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17dic09
Garzón mintió y vulneró su deber de abstenerse
Han sido tantas las tropelías, los abusos, los torcimientos de la ley de Baltasar Garzón que sería un error asimilar como un episodio más la información que hoy publica EL MUNDO. Estamos ante unos hechos de una inusitada gravedad, incompatibles con el ejercicio de la función jurisdiccional.
Hay que recordar que el Supremo había reabierto en septiembre pasado la investigación sobre el patrocinio por parte del Banco Santander de varios cursos impartidos por Garzón en Nueva York. El Consejo General del Poder Judicial le había exonerado previamente sin investigación alguna en el plano disciplinario.
Ahora el jefe de la asesoría jurídica del Santander se ha visto requerido por el Supremo a aportar una serie de documentos que demuestran de manera tajante y fuera de toda duda que Garzón se dirigió por iniciativa propia en abril de 2005 a esta entidad para que financiara sus actividades en Nueva York. Garzón había negado siempre este extremo, alegando que él había sido contratado por la Universidad y no había intervenido en el patrocinio.
La documentación revela que Garzón comió en Nueva York el 21 de abril de 2005 con Gonzalo de las Heras, director general del Santander en EEUU, al que le pidió que el banco le financiara un curso en la Universidad de Nueva York. La respuesta no tardó en llegar: el 16 de mayo el Santander transfiere 169.000 dólares a ese centro. El 10 de junio, Garzón escribe una carta a Emilio Botín en la que le da la gracias. En la firma hace constar su condición de «magistrado-juez» para que su destinatario no deje de tenerlo en cuenta. El 20 de enero de 2006, Garzón se dirige directamente a Botín para solicitarle la financiación de un segundo curso sobre derechos humanos. «Te adjunto la propuesta y el presupuesto», escribe. Increíble pero cierto. Diez días después, el juez le da la gracias al banquero por la nueva respuesta positiva a su petición. Se lo agradece con «un gran abrazo».
En total, la aportación del Santander para financiar los cursos de Garzón ascendió a 302.000 dólares. La Universidad de Nueva York le pagó un sueldo de 160.000 dólares por otras actividades mientras seguía percibiendo su nómina de juez.
Tras reintegrarse a su juzgado de la Audiencia Nacional, Garzón recibió una querella contra Emilio Botín por apropiación indebida en una sociedad llamada SCI Gestión. El 27 de noviembre de 2006, Garzón archivó la querella sin abstenerse. Es muy posible que esa querella careciera de fundamento, pero Garzón no estaba capacitado para decidir ni legal ni éticamente. Debería haberse abstenido sin molestarse en leer su contenido. En su pliego de descargos ante el Consejo General del Poder Judicial, Garzón dice literalmente que no abstuvo en esta causa porque no hay «ninguna relación directa ni indirecta con la entidad, ni de carácter económico ni de otro tipo». Su desvergüenza no tiene límites ya que sí había una evidente relación «de carácter económico»: el Santander se había gastado 302.000 dólares en financiar sus cursos a requerimiento suyo.
Garzón siempre se había cubierto con el argumento de que le pagaba la Universidad de Nueva York, pero lo que demuestran estos documentos es que el magistrado se dirigió a Botín -y no a la viceversa- para que el Santander le financiara. Ello destruye la apariencia de imparcialidad con la que cualquier juez tiene que actuar en una causa.
Todo indica que Garzón ha cometido al menos una falta grave al no haberse abstenido en la querella contra Botín, como le obligaba la Ley Orgánica del Poder Judicial, que en el artículo 219.10 establece como motivo de abstención «tener interés directo o indirecto» en el pleito. Pero además Garzón mintió, engañó al CGPJ e intentó ocultar que él había pedido a Botín la financiación de sus cursos, algo absolutamente improcedente en un juez. Veremos si de nuevo sus protectores políticos y mediáticos intentan que su bochornosa conducta quede impune.
[Fuente: El Mundo, Editorial, Madrid, 17dic09]
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