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22jul14
Abril-Martorell cesa como CEO de Prisa tras cerrar su última gran refinanciación
Fin de ciclo. Fernando Abril-Martorell, consejero delegado del Grupo Prisa, abandonará el cargo en octubre, según se ha aprobado este martes en el consejo de administración de la firma. El ejecutivo, que será sustituido por José Luis Sainz, hombre fuerte de la compañía en la Cadena SER y en El País, permanecerá en la casa como consejero independiente y miembro del Comité Editorial. La empresa pierde con el movimiento a su principal referente en sus siempre difíciles relaciones con la banca.
Según aseguran fuentes conocedoras del proceso de salida, Abril-Martorell deja el grupo al entender que ha terminado un ciclo, después de que el año pasado cerrara la última gran refinanciación de la sociedad. El pacto con la banca, alcanzado después de que Telefónica, Santander y La Caixa accedieran a entrar en el accionariado, se logró en condiciones más que razonables para una empresa que rozaba la quiebra. Su salida ha sido acordada con el presidente ejecutivo de Prisa, Juan Luis Cebrián, con quien también pactó su permanencia en los citados órganos de la casa.
El relato de los hechos arranca el 1 de abril de 2011, cuando Abril-Martorell asumía la dirección financiera de Prisa. Lo hacía procedente de Credit Suisse, con un compromiso de permanencia de tres años y asumiendo una estructura de capital y societaria que pedía una reestructuración a gritos. El puesto le convertía en número dos de la compañía, justo por debajo del propio Cebrián, quien le encomendó el saneamiento de las precarias finanzas del grupo. Con una deuda por encima de los 3.000 millones de euros, Prisa acababa de dar entrada a los inversores de la americana Liberty, primera piedra de una revolución accionarial que ha terminado por relegar a los Polanco.
Apenas meses después, el que fuera primer ejecutivo de Telefónica era designado consejero delegado de Prisa, un movimiento que en el sector se percibió como un escalón más en su camino para convertirse a medio plazo en el capo del grupo de medios, una percepción que no podía estar más alejada de la realidad. Primero, porque el compromiso de Abril-Martorell tenía fecha de caducidad. Y después, en tanto su recorrido en la compañía siempre estuvo limitado. Cebrián renovaba hace apenas meses su contrato como factótum del grupo hasta 2018.
Referente con los bancos
La pérdida de Abril-Martorell no es poca cosa para Prisa, que lo había convertido en su imagen visible de cara a sus entidades acreedoras. La última refinanciación, cerrada a finales de 2013, supuso su mayor logro en el trienio. Y es que, pese a estar en manos de los bancos, Prisa logró arrancar entre cinco y seis años de margen para pagar sus deudas, además de un plazo de tres ejercicios para vender activos. Un aspecto clave en tanto que permitió a la compañía margen de maniobra para lograr el mejor precio por Digital+ o capacidad para elegir el momento de vender su 17% en Mediaset. Además, obtuvo la garantía de que los próximos acuerdos con sus accionistas no precisarán de unanimidad, al vincular los contratos a la legislación británica, una disposición que concede flexibilidad a la sociedad.
También la compañía ha logrado desbloquear uno de los principales obstáculos que afrontó el ejecutivo. En concreto, Abril-Martorell -que sólo trajo de fuera a su número dos en Credit Suisse, Javier Lázaro- se encontró toda la deuda agrupada en la sociedad holding, con serios problemas para bajarla a las filiales, donde verdaderamente se generaba caja. Todo dentro de un permanente problema de liquidez que han venido paliando las inyecciones de fondos de los propios estadounidenses o, en última instancia, de los fondos buitre. La crisis económica, con la caída de ingresos publicitarios en prensa y radio y en pleno cambio de modelo de negocio en muchas de las divisiones, terminó por crear una tormenta perfecta.
En esta línea, son aún muchas las incertidumbres que quedan por resolver. Y es que el proceso de desinversiones en marcha aún dejará un importante agujero económico por cubrir, con la cotización bajo mínimos. Por ahora, Prisa ha perdido su condición multimedia con la venta de Cuatro y Canal+. La cuestión a medio plazo es si el grupo de medios podrá conservar Santillana, al tiempo que maneja una estructura accionarial compleja con una constelación de fondos buitre en el accionariado, un núcleo duro bajo mínimos -con los Polanco en apenas un 16%- y el establishment nacional también en la casa. Según fuentes internas de la firma, "al menos ahora se ve la orilla, aunque queda mucho por remar". Se abre una nueva etapa.
[Fuente: Por Daniel Toledo, El Confidencial, Madrid, 22jul14]
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