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22may18
Miquel Badía, el torturador que llevó el terror fascista a Cataluña y que admira Torra
«En la calle de Muntaner, esquina a la de la Diputación, se registró un atentado contra el exjefe superior de la Policía, señor Badía, y su hermano don José. […] Se cree que los autores del atentado son elementos pertenecientes a la FAI». Con estas palabras desvelaba el diario ABC, en su edición del 29 de abril de 1936, el ataque que habían sufrido dos de los personajes más controvertidos de la época: Miquel y Josep Badía. Unos héroes para Quim Torra que se hicieron famosos (el primero especialmente) por usar a los «escamots» del partido nacionalista Estat Català para reprimir brutalmente a los sindicalistas y huelguistas detenidos en Cataluña.
El atentado, perpetrado una jornada antes, fue narrado pormenorizadamente en varios artículos de este diario. De hecho, todo ocurrió sumamente rápido y mediante un ataque sencillo, pero quirúrgico. «Frente a la peluquería establecida en el chaflán de la calle Muntaner […] se estacionó un automóvil. Del coche descendieron dos de sus ocupantes que, cruzando la calle, entraron en el portal de una casa», narraba el ABC. El resto es historia. Los sujetos esperaron a que los Badía pasaran por aquel lugar y les descerrajaron tres disparos a cada uno para, posteriormente, marcharse en su Ford de color rojo.
Ambos murieron. Miquel, apodado por su barbarie como «Capità Collons», inmediatamente. Tras él, eso sí, el «Capitán Cojones» dejó una triste estela de muerte y represión en nombre del independentismo más extremista. Así lo afirma el historiador Agustín Guillamón en «Justo Bueno (1907-1944)», un dossier en el que desvela que el pequeño de los Badía «había destacado por usar habitualmente la fuerza pública contra los huelguistas y por torturar sistemáticamente a los sindicalistas detenidos, incluso con simulacros de fusilamiento».
Su descripción se queda corta, pues fundó, además, los ya mencionados «escamots», una milicia paramilitar con la que llevó el fascismo a Cataluña. Miquel, seguidor de Benito Mussolini y adalid de la violencia contra todo aquel que difiriera de sus ideas, es el sujeto al que el mismo Quim Torra, presidente de la Generalitat, ha tildado de «uno de los mejores ejemplos del independentismo».
Fascismo en Cataluña
De los dos hermanos, bien merece la pena centrarse en la figura del «Capità Collons». Según explica el historiador Antonio Gascón Ricao en su artículo para la Real Academia de la Historia sobre este personaje, Miquel Badía i Capell nació en Lérida el 10 de marzo de 1906. Curiosamente, el futuro torturador de sindicalistas intentó, en sus primeros años, estudiar para ser piloto de la marina mercante. Sin embargo, la política no tardó en llamar a su puerta y cautivarle. Así fue como se afilió al partido nacionalista recién creado por Francés Macià: Estat Català.
A partir de ese momento inició una vida de violencia y extremismo que comenzó con un intento de asesinato. Aunque, en este caso, fue detenido y encarcelado por las autoridades. «En junio de 1925, implicado en un intento de atentado a Alfonso XIII, durante la visita del Rey a Barcelona, y que debería haber tenido lugar en Garraf, fue detenido y condenado a doce años de prisión, que cumplió en parte en las prisiones de Alcalá y Ocaña, al ser amnistiado tras la caída del dictador Primo de Rivera en 1930», explica Gascón.
Su vida, a partir de entonces, estuvo ligada al independentismo más extremista desde las mismas Juventudes de Estat Català. Su ascenso fue fulgurante. No en vano, allá por 1932 (cuando no sumaba ni 30 primaveras a sus espaldas) fue nombrado secretario del mismísimo Josep Dencàs. En diciembre del año siguiente logró ascender hasta la secretaría general de Orden Público y, en 1934, consiguió ser nombrado jefe superior de los servicios técnicos de la Comisaría General de Orden Público de la Generalitat.
Su barbarie, sin embargo, empezó en 1932. Y es que, ese fue el momento en que empezó a organizar los «escamots» bajo el mando de Dencás. Una organización que cobró importancia pocos años después. «El binomio Dencás-Badía, desde principios de 1934, había instaurado en el departamento de Gobernación de la Generalidad un aparato de represión y persecución obrera y anticenetista, que usaba métodos fascistas y racistas», señala, en este caso, Guillamón.
Vistos con el paso de las décadas, las similitudes entre los «escamots» y algunas de las organizaciones presentes en la Alemania de los años 40 son innegables. Al fin y al cabo eran definidos como un «ejército propio» a las órdenes del partido, vestían camisas verdes como uniformes y solían desfilar como militares por la ciudad.
Al frente de los «escamots» comenzó su reinado del terror. Aupado por el partido, el «Capitá Collons» inició una represión brutal contra los sindicalistas y los huelguistas. El máximo exponente de su barbarie se vivió a partir de diciembre de 1933, durante una famosa huelga de transportes acaecida en Barcelona. Aquellos días, los «soldados» de Badía la emprendieron, en muchos casos, a tiros contra los piquetes de la FAI-CNT.
Cielo e infierno
Posteriormente, proclamó el Estado Catalán el 6 de octubre de 1934 junto a Luis Companys. Un hecho que quedó recogido en un artículo del diario ABC de la época: «Serían ya las siete y cuarto. […] Badía y otros jefes del [partido] Estat Catalá comenzaron a vitorearlo y aplaudir frenéticamente, dando vivas a Cataluña libre y otros que eran contestados a coro por los entusiastas».
Tras ser cercado en la Conselleria d’Interior por las tropas leales a la Segunda República, se vio obligado a huir por las alcantarillas. Tuvo suerte a medias, pues a pesar de ser el jefe de la Policía logró escapar junto al propio Dencás y -en palabras de ABC- a Pérez Ferrero, Pérez Salas y el ex director de Seguridad Menéndez. «Huido a Francia tras la derrota del levantamiento, pasó por América, Alemania, Bélgica y, finalmente, se afincó en Andorra», añade, en este caso, el autor de la Real Academia de la Historia.
Cuando el Frente Popular obtuvo la victoria en febrero de 1936, Miguel Badia volvió a Barcelona. Su objetivo no era otro poner de nuevo en marcha los «Escamots». No obstante, fue asesinado junto a su hermano en el atentado de abril.
[Fuente: Por Manuel P. Villatoro, ABC, Madrid, 22may18]
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