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15oct07
Violenta y xenófoba, revive la ultraderecha en España
En medio de una programada exaltación patriótica y el ondear de banderas han reaparecido en la vida política española los grupos de ultraderecha con su mensaje cargado de un nacionalismo agresivo, xenofobia y violencia.
En las últimas semanas los separatistas radicales catalanes iniciaron una escalada de confrontación que se prolongó con incidentes de nacionalistas independentistas en el País Vasco. Estos excesos provocaron, como siempre, expresiones cada vez más emocionales de un españolismo que la derecha utiliza como catalizador de resentimientos para capitalizar votos en una crispada contienda preelectoral.
Los conservadores lanzaron una campaña "Somos España" que exhortaba a realizar actos que demostraran el "orgullo de ser español" y a multiplicar las exhibiciones de la bandera española con motivo del Día de la Hispanidad. Algunos balcones fueron engalanados con la enseña nacional como en otros años, pero no se produjo la avalancha de colores patrios que se pretendía.
El viernes pasado, la defensa furibunda de España pareció encarnarse en grupos conservadores que presenciaban el desfile militar presidido por el Rey y prodigaron, como se esperaba, abucheos y silbidos contra el presidente del gobierno, el socialista José Luis Rodriguez Zapatero.
Los más activos fueron los grupos de ultraderecha que volvieron a exhibir sus vestimentas semimilitares, las banderas y símbolos de la época franquista, los saludos fascistas y el reiterado canto del "Cara al Sol", el himno falangista. Estas manifestaciones se repitieron en San Sebastián donde viajaron tres grupos ultras que pidieron la cámara de gas para los presos vascos y prometieron que "Falange armada, ETA acabada".
En Valencia la escenificación ultraderechista estuvo a cargo de "España 2000", miles de cuyos simpatizantes comenzaron su reunión quemando fotografías de Carod Rovira, el líder de Esquerra Republicana de Catalunya y del presidente vasco, Juan José Ibarretxe.
Los presentes no ahorraron símbolos extremistas, botas ni indumentaria paramilitar. La demostración cargó contra los inmigrantes y coreó "Los españoles primero", "Orgullos de ser españoles" "Menos pateras, (el endeble barquito que trae a los inmigrantes) que cierren las fronteras", "La inmigración destruye la nación", "Moros no, España no es un zoo".
A los separatistas, Rodríguez Zapatero y los rojos en general se les mentó la madre reiteradamente. En medio de este clima exaltado comenzó la marcha que abría una señorita a caballo ondeando una bandera (española). La seguía una rotunda banda de tambores y unas hileras de jóvenes con antorchas en la mano. Después una descomunal insignia nacional de 30 por 15 metros y 90 kilos de peso.
A un vecino que alzó una bandera nacional se le obsequió el "Cara al sol" y un bosque de brazos en alto. Una joven presentó desde un balcón una bandera roja y recibió una catarata de insultos. Quienes portaban las antorchas comenzaron a brincar cantando, en medio del chisporroteo,: "¡El que no salta es un p... rojo!". Al final, todo acabó sin mayores incidentes y la amazona se alejó del lugar al trotecito, entre aplausos.
¿Que es todo esto?. Una de las características más positivas del Partido Popular fue que logró englobar al centro y la derecha incluso en sus expresiones más ultras. Ahora, el feroz enfrentamiento con los socialistas desde que el ex presidente José María Aznar fue desalojado del poder en marzo de 2004 culmina con arrebatos de un patrioterismo capaz de volver a poner a los ultras a la orden del día.
Y las cosas se agravan. El Rey confió al presidente de Cantabria, Miguel Angel Revilla, que no le sorprendía los ataques a su imagen por los separatistas radicales pero que lo irritaba que desde la derecha más iracunda se pida su abdicación. Este mensaje hace semanas que se transmite desde la Radio COPE, propiedad de la conferencia episcopal española. Para contribuir a la confusión general, las voces más conservadoras de la Iglesia piden que se rece por el Rey, que "ha sido tan agraviado estos últimos días". Pero, de controlar a quienes claman desde su radioemisora que el Rey se vaya, los altos prelados no dicen una palabra.
[Fuente: Clarin, Bs As, Arg, 15oct07]
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