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22jul15
La traición, un nuevo capítulo en la realidad griega
Han partido las blancas palomas, / el cielo se ha llenado de cuervos, / aves negras.
Salvajes batidos de alas de terror / han escondido el azul / en los últimos instantes.
(Alexandros "Alekos" Panagoulis, político y poeta griego, 1939-1976)La rendición final e incondicional del gobierno de Alexis Tsipras y su partido Syriza (Partido de Izquierda Radical) a las demandas de los acreedores abre una nueva página negra en la historia de Grecia y de toda Europa. Estos sucumbieron vergonzosamente a las presiones del Deutsche Bank, BNP Paribas Bank, Goldman Sachs, JP Morgan y varios fondos de alto riesgo (hedge funds). Lo trágico es que sucedió después del referéndum en que el pueblo dijo tajantemente que no quería ser gobernado por Wolfgang Schauble (Ministro de Finanzas de Alemania), Mario Draghi (jefe del Banco Central Europeo), Jeroen Dijsselbloem (presidente del Eurogrupo) y por la jefa del Fondo Monetario Internacional Cristine Lagarde.
Ante los ojos del mundo, que siguió atónito a los hechos, es la primera vez desde el año 1800 en que el pueblo griego se ha rendido sin una rebelión ante la decisión del gobierno que a las claras ha traicionado el futuro del país.
En 1821 los campesinos helenos se rebelaron contra la ocupación turca que dio inicio a una revolución popular que dejó una profunda huella en toda Europa. El movimiento obrero griego despertó la conciencia de los oprimidos en todo el continente. Durante el inicio de la Segunda Guerra Mundial en 1940, cuando Benito Mussolini exigió la rendición de Grecia, el pueblo le expresó su rotundo NO parecido al NO del reciente referéndum y los italianos no pudieron conquistar el país.
Recién en abril de 1941, secundados por italianos y búlgaros, los alemanes lo lograron. A pesar de la instalación de un gobierno colaboracionista, más de dos millones de griegos del total de seis millones de habitantes se enlistaron en la guerrilla o colaboraron con ella manteniendo en permanente jaque a los nazis. Uno de los destacamentos más activos fue el batallón de las mujeres guerrilleras. Según la estadística oficial, más de 300.000 civiles murieron a causa de represiones y de ellos 73.000 fallecieron por hambre entre 1940 y 1944. Se calcula que el daño que hicieron los alemanes a Grecia en tres años de ocupación asciende en la moneda actual a 280.000 millones de euros.
Después de la liberación de Grecia por los británicos, el pueblo siguió luchando contra la monarquía y la burguesía reaccionaria nacional al servicio de los británicos. El primer ministro Winston Churchill consideraba Grecia como su "private manor" (mansión privada) con el rey Constantino II y el gobierno nacional bajo la tutela británica. Para restablecer el orden y poner fin a la guerrilla dirigida por trotskistas y sus contrarios del Partido Comunista Stalinista, Churchill mandó a Grecia dos divisiones. El ministro de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña George Hall reconoció en agosto de 1946 que 228 miembros del Batallón de Seguridad Nazi fueron incorporados al ejército griego para dar caza a los comunistas y a los militantes obreros. Así se inició la guerra civil.
En 1947 los británicos tuvieron que irse de Grecia para participar en la reconstrucción de su propio país entregando la batuta de mando a los Estados Unidos. El futuro presidente del país, Andreas Papandreu educado en Norteamérica y teniendo su ciudadanía escribió años después que los "gobiernos griegos actuaban de acuerdo a las instrucciones de la embajada norteamericana". La Misión Ayuda a Grecia, formada por el Departamento de Estado norteamericano anotó en uno de sus documentos que "Nosotros impusimos un control completo sobre el presupuesto nacional, impuestos, la moneda, los precios, sueldos, planificación económica, las instituciones militares y los de seguridad". La CIA creó su homóloga griega KYP.
En los años 1950 Grecia se convirtió en un estado cliente de Norteamérica e ingreso en la OTAN. Cuando se desató la guerra en Corea, el gobierno mandó un batallón expedicionario "Sparta" de 2.163 tropas al frente para ayudar a los norteamericanos, lo mismo que hizo Colombia. Mientras tanto en la misma Grecia la guerra civil no cesaba y el país estaba en caos dominado por la corrupción y la ineptitud de los gobiernos de turno. Para terminar con todo esto Washington dio el visto bueno a una junta de coroneles para hacer un golpe de Estado en abril de 1967, encabezado por el ex capitán del Batallón de Seguridad Nazi, y en aquel momento coronel de la KYR Georgios Papadopoulos.
Se instaló una dictadura militar parecida a la de Brasil (1964-1985) y posteriormente imitada en Chile (1973-1989), Uruguay (1973-1985), Argentina (1976-1983). En Grecia la Junta Militar desató una ola de represión acompañada por detenciones, interrogatorios, celdas de castigo, carceleros obtusos. Fueron prohibidos los movimientos pacíficos, los sindicatos, el derecho a huelga, el pelo largo en los varones, los Beatles, todo tipo de música moderna y popular, Sófocles, Esquilo, Leon Tolstoy, Trotsky, Jean-Paul Sartre, Antón Chejov, Mark Twain, la sociología, la enciclopedia y la libertad de prensa. También fue prohibida la letra "Z" que en griego clásico significa "vive" que la oposición usaba como un símbolo de "la resistencia vive". La película de Costa Gavras "Z" (1969) presenta los hechos que rodearon el asesinato del político griego Grigoris Lambrakis durante la dictadura.
La dictadura militar llegó a su fin en 1974 pero la "democracia" griega quedó regimentada y dirigida por Washington. Las promesas de los sucesivos presidentes de retornar la soberanía a Grecia nunca se cumplían. En vísperas de las elecciones en 1981 el futuro primer ministro Andreas Papandreu prometió sacar a Grecia de la OTAN y cerrar bases norteamericanas. Pero al ser elegido se olvidó de lo prometido igual como lo ha hecho ahora Alexis Tsipras. Cuando al comienzo de los años 1980 surgieron los problemas entre Grecia y Turquía sobre Chipre y el gobierno de Papandreu empezó a reclamar los derechos de Grecia, el presidente norteamericano Lindon Johnson convocó al embajador griego y le gritó: "Fuck your Parliament and your Constitution (A la mierda su parlamento y su constitución)… América es un elefante… Pagamos un montón de dólares a los griegos, si su primer ministro quiere darme lecciones sobre el parlamento, democracia y constitución, él, su parlamento y constitución no durarán mucho".
Después de la admisión de Grecia en la Comunidad Económica Europea en 1980, Estados Unidos delegó su poder en el país heleno a Alemania y Francia. Estos nuevos tutores europeos estaban encantados con los líderes como Andreas Papandreu quien lideró su país de 1981 a 1989 y de 1993 a 1996. En este período para calmar el descontento popular se aplicaron programas de bienestar social, de medicina popular, aumentaron sueldos y pensiones a costa de cada vez mayor endeudamiento de Grecia. Mientras tanto la producción se estancó y fue relegada a un segundo lugar. Grecia pasó de ser vasallo de Norteamérica a el de Alemania cuyos bancos se hacían de la vista gorda ante la corrupción en que se sumergió el país.
Los líderes de la Comunidad Económica Europea sabían perfectamente del estado de cuentas en Grecia cuando la admitieron en Eurozona en 2001. Su estado de salud financiera y económica le convenía a los acreedores alemanes que han dominado Eurozona para apoderarse cada vez más de Grecia y sus islas. Fueron ellos los que sabían que la deuda griega ya era insustentable y que el país, ya en el 2010, estaba en bancarrota. En aquel año la deuda total de Grecia era de 110 mil millones de dólares-130 por ciento del PIB pero el Banco Central Europeo (BCE), el Bundesbank de Alemania y el FMI seguían prestando hasta que actualmente, con el nuevo tercer paquete de rescate que aceptó sumisamente el gobierno de Tsipras, la deuda de Grecia subió a 400.000 millones de dólares equivalentes a 200 por ciento del PIB. La mayoría de préstamos proviene de Alemania.
Por eso, no es de extrañar la observación que hizo el ministro de Finanzas de Alemania Wolfgang Schauble sobre las promesas que hizo Alexis Tsipras durante la campaña electoral de "defender la soberanía del país y no permitir ninguna imposición por parte de los acreedores y no aceptar más las medidas de austeridad dictadas por Eurogrupo (ministros de finanzas de Eurozona). Shauble declaró que "Tsipras y su partido Syriza pueden prometer lo que quieren pero los que decidimos qué es lo que hay que hacer en Grecia somos nosotros". Todo es muy simple: el don dinero es el que manda y el primer ministro de Grecia lo sabía perfectamente igual como su partido Syriza a excepción de algunos idealistas que creen en la posibilidad de un "capitalismo con toque humano" y se olvidan de las doctrinas del neoliberalismo que domina actualmente el mundo.
Uno de los parlamentarios del partido Syriza, el economista John Milos comentó con tristeza que "con Syriza pasará lo que pasó con los partidos de izquierda en Italia. Fueron muy de izquierda en la oposición y muy neoliberales en el gobierno". Llama la atención también la publicación de la revista alemana WirtschaftsWoche del artículo Wie sich Soros als Euro-Retter inszeniert (Como Soros se presenta a sí mismo como un rescatador de Euro). Los alemanes hacen preguntas en este artículo sobre por qué Soros se convirtió en el auspiciador del conocido anti capitalista griego, Tsipras. Resulta que Syriza apoyó siempre las Organizaciones No Gubernamentales (NGO) que instaló Soros en Grecia y que en 2013 Alexis Tsipras viajó a Washington por invitación del Institute for New Economi Thinking y participó junto con varios miembros de Syriza en las discusiones en varias universidades norteamericanas y entre ellas, la Escuela de Derecho de la Universidad de Columbia.
El promotor de la destrucción de la República Federal Yugoslava que le facilitó un apreciado botín de guerra: la más grande mina de oro en Europa ubicada en Kosovo y el actual agitador de la necesidad de guerra contra Rusia tiene sus planes para Grecia y la Unión Europea: George Soros (Gyorgy Swatz) seguro tiene sus intereses respecto a las islas de Grecia y es posible que convenció a Tsipras a aceptar las imposiciones del FMI y del BCE. Puede ser cierta o no esta suposición, pero las medidas de austeridad que aceptó el gobierno de Tsipras el pasado 12 de julio pactando con la derecha apuntan a esta dirección. Después de ocho programas de rescate económico impuestos por la Comisión Europea durante los últimos seis años, un 40 por ciento de jubilados griegos y niños engrosaron las filas de los pobres. La economía cayó un 20 por ciento, el índice de desocupación es alrededor del 26 por ciento y entre los jóvenes es cercano al 60 por ciento.
Ahora, con las nuevas contrarreformas laborales y de pensiones, privatizaciones masivas del sector estatal, la nueva reducción drástica del sector público, la eliminación de los subsidios a las pensiones más bajas decretadas por Alexis Tsipras y su partido de "izquierda radical" Syriza y siguiendo las pautas del neoliberalismo en su forma más cruel, traerá más miseria y sumisión al pueblo griego. ¿Hasta cuándo los helenos lo soportarán sin revelarse esta vez contra el capital financiero como lo hicieron luchando en el transcurso de la historia contra los invasores turcos, alemanes, búlgaros e italianos? Solamente los antiguos oráculos griegos saben la respuesta.
Tampoco hay que olvidar, como escribió la colega periodista Oriana Fallaci en su libro sobre Grecia, "Un Hombre", que "el pueblo es siempre víctima, siempre inocente, constituye una hipocresía, una mentira y un insulto a la dignidad de todo hombre, de toda mujer, de toda persona. Un pueblo se compone de hombres, mujeres, personas y cada una de estas personas tiene el deber de elegir y decidir por sí misma; y no se deja de elegir y decidir porque no se sea general, ni rico, ni poderoso".
Por el momento el pueblo griego decidió quedarse, como sea y a cualquier costo en la Unión Europea, entonces los griegos son también partícipes de su propia tragedia junto con Alexis Tsipras y su partido Syriza.
[Fuente: Por Vicky Peláez, Sputnik News, Moscú, 22jul15]
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