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16abr20
El CIS os pregunta si queréis un Ministerio de la Verdad
La pregunta número 6 de la última encuesta del CIS es redonda, flota en la atmósfera y tiene sensores de precisión: es un globo sonda, vaya. Dice así: "¿Cree usted que en estos momentos habría que prohibir la difusión de bulos e informaciones engañosas y poco fundamentadas por las redes y los medios de comunicación sociales, remitiendo toda la información sobre la pandemia a fuentes oficiales, o cree que hay que mantener libertad total para la difusión de noticias e informaciones?".
Traducida del maquiavélico al español, y ahorrando palabras, la pregunta podría sonar de la siguiente manera: ¿sería nuestra impopularidad insostenible si nuestro gobierno aplicara la censura sobre informaciones que consideremos 'no oficiales'? Los globos sonda son un test para ver si una medida nace contagiada de coronavirus o puede desarrollarse robusta. Para desgracia nuestra, los encuestados de toda opción política, desde los de Podemos a los de Vox, le han dado respaldo por encima del 50%. Siempre, claro, que nos creamos los resultados del CIS.
Si se ha introducido esta pregunta es porque hay interés en responderla con el peso de la ley. Y no se me entienda mal: los bulos son un grave problema y una parte de la oposición los ha alentado. Pero hete aquí el brete: no creo que la oposición los haya alentado más que el gobierno. ¿O no pesan como una losa las palabras de nuestros responsables políticos durante los primeros compases de la pandemia? Sí, hay que luchar contra los bulos, pero el gobierno y los partidos políticos que lo componen tienen tanto interés en la verdad como Vox o Puigdemont: ninguno.
Mientras 'El País' dedicaba el 25 de febrero cinco columnas de su portada al aviso de la OMS sobre la pandemia de coronavirus, el gobierno (y lo que es más grave, sus responsables médicos) continuó diciendo que no pasaba nada hasta después de las manifestaciones del 8 de marzo. El cinismo con que han salido luego a decir que fue precisamente ese día el que cambió todo pasará a la historia como uno de los bulos más dañinos para la salud de un país. ¿Y estos van a decidir lo que es verdad y lo que no?
El poder es alérgico a la verdad, porque el poder está compuesto por intereses espúrios. En un país que funcionase, los principales partidos políticos hubieran conformado, a propuesta del presidente, un gobierno de concentración nacional apartidista, unitario y de responsabilidad compartida. Nadie hubiera podido permitirse el lujo de 'oponerse' sin quedar fuera de la sociedad, porque todos hubieran tenido la oportunidad de tomar decisiones. No es una locura: es lo que pasa en otros países de nuestro entorno, donde las rencillas se han puesto en cuarentena.
Pero aquí todos se acusan de mentir y todos mienten como bellacos. La pregunta/globosonda del CIS no está inquiriendo a los ciudadanos si están interesados en conocer la verdad, sino si soportarían un orwelliano Ministerio de la Verdad que persiguiera aquellas informaciones u opiniones molestas para el Partido. Que el mismo día en que se publicaba esta encuesta hayan despedido a César Calderón del diario 'Público', se sospecha que a petición de Redondo, es una muestra del tipo de voces que este gobierno considera 'dañinas'.
El problema de los globos sonda es que son tan oscuros como los carteles anónimos puestos en algunos ascensores españoles, que señalan al vecino que trabaja en el hospital o en el supermercado como apestados y les piden que se larguen: cuando toca exigir responsabilidades, no hay nadie para decir esta boca es mía. No sé de qué parte de este gobierno de coalición habrá salido esa bala de plata del CIS, si de todos, de la cabeza de Marlaska o de las filas de Podemos, tan aficionadas a Twitter y a sus dinámicas.
Soy el primero que vive asqueado por los bulos y está espeluznado con la capacidad del veneno informativo para polarizar y paralizar a la sociedad. Veo a mi alrededor cómo gente inteligente opta por el descreimiento absoluto, negando a veces evidencias claras en un aparente exceso de sentido crítico que se ha deslizado a la conspiranoia. Hay sospechas más que fundadas (algunas probadas) de que Vox y lo más desleal del independentismo catalán se dedican a inyectar ponzoña informativa a través de las redes sociales. La cosa está fatal.
Pero qué credibilidad tendría el gobierno si implantase la persecución de lo que ellos consideran que es falso, cuando el gobierno es, de manera intrínseca, un ente amenazado por cierto aspectos de la verdad.
[Fuente: Por Juan Sotos Ivars, El Confidencial, Madrid, 16abr20]
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