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12ago18
Delso, CaixaBank y el virrey corrupto de Isolux
Que Argentina, como España, ha sido un país permeable con el dinero público, es algo aceptado socialmente por los propios lugareños. Pero que algunos de los que presuntamente se llevaron el dinero con sacas estén dispuestos a confesar, ocurre pocas veces. Ni acá ni allá. O ninguna hasta esta semana, cuando el chófer de un conocido alto cargo público detalló la ruta de la plata, mucha de ella española, con destino final a personalidades del Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
Lo hizo Juan Carlos de Goycoechea, presidente de Isolux Latinoamérica, incluido su país natal. Tras recibir una orden de detención, pactó con el juez su confesión a cambio de rebajar la pena de cárcel. Y admitió que en la construcción de la Central Térmica de Rio Turbio, concedida a la española Isolux, se desvió mucho dinero. Menos, no obstante, del que denunció en su día José Luís Perea, el ingeniero que Madrid envió a la Patagonía argentina a resolver un supuesto problema de gestión.
Isolux consiguió el contrato de la obra en 2011 por unos 650 millones de dólares, pero cuando este año el Gobierno de Macri decidió rescindirle el proyecto por incumplimiento, el coste se había disparado hasta los 1.600 millones de dólares. Por el camino, De Goycoechea, el directivo convicto, manejó la obra a su antojo, subcontratando partes de la central por tres veces su precio original, encargando piezas defectuosas a empresas para después contratar a una tercera para que las arreglase, como puso de manifiesto El Confidencial en el informe interno donde se denunció la corrupción y publicado hace un año.
La pregunta es cómo era posible que un señor desde un inhóspito terreno próximo a Tierra de Fuego pudiese hacer y deshacer a su antojo sin que desde la sede social de Isolux en Madrid se pusiese freno a tales desmanes. Especialmente si se tiene en cuenta que en el consejo de administración de la compañía de ingeniería estaba sentada Caixabank, con casi un 30% del capital, y expoliticos como Antonio Hernández Mancha, exlíder del PP, y Javier Gómez Navarro, ex ministro de Comercio y Turismo en la última etapa de Felipe González, y presidente de la comisión de nombramientos y retribuciones.
Una fuente conocedora de los hechos relata que “un subcontratista de Argentina, la empresa KRK, me dijo como debía que facturar. Y algunas facturas había que pagarlas a Panamá o Dubai. Y eso estaba acordado con Lucho”, en referencia a Luis Delso, el presidente de Isolux hasta el verano de 2016, cuando la banca tuvo que realizar el primer rescate del grupo de construcción.
Delso, que compró un apartamento en el lujoso barrio de La Recoleta de Buenos Aires, valorado en unos 2 millones de euros, salió de la empresa sin que sobre él cayese ninguna responsabilidad, pese a que apenas diez meses después el holding entrase en concurso de acreedores, con un agujero patrimonial de 3.800 millones de euros.
Nadie, ni el consejo de administración que le relevó, presidido por Nemesio Fernández-Cuesta, le pidió cuentas. “Hubo un pacto con La Caixa. Se le quitaba la presidencia, pero no se levantaban las alfombras porque salpicaba a los propios consejeros del banco y a muchos políticos”, explican fuentes próximas a Isolux. Porque en su consejo también estaban Angel Serrano, que fue subsecretario del ministerio de Comercio y Turismo con Felipe González, consejero de Repsol, del Instituto de Crédito Oficial (ICO), del Instituto Nacional de Industrial (INI) y de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (Sepi).
También tuvo asiento, José Luis Ros que ocupó diferentes cargos como diputado y senador dentro del Grupo Socialista. Y que fue consejero de Industria de Castilla-La Mancha. El último consejero independiente con vinculaciones públicas era Francisco Moure, uno de los beneficiados por las 'tarjetas black' de Bankia, con gastos de 122.275 euros. Nadie alzó la voz.
Al contrario. A José Luís Perea lo echaron al poco de llegar Fernández-Cuesta por lo "incómodo" que eran sus informes sobre la central de Rio Turbio. Lo despacharon sin más, mientras a Delso y a su lugarteniente, Antonio Gomis, se les aprobó unas indemnizaciones millonarias. Solo cuando el Santander se negó a aprobar el segundo rescate de Isolux, una vez perimetrado bien el agujero del grupo en enero de 2017, se decidió rebuscar en el fango.
Y se encontró que Juan Carlos de Goycoechea, conocido como el virrey, y su hermano, Javier de Goycoechea, al que apodaron el Torrente de la Pampa, en referencia a las películas sobre el peculiar detective del actor y director, Santiago Segura, desviaban dinero a cuentas personales. "Vimos muchas irregularidades que no tenían justificación. Pero sobre todo los cheques posdatados", detallan desde dentro de Isolux para explicar que el presidente de la compañía en Latinoamérica se quedaba con plata para su uso particular. En resumen, metía la mano en el cajón con permiso, según fuentes del consejo de Isolux, del anterior equipo gestor.
Las amenazas de Baratta
Los que quisieron advertir lo que pasaba en Argentina y, en concreto en Rio Turbio, sufrieron todo tipo de atropellos. "Sufrimos presiones Presiones del Ministerio de Obras Públicas. A los ingenierios españoles, les quería hacer dormir en cabañas compartidas, no les asignaban vehículos ni ordenadores pese a que Isolux Argentina le daba viviendas de lujo y coches a subcontratas. Javier de Goycoechea presumía de controlar a la policía, que detuvo a mis compañeros por no tener permisos de trabajo que la filial de Buenos Aires no tramitaba a propósito. Pasaron la tarde en un sórdido calabozo", agregan con precisión.
"Todos los subcontratistas estaban tocados políticamente. No solo era coimas políticas, sino que parte de la obra se quedaba con dinero del proyecto", añaden a la descripción de hechos. Fiel reflejo de estas presiones fue una reunión con Roberto Baratta, viceprimerministro de Cristina Fernández de Kirchner. "Cuando vio que se quiso poner orden, Baratta nos dijo literalmente que ustedes han venido a que les chupe la polla. Le dijimos que habíamos venido a trabajar. Pero nos replicó y nos aseveró: primero le voy a chupar la polla y después le voy a romper el culo".
Baratta, la mano derecha de Julio de Vido, ministro de Planificación y número dos de Kirchner, entró en prisión. Su chófer, Oscar Centeno, cronista de la ruta de la plata que ha provocado un seísmo en Argentina y de la que en Madrid y Barcelona se guarda todavía un gran silencio, también fue encarcelado de forma preventiva, aunque abandonó la cárcel recientemente.
[Fuente: Por Agustín Marco, El Confidencial, Madrid, 12ago18]
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