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04ene06
Argentina cancela su deuda con el FMI.
El Banco Central concretó ayer el pago de los 6.656 millones de Derechos Especiales de Giro (DEG, la unidad de cuenta del FMI convertible en divisas) que Argentina podría haber liquidado a lo largo del 2006 y el 2007. La entidad anunció que ya habían sido "enviadas todas las órdenes para que el Banco de Basilea le gire al FMI el dinero para cancelar la deuda".
Esta forma de pago fue elegida por el país sudamericano ya que gran parte de sus reservas están en el Banco Internacional de Pagos (BPI). Desde Basilea se giraron ayer al Fondo un total de 3.856 millones de DEG. Los restantes 2.800 millones de DEG adeudados se pagaron desde la cuenta que Argentina tiene en la Reserva Federal de Estados Unidos. Paradójicamente, la cancelación de la deuda que los periódicos de Buenos Aires contabilizan en 9.500 millones de dólares no se ha realizado en esta moneda. Si bien la deuda está denominada en la divisa estadounidense, el FMI pidió de manera expresa que se le girase ese monto en su equivalente en libras esterlinas, yenes y euros. Una interesante petición del Fondo sobre la que las autoridades monetarias argentinas no han ofrecido ninguna explicación.
Este aspecto, sin embargo, no deja de ser puramente anecdótico con relación a las cuestiones de fondo implicadas en esta abrupta decisión adoptada por el Gobierno Kirchner, sin consulta previa al Parlamento o al propio Banco Central.
A los ojos de la mayoría de los analistas, la repentina medida del Gobierno tiene un objetivo político: ganar independencia respecto del FMI y ensanchar su base de apoyo popular de cara a la reelección de Kirchner en el 2007. La decisión, que estaba en estudio desde hace un año, se precipitó tras el anuncio del presidente de Brasil dos días antes. La manera en que Kirchner presentó su decisión ante la opinión pública parece dar la razón a esas opiniones. "Con este pago, estamos enterrando una significativa parte de nuestro ignominioso pasado", afirmó el presidente el 16 de diciembre, mientras criticaba duramente el papel del organismo multilateral en la génesis de la catástrofe económica argentina del 2001. A su juicio, liquidar de una sola vez esta deuda que debería haber sido saldada a lo largo del 2006 y el 2007 "generará libertad para las decisiones nacionales".
Una visión de las cosas que, si se atiende a los sondeos de opinión, es compartida por la mayoría. Tras el anuncio, Kirchner supera el 70% de popularidad. En el marco de un fuerte rechazo popular al FMI en Argentina y en toda la región, esta reacción no llama la atención. Tampoco sorprende que el organismo acreedor saludara con entusiasmo la decisión argentina y de Brasil a través de su director, Rodrigo Rato. De esta manera, ambos países han seguido a Rusia y a Tailandia que ya cancelaron en un pago sus deudas con el FMI en el 2004 y el 2003.
Pero, bien mirado, las razones últimas de la determinación de Kirchner podrían ser muy diferentes. Y sus efectos económicos y políticos también. De hecho, la medida fue tomada después de que se habían agotado sin acuerdo las negociaciones con el FMI. Hasta comienzos de diciembre, el presidente argentino había buscado el apoyo de George Bush y de España para evitar que el Fondo le siguiera exigiendo una revalorización del peso (que genera más dólares para pagar la deuda externa), un aumento de tarifas (para los servicios públicos privatizados) y políticas fiscales que van en contra del programa de su Gobierno. No lo logró. Tal vez sea este fracaso político lo que explique la súbita cancelación de la deuda con el Fondo. Ese pago ha supuesto que las reservas bajen de 27.000 millones a unos 18.000 millones de dólares. Para reponer el monto, Argentina deberá emitir nueva deuda a tipos del 9%, bien por encima del 4% que le pagaba al FMI, por lo cual no hay ningún ahorro en intereses, como sostiene el Gobierno.
La decisión del Gobierno se produjo el 16 de diciembre dos días después de que Brasil anunciara que pagaría todas sus obligaciones con el FMI. El pago ha supuesto que las reservas argentinas pasen de 27.000 millones a unos 18.000 millones de dólares. Diferente de lo hecho por Brasil, que pagó al Fondo 15.500 millones de dólares pero con dinero que había recibido de éste en el 2002 y que había integrado en sus reservas.
[Fuente: La Vanguardia, Barcelona, Esp, 04ene06]
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