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19abr11


Los mercados vuelven a poner a España en el ojo del huracán


La trampa mortal de la deuda pública -de la que habló en su día Roubini- comienza a tomar carta de naturaleza. La posibilidad de que Grecia reestructure su abultada deuda pública -144% del PIB en 2010- está hoy más cerca que nunca pese a que su economía está intervenida. Y por eso, el diferencial del bono español con el alemán ha vuelto a situarse por encima de los 230 puntos básicos. Desde enero no se alcanzaba un nivel similar. La rentabilidad del bono a 10 años se ha disparado hasta el 5,58%, la tasa más alta en doce años, cuando el tipo de intervención está en el 1,25%.

¿La causa? Caen con fuerza los bancos y eso arrastra la credibilidad de España. Básicamente por su exposición a la deuda pública. Como sostiene este informe del Centro del Sector Financiero de PwC y el IE Business School, el sector bancario es el propietario mayoritario de la deuda pública española. En concreto, la banca posee el 30% del endeudamiento con datos a diciembre de 2010. Al menos, un 90% no está en la cartera de negociación (trading) de las entidades, lo que evita el impacto sobre la cuenta de resultados de cualquier cambio en el valor de la deuda.

Pero aún así, y como señala el informe, la desconfianza sobre la deuda pública española tiene varios efectos sobre la banca: en primer lugar, el aumento de los rendimientos de la deuda pública encarece la financiación de todos los agentes; en segundo lugar, las políticas de austeridad fiscal aprobadas tienen un impacto recesivo a corto plazo, lo que afecta a la rentabilidad del negocio bancario; y, en tercer lugar, el precio de las acciones bancarias acaba reflejando las pérdidas potenciales del valor de mercado de la deuda pública y la propia incertidumbre económica. Bank of America Merril Lynch ha estimado que el 66% de las variaciones del precio de las acciones de los bancos españoles está correlacionado con la evolución del rendimiento del bono público español a 5 años.

Hay que tener en cuenta que España tiene el mayor porcentaje de deuda “senior” bancaria (sin incluir las operaciones con pacto de recompra -repos-) con respecto del PIB de toda la zona euro, un 54%, por encima del 50% de Bélgica, del 44% de Holanda, del 43% del Reino Unido y del 38% de Irlanda.

Miedo a Grecia

El origen de la actual crisis tiene que ver con unas declaraciones efectuadas por el ministro alemán de Finanzas.

Wolfgang Schäuble dijo el jueves pasado que “ha aumentado el riesgo de una reestructuración de la deuda griega”. Y lo malo es que los mercados le han creído. Antes de sus declaraciones, el diferencial del bono español a 10 años se situaba en el entorno de los 175 puntos, pero ya el viernes acabó en 198. Ayer traspasó los 232 puntos básicos y todo indica que ha comenzado una nueva tormenta financiera, aunque está por saber su duración e intensidad.

Lo más inquietante, sin embargo, es que los fenómenos atmosféricos que causan la tormenta se multiplican. Por un lado, se encuentra el resultado de las elecciones finlandesas, con un partido clave en la formación del nuevo Gobierno que quiere renegociar el fondo de rescate de la UE. Finlandia es un pequeño país, pero hay que recordar que las decisiones sobre el fondo de rescate se toman por unanimidad entre los 27.

Por otro, la decisión de Standard & Pooŕs de poner la deuda pública de EEUU en perspectiva negativa, y que no ha hecho más que complicar las cosas en un mercado con enorme aversión al riesgo. Por eso, los diferenciales se amplían. También por la decisión china de elevar medio punto (hasta el 20,5%) el coeficiente de reserva de sus bancos, lo que supone un drenaje de la liquidez del sistema.

Lo más curioso, como señala David Cano, socio de Analistas Financieros Internacionales (AFI), es que los fundamentos económicos domésticos “no han cambiado nada”, pero aún así el Tesoro se vio obligado ayer a pagar casi un 40% más por colocar letras a 12 y 18 meses. Esto quiere decir que independientemente de la situación económica interna, lo cierto es que los mercados han vuelto a situar a España en primera línea de fuego. Los operadores venden deuda pública nacional para colocarse en valores refugio, como el bund alemán o el oro, que ya roza los 1.500 dólares la onza.

Tanta inestabilidad ha tenido otro efecto perverso. El euro se ha debilitado y eso ha ampliado la exposición de España -y de la eurozona- a un aumento de los precios del petróleo: De hecho, con la subida de los tipos de interés el BCE pretendía apreciar la moneda única para combatir la inflación (2,7%), pero una súbita depreciación puede obligar al Banco Central Europeo a ser más agresivo a la hora de endurecer su política monetaria. Todo dependerá de la intensidad y del alcance de la actual tormenta, que en todo caso abre un nuevo frente político contra el mecanismo de rescate de la Unión Europea de indudable transcendencia.

Los gobiernos europeos saben ahora a ciencia cierta que buena parte de sus opiniones públicas se oponen a dar un cheque a los países periféricos para salvarlos de la quema. Merkel pagó la factura hace algunas semanas en las elecciones celebradas en varios länder. Ahora lo mismo le ha sucedido al Gobierno de Helsinki, y es muy probable que en las elecciones presidenciales francesas se hable mucho de ello, con una ultraderecha crecida en las encuestas.

[Fuente: El Confidencial, Madrid, 19abr11]

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