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17feb23


Francia y España elevan la tensión diplomática y amenazan el hidroducto H2Med


Las interconexiones entre Francia y España no dejan de dar problemas ni después de la firma de un Tratado de Amistad que, en teoría, debería consagrar una comunicación constante entre ambos países. La oposición del Elíseo a que el vecino del sur se convierta en un hub energético europeo protagonizó durante meses el bloqueo al gasoducto Midcat, y acabó desembocando en un nuevo proyecto, el H2Med, que solo transportaría hidrógeno limpio. Pero la cuestión es qué se entiende por limpio. Y en qué sentido debería circular.

El hidroducto, presentado el pasado diciembre a bombo y platillo por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con la bendición de Alemania y la Comisión Europea, se encuentra ahora en entredicho por las discrepancias a ambos lados de los Pirineos. España defiende que solo envíe hidrógeno verde, procedente de energías renovables, desde el sur hacia el norte; Francia, en cambio, aboga por que también circule el llamado hidrógeno rosa, que permitiría aprovechar la excepcional planta nuclear del país, y que el flujo transcurra en ambas direcciones.

Estas dos concepciones divergentes han provocado un choque entre ambos países, con la nueva directiva de las renovables de la Unión Europea, la conocida como RED III, como telón de fondo. Con el paso de los días, el enfrentamiento ha ido escalando hasta pasar del terreno diplomático a la dimensión pública.

El embajador de Francia en Madrid, Jean-Michel Casa, ha subido este viernes a sus redes sociales un comentario --publicado originalmente en El Periódico de España-- en el que airea sus discrepancias con el Ejecutivo: "A nosotros tampoco nos gustan algunas maneras de expresarse de la vicepresidenta tercera del Gobierno español y ministra de Transición Energética". El diplomático parafrasea una expresión de Teresa Ribera, que el pasado miércoles afeó a París su actitud durante los últimos días, caracterizada por las filtraciones a los medios en las que ponía en cuestión la viabilidad del proyecto si no transportaba hidrógeno nuclear. La ministra irrumpió en la polémica en un foro organizado por el IESE: "Si Francia ha cambiado de opinión sobre el H2Med, que lo diga".

Ahí está el juego ahora mismo. Ambos países se acusan mutuamente de romper el compromiso que habían adquirido el pasado enero, durante la conocida como Declaración de Barcelona, que selló una relación bilateral como la que Francia ya tiene con Alemania o Italia. El punto 16 del documento pactado por las capitales asumía el compromiso de ambas partes por respetar "plenamente el derecho de cada Estado miembro a elegir su estructura energética". "España y Francia reconocen la importancia de la producción, transporte y consumo de hidrógeno limpio como el producido a partir de fuentes renovables y bajas en carbono", añadía.

Según Francia, la referencia a las fuentes "bajas en carbono" supone reconocer el hidrógeno de origen nuclear, como ha hecho la Comisión Europea esta semana en el acto delegado para la nueva directiva de las renovables. El movimiento de Bruselas supone una victoria parcial para París, pero la propuesta del Ejecutivo comunitario podría decaer si España o Alemania se unen a la minoría de bloqueo para que no vaya adelante. Si uno solo de esos dos países se opone, la directiva no sale. Y esa es la carta que ha jugado el Elíseo para presionar a Berlín y Madrid durante los últimos días. Especialmente al Gobierno español, con el argumento de que la exclusión del hidrógeno nuclear de la norma europea comprometería la viabilidad económica del H2Med.

En ese intercambio de golpes, España alega que el proyecto del hidroducto, acordado el pasado 9 de diciembre en Alicante por ambos países, solo contempla que transporte hidrógeno verde, y que este circule de sur a norte a través del tubo que uniría Barcelona y Marsella. Fuentes del Ministerio de Transición Ecológica confirmaron la semana pasada a El Confidencial que, para que el flujo circulase en sentido inverso, sería necesario instalar un inyector en la ciudad gala que, de momento, no está planteado.

A este respecto, el embajador de Francia recuerda que los textos pactados en Alicante y Barcelona "no hacen ninguna referencia a un funcionamiento del H2Med únicamente en el sentido de Barcelona hacia Marsella (y el resto de Europa), como se ha pretendido en estos últimos días (porque, como es lógico, las interconexiones de este calado siempre se conciben para funcionar en doble sentido)".

Pese a las divergencias, desde el Ministerio dirigido por Teresa Ribera aseguran que ambos países mantienen un "diálogo fluido" y "plena sintonía" con las instituciones comunitarias en "la necesidad de acelerar la transición ecológica y el respeto mutuo de la libre elección tecnológica de cada Estado para cumplir con los compromisos europeos de descarbonización". "Las negociaciones para alcanzar acuerdos no deben contaminar el desarrollo del proyecto de corredor verde H2Med", añaden las mismas fuentes, y recuerdan que Francia "nunca ha ocultado" que aspira a producir hidrógeno nuclear, algo que a España, concluyen, "le parece razonable" siempre y cuando no se considere renovable: "Pueden compartir infraestructura, pero no denominación".

Con la vista en Bruselas

El escenario real de las tensiones es Bruselas, donde se está negociando la revisión de la directiva sobre renovables, la conocida como RED. De momento, el Gobierno francés se ha apuntado una victoria importante en lo referente a los parámetros de lo que es el "hidrógeno limpio". La Comisión Europea tenía el encargo desde hacía tiempo de establecer la definición, y tras muchos retrasos sacó esta misma semana un acto delegado en el que abre la puerta a que el hidrógeno producido con energía nuclear pueda ser también considerado como limpio.

Eso no estaba contemplado en el borrador del acto delegado que el Ejecutivo comunitario estuvo sopesando el pasado diciembre, sino que ha sido algo que se ha añadido a raíz de la presión ejercida en las últimas semanas por el Gobierno francés. El pasado 2 de febrero, Francia y otros ocho países, entre ellos Polonia o República Checa, escribieron una carta a la Comisión Europea solicitando que tuviera en cuenta el hidrógeno bajo en carbono en su acto delegado, una fórmula legal que es muy difícil de revertir: requiere de una mayoría cualificada de Estados miembros que se oponga o una mayoría absoluta de la Eurocámara.

El siguiente paso para el Elíseo es que ese hidrógeno bajo en carbono se tenga en cuenta para los objetivos de renovables de la directiva RED. "No pedimos una equivalencia, no decimos de ninguna manera que la electricidad baja en carbono sea renovable, la nuclear no es renovable y no lo decimos así; lo único que decimos es que, cuando fijamos objetivos, tomen en cuenta la realidad de los mix, los esfuerzos que ya han hecho los países que han descarbonizado su electricidad", señaló la semana pasada una fuente diplomática francesa. "Sería muy paradójico que los países que han descarbonizado su economía sean ahora castigados por sus esfuerzos", añadió.

España está dispuesta a que el hidrógeno de origen nuclear tenga "su lugar" en el encaje regulatorio europeo, como parte de la normativa de gases, pero se opone al intento del Gobierno francés de incluirlo en la negociación de RED. "Siempre hemos sido muy claros en que no admitimos que ese hidrógeno producido con nuclear se hiciera equiparable a energías renovables, ni que compute para el cumplimiento de los objetivos de energías renovables. Es decir, no queremos que la directiva de energías renovables se convierta en una directiva de energías bajas en carbono. O que las energías bajas en carbono se conviertan en el equivalente a las energías renovables", explicaban la semana pasada desde el Ministerio de Transición Ecológica.

Esa misma posición es la que defendió Ribera el miércoles. La ministra abogó por un etiquetado diferenciado para el hidrógeno rosa y el verde, pero no solo, aseguró, por una cuestión de interés nacional, sino también industrial: "El querer confundir respecto de la renovabilidad de la electricidad o del hidrógeno producido a partir de energía nuclear no nos parece un buen consejo".

No es solo el hidrógeno

El conflicto respecto al hidroducto H2Med se produce en plena disputa entre los reguladores de Francia y España por la asunción de sobrecostes en la interconexión eléctrica del golfo de Vizcaya. El aumento de precio de las materias primas está obligando a reevaluar el proyecto. Ribera señaló que, en función de lo que digan los reguladores de los dos países, competentes en esta negociación, habrá que aumentar la planificación de Red Eléctrica y eso supondrá un extracoste para el consumidor y el contribuyente español. En este sentido, la vicepresidenta del Ejecutivo aseguró que esperarán a que se pronuncien los reguladores para dar su opinión y esperan que el reparto de costes sea equilibrado.

El conflicto parte de que España asumió en origen un mayor esfuerzo con el argumento de que esta infraestructura beneficiaba más al consumidor nacional, que se beneficiaría de la energía barata nuclear procedente de Francia. Sin embargo, el desarrollo de las renovables, que se presupone mayor al sur que al norte de los Pirineos, ha dado la vuelta a los planteamientos iniciales. En ese contexto, el Gobierno quiere que París asuma un mayor coste de la interconexión que circula por debajo del mar, ante el pronóstico de que puede ser Francia quien se beneficie más que España en el futuro. Pero el Elíseo ya ha demostrado que el Tratado de Amistad no va a alterar su posición tradicional, que ha convertido a nuestro país en una isla energética en Europa.

[Fuente: Por Marcos Lema, Juan Cruz Peña y Nacho Alarcón, El Confidencial, Madrid, 17feb23]

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