, el yihadismo o la presencia de combatientes extranjeros han exacerbado los combates", recoge International Crisis Group, una organización independiente que se dedica desde hace 15 años al estudio de los conflictos. "El incremento del discurso fundamentalista ha aumentado la lucha confesional, que ya existía", añade el último informe publicado sobre Siria.
La responsabilidad de los vecinos
Las acusaciones de Damasco también apuntan a la financiación y al suministro de armas por parte de Arabia Saudí, Qatar, Jordania y Turquía, aliados todos ellos de Occidente. Mientras, el Gobierno estadounidense manifiesta públicamente otorgar un apoyo logístico a los rebeldes, aunque "no letal". La Casa Blanca ha reiterado a Al Assad, que con sus buenas relaciones con la milicia libanesa de Hezbolá incomodan también a Israel, que abandone el poder. Aunque el veto constante de China y Rusia en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas -no ya para apoyar una intervención armada, sino para incrementar incluso las sanciones contra el régimen sirio- dejan a Estados Unidos con las manos atadas.
Hace un par de semanas que la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, inició una gira por los países aliados en Oriente Próximo, que ha continuado esta semana el Jefe del Pentágono, Leon Panetta. Hace unos días, Panetta aseguraba que cada episodio matanza del régimen representa "un clavo más en el ataúd" de Al Assad, elevando la tensión desde el terreno diplomático. Varios informes del servicio de inteligencia de Estados Unidos, publicados también esta semana por varios medios estadounidenses, revelaban que la CIA está en contacto con los rebeldes sirios, aunque no tiene capacidad para influir desde dentro, por la dificultad para romper las barreras del régimen de Damasco.
Los distintos grupos opositores mantienen enormes diferencias, aunque en los últimos meses los grupos armados han incrementado enormemente su capacidad. Los guerrilleros que hace unos meses combatían con fusiles de asalto y armas ligeras, robadas a las tropas leales, son capaces de mantener ahora un enfrentamiento cuerpo a cuerpo en las grandes ciudades como primero sucedió en Damasco y ahora en Alepo. El Ejército Libre Sirio reconoce contar con algún tanque y según varias informaciones de periodistas desplegados en Siria, disponen también de morteros y misiles tierra-aire.
"El incremento de ayuda externa ha contribuido al éxito en la batalla de la insurgencia, pero también ha incrementado la radicalización" del conflicto, señala el Instituto para la Guerra, otro think tank estadounidense, que se encarga de analizar los puntos calientes que afectan a la Administración norteamericana. La organización muestra su preocupación por la proliferación de milicias que actúan de forma independiente y que "deberían integrarse en el Ejército profesional", en caso de que se el régimen de Al Assad se venga abajo finalmente.
El fantasma de los talibán, que fueron armados en la década de los ochenta por el propio Gobierno estadounidense para luchar contra las tropas soviéticas, sobrevuela el territorio sirio. También el de la Libia posgadafi, en el que las milicias recorren impunemente el país. La Siria resultante de esta guerra será un enorme almacén de armas en manos de facciones irreconciliables.
[Fuente: Por Ismael Monzón, El Confidencial, Madrid, 05ago12]
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