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10jun17
Muere en Londres el traficante de armas Adnan Kashoggi
Fue uno de los ejes sobre los que pivotó la «jet-set» marbellí en los años 80. Adnan Khashoggi (1935-2017) llegó a ser el hombre más rico del mundo con una fortuna estimada de 40.000 millones de dólares. Su última aparición se produjo en Montecarlo durante la gala de la Cruz Roja del pasado 23 de julio, que presidieron los príncipes Alberto y Charlene de Mónaco. Se le pudo ver desmejorado por el parkinson y apoyado en un bastón dos días antes de su 81 cumpleaños. Finalmente, se apagó en el hospital St. Thomas de Londres. La noticia la confirmó su biógrafo, Roberto Tumbarello, el pasado martes. El hombre que era capaz de conseguir cualquier cosa -Mister Fix-it era su apodo- nació en La Meca y murió en Londres tras una vida de lujo, poder e influencia que no pudo parar ni su caída en desgracia a principios de los 90.
La defunción desató la memoria de una Marbella que recuerda con anhelo una época en la que trabajar para los árabes suponía embolsarse cantidades de dinero inimaginables en la España de aquellos años. «Cuando comencé aquí ganaba 500.000 pesetas al mes, más del triple de mi sueldo como Policía Nacional», explica un veterano guarda de seguridad de los palacios de la Realeza Saudí en la Milla de Oro de la ciudad. Fue a finales de los 70 cuando el Rey Fahd llegó a la ciudad para convertirla en su lugar de vacaciones, desde entonces todo cambió. Se produjo el gran desembarco árabe y las estrellas internacionales se rindieron al dinero del petróleo.
Entre ellos llegó Adnan Khashoggi, que había aprovechado sus buenas relaciones con los jefes de Estado y empresarios en Oriente Medio, Estados Unidos y Europa para ser el principal suministrador de armamento para las guerras en Oriente Próximo. Las galas benéficas, que aún hoy sobrepasan el centenar en la ciudad, eran una oportunidad para blanquear el dinero procedente de los conflictos. Las fiestas de Khashoggi, que podían durar una semana, fueron parte de su estrategia para ser la luz que más brillaba en la noche marbellí y para invertir el dinero de las armas en cultivar lazos de influencia al más alto nivel.
Por la mansión en medio de 5.000 hectáreas de campo, llamada «Al Baraka», pasaron los más ilustres del momento. Si no se estaba allí es que no se era nadie en la ciudad. Jesús Gil era un fijo, también los habituales marbellís como Jaime de Mora. En las imágenes de la época se puede ver a la aristocracia alemana asentada en Marbella bailar en sus fiestas y a reyes, príncipes, jefes de Estado, poderosos empresarios o estrellas de cine, como Brooke Shields, George Hamilton o Sofía Loren, Charles Chaplin y Elizabeth Taylor.
El yate «Nabila» fue el más grande y lujoso de la época. Usado en la saga de James Bond, contaba con letras de platino y una morgue. Se le podía ver en la zona más noble de Puerto Banús, junto a los edificios de Benabola, ahora en manos de la familia de Rifaat Al-Assad. «Toda la documentación e imágenes de esa época desaparecieron del archivo», explican en la empresa gestora del puerto, que achacan la pérdida a un cambio en la dirección de comunicación del afamado enclave. La embarcación pasó a manos del sultán de Brunéi, que se la vendió al actual presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Ahora es propiedad del príncipe saudí Al-Waleed, que lo ha devuelto a los atraques de Marbella.
En 1986 comenzó su derrumbe. «Estados Unidos le dejó caer por sus negocios con Irán», relata quien le conoció en aquella época, que recuerda que la versión oficial es que fue encarcelado por blanquear cien millones de dólares, que el dictador filipino Ferdinand Marcos había robado de las arcas del estado para su exilio en Hawai. Eran las alianzas que le habían llevado a ser uno de los hombres más influyentes del planeta. Desayunaba con Richard Nixon o el dictador de Zaire Mobutu. Su única ideología era el dinero y el poder.
Fue un amante incansable y se le atribuyen 11 hijos, aunque en Marbella se recuerda siempre a Nabila. En uno de esos rincones secretos de la ciudad todavía se conserva una silla de montar que Hermès hizo en exclusiva como regalo de cumpleaños en piel de cocodrilo roja. Rareza de precio incalculable que se guarda como un tesoro entre las reliquias que la familia dejó tras su marcha. «Sólo hay dos de estas. La otra es un duplicado que Hermes hizo para su museo particular», explica quien la conserva en su funda original.
Khashoggi deja dos viudas. Laura Biancolini, italiana que se convirtió al islam bajo el nombre de Lamia, que le acompañó en los últimos años de su vida y en cuya relación concibieron a Alí. También deja a la iraní Shahpari Zanganeh con quien tuvo dos hijos: Khamal y Samiha. Y a quien se le conoce en la actualidad por ser la mediadora en las negociaciones entre España y Arabia Saudí para llevar el tren de alta velocidad a La Meca. Nabila, Mohamed, Omar y Khaled Hussein son sus primeros vástagos, fruto de la relación que tuvo con Sandra Daly (Soroya), que acabó en divorcio en los 80 al tener ella un hijo con otro hombre.
El desamor fue un aviso de lo que estaba por venir. El proceso de 1986 llevó a que tuviera que vender parte de sus bienes y a que otrs fuesen embargados. La familia ya no conserva propiedades en Marbella. Lo último de lo que se desprendieron fue un apartamento en Puerto Banús. Aunque lo más significativo fue cuando en 1989 su mansión fue embargada. Tiempo después el National Commerzbank de Jeddah la sacó a subasta por 40 millones de dólares con el Banco Exterior de España como maestro de ceremonias. La puja quedó desierta, pero en una segunda ronda un grupo de inversores españoles, suizos, alemanes y norteamericanos, con Enrique Pérez Flores a la cabeza, se hizo con ella por 36 millones de dólares. Ahora es La Zagaleta, el resort más lujoso, privado y exclusivo de Europa, un lugar donde una residencia puede llegar costar más de 90 millones de euros.
[Fuente: Por J.J. Maduelo, ABC, Madrid, 10jun17]
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