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30abr16
Mohammed bin Rashid, el último jeque en conquistar Extremadura
"Tomad la sabiduría de los sabios. Se necesita un hombre con visión para escribir en el agua". Este verso pertenece al libro Poemas desde el desierto, que prologó el escritor Paolo Coelho y cuyo autor es el poeta árabe Mohammed bin Rashid Al Maktoum. Un nombre quizá para muchos desconocido, pero que responde nada menos que al todopoderoso jeque de Dubai, a sus 66 años vicepresidente y jefe de Gobierno de Emiratos Árabes. Con una fortuna calculada en 12.000 millones de euros, es uno de los gobernantes más ricos del mundo y amigo personal de numerosos jefes de Estado, como la reina de Inglaterra.
Del jeque Mohammed, seguramente también se ignora que es un enamorado de España, quizá por influencia de su amigo, el Rey Juan Carlos, a quien obsequió en 2011 con esos dos polémicos Ferraris que aquel cedió a Patrimonio Nacional y acabaron siendo subastados. Pero en contra de los gustos de otros royals árabes, como el rey Fahd de Arabia Saudí, que estableció una ostentosa corte en su palacio de Marbella, Al Maktum ha puesto sus ojos en la deprimida Extremadura.
Recientemente, en la provincia de Badajoz ha adquirido tres fincas, una en Llerena de 1.000 hectáreas, otra Alburquerque de 400 y la última en Olivenza, de 220, en la que es vecino del torero El Juli. Dicen que el intermediario ha sido un empresario jordano, Ahmad Khatib Aiesh, dueño del matadero de Olivenza, donde se sacrifican animales por el rito halal, o sea orientado a La Meca y con matarife musulmán invocando a Alá. Algo que ha convertido a Emiratos en principal mercado de la carne extremeña, superando los diez millones de euros en exportaciones en 2015, y al propio Al Maktum en fan del cordero y el cabrito de esta tierra.
Para supervisar sus propiedades, el mandatario emiratí se plantó el pasado miércoles en Badajoz con su jet privado, un 747 que despertó gran expectación en el aeropuerto, pues jamás había aterrizado allí un avión de tales dimensiones. A pie de escalerilla una hilera de autoridades extremeñas, encabezadas por el presidente de la Junta, Guillermo Fernández Vara, recibieron al jeque, que traía 30 personas de séquito, a las que esperaban 14 vehículos. Sin embargo, cuando puso pie en tierra extremeña, Al Maktum no respondió ni de lejos a la imagen majestuosa de príncipe de las Mil y Una Noches.
Nadie hubiera imaginado que ese hombre ataviado con un chandal fosforito era el artífice del Dubai moderno, ese milagroso Manhattan árabe con toques de Las Vegas construido en pleno desierto, cuyos símbolos son el hotel Burj Al Arab, el más lujoso del mundo; el Burkkalifa, el rascacielos más alto del globo; Palm Islands, islotes artificiales con las que se han ganado 600 kilómetros al mar; el gigantesco puerto de Jebel Ali, o la compañía aérea de bandera Emirates.
Y es que el jeque Al Maktum tiene una personalidad misteriosa y llena de contrastes, tanto que hay quien le atribuye poderes más allá de los terrenales, dado su gran magnetismo que, dicen, hipnotiza. A su faceta de tiburón de los negocios se une la de gobernante visionario, plasmada por esa Carta Nacional de la Felicidad que su gabinete sancionó en marzo y establece el compromiso de procurar la felicidad de sus súbditos, inculcándoles energía positiva para realizar sus sueños a través del recién creado ministerio de la Felicidad. Lo cual no le exime de "excentricidades" de megarico, como su yate, el Dubái, segundo mas grande del mundo con sus 159 metros de eslora; su media docena de jets privados, su colección de un centenar de coches de alta gama, sus campos de golf propios, como el de 800 hectáreas que compró en el enclave escocés de Turnberry o sus palacios y mansiones por todo el globo, entre las que destaca el espectacular ático de Mónaco por el que pagó 308 millones de dólares.
Explosiva mezcla que quizá tiene que ver con su educación ecléctica: tercero de los cuatro hijos del jeque Rashid Bin Sahid Al Maktum, a los 4 años comenzó a recibir en palacio estudios islámicos. Tras pasar por varias escuelas de Dubai, en 1966 fue enviado al Reino Unido, matriculándose en la escuela de literatura Bell English School, de Cambridge, y también recibió formación militar en la Mons Officer Cadet School.
Nombrado ministro de Defensa, tras morir su hermano mayor, Maktum, le sucedió como jeque de Dubai en enero de 2006, así como primer ministro y vicepresidente de Emiratos. Aseguran que "hace todo tal como lo sueña", y así pronto se enfrascó en hacer realidad lo que muchos tildaban de delirio megalómano: convertir Dubai en emporio mundial de negocios, lujo y turismo, a caballo entre Oriente y Occidente. Una dicotomía que refleja incluso su indumentaria, ya que lo mismo viste túnica o kandura en su país que luce chaqué con sombrero de copa para acudir a las carreras de Ascot.
Y también su vida sentimental: aunque dicen que tiene cuatro mujeres, se ha casado dos veces, la primera en 1979 con Sheikha Hind bint Maktoum, madre de doce de sus 24 hijos reconocidos, y su esposa al modo tradicional musulmán, o sea, en la sombra. Ella es la madre de Hamdam, de 33 años, su heredero tras la muerte en 2015 del primogénito, Rachid, que la rumorología atribuye a su vida disipada. Guapo, educado en Inglaterra y buen jinete como su padre, Hamdam barre en las redes sociales, en Instagram tiene millón y medio de seguidores.
Polo opuesto de Sheikka es su segunda esposa, la bella princesa Haya, 25 años menor que Al Maktum y hermanastra del Rey Abdallah de Jordania, a quien apodan la Rania de Emiratos. Haya, de 41 años, es su estandarte en el mundo occidental, ya que además de licenciada en Economía en Oxford, es una consumada amazona, que llegó a representar a su país en los Juegos Olímpicos de Sidney. Ha desempeñado cargos relevantes, como embajadora de buena voluntad de la ONU y presidenta de la Real Federación Ecuestre Internacional. Madre de sus dos hijos pequeños, Jalila, nacida en 2007 y Zayed, en 2011, contrajo matrimonio con Al Maktum en 2006.
Curiosamente, el flechazo se produjo en el año 2002 en Jerez de la Frontera, durante un concurso hípico al que el dubaití acudió como espectador empujado por su desatada pasión hacia los caballos. Casi una obsesión que le ha llevado a adquirir fincas con cuadras por todo el planeta, como Godolphin Stables o Darley Stud, el mayor establecimiento de cría de purasangres del mundo, con granjas en Estados Unidos, Inglaterra y Australia, donde los animales son bañados con agua mineral y poseen aire acondicionado en sus establos. Además, es artífice de la Dubai World Cup, la carrera de caballos más costosa del mundo. Según explica el propio jeque: "Tengo una conexión espiritual muy fuerte con los caballos, montar me produce sensación de absoluta libertad".
Algo siente en grado superlativo cuando practica el raid, su deporte favorito, durísima prueba de resistencia donde se recorren a caballo distancias de hasta 200 kilómetros sorteando obstáculos. La baraka ha querido que los extensos latifundios extremeños sean escenario ideal para el raid, fascinando al poderoso jeque que, además de comprar tres fincas para criar purasangres, ha puesto sus ojos en la hacienda municipal Las Arenosas, en Badajoz, para organizar allí raids internacionales. Lo que además de una inversión de varios millones de euros, puede atraer turismo de alto nivel al rebufo de la realeza árabe.
Aseguran que el jeque se inspira para sus poemas cabalgando en campo abierto antes de participar en un raid. Incluso si cae la noche se resguarda al abrigo de una jaima, desgranando de su alma beduina versos dedicados al desierto, los camellos y las dunas. Puede que en el futuro su musa sea la dehesa extremeña.
[Fuente: Por Consuelo Font, El Mundo, Madrid, 30abr16]
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