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10jul07
La espada de Simeón de Bulgaria
El enlace de Paloma Segrelles y Emilio Álvarez no fue una boda al uso, entendiendo el término como lo habitual en este tipo de celebraciones. Para empezar la protagonista llevaba como peculiaridad llamativa del vestido realizado por Elio Berhanyer un gran lazo coral en la parte posterior del vestido. Este color fue el hilo conductor que la madre de la novia eligió como elemento cromático dominante. Coral en las flores de la iglesia, en el pelo de la nueva esposa, en las bandas de los niños del cortejo, en los manteles de la cena y hasta la corbata del novio era naranja suave. La opción del colorido tenía que ver con la energía y el equilibrio que parece tiene este tono.
Otro detalle fue decorar la Iglesia de Santiago, además de por dentro, por fuera. Nada de gladiolos, rosas o margaritas en blanco como suele ser habitual. Aquí, de nuevo, el toque de inflexión de la progenitora, la presidente del Club Siglo XXI Paloma Segrelles, que eligió una decoración de campo sin cultivar. Es decir, amapolas, fedia, iberis, lavatera, asperula, Bupléurum, delphinium, calendula, centaurea (los nombres me los sopló un florista/espectador)… todo mezclado con verde silvestre y formando parterres a sendos lados de la puerta central.
De casa de la novia habían trasladado los candelabros de dos metros que colocaron en los extremos de la alfombra roja donde debía desfilar la pareja y parte de los trescientos invitados. Algunos como Konstantin de Bulgaria, María León, Carolina Adriana Herrera, Patricia Rato, Miriam Ungría, espectacular con un vestido diseñado por Eduardo Ladrón de Guevara y un collar de coral piel de ángel que quitaba el hipo, fueron directamente al convite. Más de una suspiró por el collar de brillantes de Ioanna Vardinoyannis, casada con el empresario Antonio Fournier.
La novia, como debe ser, también iba bien surtida con una diadema familiar y unos pendientes regalo de sus padres que protagonizaron el mismo percance que sufrió Lola Flores en una de sus actuaciones. Debido a los nervios, no se lo prendió bien y cuando caminaba por la alfombra nupcial del brazo de su padre Francisco Segrelles cayó al suelo (El zarzillo, no ella). A diferencia de ‘La Faraona’, en este caso el imprevisto se solucionó en un pispás. La madre con más reflejos que Fernando Alonso se quitó los suyos y se los dio a la niña mientras los íntimos busca que rebusca hasta que cerca de la asperula encontraron el zarcillo.
De la capilla madrileña al casoplón del padre del novio en las afueras de Madrid. Una cena a base de aspic de maracuyá y foie, codornices rellenas de carrillada y, de postre, obleas con fresas y crema. Por allí desfilaron desde Mayor Oreja a Ruiz Gallardón, que ya sonríe; Mari Carmen (sin sus muñecos), que regaló a los novios una actuación improvisada; Ángel Acebes, la espléndida Inés Sastre; Eulalia y José María Álvarez del Manzano; Genoveva Casanova; Paloma Cuevas, con un modelo muy parecido al de Rania de Jordania en el bodón de los Príncipes de Asturias; Sabino Fernández Campos y María Teresa, que ha convertido su libro La Comunera de Castilla en un best seller; Victoria Vera; Luis María Ansón; Pitita y Mike Stilianopoulos, totalmente recuperados de sus últimos achaques; Marián Camino y Jorge Bazac… Y, por supuesto, Simeón y Margarita de Bulgaria.
El ex primer ministro y ex rey efímero de sus país, además de padrino por parte Segrelles, tuvo el detalle de regalar a los novios una espada antigua que sirvió para que los contrayentes cortaran la tarta nupcial, coronada por velas suecas (otro día les contaré la diferencia entre vela nacional y vela del norte). Para el brindis, utilizaron una gran copa de plata también de chez Bulgaria mientras un tenor y una soprano entonaban ‘La Traviata’.
Por cierto, y a pesar de que estaban invitados al ser el Príncipe de Asturias amigo desde la infancia de la novia, la pareja real no asistió. Cuando se comprometieron, Paloma tuvo el detalle de organizar en su casa de Madrid una fiesta para la ahora princesa y que, de esa forma, fuera conociendo a las amistades de su futuro marido. En este caso, además, el perfil de Paloma Segrelles nada tiene que ver con el de otros amigos pijos del heredero que le hicieron bastantes feos a la mamá de Leonor y Sofía cuando solo era “la amiga de Felipe”.
Paloma Segrelles es licenciada en Empresariales (en CUNEF) además de tener la licenciatura en Derecho. A sus treinta años dirige una empresa ligada a una multinacional de alimentos nutricionales. Ha recibido varios premios en el extranjero y sigue la senda de su madre organizando el área más joven del Club Siglo XXI. Este club fue durante los años de transición un foro importantísimo de debate por el que desfilaron políticos, empresarios, intelectuales y todo aquel que tenía algo que decir a favor de la libertad y la democracia. Más de una vez, esas conferencias estuvieron y han estado en el punto de mira de los intolerantes y sectarios
[Fuente: El Confidencial, Madrid, Esp, 10jul07]
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