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14mar15
Pedralbes: la venta de nunca acabar del palacete
Tenían hasta las obras de reforma encargadas. Cristina de Borbón e Iñaki Urdangarin no son los únicos con prisa por vender su casa. Los futuros compradores tienen ganas de entrar a vivir en el mal llamado 'palacete', pero habrán de esperar. Al menos dos meses más. Porque el sindicato Manos Limpias ha pedido al juez del Caso Noós que no autorice la venta del inmueble y las partes han decidido parar la transacción durante este tiempo para aclarar el proceso, tal y como confirman a LOC fuentes de la agencia inmobiliaria Coldwell Maxwell, una de las partes implicadas.
El comprador de la vivienda no es ni un misterioso magnate extranjero ni un jugador de fútbol ni un fondo de inversión, los nuevos propietarios son gente "normal y corriente, de Barcelona y con dinero, claro", según ha podido saber LOC. "Una familia numerosa que ha querido aprovechar que el precio de la casa se ha rebajado por la necesidad urgente de sus antiguos dueños de venderla".
Los duques de Palma pedían 9,8 millones por un inmueble que les costó casi seis en 2004 (a lo que hay que sumar los casi tres millones por las reformas). Lo han vendido esta semana por 6,95 millones a una familia, insistimos, de Barcelona. "Hemos alucinado con las cosas que se han dicho, ha sido una operación de lo más sencilla", han asegurado a LOC fuentes cercanas a la operación.
La firma de la compraventa estaba prevista para esta semana pero se ha aplazado en el último momento. Los duques quieren borrar sus recuerdos. Olvidar los insultos a los niños en el colegio, las persecuciones calle arriba y calle abajo, los abucheos en el Club de Tenis, la soledad en los partidos de balonmano. La infanta Cristina se instaló en Barcelona buscando su lugar en la vida y lo encontró, vaya si lo hizo. Pero no era el lugar que el destino le tenía preparado. Esta semana se habían de firmar los papeles de la compraventa de su casa en la calle Elisenda de Pinós para poder cerrar una etapa llena de contradicciones.
Cuando tengan las llaves de la casa ya en sus manos, los nuevos propietarios tienen claro que hay que reformar (sí, de nuevo) la vivienda, puesto que "está muy deteriorada". Las obras iban a empezar esta misma semana, señalaron a LOC las mismas fuentes. No serán reformas en profundidad, se trata más bien de adecuar la vivienda, "adecentarla" para entrar a vivir, algo que pensaban hacer sus nuevos dueños antes de verano.
La transacción no está siendo un caminito de rosas. Para evitar que el nombre de los compradores, que quieren estar "tranquilos", saliera a la luz, se hizo a través de un representante legal, el abogado barcelonés Miquel Terrasa Monasterio. Este consultor ha sido el encargado de tramitar toda la burocracia y lo ha hecho casi en secreto. La venta debía autorizarla el juez. Y en esta documentación aparecía el nombre del abogado. Si él no se hubiera encargado, el nombre del verdadero interesado ya se habría publicado.
Extremadamente discreto, Terrassa Monasterio trabajó desde enero en Price Waterhouse Coopers, a donde llegó desde KPMG. Sólo ha hablado para pedir que no le relacionen con Iñaki Urdangarin, de quien se dijo que eran amigos y a quien Terrasa afirma no conocer siquiera. Incluso en PWC insisten: "No hay vínculo". Ya nadie quiere a los Urdagarin cerca, ni siquiera su familia real, y ellos lo saben, por lo que la venta del palacete supone el último paso del matrimonio para alejarse de una ciudad que un día lo fue todo y que ahora es un infierno para ellos.
Fue esta casa la fuente de muchas de las desgracias de la pareja. Cuando lo adquirieron saltaron las alarmas para muchos, puesto que su elevado precio no concordaba con sus sueldos, de altos ejecutivos pero no de multimillonarios. El Rey Juan Carlos les ayudó con un préstamo de 1,5 millones y muchas voces apuntaron que él fue el responsable de que se decantaran por esta casa, puesto que está delante de la Clínica Planas, adonde acudía el monarca para someterse a tratamientos médicos. Otras fuentes, no obstante, dijeron que fue la Reina Sofía, muy unida a Cristina, la que escogió la vivienda.
Las grandes ambiciones de Urdangarin pasaban por tener una casa como esa. "Él siempre decía que no quería ser un florero, como su cuñado Marichalar, y comprar esa mansión con su dinero era una demostración de fuerza", recuerda a LOC una persona muy cercana Urdangarin. Esta misma fuente habla de la fiesta sorpresa que organizaron en la vivienda por el 40 cumpleaños del duque como un hecho crucial.
Letizia, 'incómoda'
Allí estaban los entonces Príncipes de Asturias, a quienes Iñaki pidió ayuda. Los invitados a aquella fiesta notaron el distanciamiento entre ambas parejas. "Letizia no se mezcló con nadie, tiraba de chaqueta de su marido, estaba incómoda", añaden, para recordar después cómo la petición de ayuda terminó en enfrentamiento entre ambos que terminó por enfriar las relaciones definitivamente.
Los duques de Palma fueron en su día un reclamo para la alta burguesía de Barcelona. Eran los invitados estrella de muchas fiestas, como las que organizan Sol Daurella (Cobega) y Carles Vilarrubí (FC Barcelona) en su casa de Pedralbes. Allí acudía un pletórico Iñaki Urdangarin, quien se codeaba con lo mejorcito de la ciudad pese a que muchos miembros de la high barcelonesa se mostraban quejosos de que el matrimonio se relacionara poco con ellos. Sobre todo la Infanta, que prefería pasar desapercibida y solía compartir su tiempo libre con los amigos de toda la vida. Su círculo se centraba en su prima Alexia de Grecia y algún que otro deportista, como los ex regatistas Roberto Molina y su mujer, Cristina Fernández.
Cristina siempre luchó por ser una más, incluso entre los padres del Liceo Francés, donde estudiaban sus cuatro hijos. Era algo difícil. Algunos recuerdan a LOC como "al principio, muchos se morían por hacerse amigos de la pareja, que siempre andaba rodeada de padres que les hacían la pelota, algo que cambió cuando Urdangarin fue imputado. Entonces, se les empezó a hacer un vacío que quedó en evidencia el último año que vivieron aquí, cuando en la función de Navidad del colegio Iñaki estuvo al fondo de la sala, de pie, y nadie le saludó". La situación se fue radicalizando y los niños llegaron a sentirse acosados, uno de los principales motivos por los que decidieron mudarse a Ginebra, donde viven desde 2013. Entonces pusieron en venta la casa. Aparecía en algunas webs de inmobiliarias exclusivas, donde se veían ver fotos del lujoso inmueble.
La vivienda está en una parcela de 2.107 metros cuadrados, de los que 1.049 son construidos y repartidos en tres plantas, con jardín, piscina, gimnasio, 10 baños, siete habitaciones. El edificio forma parte de un complejo mayor en el que se levantaron tres casas y que fue proyectado en 1953 por el arquitecto José María Villalonga para sus hijos. "No nos gusta nada de nada", han declarado a LOC los descendientes del arquitecto. Algunos de ellos han vivido allí hasta hace bien poco, y vieron con asombro cómo los Urdangarin reformaban su casa hasta dejarla irreconocible (quitaron, por ejemplo, las ocho ventanas de estilo francés que tenían las tres casas y pusieron unas enormes cristaleras). Las obras duraron seis años, de 2004 (la compraron en octubre de ese año) a 2010, y costaron 2.976.056,31 millones de euros, tal y como consta en un informe de la Agencia Tributaria remitido al juzgado del Caso Noós.
La venta la tuvo que autorizar el juez José Castro, quien impuso una sola condición para dar su aprobación: Urdangarin debe depositar el dinero obtenido en una cuenta de los juzgados de Palma para liquidar parte de la fianza que se le impuso (debe en total 13,5 millones de euros). La mitad de la casa estaba embargada (eran propietarios al 50% los dos miembros del matrimonio) desde noviembre de 2013, cuando el magistrado ordenó el bloqueo de todos los bienes del duque de Palma, entre lo que se encuentran varios pisos y plazas de parking (15 bienes en total), además del palacete.
Lejos de bajar la cabeza, el cuñado del Rey Felipe VI interpuso un recurso contra el auto del juez que autorizaba la venta de la casa y reclamó poder pagar sus deudas a Hacienda con parte del dinero, a lo que el juez se opuso frontalmente. En abril vence el plazo que tiene el duque para saldar lo que debe a los juzgados, por lo que la venta del inmueble le facilitará mucho las cosas.
Barcelona, la ciudad que fuera el refugio de Cristina de Borbón durante años, se convirtió con el tiempo en una trampa mortal. Poco se les verá por sus calles de ahora en adelante, ni siquiera para visitar a la hermana mayor del duque, Ana Urdangarin, que vive en el barrio del Putxet, donde la madre pasa largas temporadas. Con el acuerdo cerrado, a la espera de que el juez decida su acepta la petición de Manos Limpias, Iñaki y Cristina comparten ahora la urgencia con una familia de Barcelona, que quiere adquirir el 'palacete' y convertirlo así en tan un recuerdo.
El pecado original
El palacete de Pedralbes se ha convertido en el panteón donde yacen para siempre las fallidas ambiciones de Iñaki Urdangarin y la Infanta Cristina que, un buen día, decidieron vivir como multimillonarios. La originaria casa torre de Elisenda de Pinós, de la que ya no queda nada porque fue remodelada al completo por la pareja, se ha convertido en la perdición del matrimonio Urdangarin-Borbón como lo fue el piso de la palmesana calle San Felio para Jaume Matas o el más reciente ático dúplex en la Costa del Sol para Ignacio González.
El duque de Palma confesó a sus amigos que su suegro le había dicho que no podía seguir teniendo a su hija viviendo en un piso cuando siempre lo había hecho en un palacio y que buscara algo mucho mejor. Urdangarin le replicó, en un arranque de sinceridad, que no podía hacer frente a la adquisición de la nueva casa de Pedralbes por sí solo.
Hizo sus cuentas a mano en un papel junto a sus asesores y comprobó que sólo desviándose fondos procedentes del Instituto "sin ánimo de lucro" Nóos podría pagar la hipoteca. Don Juan Carlos dio el empujón definitivo y le dijo que ya le ayudaría a pagarla. Y así fue.
El entonces Rey transfirió a Iñaki y Cristina 1,2 millones de euros para desbloquear la operación de financiación de La Caixa, camuflando la donación como un préstamo y bordeando, de no ser por la prescripción, el delito fiscal.
E Iñaki cumplió con su parte del plan previsto y utilizó los fondos de origen público para sufragar la mansión, que acabó costando, adquisición y reforma incluida, unos nueve millones de euros. La acuciante necesidad de liquidez que generó la operación obligó a los duques a meter la mano en la caja de Nóos y a incurrir en un pecado original que sólo la venta puede ayudar a expiar. / Esteban Urreiztieta es el periodista que destapó el escándalo del 'caso Nóos'. Ha escrito los libros 'Urdangarin' y 'La intocable' (La Esfera)
[Fuente: Por Silvia Taulés, El Mundo, Madrid, 14mar15]
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