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23oct10
El doloroso mercado sexual de menores
Recostada en la barra de La Criolla, uno de los más populares bares de la Avenida Duarte, Daniela cuenta cómo el terremoto de Haití cambió su vida.
Con su casa destruida por el sismo, reunió unos $70 para pagarle a un traficante que la sacó de Puerto Príncipe en abril. Terminó en esta capital del turismo sexual donde ofrece su cuerpo por horas a turistas extranjeros.
Cuando se le pregunta la edad responde que tiene 18, pero sus compañeras dominicanas sonríen y comentan en voz baja a los reporteros que no tiene más de 16.
El dinero que hace se lo da a su madre y a una tía, también sobrevivientes del terremoto, dijo.
Daniela y sus amigas son parte de una industria de turismo sexual y explotación que funciona abiertamente en esta ciudad.
Las jóvenes se ofrecen en la calle, en las playas e incluso dentro del mar, o son exhibidas a los turistas en el asiento trasero de motocicletas mientras los choferes van describiendo sus atributos sexuales.
Otras cuentan con promotores callejeros que se presentan como guías turísticos.
Uno de ellos se acercó a los reporteros y alardeó de tener a disposición de sus clientes "haitianitas de todas las edades''.
El joven describió en forma aberrante los detalles del cuerpo en formación de una de ellas, de 12 años.
"Todavía le están creciendo [sus pechos]'', comentó el guía, y agregó que le había ofrecido alojamiento a la niña porque no tenían dónde quedarse.
Al anochecer, hombres mayores caminan por la avenida cogidos de la mano de las jovencitas.
Las redadas de la Policía de Turismo (Politur) son esporádicas. Algunas de las jóvenes se sienten tranquilas. Una prostituta dominicana que acompañaba como guía a los periodistas, saludó por su nombre a un alto oficial de la policía local mientras le acariciaba su pronunciada barriga.
Entre las jóvenes prostitutas dominicanas hay preocupación porque, según comentaron, las niñas haitianas que han llegado después del terremoto están a punto de sobrepasarlas en número.
"Hay unos hombres que han estado aquí antes y han cogido confianza de que la policía no los va a arrestar si se van con las menores de edad'', afirmó la prostituta dominicana de 18 años, que se negó a dar su nombre por temor a represalias de sus compañeras.
Muchas de las recién llegadas no parecen tener más de 17 años y, pese a maquillarse y vestirse como adultas, terminan delatándose con la mirada aún ingenua y avergonzada cuando ofrecen a los turistas su cuerpo por menos de $30.
"No permitimos ni permitiremos la prostitución infantil ni de ninguna clase porque es un pedido de la sociedad'', declaró a El Nuevo Herald Ramón Brito, vocero de la Dirección General de la Policía de Turismo. "Estamos luchando contra esto y hemos tomado medidas preventivas. Es una lucha continua que tenemos''.
Casi todas las jóvenes haitianas han llegado al país en las caravanas de los buscones que cobran en dinero y especie.
Un buscón que admitió que solía cobrar a las jóvenes acostándose con ellas, explicó a El Nuevo Herald que en los últimos meses la mayor parte de sus clientes son muchachas.
"Las jovencitas son más frecuentes [que los niños] porque vienen a prostituirse, a buscar el dinero más fácil y más rápido. Son de 15 años en adelante. Se van a Boca Chica, Santiago o Santo Domingo'', explicó el buscón, quien pidió no ser identificado por temor a las autoridades.
A unos 10 metros de la playa, frente al Hotel Don Juan, una haitiana de 22 años, quien afirmó que llegó hace dos meses a esta ciudad, se acercó a un reportero para convencerlo de una aventura sexual en la habitación del hotel por un precio que se podía discutir.
Explicó que estaba allí en compañía de su amiga Nanún, haitiana de 16 años, que salió también de Puerto Príncipe en abril. En esos momentos Nanún jugueteaba en la playa con un turista estadounidense.
"Sus papás murieron y se quedó en la calle'', reveló la amiga de Nanún. "Es una loca''.
[Fuente: Gerardo Reyes y Pedro Portal, El Nuevo Herald, Miami, 23oct10]
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