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02oct22


La conquista "secreta" de China tiene un precio y podrían pagarlo las economías en desarrollo


En medio de un reordenamiento geopolítico y con más de 100 empresas en puertos de todo el mundo, la República Popular China mantiene en pie su estrategia de apertura comercial para posicionarse como la potencia económica más sólida del planeta.

Desde el puerto Pireo, en Grecia, hasta el puerto Chancay, en Perú, y el de Lázaro Cárdenas, en México, China nuevamente se convierte en un actor importante para el comercio internacional, como en su momento lo fue con la Ruta de la Seda, en el siglo II A.C.

Parte de este logro se debe a la Iniciativa de la Franja y la Ruta anunciada en septiembre de 2013 por el presidente chino Xi Jinping, un ambicioso plan comercial que consiste en la inyección de recursos y la construcción de infraestructura --carreteras, puentes, vías férreas y puertos-- en puntos estratégicos de todo el mundo, principalmente Europa y Asia, para consolidar la presencia mundial del gigante asiático y de sus empresas.

En su discurso, el mandatario chino aseguró que este plan lucha contra las "trampas del desarrollo" en países que cuentan con los recursos necesarios, pero no tienen la infraestructura para explotarlos.

Actualmente, la iniciativa ya fue suscrita por 149 países y 32 organizaciones, pero apenas es el inicio de un ambicioso plan con extensión a 2049 y que busca un intercambio comercial equivalente al 60% del PIB mundial, con acceso al 75% de los recursos naturales de todo el planeta y al 70% de la población mundial.

El costo de la estrategia

Aunque el discurso oficial chino sostiene que la Iniciativa de la Franja y la Ruta busca apoyar las economías locales de los lugares a los que llega, también existen dudas sobre qué tanto esta derrama económica derivada de la inversión podría beneficiar a los nativos, pues si bien se generan empleos y oferta con recursos naturales locales, estos quedan bajo control chino.

En entrevista para Sputnik, Eduardo Tzili, maestro en Estudios de Asia y África con especialidad en China por el Colegio de México, calificó la iniciativa como "el paso más reciente y más amplio de la estrategia de reforma y apertura que inició a finales de los 70", y cuyo principal objetivo es "posicionar las mercancías chinas para mantener el ritmo y la dinámica de su modelo de desarrollo que es esencialmente exportador y productor".

Por ello, el autor de Eurasia: aproximaciones a nuevas configuraciones glocales considera que también se trata de una estrategia geopolítica toda vez que "en la consolidación de cualquier acuerdo ya sea comercial o de inversión, e incluso en el establecimiento de reglas para armonizar las vías férreas o carreteras, en ese tipo de generación de acuerdos interviene inevitablemente la política".

"Si bien el Gobierno chino lo pinta como un acuerdo comercial, detrás hay un esfuerzo político y entonces, como se afianza en un espacio, en un territorio, me parece que sí podemos hablar que también tiene tintes geopolíticos", afirma el especialista.

El Gobierno de Perú ya enfrentó de primera mano los problemas políticos que puede atraer la fuerte inversión china. A tan sólo unos años de inscribirse en la iniciativa, las empresas chinas que trabajan en el país ya enfrentan denuncias por corrupción y destrucción del ecosistema local.

Un ejemplo es el Puerto de Chancay, uno de los tantos donde empresas chinas han invertido recursos para transformarlos en enormes centros de exportación como parte de la Nueva Ruta de la Seda. La empresa Cosco Shipping Ports fue acusada de alterar los estudios de impacto ambiental que permitieron la construcción de la Terminal Portuario Multipropósito de Chancay, un puerto con capacidad de albergar a buques de 18.000 contenedores.

El biólogo marino alemán encargado del estudio, Stefan Austermühle, aseguró a la BBC que la empresa le pidió alterar el trabajo para conseguir la licitación, cuya inversión superó los 3.600 millones de dólares y generan 1.300 puestos de trabajo, tan sólo en su construcción

Según el especialista, el proyecto generará daños irreparables a las 77 hectáreas contiguas a los terrenos donde se realiza la construcción, una zona donde también se ubica un santuario de aves.

Aunque el Servicio Nacional para la Certificación Ambiental para las Inversiones Sostenibles de Perú solicitó cambios al estudio y proyecto, estos no resolvieron las preocupaciones de impacto ambiental.

Otro escándalo en el que se vieron involucradas al menos 10 empresas chinas fue cuando una empresaria local aseguró que el Gobierno de Perú, en las Administraciones de Martín Vizcarra y Pedro Castillo, habrían beneficiado a conglomerados del gigante asiático con hasta 94 contratos de construcción de infraestructura con valor de más de 3.200 millones de dólares, sin permitirle a los locales competir de manera justa.

Este mismo caso se dio con la construcción de un hospital en Puno con capital del consorcio chino integrado por China Railway No. 10 Engineering Group CO. y Wihai Construction Group Company. El grupo fue acusado de obtener el contrato de licitación con una inversión de más de 82 millones de dólares sin contar con un requisito necesario para obtener la adjudicación: tener experiencia previa en el ramo.

El contrato finalmente fue rescindido por el Organismo Superior de las Contrataciones del Estado de Perú (OSCE) y, de acuerdo con el medio local La República, se inició una investigación que apuntaría a las firmas chinas.

El orden multipolar

Este ambicioso plan comercial que culminará justo en el centenario del nacimiento de la República Popular China es una muestra más de su consolidación como la potencia económica mundial más importante, en un nuevo orden geopolítico multipolar que posiciona a naciones como Rusia y la India como líderes mundiales.

Para el investigador Eduardo Tzili, "la Iniciativa de la Franja y la Ruta ha despertado suspicacias de países como Estados Unidos", precisamente porque cuestionan su dominio y complican el cerco a países que no comulgan con el ideario occidental.

Esto provoca respuestas agresivas por parte de este tipo de naciones, como lo fue la visita de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, a Taiwán, en agosto, meses antes de un nuevo paso en la guerra comercial que inició Washington contra China desde hace unos años, y que hoy se materializa incluso en sanciones contra el fabricante de microchips Nvidia.

Para el internacionalista, la visita de Taiwán fue "un movimiento en el ajedrez geopolítico euroasiático" para afectar a China, aunque consideró que esto sólo "es la reacción de potencias tradicionales a la consolidación de potencias emergentes".

"El orden multipolar ya es una realidad y lo único que se está haciendo es la formación de lo que yo denomino 'geopolíticas de contención', es decir, esta acción de potencias para contener la presencia de otras potencias adversarias en algunos espacios del mundo", explica Eduardo Tzili.

[Fuente: Por Mariano Yberry, Sputnik Mundo, 02oct22]

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