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18ago24
Gallardo hereda años de parálisis en hidrocarburos y olvido de Tarija
El relevo en el Ministerio de Hidrocarburos estaba más o menos anunciado desde que hace diez semanas se filtrase la renuncia del titular Franklin Molina que pese a los esfuerzos por negarla, quedó patente con el silencio de los principales señalados. Más sorpresa resultó el nombramiento de un tarijeño en el cargo, en este caso Alejandro Gallardo, pues arrebatar la cartera al departamento ya supuso un momento traumático en 2020 luego de haberla ocupado con continuidad desde que en medio del fragor de la batalla por Margarita, en 2012, Evo Morales nombrara a Juan José Sosa y posteriormente en 2015, le entregara la preciada misión de reorientar una cartera a Luis Alberto Sánchez, que se mantuvo en el cargo hasta 2019.
Los tiempos de los Hidrocarburos
Sosa recibió la cartera en un momento de expansión, donde los campos encontrados se llenaban de pozos nuevos y que en numerosas ocasiones generaban conflicto, como en el caso de Margarita que llevó a un pulso entre Tarija y Chuquisaca de la que se extrajeron conclusiones y normativas no muy ortodoxas sobre los "Campos Compartidos" que benefició, sobre todo, a Chuquisaca. El objetivo declarado de aquella época era "industrializar", y Sosa fue el ministro presente en la puesta en marcha de la planta separadora de Río Grande y después en la del Chaco.
Sosa también fue el ministro que impulsó la termoléctrica en el Gran Chaco, que sirvió para ampliar el Sistema Interconectado hasta la región, y posteriormente llegó a prometer/anunciar junto a Evo Morales la instalación de la petroquímica de propileno y polipropileno en Yacuiba.
Sánchez sin embargo recibió otra misión muy clara: explorar. Las alarmas habían sonado ya en todas las áreas en producción, especialmente en San Antonio y San Alberto y la estrategia de "socios y no patrones" hacía aguas. La inversión en exploración bajó a mínimos y Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) no se fortaleció. La consecuencia era evidente, pues la "fábrica de dólares" se iba a gripar y no habría una fórmula para sustituirla.
Sánchez, formado en la universidad de los 90, optó por el método liberal clásico: armó un fondo de promoción a las inversiones, el famoso fondo de incentivos, que planteaba pagar más a quienes exploraran más rápido, y decretó el levantamiento de la protección en varias de las zonas protegidas del país ya exploradas con anterioridad, pero reservadas para el futuro.
Sánchez, cuyos afanes optimistas llegaron a promover el lema: "Bolivia, corazón energético de Sudamérica", cosechó también severos fracasos que acabaron en mofa, como el pozo Boyuy, que hizo inaugurar al propio Evo Morales y que luego resultó improductivo, con el agravante añadido de que lo acabó pagando YPFB. También es conocido por su sentencia sobre "el mar de gas", malinterpretada en muchos casos, pues hacía referencia a reservas no convencionales que, en todos los casos, no han sido exploradas a pesar de que amagó en varias ocasiones con autorizar la técnica.
La indefinición de Molina y la herencia de Gallardo
Los tiempos de Franklin Molina han sido, sin embargo, mucho más discretos e indefinidos. El sector ha presentado dos veces el mismo plan de reactivación de los hidrocarburos sin que se hayan tenido resultados significativos en la zona tradicional y solo una buena noticia en la zona nueva del norte de La Paz donde el pozo Mayaya se ha presentado como un éxito sin precedentes aun cuando el reservorio no está delimitado ni hay pruebas de comercialidad positivas. Este hecho, unido al relevo en el Ministerio ha levantado "sospechas".
Molina tampoco ha resuelto ninguno de los problemas heredados más allá de declaraciones genéricas. Los más "simples" tienen que ver con la provisión de combustibles, donde se han alcanzado acuerdos con Rusia, muy necesitada de mercados, y se han hecho anuncios sobre plantas de biodiésel que tampoco se concretan en el tiempo.
Los desafíos con Tarija
El más inmediato, pero no el único, tiene que ver con el proyecto de San Telmo, en el corazón de la reserva de Tariquía y paralizado desde hace cinco años. El asunto es de fondo, pues aunque hay rechazo popular, YPFB ni siquiera ha dado curso serio a la consulta de ley. Los comunarios coinciden en que los estudios previos son insuficientes y es más que posible que no compense un proyecto tradicional en la zona respecto al perjuicio ambiental, como se empieza a evaluar en el valle de Margarita, al norte de la región. Sin embargo, el Ministerio, que es el responsable político de este tipo de decisiones, simplemente la ha alargado en el tiempo.
Hay otro tema no menor: el área de Huacareta, el oeste de Entre Ríos, tiene una estimación norte - sur que trasciende los límites de Tarija hacia Chuquisaca. En la zona tarijeña se perforó el pozo Jaguar X6 sin éxito, y Shell se llevó las máquinas al norte, sin embargo, no se ha hablado de como afectaría y se distribuiría este pozo evidentemente compartido.
Por otro lado, el debate general sobre el fracking sigue abierto. La última Ley aprobada sobre el sector abre espacios por los que fácilmente puede interpretarse la autorización de esta técnica. En esas, las últimas aseveraciones del propio Molina señalando que el norte de La Paz se convertiría poco a poco en la cuenca neuquina argentina, donde el proyecto Vaca Muerta sustituyó casi en pleno a los proyectos en el norte de Salta, justo al otro lado de la frontera con Tarija, quedan en el aire. La planta Separadora de Líquidos del Gran Chaco es la principal obra de infraestructura del sector y la más infrautilizada. A partir de ella es que se debía alimentar cualquier iniciativa de industrialización petroquímica en la región.
Será el nuevo Ministro el encargado en poner en contexto esta nueva estrategia y poner en la ecuación a Tarija.
[Fuente: Por Miguel V de Torres, El País, Tarija, 18ago24]
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