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20nov18
El repugnante pasteleo judicial salta por los aires
Han sido las formas más que el fondo. El reparto de sillas en la cúpula de la Justicia es una norma en nuestro país desde hace 35 años. Pero jamás se había incurrido en semejante disparate durante el proceso de la elección. Todo se ha hecho mal. Por eso,Manuel Marchena renuncia. Da un portazo al pasteleo tramado entre el PP y PSOE. "Jamás he concebido el ejercicio de la función jurisdiccional como instrumento al servicio de una u otra opción política para controlar el desenlace de un proceso penal", dice en su nota. La opción pactada entre Sánchez y Casado salta por los aires. La difusión de un whatsapp oportunamente enviado por Ignacio Cosidó a la bancada del PP en el Senado, en el que hablaba de controlar la Sala Segunda del Supremo 'por la puerta de atrás' ha sido el detonante. Un estrambote lógico a un proceso delirante.
Lo que mal empieza no puede nunca acabar bien. El primer paso del acuerdo fue un disparate. Moncloa anunció la elección del magistrado Marchena antes de que fueran designados los vocales que lo habían de elegir. Un auténtico contradiós que dejó seriamente tocado no solo la decisión, que apestaba a infumable cambalache, sino el propio perfil de Marchena, uno de los magistrados con mayor prestigio, trayectoria y predicamento de nuestro mundo judicial.
La separación de poderes no sólo quedaba mortalmente en entredicho, sino que se arrasaba cruelmente con ella en la plaza pública y con redoble de tambor. Casado no pudo explicar este acuerdo. "De eso no hablamos más", llegó a decir durante la campaña andaluza. Nadie en el PP entendió este pacto, que daba alas a Ciudadanos, ajeno a cualquier injerencia política en el mundo de la Justicia. Su almuerzo secreto con Mariano Rajoy y el del propio Rajoy con su exminsitro del Interior, Jorge Fernández Díaz, aventaron las sospechas y animaron todo tipo de rumores.
¿Qué oculta el PP? ¿A qué suscribir este acuerdo que tanto le perjudica? Sánchez tiene el perfil de amianto pero Casado se ha empeñado en construir la regeneración de su partido. Se había colgado una rueda de molino al cuello de la que no podía zafarse. Un despropósito que, en parte, se alivia con el oportuno whatsapp de Cosidó, curioso protagonista colateral en los últimos días de la actualidad política.
Marchena se va. El pacto PP-PSOE por la Justicia, que viene de 1985, no nos engañemos que no es de ahora, queda malherido, prácticamente difunto. ¿Aire fresco en el edificio de la Justicia? Más bien, una tremenda chapuza de la que tan sólo emerge intacta la dignidad de Marchena y poco más.
[Fuente: Por José Alejandro Vara, Vozpópuli, Madrid, 20nov18]
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