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23feb18
Algunas aclaraciones a la jornada del 21F
La jornada del pasado 21 de febrero ha sido intensa, en muchos momentos tensa, y la información, y análisis de la misma suele adolecer de un apasionamiento que dificulta el análisis. En ese sentido me atrevo a proponer algunas aclaraciones que nos ayuden a sacar conclusiones.
En primer lugar lo que ocurrió el pasado miércoles fue una verdadera movilización nacional, con particular fuerza en Santa Cruz y La Paz; en ese sentido, afirmar –como lo hace el Ministro de la Presidencia– que fue "un fracaso" revela un apasionamiento que no conduce a nada. Es evidente que la movilización contraria, en apoyo a la reelección indefinida del actual Presidente, fue también masiva y contundente (más allá de las denuncias de que mucha gente habría ido obligada), y que, por tanto, nos encontramos con que nuestra sociedad está entrando en una fase de preocupante confrontación, en la que a la larga valdrán más los gritos y los golpes que los argumentos, y el análisis.
En segundo lugar, parece imprescindible aclarar que no se trató de una confrontación entre "izquierda" y "derecha" (términos que ameritarían un esclarecimiento conceptual que ahora nos desviaría del tema). En el campo contestatario, es decir en el de la defensa del referendo del 21F de hace dos años, hemos visto participar activamente a conocidos dirigentes de los partidos opositores (de derecha), pero hemos visto también una sorprendente masa de jóvenes que a partir de sus expresiones (algunas incluso escritas) no tienen nada que ver con la derecha, sino que, por el contrario, vienen a expresar la más genuina izquierda (la que busca cambiar estructuras y rechaza todo tipo de autoritarismo).
Más bien, es en el campo defensor de la reelección indefinida donde podemos encontrar actitudes peligrosamente conservadoras, pero sin generalizar; se ha oído muchas voces que expresan un pensamiento de izquierda que valoran acertadamente todos los cambios vividos en Bolivia desde el año 2006 (lo que pasa es que tampoco tienen la serenidad de analizar la progresiva decadencia de ese proceso de cambio a partir del 2010).
En tercer lugar, se ha percibido una reiteración de una confusión política que ya fue preocupante cuando el debate en torno al referendo del 21 de febrero de hace dos años, y es que una mayoría de analistas, de dirigentes políticos y de representantes sociales entendía que aquel referendo venía a preguntar si lo queremos y valoramos al presidente Evo, o si lo rechazamos; cuando, en realidad, la pregunta del referendo era si estamos o no de acuerdo con la reelección indefinida de un mismo presidente (y vicepresidente), al margen de que sea Evo o cualquier otro.
Y precisamente quienes valoramos a Evo, de manera especial su primer período, deseamos que vuelva a las bases, que vaya a comprar pan a la tienda de la esquina, y que se relacione con la gente sin la carga insoportable del llunk'erío que actualmente lo rodea. De eso se trata también ahora, no de apoyar o rechazar a Evo Morales, sino del criterio político acerca de la conveniencia o no de que alguien –sea quien sea– se eternice en el poder (y padezca los daños que causa el poder en el cerebro de quienes lo ejercen).
Aclarado todo esto, resulta de segunda importancia el comportamiento incoherente de la Policía, que "no permite" que se perjudique con bloqueos a la ciudadanía (cuando se trata de bloqueos que expresan una crítica al Gobierno) pero que sí permite que los choferes de La Paz perjudiquen a todo el mundo (cuando su bloqueo va dirigido a un alcalde opositor…).
Y, para terminar dos consejos a los compañeros del Gobierno y del MAS: el primero, que dejen de enarbolar el "cártel de la mentira" (¿fue mentira lo del Fondioc? ¿Fue mentira el asalto y quema de la Alcaldía de El Alto para proteger a un exalcalde como Patana? ¿Fue mentira que una novia del Presidente acabó como gerente de una empresa china sin el más mínimo currículum que la respalde?) Y, el segundo: que no enarbolen el apoyo del expresidente ecuatoriano Correa, en estos momentos absolutamente desacreditado en su país, porque hay sumas que restan…
Rafael Puente es miembro del Colectivo Urbano por el Cambio (CUECA) de Cochabamba.
[Fuente: Por Rafael Puente, Página Siete, La Paz, 23feb18]
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