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20jun10
Osborne, el nuevo 'chancellor', coge la tijera para atajar el déficit histórico del Reino Unido
George Osborne tiene hoy su puesta de largo. El nuevo 'chancellor' presenta sus primeros Presupuestos, un proyecto de emergencia para hacer frente al histórico déficit de Reino Unido en tiempos de paz, el más alto del G-20. A pesar de las advertencias de que medidas precipitadas podrían llevar de nuevo a la economía de las islas a la temida recesión, los 'tories' siempre han apostado por acciones inmediatas y no parece que la coalición con los liberal-demócratas les haya hecho cambiar de opinión.
Para hoy se espera un paquete de recortes que podría ascender a unos 85.000 millones de libras, en combinación con el aumento de la presión fiscal. Las previsiones podrían generar pérdidas de seis millones de empleos en el sector público y conllevarán de manera automática congelaciones salariales al menos durante un año, subidas de impuestos por valor de 10.000 millones de libras, revisión de las pensiones y una subida del IVA de dos puntos y medio, respecto del 17,5 por ciento.
La estrategia de los conservadores es muy clara. La época de austeridad que le espera al país no permite un crecimiento a corto plazo. Sin embargo, sí podría garantizar un clima saludable, con el déficit, según las previsiones más optimistas, en torno al 2% del PIB al final de la legislatura, cuando se enfrenten de nuevo a las urnas con la intención de conseguir una mayoría absoluta que les desate de Nick Clegg.
Con las últimas predicciones, nadie espera medidas populares. La Oficina de Responsabilidad Presupuestaria -organismo creado por el nuevo Ejecutivo- vaticinó que el endeudamiento público en el ejercicio 2010-2011 será de 155.000 millones de libras (186.620 millones de euros), el 10,5% del PIB. Actualmente, el Gobierno británico toma prestada una libra por cada cuatro que gasta, una situación que no se había vivido desde la II Guerra Mundial.
No ha habido día desde las elecciones en que el Ejecutivo de coalición no haya abordado el tema. Las críticas a la herencia dejada por los laboristas han sido constantes y David Cameron ha reprobado los 70.000 millones de libras en intereses que será necesario abonar en los próximos cinco años bajo los actuales parámetros. La cantidad supera a lo que se invierte en áreas como Educación, Transporte o las medidas contra el cambio climático.
El mismo Osborne ha reconocido que podría ser peligroso exponer tanta fragilidad, pero había que preparar a la opinión pública de alguna manera antes de poner las cartas sobre la mesa. Y es que el de hoy podría ser el Presupuesto más radical desde el presentado por Geoffrey Howe en 1981, momento tomado por muchos expertos como punto de partida para las reformas llevadas a cabo por Margaret Thatcher.
Las previsiones más pesimistas aseguraban ayer que el panorama podría ser incluso peor de lo que se espera. La Oficina de Responsabilidad Presupuestaria señaló que para 2014-2015 sólo hay una entre cinco posibilidades de que el préstamo esté por debajo de los 15.000 millones de libras y muchos temen que el "chancellor" haya tomado nota para no tener que actuar de nuevo si el Gobierno ve rebajada su popularidad.
En vista de los posibles conflictos que puedan surgir como respuesta al plan, la patronal británica ya ha instado al Gobierno a que recorte el derecho de huelga de los sindicatos. El ambiente está muy tenso. Nada más hacerse con el poder, el Ejecutivo anunció un tijeretazo de 6.250 millones de libras y la semana pasada anuló una serie de proyectos aprobados tan sólo en lo que va de año por Gordon Brown para impulsar nuevas empresas o programas para desempleados. El total cancelado supone un coste de 2.000 millones de libras, pero sumando los proyectos congelados, la cifra se va hasta los 12.000 millones.
Nick Clegg, acusado de "traidor"
Los 'tories' se enfrentan a un momento difícil, pero son los liberal demócratas quienes podrían cosechar hoy más críticas por parte de su electorado. Tanto Nick Clegg como Vince Cable siempre se habían mostrado reacios a acciones inmediatas para abordar el déficit y ahora las reprobaciones como "traidores" por parte de los laboristas no han caído en saco roto. Además, siempre habían defendido que el plan se llevaría a cabo de una forma "justa". Pero el hecho de que los recortes vayan a afectar más duramente a las zonas más pobres no les deja bien parados.
Salvo que hoy haya sorpresas de última hora, los liberal demócratas tan sólo han conseguido dos concesiones de peso por parte de los de David Cameron. La primera, el compromiso para elevar el umbral de ingresos tributables a las 10.000 libras para el final del presente Parlamento. La segunda, imponer un impuesto a los bancos. Puesto que el objetivo no buscaría un cambio de comportamiento en la City, sino un afán recaudatorio, el gravamen recaería en las hojas de balance. Si se sigue el modelo de Barack Obama, se podrían recaudar hasta 5.000 millones de libras, aunque el Gobierno, de momento, baraja unos 3.500 millones de libras.
La duda ahora es cómo responderá la economía a todo el impacto y lo más importante, si la luna de miel entre Cameron y Clegg aguantará la tormenta. Nada podría perjudicar ahora más a Reino Unido que unas elecciones anticipadas.
[Fuente: El Confidencial, Madrid, 20jun10]
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