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14may19


Los oscuros 'camisas pardas' del independentismo catalán


Es día de elecciones. A lo grande. A media mañana de ese 28 de abril, las cifras de participación en toda España empiezan a reventar las estadísticas.Josep María, el alcalde de la pequeña localidad leridana de Torregrosa, va de cabeza en su intento de que todo funcione. Se ha apuntado a votar hasta el gato. «Alcalde, que hay unas personas en la plaza cantando y con banderas», le dicen. «Que se acerque Joan a ver qué pasa». «No, si pasar no pasa nada pero...». Joan, el vigilante con funciones de policía local, se quedará tan pasmado como el reducido grupo de niños endomingados que asiste a las evoluciones de seis uniformados -al frente de ellos, una mujer- con impostada cara de malas pulgas.

Otros 25 conmilitones vestidos de civil jalean su presencia ondeando esteladas y banderas con la cruz de San Jorge y portando un escudo en el que destaca un aguilucho negro destartalado. Al grito de Freedom for Catalonia, se han concentrado frente a la casa en la que nacieron sus héroes, los hermanos Badía, en el aniversario de su asesinato, y han recorrido el pueblo hasta llegar allí. Tiene algo de parodia la escena, de tan forzada. Las camisas pardas, la estética paramilitar -más chocante si cabe porque sus portadores no están precisamente en forma-, los ceños fruncidos. Cuando acaben, se montarán todos en sus coches y se irán por donde han venido. No sin antes reivindicarse como miembros del MIC (Moviment Identitari Català).

Para la opinión pública catalana los miembros del MIC son «frikis, antiespañoles que quieren una Cataluña blanca pero que resultan ser irrelevantes en número y en repercusión». Sin embargo y a pesar de esa aparente falta de entidad, el movimiento -registrado oficialmente- o varios de sus miembros tienen abierto un procedimiento en la Fiscalía para Delitos de Odio de Barcelona y están siendo investigados por las Fuerzas de Seguridad.

El Moviment Identitari Català se define como «una asociación de ideología catalanista e independentista». Rechaza las acusaciones de racismo pero en su página web proclama: «Luchamos por una Cataluña catalana, por un bienestar para los catalanes y por una regulación de la inmigración; por la adaptación a la lengua y cultura catalanas de todos los extranjeros y, sobre todo, por la desaparición total del castellanismo y del yihadismo dentro de nuestra sociedad». Constan registralmente desde 2017 pero surgen en 2014. Y, según afirman en su perfil de Facebook, son ya 2.175 miembros: «81 más en los últimos 30 días».

Su función reconocida es organizar actos en memoria de quienes, en su opinión, han sido maltratados por la memoria de los catalanes. Hombres y mujeres con un sesgo muy concreto, naturalmente, y que, en su mayor parte tuvieron algo que ver con el partido Nosaltres Sols! (Nosotros Solos) surgido en los años veinte del siglo pasado y del que se declaran continuadores.

Nosaltres Sols! fue fundado por Daniel Cardona, que recibió el sobrenombre de El Irlandés porque la denominación que eligió para el partido fue la traslación al catalán del lema del Sinn Féinn. Está considerada como la primera organización político armada del siglo XX en España. Su fundador no veía otro modo de conseguir la independencia que la insurrección armada.

Según recoge el libro Nacionalismos Periféricos y Fascismo, el ala encabezada por Manuel Blasi y Baldomer Palazón mantuvo contacto con los líderes nazis y defendió un racismo científico de superioridad catalana sobre unos españoles a los que pretendía denostar tildándolos de «africanos». Así llaman los actuales miembros del MIC a España.

Los MIC veneran a Cardona y a los hermanos Badía -inspiración también para el actual president de la Generalitat, Quim Torra-, uno de los cuales, Miquel, fue secretario de Orden Público de la Generalitat, organizó unas milicias paramilitares en 1934 llamadas los escamots y adquirió sobrada fama de brutal en la represión a los anarquistas y a todos aquellos jueces y fiscales que se opusieran a su santa voluntad. Y ensalzan a Heribert Barrera, el presidente del Parlament en los ochenta, de ERC, y cuyas declaraciones racistas y xenófobas comprometieron a sus compañeros.

Las investigaciones apuntan a la existencia de una dualidad en el ámbito del MIC o de una conexión con el partido Som Catalans, que se presenta en cuatro localidades en las próximas municipales. Éste se dedicaría a intentar obtener representación institucional mientras los miembros del MIC serían sus escamots. La cara de Som Catalans la pondría Esther Gallego y uno de los rostros reconocibles del MIC sería Albert Serrano, un joven con el que aparece realizando una ofrenda floral a Casanova en el Fossar de les Moreres hace dos años.

Esther Gallego lo niega. Asegura que Serrano dejó su partido para irse al MIC y que no existe vínculo semejante. Gallego, que fue candidata por Vic hace cuatro años, se presenta en esta ocasión por Ripoll, la localidad de la que salieron los jóvenes yihadistas que perpetraron el último atentado en Barcelona y Cambrils. «El Ayuntamiento es cómplice del terrorismo yihadista», sostiene, «porque se ha sometido a las exigencias de la comunidad musulmana con cosas como introducir el árabe como optativa. Todos sus planes de integración han hecho aguas porque esta gente no viene a integrarse sino a imponerse».

Esther Gallego dice que el suyo es un partido «identitario», reconoce que ha sido financiado por el partido Vlaams Belang -calificado de fascista-, con cuya línea coincide, y apela al catalán como única lengua de Cataluña y a que las ayudas y el trabajo sean primero para los catalanes y no para los inmigrantes. Pero no tiene ningún problema con que los ciudadanos del resto de España se trasladen a Cataluña siempre que aprendan catalán. Se diferenciaría del MIC en esa «ausencia de odio a España», en que «nosotros vamos respetando». «Los conozco pero tengo cero relación con ellos», afirma.

Los del MIC, mientras, se retroalimentan en su grupo privado de Facebook. No parece que haya un líder claro pero sí perfiles muy activos como el de Francesc Moragues, Marc Bily Cabestany, Mark Makina, VM Edward, Oskitar Perla o Adrià Vives.

Suelen manifestarse contra ERC por poner candidatos musulmanes o que hablan español, o por aceptar la bandera republicana «española»; pero cuando la ex presidenta del Parlament Núria de Gispert difundió un tuit racista en el que comparaba a los políticos catalanes de Ciudadanos y del PP con cerdos, se volcaron con ella.

Aquella mañana electoral transcurrida apaciblemente en Torregrosa dio la victoria a Sánchez. La celebración dio paso a la decepción: «El tema catalán cerrado. Así es como lo ven en el extranjero. Si no nos movilizamos, la imagen que damos en el exterior es la rendición». Y por si el desánimo hubiera cundido, otro mensaje añadía: «No hace falta ser muchos. Hace falta ser firmes, valientes y perseverantes».

[Fuente: Por Ángeles Escrivá y Leyre Iglesias, El Mundo, Madrid, 14may19]

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