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17Dec21
Los líderes europeos fracasan en coordinarse ante ómicron en pleno 'sálvese quien pueda'
Hay en Bruselas una cierta sensación de 'déjà vu'. Tras unas primeras semanas siendo relativamente optimistas, aunque muy cautos, respecto a la expansión de la variante ómicron, en el ambiente empieza a flotar una sensación de preocupación, de cierto caos y descoordinación. Los jefes de Estado y de Gobierno se han reunido este jueves en la capital comunitaria para celebrar la última cumbre del año con la pandemia de vuelta en lo más alto de la agenda y con la certeza de que los próximos meses no van a ser sencillos.
Si hay una palabra que genera nervios en Bruselas esa es "descoordinación". Y es la que domina ahora mismo muchos de los debates, también el que se ha producido entre los líderes europeos. Varios Estados miembros, entre ellos Italia y Grecia, han anunciado que solicitarán test PCR o antígenos a los viajeros europeos incluso aunque cuenten con un certificado verde o pasaporte de vacunación, que es precisamente una de las principales razones por las que la Unión adoptó ese documento. La medida ha pillado por sorpresa a todos, desde el resto de Estados miembros, que se encontraban reunidos en el Consejo de Asuntos Generales el martes cuando Roma anunció la medida y cuyo representante en el encuentro ni siquiera lo mencionó, hasta la Comisión Europea, que técnicamente debería ser notificada cuando se impongan este tipo de restricciones.
Esta descoordinación ha sido uno de los asuntos de los que han discutido los líderes europeos en el que era el primer tema de debate del último Consejo Europeo del año. Uno de los que han insistido en la necesidad a la hora de coordinación a la hora de tomar este tipo de medidas ha sido Pedro Sánchez, presidente del Gobierno. La discusión se ha prolongado más de lo que en un primer momento estaba previsto.
Una de las principales preocupaciones de la Comisión Europea a lo largo de 2020 y 2021 fue lograr una cierta armonía, evitar que el mapa de la Unión estuviera enormemente fracturado, con cada país aplicando sus propias normas y según sus propios criterios. Pero es precisamente a ese escenario al que se está volviendo a medida que los Estados miembros adoptan restricciones a los viajes para intentar frenar el aumento de los contagios y la expansión de la variante ómicron. La esperanza de Bruselas se centra ahora en intentar impulsar la vacunación y las dosis de refuerzo mientras que los Veintisiete llaman a una "coordinación" en las medidas para controlar los viajes que ya está más que rota por una parte de Estados miembros.
Bruselas ha propuesto que el documento caduque a los nueve meses de tener la pauta completa, para animar así a la inyección de la tercera dosis. Los líderes toman nota de la medida, que la Comisión ha impulsado precisamente para intentar salvar el pasaporte de vacunación como el 'pegamento' de todas las medidas nacionales. Sin embargo, el Ejecutivo comunitario ve con preocupación la reintroducción de restricciones como las adoptadas por Italia o Grecia, que restan poder a su certificado digital, que ha demostrado ser uno de los principales éxitos a la hora de coordinar medidas, especialmente en lo referente a la libertad de movimiento.
El equilibrio es delicado. Cada Estado miembro puede hacer lo que considere que es mejor, pero al mismo tiempo todos saben que es necesario mantener un cierto orden de manera voluntaria. Cuando se rompen filas, y eso ya ha ocurrido, guardar la calma es un ejercicio cada vez más complicado. Cualquier restricción, apuntan las conclusiones que han aprobado los Veintisiete, debe basarse en "evidencia científica". "Hay que garantizar que las restricciones se basen en criterios objetivos y que no socaven el funcionamiento del mercado interior ni obstaculicen de forma desproporcionada la libertad de movimiento entre los Estados miembros o los viajes hacia la UE", apunta el texto. Ese "desproporcionada" da margen de maniobra más que de sobra para que cada país pueda tomar las medidas que considere oportunas.
Un escenario pesimista
Preocupan mucho los datos de contagio, aunque por el momento hay cautela entre los líderes europeos, ya que no se traduce en más muertes. Sin embargo, el último informe del Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC) apunta a un escenario muy pesimista que ha sobrevolado la reunión de este jueves. "En la situación actual, la vacunación por sí sola no nos permitirá prevenir el impacto de la variante ómicron, porque no habrá tiempo para abordar las brechas de vacunación que aún existen. Es urgente que se tomen medidas enérgicas para reducir la transmisión y aliviar la pesada carga sobre los sistemas de salud y proteger a los más vulnerables en los próximos meses", señala Andrea Ammon, la directora del ECDC, en un mensaje que ha provocado alerta y preocupación en Bruselas.
De nuevo la incertidumbre es quien está al volante. Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, señaló esta semana ante el Pleno de la Eurocámara en Estrasburgo que la variante ómicron podría ser la dominante en Europa "para mediados de enero", sustituyendo a la delta. Las últimas noticias que llegan desde el Reino Unido también han ayudado a ensombrecer las perspectivas de las próximas semanas en la Unión Europea a ojos de algunos líderes y de algunos sectores del Ejecutivo comunitario.
Además, los jefes de Estado y de Gobierno también han aprobado conclusiones en las que hacen hincapié en el compromiso internacional para avanzar en la vacunación en regiones en las que la tasa de inmunizados es muy baja, como es el continente africano que ha sufrido las restricciones de viaje de Occidente tras el descubrimiento de la variante ómicron por parte de los científicos sudafricanos. Desde hace días circulaba por Bruselas la necesidad de lanzar un guiño a Sudáfrica y Botsuana por haber dado la voz de alarma, después de que una primera reacción más bien estigmatizadora.
[Fuente: Por Nacho Alarcón, El Confidencial, Madrid, 17dic21]
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