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04dic09
La banca se encuentra igual de apalancada que antes de la crisis pese a no dar crédito
El BCE certificó ayer lo que todo el mundo temía: anunció el paulatino cierre de la barra libre de liquidez para la banca, con la supresión de las subastas a 12 meses como primer paso. Esto puede hacer mucho daño a la banca española, que ya está buscando alternativas para financiarse. Pero más allá de la necesidad de diversificar, esta situación indica que la banca española no ha acometido todavía el inevitable proceso de desapalancamiento para salir de la crisis, sino que sigue necesitando liquidez pese a haber cerrado el grifo del crédito.
Las inyecciones del BCE son préstamos a plazos cortos que, lógicamente, deben devolverse. Si se acaba la posibilidad de seguir pidiendo dinero en la ventanilla de descuento de Fráncfort, hay que sacarlo de otro sitio para devolverlo; casi con toda seguridad, de la fórmula preferida por bancos y cajas españoles para financiarse a corto plazo: los pagarés. Y los vencimientos de deuda a más largo plazo no han sido cancelados, sino refinanciados con nuevas emisiones (con aval del Estado salvo en las entidades más grandes). La cuestión es que el sistema financiero sigue necesitando ingentes cantidades de fondos para financiarse: la apelación al BCE no ha hecho sino aumentar hasta marcar un récord en octubre de 82.534 millones de euros.
Esta operativa choca con la receta que la mayoría de los expertos recomienda no sólo para la banca española sino para la de todo el mundo, es decir, desapalancarse. La lógica de esta recomendación es aplastante: si lo que ha provocado la crisis es la orgía del crédito en los últimos años -crecimientos superiores al 20% anual en España- a unos tipos ridículos para adquirir activos sobrevalorados, la solución a la crisis no puede ser conceder más crédito, sino todo lo contrario. El problema es que esta solución es políticamente inaceptable porque realimenta la crisis y el aumento del paro, de ahí que todas las medidas de ayuda al sector, al menos en teoría, estén encaminadas a reactivar el crédito.
No obstante, los bancos y cajas sí están aplicando esta receta de forma subrepticia y restringiendo el crédito. Pese a que todas las entidades aseguran que están aumentando la concesión de préstamos, las cifras del Banco de España no dejan lugar a dudas: el saldo vivo del crédito al sector privado crece a menos del 0,3% (a septiembre) y el flujo efectivo está cayendo en picado. El propio gobernador Miguel Ángel Fernández Ordóñez prevé que esta contracción continuará en los próximos trimestres.
¿Para qué quieren los bancos tanto dinero?
Entonces la pregunta es para qué han pedido tanto dinero al BCE las entidades españolas en el último año. Y la respuesta es que todas las entidades -salvo muy pocas excepciones- se han lanzado alegremente a la práctica del carry trade, que consiste en tomar prestado dinero al 1% en el BCE (aprovechando la citada barra libre de liquidez) para invertirlo en deuda pública con una rentabilidad de entre el 3,3% y el 4% según el momento, con lo que las entidades ganan la diferencia. Así, el 50% del aumento del saldo vivo de la deuda del Estado en 2009 ha sido adquirido por bancos y cajas, pese a que, una vez más, todos niegan haberlo hecho.
Lo cual tampoco está exento de riesgos: las entidades pueden sufrir grandes pérdidas en sus enormes carteras de deuda pública en cuanto el mercado empiece a anticipar una subida de tipos. En todo caso, esas enormes cantidades que han pedido al BCE tienen que ser devueltas a lo largo de 2010 y tienen que salir de algún lado. De ahí que varias grandes entidades hayan registrado folletos en la CNMV para emitir hasta 40.000 millones de euros en pagarés, según informaba hace unos días el periódico económico Expansión.
Esta situación no hace sino agravar los grandes desafíos a los que se enfrenta la banca en 2010: la segunda -y más grande- oleada de morosidad, una caída en picado de los márgenes, unos balances repletos de activos inmobiliarios sobrevalorados y un aumento de las exigencias de capital regulatorias con un nuevo estándar internacional para el 'core capital' (los recursos propios de mayor calidad) del 8%.
[Fuente: Cotizalia, Madrid, 04dic09]
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