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21oct06
Un portazo con varios mensajes
La explosión del coche bomba que anteayer sacudió a la Universidad Militar de Bogotá y dejó 25 heridos no sólo destapó la vulnerabilidad del mayor complejo militar de Colombia. También sumió en el limbo al proceso de negociación entre el gobierno y la guerrilla de las FARC, que en los últimos meses por fin daba muestras de estar vivo, según estimaron los analistas.
"El único camino que queda es el rescate militar de los secuestrados", dijo ayer el mandatario, tras recorrer la zona del atentado. Y así, de cuajo, cerró todas las puertas que para abrirse necesitaron meses de conversaciones entre ambas partes, con el aporte de la comunidad internacional.
"Más allá de que es un golpe muy duro que revela debilidad de las fuerzas armadas, comprueba la intensidad y la complejidad de un conflicto que está lejos de resolverse. Ahora ni la guerrilla ni el gobierno van a ceder y se van a golpear en las zonas de mayor importancia estratégica", dijo a LA NACION desde Bogotá el analista político Pedro Medellín, representante en Colombia del Centro Toledo para la Paz. Según él, "por lo menos en el corto plazo, así se cierra por completo la posibilidad de un despeje".
Pero además de cancelar la decisión de avanzar en la creación de una eventual zona de encuentro en los municipios de Pradera y Florida (sudoeste), para concretar allí el intercambio entre 59 secuestrados políticos de las FARC y unos 500 guerrilleros presos, el presidente también acusó directamente a ese grupo subversivo de ser el responsable del atentado del jueves.
Precipitación
"Con la declaración de ayer, Uribe quiere demostrar que no le tiembla su mano dura frente a un atentado como estos. Pero lo grave es que tampoco se tiene certeza de que sean las FARC las que estén detrás del coche bomba. Salir a decir, un día después, que ellas son las culpables sin tener pruebas contundentes, me hace pensar que fue una decisión precipitada", señaló el politicólogo y columnista colombiano León Valencia, director de la Corporación Nuevo Arco Iris. Para él, es claro que las FARC "necesitaban de este intercambio humanitario".
La única prueba que existe hasta el momento es la interceptación de una llamada telefónica en la que Jorge Briceño (el "Mono Jojoy", uno de los miembros del secretariado de las FARC) recibe un "positivo" (la confirmación de que uno de sus planes fue ejecutado con éxito). Pero este grupo guerrillero suele reivindicarse la mayoría de los atentados que perpetra y, frente a lo ocurrido anteayer, todavía guarda silencio.
"Varios líderes de distintos sectores lo han dicho: la guerrilla no estaba muy interesada en hacer ataques terroristas en este momento, precisamente por el acercamiento que se venía dando con el gobierno", explicó Medellín.
Según él, con las sorpresivas declaraciones de ayer, Uribe mató dos pájaros de un tiro: se reposicionó ante un electorado que "lo votó precisamente para hacer la guerra", después de haber perdido puntos por las concesiones dadas a la guerrilla en los últimos meses, y se quitó de encima la enorme presión que tenía con el tema del canje, "algo en lo que nunca se vio muy cómodo al presidente".
Ahora, además de la incertidumbre, queda el drama de las familias de los secuestrados, para quienes las palabras de ayer equivalen, según manifestaron, a una condena a muerte de los suyos.
"De la intervención presidencial surge algo que preocupa mucho. Si bien es comprensible su reacción y su indignación frente al atentado, eso no quiere decir que tome como moneda de cambio a los secuestrados. Con la orden de rescatarlos por la vía militar, los convirtió en un botín de guerra que ahora está en medio de dos partes que no parecen querer ceder ni un milímetro de fuerza", concluyó Medellín.
[Fuente: Por Laila Abu Shihab, La Nación, Bs As, Arg, 21oct06]
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