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31may20
Las cuatro contradicciones de Bousselham que socavan la versión de Pablo Iglesias
Las declaraciones de Dina Bousselham ante la Policía y en el Juzgado Central de Instrucción número 6 de la Audiencia Nacional acerca de cómo y cuándo recuperó la tarjeta SD de su teléfono robado en 2015 han dejado al menos cuatro contradicciones que socavan el relato de los hechos que plasmó el vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, en su declaración como perjudicado por la actividad presuntamente delictiva del excomisario José Manuel Villarejo.
La exasistente de Pablo Iglesias en el Parlamento Europeo testificó el 10 de diciembre de 2018 ante la Policía y en otras dos ocasiones, la primera el 27 de marzo de 2019 y la segunda el 18 de mayo de 2020, ante el magistrado que instruye el caso Villarejo, Manuel García Castellón. Y a lo largo de estas comparecencias, Bousselham ha ido cambiando de versión, llegando incluso a verse obligada a reconocer, pese a haberlo negado inicialmente, que sí había hecho capturas de pantalla de las conversaciones que había mantenido con Iglesias y que las había enviado a otras personas con la aplicación de teléfono denominada Telegram.
Esta primera contradicción se conoce gracias a un informe policial, que alertó al juez de que, al contrario de lo que había declarado el 27 de marzo de 2019, en calidad de testigo, Bousselham sí había realizado pantallazos de los chats políticos de Podemos en los que estaba Iglesias, y los había trasladado a varios de sus contactos telefónicos.
Desautorizó a Iglesias
De esta forma, la exdiputada desautorizaba la versión de Pablo Iglesias, que en todo momento había dicho públicamente que las publicaciones sobre sus chats en Telegram habían sido sustraídas por las cloacas del Estado, personificadas por José Manuel Villarejo.
En esa primera declaración, al preguntarle uno de los fiscales que investigan la causa si había enviado las capturas de pantalla que la Policía había descubierto en la memoria USB requisada al excomisario Villarejo en su casa, la exdiputada de Podemos fue categórica en su respuesta: "No, no, no". Ante lo que el representante del ministerio público volvió a interpelar: "¿Eso no ha podido salir de usted?". Y Bousselham reiteró su respuesta: "No, de hecho ellos recortan conversaciones".
Sin embargo, en su segunda comparecencia ante el juez, celebrada el 18 de mayo pasado, más de un año después de la primera declaración, la exdiputada en la Asamblea de Madrid se ve obligada a reconocer que sí había hecho copias de los chats con Pablo Iglesias, y que incluso los había enviado a diferentes personas.
Cambia su relato de los hechos tras acudir un jueves, en plena incidencia de la pandemia, a la Audiencia Nacional para cotejar un informe policial que constataba que no había dicho la verdad en este punto de su primer testimonio ante el juez. Según constata el juez en el auto en el que expulsa a Iglesias como perjudicado, Bousselham reconoció que las capturas de pantalla de las conversaciones efectuadas a través de Telegram, como las que se publicaron en OkDiario, "las hizo ella mismo personalmente, y que es posible que las enviara".
Segunda contradicción
La segunda de las contradicciones de Bousselham se constata en su testimonio de cómo y cuándo le entregó Iglesias la tarjeta SD. Y estas incoherencias son las que más directamente debilitan la versión que dio el vicepresidente segundo del Gobierno en su declaración como perjudicado el 27 de marzo de 2019 en la Audiencia Nacional.
Aquí la exdiputada ha llegado a dar cuatro versiones distintas, y además contradictorias. Primero, que no la llegó a tener; y después que la recibió de Iglesias, pero que nunca le funcionó. La tercera que este se la había entregado "destruida". Y este jueves ha asegurado por escrito que cuando el vicepresidente segundo se la dio sí pudo ver su contenido, porque estaba en buen estado, pero que con el tiempo se acabó deteriorando.
En concreto, la primera vez que declaró sobre este aspecto fue ante la Unidad de Asuntos Internos de la Policía, el 10 de diciembre de 2018. En esa comparecencia, la exasistente parlamentaria en Bruselas aseguró que no tenía una copia de la tarjeta que le habían robado. Tampoco informó al Juzgado de Alcorcón (Madrid), que investigaba el robo del teléfono, de que había recuperado la memoria SD. Su marido, Ricardo Sá Ferreira, ocultó en su declaración ante el juez que Iglesias les había devuelto la tarjeta.
Sin embargo, en su declaración ante García Castellón, Bousselham modificó su relato inicial e indicó que su jefe en Podemos sí se la había devuelto, aunque ella no la había abierto, porque nunca llegó a funcionarle. Pero en su segunda testifical ante el magistrado la exasistente completó los hechos, asegurando que la memoria del teléfono que recibió de Iglesias estaba "destruida".
Cuatro versiones
La cuarta versión sobre los hechos la aporta Dina Bousselham en un escrito en el que cambia radicalmente el relato de los hechos y en el que llega a asegurar que cuando se le devolvió la memoria "funcionaba", y comprobó que tenía contenidos de su teléfono. "Cuando volví a tratar de acceder a ella (después de serle entregada y ver su contenido) dejó de funcionar, pudiendo haber quedado la misma afectada", indica.
Esta última declaración sí concuerda con el testimonio de Iglesias ante el juez como testigo, y por tanto con la obligación de decir la verdad. Sin embargo, Dina Bousselham ha llegado a ella tras recurrir en numerosas contradicciones e imprecisiones.
La tercera contradicción relevante de la exdiputada de Podemos, y que ponen en duda la versión de Iglesias, también tiene relación con la tarjeta supuestamente entregada por Iglesias. Según su versión, al constatar que no podía abrir la memoria SD pensó en mandarla a Berlín (Alemania), para que allí una empresa especializada recuperara su contenido, que era muy valioso para ella. Sin embargo no llegó a hacerlo, pese a que entregó la misma al juez dentro de un sobre que tenía un matasellos de Alemania.
En su segunda declaración, según el auto de 25 de mayo del juez, Bousselham cambió nuevamente los hechos. Reconoció que había enviado la memoria SD a Alemania, y que por eso tenía un matasellos alemán. Pero los correos electrónicos aportados por la testigo muestran que en realidad fue su pareja, Ricardo Sá Ferreira, el que envió la tarjeta a una empresa madrileña, que remitió la misma a sus servicios centrales, situados en Gales (Reino Unido) y no en Alemania.
Cuarta contradicción
Y la cuarta contradicción de la exdiputada que ha detectado Vozpópuli está relacionada con la persona que entregó a Pablo Iglesias la memoria SD. En su primera declaración ante el juez, Bousselham asegura que su jefe había sido objeto de un chantaje, porque alguien quería venderle las fotos de su novia. Y en su testimonio Bousselham reconoce que no dio información sobre ello en su comparecencia ante la Policía, que se había celebrado unas semanas antes. Y justificó la ocultación de esos datos a los agentes al considerar que era "información confidencial" de Iglesias.
Sin embargo, esta declaración contrasta con el testimonio del propio Iglesias, y también del presidente del Grupo Zeta, Antonio Asensio, que al entregar la memoria en enero de 2016 aseguró al ahora vicepresidente segundo del Gobierno que no tenía intención de publicar las informaciones que se desprendieran de la tarjeta robada, porque consideraba que no tenía interés periodístico.
Aquí de nuevo la versión de las declaraciones de Bousselham está en entredicho, por lo que el juez García Castellón no ha descartado volverla a llamar para que confirme su último escrito, en el que exonera a Pablo Iglesias, o dé una versión completa de los hechos.
[Fuente: Por Tono Calleja y Liliana Ochoa, Vozpópuli, Madrid, 31may30]
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