Información | ||
Derechos | Equipo Nizkor
|
29may17
Potosí soporta siete meses sin agua con represas en crisis
"No hay agua hace meses, pero igual nos facturan por un servicio que no recibimos", señala Maribel Villca, vecina de la calle Surco, en puertas de la Administración Autónoma Para Obras Sanitarias Potosí (AAPOS) en el centro de la ciudad. Desde octubre de 2016 el agua llega a su hogar en cisterna una vez por semana.
Las lagunas que proveían el líquido para su barrio y toda la parte alta de la Villa Imperial se encuentran en estado crítico. La época de lluvia acabó y los niveles de agua almacenada en las represas apenas llegan al 30% de su capacidad.
Tierra y arena lodosa es todo lo que queda en los alrededores de las reservas que alimentan a la región desde hace siglos. La molestia es notoria en los ciudadanos. Piden soluciones urgentes.
Represas coloniales en agonía
Hace pocas semanas, AAPOS informó que las lagunas que suministran agua a parte de Potosí estaban en un 40% de su capacidad. Ello permitiría -con una buena administración- prestar el servicio hasta el mes de septiembre. Sin embargo, las autoridades ediles no están de acuerdo con el dato. Tras una inspección ocular, la concejal Azucena Fuertes, presidenta de la Comisión de Turismo, Cultura y Preservación de Áreas Históricas, señala que los reservorios están en un 30%.
A 20 minutos de la Villa Imperial, divididas por un muro de piedra levantado en 1767, se encuentran las lagunas de San Pablo y San Idelfonso, los acuíferos centrales de la cuenca Kari Kari. Sus afluentes son cada vez menos y corren riesgo de desaparecer, como el poncho blanco que cubría las montañas de sus alrededores hace años.
En medio de lo que en algún momento fue uno de los espejos más importantes, una recua de llamas camina en busca de agua. Las orillas de la primera laguna han retrocedido más del 70%. En la planicie descubierta corren pequeñas hileras de agua que apenas forman charcos dispersos.
El frío es intenso, el viento da golpes helados salpicando el rostro con polvo reseco. En la superficie de la laguna San Pablo se ha formado una delgada capa de hielo cual cubierta de cristal. San Idelfonso tiene más líquido, pero aún así es poco.
La evidencia de la merma del reservorio es la gran distancia que hay entre el actual nivel del agua y la marca marrón que ha quedado en el muro como registro. La situación preocupa porque las lluvias han terminado y el poco líquido recolectado deberá sostener el servicio hasta octubre.
Pero no son las únicas reservas en crisis. En la laguna de Lacachaca, pequeños botes quedaron varados en la orilla. Los pedrones gastados por la erosión se descubren sobre una capa de arena completamente seca. Cerca del muro de contención, hay una regleta completamente oxidada que ya no tiene números. Antes, hasta allí llegaba el agua.
La represa de Challviri -construida entre 1573-1576- es la que está en mejor estado, pero no cuenta con un medidor de profundidad que dé datos sobre el volumen de agua que almacena. Sólo es visible la misma marca oscura en el borde de la presa que dista del actual nivel de caudal.
Construidas en la Colonia, estas represas tenían el fin de garantizar el suministro para la producción minera. Ahora aún conservan agua, pero no la suficiente.
Según los vecinos de Potosí, la sequía no es el único problema. En su origen, el fondo de las represas fue impermeabilizado con cueros que se retiraron hace algunos años. Conjeturan por ello que ahora el agua se filtra y se pierde.
"Después de haber recorrido estas lagunas advertimos que se encuentran por debajo del 30%. No tienen las regletas que por normativa vigente deberían estar de forma permanente. Al menos tres de las cuatro represas visitadas están al nivel del piso y eso nos preocupa, porque -sin afán de crear alarma- pone en duda la garantía de abastecimiento", dice Fuertes.
Baja el agua, suben las tarifas
"En San Cristobal el agua apenas llega dos horas dos veces a la semana y por la madrugada. No hay presión y las últimas casas de la calle prácticamente no reciben nada", asegura el vecino de esa zona potosina, Érick Villaca.
Desde el inicio de la crisis la ciudad enfrenta un racionamiento que se extenderá todo este año. La parte baja de la urbe se alimenta de la toma del río San Juan. Antes de la crisis este sector recibía ocho horas diarias del líquido; ahora, sólo cuatro. La mitad del volumen que llegaba del afluente ahora es llevado a la parte alta.
Aún así es insuficiente para paliar la carencia. Doña Maribel recibe agua por cisterna. En su domicilio han conseguido habilitar un pozo. "Pero el agua es salada y ácida y sólo sirve para el baño".
Víctor Campero, vecino de la zona Huayna Mayu, debe llamar a la cisterna una vez a la semana para que lleve agua hasta su barrio. Los vecinos juntan el agua en turriles, baldes y todo recipiente disponible.
"El problema del agua está grave, qué podemos hacer. Por lo menos yo tengo un taller en el centro y de ahí traigo a casa", dice Víctor. "Además, los de la cisterna nos tratan mal. Sueltan el agua con alta presión y botan nuestros baldes lejos, detrás de ellos hay que correr", relata Maribel.
Los barrios que reciben el líquido por cañería tienen el servicio por intervalos. A la parte alta de Potosí el agua llega una vez por semana; a medida que los barrios se acercan al centro la frecuencia aumenta a tres días por semana.
Con sorpresa, don Rafael Mamani vio su factura del mes de abril en cajas de AAPOS. El monto que pagaba se duplicó aunque el agua que recibe se redujo a la mitad.
El 18 de mayo, el gerente a de AAPOS, Alberto Vedia, explicó a los medios potosinos que no es un incremento, sino "una actualización de los costos del consumo de agua potable". Argumentó que las tarifas estuvieron congeladas durante una década y media y que el reajuste fue hecho en base a la inflación acumulada en los últimos nueve años.
"En La Paz las zonas que no tenían agua no pagaron facturas por orden del Presidente, pero a nosotros nos están cobrando incluso con un incremento. Cómo puede ser", protesta doña Maribel. Aunque recibe agua por cisterna su factura de los últimos meses es de 35 bolivianos. Antes, pagaba 14.
"He ido a Odeco y, explicando que no tenemos agua hace meses, hizo una revisión". Si bien corrigieron el monto de las facturas, éste no quedó en cero, sino que volvió al mínimo de hace cinco meses. "Dice que igual tenemos que pagar uso de línea", indica.
Cuando se retiran de las cajas de AAPOS, los usuarios muestran su molestia por tener que pagar más aunque tengan menos agua. Denuncian que "encima" la empresa decidió dar a sus funcionarios un bono de producción.
En su recorrido por Potosí, Página Siete trató de entrevistar al gerente de AAPOS. Los funcionarios señalaron que la autoridad se encontraba en la AAPS en La Paz. Nunca atendió las llamadas.
[Fuente: Por Leny Chuquimia, Página Siete, La Paz, 29may17]
This document has been published on 30May17 by the Equipo Nizkor and Derechos Human Rights. In accordance with Title 17 U.S.C. Section 107, this material is distributed without profit to those who have expressed a prior interest in receiving the included information for research and educational purposes. |