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16abr10


Garzón utiliza a Zapatero, Gallardón y Rato como coartada ante el Supremo


Baltasar Garzón, que declaró ayer como imputado ante el Tribunal Supremo por presunto cohecho y prevaricación, tenía reservado un golpe de efecto. Cuando el juez que instruye la causa por los pagos del Banco Santander le preguntó por qué trató con tanto "afecto" a Emilio Botín -"Querido Emilio", encabezó las cartas en las que agradecía al presidente de la entidad la financiación recibida para sus seminarios en la Universidad de Nueva York-, el magistrado de la Audiencia Nacional respondió: "Es mi forma habitual de expresarme". Y sacó entonces un grueso mazo de cartas dirigidas a políticos de primera fila, entre ellas una que envió a José Luis Rodríguez Zapatero y que arranca así: "Querido José Luis".

Esa carta no fue la única que Garzón puso sobre la mesa del juez Manuel Marchena para justificar la familiaridad con la que trata a los que él mismo definió como "personalidades". También mostró al juez que instruye la causa otras cuatro misivas dirigidas al presidente del PP, Mariano Rajoy; al presidente de Caja Madrid, Rodrigo Rato; al alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, y al portavoz del PSOE en el Parlamento Europeo, Juan Fernando López Aguilar, todas encabezadas con el consiguiente "Querido Mariano", "Querido Rodrigo", "Querido Alberto"...

Garzón explicó al juez que siempre comienza las cartas a sus interlocutores con un "querido..." y las rubrica con "un abrazo", igual que hizo con las dos que envió a Botín en 2005 y 2006. Y aseguró que también empleó esa misma fórmula con el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos; la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, o el ex presidente del Gobierno Felipe González. Pero, a diferencia de lo que supuestamente hizo con Botín, a ninguna de esas "personalidades" les reclamó dinero para financiar su estancia académica en Estados Unidos.

Garzón, contra las cuerdas

El juez Marchena, que le sometió a un durísimo interrogatorio de más de cuatro horas, puso en varios momentos a Garzón contra las cuerdas. Como cuando le mostró una de las cartas que envió al presidente del Banco Santander encabezada con el acostumbrado "Querido Emilio", en la que le decía: "Te mando la propuesta de seminario, que se celebrará si disponemos de financiación suficiente (...). Te adjunto la propuesta y el presupuesto". Botín accedió y contribuyó con 302.000 dólares a los dos seminarios que Garzón dirigió en el Centro Rey Juan Carlos de la Universidad de Nueva York entre 2005 y 2006. Pero el magistrado de la Audiencia Nacional negó lo que parecía evidente. Y aseguró que jamás se dirigió al Banco Santander para pedir fondos. "Esa gestión la realizaron las autoridades académicas de la Universidad de Nueva York", dijo.

Marchena volvió a la carga. Y le preguntó por qué la página web de la Universidad de Nueva York, en su memoria anual, aseguraba que fue el propio Garzón quien "obtuvo los fondos necesarios" para financiar los seminarios. "Que quede constancia de que se trata de una página web y que desconozco quién la confeccionó. Nadie habló conmigo en ningún momento ni me pidió si esa página era correcta o incorrecta", respondió el magistrado de la Audiencia Nacional.

El juez instructor de la causa también le preguntó si informó a las autoridades académicas de la Universidad de Nueva York de que, mientras impartía sus clases y seminarios -por las que cobraba más de 10.000 dólares mensuales-, seguía percibiendo su sueldo como magistrado de la Audiencia Nacional. "Nunca me lo preguntaron", fue su lacónica respuesta. Y añadió que si continuó cobrando su salario en España fue "para cubrir las necesidades familiares de aquí". Marchena le interrogó entonces acerca de si comunicó al Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) las cantidades que ingresaba por su actividad académica en Estados Unidos, y respondió: "No me lo solicitaron".

Guardaespaldas, asistenta, viajes...

Además de los 302.000 dólares con los que el Banco Santander financió los seminarios que Garzón impartió en el Centro Rey Juan Carlos, el magistrado de la Audiencia Nacional cobró 10.689 dólares mensuales por las clases que impartió en la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York; ingresó su sueldo íntegro de magistrado, pese a que no ejerció funciones jurisdiccionales; tuvo guardaespaldas y asistenta personal, cuyo salario -20.400 dólares- y el alquiler del apartamento que ésta ocupó en la ciudad -12.600 dólares- fueron cubiertos, supuestamente, con los fondos del Banco Santander; dispuso de otros 21.152 dólares para cubrir sus gastos de viaje a Estados Unidos, y obtuvo 21.650 dólares más para costear la matrícula de su hija en la elitista Escuela Internacional de las Naciones Unidas.

El juez Marchena mostró más tarde a Garzón la segunda carta que remitió a Botín desde Nueva York, con fecha 20 de enero de 2006, en la que el magistrado de la Audiencia Nacional alude a una "conversación de Navidades", y en la que, según Marchena, "parece condicionarse la celebración de un seminario sobre Derechos Humanos y Seguridad Jurídica a la disposición de financiación suficiente". En la carta, Garzón dice a Botín: "Es una propuesta [económica] bastante completa que someto a tu consideración". Y concluye: "Quedo a la espera de tus noticias".

"A la vista de este documento", dijo entonces Marchena, "¿estima el declarante que no tuvo nada que ver con la financiación de los cursos?". Y Garzón respondió: "No estimo, sino afirmo, que no tuve nada que ver. Y supongo que la conversación de Navidades sería la propia de una conversación para felicitar las fiestas". Finalmente, aseguró que no cobró "ni un solo dólar, ni un solo centavo" del Banco Santander.

Garzón se distancia de quienes le apoyan

Garzón abandonó el Tribunal Supremo sin hacer declaraciones a los periodistas que le esperaban a la salida. Pero su abogado, Enrique Molina, aseguró que las manifestaciones que vienen sucediéndose en los últimos días en apoyo de su cliente "le perjudican" en su estrategia de defensa. "A mí no me gustan. Cualquier manifestación que se haga para perturbar el orden o el sosiego de un tribunal de justicia perjudica al propio encausado", señaló.

Molina pidió "prudencia y paciencia" a los colectivos de defensa de la memoria histórica que se están manifestando desde que el Tribunal Supremo abriera una causa por prevaricación contra Garzón por investigar los crímenes de la Guerra Civil y el franquismo. "Paciencia porque todo llegará a su fin", concluyó el abogado.

[Fuente: El Confidencial, Madrid, 16abr10]

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