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18sep07
La deuda externa de España se dispara y ya representa 1,5 veces el PIB
La voracidad de la economía española para captar dinero en el extranjero con el que financiar la actividad productiva no parece tener límites. Hasta el punto de que la deuda externa de España -es decir, los pasivos que hay que devolver a los prestamistas en los plazos acordados- representan ya el 145% del Producto Interior Bruto (PIB). O, lo que es lo mismo, 1,45 billones de euros, la cifra más alta jamás alcanzada por la economía nacional.
Para hacerse una idea de lo que han crecido las deudas de los agentes económicos hay que tener en cuenta que hace apenas cuatro años la deuda externa de España era equivalente a 716.455 millones de euros, lo que indica que en menos de un quinquenio los pasivos con el exterior se han multiplicado por dos. Lo más sorprendente, con todo, es que mientras las deudas de Estado en el extranjero sólo han crecido un 18% respecto a 2003, los préstamos del sector privado se han multiplicado prácticamente por tres, lo que da idea del fuerte proceso de endeudamiento que ha sufrido la economía española, algo que ha permitido financiar la expansión económica sin restricciones de liquidez.
La deuda externa de un país comprende los saldos de todos los pasivos frente a no residentes que dan lugar a pagos por amortización o intereses, incluyendo todos los instrumentos financieros (excepto las participaciones en el capital y los derivados). Este indicador es especialmente relevante en unos momentos como en los actuales, en los que hay dificultades para captar dinero por parte de algunas entidades financieros, lo que sitúa a España en una difícil posición, ya que el país necesita dinero del extranjero, y mucho, para que no haya cuellos de botella en la financiación de la economía.
A largo plazo
La gran mayoría de los préstamos, según el Banco de España, son a largo plazo (por encima de un año), lo que permite, en cualquier caso, una cierta capacidad de maniobra para los acreedores. De los 1,45 billones de euros que se deben en el exterior, 220.000 millones (algo más del 15%) corresponden a las administraciones públicas, que emiten bonos y obligaciones con los que financian sus políticas de gasto, ya que, aunque hay superávit presupuestario, el Estado todavía tiene que hacer frente a una deuda pública que representa alrededor del 40% del PIB (incluyendo residentes y no residentes).
La deuda externa, de la misma manera, refleja el gigantesco déficit exterior de España (el más grande del mundo industrializado), y que sólo en 2006 representó el 8,8% del Producto Interior Bruto, porcentaje equivalente a 86.026 millones de euros. Tan sólo el déficit comercial supone el 94% del déficit por cuenta corriente y explica el 60% de su incremento.
La fuerte actividad crediticia que se ha producido en España en los últimos años explica, en cualquier caso, la apelación al dinero procedente del exterior. Y es que aunque los tipos de interés oficiales no han dejado de crecer durante los dos últimos años, lo cierto es que el crédito apenas muestra síntomas de fatiga. La financiación al sector privado -familias y empresas- creció hasta junio un 20,9% respecto al mismo mes del año 2006, lo que da idea de la fortaleza que muestra este indicador. Hay que destacar que la financiación a las sociedades no financieras creció en junio en términos interanuales nada menos que un 24,5%, cuando en marzo de 2007 aumentaba a un ritmo del 23,3%. No solamente no decrece sino que aumenta, aunque lo previsto es que se ralentice durante el segundo semestre de este año.
Desaceleración de las hipotecas
La desaceleración del crédito sí se ha dejado notar, aunque no de una forma extraordinaria, en los préstamos destinados a la vivienda, que han pasado de crecer un 24% anual en 2005 al 17,2% al final del primer semestre de 2007, según datos del servicio de estudios de la Caixa.
Esta fuerte dependencia del crédito para seguir creciendo en tasas superiores al 3% es lo que convierte a España en uno de los países más vulnerables a la actual crisis financiera, toda vez que las restricciones (por la aversión al riesgo) se traducen en una subida de los tipos de interés. Con todo lo que ello conlleva.
[Fuente: El Confidencial, Madrid, Esp, 18sep07]
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