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02ago10
Los doce apóstoles
La mujer se refería al cura Gonzalo Palacio Palacio, ayudante de párroco de la iglesia Las Mercedes de Yarumal. Años después, el cura fue capturado por sus posibles vinculaciones con "Los doce apóstoles", el grupo paramilitar que se encargaba de perpetrar los asesinatos, las desapariciones forzadas y los homicidios por intolerancia social, mal llamados "limpieza social", de Yarumal y Campamento. Sin embargo, no se inició una investigación eficaz que permitiera a la Fiscalía imputarle cargos a él,i a Santiago Uribe Vélez, o algún otro de los posibles involucrados con dicho grupo paramilitar, por lo que el sacerdote fue dejado en libertad.
Ya han trascurrido 20 años desde la masacre de Campamento y sus autores intelectuales y materiales no han sido investigados juzgados ni sancionados. Sin embargo, la familia en su incansable búsqueda de la verdad, y debido a la impunidad que impera en el país, optó por llevar el caso al conocimiento de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, acción que realiza a través de la Comisión Colombiana de Juristas, que es la entidad que les representa en el caso.
María Eugenia López no quiere perdón y olvido, sólo quiere saber la verdad y que haya justicia. Tuvo la oportunidad de confrontar a unos de sus posibles victimarios. Supo que el cura Gonzalo Palacios daba misa en la iglesia San Joaquín de Medellín, ubicada en un barrio del mismo nombre, y se fue a buscarlo. Sólo 20 años después, el pasado 28 de mayo, pudo cuestionarle sobre la masacre de su familia, pero el párroco se puso notoriamente nervioso y le dijo que él no sabía nada y que preguntara en la fiscalía, que él era inocente.
No obstante, Maria Eugenia le recordó que a él lo habían arrestado el 22 de diciembre de 1995, y que le habían encontrado un revolver calibre 38 dentro de una biblia, fue cuando el cura, debido a su nerviosismo, primero lo negó, pero a los pocos segundos, algo desconcertado lo reconoció diciendo: "żY es que el que yo no puedo tener una arma? żAcaso el que yo tenga esta navaja significa que la voy a matar?, le dijo el sacerdote a Maria Eugenia haciendo ademan de sacar la supuesta navaja de los bolsillos del pantalón. El párroco dio por cerrada la conversación poniéndose la sotana y diciendo que el arma en cuestión se la había regalado "el general Pardo". Para el momento de la masacre, el comandante de la IV Brigada era el general Gustavo Pardo Ariza, el mismo que fue destituido de su cargo por haber desobedecido la orden de tomarse la cárcel de La Catedral el día de la fuga de Pablo Escobar.
Agosto 2 de 2010
Comunicaciones CJL
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