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30ago16
Muerte y los mismos métodos de protesta
El presidente Evo Morales, el viernes, cuando comentó los hechos sucedidos un día antes, que terminaron con la vida del viceministro Rodolfo Illanes de manera brutal, no pudo eludir hacer un comentario que sin duda estaba en el aire: cuál es la diferencia entre el método de lucha actual de los mineros cooperativistas con el que usó el movimiento cocalero en los años 90 y 2000.
La verdad es que no hay diferencia. También los cocaleros secuestraron, torturaron y mataron, como lo han hecho hoy los mineros cooperativistas. Los cocaleros lo hacían en defensa de sus aspiraciones económicas, es decir, cosechar una hoja que les da sustento. Hoy los mineros lo hacen en demanda de mayores yacimientos que también les garanticen sostén económico. Moral y socialmente, no hay diferencia alguna. Y ambos son igualmente capitalistas. Capitalismo salvaje, en realidad.
Así, bloqueos extenuantes, secuestrados y muerte conforman un paralelo demasiado evidente en las dos etapas. Por lo tanto, cuando el presidente intenta decir, como si los bolivianos no tuviéramos memoria, que las protestas cocaleras eran pacíficas, se equivoca. Esos sucesos son demasiado recientes como para haberlos olvidado. Peor todavía debido a que el reciente inicio de un proceso penal por difamación contra el periodista Humberto Vacaflor, que en un programa de TV aseveró que Morales dio la orden de cometer el asesinato de los esposos Andrade en 2000, ha refrescado esos acontecimientos y, es más, ha hecho que muchos bolivianos escuchen de ellos por primera vez.
Lo que se puede decir, pero no es un consuelo para nadie, es que el régimen está bebiendo de su propia medicina. Llegó al poder usando la movilización popular violenta (ayudado, es verdad, por un sistema de partidos errado y una enorme sed de cambio social) y generó un precedente: que ese método es correcto y legítimo y, por tanto, puede seguir siendo utilizado. Pero claramente es un método pernicioso, que polariza al país, lo mantiene en tensión y, a la larga, le impide avanzar. Las protestas callejeras son legítimas, tanto en Madrid como en Moscú o Panduro, pero su persistencia irracional no lo es. El conflicto es inherente a toda sociedad, de ello no hay duda, aunque en lo que sí se puede trabajar es en los métodos de cómo resolverlo: el diálogo, la cesión, la negociación.
Un último apunte: este conflicto es el primero durante el Gobierno de Morales que se debe a la caída de la economía. Los precios bajos de los minerales han hecho que los cooperativistas estén trabajando sin utilidades, ya por muchos meses, lo que genera tensión y, como hemos visto, violencia. La economía boliviana, a diferencia de lo que afirma el ministro Luis Arce, no está blindada
[Fuente: Por Raúl Peñaranda, El Deber, Santa Cruz de la Sierra, 30ago16]
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