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09may07
Experimento infame
Las revoluciones triunfantes, han tenido un proceso posterior de contrarrevolución: así fue con la revolución en Rusia en 1917, los terratenientes, los feudales, la oligarquía nacional e internacional organizaron la contrarrevolución causando miles de muertos dentro de las filas de los revolucionarios y del pueblo en general.
En España, en 1936, las fuerzas contrarrevolucionarias atacaron y derribaron al gobierno legítimo que formó la República. Financiados por el fascismo y dirigidos por el General Franco, asesinaron al pueblo e instauraron un régimen de terror que duró hasta el año de 1975 cuando murió el dictador.
En Cuba, las fuerzas batistianas dirigidas por la oligarquía que se marchó a los EE.UU., y financiadas por la CIA, organizaron las bandas de delincuentes que cobró la vida de centenares de cubanos.
En Colombia se ha hecho un experimento infame, la contrarrevolución la iniciaron antes de haberse hecho la revolución. Y la han experimentado en varias épocas.
1945-1953: al terminar la segunda guerra mundial, la mayor preocupación de la oligarquía colombiana y el imperialismo yanqui, fue el pretexto de una supuesta expansión de la Unión Soviética. Trasladaron la guerra fría a Colombia y asesinaron a 300 mil colombianos, para esa época no había guerrillas, no había narcotráfico, no existía la revolución cubana, pero tenían que prevenir una revolución en Colombia y por esta prevención causaron semejante genocidio contra un pueblo indefenso.
1959: con el triunfo de la revolución cubana, la mayor preocupación fue, que los pueblos latinoamericanos la tomaran como ejemplo y en consecuencia se expandiera por todo el Continente. Para impedirlo, desarrollaron el Plan Lasso en Colombia, con incidencia en otros países, asumiendo frentes como: la acción militar en gran escala, una gran campaña difamatoria y distraccionista, la compraventa de tierras, distribución de mercados "gratis&! quot; y el ofrecimiento de soluciones sociales que jamás cumplieron.
Se agredió a las regiones campesinas de Marquetalia, Rió chiquito, Pato y Guayabero, se lanzaron toneladas de bombas, se masacraron a miles de campesinos y se persiguió a todo el que se solidarizaba con su lucha. Se buscaba por todos los medios frenar la lucha del pueblo, lo cierto es, que no lograron amilanar y derrotar a los luchadores, todo lo contrario, la lucha ha seguido su curso, hoy el movimiento guerrillero cuenta con miles de combatientes, tiene presencia en todo el país y reconocidos politólogos de la misma burguesía lo consideran un movimiento invencible.
Ante la represión, el pueblo ha buscado alternativas, miles ingresaron a las guerrillas, otros han formado organizaciones tanto políticas como sociales. Contra estas organizaciones el Establecimiento y el Estado, dirigidos por el imperialismo yaqui, pusieron en marcha el experimento de matar al embrión antes de que la revolución surgiera.
A partir de 1970, se agudizaron las masacres: las primeras victimas fueron los dirigentes campesinos, Antonio Jiménez, Cristóbal Arias en Urabá (Dto. de Antioquia), Darío Arango en Puerto Berrío (Dto. Antioquia), Pedro Pablo Bello en Bogotá (DC)-Diputado en ejercicio- Josué Cabanzo en Cimitarra (Dto. del Santander). Estas regiones eran bastiones de la oposición al gobierno, al sistema, y por eso fueron asesinados selectivamente sus dirigentes. Estos son los más conocidos, pero fueron varios centenares de lideres populares que cayeron asesinados.
El Presidente Belisario Betancourt (1982-1986) firma los Acuerdos de la Uribe con las FARC en (1984) y estos generaron el nacimiento de la Unión Patriótica (UP), movimiento amplio que logró aglutinar a liberales, conservadores, comunista y otros movimientos de izquierda y progresistas que se oponían al gobierno por la forma que se administraba el país, en lo social, lo político y lo militar.
La esperanza del p! ueblo fu e muy grande, vio en la UP la posibilidad de la reconciliación de los colombianos que venían de 40 años de guerra, de violencia, de intolerancia. Rápidamente se logró una bancada parlamentaria de 14 Congresistas, 17 Diputados y 135 concejales; el candidato Jaime Pardo Leal se convirtió en un líder indiscutible del pueblo, fue una oportunidad real de conseguir la paz que tanto anhelan los colombianos de todos los extractos sociales.
La clase gobernante, vio amenazados sus planes de largo alcance para apoderarse de las riquezas naturales: el petróleo, el carbón, el oro, las esmeralda, el níquel, el banano, el café y los recursos hídricos. Comprar a ínfimos precios las empresas de agua, luz y teléfono. Privatizar el seguro social, apoderarse del sector bancario y las prestaciones sociales de los trabajadores; todo lo que el pueblo colombiano había construido en varias décadas, estaba en los planes de ese pequeño grupo, que se apoyó en sus politiqueros de oficio para que "legalmente" se iniciara la ejecución del gran robo.
Álvaro Uribe Vélez fue uno de estos politiqueros. La ley 100 fue el más directo punto de partida para la acción de arrebatarle, a los trabajadores sus más caras conquistas, logradas en duras luchas y que le costaron la vida a miles de dirigentes y activistas sindicales.
Luego vino Cesar Gaviria que implementó la apertura económica, arruinando a sectores como el agropecuario y avícola, llevando a centenares de propietarios a la quiebra y a millones de campesinos al desempleo, obligándolos a desplazarse a las regiones productoras de alucinógenos. Podemos decir, sin lugar a equivocarnos, que la causa mayor para el auge de la siembra de Marihuana, Coca y Amapola, ha sido la política Neoliberal.
Era apenas lógico que un movimiento político como la Unión Patriótica; una Central de Trabajadores como la CUT, se convertían en una traba para los planes del imperialismo y el establecimiento colombiano, razón por la cual elabora! ron vari os planes: amenazar a los dirigentes, comprarlos, desterrarlos y, si ninguno de eso funcionaba, se llegaba al asesinato.
La masacre empezó y no ha terminado, mas de 4 mil dirigentes sindicales han sido asesinados, centenares están en el exilio; más de 5 mil dirigentes políticos de diferentes organizaciones han sido asesinados, miles se encuentran en el exilio; la masacre dejó de ser selectiva para convertirse en masiva, dejó de ser en el campo y se extendió a las ciudades. Dejó de ser en Colombia y se extendió a otros países Panamá, Sofronio Hernández, Ecuador, Leo y Mayusa.
La masacre la dirigió la clase política y empresarial gobernante. Denunciada en su tiempo por los comunista, organizaciones sociales y, comprobada hoy con el escándalo de la parapolitica. Primero utilizaron a la policía, el ejército y los servicios de seguridad, pero luego con las denuncias de los partidos de izquierda, los sindicatos y las ONGs, a nivel nacional e internacional, cambiaron de táctica, se apoyaron en los capos del narcotráfico y sus sicarios para acabar con la dirigencia política y social. El paramilitarismo fue la herramienta que encontraron para cometer la barbarie. Los autores intelectuales están en el Imperio y el establecimiento, la financiación y las armas fueron aportadas por las transnacionales, ya están al descubierto la Chiquita Brand, La Coca Cola y la Drummond, pero hay más, quizás con el tiempo se descubra toda o parte importante de la verdad
Los planes se vienen cumpliendo, decenas de empresas han sido privatizadas; 3.5 millones de campesinos han sido desplazados; millones de hectáreas de tierra están en manos de las multinacionales y de los capos del narcotráfico, listas para proyectos agroindustriales como la Palma Africana y ahora el etanol. Estos proyectos no generan empleo y golpearán aún más la organización sindical.
El movimiento sindical está en su más bajo grado de organización, sólo el 3.5% de lo! s trabaj adores son afiliados a un sindicato; el 96.5% no esta organizado por la represión violenta a que han sido sometidos los dirigentes sindicales. Las organizaciones sindicales vienen desapareciendo debido a las privatizaciones y la reingeniería industrial.
La mayoría de los movimientos de izquierda fueron aniquilados y a los que aún quedan se les condiciona a no oponerse al sistema, sino a los administradores de turno, la izquierda puede llegar al gobierno siempre y cuando abandone su posición de clase. Los que mantienen una oposición al sistema son estigmatizados, se les persigue, se les pone presos y se les asesina.
Al movimiento insurgente se le cataloga de terrorista y narcotraficante, con esta campaña dirigida desde las embajadas, se intenta deslegitimar la lucha social, según ellos no hay una confrontación de clase entre el establecimiento y el movimiento popular, sino un asedio del terrorismo a un Estado democrático.
El Plan estaba dirigido a debilitar al extremo las organizaciones populares que se enfrentaban a los planes del Imperio y el establecimiento, por eso hoy la mayoría de empresas del Estado han sido privatizadas sin que haya habido una resistencia fuerte del movimiento popular. No cejarán en su empeño hasta lograr apoderarse de todas las riquezas, de todas las empresas que con ingentes esfuerzos ha construido el pueblo colombiano.
El pueblo sigue su lucha a pesar de las masacres, los asesinatos selectivos, las desapariciones y los desplazamientos forzados, internos y externos. La unidad de todos los movimientos sociales, movimientos de izquierda y progresistas de oposición a la entrega de nuestras riquezas logrará frenar el despojo, la injusticia y la entrega de la soberanía, conquistando la Colombia mejor por la que estamos y seguiremos luchando y para lo que, con seguridad, seguiremos contando con la solidaridad de los pueblos del mundo.
Por Juan Leonel Forero y Luís Pedro Lizcano
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