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04oct18
El dispositivo policial frente al Parlament fue dirigido por secesionistas
Una de las primeras decisiones que tomó el mayor Josep Lluís Trapero durante su mandato al frente de los Mossos d’Esquadra fue mantener a los responsables de la Conselleria d’Interior fuera de la sala de mandos del Cecor, el centro de coordinación que se activa cada vez que hay un gran operativo policial. Los políticos vivían esas jornada desde la sala anexa de crisis, y Trapero acudía a ellos tras consensuar cada decisión con los responsables policiales del operativo. Había debate, aportación, análisis y valoración. Trapero tenía siempre la última palabra, asumía la decisión, sus consecuencias, y la trasladaba después al político.
El lunes nada de todo eso pasó. Como un viaje en el túnel del tiempo se volvió al antiguo modelo en el que los políticos, en esta ocasión con el secretario general Brauli Duart al frente, el director de la policía catalana, Andreu Martínez, y el conseller Miquel Buch –que apareció al final de la noche– dirigieron el operativo. Todas las decisiones que se tomaron el lunes fueron políticas, no policiales. Y todas parten de un mismo argumento no policial: el primer aniversario del 1 de octubre los Mossos no podían cargar contra independentistas que se manifestaban precisamente para protestar por las cargas de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado del año anterior.
Durante toda la tarde hasta bien entrada la noche, Duart fue el encargado de reiterar una y otra vez “hoy toca aguantar”. Y denegó las peticiones que le llegaban desde Barcelona y Girona para lanzar salvas y recuperar posiciones, desalojar o cargar. Fue el encargado de transmitir que no era una jornada para practicar detenciones, que los elementos más violentos ya habían sido identificados y que ya habría tiempo para hacer arrestos. También fue quien trasladó a los responsables policiales de Girona, al comisario Josep Milán y al intendente Jordi Bascompte, la orden de poner en libertad al menor que agredió con un palo a un agente de la Brimo.
Duart dirigió un operativo policial para el que no se celebró, los días previos, ni una sola reunión preparatoria con el jefe de dispositivo. En realidad, nunca hubo un dispositivo concreto para el 1 de octubre, y fue el comisario y jefe de los Mossos, Miquel Esquius, quien asumió la dirección del dispositivo desde el Cecor. En toda la larga y tensa noche en el centro de coordinación, Esquius no cuestionó ni una sola vez las decisiones de Duart. Ni trató de disuadirle. Ni siquiera cuando las cámaras de seguridad mostraban con absoluta claridad en Via Laietana como la línea de mossos era atacada con el lanzamiento de todo tipo de objetos.
El inspector al frente de la Brimo en Via Laietana –porque el intendente Carles Hernández estaba en Girona y no se le autorizó regresar a Barcelona pese a solicitarlo– pidió al intendente Ignasi Teixidó permiso para lanzar salvas y ganar posiciones. Se trataba de permitir que los antidisturbios de la Policía Nacional pudieran proteger su edificio con sus furgonetas y liberar grupos de la Brimo para apoyar al Arro que estaba superado en el Parlament. Durante hora y media se denegaron todas las peticiones, hasta que la situación se hizo “insostenible” porque un grupo logró derribar una pared en obras que había en uno de los laterales de la Jefatura Superior de Policía.
Era tal el convencimiento de que las concentraciones serían pacíficas que durante el día tampoco se atendió a la petición expresa del presidente del Parlament, Roger Torrent, de que la protesta no acabara dentro del parque de la Ciutadella y mucho menos, como se improvisó por la tarde, a las puertas del edificio de la Cámara. El propio presidente de la Generalitat, Quim Torra, dio su palabra a Miquel Buch de que los actos no acarrearían ningún conflicto porque así se lo habían asegurado los convocantes. Y es por eso que la puerta principal de la Cámara catalana, la de madera, ni siquiera fue cerrada hasta casi las 22 h, cuando desde el Cecor se ordenó al jefe del dispositivo en el Parlament, el intendente Antonio Antolín, replegarse en el interior para “esperar y ver cuál era la reacción de los manifestantes”.
Este diario confirmó ayer de varias fuentes políticas y policiales que a las seis de la tarde, mandos de la comisaría de información de los Mossos hicieron llegar al Cecor que había un grupo de manifestantes que tenía la intención de “asaltar la Cámara”, y así consta en la diligencia de las comunicaciones de esa noche a la que ha tenido acceso este diario. Allí queda reflejada la amenaza a las ocho y media. La única gestión que se hizo fue localizar a los responsables de la iluminación del parque de la Ciutadella para que encendieran antes las luces. Nada más.
Finalmente, un grupo de violentos radicales superó las vallas, los responsables del Arro recularon al interior de la Cámara para reorganizarse, y los exaltados se encaramaran a la puerta, golpeándola e incluso rompiendo alguno de sus cristales. Algunos llevaban “mazas”, advirtió el jefe del dispositivo por la emisora. En los minutos que el subinspector del Arro Jordi Arasa logró reagrupar a sus hombres y mujeres, llegaron de apoyo otros equipos dispersos en la ciudad hasta sumar diez furgonetas. Mientras tanto, el inspector Jordi Rodón solicitaba por emisora la llegada de todas las patrullas disponibles. En una grabación que circulaba desde el martes se le escucha pedir que se dejaran encendidas las luces del puente de luz de los vehículos policiales: “Tenemos que parecer muchos más de los que somos”.
El Arro logró recuperar la puerta del Parlament en una primera carga de pocos minutos. Los agentes de seguridad ciudadana no necesitaron actuar, pero sin duda fueron protagonistas de la velada, con sus atuendos obsoletos e inapropiados para la tarea que les ordenaron.
Ayer, el director de la Policia y el jefe de los Mossos se reunieron durante dos horas con los representantes sindicales, que manifestaron su “indignación” por los sucesos del lunes. Entre tanto, varias manifestaciones y contramanifestaciones en Barcelona sacaron de nuevo a los antidisturbios de los Mossos a la calle. Esta vez no hubo dudas y se realizaron cargas contra algunos activistas.
[Fuente: Por Mayka Navarro, La Vanguardia, Barcelona, 04oct18]
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