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15sept06


Lula se endureció y obligó a Evo a parar un decreto contra Petrobras


Las relaciones entre Brasil y Bolivia estuvieron ayer al borde del quiebre total. Fue por una decisión de La Paz de confiscar, sin indemnización, la propiedad de dos refinerías hasta ahora en manos de la estatal Petrobras. Pero una gestión de anoche a última hora del asesor presidencial brasileño Marco Aurelio García, que tomó el teléfono para dialogar con el vicepresidente boliviano Alvaro García Linera, postergó la crisis. El decreto del gobierno de Evo Morales "fue congelado" anunció Lula da Silva por la TV Bandeirantes, una de las principales emisoras del país.

No se puede decir que entre Brasil y Bolivia hubiera "cielo sereno" desde que Morales asumió el gobierno. Pero el conflicto que se abrió y cerró en cuestión de horas cayó en el peor momento posible en Brasilia: faltan 15 días para las elecciones nacionales. Y el adversario del presidente brasileño, el socialdemócrata Geraldo Alckmin nunca soñó que la oportunidad de golpear a su enemigo vendría del frente externo: "Al gobierno de Lula le faltó firmeza" con Bolivia se apresuró a declarar. Poco después, venía el anuncio de Lula de que todo volvía atrás: "Evo Morales tendría que llamar a una concertación para definir su política externa", sugirió con contrariedad apenas disimulada.

Pero enseguida agregó: Brasil "como economía mayor debe ayudar a los vecinos más pobres". Para Lula, si no peleó con el norteamericano George Bush, menos lo hará con Morales.

Desde temprano, los analistas brasileños habían advertido que la decisión de Yacimientos Petrolíferos Fiscales de Bolivia de asumir ayer el control financiero, operativo y comercial de las refinerías, sólo cumplía con los objetivos anunciados por Morales. Para el establishment brasileño eso indicaba que Lula había cometido un "gran error" al haber "politizado las discusiones", en vez de poner el foco en una cuestión empresarial. "Nunca tuvimos una posición firme", subrayó un vocero de los mercados brasileños.

Todo apuntaba a ser un gran revés del presidente brasileño, que juega su reelección el 1º de octubre. Esto sin duda lo comprendió García Linera en su charla con el brasileño Marco Aurelio García. No quiere decir que Morales actuara de mala fe, le dijo Linera a su interlocutor brasileño. El presidente boliviano también debe responder por sus propios conflictos internos.

Dicho esto, la decisión del gobierno boliviano de asumir el control de las refinerías que hasta ayer eran propiedad de Petrobras, sin pago de ninguna indemnización, puso los pelos de punta al Palacio del Planalto. Hubo frenéticas reuniones de gabinete y declaraciones políticas. Para el ministro de Minas y Energía Silas Rondeau el decreto boliviano era "una decisión política". Frente a esto, "el presidente Lula da Silva tuvo que reaccionar porque lo había sorprendido la noticia. Hay una firme posición suya de marcar que las cosas no pueden manejarse de esa manera. Si las relaciones no mejoran no es por culpa de Brasil. El presidente ha sido muy claro y tenemos límites que exigen ser defendidos", sostuvo el ministro.

Rondeau suspendió ayer un viaje programado para hoy a La Paz junto con el jefe de la petrolera estatal brasileña, José Gabrielli. Después, más calmo, sostuvo que espera que el episodio de las refinerías, que sobrecogió al gobierno brasileño, sirva para "la maduración de las relaciones entre los dos países: hay que sacar lecciones positivas". El ministro consideró que es preciso reconstruir el puente de confianza que se quebró entre Brasilia y La Paz, que comparten intereses muy grandes: "Nada menos que un volumen de 30 millones de metros cúbicos de gas que ellos venden pero que nosotros compramos", subrayó .

Las primeras reacciones oficiales de Brasil fueran muy duras. "No aceptaré ser expulsado de Bolivia" declaró Gabrielli, el titular de Petrobras. "¿Ustedes creen que voy a agarrar la refinería, ponérmela sobre las espaldas y traerla de vuelta a Brasil? La mitad del consumo de gas boliviano es de Brasil. No somos irresponsables: yo tengo que ser resarcido, la refinería tiene deudas con el sector bancario y hay 600 funcionarios brasileños allá. ¡No puede ser así! Yo puedo irme, pero de forma y legal y no expulsado. ¡No lo voy a permitir!", exclamó Gabrielli. En una nota difundida ayer, Petrobras dijo que esto "torna totalmente imposible el negocio de refinación de la compañía en el país".

De acuerdo con la medida YPFB iba a empezar a recibir todos los pagos directamente en cuentas de esa petrolera. Esto significaba que la compañía boliviana se apropiaba de los flujos de caja que normalmente nutren los cofres de Petrobras. Así planteadas las cosas, la petrolera brasileña amenazó con tomar medidas legales contra La Paz. Petrobras tiene en la manga una carta internacional: ocurre que la subsidiaria de Petrobras en Bolivia pertenece a la Petrobras de Holanda y Bolivia tiene un tratado de protección de inversiones firmado con Amsterdam.

Según Bolivia Petrobras no merece indemnización porque la empresa ya habría ganado US$ 320 millones más de lo que le permite la ley. Es un valor muy superior a lo que la estatal brasileña pagó por las refinerías: 105 millones de dólares. Ahora, todo queda para ser discutido el 9 de octubre, cuando las elecciones en Brasil hayan terminado.

[Fuente: Clarin, Bs As, Arg, 15sep06]

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