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11abr06


La señora Wu se va de compras.


China está de shopping en Estados Unidos. Una delegación de 200 ejecutivos chinos encabezada por la Señora Wu Yi, viceprimera ministra, ha comenzado una gira por trece estados de la Unión. La lista de compras incluye centrales nucleares de Westinghouse, software informático, aviones de Boeing, equipos de telecomunicaciones y productos agrarios. En total, los chinos van a comprar por valor de 15.000 millones de dólares.

Uno puede ir de compras para cubrir una necesidad material, por capricho o para sublimar diversas frustraciones freudianas. China, que es una dama madura, está de compras por otro motivo: para calmar a un manirroto y agresivo jovencito. La economía china es subsidiaria y dependiente de la "tríada", las economías de Estados Unidos, Unión Europea y Japón. Su relación con la economía de Estados Unidos es lo que se llama una ganga.

China es el taller de bajo coste en el que se han instalado las multinacionales. La mitad de lo que China exporta a EE.UU lo producen empresas americanas que se radicaron aquí para incrementar sus beneficios. Los americanos, que gastan más de lo que ganan y viven por encima de sus posibilidades, tienen un déficit por cuenta corriente superior a los 800.000 millones de dólares. Gracias a China reciben productos de escaso valor añadido a precio irrisorio.

Los chinos, al contrario, son muy ahorradores. Su tasa de ahorro personal es del orden del 35% de la renta. Así han logrado hacerse con unas reservas en divisas de 853.700 millones de dólares, las mayores del mundo, que superan desde febrero a las de Japón y que alcanzarán los mil millones para fin de año. Para entonces el déficit de EE.UU habrá alcanzado una cantidad similar.

De banquera a competidora

El tercer elemento es que China usa los ahorros tan duramente obtenidos por su población y los beneficios de sus exportaciones de economía subsidiaria comprando bonos del tesoro americano y otros valores en dólares. China es, junto con Japón, el principal banquero de Estados Unidos. Tiene 256.000 millones de dólares de sus reservas colocados en bonos. El año pasado los adquirió por valor de 38.700 millones de dólares, la mitad de todos los bonos comprados, lo que equivale a un crédito de más de cien millones de dólares diarios para sostener la economía de EE.UU. Es un mal negocio, porque los bonos solo rentan un 1% anual.

La respuesta y actitud de Estados Unidos hacia esta ganga es declarar a China "competidora estratégica", rodearla de bases militares y alianzas con sus vecinos, acusarla de "juego sucio" en su relación económica, amenazarla con sanciones, denunciar sus violaciones de derechos humanos y decirle lo que tiene que hacer en, prácticamente, todos los ámbitos. El comentarista americano Chalmers Johnson define esa actitud diciendo: "insultar a tu banquero es una política poco inteligente".

Desde hace más de tres años Estados Unidos insiste en que el yuan, la moneda china, está subvalorada. En el Congreso hay proyectos de ley para "apretarles los tornillos a los chinos". El telespectador americano no sabe que la ocupación de Irak lleva cobrados 100.000 muertos, ni que su relación económica con China es una ganga, pero sí que ha oído hablar de los trucos de los chinos con el yuan, responsables, le dicen, de la perdida de medio millón de puestos de trabajo entre 2000 y 2010, así cómo de un déficit comercial con ese país que ascendió a 200.000 millones de dólares en el 2005. El más formidable aparato de propaganda autorregulado de la historia es el artífice de ese prodigio, pero, ¿qué pasa con el yuan?.

El valor del yuan

En primer lugar, que no hay manera de establecer su valor real. Las estimaciones van desde una pequeña subvaloración, hasta un 36%. En segundo lugar, una revaluación del 30%, no haría más competitivas a las empresas americanas: en Estados Unidos se paga una media de 15 dólares la hora en la manufactura, en China se paga 2 dólares al día, sesenta veces menos.

"Es un error acusar a China por los pedidos de la manufactura americana, que se van a India, Vietnam o Bangladesh en cuanto se imponen barreras", dice Stephem Green, analista del "Standard Chartered Bank" en Shanghai.

La competencia de China no es sólo un problema de precios. Hay muchas razones para estar en China: la educación y disciplina de la fuerza de trabajo, el nivel de las infraestructuras, la estabilidad política y la eficacia. Una estimación del 2004 estableció que la tasa de puntualidad sirviendo pedidos de las fábricas chinas es del 99%, y la de cumplimiento de planes del 98%, ambas mayores que en Estados Unidos.

El déficit del comercio bilateral americano con China es real, pero sólo es la mitad de la historia, porque China tiene un déficit aún mayor con el resto de Asia (Malasia, Tailandia, Japón, Corea del Sur y Taiwán). El déficit con EE.UU se podría reducir, si los americanos levantaran las prohibiciones de transferir tecnología a su "competidor estratégico", pero no hay la más mínima intención de ello.

Joseph Stiglitz, el Premio Nobel de Economía 2001, que escribió que el acierto de China se debe a que ignoró las recetas de Washington en materia de reforma y desarrollo, dice que es un "error" creer que el éxito comercial de China se debe a que su moneda está infravalorada y que una reevaluación china es la solución para el déficit comercial de Estados Unidos. "El problema está en Estados Unidos, y no hay que trasladarlo a China", dice en una entrevista a un semanario económico de Cantón. "Hace 25 años, se echaba la culpa a Japón, pero la situación era similar: el presidente Reagan recortó los impuestos provocando enormes déficits fiscales y comerciales".

La campaña contra China por el yuan está perdiendo credibilidad, pero en noviembre habrá elecciones en Estados Unidos, lo que determina un punto de agresividad. La señora Wu Yi, ha venido con su cesta de la compra a aplacar los ánimos. Su shopping forma parte del esfuerzo chino para tranquilizar al jovencito manirroto, en vísperas de la visita a Estados Unidos del Presidente chino, Hu Jintao, el día 20. China ha dado también algún paso en materia de protección de la propiedad intelectual, un tema mucho más serio que el de la moneda, pero del que se habla menos.

[Fuente: Por Rafael Poch, La Vanguardia, Barcelona, Esp, 11abr06]

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