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11dic13
Cebrián se escuda en Schumpeter y Mandela para no mentar a sus nuevos socios 'buitre'
Museo Reina Sofía. Edificio Nouvel. Pasadas las diez de la mañana, los accionistas del Grupo Prisa aprueban la entrada en su capital de la crème de los fondos buitre. No tenían otra: o eso o la quiebra. De hecho, el plácet era clave para refinanciar una deuda que ronda los 3.500 millones de euros y que lleva años amenazando con llevarse por delante a la compañía. Claro que la devastación sufrida por la editora de El País en el último lustro es más culpa del empedrado que de los gestores. Al menos esa es la idea del presidente ejecutivo, Juan Luis Cebrián, que acudió a Joseph Schumpeter para explicar el desaguisado financiero y al fallecido Nelson Mandela para glosar cómo el alivio económico reforzará la independencia de sus cabeceras. Los chatarreros que entrarán en su capital son, para la firma, "fondos de inversión especializados".
El factótum de Prisa desglosó lo que ha pasado en estos años tras diseñar una gravosa OPA por el 100% de Sogecable -"no me extenderé en las razones del excesivo endeudamiento"-, vender Cuatro y tener en la rampa de salida Digital+ y su 17% en Mediaset. "Asistimos (…) a una destrucción real de puestos y condiciones de trabajo en nuestras operaciones en España, a un rediseño de las mismas, y a políticas de austeridad a las que no estábamos acostumbrados. La mejoría de las cifras macroeconómicas en nuestro país, y el comportamiento del mercado en los últimos meses, permiten suponer que dicha destrucción encaja perfectamente en las teorías schumpeterianas de la evolución capitalista".
El economista de Moravia popularizó la tesis en su libro Capitalismo, socialismo y democracia, publicado en 1942. En resumen, su planteamiento se basa en que empresas y modelos de negocio innovadores sustituyen irremisiblemente a los obsoletos, propiciando un crecimiento económico sostenido. Aceptando la comparación, Cebrián -acompañado por apenas la mitad del consejo de administración- habría garantizado para Prisa en estos últimos años y con la reestructuración de ayer un salto al futuro, un "desarrollo y crecimiento a medio y largo plazo donde, en contra de las previsiones de John Maynard Keynes, no tenemos por qué estar todos muertos".
Es más, su inmolación no puede dejar de verse como un final e incomprendido acto de amor por Prisa. "De sus lecciones [de Schumpeter] sobre la innovación y la destrucción creativa, en tanto que elementos clave del desarrollo capitalista, los ciudadanos (…) aprendimos un doble moraleja: que la realidad se encarga demasiadas veces de destruir las verdades científicas, y que la creación de riqueza puede ser comparable a un acto de amor", confesó. En su glosa al economista austríaco, Cebrián recordó que este se consideraba afortunado por haber cumplido dos de sus tres máximos objetivos en la vida: ser un economista de reputación mundial, un jinete consumado y el mejor amante de Viena. Evitó semejante acertijo sobre su propia persona.
Tampoco está demasiado claro que, aunque se vistan de seda, las decisiones adoptadas ayer sean algo más que un ejercicio de supervivencia. Por ejemplo, Prisa tiene que acometer desinversiones por 900 millones hasta 2015 y 1.500 millones totales hasta 2016 si no quiere conceder a sus acreedores una opción de compra por el 100% de su participación en Santillana, situada actualmente en un 75%. Poner en riesgo la rama de su negocio más asentada en Latinoamérica no parece una decisión de futuro. El propio Cebrián admitía que la compañía está abocada a vender "activos relevantes" para cumplir con los hitos que le marcan los acreedores. Sin contar con que recibirá de sus nuevos compañeros de viaje una línea de crédito por más de 350 millones que tendrá que repagar con intereses de doble dígito.
La sangre de la democracia
Claro que todo sea por sanear la estructura económica de la casa, palanca en la que se apoya la independencia de El País, la Cadena SER y el resto de las cabeceras de la compañía. "Tras el cierre de la refinanciación, las empresas de nuestro grupo estarán en condiciones de reforzar su excelencia, mejorar su competitividad y consolidar la independencia editorial de la que desde su fundación han hecho gala". Como subrayó Cebrián, ya lo decía Mandela: "Una prensa crítica, independiente y de investigación es la sangre de la democracia. Debe ser libre de la interferencia del Estado. Debe tener suficiente potencia económica para resistir las lisonjas de los funcionarios gubernamentales. Debe poseer una independencia respecto a los intereses creados para ser valiente e inquisitiva sin miedos ni favores".
No sabremos nunca la opinión de Madiba sobre hasta qué punto condiciona la independencia de un medio que tres de las principales corporaciones que operan en su país de referencia formen parte de su accionariado. Telefónica, que ya está en el capital de Digital+, entrará el año próximo en el de la propia Prisa, tras haber ejecutado hace apenas meses 100 millones de euros en bonos convertibles. No será el único gigante en liza. Santander y La Caixa estarán en la alineación de 2014, tras canjear en su caso deuda por capital. Ellos, más los fondos buitre y los accionistas otrora integrados en ese artefacto financiero que era Liberty, forman parte de ese esplendoroso futuro que para Prisa dibuja Cebrián. Y, para más de uno, el principal objetivo es hacer caja.
[Fuente: Por Daniel Toledo, El Confidencial, Madrid, 11dic13]
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