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15abr19
El móvil del móvil de Dina Bousselham y los datos robados de Pablo Iglesias
La principal baza electoral de Pablo Iglesias para resucitar en las urnas tiene una anchura de 7,33 centímetros, una altura de 14,7 y una pantalla de cinco pulgadas. Es el móvil Sony Experia Z2 de su ex mano derecha en el Parlamento Europeo y actual secretaria de Migraciones de Podemos, Dina Bousselham (Tánger, 1990).
El aparato de esta joven marroquí, licenciada en Ciencias Políticas, ex futbolista y alumna matrícula de honor de Iglesias en la Complutense, contenía información que acabaría viendo la luz en 2016 en varios diarios digitales con el ánimo de desprestigiar al líder de Podemos. Una hilera de whatsapps con polémicas conversaciones sobre la presentadora Mariló Montero ("La azotaría hasta que sangre") e informes confidenciales de la formación sobre cómo preparar un careo televisivo con Albert Rivera ("Pablo Iglesias no debe pestañear 75 veces por minuto") durante la campaña electoral de 2016.
Iglesias, el principal afectado, no lo denunció en su momento a pesar de que era conocedor de que esa información podría haber partido del robo de la tarjeta de memoria del móvil a Dina. Tres años después se ha podido personar como parte perjudicada al albur de una investigación secreta en la Audiencia Nacional y está utilizando estos hechos en la campaña electoral para denunciar la existencia de una operación política organizada para desacreditarle.
Esta es la historia del móvil de una mujer, robado a las puertas de un centro comercial en noviembre de 2015 y que, finalmente, acabó apareciendo en los archivos del comisario José Manuel Villarejo, preso desde 2017. Y, entre medias, el viaje de esa misma tarjeta a través de distintos medios de comunicación hasta terminar con la dimisión del número dos de la Secretaría de Estado de Comunicación de Pedro Sánchez, Alberto Pozas. Queda por aclarar la motivación de toda esta historia... desde el despecho de una mujer no correspondida, a los celos de un hombre que se sentía engañado, pasando por la intervención de espías y policías para anular a un partido político. Como en Juego de Tronos, toda una maraña de conjeturas y versiones contradictorias que la Audiencia Nacional intenta aclarar.
¿Por qué Pablo Iglesias no lo denunció cuando esa información se publicó? Es lo que se preguntan ahora varios implicados en la investigación. Coinciden en su respuesta: "Porque él tenía esa tarjeta, sabía el tipo de información que contenía y, si lo denunciaba, corría el riesgo de que realmente se supiese que todo se debió a un ataque de cuernos y que pudiese aflorar su relación con Dina cuando empezaba con Irene Montero. Prefirió aguantar el chaparrón antes que dar pie a que aflorasen sus intimidades", afirma un ex trabajador de Interviú conocedor de cómo el móvil llegó a la revista.
Desde Podemos las versiones son distintas y señalan a la intervención de las "cloacas del Estado". Este lunes declaró como testigo el marido de Bousselham, el portugués Ricardo Sa Ferreira (Oporto, 1987). Ferreira es un sociólogo formado en las universidades de Kent y de Bruselas que en 2015 trabajaba en la Eurocámara como asesor del grupo Izquierda Unitaria Europea. Allí conoció a Dina y a Iglesias; después se vino con ellos a Madrid como parte de su equipo electoral. Se casaron en 2018 en Portugal (a su boda no acudió Iglesias pero sí Ramón Espinar y María Espinosa). Hoy es asesor de la secretaría general del partido. Ambos, Dina y Ricardo, son íntimos de Iglesias. Según fuentes judiciales, Sa Ferreira aseguró ante el juez, en contra de la versión sobre una posible venganza por celos, que él sólo fue consciente de que ella sufrió el robo del móvil en Ikea en noviembre de 2015, no teniendo nada que ver en la publicación de su contenido. También negó tener una razón personal para divulgar esa información.
Fuentes judiciales y de la desaparecida Interviú coinciden en señalar a Crónica el alto contenido íntimo de algunas de las imágenes del móvil de Dina que guardaba Villarejo. De ahí que no haya extrañado la petición que la abogada de Iglesias y de Bousselham ha cursado al juez García Castellón: que "adopte de forma urgente las medidas necesarias para proteger la intimidad y dignidad" de ambos.
Otras fuentes de Podemos no descartan la participación de otros aparatos de "inteligencia". Porque aunque Dina Bousselham siempre ha querido restar importancia a su relación con el partido marroquí Autenticidad y Modernidad (PAM) fundado por Fouad Ali el Himma, gran amigo del rey de Marruecos y vinculado a sus servicios secretos, lo cierto es que ella nunca ha negado su colaboración con esta formación durante su estancia como estudiante en París.
En su momento, Bousselham sí denunció en una comisaría el robo del móvil, pero Iglesias no hizo lo mismo cuando propietario del grupo Zeta, Antonio Asensio, le devolvió la tarjeta. Tampoco cuando empezaron a aparecer conversaciones primero en El Confidencial y después en Ok Diario. Pero si Interviú le había dado la tarjeta al líder de Podemos, ¿cómo era posible que otros medios accedieran a su contenido? Es la pregunta que se hicieron en su momento internamente en la dirección de Podemos. Desde el partido morado deslizaron a algunos periodistas que todo partía de uno de los participantes en esos chats. No hicieron ni mención a un móvil robado ni a Bousselham.
La respuesta al enigma de cómo llegó esa información a los dos digitales la ha conocido Iglesias estos días: en el registro al chalé de Villarejo apareció un pen drive con la información del móvil. Sabedor de que el comisario había tenido acceso a esos chats, tuvo claro que él era la fuente. El policía jubilado, según distintas fuentes, la había organizado de forma meticulosa y la había filtrado parcialmente a esos dos medios de su confianza. En cambio, ante el juez, Villarejo ha dicho que puso el material a disposición del director adjunto operativo de la Policía Nacional y que no hubo ningún robo en Ikea.
"Él dijo que una compañera de Dina en el Parlamento Europeo quiso vengarse de Iglesias y de Dina al enterarse de que mantenían una relación estrecha y que no se sentía correspondida por el macho alfa", dicen desde el entorno de Villarejo, que solía usar ese apodo para referirse a Iglesias.
Quedaba por resolver otra equis del enigma. ¿Cómo había llegado esa información al comisario? ¿Había él organizado el robo a las puertas de Ikea? La respuesta llegó con la declaración hace unos días del ex comisario en la Audiencia Nacional. Villarejo no titubeó y sus palabras hicieron tambalear a La Moncloa: acusó al número dos de la Secretaría de Estado de Comunicación y ex director de Interviú, Alberto Pozas, que no tardó en dimitir.
Fuentes judiciales informan de que Pozas, en su declaración ante el juez el pasado lunes, planteó una versión extraña y enrevesada. Según el periodista, que entró como testigo y salió como imputado, la tarjeta fue enviada a la revista a través de una carta anónima de una persona que se encontró la tarjeta en una habitación de un hotel donde se había hospedado Dina Bousselham un día antes. El juez ha decidido no tomarle nueva declaración hasta que pasen las elecciones. El móvil del móvil sigue sin esclarecerse.
[Fuente: Por Javier Castro Villacañas y Javier Negre, El Mundo, Madrid, 15abr19]
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