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24abr18
Los 34.000 del Valle de los Caídos: revueltos, un tercio sin identificar y todos hombres
Esta semana, cuatro familias han conseguido ganar la batalla, primero judicial y luego contra Patrimonio, que les impedía recuperar los restos de sus familiares muertos durante la Guerra Civil. Por cuarta vez en la historia, las fosas del monumento franquista se abrían y, con ellas, la esperanza de muchos descendientes de poder dar a sus familiares una sepultura digna. En esta ocasión, se trata de dos casos del bando republicano y dos del nacionalista, cuyos restos se cree que se encuentran en el osario de la cripta del sepulcro.
Manuel y Antonio Lapeña, Pedro Gil Calonge y Juan González Moreno son cuatro de los 33.815 cuerpos que se encuentran en la monumental cripta, de los cuales el 36% –en total, 12.410– sigue sin identificarse. La lista de todos los nombres y procedencia de los restos es pública en el portal del Ministerio del Interior, aunque la información se limita a los nombres y apellidos y a la procedencia del cuerpo. "Por lo que hemos visto trabajando, esa cifra se queda corta; es lo mínimo que debe haber allí", explica la historiadora Queralt Solé, doctora en Historia de la Universidad de Barcelona. "Se recogían los restos con pico y pala: igual se metían cinco que ocho, iba todo a bulto y va a ser muy difícil saber cuántos hay en total, porque solo se contaban los cráneos".
El Valle de los Caídos fue concebido por Francisco Franco como una monumental tumba que guardase homenaje para la posteridad a los caídos del bando nacionalista. Sin embargo, a medida que se acercaba la fecha de su inauguración, en 1959, la presión internacional por dejar atrás 'las dos Españas' le obligó a replantarse la idea. Eso, unido a la falta de cadáveres para dar consistencia a su obra, hizo que se trajesen de todas partes de España víctimas de ambos bandos que engrosasen la majestuosidad del monumento, aunque fuese sin el consentimiento de sus familias. "Muchos familiares han estado décadas rezando en tumbas donde no había nada", explica Xavier López, doctorando también de la Universidad de Barcelona.
"El Gobierno franquista preguntaba a los alcaldes de cada municipio si tenían muertos de guerra. Si les decían que sí, se llevaban a los nacionalistas, pero si coincidía que había una 'zanja de rojos', los sacaban también y un problema que le quitaban al alcalde", explica Solé. En principio, el único requisito para ser enterrado en el monumento de San Lorenzo de El Escorial era ser español y católico, pero no se paraban a comprobarlo. "Ni con ellos ni con los franquistas. En el Valle de los Caídos, lo que percibes es que no hay un interés real por los muertos, ni por los suyos propios, la sensación es que querían llenar de huesos el monumento".
Muchos de los cuerpos proceden de cementerios militares: sitios donde se enterró a los caídos nacionalistas tras una batalla y donde tuvieron que permanecer los 20 años que se tardó desde el final de la Guerra Civil hasta la construcción del mausoleo. Por eso, la mayoría son muertos de la Batalla del Ebro o de la de Brunete. "De la batalla de Brunete hay entre 2.500 y 3.000 cuerpos, porque el cementerio quedaba cerca y así abarataban costes en traerlos", explica Emilio Silva, de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH).
La gran mayoría de los restos pertenecen a caídos del bando nacionalista, no hay ninguna mujer y la mayoría se introdujeron en 1959 (11.329), 1961 (6.607) y 1968 (2.019). Los restos proceden de aproximadamente unas 480 fosas y son de todas las provincias menos de A Coruña –de donde curiosamente procedía el dictador–, Ourense y Santa Cruz de Tenerife. Hay víctimas tanto militares como civiles, y la última incorporación data de 1989, cuando se solicitó que los restos de un caído del bando nacionalista fuesen trasladados allí.
"Lo que más nos ha llamado la atención a los historiadores es el poco cuidado con el que se trataron los restos. Las víctimas franquistas llegaban en mejores condiciones, en cajas individuales, porque había pautas sobre cómo enterrarlos, pero los republicanos iban al montón", relata Solé. "Los monjes de la abadía reflejaban todo tal y como les llegaba, pero cuando los metían en el Valle de los Caídos no había ningún cuidado: están todos los huesos mezclados. A veces, llegaban con un listado de 15 personas pero dentro de las cajas había 25, y de esos no había datos".
Sin embargo, de los casi 34.000 nombres, hay 12.410 cuyo registro sigue siendo 'desconocido'. La tesis de Xavier López va precisamente dirigida a arrojar luz sobre su procedencia. "Lo primero que sospechamos es que la gran mayoría corresponden a víctimas republicanas, porque muchos familiares han visto que sus familiares estaban ahí cuando han empezado a hacerse públicos los listados, en 2003 en el caso de Cataluña". Asegura que el trabajo de identificar tantos restos sin rastro es complicado, sobre todo por el delicado estado en el que se encuentra el mausoleo, tanto por humedades como por infraestructura.
Según la ARMH, muchos descubrieron décadas después que en la sepultura de sus familiares solo quedaban algunos restos, y no el cuerpo entero. Fue el caso de los 133 cadáveres que se exhumaron en 1980, la primera vez tras el franquismo, después de que los nietos de un grupo de republicanos navarros descubrieran que en el lugar donde se suponía que estaban enterrados encontraron algún hueso pero ningún cráneo. Posteriormente, en 1990, se trasladaron huesos de víctimas del bando nacional a la capilla del Virgen del Pilar, también sin permiso de los familiares. La última hasta este lunes databa de 2010, cuando se sacaron restos para que un comité de expertos redactase un informe.
La resolución de esta semana, la primera judicial, abre el camino para muchas otras familias, que se espera que empiecen a reclamar también lo que quede de sus víctimas. De hecho, durante estos días ha estado circulando la lista que recoge todos los nombres, con la que muchos aún siguen descubriendo el final de sus antepasados. "Hace dos semanas hablé con una persona de Vizcaya que me dio dos nombre de dos familiares que aparecieron allí", señala Emilio Silva, de la ARMH. "Se ha abierto una vía que llega muy tarde y ahora va a ser muy complicado identificar a todos, porque se hizo con un fin instrumental, sin cuidado de nada", considera Jaime Ruiz, de la Asociación de la Memoria Social y Democrática de España.
Eduardo Ranz, el abogado que lleva el caso de los cuatro exhumados de esta semana, considera que, a pesar de las circunstancias –y de que no se les haya permitido entrar a ver el procedimiento–, es una jornada "de alegría": "Se abre una veda de reconocimiento de derechos. Por primera vez, la sociedad española ha sido testigo de lo que ocurre en el Valle de los Caídos, y se puede traducir en un avance".
[Fuente: Por María Zuil, El Confidencial, Madrid, 24abr18]
Impunidad y crímenes franquistas
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