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24jun16


Reino Unido vota por salir de la UE: el 52% apoya el Brexit y el 48% opta por la permanencia


Con el 100 por cien de los votos escrutados, la opción de la salida de la Unión Europea, también conocida como 'Brexit', ha ganado el referéndum en Reino Unido con un 51,9% del total de sufragios, con 17,4 millones de apoyos. 16,14 millones de personas que se han decantado por la permanencia del país en el bloque comunitario, un 48,1 por ciento del electorado, lo que supone una diferencia de más de un millón de votos. El resultado de la consulta, que no habían atinado a anticipar ni las encuestas ni las casas de apuestas, ha provocado inmediatamente, un doble terremoto financiero y político, esta último con el epicentro en el 10 de Downing Street.

Tras jugarse su credibilidad a la carta del referéndum pensando que el rechazo del brexit haría al Reino Unido "más fuerte y más seguro" y que él mismo saldría reforzado al frente del Partido Conservador, Cameron ha quedado ya como el principal perjudicado de una campaña que ha dividido a la sociedad británica por una estrategia partidaria. Y es que la convocatoria de la consulta respondió no a un clamor popular sino a la necesidad de sofocar el incendio que Bruselas llevaba décadas provocando en las filas conservadoras.

El primer ministro británico había dicho que no renunciaría aunque el brexit saliera adelante, pero la evidencia de que su situación es insostenible le ha llevado ya a anunciar una dimisión en diferido. En una declaración realizada frente a su residencia, Cameron ha comunicado su intención de dimitir como líder "tory" en el próximo congreso de su partido, que se celebrará entre el 2 y el 5 de octubre en Birmingham. Será entonces cuando entregue el liderazgo de los conservadores a un sucesor que habrá de encargarse de las negociaciones con Bruselas para establecer el proceso de ruptura del Reino Unido de la UE.

De momento, Cameron ha tranquilizado a los comunitarios que viven en el Reino Unido al afirmar que no habrá "cambios inmediatos" en sus circunstancias ni tampoco en las de los británicos que estén residiendo en otros países del bloque europeo. Según ha dicho, no habrá modificaciones iniciales en el libre movimiento de ciudadanos, mercancías y servicios.

Pese al efecto demoledor que ha tenido en su carrera política y aunque los partidarios de la permanencia en la UE lo consideran un tremendo error, Cameron ha querido dejar claro que no se arrepiente de haber convocado el referéndum. "Hay momentos en que es lo adecuado preguntar a la gente", ha declarado, en respuesta a las críticas que ha recibido durante la campaña por las motivaciones partidistas del referéndum. El primer ministro se ha mostrado "honrado de haber servido a este país", en una intervención en la que ha estado acompañado de su esposa Samantha y en la que, hacia el final, ha luchado para contener la emoción. "Amo este país", ha declarado.

Tampoco el líder laborista, Jeremy Corbyn, defensor del "in" pero a quien se reprocha haber contribuido a su derrota con una campaña displicente en la que llegó a decir "yo tampoco soy un enamorado de la Unión Europea", ha querido hacer autocrítica. En declaraciones a la BBC, ha achacado el triunfo del brexit al hartazgo de los británicos por la política de austeridad impuestas por Bruselas y aplicadas por el Gobierno conservador. Cuando se le ha pregunta si Cameron y su ministro de Economía, Osborne, deben irse, se ha limitado a responder que eso es cosa suya, que lo que tienen que hacer ahora es "«proteger la libra y los puestos de trabajo". Ha reconocido también que el país tiene un horizonte complicado ante sí "porque la UE supone el 45% de nuestras exportaciones, ahora debe haber una estrategia, una negociación".

Fuera del Reino Unido, es el mensaje de tranquilidad el que prima en las reacciones, el que están enviando todos los líderes europeos, incluido el español Mariano Rajoy, que ha pedido "serenidad", pese a reconocer que estamos ante un "serio contratiempo", porque los Tratados prevén un "procedimiento negociado y ordenado de salida que durará dos años". Entre tanto, ha asegurado, "la situación jurídica de las relaciones entre Reino Unido y la UE no cambiará en absoluto". "Todo sigue plenamente en vigor", ha recalcado. También ha pedido tranquilidad a las empresas y operadores económicos porque, ha afirmado, sus derechos siguen en vigor, al igual que los de los españoles que trabajan en Gibraltar.

Lo que está por ver es de qué forma puede afectar la incertidumbre ante una situación inédita -nunca antes un país miembro de la UE había decidido abandonar el club- en las elecciones generales que se celebran en España el próximo domingo. "No son momentos para alimentar o añadir incertidumbres", ha resaltado Rajoy antes de recordar que la próxima semana hay convocada en Bruselas una reunión del Consejo Europeo en la que los jefes de Estado de Gobierno analizarán las consecuencias de lo que ha decidido el Reino Unido. Y ha hecho una referencia explícita al 26-J al mostrarse convencido de que la inmensa mayoría de los españoles apuesta por más integración europea, tanto económica como política, por la estabilidad e integridad de la 'zona euro' y por las reformas de las instituciones comunitarias.

Pero, como suele suceder en estos casos, los mercados han sido los primeros en evidenciar las secuelas del escenario que se abre en el bloque occidental: la divisa británica ha caído a niveles inéditos desde 1985, lo que podría acarrear una intervención de contingencia del Banco de Inglaterra, que ya había avanzado que tenía previstas medidas para garantizar la estabilidad financiera. El Ibex ha llegado a hundirse un 12% aunque, un poco más tarde, ha suavizado su caída hasta -10%. Todas las Bolsas europeas han acusado el golpe y las más afectadas han sido las primas de riesgo. La española se ha disparado 50 puntos de golpe hasta los 178 aunque, después, ha retrocedido hasta los 164.

Reino Unido tiene dos años para negociar su salida de la UE

La gran pregunta es qué ocurrirá a partir de ahora. La Unión Europea cuenta con los mecanismos necesarios para articular la salida de Reino Unido desde que entró en vigor el Tratado de Lisboa en 2009, ya que introdujo en su artículo 50 la posibilidad de que un Estado miembro pida su "retirada voluntaria y unilateral" del club comunitario, para lo que contará con un plazo de dos años.

La clave para iniciar la cuenta atrás es el momento que elegirá el primer ministro británico, David Cameron, para "notificar" formalmente al Consejo europeo la voluntad de Reino Unido de dejar la Unión Europea. Será esa fecha la que marque el inicio del periodo de dos años para negociar las condiciones de salida. Los Tratados europeos "dejaran de aplicarse" en el país que ha solicitado su salida a partir del momento en que se produzca el acuerdo o, si no lo hay, "a más tardar en dos años".

Los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea se reunirán los próximos martes y miércoles en una cumbre inicialmente programada para esta semana, pero que fue aplazada unos días para poder reaccionar al referéndum británico. Pero pocos esperan que Cameron utilice ese momento para entregar la carta formal que notifique el divorcio, según diversas fuentes consultadas, pero es una incógnita cuándo ocurrirá. En cualquier caso, la cláusula de retirada establece que el país que desee abandonar el bloque deberá notificar su intención al Consejo y que será esta institución la que "proporcionará las directrices" para la negociación que establezca las condiciones de salida. Lo previsible es que los líderes europeos empiecen por exigir a Reino Unido clarificaciones sobre las áreas más delicadas, como el futuro de los casi tres millones de ciudadanos comunitarios que residen al norte del Canal de la Mancha.

Hay que tener en cuenta que uno de los catalizadores del Brexit ha sido el control de los flujos migratorios y la pertenencia al mercado común que implicaría el libre movimiento de personas. Se trata de dos elementos indisociables y, para la UE, innegociables, por lo que, a priori, Londres no podría mantener el primero sin tener que aceptar el segundo, lo que complica la ecuación entre prosperidad económica y límites a la entrada de ciudadanos comunitarios. Por eso, uno de los factores más complejos de la negociación que se avecina será el potencial encaje británico en el mercado común.

[Fuente: Por Pilar Gassent, República de las ideas, Madrid, 24jun16]

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