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19sep17
Rusia y su papel en Asia Central
Durante los últimos cinco años, Rusia ha realizado un gran avance en materia geopolítica y ha recuperado su posición tras la caída de la URSS. No obstante, ahora el país eslavo tiene que pasar una importante prueba en Asia Central, opina el ex primer ministro de Kirguistán y actual candidato a la Presidencia, Omurbek Babánov.
Los políticos rusos han tenido la suficiente intuición política como para manifestarse en contra de la percepción unitaria del mundo actual, así como en contra de los mecanismos cerrados del traspaso del poder, subraya Babánov en su artículo para el Consejo de Asuntos Internacionales de Rusia.
Según Babánov, Rusia ha podido fomentar la ideología del "nuevo socialismo", que se ha convertido en un transmisor de justicia social para muchos países. Dicha ideología está basada en una distribución de recursos más justa, en el reconocimiento de la diversidad de vías de desarrollo político, nacional y cultural.
No obstante, el candidato a la Presidencia de Kirguistán, Omurbek Babánov, sostiene que el país eslavo tiene que pasar una prueba muy importante en Asia Central.
Este test debe comprobar la capacidad de Rusia de cooperar con sus socios y someter a prueba su habilidad de crear un cinturón estable de seguridad política, económica y militar.
El 'Juego de tronos' de Asia Central
Rusia está perdiendo su estatus en los países centroasiáticos que tradicionalmente han formado parte de su zona de influencia, afirma Babánov.
Hoy en día, el papel y la importancia de Asia Central van en aumento. Esta región del mundo ya se ha convertido en el cruce de intereses de distintos jugadores internacionales.
Recientemente, China entró en la lucha por la influencia sobre Asia Central. La estrategia elegida por Pekín tiene un cariz mayormente económico y no es sorprendente, ya que el gigante asiático necesita nuevos mercados y recursos energéticos.
Pekín ha empezado a establecer de forma muy activa nuevas empresas conjuntas con capital chino en Kazajistán, Uzbekistán y Kirguistán. El volumen de las inversiones chinas ya ha alcanzado más de 100.000 millones de dólares mientras que en los próximos diez años el país asiático planea invertir en la economía de los países de la región 800.000 millones de dólares.
Además, China busca realizar la Nueva Ruta de la Seda, que prevé implementar en Asia Central distintos proyectos vinculados con la construcción de carreteras, vías ferroviarias, puertos, aeropuertos y gasoductos.
Japón también entró en la batalla. El primer ministro nipón, Shinzo Abe, propuso en 2016 crear el Fondo del Desarrollo de Asia Central con un capital de 30.000 millones de dólares.
Por su parte, EEUU sigue incrementado su presencia en Afganistán y apuesta por la cooperación militar y estratégica con países de Asia Central.
Los extremistas controlan cada vez más las regiones que se encuentran en la frontera entre Afganistán y Kazajistán. Esto ha empujado a Astaná a cooperar en el ámbito militar y técnico con el Pentágono.
Este acuerdo, de cinco años, prevé el despliegue de un contingente militar, entrenado en concordancia con los estándares de la OTAN, e implica la creación de una flota en el mar Caspio.
Procesos similares están teniendo lugar en Uzbekistán, que se retiró de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva y rechazó la membrecía a la Unión Económica Euroasiática. Tayikistán también colabora con el Pentágono para poder controlar la frontera afgana y es evidente que tras la decisión de Trump de incrementar la presencia de EEUU en Afganistán esta cooperación se acelerará aún más.
Arabia Saudí y Catar son otros pretendientes para el papel de líderes ideológicos en Asia Central. Los citados países facilitan activamente la construcción de mezquitas y centros de instrucción religiosa. Al mismo tiempo, Turquía trata de maximizar su influencia política y económica.
La consolidación de las posiciones de otros jugadores internacionales en Asia Central representa un gran desafío para Rusia, a la vez que amenaza su estatus como potencia euroasiática, subraya Babánov.
Economía
Los proyectos integracionistas en los que Rusia desempeña el papel de locomotora, como la creación de la Unión Económica Euroasiática y la Unión Aduanera Euroasiática, aún no han recobrado fuerzas.
En estas circunstancias, las relaciones económicas con Asia Central quedan limitadas y se basan en el principio "mercados a cambio de fuerza laboral", opina Babánov.
Según el autor, Asia Central representa un enorme mercado para las mercancías rusas, mientras que Rusia, en cambio, se convierte en un gran mercado laboral para los migrantes procedentes de este rincón del mundo. Sin embargo, tras la brusca depreciación del rublo, muchos migrantes tuvieron que abandonar Rusia.
Hoy en día, el país eslavo está recuperándose de la crisis a medida que se abren nuevas posibilidades para cooperar con los países centroasiáticos.
De acuerdo con Babánov, esta cooperación no debe transcurrir solo en la esfera del petróleo y del gas, sino también deben realizarse en la esfera energética, ferroviaria y la relacionada con la exploración de recursos minerales.
"Ahora Rusia invierte considerables recursos financieros en proyectos perspectivos (…) su desarrollo permitirá al país eslavo resolver las discrepancias dentro del proyecto euroasiático".
Seguridad
Las instalaciones militares rusas de Asia Central fueron creadas según los estándares de la URSS. Aunque estas instalaciones son capaces de resistir ataques de grandes grupos armados, ellas no corresponden a las necesidades actuales y a otro desafío de la actualidad: el terrorismo internacional, sostiene Babánov.
Los terroristas de Siria, Afganistán y otras regiones llegan a Asia Central para organizar atentados. La llegada de los grupos extremistas a Asia Central representa el mayor riesgo para Rusia dado que el país eslavo comparte una extensa frontera con la citada región.
Al mismo tiempo, el narcotráfico ataca desde el sur. El opio y la heroína se convierten en las nuevas armas químicas que aniquilan a millones de personas, escribe el autor.
El narcotráfico provee con dinero a los grupos terroristas que con su ayuda organizan los atentados e influyen directamente en la política de un gran número de países de Asia Central.
Según las estimaciones de la ONU, al menos 510 toneladas de heroína de un valor de cinco millones de dólares fueron producidas en Afganistán en 2016.
Transición de poder
La desestabilización política es otro desafío que amenaza a los países de Asia Central y que puede convertirse para Rusia en un mayor dolor de cabeza que la crisis ucraniana, escribe Babánov.
La corrupción y la falta de desarrollo son los principales males que amenazan con facilitar un 'Maidán ucraniano' en las repúblicas centroasiáticas.
La fragilidad de las instituciones y los esquemas de corrupción fomentan en las fronteras de Asia Central las llamadas zonas negras, a través de las que penetran en la Comunidad de Estados Independientes y la Unión Económica Euroasiática grandes volúmenes de comercio de contrabando.
Actualmente, varios países se encuentran en un proceso de cambio de poder. La nueva generación de políticos de Asia Central, que ya no ve en Moscú a un hermano mayor, cambiará tarde o temprano a los líderes que empezaron su carrera en el Partido Comunista de la Unión Soviética.
"Es un proceso de relevo natural y contrarrestarlo es igual a tratar de construir presas de arena para los furiosos ríos montañosos", escribe Babánov, a la vez que destaca que los cambios venideros no implican la desaparición de las misiones y tareas comunes en la esfera de seguridad, economía y de la ciencia.
"El relevo de generaciones facilita la búsqueda de nuevos mecanismos de cooperación económica".
En este contexto, Rusia debería ser garante de la transición de poder en Asia Central. Moscú tiene que apoyar a los líderes cuyos programas reflejen las demandas de renovación y reformas, así como debe prevenir el crecimiento de tendencias políticas radicales e impedir sus intentos de desestabilizar la situación, concluye Babánov.
[Fuente: Sputnik News, Moscú, 19sep17]
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