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22nov05
Unamuno y las guerras simbólicas.
El pasado fin de semana, en mi Salamanca natal, tuve la ocasión de observar la siguiente escena: en una céntrica plaza, bajo la simbología falangista que aún luce en la fachada del antiguo Banco de España, el alcalde de la ciudad y algunos otros acólitos repartían opúsculos de cariz histórico relacionados con el contencioso desatado en torno al Archivo de la Guerra Civil. Pesos pesados de la extrema derecha (entre ellos el omnipresente Pío Moa) han contribuido gustosos a este nuevo ejemplo del esperpento político. Nada a lo que no nos tenga acostumbrados el Consistorio charro de un tiempo a esta parte. Hace escasos días, la indignación de Julio Fernández García, a la que se sumó la de Mercedes Santos Unamuno (en ambos casos desde las páginas de este periódico), apuntaba al discutible, por paradójico y moralmente ilegítimo, uso del Venceréis, pero no convenceréis unamuniano por parte de los que siguen siendo destinatarios de esa admonición.
Me añado yo también, en cuanto salmantino y bisnieto de don Miguel, a la cadena de indignados. Salvadas las indiscutibles ambigüedades de las posiciones unamunianas en los revueltos inicios de la Guerra Civil, está fuera de duda que la frase en cuestión no se dirigía a los hunos (por usar el despectivo lenguaje del propio rector), hoy desaparecidos en el espectro político español (gracias, entre otras cosas, a la represión franquista), sino a los hotros, bien presentes aun hoy en la vida pública. De ahí la ilegitimidad moral de su uso por parte de la derecha. Sólo que Unamuno vende, como bien sabe el Ayuntamiento charro, identificado con la labor de convertir al escritor vasco en parte importante del capital simbólico de la ciudad, casi un logotipo de la misma. Es sabido que las tradiciones se inventan y se manipulan; pero cuando se va más allá de lo turístico, cuando se entra en el terreno de la propaganda, rentabilizando políticamente los símbolos de los vencidos, la ironía deja su lugar a la befa.
Si de citas unamunianas se trata, me gustaría concluir entresacando unas palabras del discurso que el pensador vascopronunció en 1931 con motivo de un homenaje de los estudiantes madrileños y a propósito de política y de partidos: 'Lo que distingue a los hombres no es el programa, sino el método'. Y los métodos de los herederos del franquismo (dejemos de lado sus programas), en estos tiempos revueltos de guerras culturales, saben inconfundiblemente a añejos e inveterados vicios.
[Fuente: Por Enrique Santos Unamuno, Cáceres, El País, Opinión, Madrid, Esp, 22nov05]
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