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24sep17


"PDeCAT, CUP y ERC deberían ilegalizarse, como pasaría en Alemania o Portugal"


Pedro Insua (Vigo, 1973) es filósofo y, por si eso no fuera suficiente transgresión en la España de 2017, de izquierdas. De esa izquierda que él llama "definida" y que parece incompatible con la izquierda de Podemos y PSOE, románticamente irracionales, enamoradas de las identidades culturales particulares y calumniadoras de las comunes. Es decir derechizadas.

Preguntado por quién se ha movido hacia la derecha, Insua no lo duda: "Ellos". Insua tiene números para convertirse en el filósofo de izquierdas preferido de la derecha, al menos en su batalla contra los nacionalismos esencialistas, y en el más odiado por aquellos que han convertido la leyenda negra española en el motor de su discurso político.

¿Por qué ha desistido la izquierda de la idea de España?

Yo reformularía la pregunta para evitar caer en sustancialismos metafísicos. Sobre todo el maniqueísmo, tan en boga. La izquierda, así en singular, no existe. Existen las izquierdas: anarquismo, comunismo, socialdemocracia… Y dependiendo de qué izquierda hablemos, no creo que se haya desistido totalmente de la idea de España.

En el socialdemócrata PSOE hay resistencia, como se ha visto en la pugna por hacerse con el control del partido entre Susana Díaz (que no ha renunciado a la idea de España) y Pedro Sánchez (que sí ha variado de estrategia coqueteando con vagas nociones como la de "nación de naciones"). UPyD fue una escisión del PSOE precisamente porque Rosa Díez no quiso renunciar a tal idea. En el comunista PCE, muy diluido hoy en día, hay ciertas resistencias al desistimiento de España. Yo tengo amigos allí, como Juan Pablo Mateo Tomé, Carlos G. Penalva, Pablo Huerga o Santiago Gómez, que defienden la unidad de España frente al nacionalismo fragmentario.

Incluso en el seno del izquierdismo fundamentalista de Podemos se produjo una escisión a cuenta de la idea de España a partir de la cual nació, en Cataluña, el partido Unidos Sí, con Enric Martínez a la cabeza. Ahora ya se les oye menos, pero la izquierda maoísta de la UCE también era antinacionalista. Ahora bien, es verdad que las izquierdas han sido más proclives a incorporar en su bagaje ideológico la leyenda negra antiespañola.

¿Qué ganan con ello?

Su cultivo es rentable electoralmente. Las izquierdas han sucumbido a ello por cortoplacismo electoralista. Pero, claro, a riesgo de perder de vista el bien común. Sacrificar la nación en el altar de la victoria electoral es pura miopía. Una manera necia de ir al suicidio.

¿Damos por amortizada entonces la idea de España o sólo una cierta idea de España heredada del franquismo?

Es que cuando desde esos partidos se quiere arrojar el agua sucia del franquismo fuera de las instituciones españolas también arrojan al niño. Porque entienden que España se identifica tanto con el franquismo que para terminar con él hay que terminar con España. Así, llegar a la Arcadia de una verdadera democracia supone, según ellos, terminar con España porque España y la democracia son incompatibles. No tienen una idea de España. La única idea que tienen es la de su disolución.

¿Cree que la respuesta de Rajoy y del Gobierno español al proceso independentista está siendo correcta?

Es difícil de valorar. Rajoy calcula que yendo de frente contra ellos se debilitaría electoralmente. Y con de frente me refiero a dejar de cultivar determinadas complicidades. Se ha hecho con ellos lo que vulgarmente se conoce como patada hacia arriba. Es decir, elogiarles para apartarlos de en medio. Pero, claro, la cosa se ha quedado a medias. Se les ha elogiado gratuitamente, pero no se les ha apartado, sino que se han reforzado hasta el punto de haberse convertido en una amenaza cierta que pone en peligro la unidad nacional. Es el Efecto Pneumónido. Los pneumónidos son esas larvas de insecto, generalmente avispas, que se alimentan del cuerpo que parasitan hasta que lo matan. Eso es lo que hacen los partidos separatistas.

¿Cómo responder, entonces?

Esos partidos deberían ilegalizarse por no reconocer la soberanía nacional española. Como, por otra parte, sucede en Alemania o Portugal.

¿Cómo recuperamos a esas dos o tres generaciones de españoles que han sido educadas en el odio a su país?

Pues a través de la tercera ley de Newton, educándolas en sentido contrario. Pero para ello hay que revertir esa filtración de la ideología nacional-fragmentaria. Y a estas alturas es difícil. Después de estar adulando a esta gente, cualquiera les dice ahora que no son los más guapos.

¿Fue el Estado de las Autonomías un error de la Constitución del 78?

Totalmente. La no fijación del techo de la transferencia de competencias en el Título VIII; el tratamiento diferencial entre unas autonomías y otras; la propia noción de comunidad autónoma frente a la segundorepublicana región autónoma, mucho más prudente… El Estado de las Autonomías es, en sí mismo, una concesión a la disolución por fragmentación, como si cada parte fuera un todo que se rige por sí mismo. En un libro de Solé Tura se puede leer cómo fue redactado el artículo 2 de la Constitución, una auténtica chapuza de intercambio de papelitos, para acabar estableciendo una fórmula completamente ambigua que da cabida a lo de las nacionalidades en el seno de la nación española. O sea, la gallina.

¿Cómo justificamos desde un punto de vista de izquierdas los privilegios forales vascos?

De ninguna manera, no tiene justificación. El único partido que se opuso en sede parlamentaria a esta rémora de los cupos fue UPyD. Si utilizáramos solamente dicho criterio, el de la tributación, sería UPyD el único partido (de los que ocuparon asiento en las Cortes, insisto) coherentemente de izquierdas. Claro, hay otros criterios.

Dice el periodista David Rieff que al final de un conflicto hay que escoger entre paz o justicia porque se trata de opciones mutuamente excluyentes. ¿Cuál habría escogido usted en el caso del País Vasco?

Viene al pelo recordar aquí a Unamuno: "Primero la verdad que la paz". Si el coste de la paz es ocultar la continuidad del conflicto y simular, en operación cosmética concertada por prácticamente todos los medios de comunicación, que ya hay paz en el País Vasco cuando se sigue hablando de "presos políticos", cuando se homenajea impunemente a los asesinos etarras... En definitiva, si en aras de la paz hay que ocultar la verdad de la continuidad del conflicto, entonces no hay paz que valga, porque esa paz sería la paz de la victoria etarra-batasuna. En cualquier caso, y en rigor, tampoco vale hablar de paz, de paz en sentido político, porque aquí no hay una guerra. La guerra implica estados enfrentados y aquí no existe tal cosa. Esto es un conflicto producido por la amenaza de fragmentación de España. Y si para resolverlo hay que tragarse el sapo de que los etarra-batasunos campen por sus fueros en las instituciones autonómicas y municipales del País Vasco y Navarra, entonces estamos ante una falsa resolución. Es el fin de ETA, sí, pero claro, es una muerte producida por su éxito (no por su derrota).

Pero, ¿sigue siendo ETA un problema?

El problema principal no son ETA y sus cómplices. Al fin y al cabo si hay presos etarras es porque sus delitos se castigaban y todavía se castigan. El problema son las acciones sediciosas que no se castigan y cuyo máximo responsable es el PNV. Mientras se tolere la existencia de una partido como este, seguiremos viviendo en un absurdo político.

En España existió un partido de izquierdas no nacionalista, es decir, no derechista. Era UPyD. ¿Por qué fracasó?

Bueno, UPyD sigue existiendo, aunque ya no tiene representación parlamentaria. La crisis de UPyD vino de la mano del crecimiento de Ciudadanos como espejo frente a la irrupción de Podemos. Creo que la clave no está en cuestiones políticas sino sociológicas. Se vio en Rivera a un líder que podía hacer frente a Iglesias por una característica común: su juventud. Los aires, meramente propagandísticos, de "nueva política" frente al "rancio" bipartidismo hicieron que la juventud de los líderes se convirtiese en un valor que en sí mismo no significa nada, pero que quizá, en estas circunstancias, fuera lo que castigó a UPyD.

La diferencia entre el nacionalismo vasco y el catalán es que el primero ha matado a cientos de personas y el segundo no. Sin embargo, todos los estudios de opinión realizados al respecto muestran un mayor rechazo de los españoles hacia los catalanes que hacia los vascos, que suelen caer más simpáticos. ¿A qué cree que se debe esta distorsión cognitiva?

Bueno, el nacionalismo catalán también ha matado (Terra Lliure, etcétera). Pero ninguno de los dos tiene como fin matar. El terrorismo es un mecanismo para imponer la voluntad de un grupo sobre otro. Si esa voluntad se impone sin necesidad de ejercer el terrorismo, pues mejor para el grupo en cuestión porque no necesita delinquir. Si el catalanismo no practicó más el terrorismo armado (y existen otros tipos de terrorismo que no son armados: muchas veces no hacen falta armas para suscitar el terror) ha sido, en buena medida, porque no le hacía falta. Yo creo que esto es pura propaganda catalanista. Han tenido la petulancia y el engreimiento de presentarse como un nacionalismo más civilizado frente al vasco. Cosa que es falsa, por supuesto.

Le he oído y leído definir muchas veces a la izquierda. Pero ¿qué es la derecha?

La derecha, en principio, tiene que ver con la conservación del Antiguo Régimen. Claro, el mismo concepto de Antiguo Régimen se define desde el nuevo régimen revolucionario durante la Revolución francesa. La derecha primaria es aquella corriente que busca la restauración de la sociedad estamental y el absolutismo real tras la primera oleada revolucionaria. Los llamados reaccionarios (frente a los progresistas) o serviles (frente a los liberales) se corresponden con la derecha primaria.

¿Sigue existiendo esa derecha en España?

Los únicos restos de esta derecha primaria que quedan en España (con cierta beligerancia electoral claro, porque los miembros del Partido Carlista caben actualmente en un taxi) se encuentran en los partidos nacional-fragmentarios, canónicamente representados por el PNV.

¿Y en la España de 2017?

En el ámbito de los partidos con visión nacional, establecer la distinción izquierda/derecha con fundamento político es mucho más difícil. Con la caída del Muro se ha producido lo que Bueno llama "ecualización" entre los partidos de derecha y de izquierda. En España, por ejemplo, es difícil determinar las diferencias políticas relativas al empleo, la sanidad, la educación y etcétera entre el programa del PSOE y el del PP. La única importante, muy importante es verdad, sería que en el programa del PP no hay complicidad con ningún tipo de ideario disolvente de la nación española, mientras que desde el PSOE se está coqueteando, de modo frívolo e imprudente, con dicha idea.

Se supone que la derecha defiende los privilegios derivados del origen social. Pero eso no es ya cierto en 2017. Lo que define hoy en día a la derecha es la defensa de los privilegios derivados de razones biológicas (inteligencia, capacidad de trabajo, iniciativa) y que la izquierda atribuye erróneamente a la influencia ambiental. ¿Está de acuerdo?

Estoy de acuerdo en parte. En efecto, en el PP, y en sintonía con los partidos de corte conservador de otros países, existe cierta ideología, diríamos darwinista social, de promoción de la competitividad, el talento, el emprendedor, el individualismo del hombre que se hace a sí mismo, etcétera, que contrastaría con las posiciones más igualitarias o igualitaristas, según se mire, de los partidos socialdemócratas. En parte, todo esto es propaganda de unos y de otros, aunque también creo que hay algo de verdad.

¿En qué punto se sitúa usted en este debate?

Yo me alineo con la socialdemocracia. Por decirlo de algún modo, soy más conductista que innatista, más de Skinner que de Herrnstein, más católico que protestante. Como decía Cervantes, la nobleza, la virtud, el mérito, si las hay, están en el hacer, no en el nacer. No están en la cuna, sino en el nicho -después de haber vivido-. Dicho esto, por supuesto, con los límites biopatológicos inevitables. Y también con los límites de que, claro, no se puede igualar lo que es en sí mismo diverso.

Se ha puesto de moda la etiqueta 'izquierda regresiva' para definir, entre otros, al populismo de izquierdas de Podemos. ¿Cree que la etiqueta es precisa?

Supongo que se opone a una izquierda progresiva que era la que, supuestamente, existía antes. Yo es que eso de mirar a la historia como una escalera, como si existiera algo así como un progreso histórico, me parece un error. Parece que ya se tiene a la vista el final de la historia. Y no creo que la historia tenga final. Quiero decir que las ideas presupuestas en los adjetivos de avanzada, madura, progresiva, ya están contando con que la sociedad justa, ideal, perfecta, está ahí, a la vuelta de la esquina, y que se sabe cuáles son los pasos que hay que dar para llegar a ella. Es totalmente absurdo.

El siglo XX fue posterior al XIX y en él se produjo el movimiento político más criminal que ha conocido la historia, el nazismo. Dicho esto, izquierda regresiva, izquierda feng shui, izquierda reaccionaria, son nombres que hacen referencia a una realidad: el sectarismo en que se han encastillado determinadas corrientes de izquierda que, tras la caída del Muro, han buscado referencias y las han encontrado en lo que Revel llamó "el antiamericanismo". Frente a EE.UU., o lo que se creen ellos que representan los EE.UU., vale todo: el islam, el socialismo del siglo XXI, el abertzalismo racialista. Y, claro, caen en un maniqueísmo infantil de veleidades revolucionarias, pero sin revolución.

Ya lo decía Lenin con agudeza: "El pequeño-burgués enfurecido por los horrores del capitalismo es, como el anarquismo, un fenómeno social propio de todos los países capitalistas. Son del dominio público la inconstancia de estas veleidades revolucionarias, su esterilidad y la facilidad con que se transforman rápidamente en sumisión, en apatía, en fantasías, incluso en un entusiasmo furioso por tal o cual corriente burguesa de moda".

Suele ser muy crítico con Podemos. ¿Lo considera un verdadero partido de izquierdas?

Desde el punto de vista sociológico, Podemos está en la izquierda, pero es una izquierda sociológica que, evacuada de contenidos políticos, es capaz de alinearse con casi cualquier causa reivindicativa, aún a riesgo de resultar incompatible con la izquierda política. Así, inocentemente, irresponsablemente, de modo infantil o adolescente, Podemos termina traicionando a la izquierda definida.

¿Cómo?

El caso más claro es su maurofilia, por la que convierten al musulmán en un "pobre del mundo" (solo hay que ver los hoteles de Dubai) y hacen causa común, no ya sólo con el islam, sino con el islamismo. Al que dibujan no como el resultado del proselitismo religioso, que es lo que es, con métodos además expeditivos y violentos en el caso del yihadismo, sino como una reivindicación de justicia social ante la opresión injusta sufrida por el islam por parte del Occidente capitalista y cristiano.

¿Qué define a Podemos?

El elemento ideológico que ahorma, que da forma doctrinal y práctica a ese partido, es su maniqueísmo. El capitalismo es el mal, el mal absoluto, con gentes malvadas a su servicio que forman grupos oligárquicos de poder, la famosa casta, y que dominan el mundo para su propio beneficio y totalmente de espaldas al pueblo, a la gente. Y Podemos, cuyos miembros son los puros, los inmaculados, los que sacrifican sus intereses personales al bien de la gente, surge como partido aglutinante de todas esas reivindicaciones del 15-M frente a la opresión de la casta, corrupta por definición.

De este modo completamente mitológico o zoroástrico, cualquier causa, por heterogénea que sea entre sí, desde la relativa a los desahucios hasta el aborto, la mujer, el Orgullo, pero también el islam o las naciones sin Estado, queda genéricamente recogida bajo la misma lucha entre el Bien universal de la gente y el Mal capitalista que quiere conservar el statuo quo oligárquico. Hasta el tema más prosaico y de alcance local, como puede ser -qué sé yo- construir un polideportivo, Podemos lo envuelve en esta metafísica y puede llegar a hacer de él una causa de lucha del Bien contra el Mal.

O conmigo o contra mí.

Por medio de esta manera maniquea de entender los conflictos sociales, Podemos somete a la sociedad a una disyuntiva radical: si no estás conmigo, que soy el abanderado de la causa del Bien (gente, izquierda, mujer, trabajadores, minorías religiosas), eres el Mal (casta, derecha, patriarcado, empresarios del Ibex, Vaticano). Un Mal absoluto con el que no cabe comercio ni negociación alguna. En España, este dualismo maniqueo tiene además una evidente lectura guerracivilista: la causa del Bien es la democracia, la del Mal el franquismo. Todo el que se opone a Podemos se opone a la democracia y, por tanto, es franquista.

Es una revolución sin objeto.

La clave del 15-M es ese fundamentalismo democrático, más incisivo en España por el franquismo previo. La democracia aparece en esa conciencia, primero indignada y después podemita, como deus ex machina, como la clave a partir de la cual se abre paso la solución de todos los problemas sociales.

La llamada Spanish Revolution no salió a la calle para reivindicar una fiscalidad igualitaria, como fue el caso de la Revolución Francesa, ni tampoco para pedir "paz, pan y tierras", como fue el caso de la revolución bolchevique. La gente salió a la calle para pedir algo tan abstracto como "más democracia", como si por el hecho de ser democrática una decisión política fuera ya justa o adecuada. Esta ideología fundamentalista es muy atractiva y se propaga muy bien porque adula a una gente (y eso es la quintaesencia de la demagogia) que se ve representada como pura e inmaculada frente a aquella otra corrompida por la complicidad con la casta oligárquica.

¿Cree que, con sus políticas actuales, Podemos podrá superar ese 20% que parece ser su techo electoral?

Las políticas de Podemos son volubles y espurias por definición porque lo que las define no son sus contenidos concretos (que pueden ser, insisto, casi cualquier cosa) sino la envoltura doctrinal maniquea y fundamentalista. Una doctrina que propagandísticamente funciona muy bien precisamente por su ligereza y frivolidad. Yo, en ese sentido, no le veo techo. Porque el gas de la adulación demagógica tiende a la expansión ocupando todos los espacios: edad, género, clase social.

Es verdad que al ser una ideología adolescente o infantil -en términos de Lenin- engrana mejor con una población más joven que aspira a ocupar los puestos de la población más madura. Es un "quítate tú para ponerme yo". Pero, bueno, como es sabido, hay adolescentes de ochenta años. Despreciar el calado electoral de Podemos es un error que el resto de partidos han cometido desde el principio.

¿Quién cree que podría salvar a Podemos de su encasillamiento en el pantano de la izquierda regresiva? ¿Errejón, Monedero, Kichi, Iglesias, Echenique, Montero?

La única manera de sacar a Podemos de ahí es con su desaparición. Nadie de los mentados puede hacer eso. Yo he estudiado en la facultad de Filosofía de la UCM y conozco el protopodemismo. Es decir, conocí con cierta profundidad la ideología podemita antes de su fundación. Fui alumno de Fernández Liria, uno de los padres espirituales de Podemos. Fui compañero de Germán Cano (íbamos juntos a los seminarios que organizaba Jacobo Muñoz, discípulo de Sacristán). Fui invitado a La Tuerka un par de veces. La segunda fue una auténtica encerrona, por cierto. En fin, creo saber de quiénes hablo. Un acervo conceptual marxista, sí, pero pasado por la posmodernidad, que hace que el marxismo se diluya como un azucarillo. El marxismo no es soluble en el agua bendita de la posmodernidad.

El maniqueísmo también funciona en sentido contrario…

Bueno, hemos hablado del maniqueísmo infantil podemita, pero existe un maniqueísmo, igualmente infantil, pero en el ámbito sociológico de la derecha: el antipodemismo maniqueo es tan estúpido como el podemita, si no más porque su recorrido electoral es mucho menor. Cuando se tacha a Pablo Iglesias de "rojo", "totalitario", "comunista" (pero como descalificación) y "perroflauta" se recae en la misma metafísica zoroástrica que he mencionado antes. Ahora bien, es verdad que este maniqueísmo de derechas es menos peligroso precisamente por eso, porque su ascendencia social es menor, y va perdiendo terreno. En el ámbito de la derecha sociológica se tiene que razonar más, se está obligado a justificar más y mejor sus posiciones, porque el Zeitgeist no le favorece. De esta manera la metafísica maniquea arraiga menos en la derecha sociológica, pero haberla hayla.

¿Es compatible el islam con la democracia y los derechos humanos?

El hecho de que en el islam no hubiera, ni haya, una separación entre el poder civil y el poder eclesiástico, y la pugna entre ambos, como sí la hay en el cristianismo, sobre todo en el católico, hace que se confundan más fácilmente autoridad civil y religiosa. Y eso propicia el integrismo. Sus códigos civiles y políticos están hechos a golpe de Corán, y ahí está la República Islámica de Irán, donde el Estado está completamente comprometido con la religión. Tanto es así que han dictado sus propios "Derechos Humanos", en El Cairo, en 1990, con la sharia como fuente principal de derecho. O sea, que de "humanos", en el sentido de "común a todos los hombres", tienen poco.

Cualquier secta hipotética que surgiera en 2017 y que defendiera no ya todos, sino tan sólo unos cuantos de los dogmas de fe del islam, y especialmente aquellos que tienen que ver con los no creyentes, las mujeres y las minorías sexuales, sería inmediatamente prohibida y sus gurús encarcelados. ¿Por qué eso no ocurre con el islam?

Porque son 1.300 millones de fieles, creciendo, y con un porcentaje bastante alto de ellos muy fanatizado desde el punto de vista proselitista. Como decía Vitoria, la diversidad de religión no justifica una guerra, pero, además, una guerra al islam sería de una imprudencia monumental. Como decía Bueno, al islam hay que vencerlo con el arma del racionalismo.

¿'Welcome refugees'? ¿Todos?

Todos es imposible. Incluso ridículo sólo su planteamiento. No sabemos además cuántos son ese todos. Si no vienen con hostilidad, España, como cualquier otro país, se ve obligada por el derecho de gentes a recibir y acoger a cualquier persona que venga del exterior. Los límites, obviamente, los pone la capacidad institucional para canalizar ese flujo. Las condiciones, también es obvio, son el respeto al ordenamiento jurídico. Si un natural no respeta el ordenamiento jurídico te lo tienes que comer, pero a un extranjero lo puedes expulsar. Por lo demás, lo prudente para una mejor convivencia social sería evitar el gueto.

Dice Arcadi Espada que "la historia del progreso humano es inseparable de la desigualdad. No hay progreso en pelotón. El progreso siempre parte de uno que salta. De una mutación feliz". ¿Está de acuerdo con él?

Es la teoría evolutiva del saltacionismo o mutacionismo de Goldschmidt ("monstruo prometedor"), opuesta por cierto al gradualismo darwinista, pero aplicado al plano del desarrollo cultural y el progreso. Yo creo que se mezclan planos al hablar de igualdad en derechos, igualdad ante la ley, igualdad de oportunidades, etcétera. No estamos hablando de la igualdad de rebaño, de querer recortar al que destaca. El marxismo habló de "salto cualitativo" a partir de una "acumulación cuantitativa". "Cambio de paradigma", de Khun, "corte epistemológico" de Bachelard, son doctrinas que hablan de cierta trabajo de base para que tengan sentido esos presuntos "saltos". Ese que salta, si va más lejos, es porque lo hace "a hombros de gigantes". En fin, que no estoy de acuerdo.

¿Para qué sirve un filósofo en España?

Pues para lo mismo que en cualquier otro sitio, si bien este es un país muy interesante dada la cantidad de cuestiones que hay que tratar para hablar de él (y en él). Existen múltiples filosofías, claro, y si hablamos de una filosofía como la que desarrolló Gustavo Bueno, sirve para sospechar críticamente, pero no de modo espontáneo, sino con cierto bagaje y sistematicidad, de absolutamente todo aquello que se nos presenta como evidente e indiscutible.

Esos dogmas (científicos, religiosos, democráticos) que suelen cristalizar en forma fundamentalista cuando su mantenimiento viene dado, no por su propia consistencia, sino por la presión ideológica de unos grupos sociales frente a otros. La filosofía, por lo menos esa filosofía, tiene efectos liberadores en ese sentido. El mero hecho de conocer la falta de consistencia de tales fundamentalismos te libra de caer en creencias absurdas. Imbécil es etimológicamente el que dice cosas que no tienen un mínimo sostén. Si la filosofía sirve para hacernos menos imbéciles, pues ya es mucho.

La última pregunta es una afirmación que me gustaría que rebatiera si crees que es necesario. Religión, filosofía y ciencia son, en ese orden, tres fases de la evolución del conocimiento humano, de la más primitiva y abstracta a la más moderna y concreta. En este sentido, ni la religión ni la filosofía son ya necesarias. ¿Está de acuerdo?

No. Esa es exactamente la posición de Comte en su Discurso sobre el espíritu positivo. Pero se da el caso de que el positivismo (tanto el de Comte primero, como el de Wittgenstein y la Escuela de Viena después) se quiso deshacer de la filosofía a costa de, paradójicamente, inventar una. Es decir, el positivismo, que afirma que el saber se agota en las ciencias y que, por lo tanto, a la filosofía ya no le cabe ningún papel, es un tipo de filosofía. Cuanto más reniegue de la filosofía, más se reafirma en ella.

[Fuente: Por Cristian Campos, El Español, Madrid, 24sep17]

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