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16ene17
May se inclina por un Brexit duro
Ya lo dijo nada más tomar posesión de su cargo como primera ministra británica: "Brexit significa Brexit". Y es que Theresa May quiso dejar claro desde un principo que seguirá lo que los ciudadanos votaron en referéndum. Ahora se ha conocido lo lejos que está dispuesta a llegar, y todo indica que estaría a favor de que el Reino Unido deje la unión aduanera y el mercado común europeo, lo que implicaría cambiar el modelo económico del Reino Unido para competir directamente con la UE.
Así lo aseguró ayer el diario The Sunday Telegraph, que ha tenido acceso al discurso que la primera ministra pronunciará mañana, poniendo encima de la mesa las condiciones británicas para negociar la salida de la UE.
Esta linea dura es también la que ha dejado entrever el ministro de Economía, Philip Hammond, en una entrevista al diario alemán Welt am Sonntag. El canciller del Exchequer dijo que el Reino Unido podría convertirse en una especie de paraíso fiscal para las empresas, a las que se les rebajaría el impuesto de sociedades para atraer inversiones. "Si el Reino Unido deja la Unión Europea sin un acuerdo de acceso al mercado único, entonces podríamos sufrir un daño económico, al menos a corto plazo".
Y como esto es algo que, desde luego, no piensa permitir, "estaríamos forzados a cambiar nuestro modelo económico. Tendríamos que cambiarlo para ganar competitividad, y pueden estar seguros que haremos lo que sea necesario". "Los británicos -añadió- no nos vamos a quedar parados y decir: mala suerte, estamos heridos. Cambiaremos nuestro modelo y seremos competitivos".
Hammond explicó que la mayoría de los que han votado a favor de la Unión Europea querrían una "economía con el estilo de tasación europea". "Personalmente, espero que podamos seguir en la línea económica y de pensamiento social de Europa, pero si nos vemos forzados a ser algo diferente, entonces tendremos que convertirnos en algo diferente".
El ministro rechazó las criticas de los que sugieren que tanto el Reino Unido como Estados Unidos, que tradicionalmente han liderado el capitalismo y el libre comercio, le estén dando la espalda al mundo. "No puedo hablar sobre lo que está pasando en Estados Unidos, pero en mi opinión sería un error interpretar que el voto del Brexit está relacionado con la misma corriente de pensamiento que existe en América", indicó.
Por su parte, la primera ministra planteará mañana que el Reino Unido debe estar preparado para abandonar la unión aduanera y asegurarse acuerdos comerciales con distintas partes del mundo. De hecho, May ya anunció la pasada semana su intención de firmar un nuevo acuerdo comercial con Nueva Zelanda. Las relaciones con Estados Unidos se están cuidando al máximo, ya que se esperan acuerdos similares con Washington o con otras naciones como por ejemplo India.
Además, quiere que haya un completo control fronterizo, aunque ello signifique estar fuera del mercado común. May espera negociar un nuevo tratado fronterizo que preserve los beneficios de la Unión, especialmente para evitar que los británicos tengan que sufrir interminables colas de espera cuando tengan que pasar controles en las fronteras, ya que hasta ahora los ciudadanos del Reino Unido estaban acostumbrados a moverse sin barreras por el espacio Schengen.
Uno de los asuntos que más preocupan a los británicos es el control sobre sus propias decisiones y leyes. La líder de los conservadores aboga también por desligarse de las reglas de la Corte Europea de Justicia, lo que supondría mucha más libertad para controlar la inmigración.
May hablará en Lancaster House, edificio emblemático del siglo XIX que representa el pasado imperial del Reino Unido. Allí lanzará también un mensaje de unidad a los británicos para superar las divisiones que ha causado el referéndum del Brexit.
La primera ministra explicará que "una de las razones por las que la democracia británica ha tenido tanto éxito durante tantos años es la fuerza de nuestra identidad como nación, el respeto que mostramos los unos por los otros como ciudadanos y la importancia que damos a nuestras instituciones, lo que significa que cuando se vota algo respetamos completamente el resultado".
Pero esta postura puede generar malestar, tanto dentro de su partido como por parte de la oposición, ya que algunos sectores consideran que su elección puede estar en contra de los intereses económicos del país dado que puede alejar la inversión y debilitar a la City londinense, que en la actualidad es el centro financiero de Europa.
El líder de la oposición, el laborista Jeremy Corbyn, dijo tras conocer las intenciones de May que "la primera ministra parece llevar la economía en la dirección de rebajas de saldo en Europa". "Vamos a perder acceso a la mitad de nuestro mercado de exportaciones", indicó temeroso.
"Me parece una estrategia extremadamente arriesgada y creo que necesita más diálogo y consultas, además de darse cuenta de que existe una cooperación cercana con la Unión Europea y esto es algo que debe continuar siendo así una vez estemos fuera de la UE", declaró.
En la misma línea se pronunciaron los liberaldemócratas. Su líder, Tim Farron, lamentó la postura que está viendo en un sector del Gobierno y dijo: "Un Brexit duro no ha sido la elección democrática de los ciudadanos".
Pero lo que parece cada vez más claro es que el proceso va a ser complicado. El presidente del comité parlamentario que controla la política de gobierno sobre el Brexit, Hilary Benn, dijo: "El Gobierno se está embarcando en las negociaciones más importantes desde el final de la Segunda Guerra Mundial".
Todo un reto para el que parece que ha habido demasiada improvisación. Al menos así lo piensa el ex representante permanente del Reino Unido ante la UE, Ivan Rogers, quien criticó al gobierno conservador por no estar preparado ante el peor escenario posible y advirtió que las negociaciones de salida de la UE pueden concluir en dos años sin que se llegue a un acuerdo. En su opinión "el Brexit avanza hacia una destrucción mutua asegurada". Un horizonte, de momento, poco esperanzador.
żLo quiere duro o lo prefiere blando?
Un Brexit duro implica renunciar al mercado único, frenar el paso a la inmigración europea y comerciar con la UE como si fuera un país fuera de Europa. Un Brexit blando permitiría a Londres participar del mercado único (500 millones de consumidores) a cambio de un pacto sobre la circulación de personas.
[Fuente: Por Marta Altuna, La Vanguardia, Barcelona, 16ene17]
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