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09jul10


Los petrodólares vuelven a brillar en la Costa del Sol: el jeque de Qatar se instala en Marbella


Un espectacular Rolls Royce de color negro con la capota descubierta irrumpe en el atasco de la Milla de Oro desde la entrada del Marbella Club. Algunos asoman la cabeza con curiosidad. "¿Será acaso el jeque de Qatar?", se preguntan perplejos. La ciudad andaluza ha sido desde sus orígenes un destino turístico de lujo para las casas saudíes, pero desde que el rey Fahd falleciera, nadie había armado tal bullicio con su llegada como Abdullah Bin Nasser Al-Thani, Ben Nasser, el jeque que retornó de Oriente.

En Marbella se le ha recibido con rango de Jefe de Estado. Muchos ya se habían olvidado a qué olía un petrodólar hasta que llegó Ben Nasser. Después de cuarenta años, los árabes vuelven a erigirse como los grandes benefactores de la ciudad. Y esta vez, aunque sólo sea para beneficio propio, cualquier inversión es buena.

Marbella no tiene un puerto lo suficientemente grande para que los sauditas atraquen sus barcos. Cuando el jeque qatarí Ben Nasser llegó a la Costa del Sol, tuvo que amarrar su preciado 'Radiant' en el puerto de Málaga, ya que las dimensiones de la nave son superiores a las que establece cualquier embarcadero de Marbella, incluido Puerto Banús. Su deseo es tenerlo cerca de su residencia. Por ello, pensó en su día adquirir una concesión en Puerto Banús. De esta manera, se reactivaría además el proyecto original de ampliación que la Junta de Andalucía había previsto hace unos años y en el que se contemplaba la construcción de atraques de mayor dimensión que los actuales.

Según ha sabido El Confidencial, cuando las negociaciones "iban por muy buen camino, se rompieron porque la actual empresa concesionaria no respetó la cifra inicial a la que se comprometieron". Los empresarios de la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA) que participaron en estos contratos vieron con desagrado la ruptura de este acuerdo.

El 'Radiant' en Marbella

Pero el jeque no quiere quedarse sin puerto. Si en esta ocasión su yate ha tenido que desplazarse hasta Málaga para posibilitar el desembarque de su pasaje, la próxima vez quiere tener un puerto en su ciudad. Ahora intenta negociar con representantes de la Junta una concesión en el puerto pesquero de la Bajadilla. En estos momentos, el proyecto de ampliación del recinto se encuentra a la espera de que aparezca una empresa que quiera hacerse cargo de las obras a cambio de quedarse con la explotación para los próximos 30 años. Y esa compañía podría ser la de Abdullah Bin Nasser Al-Thani.

A estas alturas, el plan no es todo lo ambicioso que él requiere. Con una inversión prevista de 70 millones de euros, el proyecto planeado por la Junta va encaminado a la construcción de 400 nuevos atraques, que se sumarían a los 270 actuales, y no prevé el amarre de embarcaciones que superen los 90 metros de eslora. Es por eso que el Ayuntamiento de Marbella ha reclamado que lleve a cabo "cuanto antes" la ampliación del puerto para posibilitar la llegada de cruceros de más dimensiones.

Se prevé que los representantes de Ben Nasser mantengan una reunión con los responsables de la Junta para determinar los detalles de la concesión, próxima a salir a concurso.

Un hombre sencillo

Poco se sabe de este jeque qatarí que apareció de la mano de un conocido empresario libanés llamado Thaksin, dueño del Campo de Golf Santa Clara (Marbella). Tiene 43 años y es responsable de un grupo de empresas con más de 3.000 empleados. Sus allegados dicen que tiene gustos sencillos: le encantan los restaurantes de Puerto Banús, ver los Mundiales con sus amigos en casa... Y tiene mucha paciencia hasta para esperar a ver qué ocurre con el robo sucedido en los últimos días en su mansión. Siempre tiene una sonrisa en la boca y ésta se le hace inmensa cuando le dicen que su puesta de largo en sociedad emulaba a la del rey Fahd cuando a mediados de los setenta arribó a la Costa del Sol.

El jeque qatarí ha llegado a Marbella en un periodo de desequilibrio económico. Su homólogo saudita arribó en plena crisis del petróleo, allá por la década de los setenta cuando parecía que todo el negocio turístico se iba a la ruina. El príncipe de Arabia Saudí aparcó su Rolls y le encantó Marbella. Inicialmente recaló en el mítico hotel Incosol, donde alquiló dos plantas en las que instaló a todo su séquito durante ese verano. Muchos dicen que le enamoró el cielo de la ciudad. Aficionado a la astrología, el monarca miraba todas las noches las estrellas que bordeaban la zona de río Real. Y se imaginó un palacio de las Mil y una Noche que cortara las constelaciones.Es así como decidió construir en Marbella una réplica de la Casa Blanca con toques árabes. Desde entonces empezó el peregrinaje de Arabia Saudí por las costas marbellíes.

De la mano del islam

Con la llegada del rey Fahd se produjo el desembarco de otros dirigentes del Oriente Medio y de todos sus empleados. Tenían dinero a espuertas y lo gastaban con facilidad. Nada hacía pensar que aquel fantástico desarrollo pudiera desencuadernarse. El milagro de la recuperación vino de la mano del islam: el desembarco de los árabes había salvado la crisis que ya estaba anclada en la costa. Todo empezó a cambiar e incluso las construcciones comenzaron a tener cierta simbología árabe.

El príncipe Alfonso de Hohenlohe con Tulio Pina había iniciado la aventura del Hotel Puente Romano, una urbanización de lujo reconvertida en hotel con jardines tropicales y torre de mezquita. El estilo cuajó y fue replicado en múltiples urbanizaciones de la zona que subieron la montaña de la Concha hacia arriba, lugar donde reside el actual jeque qatarí. Y también es donde se construyó la primera mezquita en España a la que Ben Nasser acude los viernes a hacer sus oraciones.

En Marbella anhelan aún los tiempos de Al Midani o de Fahd Almidani, época en la que quería convertir la ciudad en un enclave de lujo mandarín. En Puente Romano, cuando lo dirigía Benito Fernández, el proyecto pasó por levantar un puerto aún más grande que el de Banús y así los clientes podrían llegar directamente en sus barcos hasta sus habitaciones para ser recogidos en Rolls Royce, todo un sueño que a Ben Nasser le hubiese encantado que fuera realidad para poder atracar ahora su preciado 'Radiant'.

Los nuevos árabes son los rusos

Eran tiempos en los que los árabes dejaban propinas de 50.000 pesetas a los aparcacoches y podían encargar una cena traída directamente en avión desde Maxim's. Era la época de Kashogui, que montaba fiestas de lujo asiático en su finca Al Baraka, y en el Casino cualquier saudí podían perder en una noche sin pestañear más de 40 millones de pesetas.

La llegada de los séquitos eran esperadas año tras año por hoteleros y comerciantes. Poco a poco se fueron espaciando. Ahora los nuevos árabes son los rusos. Pero Ben Nasser con su preciado 'Radiant' ha sembrado la esperanza y devuelve sus brillos a Marbella con el relumbre de sus petrodólares.

[Fuente: El Confidencial, Madrid, 09jul10]

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